Chile
CHILE es un país que abunda en contrastes. Se extiende a lo largo de la costa occidental de América del Sur por 4.265 kilómetros... que es más de la mitad de toda la costa del Pacífico de este continente. Esto hace del país una tierra de variedad ilimitada, desde los desiertos tórridos del norte hasta los fiordos y glaciares del sur. Dentro de los confines del país se hallan montañas escarpadas ricas en minerales, llanuras desérticas absolutamente yermas, valles fértiles, bosques, miríadas de lagos resplandecientes e islas, y zonas glaciales rodeadas por un océano tronador al oeste y por la impresionante cordillera de los Andes al este. Hay grandes variaciones de elevación, desde el nivel del mar hasta las faldas de la cima más alta del hemisferio occidental, el monte Aconcagua, que se eleva a unos 7.000 metros en la frontera chileno-argentina.
El sector septentrional de Chile es, a mayor grado que cualquier otra parte de la Tierra, casi un desierto absoluto. ¡De hecho hay lugares en el desierto de Atacama donde no ha caído una gota de lluvia en 20 años! Sin embargo, en la parte meridional del país caen anualmente más de 250 centímetros de lluvia.
Aunque gran parte del país se compone de montañas, hay una zona central donde vive aproximadamente el 67 por ciento de la gente. Es uno de los lugares más fértiles del mundo. La zona central tiene un clima parecido al de California y es favorable para el cultivo de frutas tales como manzanas, peras, duraznos, albaricoques, ciruelas, cerezas, uvas, higos, naranjas y limones.
La región de lagos está en la parte meridional del país. Aquí se halla el famoso lago de Todos los Santos, al cual también se llama lago Esmeralda. En una ocasión Theodore Roosevelt llamó a este lago “el lago más hermoso que he visto en todo el mundo.” Está situado entre las cimas de las montañas y lo único que altera sus aguas esmeraldinas son las cascadas que se precipitan de las laderas de las montañas a este lago plácido.
Además de la tierra firme, Chile tiene muchas islas: El archipiélago de Juan Fernández está ubicado a 587 kilómetros al oeste de la ciudad de Valparaíso. Entre las islas del archipiélago se halla la famosa isla de Robinsón Crusoe. La isla de Pascua está situada a unos 3.200 kilómetros de la costa de Chile y su pueblo es de origen polinesio. En esta isla hay centenares de monstruosas estatuas de piedra sin ojos que por mucho tiempo han dejado perplejos a los arqueólogos.
El idioma de Chile es el español, y su gente es principalmente de origen español, aunque durante los últimos 100 años han ejercido gran influencia en ellas los alemanes, los ingleses y los norteamericanos. Aproximadamente la tercera parte de la población es de ascendencia española e indígena mezcladas. Los indígenas dieron a Chile su nombre, pues llamaron a la región chilli, que quiere decir “lugar donde termina la tierra.” Debe haberles parecido precisamente así a los primitivos moradores al contemplar la extensión aparentemente interminable del océano Pacífico.
LAS “BUENAS NUEVAS” LLEGAN A CHILE
La predicación de las buenas nuevas del reino de Dios fue iniciada en Chile por Richard Traub. El hermano Traub había aprendido la verdad en Buenos Aires, Argentina, y había dedicado su vida a Jehová en 1925. Mientras servía de precursor en Argentina cerca de la cordillera de los Andes, se intensificó en él el deseo de iniciar la predicación en Chile. Al hermano Juan Muñiz, quien entonces servía de superintendente de sucursal en Argentina, también le pareció buena la idea. El hermano Traub fue asignado a Chile.
Llegó a Santiago la noche del 30 de abril de 1930. Claro, nadie se presentó en la estación de ferrocarril para recibirlo, y pasó esa noche en un hotel cercano. Al día siguiente alquiló una habitación. El hermano Traub trató de hacer efectivo un cheque que se le había dado con el propósito de ayudarlo a comenzar la obra, pero no pudo conseguir el dinero enseguida porque el banco tuvo que averiguar si había fondos para cubrir el cheque. ¡Entretanto se le acabó el dinero y también el alimento que se le había regalado, y nuestro abnegado hermano precursor pasó ocho días sin comer! Aunque no tenía literatura que ofrecer, el 4 de mayo de 1930 empezó a predicar de casa en casa. Fue con plena confianza en Jehová y con verdadero espíritu de misionero que el hermano Traub empezó su trabajo como el primer Testigo entre los 4.000.000 de personas que vivían en aquel tiempo en este país.
La religión católica romana había sido la religión del Estado hasta 1925, cuando se adoptó una nueva constitución que separó a la Iglesia y el Estado. Mientras predicaba de casa en casa, el hermano Traub fue interrumpido e interrogado por la policía, pero cuando les explicó la clase de trabajo que hacía, no tuvo dificultad alguna. Descubrió que verdaderamente había libertad de cultos.
El hermano Traub describió sus sentimientos durante aquel período inicial de la obra como sigue: “Cada domingo al acercarse la hora para el estudio de La Atalaya caminaba hacia el monte San Cristóbal y bajo la sombra de los árboles me entregaba a estudiar y orar. Sí, me sentía muy solo y tenía el deseo intenso de hablar acerca de la verdad con otro hermano, pero después de mi estudio en privado me sentía fortalecido y plenamente convencido de que no estaba solo. Estaba listo para otra semana de trabajo.”
HALLA A PERSONAS QUE MUESTRAN INTERÉS
Al ir testificando de casa en casa, el hermano Traub encontró a un hombre temeroso de Dios que se llamaba Juan Flores. Este señor aceptó literatura e hizo muchas preguntas. En aquel tiempo lo visitaban los adventistas del séptimo día. Sin embargo, después de escuchar una consideración entre éstos y el hermano Traub, Flores decidió estudiar el libro El Arpa de Dios.
“Después de eso,” relata el hermano Traub, “alquilé un apartamento y empecé a invitar a la gente a una conferencia bíblica y estudio de la Biblia cada domingo. Juan Flores, el primero que vino en respuesta a la invitación, preguntó: ‘¿Y cuándo vendrán los demás?’ Mi respuesta fue: ‘Vendrán.’” Y al poco tiempo empezaron a venir.
En el sector que se llama la Quinta Normal, el hermano Traub halló a un señor que aceptó literatura y que entonces lo invitó a pronunciar discursos bíblicos en su iglesia evangélica. Juan Flores acompañó al hermano Traub y escuchó a éste compartir el mensaje del Reino con los que se habían reunido. Se les invitó a volver. El predicador evangélico estaba contento porque la concurrencia aumentaba y los platillos para colectas se hallaban llenos después de una visita del hermano Traub. El hermano Traub no estaba de acuerdo con el uso de platillos para colectas, de modo que pronunció un discurso en la iglesia basado en Juan 10:12 y el “asalariado.” Después de eso, la mayoría de los que asistían a la iglesia, entre ellos una joven, Consuelo Gálvez, empezaron a asistir a las reuniones que el hermano Traub estaba conduciendo. Con el tiempo, el predicador evangélico se quedó solo, pues su grupo había desaparecido.
Juan Flores invitó al hermano Traub a vivir en su casa en la calle Concón y a usarla como lugar de reunión. (Desde entonces ha sido agrandada, y hasta el día de hoy sigue usándose como Salón del Reino.) Después de poco más de 10 meses de actividad, había llegado el tiempo para que estas personas interesadas en la verdad se bautizaran. Por eso, el hermano Traub escribió al hermano Muñiz y le preguntó si podría venir para esa ocasión histórica.
El 13 de febrero de 1931 los testigos de Jehová celebraron su primer bautismo en Chile, y el hermano Muñiz pronunció el discurso. Las ocho personas que se bautizaron en aquella ocasión fueron Juan Flores, su esposa Teresa, su madre Delfina Villablanca, Juan Castillo, Pedro Ortiz, Roberto Rojas, Margarita Sandoval y otra hermana Flores. Según informa el hermano Traub, estas ocho personas continuaron fieles. La hermana Villablanca llegó a ser precursora y sirvió como tal hasta que murió. Juan Flores ayudó a organizar una congregación pequeña en Illapel. Pero, ¡eso no fue todo!
El 29 de marzo de 1931 se bautizaron otras cinco personas, entre ellas Consuelo Gálvez, quien había de llegar a ser la hermana Traub y fiel compañera del hermano Traub hasta la muerte. En menos de un año se bautizaron 13 personas.
Entretanto, otras personas estaban interesándose en la verdad y poniéndose de parte de la adoración verdadera. En Santiago la obra estaba afianzándose, pero ¿qué se hizo para esparcir las semillas de la verdad en lugares lejanos?
LLEGA UNA PRECURSORA ENÉRGICA
Entre los primeros precursores que vinieron a Chile estuvo Kathe Palm, y ella desempeñó un papel dramático en respuesta a la pregunta susodicha. Dejaremos que ella nos relate algo acerca de su trabajo celoso en el campo chileno. La hermana Palm escribe:
“En noviembre de 1934 Hilma Sjoberg envió dinero a las oficinas centrales de la Sociedad Watch Tower para pagar el viaje de alguien por barco desde los Estados Unidos hasta Colombia. La Sociedad me preguntó si quería ayudar a la hermana Sjoberg en América del Sur. ¡Qué maravillosa provisión! De modo que para diciembre yo había llegado a Buenaventura, Colombia. La hermana Sjoberg llegó del Ecuador. Fuimos a Bogotá donde permanecimos por aproximadamente un año y colocamos cajas de libros. Entonces la hermana Sjoberg tuvo que regresar a Texas. Me aconsejó que no me quedara sola en Colombia y me recomendó que escribiera a un hermano que había iniciado la obra en Chile.
“Por fin llegó la invitación para que me fuera a Chile, ya que el hermano Traub tenía espacio en su hogar para un precursor. ¡El país entero era el territorio! ¿Cómo podría llegar allá? El mejor medio era por barco, de modo que regresé a Buenaventura. El capitán del puerto me habló de un barco chileno que habría de llegar dentro de poco. De modo que ésa era mi oportunidad.
“‘Sí, la llevaremos,’; dijo el capitán del buque de carga. ‘No,’ dijo él, ‘no aceptaré el único dinero que le queda (15 dólares), pero sí aceptaré algunos de esos libros que tiene. Ahora vaya a buscar sus cosas, y le mostraré su camarote.’ Después de un viaje maravilloso de 17 días, durante el cual pude testificar mucho a los miembros de la tripulación y a los pocos pasajeros, llegamos a Chile. El hermano Traub me estaba esperando en Valparaíso. Eso fue en febrero de 1936.”
En Santiago la hermana Palm disfrutó especialmente de la vista que le ofrecían las montañas cubiertas de nieve que servían de fondo a toda una avenida bordeada de cerezos japoneses llenos de flores de color de rosa. ¡Qué paisaje! Pero sigamos con su narración:
“El primer territorio que me asignó el hermano Traub fue el centro de Santiago. Aquí estaban el palacio gubernamental, edificios gubernamentales, y había oficinas y comercios por todo el sector. Coloqué muchos libros en este territorio, a menudo juegos enteros de todos los libros más recientes publicados por la Sociedad Watch Tower. En cuanto al palacio gubernamental, fui de oficina en oficina sin que nadie se opusiera salvo en una, la de comunicación telegráfica... no se les debía molestar. En el último piso hallé la biblioteca del palacio. El bibliotecario reconoció los libros inmediatamente y me dijo los títulos de todos los libros que él ya tenía, de modo que le dejé Vindicación, (el libro uno) tanto en inglés como en español, puesto que éstos eran los libros más recientes en ese tiempo, y él se complació mucho en recibirlos. Un señor hasta me dijo que hubiera querido cambiar de empleo conmigo en cuanto a lo que tenía que ver con gobierno, puesto que reconocía que era de mucho más valor trabajar para el gobierno teocrático.
“En 1936, al trabajar el distrito comercial, encontré a un joyero que tenía nombre alemán. De modo que le di el testimonio en alemán y le mostré el libro Vindicación. Cuando vio el nombre de Jehová en el libro, se puso pálido y a gritos me dijo que me saliera de su establecimiento, de lo contrario conseguiría su revólver y me mataría. Mientras gritaba, me amenazó con el puño y ¡luego golpeó con tanta fuerza contra la vitrina que quebró el cristal y se cortó la mano! Para entonces tenía preparado mi maletín y salí prontamente. Salí temblando a la calle y pasé a la puerta siguiente, una tienda de artículos cuyos dueños eran alemanes. ‘No,’ dijeron ellos, ‘no queremos hablar sobre este hombre, pues lo único que sabemos es que es un nazi fanático.’ Aquello fue antes de la II Guerra Mundial.”
AGRADECIDOS POR EL FONÓGRAFO PORTÁTIL
La hermana Palm relata que antes de estallar la guerra, el hermano Traub pudo conseguir uno de los fonógrafos portátiles de la Sociedad, con breves discursos bíblicos grabados en discos de 78 r.p.m. ¡Cuánto se deleitó con éste! “Pues hasta logró duplicar el fonógrafo,” dice la hermana Palm, “de modo que bastantes hermanos chilenos pudieron tener su propio modelo hecho en Chile.
“Años después, el segundo oficial del buque que me había traído a Chile visitó la central de la Watchtower durante uno de sus viajes a Nueva York. Allá, en 117 Adams Street, se comunicó con los hermanos Fred Peach y Harry Pinnock, quienes me enviaron el fonógrafo más nuevo de tipo vertical con más discos, incluso los más recientes también. Este fonógrafo era fácil de usar en los escalones de las puertas, y, ¡oh, cuánto llamaba la atención, pues nadie había visto cosa semejante! Además, los discursos grabados de una hora se estaban difundiendo por las emisoras de Santiago. Unos cuantos años después, estos discursos se oían en casi todas las emisoras de las ciudades principales de las provincias.”
ESPARCIENDO SEMILLAS DE LA VERDAD EN EL NORTE
Al hermano Traub le pareció que sería bueno que la hermana Palm esparciera las semillas de la verdad en la parte septentrional del país. “Él me asignó para que empezara a trabajar en Arica, la parte septentrional más lejana, y por el fértil valle de Azapa,” informa ella. “De modo que trabajaba de casa en casa en cada pueblo y siempre me esforzaba por colocar, y casi siempre lo lograba, un juego entero de esos hermosos libros, que juntos parecían un arco iris, en la biblioteca pública, las bibliotecas de las escuelas y los salones sindicales.
“Di testimonio de sitio en sitio en cada campo minero, en cada campo de salitre, en cada pueblo que era propiedad de compañías, grandes o pequeños, así como también en los pueblos grandes dedicados a la minería de cobre y hierro. Fue necesario hacer que se me enviara caja tras caja de libros a cada nueva dirección. Hice casi toda mi obra de testificar a pie. Hallé una alforja como las que se usan con los burros, y llenaba un lado de ésta con unos 30 libros y el otro lado con unos 150 a 200 folletos. Cargaba ésta sobre los hombros y llevaba además una cartera llena de literatura para usarla en cada visita. También era necesario llevar una manta o frazada, un cepillo de dientes, y así por el estilo, porque por lo general uno se alojaba cada noche donde dejaba de trabajar.
“En Copiapó hallé una mina de azufre situada muy arriba en las faldas de la cordillera de los Andes. Aquí vivían entre 30 y 40 trabajadores y la familia del administrador y la de su auxiliar. Les sorprendió mucho que una mujer los visitara. ¿Cómo logré llegar a este lugar? Por casualidad me encontré con un hombre que iba en su auto hacia la mina, y con gusto dejó que lo acompañara. ‘Sí,’ dijo él, ‘me encargaré de que una de las dos señoras que están allá le den alojamiento.’
