Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos
6-12 DE ENERO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 1, 2
“Jehová crea la vida en la Tierra”
Creación
Cuando Dios dijo el Día Primero: “Llegue a haber luz”, debió penetrar luz difusa a través de ese manto de nubes, aunque todavía no era posible distinguir desde la superficie terrestre las fuentes de las que procedía. Parece ser que este fue un proceso gradual, como lo muestra la versión (en inglés) de J. W. Watts: “Y gradualmente vino a la existencia la luz”. (Gé 1:3, A Distinctive Translation of Genesis.) Dios efectuó una división entre la luz y la oscuridad, y llamó a la luz Día, y a la oscuridad, Noche. Esto indica que la Tierra giraba en torno a su eje durante su movimiento de traslación alrededor del Sol, de modo que los hemisferios oriental y occidental alternaban períodos de luz y de oscuridad. (Gé 1:3, 4.)
Durante el Día Segundo, Dios hizo una expansión causando que ocurriera una división “entre las aguas y las aguas”. Algunas aguas permanecieron sobre la tierra y otras, en gran cantidad, fueron elevadas muy por encima de la superficie terrestre, de manera que entre ambas llegó a haber una expansión. A esta Dios la llamó Cielo, aunque tan solo con relación a la tierra, pues no se dice que las aguas suspendidas sobre la expansión abarcaran a las estrellas u otros cuerpos del espacio exterior. (Gé 1:6-8; véase EXPANSIÓN.)
El Día Tercero el poder milagroso de Dios reunió las aguas de la tierra, de modo que apareció el terreno seco, al que Dios llamó Tierra. También fue en este día cuando Dios, no la casualidad ni ningún proceso evolutivo, confirió a la materia inanimada el principio vital, de modo que vinieron a la existencia la hierba, la vegetación y los árboles frutales. Cada una de estas tres divisiones generales podía reproducirse según su “género”. (Gé 1:9-13.)
it-1 571 párrs. 8, 9-572 párrs. 1, 2
Creación
Es también digno de mención que en Génesis 1:16 no se usa el verbo hebreo ba·ráʼ, que significa “crear”, sino que se emplea el verbo hebreo ʽa·sáh, cuyo significado es “hacer”. Como el Sol, la Luna y las estrellas están incluidos en “los cielos” mencionados en Génesis 1:1, estos astros se crearon mucho antes del Día Cuarto. En ese “día” Dios procedió a “hacer” que dichos cuerpos celestes llegaran a tener una nueva relación con respecto a la superficie terrestre y a la expansión que había sobre ella. Las palabras: “Las puso Dios en la expansión de los cielos para brillar sobre la tierra”, deben indicar que en ese momento se hacían distinguibles desde la superficie de la Tierra, como si estuvieran en la expansión. Además, las lumbreras tenían que “servir de señales y para estaciones y para días y años”, lo que significaba que el hombre podría utilizarlas como guía de distintas maneras. (Gé 1:14.)
El Día Quinto vio la creación en la Tierra de las primeras almas no humanas. Dios no se propuso que las demás formas de vida evolucionaran de una sola criatura, sino que literalmente enjambres de almas vivientes llegaron a existir por el poder divino. Dice el registro: “Dios procedió a crear los grandes monstruos marinos y toda alma viviente que se mueve, los cuales las aguas enjambraron según sus géneros, y toda criatura voladora alada según su género”. Complacido con su creación, Dios la bendijo y dijo que ‘se hicieran muchos’, lo que era posible porque Él había dotado a estas criaturas de muchas familias genéricas distintas con la facultad de reproducirse “según sus géneros”. (Gé 1:20-23.)
El Día Sexto “Dios procedió a hacer la bestia salvaje de la tierra según su género y el animal doméstico según su género y todo animal moviente del suelo según su género”. Al igual que toda su obra creativa anterior, esta también fue buena a los ojos de Dios. (Gé 1:24, 25.)
