Referencias para la Guía de actividades para la reunión Vida y Ministerio Cristianos
7-13 DE SEPTIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | ÉXODO 23, 24
“No sigamos a la mayoría de la gente”
¿Tenemos todos los datos?
7 ¿Nos gusta enviar correos electrónicos y mensajes de texto a nuestros amigos y conocidos? Cuando vemos una noticia interesante o escuchamos una experiencia llamativa, ¿somos como el reportero que quiere ser el primero en publicarla? Antes de enviar un mensaje o correo electrónico, debemos preguntarnos: “¿Estoy seguro de que la información es cierta? ¿Tengo todos los datos?”. Si no estamos seguros, podríamos difundir sin querer información falsa entre los hermanos. Así que será mejor que presionemos el botón de borrar, y no el de enviar.
8 Reenviar enseguida correos electrónicos y mensajes de texto encierra otro peligro. En algunos lugares, nuestra obra está restringida o incluso prohibida. Puede que allí nuestros enemigos hagan circular rumores con el fin de sembrar miedo o desconfianza entre nosotros. Pensemos en lo que pasó hace años en la Unión Soviética. La policía secreta (conocida como KGB) lanzó el rumor falso de que varios hermanos muy conocidos habían traicionado a los siervos de Jehová. Muchos lo creyeron, y tristemente dejaron la organización de Dios. Un buen número de ellos volvió, pero otros nunca lo hicieron, pues su fe naufragó (1 Tim. 1:19). ¿Cómo podemos evitar que nos pase algo tan lamentable? Jamás reenviemos noticias negativas o sin base. No seamos ingenuos ni creamos todo lo que oímos. Asegurémonos de tener todos los datos.
Aarón
Debe notarse que en ninguna de las tres ocasiones se presenta a Aarón como el promotor de la mala acción, sino que más bien parece que permitió que la presión de las circunstancias o la influencia de otras personas lo desviaran del proceder de rectitud. Particularmente en su primera transgresión, pasó por alto el principio implícito en el mandato: “No debes seguir tras la muchedumbre para fines malos”. (Éx 23:2.) No obstante, en el resto de las Escrituras su nombre recibe mención honorífica, y el propio Hijo de Dios reconoció la legitimidad del sacerdocio aarónico. (Sl 115:10, 12; 118:3; 133:1, 2; 135:19; Mt 5:17-19; 8:4.)
Ceguera
Se usó el símbolo de la ceguera para representar la corrupción judicial. En la Ley se exhorta muchas veces contra el soborno, los regalos o el prejuicio, pues tales cosas pueden cegar a un juez e impedirle la administración imparcial de la justicia. “El soborno ciega a hombres de vista clara.” (Éx 23:8.) “El soborno ciega los ojos de los sabios.” (Dt 16:19.) Sin importar la rectitud y discernimiento de un juez, puede verse afectado, consciente o inconscientemente, por el regalo que reciba de los implicados en un caso. La ley de Dios trata con atención no solo el efecto cegador de un regalo, sino también el del sentimentalismo, pues dice: “No debes tratar con parcialidad al de condición humilde, y no debes preferir la persona de un grande”. (Le 19:15.) De modo que el juez no debía fallar contra el rico solo porque era rico a fin de congraciarse con la muchedumbre. (Éx 23:2, 3.)
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No olvidemos mostrar bondad a los extranjeros
4 En vez de ordenarles a los israelitas que respetaran a los extranjeros, Jehová los animó a ponerse en su lugar (lea Éxodo 23:9). Ellos sabían bien lo que era vivir en un país que no era el suyo. Los egipcios probablemente despreciaron a los hebreos incluso antes de hacerlos esclavos, quizás por orgullo racial o prejuicios religiosos (Gén. 43:32; 46:34; Éx. 1:11-14). La vida de los israelitas en Egipto había sido dura, pero Jehová esperaba que trataran al extranjero como si fuera natural del país (Lev. 19:33, 34).