“Después todos los que estaban en la mina me dijeron: ‘No usamos dinero aquí; se nos pagan todos nuestros sueldos en la oficina del pueblo cuando nos ausentamos con permiso.’ De modo que el administrador autorizó a todos para que tomaran la literatura que quisieran y simplemente firmaran su nombre en una lista e indicaran la cantidad que habían tomado. Coloqué toda la literatura que tenía y tomé pedidos para mucha más. Estos los llevé a la oficina del pueblo. Todos los trabajadores manifestaron grandes deseos de leer las publicaciones y quedaron muy complacidos con las ‘buenas nuevas.’”
En 1939 la hermana Beta Abbott, quien había estado sirviendo en Cuba, dio a conocer que venía para Chile. La hermana Abbott recibió la asignación de dar el testimonio a los norteamericanos que estaban trabajando en un lugar elevado en la mina de cobre “El Teniente,” justamente al sur de Santiago. Solo pudo trabajar allí un período breve, porque no pudo soportar la altitud. Pero en el pueblo al pie de las montañas, Rancagua, le fue muy bien.
Allí en Rancagua, la hermana Lucila Reyes le ofreció alojamiento en su hotel. Permaneció allí por varios años. La hermana Reyes y su esposo habían hallado la verdad unos cuantos años antes, cuando el hermano Traub les explicó las “buenas nuevas.” Antes de eso, un pastor evangélico visitaba frecuentemente a la familia Reyes. Este clérigo dijo insistentemente que si los Reyes querían obedecer a Dios tenían que deshacerse de toda la provisión de vino que tenían para el hotel (con el vino hacían un negocio bastante bueno). ¡Pues bien, el pobre Sr. Reyes vació en la alcantarilla todos sus chuicos (vasijas de 10 litros) de vino! Entonces llegó el hermano Traub y les explicó las verdades bíblicas. “¡Qué!,” dijo el Sr. Reyes, “¿el vino no está prohibido?” ¡Eso sí que le agradó, especialmente cuando el hermano Traub usó la propia Biblia de la familia Reyes para probárselo! Las puertas del hogar y del hotel de los Reyes siempre estuvieron abiertas para todos los Testigos.
En 1949 celebramos una asamblea nacional en Rancagua, y la hermana Reyes, quien para entonces era viuda, vació su hotel para poder acomodar a tantos delegados a la asamblea como le fuera posible. En el centro de Rancagua se efectuó un “desfile de tipo sandwich” (un desfile en el que los hermanos parecían emparedados porque llevaban cartelones grandes colgados desde los hombros, en el frente y la espalda, que anunciaban el discurso principal). Sin embargo, surgieron problemas cuando el director de la escuela rehusó dejar que los hermanos usaran el auditorio de la escuela, aunque el Ministerio de Educación había autorizado el uso del auditorio para nuestra asamblea. Al enterarse de eso, el Sr. Daniel González, un juez del tribunal de apelación, hizo un viaje para ver a este director y le preguntó por qué había autorizado, unas semanas antes, que se celebrara una función católica en el auditorio de su escuela. Al verse obligado a hacerle frente a este hecho, apenas pudo seguir negándonos el auditorio. Se celebró una asamblea maravillosa en Rancagua.
Años después, la hermana Abbott se mudó a Santiago. Puesto que siempre se había ganado el sustento mediante su costura excelente, se le hizo fácil conseguir trabajo de parte de las esposas de los embajadores y de otras personas en puestos importantes. Esto le dio la oportunidad de dar testimonio a estas personas. A menudo comentaba que esto tenía que deberse a la mano de Jehová, porque cuando los Testigos llamaban a las puertas de estos hogares elegantes, las criadas nunca los dejaban entrar para hablar con los dueños. Después de muchos años de servicio fiel, la hermana Abbott murió en 1975 a los 93 años de edad.
TRABAJANDO EN LA REGIÓN DEL SUR
Puesto que Magallanes, la provincia al extremo sur de Chile, se puede trabajar mejor durante los meses del verano, el hermano Traub hizo arreglos para que la hermana Palm viajara por buque a Punta Arenas. Se le enviaron 10 cajas de libros para su uso allí.
En contraste con el norte árido, la hermana Palm se halló entonces en medio del verdor, botes de remos, veleros, lanchas, pequeños buques de vapor, islas y más islas. ¡Qué agradable! Finalmente, después de viajar por varios días a través de una zona de fiordos y glaciares, llegó a la ciudad de Punta Arenas, en el estrecho de Magallanes. La hermana Palm sigue diciendo:
“De todas las ciudades chilenas, ésta fue la que siempre me gustó más. No tiene moscas, ni pulgas, ni chinches, y no hay mendigos, y el sueño de una es más profundo y más reparador, de modo que una despierta más repuesta que en cualquier otro lugar que he visitado.”
Para testificar en Punta Arenas, era necesario tener literatura en otros idiomas además del español. Hay muchas personas de descendencia yugoslava, y uno halla muchas estancias (grandes haciendas de ovejas) administradas por ingleses. Las estancias pueden abarcar hasta 101.170 hectáreas y tener hasta 80.000 ovejas. Hasta el día de hoy, el ver a los ovejeros cabalgando en sus caballos, acompañados de sus perros ovejeros, presenta una escena pintoresca contra un fondo de montañas majestuosas cubiertas de glaciares que descienden hasta la orilla de lagos hermosos.
A la gente que vive en esta región aislada de Punta Arenas y Puerto Natales se le conoce por su amistad y hospitalidad. Al llegar a una estancia, enseguida se le invita a uno a entrar en una cocina grande donde ya está preparada una vasija de café o de mate, y se le ofrece esto junto con pan. A la hora de comer, siempre hay cordero asado y todo lo que uno quiera comer. Se halló a muchas personas que manifestaron interés en el mensaje, y la predicación fue bien recibida.
De Punta Arenas uno puede viajar a Tierra del Fuego... el nombre que Fernando de Magallanes dio a esta isla en 1520 cuando pasaba por el estrecho que recibió su nombre. La hermana Palm llegó al pueblito de Porvenir, en esta isla, y tuvo el privilegio de esparcir las semillas de la verdad en esta parte distante de la Tierra. Una amable familia estonia la alojó por varias semanas para que pudiera visitar todas las estancias de esa región.
DE REGRESO AL NORTE
Se acercaba el invierno, de modo que era tiempo de dirigirse al norte en un buque de vapor. En su viaje de regreso la hermana Palm llegó a la isla de Chiloé. Ella escribe lo siguiente: “Al visitar los puertos más pequeños de la isla hallé a gente amable. Siempre escuchaban y hacían muchas preguntas, deseaban saber cómo podía ser posible que se les hubiese mentido por tantos años acerca del purgatorio y el fuego del infierno. Casi siempre tomaban alguna literatura.
“Cerca de un puerto pequeño, el sacerdote se las había arreglado para espiarme mientras trabajaba. Así que, cuando no vigilé con suficiente cuidado, uno de sus secuaces se robó mi alforja llena de libros y también mi frazada boliviana de colores brillantes, tejida a mano. Cuando denuncié el robo a la policía, éstos simplemente se encogieron de hombros. Pero, a medida que seguí dando testimonio ese día, usando lo que tenía en mi cartera, se apareció un señor por el camino. Ya había oído del robo y quería que supiera que él, su esposa y otras personas lo sentían mucho. Me dijo: ‘Por favor, venga conmigo a mi casa, porque mi esposa tiene una nueva frazada para usted [hecha a mano, por supuesto] y háganos el favor de pasar la noche con nosotros.’ De modo que fui. La frazada era aún mejor que la otra; un poncho más grande. La compré enseguida; el precio era bastante razonable. Me quedé con ellos esa noche y contesté muchas preguntas bíblicas que me hicieron.” (La hermana Palm todavía tiene el poncho que consiguió en Chiloé, después de haberlo usado por más de 35 años.)
Obrando en conformidad con las instrucciones del hermano Traub, la hermana Palm se mudó al norte y visitó Osorno. El gobernador de esta provincia la recibió con gusto. Le mostró a ella el libro Gobierno, el cual él había disfrutado de leer. Entonces le prometió que en Osorno nadie impediría nuestra obra, y eso resultó cierto.
De allí la hermana Palm pasó a la provincia de Valdivia. Allí se dirigió al puerto marítimo de Corral. Ella relata: “Hallé un salón sindical donde se pudiera escuchar nuestro discurso de una hora ‘Enfréntense a los hechos,’ y el salón se llenó de la gente que había invitado. Hasta trajeron consigo esa hermosa flor nacional, el copihue, junto con hojas de helecho para decorar el salón. Para eliminar el olor del humo de cigarrillos que había en el salón, conseguí hojas de eucalipto y las quemé, esto ayudó a perfumar el aire. Una joven subió a la galería para ver nuestras decoraciones desde allá y dijo: ‘¡Ajá!, justamente como el perfume de Atkinson.’ (Un perfume inglés famoso en Chile.) ¡Cómo me reí! Después del discurso los visitantes se llevaron sus regalos, que constaban de folletos y revistas, y preguntaban cuándo podrían oír más de aquellas cosas buenas.”
OTRO PRECURSOR CELOSO
Este relato del esparcimiento de las semillas de la verdad a lo largo y a lo ancho de Chile no estaría completo si no habláramos de otro precursor celoso, Theodore Laguna, que vino a este país desde los Estados Unidos. El hermano Laguna asistió a la asamblea que se celebró en Washington, D.C., en 1935 y oyó los discursos animadores del hermano Rutherford, en los que instaba al pueblo del Señor a considerar la posibilidad de llevar las buenas nuevas del Reino a Sudamérica. El hermano Laguna quedó entusiasmado e hizo planes para mudarse. Después de llegar a Chile en 1936, emprendió la predicación en la ciudad de Concepción. Después de servir de precursor por varios años, el hermano Laguna se casó y empezó a criar una familia en la ciudad de Chillán, donde contribuyó mucho al desarrollo espiritual de la congregación.
Estos precursores abnegados desempeñaron un papel importantísimo durante aquellos primeros años de la predicación en Chile, antes de que llegaran algunos graduados de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Se habían esparcido muchas semillas de la verdad desde Arica hasta Punta Arenas, y hasta Tierra del Fuego misma. Aunque estas semillas permanecieron latentes hasta que más predicadores de las “buenas nuevas” pudieron llegar a ellas con más aguas de la verdad, estaban sembradas mientras esperaban el momento para brotar y crecer para la alabanza de Jehová.
PRIMER SALÓN DEL REINO... PRIMERA ASAMBLEA
En 1944 se empezó la construcción del primer Salón del Reino que habría de edificarse en Chile. Una hermana donó la propiedad en Santiago, y los hermanos se pusieron a trabajar con ladrillos y argamasa. Terminaron la construcción en agosto de ese año, a tiempo para la primera asamblea que iba a celebrarse en Chile.
Allí se pronunció el discurso público “Paz... ¿será duradera?” ante un auditorio de 250 personas. Cuatro emisoras difundieron el discurso público, y dos de éstas siguieron difundiendo los programas de la Sociedad durante el resto del año.
MISIONEROS Y UNA OFICINA DE SUCURSAL
Los primeros misioneros que habían recibido instrucción en Galaad llegaron a Chile en 1945. Estos fueron los hermanos Joseph Ferrari y Albert Mann. En ese entonces solo había 65 publicadores en Chile.
La Sociedad había hecho arreglos para una asamblea que habría de incluir la primera visita a Chile de un presidente y un vicepresidente de la Sociedad Watch Tower, a saber, N. H. Knorr y F. W. Franz. El 25 de marzo de 1945 se presentó el discurso público “Un solo mundo, un solo gobierno” a un auditorio de 340 personas. Cinco personas se bautizaron en esta asamblea.
Durante su visita el hermano Knorr hizo arreglos para que se estableciera una oficina de sucursal con el hermano Joseph Ferrari como el superintendente de sucursal. Hasta entonces la obra se había dirigido desde la sucursal de Argentina.
Además, a la hermana Palm se le preguntó si quería emprender la obra de precursora especial. Respondió: “Trataré de hacerlo, hermano Knorr.” De modo que la hermana Palm llegó a ser la primera precursora especial de Chile. Después de tantos años de ir constantemente de un lugar a otro con el mensaje del Reino, habría de establecerse en Santiago y aprender a conducir estudios bíblicos de casa. El libro “La verdad os hará libres” se había traducido al español y tenía un folleto de preguntas que era útil en la obra de conducir estudios.
LA OBRA DE ESTUDIOS BÍBLICOS
Poco después, una hermana invitó a la hermana Palm para que la acompañara a fin de tratar de comenzar un estudio bíblico de casa. “¡Cómo temblé!” recuerda la hermana Palm. ¡Imagínese eso! ¡Ella había hablado con gobernadores provinciales y otros que ocupaban puestos importantes, pero ahora temblaba ante la idea de conducir un estudio bíblico de casa con una persona interesada en la verdad!
Ella continúa diciendo: “De modo que fuimos, hicimos la visita, colocamos el libro con la familia e hicimos arreglos para el estudio bíblico. Después de eso, los hijos de la familia, y también la madre joven, se preparaban bien para el estudio. Solo el padre rehusó participar en el estudio. Y así sucedió que la primera persona con quien estudié la Biblia entró en la verdad, y los hijos crecieron y también se dedicaron a Jehová.
“A medida que perdí el temor de conducir estudios bíblicos de casa, descubrí que era posible conseguir muchos más estudios de los que uno podía atender. Pero se nos mandó emplear solo la mitad de nuestro tiempo en conducir estudios. Disfruto de los estudios más que de cualquier otra manera de testificar.” ¡Sí, del temor al disfrute, eso es progresar con la organización de Jehová que marcha adelante!
LLEGAN MÁS MISIONEROS
A fines del año 1945 llegaron otros 10 misioneros: Louise y Frances Stubbs, Stella Burton, Stephania Payne, Elsa Sutton, John y Louise Baxter, Clara Giza, Lydia Walther y Lola Buntain. Todo era nuevo para ellos... el idioma, las costumbres y los hábitos de la gente. Pero descubrieron que si trabajaban duro, podían comunicarse con la gente, que es paciente y está amablemente dispuesta a ayudar a los recién llegados a aprender su idioma.
Este grupo de misioneros tuvo el privilegio de establecer el primer hogar misional de Chile en el 3004 de la calle Lyon en Santiago. La oficina de sucursal también ocupaba parte de esta casa. Puesto que la congregación original estaba al lado opuesto de la ciudad, se decidió combinar el espacio del comedor y el de la sala y formar una nueva congregación. Así que en 1946 se formó la segunda congregación de esta metrópoli de Santiago con sus 1.500.000 habitantes.
PRIMER SUPERINTENDENTE DE CIRCUITO
En julio de 1946 el hermano Albert Mann, uno de los primeros dos misioneros que llegaron a Chile, recibió la asignación de servir como primer superintendente de circuito del país. Solo había nueve congregaciones, con un total de 93 publicadores que estaban en los siguientes lugares: Chillán, Concepción, Rancagua, Melipilla, Illapel y Santiago. El ejemplo de fe y devoción del hermano Mann ha sido un maravilloso estímulo para muchos jóvenes, así como para muchos de más edad, que están en la verdad.
Cuando empezó a servir de superintendente de circuito, había escasez de alojamientos en las congregaciones pequeñas. Esto significó que tuvo que dormir en hoteles. A veces el asunto era tratar de dormir, pues el bar o el salón de diversión seguían con su ruido durante toda la noche. Pasaba dos semanas con cada congregación, lo cual le daba tiempo para enseñar a los hermanos asuntos de organización y, principalmente, para instruirlos en el servicio del campo como publicadores de las “buenas nuevas.”
OBRA MISIONAL EN VALPARAÍSO
En noviembre de 1946 llegaron nueve misioneros nuevos. Se estableció un hogar misional en la ciudad marítima de Valparaíso y se comenzó a dar testimonio en la segunda ciudad más grande de Chile, que está edificada sobre 41 colinas agrupadas en forma de media luna, alrededor de una bahía extensa y abierta. Aunque los misioneros contaban con la ayuda de 16 funiculares en diferentes colinas, era trabajo fatigoso subir esas colinas para hablar con la gente.