Hacia el final del sexto día creativo, Dios trajo a la existencia una clase de criatura completamente nueva, superior a los animales aunque inferior a los ángeles: el hombre, creado a la imagen de Dios y según su semejanza. Aun cuando Génesis 1:27 dice brevemente con respecto a la humanidad: “Macho y hembra los creó”, el relato paralelo de Génesis 2:7-9 muestra que Jehová Dios formó al hombre del polvo del suelo, sopló en sus narices aliento de vida y el hombre llegó a ser alma viviente, con un hogar paradisiaco y abundancia de alimento a su disposición. En este caso Jehová Dios utilizó para su obra creativa los elementos terrestres, y después de haber formado al hombre, creó a la mujer partiendo de una de las costillas de Adán. (Gé 2:18-25.) Con la creación de la mujer se completó el “género” hombre. (Gé 5:1, 2.)
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Los logros de la ciencia
Edad del universo y de la Tierra
Los científicos calculan que la Tierra tiene unos 4.000 millones de años y que el origen del universo tuvo lugar entre 13.000 y 14.000 millones de años atrás. La Biblia no pone fecha al origen del universo. Tampoco dice en ninguna parte que la Tierra solo tenga unos pocos miles de años. El primer versículo de la Biblia dice sencillamente: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Así, abre la puerta para que los científicos determinen la edad del universo y la Tierra utilizando leyes y principios probados.
Jesucristo
No fue un cocreador. No obstante, la participación del Hijo en las obras creativas no lo hicieron un cocreador de su Padre. El poder para la creación procedía de Dios mediante su espíritu santo o fuerza activa. (Gé 1:2; Sl 33:6.) Y como Jehová es la Fuente de toda la vida, toda la creación animada, visible e invisible, le debe la vida a Él. (Sl 36:9.) En vez de un cocreador, fue el agente o instrumento por medio del que Jehová, el Creador, realizó sus obras. Jesús mismo atribuyó la creación a Dios, como lo hacen todas las Escrituras. (Mt 19:4-6; véase CREACIÓN.)
13-19 DE ENERO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 3-5
“Las terribles consecuencias de la primera mentira”
El propósito de Jehová se cumplirá sin falta
9 Satanás engañó a Eva por medio de una serpiente para que desobedeciera a su Padre, Jehová (lea Génesis 3:1-5; Rev. 12:9). El Diablo quiso presentar como un problema el que no se les permitiera comer “de todo árbol del jardín” sin excepción. En otras palabras, dijo: “¿De veras no pueden comer lo que quieran?”. Luego, mintió descaradamente cuando afirmó: “Positivamente no morirán”. Entonces, intentó convencer a Eva de que no tenía por qué obedecer a Dios. Le dijo: “Dios sabe que en el mismo día que coman de él [del fruto] tendrán que abrírseles los ojos”. Satanás dio a entender que Jehová no quería que comieran el fruto porque hacerlo les daría un entendimiento especial. Además, la engañó con esta promesa: “Tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”.
Lo que podemos aprender de la primera pareja humana
¿Era inevitable el pecado de Eva? De ninguna manera. Pongámonos en su lugar. La alegación de la serpiente distorsionaba por completo lo que tanto Dios como Adán habían dicho. ¿Cómo nos sentiríamos si a un ser amado en quien confiamos, un desconocido lo acusara de habernos mentido? La reacción de Eva debería haber sido diferente: hubiera debido indignarse o incluso negarse a seguir escuchando. Al fin y al cabo, ¿quién era la serpiente para cuestionar la justicia de Dios y la palabra de su esposo? Por respeto al principio de jefatura, Eva debería haber consultado con Adán antes de tomar cualquier decisión. Nosotros tendríamos que responder de una manera similar si nos encontráramos con información contraria a las instrucciones divinas. Sin embargo, Eva confió en las palabras del Tentador y deseó ser su propio juez en cuanto a lo que era bueno y lo que era malo. Cuantas más vueltas le daba a la idea, más atractiva le parecía. Sin duda, fue un grave error albergar un deseo incorrecto en lugar de descartarlo de su mente o hablar de ello con el cabeza de la familia (1 Corintios 11:3; Santiago 1:14, 15).
Adán escucha la voz de su esposa
Pronto Eva indujo a Adán a participar en su pecado. ¿Cómo podríamos explicar su consentimiento tan falto de resistencia? (Génesis 3:6, 17.) Adán se vio ante un conflicto de lealtades. ¿Obedecería a su Creador, quien le había dado todo, incluso a Eva, su querida compañera? ¿Acudiría a su Padre en busca de guía en cuanto a lo que debería hacer? ¿O seguiría el mismo proceder que su esposa? Él estaba perfectamente al tanto de que las expectativas que Eva abrigaba respecto a comer el fruto prohibido eran falsas. El apóstol Pablo escribió bajo inspiración: “Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y llegó a estar en transgresión” (1 Timoteo 2:14). Por lo tanto, el primer hombre optó de manera deliberada por desobedecer a Jehová. Por lo visto, el temor a verse separado de su esposa fue mayor que su fe en la capacidad divina para remediar la situación.
