Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos
2-8 DE MARZO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 22, 23
“Dios puso a prueba a Abrahán”
¿Por qué le pidió Dios a Abrahán que sacrificara a su hijo?
Jehová le dijo a Abrahán: “Toma, por favor, a tu hijo, a tu hijo único a quien amas tanto, a Isaac, y [...] ofrécelo como ofrenda quemada” (Génesis 22:2). Notemos que Jehová sabía cuánto quería Abrahán a Isaac, pues lo llamó “tu hijo único a quien amas tanto”. Y lo mismo sentía Él por su Hijo, Jesús. Lo amaba tanto que en dos ocasiones habló desde los cielos y lo llamó “mi Hijo, el amado” (Marcos 1:11; 9:7).
Observemos, además, cómo expresó su petición Jehová. Según cierto biblista, el uso de la partícula que se traduce “por favor” indica que “el SEÑOR se percataba del inmenso valor de lo que estaba pidiendo”. Por supuesto, Abrahán debió de sentirse profundamente apenado. De igual modo, Jehová debió de sentir un inmenso dolor al ver sufrir y morir a su amado Hijo, un dolor que apenas podemos imaginar. Es, sin duda, el mayor dolor que Dios ha sufrido o sufrirá.
Así pues, quizá no nos guste nada lo que Jehová le pidió a Abrahán, pero hay que recordar que no permitió que aquel fiel patriarca completara el sacrificio. De este modo le evitó la peor pérdida que un padre puede sufrir. Además, aunque Jehová libró de la muerte a Isaac, no lo hizo con su propio Hijo, “sino que lo entregó por todos nosotros” (Romanos 8:32). ¿Y por qué estuvo dispuesto a sufrir semejante pérdida? “Para que nosotros consiguiéramos la vida.” (1 Juan 4:9.) En vista de esta inmensa muestra del amor que él nos tiene, ¿no nos sentimos impulsados a demostrarle nuestro amor?
Obedezca a Dios y verá cumplidas sus promesas
6 Para ayudarnos a confiar en sus promesas, Jehová también hizo juramentos que comenzaban con expresiones como esta: “Tan ciertamente como que yo estoy vivo —es la expresión del Señor Soberano Jehová—” (Ezeq. 17:16). En la Biblia se registran más de cuarenta juramentos de Jehová, y puede que el más conocido sea el que le hizo a Abrahán. A lo largo de muchos años le había hecho varias promesas que, en conjunto, revelaban que la Descendencia prometida vendría de su linaje, a través de su hijo Isaac (Gén. 12:1-3, 7; 13:14-17; 15:5, 18; 21:12). Entonces Jehová lo sometió a una difícil prueba, pues le mandó que le sacrificara a su amado hijo. Abrahán se dispuso a obedecer sin demora, y cuando estaba a punto de matarlo, un ángel lo detuvo. Entonces Dios le hizo este juramento: “Por mí mismo de veras juro [...] que por motivo de que has hecho esta cosa y no has retenido a tu hijo, tu único, yo de seguro te bendeciré y de seguro multiplicaré tu descendencia como las estrellas de los cielos y como los granos de arena que hay en la orilla del mar; y tu descendencia tomará posesión de la puerta de sus enemigos. Y mediante tu descendencia ciertamente se bendecirán todas las naciones de la tierra debido a que has escuchado mi voz” (Gén. 22:1-3, 9-12, 15-18).
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Jehová lo llamó “mi amigo”
13 Porque antes de dejar atrás a los sirvientes que lo acompañaban, les dijo: “Quédense aquí con el asno, pero yo y el muchacho queremos ir allá, y adorar, y volver a ustedes” (Gén. 22:5). ¿Les estaba mintiendo Abrahán? ¿Les estaba haciendo creer que regresaría con Isaac cuando en realidad iba a sacrificarlo? No. La Biblia nos ayuda a entender por qué dijo esas palabras (lea Hebreos 11:19). Según Hebreos, Abrahán razonó que Dios podía resucitar a Isaac. Así es, creía en la resurrección. Después de todo, ya había visto el poder de Jehová cuando les concedió a él y a Sara tener un hijo en su vejez (Heb. 11:11, 12, 18). Él sabía que nada es imposible para el Creador. Confiaba totalmente en que, pasara lo que pasara en ese día tan difícil, Jehová le devolvería a su hijo y así se podrían cumplir todas las promesas que le había hecho. ¡Con razón la Biblia lo llama “el padre de todos los que tienen fe”!