Una de las primeras personas que respondió a la verdad en Valparaíso fue Aida Guzmán. Ella asistía a las reuniones que se celebraban en la sala del hogar misional en 1948. Recuerda que debido a la escasez de sillas se colocaban cajas llenas de literatura en diferentes partes de la sala y se ponían tablas sobre éstas para formar bancos.
Entretanto, los misioneros estaban ocupados. La hermana Elsa Sutton, quien más adelante se casó con Hollis Smith, halló a un joven que deseaba estudiar la Biblia. La madre de este joven, llamado Alberto Muñoz, se opuso al estudio y por eso el estudio tuvo que conducirse en un parque público. Él repetía todo lo que aprendía a sus dos hermanas menores y también a un vecino, Sergio González. A su vez, las muchachas repetían todo a su madre. Debido a la persistencia amorosa de las dos muchachas, la madre por fin pidió un estudio bíblico de familia. El hijo y las dos muchachas emprendieron la obra de precursor, y más tarde las muchachas, Graciela y Elena Muñoz, recibieron invitaciones para asistir a la Escuela de Galaad. El vecino, Sergio González, aceptó la verdad y llegó a ser uno de los primeros precursores especiales de Chile.
La obra que los misioneros empezaron en Valparaíso ciertamente ha prosperado con el transcurso de los años, y actualmente hay nueve congregaciones allí.
CONTINÚA LA EXPANSIÓN EN LA CAPITAL
En 1946 cuatro misioneros fueron asignados a Santiago: Larry y Margaret Laing, Dorothea Smith y Dora Ward. Como sucede en el caso de todos los misioneros nuevos, se relatan incidentes divertidos en cuanto a sus esfuerzos por aprender el idioma nuevo. Por ejemplo, cierto día una misionera se fue a la carnicería para pedir una libra de pulpa o carne. ¡El carnicero y otras personas que estaban en la tienda se rieron a carcajadas cuando la misionera pidió una libra de pulpo!
En 1948 una muchacha de 11 años de edad se asió de la verdad. Esta muchachita, Gladys Ramírez, trabajó como precursora de vacaciones y disfrutó mucho de que las misioneras la instruyeran en la obra. Soñaba con el día en que ella también pudiera ser misionera, y por eso empezó a estudiar inglés. Unos 10 años después pudo realizar su ambición cuando se le invitó a asistir a la Escuela de Galaad, y se graduó en 1958. Todavía está sirviendo fielmente a Jehová como precursora regular en la ciudad de Valparaíso.
¿Y qué podemos decir acerca de nuestra querida hermana Palm? Se le había asignado a trabajar en la sección septentrional de Santiago como precursora especial. Como resultado del trabajo duro de los hermanos, se formó una tercera congregación en Santiago en 1948. Un hermano cedió su garaje. Este se pintó y renovó para usarse como salón de reuniones. La congregación Independencia ha crecido y ha tenido que dividirse muchísimas veces; de hecho, actualmente hay 12 congregaciones en esa parte de la ciudad, y 79 en todo Santiago. Cuando se formó esta congregación, la hermana Palm volvió a la congregación original, la Quinta Normal, para trabajar con ésta. Pero, como relata ella, todavía anhelaba iniciar la obra en nuevos lugares, lo cual se hace patente en sus siguientes comentarios:
“Cada lunes lo apartaba como día de asueto [¿para descansar? No.] para salir de la ciudad, porque echaba de menos la testificación en el campo. Tomaba un autobús, me bajaba en la última parada y trabajaba las pequeñas granjas de árboles frutales u hortalizas alrededor de Santiago; luego regresaba tarde por la noche, lista para volver a trabajar el territorio de la ciudad y conducir estudios el martes. Aquellos lunes cuando salía en el campo podía colocar muchas revistas, también libros y folletos, todo lo que podía llevar conmigo, y generalmente regresaba a casa con mi maletín y una bolsa adicional de compras llenos de frutas y vegetales.
“A veces, al regresar, traía gallinas que la hermana Traub siempre agregaba con gusto a las que ya tenía en el gallinero. ¡En una ocasión traje un cochinillo, y eso realmente la hizo feliz! ¿Por qué? Bueno, se había anunciado la Asamblea Internacional de Nueva York para 1953, y el hermano Traub deseaba asistir a ella. De modo que iban a criar y cebar a este cochinillo y luego venderlo para ayudar con los gastos del viaje. Además, la hermana Traub compró muchos pollitos para criarlos y venderlos.
“Después de varias semanas, la hermana Traub vino a mi cuarto un día temprano por la mañana, se veía muy preocupada. ¿Qué pasaba? Había hallado muertos a varios de los pollos que ya tenían el tamaño apropiado para guisar... ¡una plaga! Vino las siguientes dos o tres mañanas para decirme cuántos habían muerto durante la noche. El tiempo que quedaba antes de partir para Nueva York era demasiado corto para empezar de nuevo a criar otros pollos, así que ¿qué podíamos hacer ahora para ayudar a nuestro hermano, el Testigo que más tiempo llevaba en Chile, a llegar a la asamblea? La hermana Traub me dijo: ‘¿Por qué no le escribe una carta al hermano Knorr y le dice lo que ha pasado?’ Eso fue lo que hice. Como resultado, se llamó al hermano Traub a la oficina de sucursal y se le preguntó cuánto le faltaba. Jehová hizo posible el viaje, ¡y cuánto se deleitó en relatarnos todo en cuanto a la asamblea cuando regresó a Chile!”
UN JUEZ APRENDE LA VERDAD
Entretanto, la obra siguió creciendo, y se estaba llegando a cada vez más personas con el mensaje del Reino. En 1946 John Baxter, un misionero que solo había estado en el país unos cuantos meses, habló con el juez Daniel González, presidente del tribunal de apelación de Santiago. Se empezó un estudio con este señor y él empezó a asistir a las reuniones. Gracias a la ayuda que él nos prestó pudimos conseguir diferentes lugares para celebrar las asambleas, tales como la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y otras salas de enseñanza.
En 1953 el juez González sufrió una hemorragia cerebral y por varias semanas pasó gran parte del tiempo inconsciente. Dio a su esposa instrucciones estrictas para que no se permitiera a ningún sacerdote verlo; solo los testigos de Jehová serían bien recibidos. Aun al prominente cardenal chileno José María Caro Rodríguez se le negó la oportunidad de verlo. Cuando el juez murió, la Sra. González pidió que un Testigo pronunciara el discurso en el funeral. Más de 600 personas estuvieron presentes, entre ellas el ministro de justicia, miembros del gabinete, varios miembros del congreso y también el presidente del Tribunal Supremo. Después que algunos de estos dignatarios se expresaron, uno de nuestros misioneros pronunció un discurso intitulado “La esperanza de nuestro amigo, el juez González.” Explicó la maravillosa esperanza de la resurrección que el juez González había abrazado. Se dio un testimonio sobresaliente a estos funcionarios encumbrados del gobierno, y muchos de ellos hablaron con el orador después del discurso para expresarle agradecimiento por lo que habían oído.
CAMBIOS EN LA SUCURSAL
En 1949 el hermano Ferrari, por motivos de salud, no pudo seguir sirviendo de superintendente de sucursal, de modo que se le invitó a ayudar con la obra en Concepción. El hermano Albert Mann se encargó de la oficina de sucursal y ocupó ese puesto por 10 años. Se le dijo que empezara a buscar un nuevo sitio, más cerca del centro de la ciudad, adonde mudar la oficina de sucursal y el hogar misional. Se halló tal sitio en el 2390 de la calle Moneda, a solo unas cuantas manzanas del centro bullicioso de Santiago.
LLEGAN MÁS TRABAJADORES
Para el año de 1949 había 25 misioneros trabajando en Chile. Se podía ver el resultado de su trabajo, pues había 211 publicadores en el país. Esto era un aumento excelente si se considera que había 65 publicadores cuando llegaron los primeros misioneros en 1945. Pero aún así solo había un Testigo por cada 20.000 personas, lo cual indicaba claramente que había gran necesidad de ayuda. La pregunta importante en la mente de los hermanos no era: “¿Cuándo vendrá el Armagedón?,” sino: “¿Cómo vamos a hacer que las ‘buenas nuevas’ se prediquen a todas las personas antes de que llegue el fin?”
Venía ayuda: A fines del año llegaron 20 nuevos misioneros que se habían graduado de la clase decimotercera de Galaad, y ¡qué maravilloso estímulo resultaron ser para la organización! Seis hermanos, John y Harry Williams, Charles Corey, Raymond Tubbs, Daniel Davidson y Boyd Collins, fueron asignados a trabajar en la ciudad de Temuco. Cuando llegaron a Temuco no había ni un solo Testigo allí, pero para agosto de 1950 había una congregación de 30 proclamadores del Reino. Un segundo grupo de hermanos fue asignado a las colinas empinadas de Valparaíso. Estos fueron Harold Jackson, Dewaine Graber, Robert Knight y George Wilkes.
LOS SACERDOTES SE OPONEN... PERO PIERDEN INFLUENCIA
En aquellos días era común creer que la Biblia era un libro protestante, y por lo tanto, prohibido para los católicos. La primera Biblia que un misionero colocó en el país fue la que dejó en manos de un amo de casa amigable, pero más tarde vino un sacerdote y la hizo pedazos ante la gente.
En algunas puertas, el solo mencionar la palabra “Biblia” bastaba para provocar la respuesta: “Somos católicos apostólicos romanos,” e inmediatamente se cerraba la puerta. De modo que empleábamos el término ‘Sagradas Escrituras,’ que suena más parecido a la historia sagrada que se enseña en las escuelas, hasta que se manifestaba suficiente interés para explicar que ésta era otra manera de referirse a la Biblia.
La Iglesia Católica había circulado extensamente en Chile un nuevo libro de misa, Oremus. Este tenía un párrafo breve en el cual se declaraba que la Biblia era un libro católico y que todos los fieles deberían leerla. Pocas personas notaron esto. Por eso, cuando alguien ponía reparos a la Biblia, le preguntábamos rápidamente: “¿Pero ha leído usted el Oremus?” “Oh, sí,” contestaban. “Entonces examinemos lo que dice en la página 21.” Este método abrió los ojos a muchas personas, y en muchos casos la puerta permaneció abierta.
En realidad, la Iglesia Católica Romana en Chile nunca se ha opuesto violentamente a nuestra obra como lo ha hecho en otros países. Se han publicado folletos y hasta un libro en contra nuestra; se han empleado altavoces, pero nunca han incitado a la gente a amotinarse en contra nuestra. Cuando han hablado en contra de nosotros, ha sido contraproducente, ya que el chileno es una persona paciente y amable que aprecia la libertad de cultos. Debido al comportamiento de los sacerdotes, algunas personas tienen poco respeto por lo que ellos dicen. Esto se ve, también, en el hecho de que frecuentemente la gente nos dice: “Soy católico, pero no creo en el sacerdote” o: “Soy católico, pero a mi manera.” Estas personas están muy dispuestas a considerar la Biblia, y lo único que limita la cantidad de estudios bíblicos que se pueden conducir es la falta de tiempo.
AUMENTO EN LA ZONA DE CONCEPCIÓN
Del grupo de nueve misioneros que llegó en 1946, cinco fueron asignados a la ciudad de Concepción en el sur. Estos fueron: Robert y Vora Hannan, Dorothy Brehmer, Willie Brown y Joan Brown. Joan enfermó gravemente y regresó a los Estados Unidos donde murió en 1950, pero muchas personas con quienes ella estudió la Biblia recuerdan su fidelidad.
Gracias, en gran parte, al hecho de que los misioneros encabezaron la obra, se comenzó a ver un aumento en la zona de Concepción. En 1949 Vora Hannan visitó el hogar de Armando Badilla, quien recibió felizmente el libro “La verdad os hará libres.” Este relató a sus compañeros de trabajo lo que estaba aprendiendo en su estudio bíblico. Al poco tiempo la hermana Hannan tenía otros dos estudios. De estas cuantas personas más tarde provinieron siete publicadores, tres de los cuales llegaron a ser precursores especiales. El hermano Badilla progresó a tal grado que llegó a ser siervo de congregación, y ahora sirve de anciano en una de las tres congregaciones de Concepción.
En el campo misional hay muchos problemas, así como hay muchos gozos. La hermana Hannan contrajo una infección de ántrax y más tarde cayó enferma con una fiebre alta. Debido a esto, no pudo volver a visitar a una alemana que algunos años antes había huido de la Alemania nazi. Cuando el hermano Hannan informó a ésta la condición de su esposa, esta señora alemana, al recordar sus primeros días en un país extranjero, inmediatamente visitó a la hermana Hannan y ofreció enviar a su médico para que la tratara. Con la ayuda de esta señora, la hermana Hannan pasó dos meses en un cuarto privado del Hospital Regional, donde la asistió uno de los médicos principales, sin que le costara un centavo. Como resultado de su enfermedad perdió la facultad auditiva y tuvo que empezar de nuevo en la obra de testificar. La paciencia y amabilidad de los chilenos la ayudó en gran manera a superar esa desventaja.
Después que el precursor especial Sergio González trabajó por un tiempo en Concepción, se le asignó a trabajar en el pueblo minero de Coronel. Allí halló a mineros sinceros que rápidamente se dieron cuenta de la diferencia entre las enseñanzas de las iglesias evangélicas y las enseñanzas más exactas de los testigos de Jehová. Les instó a que viajaran los 27 kilómetros por tren para asistir a las reuniones en Concepción siempre que sus tandas de trabajo se lo permitieran. En su lucha por mantener a sus familias, estos hombres trabajaban bajo circunstancias difíciles, pues tenían que viajar varios kilómetros por debajo del fondo del mar para llegar a la cara de la mina de la cual estaban extrayendo carbón. A pesar de tener pocos de los bienes de este mundo, hicieron muchos sacrificios por la obra del Reino. Cuando se formó la congregación de Coronel en 1954, estos seis hermanos pagaron de sus escasas ganancias el alquiler del Salón del Reino y lo hicieron con gusto.
UNA CAUSA JUDICIAL PROVEE LA BASE PARA MÁS EXPANSIÓN
Para el año de 1952 había un total de 831 publicadores en las 15 congregaciones del país. El aumento en la actividad hizo que los adventistas del séptimo día se opusieran a ella. Los adventistas estaban distribuyendo su revista El Atalaya, y nosotros estábamos distribuyendo la revista La Atalaya, y sostenían que el nombre de nuestra revista era parecida al nombre de la suya. Puesto que ellos habían registrado su nombre en Chile, creían que tenían el derecho a detener la circulación de nuestra revista. A continuación se presenta parte de una carta que el presidente N. H. Knorr escribió el 7 de febrero de 1952 a un representante de la organización de los adventistas:
“Como le dije a usted cuando me visitó aquí en el 124 de Columbia Heights, Brooklyn, La Atalaya se publica en español, se imprime en Brooklyn, y se distribuye extensamente en los países de habla hispana por todo el mundo. Ha llegado a ser conocida entre las personas de habla hispana por todas partes del mundo como una publicación de la Sociedad Watchtower. El título de la revista que ustedes publican es completamente diferente. Su revista El Atalaya quiere decir ‘El vigilante.’ El título de nuestra revista, La Atalaya, quiere decir ‘La torre del vigía.’ Ciertamente hay una gran diferencia entre un hombre, un humano, y una estructura de piedra. No veo cómo se les puede confundir. No es culpa nuestra el que en español las palabras se parezcan; ciertamente no tienen el mismo significado.