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Miguel
1. Aparte de Gabriel, el único ángel santo mencionado por nombre en la Biblia y el único al que se llama “arcángel”. (Jud 9.) La primera vez que aparece su nombre es en el capítulo décimo de Daniel, donde se dice que es “uno de los príncipes prominentes” que fue a ayudar a un ángel de menor rango al que se oponía el “príncipe de la región real de Persia”. A Miguel se le llamó “el príncipe” del pueblo de Daniel, “el gran príncipe que está plantado a favor de los hijos de tu pueblo [el de Daniel]”. (Da 10:13, 20, 21; 12:1.) Estas palabras señalan a Miguel como el ángel que condujo a los israelitas a través del desierto. (Éx 23:20, 21, 23; 32:34; 33:2.) El hecho de que ‘Miguel el arcángel tuviera una diferencia con el Diablo y disputara acerca del cuerpo de Moisés’ presta apoyo a esta conclusión. (Jud 9.)
14-20 DE SEPTIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | ÉXODO 25, 26
“El objeto más importante del tabernáculo”
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Arca del pacto
Modelo y diseño. Lo primero que Jehová le detalló a Moisés cuando le dio las instrucciones para construir el tabernáculo fue el modelo y el diseño del Arca, dado que iba a ser el objeto principal y más importante no solo del tabernáculo, sino también de todo el campamento de Israel. El cofre en sí mismo medía 2,5 codos de largo, 1,5 de ancho y 1,5 de alto (111 cm. × 67 cm. × 67 cm.), y estaba hecho de madera de acacia, revestido de oro puro tanto por dentro como por fuera. Coronaba el Arca un artístico “borde de oro” en forma de guirnalda “sobre ella [...] en derredor”. La segunda parte del Arca, su cubierta, estaba hecha de oro macizo, no meramente de madera revestida, y tenía la misma longitud y anchura que el cofre. Sobre esta cubierta había montados dos querubines de oro de labor a martillo, uno a cada extremo de la cubierta, con sus rostros vueltos el uno hacia el otro, las cabezas inclinadas y las alas extendidas hacia arriba “cubriendo la cubierta protectoramente”. (Éx 25:10, 11, 17-22; 37:6-9.) A esta cubierta también se la conocía como “el propiciatorio”, o “cubierta propiciatoria”. (Éx 25:17; Heb 9:5, nota; véase CUBIERTA PROPICIATORIA.)
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Arca del pacto
El Arca hacía las veces de archivo sagrado para conservar ciertos artículos que servían de recordatorio o testimonio. Las dos tablas del Testimonio o los Diez Mandamientos eran su principal contenido. (Éx 25:16.) También se guardó en ella una “jarra de oro que contenía el maná y la vara de Aarón que echó botones”, pero más tarde, en algún momento anterior a la construcción del templo de Salomón, se sacaron de ella. (Heb 9:4; Éx 16:32-34; Nú 17:10; 1Re 8:9; 2Cr 5:10.) Poco antes de morir, Moisés dio una copia del “libro de la ley” a los sacerdotes levitas y les dijo que la deberían guardar, no dentro, sino “al lado del arca del pacto de Jehová su Dios, [...] de testigo contra ti”. (Dt 31:24-26.)
Arca del pacto
Símbolo de la presencia de Dios. El Arca representó durante su existencia la presencia de Dios, quien prometió: “Allí ciertamente me presentaré a ti, y hablaré contigo desde más arriba de la cubierta, desde entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio”. “En una nube apareceré encima de la cubierta.” (Éx 25:22; Le 16:2.) Samuel escribió que Jehová ‘estaba sentado sobre los querubines’ (1Sa 4:4), de ahí que estos sirvieran como “la representación del carro” de Jehová. (1Cr 28:18.) Por lo tanto, “siempre que Moisés entraba en la tienda de reunión para hablar con [Jehová], entonces oía la voz que conversaba con él desde más arriba de la cubierta que estaba sobre el arca del testimonio, de entre los dos querubines; y le hablaba”. (Nú 7:89.) Más tarde, Josué y el sumo sacerdote Finehás también inquirieron de Jehová delante del Arca. (Jos 7:6-10; Jue 20:27, 28.) Solo al sumo sacerdote le estaba permitido entrar en el Santísimo y ver el Arca un día al año, aunque no con el propósito de comunicarse con Jehová, sino para llevar a cabo la ceremonia del Día de Expiación. (Le 16:2, 3, 13, 15, 17; Heb 9:7.)