Presciencia, predeterminación
Presciencia selectiva. La opción al predestinacianismo, el ejercicio selectivo de la presciencia de Dios, tendría que estar de acuerdo con sus propias normas de justicia y ser consecuente con lo que Él revela de sí mismo en su Palabra. Contrario al predestinacianismo, varios textos de la Biblia muestran que Dios analiza una situación que se estaba produciendo y luego decide sobre la base de su examen de los hechos.
Por ejemplo, Génesis 11:5-8 indica que Dios dirigió su atención a la Tierra con el fin de examinar lo que ocurría en Babel y a continuación tomó medidas para desbaratar la conspiración inicua que había comenzado allí. Cuando en Sodoma y Gomorra se vieron sumidos en un ambiente de iniquidad, Jehová le informó a Abrahán que iba a investigar (por medio de sus ángeles) ‘para ver si obraban del todo conforme al clamor que acerca de ello había llegado a él, y, si no, podría llegar a saberlo’. (Gé 18:20-22; 19:1.) Dios dijo que ‘había llegado a conocer a Abrahán’, y después que este estuvo a punto de sacrificar a Isaac, Jehová declaró: “Ahora sé de veras que eres temeroso de Dios, puesto que no has retenido de mí a tu hijo, tu único”. (Gé 18:19; 22:11, 12; compárese con Ne 9:7, 8; Gál 4:9.)
9-15 DE MARZO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 24
“Una esposa para Isaac”
“Estoy dispuesta a ir”
Abrahán le había hecho jurar a Eliezer que no elegiría una esposa cananea para Isaac. ¿Por qué? Porque los cananeos ni adoraban a Jehová ni lo respetaban. Además, Abrahán sabía que, a su debido tiempo, Jehová los castigaría por toda su maldad; por eso no quería que Isaac tuviera ningún vínculo con aquel pueblo inmoral. Y también sabía que su hijo tendría un papel importante en las promesas de Dios (Génesis 15:16; 17:19; 24:2-4).
“Estoy dispuesta a ir”
Eliezer les contó a sus anfitriones que le había orado a Jehová cuando llegó al pozo. De hecho, le pidió que escogiera la joven que quería para Isaac. ¿Cómo sabría la respuesta? Solicitó que la joven que Dios eligiera se acercara al pozo, y que cuando él le pidiera un poco de agua, ella le ofreciera, además, agua para sus camellos (Génesis 24:12-14). Y ¿quién hizo justo eso? No fue otra sino Rebeca. Imagínese cómo se debió sentir ella si llegó a escuchar lo que Eliezer le contó a su familia.
“Estoy dispuesta a ir”
Eso es precisamente lo que, semanas antes, Eliezer le había preguntado a Abrahán: “¿Y si la mujer no quiere venir conmigo?”. Abrahán le respondió: “Llegarás a estar libre de obligación a mí por juramento” (Génesis 24:39, 41). Del mismo modo, en el hogar de Betuel, la opinión de la joven también importó. ¿Cómo lo sabemos? Veamos. Eliezer estaba tan entusiasmado por el éxito de su misión que, a la mañana siguiente, pidió permiso para regresar enseguida a Canaán con Rebeca. Sin embargo, la familia quería que ella se quedara como mínimo unos diez días más. Así que al final dijeron: “Llamemos a la muchacha, a ver qué dice” (Génesis 24:57, Dios habla hoy).
Se trató de un momento crucial en la vida de Rebeca. ¿Qué respondería ella? ¿Les rogaría a su padre y a su hermano que no la mandaran a un mundo desconocido? ¿O consideraría que era un privilegio participar en sucesos que sin duda Jehová estaba dirigiendo? Su respuesta mostró lo que pensaba de este repentino, y hasta intimidante, cambio de circunstancias, pues dijo: “Estoy dispuesta a ir” (Génesis 24:58).