“La Sociedad no tiene la menor intención de cambiar el nombre de nuestra revista en español. Es una publicación norteamericana y puede enviarse por el correo a cualquier parte del mundo o puede distribuirse en cualquier parte de América del Sur. De la conversación que sostuvimos, recuerdo que usted dijo que ustedes han usado diferentes nombres para su revista en México y en otros países. Si el asunto está causando confusión, entonces ¿por qué no dan pasos para que haya uniformidad por medio de usar el mismo título para su revista en todas partes del mundo? Por supuesto, no tengo derecho a sugerir un cambio en su revista. Ustedes tienen el derecho a usar cualquier título que quieran, y han escogido el título El Atalaya, una criatura humana. La Atalaya es una estructura de piedra. Ciertamente las personas de habla hispana no confunden estas dos cosas. Además, las revistas son de apariencia enteramente diferente. Me parece que la gente de habla hispana es lo suficientemente inteligente como para discernir la diferencia entre los dos títulos.”
A pesar de razonar así con ellos, los adventistas insistieron en llevar el asunto ante los tribunales chilenos. El 10 de marzo de 1953, el fallo del tribunal de primera instancia indicó que los jueces habían observado mucho más que la diferencia en nombre. Se sostuvo que el subtítulo “Anunciando el reino de Jehová” era un rasgo distintivo de nuestra revista. De modo que el tribunal falló que no estaba convencido de que se hubiera producido un fraude que acarreara perjuicio a los derechos de los adventistas. Ellos apelaron de la decisión a un tribunal superior, y, al revisar la causa, este tribunal observó que nuestra revista, La Atalaya, había estado en circulación mucho más tiempo que la revista de los adventistas. Por lo tanto, el tribunal apoyó el fallo del tribunal de primera instancia, lo cual nos dio una victoria bien definida respecto a nuestra ayuda más importante para el estudio de la Biblia.
EXPANSIÓN GOZOSA
A fines de 1953 el hermano Knorr visitó Chile para asistir a una asamblea de distrito. También hizo arreglos para comprar la propiedad en el 1710 de la calle Moneda que se había alquilado en 1951 y se estaba usando como oficina de sucursal y hogar misional. Además, hizo arreglos para enviar misioneros a partes más distantes del país para que dieran comienzo allí a la actividad de predicar. La obra de precursor especial recibió mucho énfasis a fin de que los hermanos locales también pudieran participar en el privilegio de ir a los pueblos y ciudades remotos.
A la hermana Kathe Palm se le invitó a mudarse a las provincias, y se le asignó a San Antonio. Era posible colocar muchas revistas en este excelente territorio a lo largo de la costa, donde, en el verano, las personas que venían de vacaciones disfrutaban de las playas arenosas y los hoteles. Con la ayuda de dos precursoras, Olga Chiffelle y Gladys Ramírez, se formó una congregación en San Antonio en 1956. Puesto que San Antonio era un puerto y la sucursal tenía muchas cajas de literatura en varios idiomas, se preguntó a la hermana Palm si quería buscar barcos cuyas tripulaciones leyeran algunos de estos idiomas. Ella consiguió su tarjeta de autorización de las autoridades portuarias y participó en este aspecto diferente de la obra hasta fines de 1959.
¡Cuánto se regocijaron todos los publicadores por todo el país cuando en 1954 se anunció que se había alcanzado la cifra de 1.000 publicadores, la cual se anhelaba desde hace tiempo! Aquel año un máximo de 1.018 publicadores participaron en el servicio del campo.
¡POR FIN... LA PUNTA DE AMÉRICA DEL SUR!
Fue en 1956 que por primera vez se enviaron seis misioneros a Punta Arenas, que en ese tiempo era una ciudad de unos 40.000 habitantes en el estrecho de Magallanes. La hermana Stella Semczyszyn, quien formaba parte del grupo original, relata lo siguiente: “Llegamos allá en junio de 1956. Acababa de haber una inundación y el tiempo estaba frío y húmedo. Hallábamos a muchas personas interesadas en la verdad, y colocábamos entre 60 y 70 libros al mes. La mayoría de la gente ni siquiera había visto una Biblia, pues los sacerdotes les prohibían leerla.
“Al principio, teníamos una casita de cinco cuartos y un cuarto estaba apartado para las reuniones. En marzo de 1957 entregaron su informe los primeros siete publicadores. En poco más de un año teníamos un grupo de 15 personas trabajando con nosotros, y en octubre de ese año necesitábamos un hogar misional más grande en el que hubiera un cuarto más grande para las reuniones. Con el tiempo, éste resultó ser demasiado pequeño y tuvimos que usar tres de nuestros cuartos como Salón. Sin embargo, en 1967 la congregación alquiló otro lugar como Salón del Reino, y el aumento ha sido maravilloso.” ¡En verdad que sí! Ahora hay dos florecientes congregaciones con más de 200 publicadores que comparten su propio Salón del Reino amplio.
Otra ciudad situada en esta punta meridional del continente es Puerto Natales. Es la capital del distrito que se llama Última Esperanza. En esta parte del país hay grandes haciendas de ganado ovejuno, y los habitantes del pueblo trabajan en las minas de carbón de la frontera chileno-argentina. Aquí los ventarrones soplan sin cesar a través del país. Los árboles alcanzan poca altura y están inclinados debido a los vientos que soplan a unos 96 kilómetros por hora desde septiembre hasta marzo durante la estación de verano. Las plantas se acogen al suelo en lo que puede ser una tierra de soledad aterradora.
No obstante, los publicadores del Reino se enfrentan al viento y siguen predicando. Con el transcurso de los años se han enviado de vez en cuando misioneros o precursores especiales a esta zona para fortalecer a la congregación. La hermana Palm había esparcido las semillas de la verdad aquí originalmente a principios de los años cuarenta, y ahora, gracias a Jehová y al trabajo duro de muchos diferentes hermanos, hay una congregación que tiene sus propios precursores.
CON LOS MISIONEROS EN CALAMA
En 1957 se asignó a las hermanas Daphne Crum, Olga Rodríguez y Louise y Frances Stubbs a la parte septentrional del país. Aunque no había Testigos en la ciudad de Calama cuando llegaron, 100 personas estuvieron presentes en la primera reunión que celebraron en el hogar misional.
La hermana Louise Stubbs estaba trabajando en Calama, cuando el profesor Gallardo, quien estaba suscrito a la revista La Atalaya, la invitó a enseñar la clase de religión en una escuela nueva que se había inaugurado. Él le dijo: “Usted puede usar sus propios libros y arreglar el curso de la manera que le convenga. Lo que queremos es que se enseñe de la Biblia a los estudiantes.” Empezó su curso con el libro “Equipado para toda buena obra” y más tarde usó De paraíso perdido a paraíso recobrado. Andando el tiempo, el sacerdote católico de la localidad quería conducir la clase, pero el profesor Gallardo le dijo que ellos querían que se enseñara la Biblia, no la religión católica, y los testigos de Jehová eran los únicos que estaban capacitados para enseñar la Biblia. La hermana Stubbs enseñó por dos años, y luego Daphne Crum enseñó por un año, lo cual resultó en que se diera un maravilloso testimonio en ese sector del país. Esta es una de las maneras en que la predicación logró establecerse firmemente en Calama.
La hermana Olga Rodríguez era miembro de este grupo de cuatro misioneras, y es interesante saber cómo llegó a imbuirse del espíritu de misionera. Su madre, la hermana Ana Rodríguez, relata lo siguiente: “La principal ayuda que he podido dar a mi hija ha sido la de edificar en ella el espíritu de misionera. Después de bautizarse y ser publicadora por un año, emprendió la obra de precursor regular. Yo la insté a ser disciplinada, a perseverar en el servicio y a no quedarse en casa cuando llovía, o cuando hacía calor, o cuando tenía algún dolorcito. Traté de ayudarla a comprender que el servicio a Dios es la cosa más importante de la vida.
“Más tarde se le invitó a participar en la obra de precursor especial, lo cual quiso decir que íbamos a estar separadas. Hubo muchos que trataron de desanimar a Olga, diciéndole que tenía la responsabilidad de quedarse en casa y cuidar de su madre anciana. Hasta algunos de los Testigos le decían eso. Sin embargo, yo le dije: ‘¿Eres tú mi única hija? ¿Acaso no tengo otros cinco hijos que tienen la misma responsabilidad? ¡Piensa en las madres de los misioneros que han venido acá desde los Estados Unidos, Canadá y Europa!’ Después de esta conversación ella se sintió muy animada, siguió adelante y llegó a ser no solo precursora especial, sino graduada de Galaad, además de haber sido para mí una fuente de gozo y felicidad.”
La gente de la ciudad de Calama y sus alrededores son personas muy dedicadas a la adoración de la virgen de Ayquina. En el desierto, a unos 96 kilómetros de Calama, la Iglesia Católica edificó un templo en honor a esta virgen, y la gente va allá para rendirle homenaje. El día de fiesta principal se celebra con danzas especiales. Cada grupo de bailarines tiene un capitán que entrena a su grupo no solo a bailar bien, sino también a bailar hora tras hora en un esfuerzo por permanecer bailando más tiempo que los otros grupos. La música es una melodía sencilla que se toca en un instrumento de viento, acompañado por el toque de un tambor. Cada grupo tiene su propio modo de vestir, un grupo lleva ropa china, otro española, india, boliviana, y así por el estilo, y además tienen sus grotescas máscaras de carnaval.
Cuando llega el día especial, los devotos honran a la virgen y pagan sus votos por medio de prender regalos de dinero al vestido de ella. Entretanto, los bailarines están moviéndose constantemente, mientras cada grupo se esfuerza por durar más que los otros. Cuando el vestido de la virgen está cubierto por completo de dinero, se le reemplaza con otro. Se junta el dinero en sacos y el obispo se lo lleva en su automóvil. Muchos que antes eran devotos de esta virgen son ahora testigos de Jehová y están rindiendo su homenaje y adoración al Dios vivo y verdadero... no a una imagen hecha por los hombres.
UNA HERMANA RESUELTA EN UN PUEBLO MINERO
En 1957 la hermana Evelyn MacFarlane tuvo el privilegio de iniciar la obra en el pueblo minero de Pedro de Valdivia. Al llegar allí no pudo hallar una casa, ni siquiera un cuarto que pudiese alquilar. En vez de desanimarse e irse, se puso en comunicación con una señora a quien había conocido en otra ciudad y que vivía en ésta. Aunque esta señora no estaba interesada en la verdad, permitió que la hermana MacFarlane durmiera en el suelo de su casa. La hermana entonces preparaba sus comidas en la casa de otra señora que tampoco estaba interesada en la verdad.
Durante el primer mes que la hermana MacFarlane trabajó en este pueblo empezó 10 estudios bíblicos en una sola calle. Después de eso, hizo que estas personas se reunieran a fin de comenzar un estudio de La Atalaya en el hogar de una de ellas. Más adelante, con la ayuda de una de las personas interesadas, logró conseguir el salón sindical de los obreros para celebrar las reuniones. Dentro de poco esto resultó en que se celebraran todas las reuniones, y estas personas recién interesadas aumentaran en conocimiento de Jehová y sus propósitos.
La hermana MacFarlane escribió lo siguiente: “¡Pueden imaginarse el gozo que sentí cuando, aunque había empezado la obra en mayo de ese año, pude conseguir que 25 personas recién interesadas en la verdad me acompañaran en el servicio del campo el siguiente 25 de diciembre!” Poco después de eso, la compañía minera proporcionó los materiales de construcción y la propiedad para que se edificara un Salón del Reino.
HERMANOS QUE CARGAN CON LA RESPONSABILIDAD
Durante este período entraron en la verdad algunos hombres que habrían de desempeñar un papel extraordinario en el adelanto de los intereses del Reino en Chile. Los nombres de algunos de éstos son Carlos Núñez, Osvaldo Bello, Willy Ramírez, Lucio Ríos y Manuel Wong. Estos hermanos y otros como Ernesto Ots y Sergio González han llegado a ser conocidos casi desde un extremo del país hasta el otro.
En 1959 el hermano Fred Wilson, graduado de Galaad, llegó a ser el superintendente de sucursal de Chile, reemplazando al hermano Albert Mann, quien continuó sirviendo a sus hermanos en calidad de superintendente viajante. El hermano Wilson había renunciado a una carrera prometedora como físico nuclear para dedicar su vida a Jehová y emprender el servicio de precursor. Para el tiempo en que el hermano Wilson fue nombrado superintendente de sucursal había 56 congregaciones en Chile, con un máximo de 1.879 publicadores.
UN PODEROSO TERREMOTO SACUDE A CHILE
El año 1960 será recordado por largo tiempo en Chile como el año de los cuatro terremotos grandes. Los sobrevivientes jamás olvidarán las terribles fuerzas que se desencadenaron cuando la tierra se sacudió por varios minutos con tal violencia que fue imposible mantenerse de pie. Además, los testigos de Jehová recordarán el maravilloso despliegue de amor y unidad que manifestaron sus hermanos en medio de esta calamidad.
Pocos días después del terremoto, la oficina de sucursal empezó a recibir cablegramas, telegramas y cartas de todas partes del globo terráqueo, en los que se expresaban palabras de aliento y se ofrecía ayuda. Se recibieron varios miles de dólares desde la Sociedad en Nueva York, de las congregaciones de Chile y de personas de otros países. Además, desde Brooklyn se recibió más de una tonelada de ropa que habría de distribuirse entre los necesitados. Se hicieron arreglos para efectuar una distribución justa de los suministros de socorro entre las familias de los 500 hermanos afectados por los terremotos.
El superintendente de sucursal, Fred Wilson, hizo un viaje a las ciudades más grandes que habían sido afectadas por los terremotos e informó lo siguiente: “La primera parada fue en Concepción. Los edificios de ladrillo y adobe recibieron los peores daños. Muchas casas de madera tenían cortafuegos de ladrillo, y en muchos casos éstos se derrumbaron sobre la casa, destrozando así la pared de madera y matando a la gente. La única víctima de la que se sepa entre las personas asociadas con los testigos de Jehová, fue una anciana que estaba estudiando la Biblia. Era una paralítica cuyo corazón falló ante la tremenda sacudida del segundo terremoto, que duró varios minutos.
“Al día siguiente hice el viaje de una hora por avión hacia el sur a Valdivia, el 50 por ciento de la cual fue destruida por el terremoto y la aterradora marejada. Manzanas enteras de casas estaban allanadas como si una mano gigantesca las hubiese derrumbado y convertido en montones de escombros.”
Esther Perkins, una de las misioneras que estaba en Valdivia entonces, informó lo siguiente: “Estábamos a punto de partir para el estudio de La Atalaya cuando sentimos una sacudida fuerte, y en otros 15 minutos empezó una larga serie de terremotos que sacudió la ciudad. Las casas empezaron a caerse como si fueran una baraja de naipes. De las 25 casas que había en nuestra calle, todas menos cuatro fueron destruidas o quedaron inhabitables.
“El esposo de una señora con quien estudiábamos había llevado a sus hijitas a dar un paseo en su bote de remos justamente antes del gran temblor que produjo la marejada. El bote fue llevado hasta la cresta de la tremenda ola que venía por el río, y él inmediatamente empujó a las dos niñas al fondo del bote y trató de llevarlo a la playa. Felizmente, la ola los arrojó sobre la playa. Al instante agarró a las dos niñas y corrieron hacia terreno más alto. Él fue mucho más afortunado que muchas otras personas que no vivieron para relatar lo que pasó. Ninguno de los 26 publicadores de la congregación murió, por lo cual todos dieron gracias a Jehová.”
Esther Perkins y Lorraine Selesky, las dos misioneras, tuvieron la oportunidad de salir de la zona devastada e irse a Santiago si así deseaban, pero prefirieron quedarse y tratar de ayudar a los hermanos así como a las personas que se interesaban en la verdad en este momento de gran necesidad. Las muchachas vivieron en la calle por dos días y luego se mudaron al garaje que era propiedad del dueño del hogar misional. Cada día durante este período ocurrieron tantos como 200 a 300 terremotos, lo cual les mantenía los nervios de punta.