¿Valora Dios a la mujer?
¿Maldijo Dios a la mujer?
No. Jehová Dios maldijo a “la serpiente original, el que es llamado Diablo” (Revelación [Apocalipsis] 12:9; Génesis 3:14). Cuando Jehová dijo que Adán dominaría a su esposa, no le estaba dando su consentimiento para que la sometiera (Génesis 3:16). Solo estaba prediciendo cuáles serían las tristes consecuencias del pecado que habían cometido.
Puntos sobresalientes del libro de Génesis (parte 1)
3:17. ¿En qué sentido se maldijo el suelo, y por cuánto tiempo? La maldición pronunciada sobre el suelo significó que sería muy difícil cultivarlo. Los descendientes de Adán sintieron tan intensamente los efectos derivados del terreno maldecido, con sus espinos y cardos, que el padre de Noé, Lamec, habló “del dolor de nuestras manos que resulta del suelo que Jehová ha maldecido” (Génesis 5:29). Después del Diluvio, Jehová bendijo a Noé y sus hijos, y expresó su propósito de que llenaran la Tierra (Génesis 9:1). Al parecer, Dios eliminó la maldición del suelo (Génesis 13:10).
Dolores de parto
Los dolores preliminares y propios del parto. Después que la primera mujer, Eva, pecó, Dios le comunicó las consecuencias que tendría su transgresión a la hora del alumbramiento. Si hubiera permanecido obediente, la bendición de Dios habría continuado sobre ella y el dar a luz habría supuesto un gozo completo, ya que “la bendición de Jehová [...] es lo que enriquece, y él no añade dolor con ella”. (Pr 10:22.) Pero, como consecuencia del pecado, el funcionamiento imperfecto del cuerpo por lo general ocasionaría dolor en el parto. Por consiguiente, Dios dijo (atribuyéndose la autoría de lo que Él permite): “Aumentaré en gran manera el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos”. (Gé 3:16.)
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Lamec
El poema que Lamec compuso para sus esposas (Gé 4:23, 24) refleja el espíritu violento de su tiempo. Decía: “Oigan mi voz, esposas de Lamec; presten oído a mi dicho: A un hombre he matado por haberme herido, sí, a un joven por haberme dado un golpe. Si siete veces ha de ser vengado Caín, entonces Lamec setenta veces y siete”. Al parecer, con este poema Lamec presentaba un caso de defensa propia, y alegaba que su acto no había sido un asesinato deliberado, como en el caso de Caín, pues había matado en defensa propia al hombre que le había golpeado y herido. Por lo tanto, su poema era una petición de inmunidad a cualquiera que deseara vengarse de él por haber matado a su atacante.
Blasfemia
La ‘invocación del nombre de Jehová’ que dio comienzo en el tiempo de Enós, antes del Diluvio, no debió ser recta o propia, pues mucho antes Abel debió haberse dirigido a Dios usando su nombre divino. (Gé 4:26; Heb 11:4.) Si esta invocación del nombre de Dios significaba, como algunos estudiosos piensan, una mala utilización del nombre de Jehová y una aplicación impropia de ese nombre a seres humanos o a objetos idolátricos, podría considerarse blasfemia. (Véase ENÓS.)
20-26 DE ENERO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 6-8
“Lo hizo tal como él había dicho”
Imitemos la fe y la obediencia de Noé, Daniel y Job
4 Los problemas que enfrentó. En los días de Enoc, el bisabuelo de Noé, las personas estaban muy alejadas de Dios. Incluso decían “cosas ofensivas” contra Jehová (Jud. 14, 15). Cada vez había más violencia. De hecho, en tiempos de Noé, “la tierra se llenó de violencia”. Ángeles malvados tomaron cuerpos humanos, se casaron con mujeres y tuvieron hijos muy crueles y violentos (Gén. 6:2-4, 11, 12). Pero Noé fue muy distinto. La Biblia dice que él “halló favor a los ojos de Jehová”, que “resultó exento de falta entre sus contemporáneos” y que “andaba con el Dios verdadero” (Gén. 6:8, 9).