Busquemos perlas escondidas
“Estoy dispuesta a ir”
En una de estas ocasiones, después de llenar su recipiente, se le acercó corriendo un hombre mayor que le dijo: “Dame, por favor, un sorbito de agua de tu jarro”. ¡Era un favor tan pequeño y se lo había pedido con tanta amabilidad! Como se notaba que el hombre venía de lejos, enseguida bajó el cántaro para darle, no un sorbito, sino un buen trago de agua fresca. Rebeca vio que el hombre había llegado con una manada de 10 camellos y que no había agua en el bebedero. Se dio cuenta de que la observaba atentamente y quiso ser generosa con él. Le dijo: “También para tus camellos sacaré agua hasta que acaben de beber” (Génesis 24:17-19).
Fíjese que no solo se ofreció a darles un poco de agua a los camellos, sino a darles de beber hasta que saciaran su sed. Un camello sediento puede beber unos 95 litros (25 galones) de agua. Así que a Rebeca le podían esperar varias horas de duro trabajo. Por lo que ocurrió después, parece que los camellos no tenían tanta sed, pero ella no lo sabía cuando se ofreció a darles agua. Sin embargo, estaba dispuesta a hacer lo que fuera para mostrarle hospitalidad a aquel forastero, quien aceptó su ayuda. Rebeca iba y venía bajo la atenta mirada del anciano, llenando una y otra vez su cántaro para llevar agua al bebedero (Génesis 24:20, 21).
“Estoy dispuesta a ir”
Ya estaba anocheciendo. Además, el relato no da a entender que se demorara horas en el pozo ni que su familia estuviera durmiendo cuando acabó. Tampoco indica que alguien viniera a buscarla porque se hubiera retrasado mucho.
“Estoy dispuesta a ir”
Por fin llega el momento mencionado al principio de este artículo. La caravana avanza por el Négueb y la oscuridad empieza a cubrir la tierra. Rebeca ve a un hombre caminando por el campo, que parece estar meditando. Se baja del camello, dice el relato, tal vez sin esperar ni siquiera a que el camello se arrodille. Y le pregunta al anciano: “¿Quién es aquel hombre que viene andando por el campo a nuestro encuentro?”. Al enterarse de que es Isaac, se cubre la cabeza con un manto (Génesis 24:62-65). ¿Por qué hace eso? Parece ser una muestra de respeto hacia su futuro esposo. Esta clase de sumisión podría considerarse hoy anticuada. Sin embargo, tanto hombres como mujeres podemos aprender mucho del ejemplo de humildad de Rebeca.
16-22 DE MARZO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 25, 26
“Esaú vende su derecho de primogénito”
Jacob
Esaú, el hijo favorito de su padre, era un cazador de carácter indómito, inquieto y nómada, mientras que a Jacob se le describe como un “hombre sin culpa [heb. tam], que moraba en tiendas”, alguien que llevaba una vida tranquila de pastor y en quien se podían confiar asuntos de carácter doméstico, alguien por quien su madre sentía un cariño especial. (Gé 25:27, 28.) Esta palabra hebrea (tam) se usa también en otros lugares para describir a las personas que tienen la aprobación de Dios. Por ejemplo, “los hombres sanguinarios odian a cualquiera exento de culpa [heb. tam]”; no obstante, Jehová asegura que “el futuro de ese hombre será pacífico”. (Pr 29:10; Sl 37:37.) Job era un hombre que mantenía su integridad, que “resultó sin culpa [heb. tam] y recto”. (Job 1:1, 8; 2:3.)
Por qué demostrar que estamos agradecidos?
11 Tristemente, algunos personajes de la Biblia no demostraron gratitud. Veamos el caso de Esaú. Aunque sus padres amaban y respetaban a Jehová, él no valoraba las cosas sagradas (lea Hebreos 12:16). ¿Cómo demostró esta actitud? Se apresuró a vender su derecho de primogénito a su hermano menor, Jacob, por un simple plato de lentejas (Gén. 25:30-34). Más tarde, lamentó lo que había hecho y se quejó con amargura por no recibir la bendición que le correspondía como primogénito. Pero no tenía motivos para quejarse, pues había demostrado que no valoraba lo que tenía.