Durante aquellos días de terrible sufrimiento las hermanas trataron de hallar a las personas con quienes estaban estudiando la Biblia. Pero en algunos lugares no podían hallar rastro de la casa y en otros lugares solo hallaban un montón de escombros. Aun en otros lugares la casa estaba allí, pero la gente se había ido. Varias personas buscaron a las misioneras para hablar con ellas y, puesto que hicieron muchas preguntas, se les dio un buen testimonio. El dueño del hogar misional dijo a las hermanas: “Mi esposa y yo realmente apreciamos haber podido tenerlas aquí en estos días terribles. Parece que ustedes fueron las únicas personas que se mantuvieron calmadas y no se volvieron frenéticas. Eso nos ha ayudado en gran manera.”
El domingo 22 de mayo de 1960, la ciudad de Puerto Montt disfrutaba de una tarde tranquila y pacífica. La gente todavía estaba hablando acerca del terrible terremoto y de las muchas muertes que causó en Concepción. Jamás había sucedido nada parecido en Puerto Montt, ¡pero qué equivocados estaban al pensar que no podría suceder! A los dos minutos para las tres de la tarde, apareció la primera evidencia en forma de un fuerte temblor. Entonces 15 minutos más tarde comenzó nuevamente el temblor, pero esta vez la gente no podía siquiera mantenerse en pie. Las casas se desplomaron ante sus ojos.
¡Las cuatro jóvenes misioneras tuvieron la terrible experiencia de ver cómo la pared de su casa caía hacia afuera a la calle! En medio de la confusión que hubo como resultado, a la hermana Elena Muñoz, una de las misioneras, le cayeron algunos ladrillos sobre el pie, y aunque ella no se dio cuenta de ello en el momento, éstos le habían roto varios huesos del pie. En media hora llegaron los hermanos de la congregación, dieron a las hermanas la ayuda que necesitaban y las llevaron a las casas de ellos. Mientras tanto, la gente había huido a los montes circundantes, pues los temblores continuaron durante la larga noche.
SE FORMA CORPORACIÓN LEGAL
Durante el año de 1960 se dieron pasos para formar una corporación legal de la Sociedad en Chile. En vista de las condiciones existentes en el país, era prudente hacer esto a fin de comprar propiedad para la construcción de Salones del Reino. El 29 de septiembre de 1960, el Ministerio de Justicia aprobó la formación de la corporación legal llamada “La Comunidad Religiosa Testigos de Jehová.” La corporación chilena permite a la Sociedad disfrutar de exención contributiva y de otros beneficios que se conceden a todas las organizaciones religiosas registradas en el país.
La asistencia al Memorial en 1960 alcanzó la cifra sorprendente de 5.995 personas. ¡Qué asombroso aumento se había alcanzado desde la llegada de los primeros misioneros, pues justamente 15 años antes, solo asistieron 103 personas al Memorial!
ISLA DE CHILOÉ
En 1963 se enviaron por primera vez precursores especiales a la isla de Chiloé, situada justamente a las afueras de la costa sur de Chile. Como se mencionó antes, la hermana Palm había visitado Chiloé a principios de los años cuarenta. Ahora por fin había llegado el tiempo para dar un testimonio cabal. La hermana Evelyn MacFarlane, quien para aquel tiempo era mejor conocida en Chile como Bunny Valenzuela, y su esposo tuvieron el privilegio de trabajar allí como precursores especiales. Esta pareja buscó diligentemente a fin de hallar un lugar donde quedarse, pero no encontraron ninguno, por lo tanto decidieron que, si iban a efectuar la obra, tendrían que construir una casita. Puesto que tenían muy poco dinero, compraron solo las cosas más necesarias para comenzar la construcción. Por algún tiempo la casita de ellos no tuvo electricidad, agua corriente, ni ventanas; pero sí tenían un lugar donde quedarse y mantenerse calientes y, sobre todo, un lugar desde donde podían comenzar su obra de precursor.
En este territorio se enfrentaron a mucho prejuicio, superstición y también espiritismo; además la gente estaba bajo el control de la Iglesia Católica. A pesar de esto comenzó a haber aumento, y en el primer año ya había seis personas participando con ellos en el servicio del campo. Así que se organizó un grupo aislado de hermanos. Desde entonces, en esta hermosa isla se han formado congregaciones en Ancud, Castro y Linao.
LAS ASAMBLEAS ESTIMULAN EL CRECIMIENTO
Para el año de 1965, el pueblo de Jehová en Chile disfrutó de aumentos sobresalientes. La concurrencia al Memorial subió a 9.522 personas y 21 de ellas participaron de los emblemas. Aunque la cantidad de publicadores había aumentado de manera excelente hasta alcanzar el máximo de 3.758, era muy evidente que había una tremenda obra que hacer, pues los proclamadores del Reino en 89 congregaciones conducían 3.917 estudios bíblicos de casa.
Se hicieron arreglos para que en enero de 1967 se celebrara en Santiago la primera asamblea internacional de Chile. A esta Asamblea Internacional “Hijos de Libertad de Dios” vinieron 300 viajeros procedentes de los Estados Unidos, Canadá, América Central y Europa, y los hermanos chilenos los recibieron en el aeropuerto, de manera entusiasta, con cantantes y bailarines que ofrecieron a los visitantes un espectáculo en sus trajes típicos como bienvenida.
El lugar que se utilizó para la asamblea fue el nuevo Velódromo. Hasta unas cuantas semanas antes de la asamblea, la construcción de éste no se había terminado, y los hermanos tuvieron que hacer una obra de limpieza gigantesca para que todo estuviera listo para el día de apertura de la asamblea de cinco días, el sábado 7 de enero de 1967. Las 441 personas que se bautizaron fue la mayor cantidad que se había bautizado en un solo año desde que se comenzó la obra en este país.
En la asamblea se presentó al público la Traducción del Nuevo Mundo de la Biblia en español, y los hermanos la recibieron con júbilo. Un superintendente escribió: “Gracias a Jehová y a su organización por esta maravillosa ayuda. ¡Qué gozo es poder usar esta nueva Biblia y su excelente concordancia y apéndice de textos, etc! ¡Gracias, hermanos!” Nunca habíamos visto que se recibiera una nueva publicación con tan profundo aprecio.
Desde entonces hasta fines de 1980, la oficina de sucursal ha despachado 350.000 de estas Biblias... una clara indicación de que los hermanos chilenos la utilizan con entusiasmo y hallan a muchas personas que desean leerla y estudiarla.
Aquella importante asamblea parece que marcó una nueva era en la expansión de los intereses del Reino en Chile. Por ejemplo, en 1968, 5.805 publicadores dedicaron un total de 1.034.871 horas al servicio del campo. Además, 15.405 personas asistieron al Memorial; ésa fue casi tres veces la cantidad de publicadores. Ahora había siete circuitos y 103 congregaciones; había sido un excelente año de actividad.
En 1968 se presentó al público el libro La verdad que lleva a vida eterna en la Asamblea de Distrito “Buenas Nuevas para Todas las Naciones.” Las 11.369 personas que asistieron a las cinco asambleas de distrito por todo el país se pusieron a trabajar, y desde que se presentó el libro hasta fines del año de servicio de 1980, ¡los hermanos chilenos habían colocado más de 670.000 ejemplares de este libro! Es casi imposible mantener existencias de este libro en la oficina de sucursal.
NUEVO EDIFICIO PARA LA OFICINA DE SUCURSAL
El año de 1968 resultó ser uno notable aún de otra manera. El gobierno notificó a la Sociedad que la propiedad en la cual estaba ubicada la oficina de sucursal iba a ser expropiada para que se pudiera construir la nueva carretera Panamericana. En diciembre de 1968, el hermano Knorr visitó Santiago para elegir otro lugar en el cual construir el nuevo edificio para la oficina de sucursal. Se halló un excelente lugar en un tranquilo sector residencial situado cerca de la imponente cordillera de los Andes. Más tarde, por todas partes se esparció la noticia de que iba a celebrarse una reunión especial, lo cual resultó en que 4.083 personas se reunieran en Santiago para escuchar al hermano Knorr. Durante su discurso anunció los planes para la construcción de una nueva oficina de sucursal, y los hermanos recibieron estas noticias con mucho entusiasmo.
A principios de 1969 se recibió la noticia de que el hermano Fred Wilson, el superintendente de la sucursal, iba a ser transferido a Brasil para servir allí en ese privilegio de servicio. El día en que partieron los Wilsons fue un día triste para muchos hermanos de la localidad, pues centenares de ellos fueron al aeropuerto para despedirse del hermano Wilson y su esposa, con quienes los hermanos chilenos se habían encariñado mucho debido a tenerlos entre ellos sirviendo de misioneros en Chile por 20 años. Se nombró al graduado de Galaad Pedro Lovato, de Argentina, como nuevo superintendente de sucursal.
La construcción del nuevo edificio para la sucursal comenzó en agosto de 1969. La Sociedad se complació en contratar a hermanos para que hicieran la mayor parte del trabajo, de modo que fueron pocas las personas ajenas a la organización que tuvieron que ver con la construcción. Un total de 35 hermanos trabajaron en la estructura. Además, se invitó a los hermanos de las congregaciones de Santiago a contribuir de su tiempo y habilidades para el adelanto de la construcción, y respondieron de manera excelente. Por ejemplo, la congregación La Cisterna alquiló un autobús para llevar a los hermanos de la congregación al lugar de trabajo, donde las hermanas erigieron una cocina de campaña para que los hermanos pudieran disfrutar de una buena comida y trabajar todo el día. Los trabajadores voluntarios dedicaron un total de 3.124 horas a la construcción.
El edificio, situado a 11 metros de la calle, es una estructura blanca de dos pisos con una entrada ancha hecha de baldosa que linda con prados espaciosos. Parte del frente del edificio está cubierto de azulejos verdes que suavizan la asombrosa brillantez del cemento blanco. La entrada principal está construida de mármol oscuro, lo cual está en agudo contraste con las puertas de cristal enmarcadas en aluminio y presenta un contraste agradable.
La dedicación de este edificio, a la cual asistieron 255 personas, tuvo lugar el 21 de noviembre de 1970. En su discurso de dedicación, el superintendente de la sucursal, Pedro Lovato, señaló que el edificio en sí no es la cosa importante; más bien, es el uso que las personas dan al edificio lo que es valioso a los ojos de Jehová. El edificio tiene un hermoso y espacioso Salón del Reino, instalaciones que satisfacen las necesidades de la oficina y el departamento de envío, así como habitaciones para alojar a 16 personas.
VISITANDO LOS BARCOS EN VALPARAÍSO
A principios de 1960, la hermana Palm fue transferida del puerto marítimo de San Antonio a la importante ciudad portuaria de Valparaíso. Ella predicaba a bordo de los barcos durante las mañanas, y por las tardes trabajaba con grupos de publicadores de casa en casa y conducía estudios bíblicos. Ella recuerda:
“Había recibido varias cajas de literatura en idioma extranjero procedente de la Sociedad, entre las cuales había Biblias en inglés. Me preguntaba cómo podía colocar éstas en las manos de la gente. Luego entró a puerto un barco africano procedente de Ghana, cuya tripulación era toda de ese país. Todo el mundo en ese barco estaba deseoso de obtener una Biblia en inglés. Además de hablar los idiomas nativos de eve y ga, todos hablaban inglés, de modo que tuve que hacer tres viajes y hasta le pedí a una hermana joven que me ayudara a subir a bordo más de 30 Biblias en inglés. Además, suscribí al primer piloto a La Atalaya y ¡Despertad! ¡Qué bendición fue esto tanto para ellos como para mí!”
Después de servir de precursora por 35 años en muchas partes de Chile, ella se encontró con el ex segundo piloto del barco que la trajo por primera vez a Chile en 1936. Él ahora era un naviero independiente y mencionó que estaba contento de verla, pues había pensado en ella recientemente. ¿Cómo? ¿Por qué? Ella explica: “Parece que su barco navega por la región de Puerto Montt y él necesitaba un capitán, un hombre en quien pudiera confiar. Halló a alguien, y cuando preguntó acerca de las recomendaciones de éste, se le dijo: ‘Bueno, este hombre es testigo de Jehová.’ Esa era la mejor recomendación que se pudiera tener, dijo el hombre. ‘Kay,’ continuó diciendo él, ‘aun cuando no hayas hecho nada más en todos tus años de trabajo con la Watchtower en Chile, por lo menos yo tengo a este buen hombre porque es testigo de Jehová, alguien en quien se puede confiar.’” ¡Puede imaginarse lo que sintió nuestra hermana al oír estas palabras! ¡Sí, su corazón rebosaba de agradecimiento y gratitud a Jehová!
La emocionante historia de esta misionera dinámica continúa. Ella tiene ahora 78 años de edad, no obstante continúa celosamente en su actividad teocrática. Aunque está lisiada de una pierna debido a una caída que sufrió en los montes de Valparaíso, durante el año de servicio de 1980 ella alcanzó un promedio mensual de 132 horas en el servicio, colocó 168 revistas, hizo 56 revisitas, condujo 5,6 estudios, y colocó en manos de la gente 24 libros. Su asombrosa energía junto con su fe y devoción invencibles han sido una fuente de estímulo para todos los que la conocen y la aman. ¡Qué privilegio fue para los primeros misioneros, hasta donde se lo permitieron las circunstancias, permanecer en Chile junto con los primeros publicadores y observar el maravilloso crecimiento que ha tenido la bendición de Jehová de manera abundante!
ASCIENDE AL PODER UN GOBIERNO MARXISTA
El año de 1970 tuvo un excelente comienzo, pues 19.850 personas asistieron al Memorial y en abril se alcanzó un nuevo máximo de 7.422 publicadores... ¡el doble de la cantidad que había hace cinco años!
En septiembre de 1970, el partido democratacristiano fue removido del poder cuando se eligió al de la Unidad Popular, una combinación de varios partidos políticos. Tomando como base el grito nacionalista de “Chile para los chilenos,” el nuevo gobierno marxista nacionalizó completamente las grandes minas de cobre que habían estado bajo el control de inversionistas extranjeros; se expropiaron las granjas grandes de los hacendados y se entregaron a los pobres. Algunos de los pobres se impacientaron y, por la fuerza de las armas, echaron a los dueños de sus granjas y se apoderaron de la propiedad. La gente se apoderó ilegalmente de muchos terrenos vacíos en las ciudades por medio de simplemente izar una bandera chilena en la propiedad y luego construir una casita.
Como era de esperarse, la clase acaudalada se oponía enconadamente al gobierno marxista, y muchos abandonaron el país; aún otros estaban listos para irse. Se hicieron esfuerzos estrenuos por impedir los cambios y esto condujo a violencia y derramamiento de sangre.
Mientras grupos de personas estaban moviéndose en direcciones opuestas en el campo político, el pueblo de Jehová se atenía a un derrotero neutral. Los ánimos iban caldeándose hasta llegar a niveles peligrosos, y el odio y el temor estaban comenzando a dejarse sentir en este país que una vez fue tranquilo. Sin embargo, a pesar de estos tiempos turbulentos, la obra de dirigir a la gente al Reino continuó cobrando ímpetu. Por ejemplo, el año siguiente hubo un nuevo máximo de concurrentes al Memorial cuando asistieron 22.918 personas y hubo un aumento de 13 por ciento en la cantidad de publicadores, con un promedio de 7.810 publicadores.