“Andaba con el Dios verdadero”
El trabajo le tomó varias décadas, puede que unos cuarenta o cincuenta años. Había que talar árboles, arrastrar troncos y cortarlos para hacer vigas, tablas y demás. Luego había que unir todas esas piezas. El arca tendría tres plantas, o cubiertas, diversos compartimientos y una puerta en uno de los lados. Por lo visto también tendría ventanas a lo largo de la parte superior y un techo elevado por el centro con una ligera pendiente hacia los lados para que el agua escurriera (Génesis 6:14-16).
“Corramos con aguante la carrera”
13 Hubo una cualidad que permitió que los siervos de Jehová mencionados por el apóstol persistieran en la carrera y alcanzaran la victoria. Observemos cómo la manifestó uno de ellos: Noé (léase Hebreos 11:7). Jehová le prometió “traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar [...] a toda carne” (Gén. 6:17). ¿Por qué dice Pablo que eran “cosas todavía no contempladas”? Porque jamás se había visto una catástrofe así. Pero aunque era un suceso sin precedentes, Noé no consideró que fuera poco probable, o incluso imposible, que se hiciera realidad. La razón era que tenía fe. Creía que Jehová haría lo que había dicho y por eso no pensó que las órdenes que le había dado fueran demasiado difíciles. Por el contrario, “hizo [todo] precisamente así” como se lo había indicado Dios (Gén. 6:22). Y no era poca cosa, pues tenía que construir el arca, aprovisionarla con comida y forraje, reunir los animales, predicar un mensaje de advertencia y velar por la espiritualidad de su familia. Pero la fe y el aguante de Noé no quedaron sin recompensa, pues él y los suyos sobrevivieron y recibieron muchas bendiciones.
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Puntos sobresalientes del libro de Génesis (parte 1)
7:2 ¿Sobre qué base se hacía la distinción entre los animales limpios y los inmundos? Parece ser que la base de la distinción tenía que ver con lo que se ofrecía en los sacrificios vinculados a la adoración, y no con lo que se podía o no se podía comer. Antes del Diluvio, la carne animal no figuraba en la dieta del hombre. Los términos “limpio” e “inmundo” referidos al alimento se utilizaron por primera vez en la Ley mosaica, y tales restricciones terminaron cuando esta fue abolida (Hechos 10:9-16; Efesios 2:15). Por lo visto, Noé sabía lo que era apropiado para un sacrificio de adoración a Jehová. En cuanto salió del arca, “empezó a edificar un altar a Jehová y a tomar algunas de todas las bestias limpias y de todas las criaturas voladoras limpias y a ofrecer ofrendas quemadas sobre el altar” (Génesis 8:20).
Puntos sobresalientes del libro de Génesis (parte 1)
7:11 ¿De dónde provino el agua que causó el diluvio universal? Durante el segundo período o “día” creativo, cuando se formó “la expansión” atmosférica de la Tierra, había aguas “debajo de la expansión” y aguas “sobre la expansión” (Génesis 1:6, 7). Las aguas que se hallaban “debajo” ya estaban en la Tierra. Las que se hallaban “sobre la expansión” eran enormes cantidades de vapor de agua suspendidas muy por encima de la superficie terrestre, las cuales formaban una “vasta profundidad acuosa”. Estas aguas cayeron sobre la Tierra en los días de Noé.
27 DE ENERO A 2 DE FEBRERO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 9-11
“Toda la tierra seguía teniendo un mismo idioma”
Babilonia la Grande
Características de la antigua Babilonia. La fundación de la ciudad de Babilonia en las llanuras de Sinar fue concurrente con el intento de construir la Torre de Babel. (Gé 11:2-9.) La causa popular que perseguía la edificación de la torre y la ciudad no era la exaltación del nombre de Dios, sino que los edificadores se hicieran “un nombre célebre” para ellos mismos. Los zigurats desenterrados tanto en las ruinas de la antigua Babilonia como en otros lugares de Mesopotamia parecen confirmar la naturaleza esencialmente religiosa de la torre original, fuera cual fuese su forma y estilo arquitectónico. La acción decisiva que tomó Jehová Dios para impedir la construcción de la torre-templo es un indicio claro de su origen religioso falso. El nombre hebreo dado a la ciudad, Babel, significa “Confusión”, mientras que los nombres sumerio (Ka-dingir-ra) y acadio (Bab-ilu) significan “Puerta de Dios”. De modo que los habitantes que permanecieron en la ciudad alteraron su nombre para evitar el sentido condenatorio original, aunque el nuevo nombre siguió teniendo una connotación religiosa.