Primogénito
El primogénito disfrutó desde tiempos remotos de una posición honorable dentro de la familia, era el que continuaba con la jefatura de la familia y recibía una parte doble de la herencia paterna. (Dt 21:17.) José sentó a Rubén en una comida de acuerdo con el derecho de primogénito que le correspondía. (Gé 43:33.) No obstante, la Biblia no siempre otorga honra al primogénito según el orden de nacimiento, sino que el primer lugar suele otorgarse al más prominente o fiel de los hijos. (Gé 6:10; 1Cr 1:28; compárese con Gé 11:26, 32; 12:4; véanse HERENCIA; PRIMOGENITURA.)
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Preguntas de los lectores
Volvamos a Hebreos 12:16, donde el apóstol Pablo escribió: “Que no haya ningún fornicador ni nadie que no aprecie cosas sagradas, como Esaú, que a cambio de una sola comida vendió regalados sus derechos de primogénito”. ¿Qué deseaba destacar?
El apóstol no estaba hablando de la genealogía del Mesías. Justo antes, les había dicho a los cristianos que siguieran “haciendo sendas rectas para sus pies” para que ninguno de ellos fuera “privado de la bondad inmerecida de Dios”, lo que por desgracia podía pasarles si caían en la inmoralidad sexual (Heb. 12:12-16). Si cometían ese pecado, serían como Esaú, quien no apreció las “cosas sagradas” y literalmente eligió lo “profano” (Kingdom Interlinear).
Esaú vivió en tiempos de los patriarcas, y puede que en ocasiones hasta tuviera el privilegio de ofrecer sacrificios como sacerdote para su familia (Gén. 8:20, 21; 12:7, 8; Job 1:4, 5). Pero, por su forma de pensar carnal, renunció a todos sus privilegios como primogénito por un plato de lentejas. Tal vez quería evitar el sufrimiento que se había predicho que tendría la descendencia de Abrahán (Gén. 15:13). Esaú también demostró su inclinación a lo profano —o sea, su falta de aprecio por las cosas sagradas— al casarse con dos mujeres paganas, lo que les provocó mucho dolor a sus padres (Gén. 26:34, 35). Fue muy diferente de Jacob, quien se aseguró de casarse con una mujer que adoraba al Dios verdadero (Gén. 28:6, 7; 29:10-12, 18).
Mentira
El que en la Biblia se condene claramente la mentira maliciosa no significa que una persona esté obligada a divulgar información verídica a quien no tenga derecho a conocerla. Jesucristo aconsejó: “No den lo santo a los perros, ni tiren sus perlas delante de los cerdos, para que nunca las huellen bajo los pies, y, volviéndose, los despedacen a ustedes”. (Mt 7:6.) Por esta razón en ciertas ocasiones Jesús se abstuvo de dar información completa o respuestas directas a ciertas preguntas, pues ese proceder podría haber causado dificultades innecesarias. (Mt 15:1-6; 21:23-27; Jn 7:3-10.) El comportamiento de Abrahán, Isaac, Rahab y Eliseo al informar erróneamente u ocultar parte de los hechos a quienes no eran adoradores de Jehová tuvo esa misma motivación. (Gé 12:10-19; cap. 20; 26:1-10; Jos 2:1-6; Snt 2:25; 2Re 6:11-23.)
23-29 DE MARZO
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 27, 28
“Jacob consigue la bendición a la que tenía derecho”
Rebeca, una piadosa mujer de acción
La Biblia no aclara si Isaac sabe que Esaú servirá a Jacob. En cualquier caso, lo que sí saben tanto Rebeca como Jacob es que la bendición le corresponde a este último. Al oír Rebeca que Isaac piensa bendecir a Esaú cuando este le lleve un plato de caza, actúa de inmediato. La decisión y el celo que la caracterizaron durante su juventud no la han abandonado. Rebeca ‘manda’ a Jacob que vaya en busca de dos cabritos, con los que preparará un plato del agrado de su esposo. De este modo, Jacob, haciéndose pasar por Esaú, recibirá la bendición. Temeroso de que su padre se percate de la estratagema y lo maldiga, Jacob se niega, pero Rebeca insiste. “Sobre mí venga la invocación de mal propuesta para ti, hijo mío”, dice. Entonces prepara la comida, disfraza a Jacob y lo envía a su esposo (Génesis 27:1-17).