LOS ARAUCANOS
Entre estos publicadores se hallaban personas recién bautizadas de entre los araucanos. Los araucanos fueron, según se cree, los guerreros más fieros y valientes a los que se enfrentaron los conquistadores españoles. Los historiadores españoles declaran que la conquista de aquellos indígenas costó más en cuanto a tiempo, sangre y dinero que el resto de la conquista de Sudamérica. Fue solo después de dos siglos de lucha continua que los españoles pudieron subyugar a los jefes y guerreros araucanos. Las armas de fuego no fueron el arma conquistadora, sino más bien, los vicios del hombre blanco. Estos corrompieron a los araucanos a tal grado que quedaron totalmente desmoralizados y perdieron su voluntad de pelear.
Muchos miles de araucanos aún viven de acuerdo con sus propias leyes sociales en reservaciones que el gobierno ha apartado para ellos. Su apariencia es muy semejante a la de los esquimales, pero nunca se ha podido determinar satisfactoriamente su origen. No tienen un alfabeto escrito propio, por lo tanto sus creencias religiosas no son muy definidas. Por lo general creen en la inmortalidad del alma y en la reencarnación. Es interesante el hecho de que tienen su propia leyenda acerca de un diluvio mundial y la supervivencia de unos pocos.
Varias de estas personas están haciendo ajustes en su vida para vivir en armonía con las normas de la Biblia y están dedicando su vida a Jehová. Estas están asistiendo a la congregación de Temuco. Sinceramente esperamos que estos nuevos hermanos y hermanas desplieguen la misma tenacidad de espíritu y valor que desplegaron sus antepasados, no para pelear contra otros de sangre y carne, sino más bien, al pelear contra el dios de este mundo, Satanás el Diablo, y sus fuerzas demoníacas por medio de proclamar las buenas nuevas del Reino.
PREDICACIÓN DEL REINO DURANTE LOS DISTURBIOS POLÍTICOS
La elección del gobierno marxista y los sucesos subsiguientes causaron un terremoto, por decirlo así, pues sacudió a muchas personas y ablandó a la gente del sector del barrio alto o la clase alta de Santiago. Mientras muchas de las personas empobrecidas económicamente esperaban que Salvador Allende resolviera sus problemas, muchas personas sinceras del otro extremo de la escala socioeconómica comenzaban a preguntarse qué les esperaba en el futuro. Habían trabajado y habían hecho sacrificios por años, y ahora estaban a punto de perder todo lo que tenían. ¿Habría algo mejor que posesiones materiales que pudiera suministrarles un futuro seguro? Predicadores enérgicos de las “buenas nuevas” les suministraron respuestas satisfacientes.
Para ilustrar el aumento que ha habido en el barrio alto, en septiembre de 1971 había seis congregaciones con territorios en esa parte de la ciudad, y en ese mes 324 publicadores informaron su actividad en la obra. Ahora hay 11 congregaciones y recientemente informaron que tenían 990 publicadores... ¡un aumento de 206 por ciento!
Las acusaciones verbales y la violencia política no solo se estaban convirtiendo en sucesos diarios, sino que también se estaban haciendo comunes las largas filas de gente que buscaba alimento. A muchas amas de casa les tomaba, como promedio, tres horas diarias y a veces hasta seis horas diarias el comprar pan y otro alimento para la familia. ¿Cómo respondieron nuestras hermanas a esta situación que consumía tanto tiempo?
Algunas tomaron la costumbre de llevar literatura consigo, ya sea para leerla ellas mismas, o para utilizarla al predicar informalmente. En una fila de personas que se extendía a lo largo de una manzana, una señora se estaba quejando del mucho tiempo que estaba perdiendo. Una hermana que estaba cerca comentó que la humanidad no podía resolver sus problemas y procedió a compartir con ella el mensaje de la esperanza del Reino. Puesto que la señora mostró interés, la hermana hizo arreglos para visitarla en su hogar y con el tiempo se comenzó un estudio bíblico con ella. Ahora esta señora es una publicadora activa y su hija es precursora regular.
Muchas hermanas que eran bien conocidas debido a sus actividades de predicar, y a las cuales se respetaba por su conducta, no tenían necesidad de hacer un viaje diariamente a las filas porque los amistosos dueños de tiendas les dejaban saber qué producto iba a estar disponible y cuándo. Son muchas las experiencias alentadoras que se pudieran relatar tocante a nuestras celosas hermanas que aprovechaban la situación difícil para dar testimonio del Reino.
En el año 1973, la inflación galopante aumentó en un 330 por ciento, y hubo huelgas paralizadoras, escaseces de alimento y violencia. Durante los años que precedieron a la elección del candidato socialista como presidente, el crecimiento de los testigos de Jehová en Chile había sido bastante rápido, con aumentos de 20 por ciento, 16 por ciento y 17 por ciento. Después de la elección, el crecimiento disminuyó un poco y los aumentos fueron de 13 por ciento, 9 por ciento y 6 por ciento. Pero, como ya se mencionó, durante este tiempo comenzó a haber crecimiento en el barrio alto.
Por otro lado, la atención de muchas personas humildes que se dejaron llevar por el entusiasmo de la Unidad Popular se desvió del reino de Dios hacia los esfuerzos de los hombres. Hasta muchos líderes religiosos las animaron con ese fin. Por ejemplo, en abril de 1971, 80 sacerdotes se declararon a favor de la “participación de católicos en la construcción del socialismo.” Los líderes religiosos del país apoyaron las disposiciones del nuevo gobierno, y uno de ellos dijo que “el Reino en que tenemos cifrada nuestra esperanza, comienza a tomar forma aquí, y una de sus columnas es la justicia.” Hasta se aplicaron profecías del libro bíblico de Isaías al nuevo régimen político. Pero, ¿verían ellos realizados sus sueños?
UN CAMBIO SÚBITO
La respuesta vino el 11 de septiembre de 1973, cuando las fuerzas armadas derribaron el gobierno marxista. Para casi todos nosotros que nunca habíamos estado en una zona de guerra, la revolución fue una verdadera experiencia. Muchos hermanos, sin que sospecharan nada, habían salido a trabajar temprano por la mañana. La familia Betel estaba ocupada trabajando y los misioneros estaban preparándose para salir al campo, cuando helicópteros sobrevolaron casi por encima de la sucursal. Al observarlos, ¡quedamos sorprendidos cuando vimos que las puertas estaban abiertas y había ametralladoras listas para ser utilizadas! “¿Qué sucede?” preguntó alguien. Ante eso, alguien encendió la radio y se oyó el anuncio de que las fuerzas armadas estaban tomando el poder para poner fin a los años de odio y lucha entre los chilenos. A todas las personas se les advirtió que se quedaran en casa y no salieran a las calles. Había una lucha encarnizada en el centro de la ciudad y en los sectores pobres situados en las afueras de Santiago. Por razones obvias, los misioneros aquí en la sucursal se convirtieron en trabajadores temporeros de Betel hasta que se calmara la situación. Y, ¿qué hay de los hermanos que habían salido a trabajar en diferentes fábricas temprano esa mañana?
Algunos fueron arrestados con grupos de personas de quienes se sospechaba que eran izquierdistas y fueron llevados al Estadio Nacional de Santiago para ser interrogados. El que se identificaran como Testigos les sirvió de protección, pues estuvieron entre los primeros a quienes se puso en libertad.
Existen algunas pruebas de que los extremistas habían estado planeando una acción drástica antes de la toma del poder por parte de los militares, y entre las personas a quienes pensaban eliminar estaban los testigos de Jehová. Si este era el caso, ¡damos gracias a Jehová por su maravillosa protección!
Durante los días de tensión que siguieron a la toma del poder, nuestra reconocida neutralidad resultó ser una bendición y una protección. Cuando quedaron desocupados puestos importantes en las fábricas y en las industrias debido al arresto de activistas comunistas, a menudo se colocó en posiciones claves a empleados que eran Testigos. En un caso, durante la mañana del golpe de estado, al hogar de un Testigo llegaron soldados y le preguntaron cuánto tiempo le tomaría poner a funcionar la refinería de petróleo de la localidad. ¡No se podía confiar en ningún otro hombre capacitado!
Al amanecer se hicieron registros al azar con el propósito de hallar armas y cosas semejantes en los vecindarios. Muchas veces se pasaban por alto las casas donde se sabía que vivían Testigos. Un soldado, al sacar la publicación La verdad que lleva a vida eterna de un estante de libros, dijo: “Si todo el mundo leyera y pusiera en práctica la información de este libro, no tendríamos que hacer estos registros.”
ASAMBLEA INTERNACIONAL
Después de varios meses, la gente todavía estaba nerviosa, y había estallidos esporádicos de violencia. Fue en medio de este ambiente que se estaban haciendo planes para celebrar la Asamblea Internacional “Victoria Divina.” Aunque se había firmado un contrato para utilizar el Estadio Santa Laura en Santiago, ¿se nos permitiría celebrar tal reunión? Puesto que en septiembre se había declarado un estado de sitio, casi todas las reuniones grandes estaban prohibidas. Una reunión de tal magnitud en este tiempo sería prácticamente un milagro. ¡Pero la mano de Jehová no resultó ser demasiado corta!—Isa. 59:1.
A medida que se acercaba la fecha para la asamblea, aumentaba nuestra aprensión. Luego nos enteramos una semana antes de la asamblea que se nos había negado el permiso. Inmediatamente dos hermanos fueron al Ministerio de Defensa para explicar los arreglos que se habían hecho para la llegada de muchos delegados extranjeros, y la mala impresión que se llevarían si no se permitía celebrar la asamblea internacional. Un coronel luego presentó el problema a sus superiores y regresó con la respuesta: “¡Permiso concedido!” ¡Nuestras oraciones habían sido contestadas!
Ningún hermano quería perderse lo que llegaría a ser la asamblea más grande que se haya celebrado alguna vez en Chile. Para pagar el costo del viaje desde el seco y árido norte o desde las desiertas tierras del sur salpicadas de glaciares, muchos Testigos vendieron muebles, televisores, tocadiscos, etc.
Como se mencionó anteriormente, Chile tiene un litoral que se extiende unos 4.265 kilómetros a lo largo del océano Pacífico, de modo que el viaje en autobús o en tren es largo. Desde Iquique en el desierto de Atacama 1.300 Testigos, incluso niños y bebés, viajaron en un tren especial de ocho coches. El viaje fue lento y agotador, pero después de cuatro días y medio de viaje —una gran parte de éste a través del desierto caliente— el duro viaje terminó, es decir, casi terminó. ¡El tren llegó justo en el momento en que comenzaba la queda nocturna, así que los hermanos tendrían que permanecer en el tren durante la noche!
Cuando el comité a cargo del recibimiento llegó a la estación de ferrocarril para recibirlos temprano ese día, se les dijo que el tren llegaría tarde. Como sabían que esto significaba que los hermanos tendrían que quedarse otra noche en el tren, hicieron arreglos para preparar café, conseguir cajas de frutas, obtener colchas y hacer emparedados. Esa noche, 48 hermanos se ofrecieron para permanecer en la estación de ferrocarril de Mapocho para atender a los hermanos cuando llegaran. Por supuesto, esto se hizo con el permiso de la autoridad militar que supervisaba la estación de ferrocarril. De hecho, quedaron tan impresionados por los arreglos que se hicieron, que prestaron ayuda. Por lo general, cuando el tren llegaba tarde, la muchedumbre desordenada se negaba a obedecer el toque de queda, de modo que los soldados estaban acostumbrados a disparar con sus fusiles al aire y después obligar a las muchedumbres que los insultaban a volver a los coches a pasar la noche. En este caso en que había un tren lleno de Testigos, no había necesidad de gritar o repetir una orden. Un soldado comentó: “Los testigos de Jehová han demostrado que son personas rectas y ordenadas.”
La mañana siguiente, después que los delegados habían tomado otra taza de café, los hermanos de las congregaciones de Santiago vinieron a la estación de ferrocarril para llevarlos a sus alojamientos. ¡Qué agradecidos estaban los delegados por la bondad amorosa que se les mostró, y por la buena disposición que desplegaron sus hermanos al pasar la noche en aquella fría y oscura estación de ferrocarril! ¡Ciertamente fue un ejemplo excelente de amor abnegado en acción!
El día que tanto esperaban estaba cerca, y los delegados extranjeros, entre los cuales estaba el hermano Knorr, llegaron. Todos estaban muy entusiasmados. ¡Qué animadora fue la asamblea para los hermanos y para los que simbolizaron su dedicación a Jehová por bautismo en agua... 1.502 de ellos! ¡La asistencia fue la más alta que había habido en un solo lugar de asamblea... 21.321 personas! Damos gracias a Jehová por haber abierto las puertas y haber hecho esto posible.
VUELVE A HABER RÁPIDO CRECIMIENTO
Los acontecimientos en Chile durante 1973 ilustran el punto de Salmo 146:3 acerca de no poner nuestra confianza en el “hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna.” Los que habían puesto su confianza en el ahora difunto presidente quedaron desilusionados y sin esperanza. Gracias a Jehová y a la obra enérgica de su pueblo, muchas personas de corazón inclinado a lo correcto aceptaron el mensaje del Reino como la única esperanza de la humanidad y se plantaron a favor de la adoración verdadera.
En octubre de 1973, solamente un mes después del cambio de gobierno, Chile sobrepasó por primera vez la marca de los 10.000 publicadores al alcanzar un total de 10.119 publicadores. Luego tuvimos nuestra asamblea internacional y con ella vino el impulso para alcanzar aumentos en el futuro, ¡pues terminamos el año de servicio con un aumento de 22 por ciento y un promedio de 10.962 publicadores! Se organizaron 32 congregaciones nuevas y dos circuitos nuevos al alcanzarse un máximo de 12.491 publicadores y bautizarse a un total de 2.660 personas. El año siguiente el aumento fue mayor aún... de 30 por ciento, y un promedio de 14.220 personas participaron en el servicio del campo. ¡Se bautizó la asombrosa cantidad de 3.842 personas!
El rápido crecimiento y los comentarios favorables que se hacían de nuestras asambleas, las cuales recibían bastante publicidad, no pasaron desapercibidos por nuestros enemigos religiosos, quienes se hicieron más activos. Comenzaron a trabajar tras bastidores y a utilizar su peculiar relación con César para provecho propio. Se levantó la acusación de que los comunistas estaban infiltrándose entre nosotros, y en más de una ocasión tuvimos que demostrar que eso no era cierto y explicar el proceso de “cernido” por el cual hay que pasar antes del bautismo. Parece que esta explicación satisfizo a las autoridades, y el asunto aparentemente se dejó a un lado... pero no se olvidó.
Cuando el hermano Knorr nos visitó para asistir a la asamblea internacional, dio su aprobación para que comenzáramos a operar una imprenta en pequeña escala. Antes de enero de 1975 habíamos estado recibiendo el Ministerio del Reino y los Repasos Escritos desde Argentina, pero debido a las grandes nevadas invernales en la cordillera de los Andes, muchas veces durante el año llegaban demasiado tarde. Ahora teníamos nuestra propia imprenta para satisfacer las necesidades de los hermanos en cuanto a formularios, hojas sueltas, programas, ejemplares del Ministerio del Reino y Repasos Escritos.
ASAMBLEA EN EL ESTADIO NACIONAL
Allá en el año 1949, cuando el hermano Knorr visitó Chile al tiempo de una asamblea, la hermana Digna González le había preguntado en son de broma por qué no se utilizaba el Estadio Nacional. Ahora, para el deleite de ella, había llegado el tiempo de hacer precisamente eso. En enero de 1976 tuvimos el privilegio de utilizar el estadio para la Asamblea de Distrito “Soberanía Divina,” a la cual asistieron 15.619 personas del área de Santiago y sus suburbios. Debido a que se estaban celebrando los partidos de desempate de fin de año entre los equipos de fútbol profesional, se nos dijo que tendríamos que concluir las sesiones más temprano para que se pudieran celebrar los partidos por las noches. Logramos hacer esto sin dificultad. Uno de los diarios de Santiago comentó: “En tres horas los testigos de Jehová tenían que sacar todo lo que tenían en el estadio y luego volverlo a poner en su sitio. No hubo problema de ninguna clase porque todo el mundo cooperó y no hubo dificultades, de modo que lograron el milagro de cambiar el campo de juego en un lugar religioso y viceversa.”