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Querubín
Entre los enseres del tabernáculo que se construyó en el desierto, había figuras que representaban querubines. A ambos extremos de la cubierta del Arca, elevándose encima de ella, había dos querubines de oro de labor a martillo, “con sus rostros el uno hacia el otro” e inclinados hacia la cubierta en actitud de adoración. Cada uno tenía dos alas que se extendían hacia arriba y cubrían protectoramente la cubierta. (Éx 25:10-21; 37:7-9.) La cubierta interior de las telas para tienda del tabernáculo y la cortina que dividía el Santo del Santísimo también tenían figuras de querubines bordadas. (Éx 26:1, 31; 36:8, 35.)
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Pan de la proposición
Doce hogazas de pan que se colocaban sobre una mesa en el compartimiento Santo del tabernáculo (y luego del templo) y que se reemplazaban todos los sábados por otras recientes. (Éx 35:13; 39:36; 1Re 7:48; 2Cr 13:11; Ne 10:32, 33.) La traducción literal del nombre hebreo para el pan de la proposición es “pan del rostro”. La palabra para “rostro” a veces significa “presencia” (2Re 13:23), de modo que el pan de la proposición estaba enfrente del rostro de Jehová como una ofrenda constante delante de Él. (Éx 25:30, nota.) Al pan de la proposición también se le llama “pan [...] en capas” (2Cr 2:4), “panes de la presentación” (Mr 2:26) y simplemente “los panes”. (Heb 9:2.)
21-27 DE SEPTIEMBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | ÉXODO 27, 28
“¿Qué aprendemos de las prendas de vestir de los sacerdotes?”
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Urim y Tumim
Varios comentaristas bíblicos creen que el Urim y el Tumim eran “suertes sagradas”. (Éx 28:30, LT, nota.) Algunos piensan que se trataba de tres piezas, una que llevaba escrita la palabra “no”, otra con la palabra “sí” y una tercera en blanco. La pieza que se sacase daría la respuesta a la pregunta que se plantease, a menos que saliera la que estaba en blanco, lo que indicaría que no se daba respuesta. Hay quien opina que también pudieron ser dos piedras planas, blancas por un lado y negras por el otro. Las piedras se arrojaban, y si coincidían las dos caras blancas boca arriba, significaba “sí”; si las dos eran negras, “no”, y si una era negra y otra blanca, no había respuesta. Hubo una ocasión en la que Saúl inquirió del sacerdote sobre la conveniencia de atacar o no a los filisteos y no hubo respuesta. Preocupado porque alguno de sus hombres hubiese pecado, imploró: “¡Oh Dios de Israel, de veras da Tumim!”. Saúl y Jonatán fueron apartados, y luego se echaron suertes para determinar cuál de los dos era el culpable. Puede verse cómo este pasaje distingue entre la acción de ‘dar Tumim’ y la de echar suertes, y, aunque parecen acciones distintas, el relato parece indicar que estaban relacionadas. (1Sa 14:36-42.)
Frente
Sumo sacerdote de Israel. El turbante del sumo sacerdote de Israel tenía en la parte que quedaba sobre su frente una lámina de oro —“la santa señal de dedicación”—, sobre la que estaba inscrita “con los grabados de un sello” la expresión: “La santidad pertenece a Jehová”. (Éx 28:36-38; 39:30.) Ya que el sumo sacerdote era el representante principal de la adoración a Jehová, se esperaba que mantuviese santo el puesto que ocupaba. Por otra parte, la inscripción que llevaba sobre la frente le recordaría a todo Israel que a Jehová siempre se le habría de servir en santidad. Esta imagen del sumo sacerdote sería también una representación apropiada del gran sumo sacerdote, Jesucristo, y del hecho de que este gran sumo sacerdote haya sido dedicado por Dios a un servicio sacerdotal que sostendría la santidad divina. (Heb 7:26.)