No se nos explica por qué actúa Rebeca de este modo. Pese a que muchos condenan su conducta, la Biblia no lo hace, ni tampoco Isaac cuando descubre que ha bendecido a Jacob. Al contrario, amplía la bendición (Génesis 27:29; 28:3, 4). Rebeca sabe lo que Jehová predijo acerca de sus hijos, así que procura asegurarse de que Jacob reciba la bendición que con justicia le corresponde. Obviamente, tal proceder está en armonía con la voluntad de Jehová (Romanos 9:6-13).
Preguntas de los lectores
Aunque la Biblia no da todos los detalles de por qué Rebeca y Jacob obraron de ese modo, sí indica que la situación surgió de repente. Cabe señalar que la Palabra de Dios ni justifica ni condena lo que ellos hicieron, por lo que no establece ningún precedente para mentir o engañar. Sin embargo, la Biblia sí arroja luz sobre la situación.
En primer lugar, el relato señala con claridad que Jacob tenía derecho a recibir la bendición de su padre, y Esaú no. Tiempo atrás, Jacob le había comprado legalmente la primogenitura a su gemelo, quien no la valoró y la vendió por una comida para satisfacer su hambre. Esaú “despreció la primogenitura” (Génesis 25:29-34). Por eso, al presentarse ante su padre, lo que Jacob buscaba era una bendición que legalmente le pertenecía.
Bendición
En la sociedad patriarcal, el padre solía bendecir a sus hijos poco antes de morirse. Esta bendición era de gran importancia y se tenía en alta estima. Por ejemplo, Isaac bendijo a Jacob —pensando que era el primogénito, Esaú— con mayor favor y prosperidad que a su hermano, y seguramente pidió a Jehová que cumpliese esta bendición, pues él era ya ciego y viejo. (Gé 27:1-4, 23-29; 28:1, 6; Heb 11:20; 12:16, 17.) Más tarde, Isaac confirmó y amplió su bendición, sabiendo en esta ocasión a quién bendecía. (Gé 28:1-4.) Antes de morir, Jacob bendijo primero a los dos hijos de José y después a los suyos propios. (Gé 48:9, 20; 49:1-28; Heb 11:21.) De manera similar, antes de su muerte, Moisés bendijo a la entera nación de Israel. (Dt 33:1.) En todos estos casos los resultados prueban que se había hablado proféticamente. En algunas ocasiones, al pronunciar tales bendiciones, la mano del que bendecía se colocaba sobre la cabeza del que recibía la bendición. (Gé 48:13, 14.)
Busquemos perlas escondidas
Claves de la comunicación en el matrimonio
¿Cultivaron Isaac y Rebeca buenos hábitos de comunicación? Después que su hijo Esaú se casó con las hijas de Het, surgió un serio problema familiar. Rebeca “siguió diciendo” a Isaac: “He llegado a aborrecer esta vida mía a causa de las hijas de Het. Si alguna vez Jacob [su hijo menor] toma esposa de las hijas de Het [...], ¿de qué me sirve la vida?” (Génesis 26:34; 27:46). Está claro que ella transmitió su preocupación en términos inequívocos.
Isaac le dijo a Jacob, el hermano gemelo de Esaú, que no tomara esposa de las hijas de Canaán (Génesis 28:1, 2). Rebeca se había hecho entender. Este matrimonio había logrado tratar un asunto familiar muy delicado, lo cual nos da un buen ejemplo para nosotros hoy. Pero ¿qué puede hacerse si la pareja no llega a un acuerdo?
Puntos sobresalientes del libro de Génesis (parte 2)
28:12, 13. ¿Cuál fue el significado del sueño de Jacob en el que aparece “una escalera”? Esta “escalera” (que puede haber tenido la apariencia de un tramo ascendente de piedras) indicó que hay comunicación entre la Tierra y el cielo, y que los ángeles desempeñan un servicio muy importante entre Jehová y los seres humanos que tienen Su aprobación (Juan 1:51).