NUEVA MONEDA COMO RESULTADO DE LA INFLACIÓN
Durante todo este período la inflación subió vertiginosamente. Por ejemplo, en agosto de 1970, un dólar estadounidense valía 14 escudos en moneda chilena; ¡solo cinco años después un dólar estadounidense valía 6.000 escudos! En septiembre de 1975 el gobierno convirtió 1.000 escudos en un peso de la nueva moneda chilena, y fijó el tipo oficial de cambio en 6 pesos por cada dólar estadounidense.
EXPANSIÓN MARAVILLOSA
A pesar de las penalidades causadas por la inflación y el aumento del desempleo, el entusiasmo por compartir las “buenas nuevas” continuó. Durante el año de servicio de 1976 se alcanzó un máximo sin precedente de 16.862 publicadores y se bautizaron 2.782 personas. Aunque la cantidad de publicadores estaba aumentando de manera extraordinaria, era obvio que no sería tan fácil desarrollar a ancianos con la misma rapidez. En septiembre de 1972 había 131 congregaciones y en solo cuatro años la cantidad de congregaciones aumentó a 269... ¡más del doble! Debido a la formación de nuevas congregaciones, muchas que antes tenían tres ancianos o más, ahora tenían uno o dos con casi la cantidad original de publicadores.
No obstante, las cosas seguían adelante sin asperezas; había nuevos máximos de publicadores, se formaban nuevas congregaciones y nuevos circuitos, la asistencia total a las asambleas de circuito y de distrito había sobrepasado las 30.000 personas y se había registrado la mayor concurrencia a un Memorial hasta entonces con 46.940 personas. Obviamente, Satanás no estaba complacido al ver toda esta expansión teocrática, así que el “león rugiente” comenzó a esforzarse al máximo por atemorizar a los “corderos” recién recogidos.
SURGE OPOSICIÓN A LA OBRA
Antes de que llegaran los meses veraniegos de diciembre a febrero, se hicieron planes para celebrar las asambleas de distrito. Todos los arreglos iban bien hasta que recibimos noticia de que las autoridades militares no darían permiso para que se celebrara una pequeña asamblea para las tres congregaciones aisladas que estaban cerca del estrecho de Magallanes en la punta de Sudamérica. Pero en vista del hecho de que los hermanos disfrutan de buena reputación y de que un coronel conocía personalmente a varios Testigos, el general permitió que se llevara a cabo la asamblea. Sin embargo, no puso nada por escrito y solicitó que no se diera publicidad a la asamblea.
Después de ese suceso, las asambleas de distrito se celebraron en las provincias sin ninguna dificultad. El superintendente de zona iba a venir dentro de poco y se hicieron planes para que pronunciara un discurso en el Velódromo, al cual asistirían todas las congregaciones del área de Santiago y sus suburbios. A último momento se nos tomó por sorpresa cuando se nos negó el permiso. Apelamos de la decisión, pero no sirvió de nada.
Luego las autoridades militares cancelaron la asamblea de distrito que teníamos programada en el Estadio Santa Laura; declararon que no estaban permitiendo que se celebraran reuniones grandes debido al estado de emergencia. Rechazaron nuestras apelaciones y se negaron a hablar con nosotros. ¿Qué podíamos hacer, no solo por los hermanos de las 100 congregaciones de Santiago y sus alrededores, sino también por los hermanos de Argentina que habían hecho arreglos para viajar a Chile con el fin de aprovecharse del programa de la asamblea?
Rápidamente hicimos arreglos para que el programa de cuatro días se redujera a dos días y para que el 70 por ciento del material se presentara en ocho de los Salones del Reino más grandes de Santiago. Se asignaron discursos a más hermanos para que pudiéramos tener cuatro grupos de oradores hablando por turnos en los diferentes salones. Debido al poco espacio se invitó solamente a los publicadores, y después de cinco fines de semana, 10.209 publicadores habían asistido. ¡Los Salones del Reino estaban abarrotados de gente! ¡Hubo muchas expresiones de aprecio por el trabajo duro que hicieron muchos para presentar el programa, los dramas y todo lo demás!
Más tarde, las autoridades rehusaron concedernos permiso para celebrar asambleas de circuito en el área de Santiago, y por eso hicimos arreglos para tener programas de un solo día que contenían casi el 90 por ciento de la información. Les pedimos a los hermanos que viajaran a las afueras de la capital, y debido a la cantidad limitada de instalaciones, un circuito se reuniría el sábado y el otro el domingo.
Este procedimiento produjo excelentes resultados desde 1977 hasta junio de 1980. Entonces dos lugares, en los cuales anteriormente habíamos obtenido permiso para celebrar asambleas, nos negaron el permiso. De modo que dos circuitos de Santiago han tenido que hacer planes para celebrar sus programas de asamblea de circuito en los Salones del Reino más grandes dentro de los confines de sus circuitos. Aunque esto crea trabajo adicional y algunas inconveniencias, lo importante es que los hermanos reciben el alimento espiritual preparado por el “esclavo fiel y discreto.”
Más tarde, el Ministerio de Justicia solicitó que los directores de la corporación local se presentaran para una entrevista. La entrevista trató en su mayor parte sobre la cuestión de la neutralidad. Hubo un ambiente de antagonismo y tensión durante la mayor parte de la entrevista, pero cuando se nos dio la oportunidad y utilizamos la Biblia para responder a preguntas, el ambiente de hostilidad cambió a uno de respeto.
Como resultado de esa entrevista y la subsecuente declaración escrita en la cual se explicaba nuestra posición neutral, no se tomó ninguna otra acción. ¡Gracias a Jehová el ataque de nuestros enemigos había sido frustrado!
BUEN CONSEJO DEL CUERPO GOBERNANTE
Podemos predicar las “buenas nuevas” y reunirnos en nuestros Salones del Reino sin tener interrupciones, y estamos agradecidos por esta bendición. Por supuesto, el asunto de reunirnos en grupos grandes continúa siendo un problema. Pero gracias a Jehová y al excelente consejo que hemos recibido del Cuerpo Gobernante con relación a ‘obrar con discreción,’ nuestro paraíso espiritual continúa.—Sal. 47:7.
Por ejemplo, durante la visita de zona que el hermano M. G. Henschel nos hizo en 1979, Salones del Reino fueron cerrados por un período breve en lugares como Vallenar, Punta Arenas y Puerto Natales. Se nos aconsejó que fuéramos “cautelosos como serpientes y sin embargo inocentes como palomas” y no diéramos mucha importancia al asunto hasta que hubiéramos agotado todas las posibilidades. (Mat. 10:16) Al poco tiempo los oficiales de la localidad fueron cambiados u olvidaron el asunto, y ahora todas las congregaciones funcionan como antes.
De hecho, cuando se sustituyó a un general por otro en Punta Arenas, los hermanos solicitaron una entrevista. Cuando los hermanos explicaron que se les había negado el permiso para celebrar sus reuniones en los Salones del Reino y que las conversaciones con el general anterior no habían sido conclusivas debido a que fue transferido, el nuevo general respondió de manera favorable. Cuando se le dijo que, en armonía con el capítulo 13 de Romanos, las autoridades no tendrían problemas con los testigos de Jehová, él respondió: “Sí, los conozco bastante bien y sé que son muy buenos ciudadanos. Si lo desean, no veo razón por la cual no puedan comenzar a celebrar sus reuniones inmediatamente.”
Los hermanos sorprendidos expresaron su agradecimiento y solicitaron que se concediera el mismo permiso a la congregación de Puerto Natales. Se concedió el permiso... y justo a tiempo para el Memorial. ¡Qué gozo fue ver a 448 personas presentes en Punta Arenas para esta importante celebración en 1979! Desde ese tiempo, los hermanos hasta han tenido el privilegio de celebrar asambleas de circuito y de distrito en su nuevo Salón del Reino.
Cuando comenzaron los problemas en 1977, se hacía difícil hallar lugares apropiados para asambleas. Entonces, en la provincia de Valparaíso, Jehová nos abrió la puerta. Un hermano abordó al alcalde de una ciudad en la cual había un pequeño estadio del tamaño apropiado para nuestro programa de asamblea. El alcalde nos concedió el permiso para utilizar el estadio, y debido a que los hermanos dejaron el lugar en condiciones excelentes, hemos celebrado varias asambleas en ese mismo lugar.
DISMINUCIÓN EN LA CANTIDAD DE PUBLICADORES
Cuando comenzaron nuestros problemas se podían oír muchos rumores entre los hermanos. Quizás debido a estas dificultades y el temor al hombre, junto con las presiones económicas que producía la inflación continua, muchos comenzaron a aflojar el paso. En 1977, por primera vez desde 1942, disminuyó la cantidad de publicadores de 15.947 a 15.339 publicadores. ¿Qué podía hacerse para hacer frente a estos desafíos y estimular a los hermanos a continuar creciendo en la fe y a expresarla?
SE FORTALECE LA ORGANIZACIÓN DE LA SUCURSAL
El 10 de diciembre de 1975 el Cuerpo Gobernante avisó a todas las sucursales acerca de los nuevos arreglos de organización en los cuales se seguiría el patrón establecido por los seis comités del Cuerpo Gobernante. Los resultantes comités de sucursal entraron en función el 1 de febrero de 1976. El Comité de Sucursal chileno, nombrado por el Cuerpo Gobernante, era de sabor internacional: un argentino (Pedro Lovato), un canadiense (Thomas Jones), un chileno (Fernando Morrás) y dos estadounidenses (Albert Mann y Richard Traverso).
Lamentablemente, a fines de 1975 el hermano Jones y su esposa tuvieron que regresar a Canadá para averiguar la causa de la mala salud de la hermana Jones, solo para descubrir que padecía de una enfermedad grave. Nuestra querida hermana Flora murió en febrero de 1976, después de 41 años de servicio devoto a Jehová. El hermano Jones permaneció en Canadá y ahora es miembro de la familia de la sucursal canadiense. Los Jones habían estado en Chile desde 1964 y habían efectuado una obra maravillosa, por lo cual se habían ganado un lugar en el corazón de sus hermanos chilenos. Otro hermano chileno, José Valiente, fue nombrado para tomar el lugar del hermano Jones. Entre los cinco miembros actuales del comité hay una combinación de juventud y experiencia con un total de 131 años de servicio devoto a Jehová.
VERDADES BÍBLICAS PRODUCEN GRANDES CAMBIOS
Durante este período de gran afluencia de gente a la organización en Chile, especialmente desde 1973, personas de toda clase estaban aceptando la verdad: estudiantes universitarios, monjas, espiritistas, personas desilusionadas con la política y hasta una estrella de fútbol, para mencionar solo unas cuantas. Todas tuvieron que hacer cambios en su vida para agradar a Jehová y cumplir con sus normas.
Por ejemplo, una estrella del fútbol y capitán de su equipo dejó la fama que el mundo ofrecía por el gozo que Jehová da a los que le sirven. Al principio los directores del equipo profesional con el cual él jugaba estaban complacidos de que él estudiara la Biblia porque su conducta había mejorado y ya no era un jugador indisciplinado al cual se echara a menudo de los partidos. Pero cuando finalmente llegó el tiempo en que iba a dejar de jugar, los directores no se sintieron complacidos. Aun así, cuando al fin estaban convencidos de la resolución de él, le ofrecieron la oportunidad de hacer de su último partido “su partido” y honrarlo como un jugador excelente. Él cortésmente rechazó tales honores, se bautizó y ahora sirve de siervo ministerial en una de las congregaciones de Rancagua.
¡Qué privilegio es poder trabajar con estos hermanos de antecedentes tan diferentes! ¡Y qué estimulador es ver cómo Jehová está utilizando a éstos y a otros hermanos para alcanzar con el mensaje a otras personas de antecedentes similares!
SE AYUDA A MÉDICOS MEDIANTE EL FOLLETO “SANGRE”
Uno de los puntos sobresalientes durante el año de servicio de 1978 fue la distribución del tratado y el folleto sobre la cuestión de la sangre. Un misionero mencionó que varios médicos admitieron que ellos siempre administran sangre a los testigos de Jehová, aunque antes de operarlos les dicen que no lo van a hacer. El folleto era precisamente lo que necesitábamos para que los médicos pudieran enterarse de los argumentos que éste contiene acerca de la ética y de la necesidad de que haya confianza entre el médico y el paciente. Ellos quedaron complacidos de tener más información sobre este tema.
Otra misionera informa que un cirujano le dijo: “Estoy completamente de acuerdo con ustedes. Les felicito por la posición que han adoptado. En el pasado hemos usado mucho las transfusiones, pero cada día las usamos menos.” Fueron muchas las expresiones por parte de los médicos, tales como: “Era justamente lo que necesitábamos.” “Esto realmente me interesa.”
ASAMBLEAS “FE VICTORIOSA”
La Asamblea Internacional “Fe Victoriosa” hizo aun más sobresaliente el año de 1978. Gracias a la generosidad de nuestros hermanos por todo el mundo, los misioneros y otros ministros de tiempo completo pudieron asistir a esa asamblea fortalecedora de fe. Hubo 99 delegados de Chile que viajaron a los Estados Unidos o Europa, y otro grupo grande viajó a Lima, Perú. Se hicieron muchos comentarios entusiastas acerca del programa y del amor de los hermanos. Sí, ¡qué privilegio es pertenecer a esta familia internacional de adoradores verdaderos!
Puesto que las autoridades no nos permitían celebrar una asamblea internacional en Chile, en enero de 1979 comenzamos una serie de pequeñas asambleas de distrito con el mismo tema. El precio de los hoteles es más de lo que pueden pagar muchos de nuestros hermanos, quienes posiblemente ya hayan hecho grandes sacrificios para estar en el lugar de asamblea, de modo que la mayoría de los delegados se quedan en los hogares de sus hermanos espirituales.
Para una asamblea el departamento de alojamiento estaba teniendo dificultades en hallar suficientes lugares, de modo que el comité de asamblea hizo arreglos para que se pronunciaran discursos breves en las congregaciones a fin de estimular a los hermanos a mostrar hospitalidad. Después de pronunciar un discurso entusiasta, cierto orador pidió que levantaran la mano los que podían ofrecer alojamiento a los delegados visitantes. Nadie levantó la mano. Después de una pausa, un jovencito de unos siete años de edad levantó la mano y ofreció su cama para que un matrimonio pudiera utilizar su habitación. Eso sirvió para romper el hielo, de modo que hubo un diluvio de ofertas. De hecho, cuando terminó el trabajo de conseguir alojamiento, se hizo patente que entre todas las congregaciones que ofrecieron habitaciones, esta congregación fue la que más habitaciones ofreció.
OTRO AÑO DE CERNIDO
Como en 1978, en el año de servicio de 1979 se vio otra disminución, pues los que no tomaron medidas para alimentar su fe regularmente con la Palabra de Dios se cansaron. Aparentemente se estaba efectuando una obra de cernido entre el pueblo de Jehová, pues aunque se estaban bautizando muchas personas recién interesadas en la verdad, no aumentaba la cantidad de publicadores. En los tres años en que hubo disminución, 3.357 personas se bautizaron. Evidentemente, había gran necesidad de ayudar a los recién bautizados a estabilizarse en la fe.
MEJORAN LAS PERSPECTIVAS
A medida que nos acercábamos al año de servicio de 1980, las cosas comenzaron a mejorar. En octubre de 1979 se nos permitió, por primera vez desde 1976, celebrar la reunión anual de la corporación local. ¡Qué gozo fue poder participar en la reunión junto con hermanos maduros que viajaron desde muy lejos para estar presentes!