Honremos a Jehová actuando con dignidad
17 Cuando estamos adorando a Jehová, debemos comportarnos con la dignidad que merece la ocasión. “Guarda tus pies siempre que vayas a la casa del Dios verdadero”, nos recuerda Eclesiastés 5:1. Moisés y Josué debían mostrar respeto y reverencia a Dios quitándose las sandalias antes de pisar suelo santo (Éxo. 3:5; Jos. 5:15). Y los sacerdotes israelitas tenían que usar calzoncillos de lino “para cubrir la carne desnuda” (Éxo. 28:42, 43). Dicho mandato impedía que se dieran situaciones indecorosas mientras estos servían en el altar. Además, la familia de un sacerdote debía conducirse de acuerdo con las elevadas normas sagradas y la dignidad del puesto sacerdotal.
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¿Lo sabía?
¿De dónde obtuvieron los israelitas las piedras preciosas para el pectoral del sumo sacerdote?
Cuando los israelitas estaban en el desierto, tras haber salido de Egipto, Dios les indicó cómo debían confeccionar dicho pectoral (Éxodo 28:15-21). Tenían que emplear las siguientes gemas: rubí, topacio, esmeralda, turquesa, zafiro, jaspe, piedra léschem, ágata, amatista, crisólito, ónice y jade. ¿Cómo consiguieron estas piedras preciosas?
Ya en tiempos bíblicos, las gemas eran valoradas y se usaban en el comercio. Los egipcios las obtenían de países tan distantes como los actuales Irán y Afganistán, o quizás hasta de la India. Además, se extraían diversas piedras preciosas de las propias minas egipcias. Los faraones tenían el monopolio de la extracción de minerales en sus dominios. El patriarca Job habló de los pozos y las galerías subterráneas que sus contemporáneos usaban para buscar materiales valiosos, y mencionó por nombre los zafiros y los topacios (Job 28:1-11, 19).
El relato de Éxodo señala que los israelitas “despojaron a los egipcios” de sus objetos de valor antes de abandonar el país (Éxodo 12:35, 36). Así que es posible que obtuvieran de los egipcios las piedras preciosas que adornaban el pectoral del sumo sacerdote.
Santidad
Animales y productos agrícolas. Los primogénitos machos del ganado vacuno, lanar y cabrío se consideraban santos para Jehová, y no tenían que redimirse. Debían sacrificarse, y una porción se destinaba a los sacerdotes, quienes estaban santificados. (Nú 18:17-19.) Los primeros frutos y el diezmo eran santos, y también lo eran todos los sacrificios y todas las dádivas santificadas para el servicio del santuario. (Éx 28:38.) Todas las cosas santas para Jehová eran sagradas, y no se podían considerar a la ligera o usarse de una manera común o profana. Un ejemplo de ello es la ley concerniente al diezmo. Por ejemplo, si un hombre apartaba el diezmo de su cosecha de trigo, y luego él u otro de su casa tomaba sin querer algo de ello para uso doméstico, como pudiera ser para cocinar, esa persona era culpable de violar la ley de Dios con respecto a las cosas santas. La Ley requería que hiciera compensación al santuario de una cantidad igual más el 20%, y además tenía que ofrecer como sacrificio un carnero sano del rebaño. De esta manera se generaba un gran respeto por las cosas santas que pertenecían a Jehová. (Le 5:14-16.)