30 DE MARZO A 5 DE ABRIL
TESOROS DE LA BIBLIA | GÉNESIS 29, 30
“Jacob se casa”
Jacob apreciaba los valores espirituales
El compromiso matrimonial se efectuaba pagando un precio por la novia a la familia de esta. Posteriormente, la Ley mosaica estipuló que había que pagar 50 siclos de plata por la virgen que hubiera sido seducida. El biblista Gordon Wenham cree que este era “el precio máximo que se pagaba por una novia”, pero que por lo general la cantidad era “mucho menor” (Deuteronomio 22:28, 29). Como Jacob no podía dar ningún pago, le ofreció a Labán sus servicios durante siete años. Wenham agrega: “Dado que los jornaleros recibían entre medio siclo y un siclo al mes en los tiempos de la antigua Babilonia [o sea, entre 42 y 84 siclos en siete años], Jacob ofreció a Labán un regalo de boda muy generoso por la mano de Raquel”. Labán aceptó enseguida (Génesis 29:19).
Dos hermanas rivales “edificaron la casa de Israel”
¿Fue Lea cómplice del engaño, o simplemente se vio obligada a obedecer a su padre? ¿Y dónde se encontraba Raquel? ¿Sabía lo que estaba pasando? Si así fue, ¿cómo se sintió? ¿Pudo ella haberse opuesto a un padre tan autoritario? La Biblia no contesta ninguna de estas preguntas, así que no podemos saber qué opinaban Raquel y Lea. El caso es que cuando Jacob descubrió el engaño, no se enojó con ellas, sino con Labán. A él fue a quien le recriminó: “¿No fue por Raquel que serví contigo? Entonces, ¿por qué me has embaucado?”. ¿Qué justificación dio Labán? “No se acostumbra [...] dar la menor antes de la primogénita. Celebra en su plenitud la semana de esta mujer. Después de eso ciertamente se te dará también esta otra mujer por el servicio que puedas servir conmigo durante otros siete años.” (Génesis 29:25-27.) Sin buscarlo, Jacob quedó atrapado en un matrimonio polígamo que causó muchos celos y amargura.
Matrimonio
Celebración. Aunque en Israel las bodas no iban acompañadas de ninguna ceremonia, se celebraban con gran gozo. El día de la boda, la novia se arreglaba con esmero en su propia casa. Primero se bañaba y se untaba con aceite perfumado. (Compárese con Rut 3:3 y con Eze 23:40.) A veces, ayudada por sirvientas, se ponía “fajas para los pechos” y un vestido blanco espléndidamente bordado, dependiendo de su condición social. (Jer 2:32; Rev 19:7, 8; Sl 45:13, 14.) Si podía, se engalanaba con adornos y joyas (Isa 49:18; 61:10; Rev 21:2), y después se cubría con una prenda fina, una especie de velo, que se extendía de la cabeza a los pies. (Isa 3:19, 23.) Esto explica por qué Labán pudo engañar fácilmente a Jacob, de manera que este no se dio cuenta de que se le daba a Lea en lugar de a Raquel. (Gé 29:23, 25.) Rebeca se puso una mantilla cuando se dirigía al encuentro de Isaac. (Gé 24:65.) Este acto simbolizaba la sumisión de la novia a la autoridad del novio. (1Co 11:5, 10.)
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Adopción
Tanto Raquel como Lea consideraron a los hijos que sus siervas le dieron a luz a Jacob como si fueran suyos propios, ‘dados a luz sobre sus rodillas’. (Gé 30:3-8, 12, 13, 24.) Estos hijos participaron de la herencia igual que los nacidos a las esposas legales de Jacob. Eran hijos que él había engendrado, y puesto que las esclavas eran propiedad de las esposas, tanto Raquel como Lea tenían derecho de propiedad sobre esos hijos.
Puntos sobresalientes del libro de Génesis (parte 2)
30:14, 15. ¿Por qué cambió Raquel la oportunidad de concebir por unas mandrágoras? En la antigüedad, la mandrágora tenía usos medicinales como narcótico y antiespasmódico. También se la consideraba afrodisíaca, así como estimulante de la fertilidad y la concepción (El Cantar de los Cantares 7:13). Aunque la Biblia no revela por qué hizo el cambio, Raquel tal vez pensara que las mandrágoras la ayudarían a concebir y así acabar con el oprobio de ser estéril. No obstante, pasaron algunos años antes que Jehová ‘le abriera la matriz’ (Génesis 30:22-24).