Lenguaje
El relato de Génesis menciona que una parte de la familia humana postdiluviana se unió en un proyecto contrario a la voluntad divina, que se le había dado a conocer a Noé y a sus hijos. (Gé 9:1.) En lugar de esparcirse y ‘llenar la tierra’, se propusieron centralizar la sociedad humana, concentrándose en un lugar de la llanura de Sinar (Mesopotamia). Este también habría de convertirse en un centro religioso, con una torre para esos fines. (Gé 11:2-4.)
Lenguaje
El Dios Todopoderoso impidió que llevasen a cabo su presuntuoso proyecto, confundiendo su lengua, lo que imposibilitó que coordinaran el trabajo y los obligó a esparcirse por todas partes de la Tierra. También dificultaría el avance de la humanidad en una dirección equivocada de abierto desafío a Dios, pues limitaría el esfuerzo conjunto, tanto intelectual como físico, en proyectos ambiciosos, y el empleo del conocimiento acumulado por los diferentes grupos lingüísticos, un conocimiento que, por otra parte, no procedía de Dios, sino de la experiencia y la investigación humanas. (Compárese con Ec 7:29; Dt 32:5.) Por lo tanto, a la vez que significaba un importante factor divisivo en la sociedad humana, la confusión del habla en realidad benefició a la humanidad, pues retrasó la realización de metas peligrosas y dañinas. (Gé 11:5-9; compárese con Isa 8:9, 10.) Solo hay que analizar las circunstancias actuales, fruto del conocimiento acumulado y el mal uso que el hombre ha hecho del mismo, para darse cuenta de lo que Dios previó que se produciría en poco tiempo de no haber frustrado el proyecto de Babel.
Naciones
Debido a que estaban separados por barreras de comunicación, cada grupo lingüístico desarrolló su propia cultura, arte, costumbres, características y religión; cada uno tuvo su propia manera de hacer las cosas. (Le 18:3.) Al estar alejados de Dios, los diferentes pueblos se hicieron muchos ídolos de sus deidades míticas. (Dt 12:30; 2Re 17:29, 33.)
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Cam
Es posible que Canaán mismo hubiera estado implicado directamente en el incidente y que su padre Cam no lo hubiera corregido. O puede ser que Noé, hablando proféticamente por inspiración, previera que la tendencia impropia de Cam, quizás ya manifiesta en su hijo Canaán, sería heredada por la descendencia de este último. La maldición se cumplió en parte cuando los israelitas semitas subyugaron a los cananeos. A los que no se eliminó (por ejemplo, los gabaonitas [Jos 9]) se les hizo esclavos de Israel. Siglos más tarde, la maldición tuvo un cumplimiento más amplio cuando los descendientes de Canaán, el hijo de Cam, llegaron a estar bajo la dominación de las potencias mundiales jaféticas de Medo-Persia, Grecia y Roma.
Nemrod
En un principio, el reino de Nemrod fueron las ciudades de Babel, Erec, Akkad y Calné, todas ellas en la tierra de Sinar. (Gé 10:10.) Por lo tanto, la edificación de Babel y su torre probablemente empezó bajo su dirección. Esta conclusión también concuerda con el punto de vista tradicional judío. Josefo escribió: “[Nebrodes (Nemrod)] paulatinamente convirtió el gobierno en una tiranía, viendo que la única forma de quitar a los hombres el temor a Dios era [...] atarlos cada vez más a su propia dominación. Afirmó que si Dios se proponía ahogar al mundo de nuevo, haría construir una torre tan alta que las aguas jamás la alcanzarían, y al mismo tiempo se vengaría de Dios por haber aniquilado a sus antepasados. La multitud estuvo dispuesta a seguir los dictados de Nebrodes [Nemrod] y a considerar una cobardía someterse a Dios. Y levantaron la torre [...] más rápido de lo que sería de esperar”. (Antigüedades Judías, libro I, cap. IV, secs. 2, 3.)