28 DE SEPTIEMBRE A 4 DE OCTUBRE
TESOROS DE LA BIBLIA | ÉXODO 29, 30
“Una contribución para Jehová”
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Inscripción
En el Sinaí. Por orden de Jehová la primera inscripción tuvo lugar mientras los israelitas estaban acampados en el Sinaí, en el segundo mes del segundo año después del éxodo de Egipto. Para ayudar a Moisés en esta tarea, se seleccionó un cabeza de cada tribu, que supervisaba y se responsabilizaba de la inscripción de su tribu. No solo se inscribió a todos los varones de veinte años de edad para arriba (aptos para servir en el ejército), sino que la Ley también colocaba sobre los inscritos un impuesto “por cabeza” de medio siclo (1,10 dólares [E.U.A.]) para el servicio del tabernáculo. (Éx 30:11-16; Nú 1:1-16, 18, 19.) La cantidad total ascendió a 603.550, excluyendo a los levitas, que no tenían herencia en la tierra. Ellos no pagaban ningún impuesto para el tabernáculo y no se les exigía que sirvieran en el ejército. (Nú 1:44-47; 2:32, 33; 18:20, 24.)
Contribución
La Ley requería algunas contribuciones. Cuando Moisés tomó un censo de los israelitas, todo varón de más de veinte años tuvo que ofrecer un rescate por su alma, “medio siclo [probablemente 1,10 dólares (E.U.A.)], según el siclo del lugar santo”. Era la “contribución de Jehová” para hacer expiación por sus almas y “a favor del servicio de la tienda de reunión”. (Éx 30:11-16.) Según el historiador judío Josefo (La Guerra de los Judíos, libro VII, cap. VI, sec. 6), con el tiempo este “impuesto sagrado” se pagó anualmente. (2Cr 24:6-10; Mt 17:24; véase IMPUESTOS.)
¿Lo sabía?
¿Cómo se financiaban los servicios religiosos del templo de Jerusalén?
Los servicios del templo de Jehová se financiaban con los impuestos. Aunque el impuesto principal era el diezmo obligatorio, también había otros. Por ejemplo, durante la construcción del tabernáculo, Jehová le dijo a Moisés que recaudara medio siclo de plata por cada israelita inscrito en el censo, en concepto de “contribución a Jehová” (Éxodo 30:12-16).
Parece que con el tiempo se estableció la costumbre de que cada judío contribuyera esa misma cantidad como impuesto anual para el templo. Este fue el impuesto que Jesús dijo a Pedro que pagara con la moneda que este último sacaría de la boca de un pez (Mateo 17:24-27).
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Mano
Imposición de las manos. Además de simplemente tocar con la mano, se imponían las manos sobre una persona u objeto con diversos propósitos. Sin embargo, el significado primario de ese acto era designar o indicar que una persona o cosa tenía reconocimiento o aceptación en un sentido especial. Durante la ceremonia de instalación del sacerdocio, Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del toro y de los dos carneros que tenían que ser sacrificados, lo que indicaba que reconocían que el sacrificio de estos animales se hacía por ellos y con motivo de su designación como sacerdotes de Jehová Dios. (Éx 29:10, 15, 19; Le 8:14, 18, 22.) Cuando Moisés nombró sucesor suyo a Josué por mandato divino, puso su mano sobre él, y este se llenó de “espíritu de sabiduría” para dirigir acertadamente a Israel. (Dt 34:9.) También se imponían las manos sobre las personas para bendecirlas. (Gé 48:14; Mr 10:16.) Jesucristo tocó o impuso sus manos sobre algunas de las personas que curó. (Mt 8:3; Mr 6:5; Lu 13:13.) En algunas ocasiones se otorgaba el don del espíritu santo mediante la imposición de las manos de los apóstoles. (Hch 8:14-20; 19:6.)
Ungido, ungir
En la ley mosaica se daba la fórmula para la preparación del aceite de la unción. Era una composición especial de los ingredientes más selectos: mirra, canela aromática, cálamo aromático, casia y aceite de oliva. (Éx 30:22-25.) Usar esta mezcla para propósitos comunes o no autorizados era una ofensa capital. (Éx 30:31-33.) Esto demostraba figuradamente la importancia y santidad de un nombramiento confirmado por la unción con aceite sagrado.