Luego llegaron los meses veraniegos de enero y febrero, y con ellos nuestras Asambleas de Distrito “Esperanza Viva.” Tuvimos una asistencia total muy buena de 25.544 personas. A medida que pasaban los meses, todo parecía indicar que habíamos vuelto a encaminarnos por el sendero correcto. Para el año de servicio tuvimos un aumento de 5 por ciento, con un promedio de 15.081 publicadores. Además, ¡alcanzamos un nuevo máximo sin precedente en la concurrencia a la celebración del Memorial con 50.508 personas (solo para sobrepasar esa cantidad en 1981 con una concurrencia de 54.796 personas)!
LLEGANDO HASTA LOS CONFINES DE NUESTRO TERRITORIO
Chile tiene un territorio extenso que incluye la isla de Pascua y la isla de Robinsón Crusoe en el océano Pacífico. ¿Están llegando las buenas nuevas del Reino también a estos lugares distantes?
Por un tiempo solo había una publicadora en la isla de Pascua. Ella recibía ayuda espiritual mediante las cartas que le escribía una misionera que vivía en la sucursal. Aunque ya regresó a tierra firme, sí tenemos un registro de las personas de la isla que están suscritas a La Atalaya. Para sorpresa nuestra, en abril de 1980 recibimos una llamada telefónica de larga distancia de una persona interesada en la verdad que quería saber cuándo debería celebrar el Memorial. Más tarde durante ese mismo año, un matrimonio de Valparaíso se mudó allá; ellos han estado conduciendo estudios bíblicos con personas interesadas en la verdad. En abril de 1981 se celebró por primera vez el Memorial en esta isla, y hubo 13 personas presentes. ¡Qué complacidos estamos de que las “buenas nuevas” estén penetrando en esta zona aislada!
¿Y qué hay de la famosa isla de Robinsón Crusoe? Para fines de 1979, un anciano de Valparaíso fue enviado a la isla en relación con su trabajo seglar. Llevó consigo un buen suministro de literatura. Mientras iba de gira por la isla, preguntó al guía acerca de las tendencias religiosas de la gente. El guía le contestó que el sacerdote católico viene solo de vez en cuando y que el ministro protestante se había ido permanentemente. “Pero eso a mí no me afecta,” explicó él. “Soy testigo de Jehová.” ¿Puede imaginarse la sorpresa que se llevó nuestro hermano? Él pensó que iba a ser el primero en traer las “buenas nuevas” a esta isla.
Otro relato dice de esta manera: Una señora estaba estudiando en Santiago y luego se mudó a la isla debido a su trabajo seglar. Mientras estaba en Santiago, progresó hasta el punto de participar en el servicio del campo. Ella continuó compartiendo las “buenas nuevas” con la gente de la isla y comenzó estudios bíblicos con varias personas. Nuestro hermano se llenó de regocijo al conocerlas y las ayudó a organizar un grupo de estudio de libro, así como también organizó un arreglo informal para que se reunieran en un grupo de cinco personas para leer el único ejemplar de La Atalaya que se estaba recibiendo.
Varios de ellos expresaron el deseo de bautizarse, así que el hermano Sergio Pulgar, al regresar a tierra firme, escribió a la sucursal para recibir instrucciones, ya que él iba a regresar a la isla dentro de cinco meses. Cuando regresó, repasó las 80 preguntas con los candidatos y tres se bautizaron. También condujo el Memorial, al cual asistieron 11 personas. Desde marzo de 1980, hemos estado recibiendo informes del servicio del campo de este grupo aislado, y en la actualidad hay cuatro personas que informan.
Ya que estamos hablando de los extremos lejanos de nuestro territorio, no olvidemos la Antártida. Sí, las “buenas nuevas” han llegado hasta ese extremo lejano del mundo. Un perito en electrónica fue enviado a trabajar a una base científica situada en esta región helada. Al prepararle su valija, su esposa le colocó en ésta una Biblia y un libro La verdad. En la base había 12 hombres que estaban completamente aislados del resto del mundo y el único tipo de recreación que tenían era la lectura. Después de unos cuantos días, el esposo sacó su literatura y comenzó a leer. Otro miembro de la base que pasó por su lado exclamó: “¡Eh, yo también he visto ese libro!” Los dos hombres se hicieron amigos y se reunían siempre que tenían la oportunidad de estudiar la Biblia. Por medio de ellos se colocó literatura en ruso en otra base científica cercana. Uno de estos dos hombres ahora es siervo ministerial en una congregación de Santiago. No importa lo lejos o aislado que esté el lugar, las poderosas “buenas nuevas” están penetrando en esas regiones con su mensaje de esperanza.
TIENEN GRAN ÉXITO LAS NUEVAS AYUDAS BÍBLICAS
Los hermanos de Chile han tenido algunas experiencias asombrosas con el libro Mi libro de historias bíblicas. Una tiene que ver con una precursora especial del sur que, mientras estaba en Santiago, fue a la sucursal a recoger unos cuantos ejemplares de este libro para llevarlos consigo a su asignación. Puesto que llegó a la sucursal cuando ésta estaba por cerrar, se llevó los ocho libros sin que se los envolvieran. Con los libros en los brazos, abordó un autobús. Un niño vio los libros y dijo a su madre: “Esa señora tiene el libro que dijiste que me ibas a comprar. ¡Dile que te dé uno!” La madre le preguntó acerca del libro y la hermana le predicó y colocó un libro. Los que estaban sentados cerca oyeron la conversación y quisieron ver el libro. Antes de que se bajara del autobús, ¡la hermana había colocado los ocho libros! De modo que, antes de regresar a su asignación, volvió a la sucursal para conseguir más ejemplares... pero esta vez pidió que se los envolvieran bien.
Otra hermana colocó un libro Historias bíblicas a una señora que, a su vez, se lo prestó a la maestra de su hijo. La maestra luego telefoneó a la congregación local y preguntó si alguien podía llevarle dos ejemplares del libro. Alguien se los llevó. La maestra enseñó el libro a su sacerdote, quien dijo que esto era precisamente lo que se necesitaba para instruir a los niños en la Biblia. Ella tomó en serio esta recomendación y telefoneó para pedir siete libros más. La hermana que llevó los libros a la escuela, mientras esperaba, habló con otra señora que comentaba sobre la violencia en la escuela. Nuestra hermana le habló acerca de la solución que la Biblia presentaba en cuanto a este asunto. Ante eso, la señora le pidió a la secretaria que hiciera una cita con nuestra hermana para que volviera a la escuela y le hablara. La señora era la directora de la escuela.
Nuestra hermana regresó para cumplir con la cita que tenía con la directora, así como para llevar otros 14 libros. Antes de encontrarse con la directora, habló con cinco maestras. Ellas le pidieron 24 ejemplares más y cinco libros Tu juventud. Una de ellas le preguntó: “¿Qué tiene para mí?” Esta maestra se suscribió a la revista ¡Despertad! Luego la hermana fue a ver a la directora. Allí colocó dos libros Historias bíblicas y un libro Tu juventud. Después regresó con los 24 libros que le habían pedido, y nuevamente se le preguntó si podía traer otros 14 libros la semana siguiente. La primera maestra con quien habló nuestra hermana está ahora estudiando la Biblia con ella durante la hora de almuerzo. Hasta la fecha se han colocado 88 libros Historias bíblicas y 27 libros Tu juventud en manos de las maestras que los usan para enseñar religión, y la experiencia continúa a medida que se esparcen comentarios acerca de estos libros.
Precursores y publicadores enérgicos, como los que se mencionaron antes, han participado en la distribución extensa de nuestra literatura bíblica, como se hace patente por la cantidad total de libros que se colocaron durante el año de servicio de 1980: ¡264.317! Precursores abnegados han utilizado estas publicaciones para iniciar la predicación en nuevos territorios y establecer los fundamentos para futuras congregaciones en lugares como Carahue, Fresia y Panguipulli. ¡Qué placer es poder utilizar ‘toda cosa buena con la cual Jehová nos ha equipado para hacer su voluntad,’ a medida que trabajamos unidamente para ensanchar nuestro paraíso espiritual!—Heb. 13:21.
SIERVOS FIELES SE APEGAN A LA OBRA
A medida que entramos en el año de servicio de 1982, es maravilloso ver a los fieles misioneros continuar en sus asignaciones. El hermano Albert Mann tiene ahora 36 años de servicio en el extranjero, y, junto con su esposa, Gladys, sirve en la sucursal. Louise Stubbs también fue una de las primeras misioneras en llegar a este país, pues llegó a fines de 1945. Ella ha servido en el caliente, seco y árido desierto del norte, así como también en el sur, donde cae abundante lluvia. Ha tenido el privilegio de ayudar a 74 personas hasta el punto de la dedicación y el bautismo. Durante los 35 años en la obra misional, el hermano Hannan y su esposa han visto cómo ha crecido la obra en Concepción desde la primera congregación hasta las 15 congregaciones que hay actualmente con unos 1.000 publicadores. Los Hannan han ayudado personalmente a 181 personas a ponerse de parte de la adoración verdadera. Las hermanas Dorothea Smith y Dora Ward han sido compañeras durante los 35 años que han servido en el campo misional, y entre las dos han ayudado a un total de 100 personas a llegar al punto de dedicación y bautismo. Desde que llegaron a este país en 1946, ellas han visto crecer a la organización desde la infancia de ésta, cuando solo había 93 publicadores.
John y Harry Williams (quienes no son hermanos carnales) llegaron a Chile en 1949 como graduados de la clase 13 de Galaad. Cada uno de estos hermanos ha desempeñado un papel importante en la expansión de la adoración verdadera en este país al servir de superintendentes de circuito y ancianos de congregación en diferentes partes del país. El grado a que se estima a tales hermanos fieles queda demostrado por el amor, el consuelo y la ayuda que recibió el hermano John Williams durante los últimos meses de su grave enfermedad. Los hermanos de la localidad respondieron de manera maravillosa ante esta situación y demostraron ampliamente la maravillosa hermandad internacional que existe entre nosotros. (Juan 13:34, 35) El hermano Williams mantuvo su esperanza viva hasta lo último y fue fuente de estímulo a todos los que lo visitaron. Murió después de haber servido fielmente durante 31 años en el campo misional. Su esposa aún está en su asignación misional.
Miriam Sumen y Evelyn MacFarlane también llegaron en 1949 como graduadas de la misma clase de Galaad. La hermana Sumen ha ayudado a iniciar la obra en varios lugares del sur de Chile y ha hecho un excelente trabajo como una firme luchadora por la adoración verdadera, además de que ha tenido el gozo adicional de haber ayudado a 45 personas a ponerse en camino a la vida. La hermana MacFarlane (Bunny Valenzuela), quien se casó con un hermano chileno, murió de cáncer en 1978. ¡Qué feliz se sentirá esta sierva fiel cuando sea resucitada aquí en la Tierra para saludar a las 113 personas que ella ayudó a adquirir conocimiento de la verdad!
En la actualidad hay 13 misioneros en Chile que han estado 20 años o más en el campo misional. Ellos han visto las bendiciones de Jehová sobre la organización y han podido participar en la asombrosa expansión que ha habido. Por todo Chile actualmente hay un total de 37 graduados de Galaad que están ocupados de alguna manera en el servicio de tiempo completo, trabajando hombro a hombro con sus hermanos chilenos para ensanchar nuestro paraíso espiritual.
Se pudiera decir mucho más acerca de muchos otros misioneros que han estado en esta asignación, pero el espacio no lo permite. Desde 1945, cuando llegaron los primeros misioneros de Galaad, un total de 194 misioneros han trabajado aquí. Once de estos mismos misioneros han sido chilenos, quienes han ido a la Escuela Bíblica de Galaad de la Watch Tower y han regresado a su país natal.
La mayoría de las primeras personas que entraron en la verdad en los años treinta han muerto: el primer chileno que respondió favorablemente al mensaje y estuvo entre los primeros ocho que se bautizaron allá en 1931, el hermano Juan Flores; la hermana Delfina Villablanca (1931), la primera precursora chilena; la hermana Consuelo Traub (1931), quien suministró el terreno para el primer Salón del Reino de Chile; el hermano Manuel Durán (1935) con su rostro alegre y de igual disposición de ánimo; y el hermano Richard Traub, quien murió en abril de 1979 después de 54 años de servicio en Argentina y Chile. Todos éstos han pasado a recibir su recompensa celestial, y sin duda están interesados en la obra que se está llevando a cabo en Chile, mientras continúan estando ocupados en el servicio de Jehová.
Entre otras personas que llevan mucho tiempo en la verdad aquí están Max Zimmer (1934), Sebastián Inninger (1936), Eduardo Venegas (1940), y el sobrino del hermano Juan Flores, Serafín Flores (1942). Estos continúan sirviendo a Jehová hasta donde les permite la salud y suministran así ejemplos excelentes como intrépidos proclamadores de las buenas nuevas del Reino. De hecho, los cuatro hermanos susodichos sirven todos de ancianos en sus respectivas congregaciones.
¡Qué diferencia hay entre estos días y los días en que llegó a Chile el hermano Traub, en 1930, como el primer Testigo que comenzó a predicar y enseñar en Chile! ¿Recuerda usted que Juan Flores, la primera persona que asistió a un discurso bíblico, había preguntado: “¿Y cuándo vendrán los demás?” ¿Qué le contestó el hermano Traub? “Vendrán.”
Y ciertamente han venido por centenares y miles... personas felices y amorosas que han hallado tranquilidad y paz en la organización de Jehová. Actualmente hay 280 congregaciones, y grupos aislados, con más de 16.000 publicadores que están esparciendo las semillas de la verdad desde el norte árido, donde existe una magnífica proporción entre la cantidad de publicadores y la de población, hasta el sur lujuriante, donde aún hay mucho trabajo que hacer. Mientras Jehová mantenga abierta la puerta de la oportunidad, los hermanos chilenos, por la bondad inmerecida de Jehová, están resueltos a terminar la obra que aun queda por hacer, para la honra y gloria de Él.
[Fotografía en la página 41]
Juan Flores, el primer chileno que respondió favorablemente a la verdad, preguntó: “¿Y cuándo vendrán los demás?”
[Fotografía en la página 49]
Kathe Palm, quien llegó a Chile en 1936, esparció enérgicamente las semillas de la verdad desde un extremo del país hasta el otro
[Fotografía en la página 57]
Richard Traub, quien dio comienzo a la predicación en Chile, y su esposa Consuelo
[Fotografía en la página 71]
Todo lo que quedó del hogar misional de Puerto Montt después del terremoto de 1960
[Fotografía en la página 79]
Edificio de la sucursal en Santiago, Chile
[Fotografía en la página 81]
Evelyn MacFarlane (Bunny Valenzuela), quien, antes de su muerte en 1978, había ayudado a 113 personas a aceptar la verdad
[Fotografía en la página 105]
Robert and Vora Hannan, quienes, durante su larga carrera misional, han ayudado a 181 personas a aprender la verdad
[Mapas en la página 39]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
CHILE
Arica
Calama
Pedro de Valdivia
Copiapó
Vallenar
Illapel
Valparaíso
San Antonio
Melipilla
Santiago
Rancagua
Concepción
Chillán
Coronel
Carahue
Temuco
Valdivia
Corral
Osorno
Fresia
Puerto Montt
Ancud
Castro
Puerto Natales
Punta Arenas
Porvenir
Isla de Robinsón Crusoe
Archipiélago de Juan Fernández
Isla de Pascua
PERÚ
BOLIVIA
ARGENTINA
OCÉANO ATLÁNTICO
OCÉANO PACÍFICO
[Tabla en la página 103]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
AUMENTO EN LA CANTIDAD DE PUBLICADORES
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12.000
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4.000
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2.025
1.034
361
65
0 1945 1950 1955 1960 1965 1970 1975 1980