1 CORINTIOS
Notas de estudio. Capítulo 15
si se aferran a ellas. En Corinto se estaba atacando la doctrina de la resurrección, una de “las enseñanzas básicas” del cristianismo (Heb 6:1, 2). Algunos declaraban: “No hay resurrección de los muertos” (1Co 15:12). Pablo se centró en los que decían: “Comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1Co 15:32). Es posible que estas palabras fueran una cita de Is 22:13. Pero también eran una buena descripción de la forma de pensar de los que se habían dejado influir por filósofos griegos como Epicuro, que afirmaban que la muerte era el fin de todo (Hch 17:32; ver la nota de estudio de 1Co 15:32). También es posible que algunos cristianos de origen judío estuvieran influenciados por las ideas de los saduceos, que negaban la resurrección (Mr 12:18). Otra posibilidad es que algunos pensaran que los cristianos ya habían experimentado durante su vida una especie de resurrección espiritual (2Ti 2:16-18). Fuera cual fuera el caso, si los corintios dejaban de aferrarse a “las buenas noticias”, su esperanza no se cumpliría y, por lo tanto, se habrían hecho creyentes “para nada”. Ver la nota de estudio de 1Co 15:12.
Cefas. Cefas es otro nombre para Pedro (ver la nota de estudio de 1Co 1:12). Antes de aparecerse a los discípulos en conjunto, Jesús se le apareció a Pedro, al parecer a solas (Lu 24:34). Esta visita personal debió de consolarlo mucho. Y seguro que Jesús la aprovechó para darle la guía que tanto necesitaba y confirmarle que le había perdonado que negara tres veces conocerlo. Ver la nota de estudio de Mr 16:7.
los Doce. Esta podría ser la misma ocasión que se registra en Jn 20:26-29, en la que Tomás estaba presente. Si fuera esa ocasión, la expresión “los Doce” estaría usándose aquí para referirse genéricamente al grupo de apóstoles. En la Biblia se emplea esta expresión tanto si el grupo está completo como si faltan uno o dos (Jn 20:24; Hch 6:1-6). Esta aparición de Jesús “a los Doce” seguro que los ayudó a perder el miedo y a ser valientes testigos de la resurrección de Jesús.
se les apareció a más de 500 hermanos a la vez. Como aquí dice que Jesús se les apareció “a más de 500 hermanos” y la mayoría de sus discípulos estaban en Galilea, es posible que esta fuera la misma ocasión que se describe en Mt 28:16-20 (ver la nota de estudio de Mt 28:16). Parece ser que en este grupo también estaban las mujeres a las que un ángel les había dicho que Jesús, ya resucitado, se les aparecería en Galilea (Mt 28:7). La mayoría de los que estuvieron presentes en esa ocasión todavía estaban vivos en el año 55 de nuestra era, cuando Pablo escribió su primera carta inspirada a los corintios. Así que, a los que dudaban de que Jesús hubiera resucitado, Pablo les estaba diciendo que aún había testigos oculares que podían confirmarlo personalmente.
ya se han dormido en la muerte. Ver la nota de estudio de Hch 7:60.
Santiago. Es probable que este Santiago sea el hijo de José (el padre adoptivo de Jesús) y de María (la madre biológica de Jesús). Al parecer, antes de resucitar Jesús, Santiago no era creyente (Jn 7:5). Es probable que aquí Pablo se esté refiriendo a una ocasión en la que Jesús se le apareció a Santiago en privado. Parece que esto contribuyó a convencerlo de que su hermano mayor realmente era el Mesías. Santiago se hizo creyente y tal vez ayudó a que se convirtieran sus otros hermanos (Hch 1:13, 14).
como a alguien nacido prematuramente. La palabra griega que aquí se traduce como “alguien nacido prematuramente” se refiere al niño que nace de manera repentina y traumática, y a destiempo. Pablo usa este término en sentido metafórico al hablar de su conversión y de cuando Jesús, ya resucitado, se le apareció de camino a Damasco. Puede haber varias razones que expliquen por qué usó este término. Quizás quería indicar que su proceso de conversión, durante el que perdió temporalmente la vista, fue inesperado y traumático tanto para él como para otros (Hch 9:3-9, 17-19). También es posible que quisiera indicar que su nacimiento como cristiano había sido, por así decirlo, a destiempo, cuando no correspondía. A diferencia de los cristianos mencionados en los versículos anteriores, él se había convertido cuando Jesús ya había regresado al cielo. Otra posibilidad es que Pablo estuviera reconociendo humildemente que no merecía el privilegio que se le había concedido. Esto concordaría con lo que él mismo dice en 1Co 15:9, 10. Fuera cual fuera la razón, está claro que Pablo valoraba muchísimo la experiencia de haber visto a Jesús resucitado. Para él fue una prueba innegable de que Jesús había sido levantado de entre los muertos (Hch 22:6-11; 26:13-18).
por la bondad inmerecida de Dios soy lo que soy. Aquí Pablo reconoce humildemente que no puede atribuirse el mérito de lo que ha logrado en su servicio a Jehová. Y lo destaca mencionando “la bondad inmerecida” de Dios tres veces en este versículo (ver glosario, bondad inmerecida). Este énfasis en la “bondad inmerecida” de Dios ayuda a entender mejor lo que Pablo quiso decir cuando afirmó: “He trabajado más que todos ellos” (es decir, más que los otros apóstoles). Él valoraba mucho la misericordia que Dios le había demostrado al elegirlo para ser apóstol, aunque antes había perseguido a los cristianos (1Ti 1:12-16). Para demostrar su agradecimiento, se esforzó al máximo por hacer el trabajo que se le había encomendado. Viajó largas distancias por tierra y mar para predicar las buenas noticias y estableció muchas congregaciones. Su ministerio también incluyó escribir por inspiración 14 cartas que llegaron a ser parte de las Escrituras Griegas Cristianas. Además, Jehová lo bendijo con el don de hablar en lenguas, con visiones y con la capacidad de realizar otros milagros, entre ellos una resurrección (Hch 20:7-10; 1Co 14:18; 2Co 12:1-5). Para Pablo, todo lo que pudo hacer en su servicio y las bendiciones que recibió fueron una muestra de la bondad inmerecida de Jehová.
algunos de ustedes dicen que no hay resurrección de los muertos. Si la enseñanza de la resurrección no fuera cierta, los que murieran con la esperanza de volver a vivir en la tierra en realidad permanecerían muertos para siempre (Mt 22:31, 32; Jn 11:23, 24; ver la nota de estudio de 1Co 15:2). Y los cristianos ungidos no podrían ir al cielo porque, para ir allí, primero tenían que morir y luego resucitar como seres espirituales (1Co 15:35-38; ver las notas de estudio de 1Co 15:36, 38). Pablo indicó que, si no hubiera una resurrección, la fe cristiana no tendría razón de ser, sería en vano (1Co 15:13, 14). Por eso defendió tan categóricamente la esperanza de la resurrección, y aquí en particular la de los cristianos ungidos.
resurrección. Ver la nota de estudio de Mt 22:23.
si Cristo no fue resucitado. La esperanza de la resurrección forma parte de los fundamentos de la fe cristiana; es una de sus “enseñanzas básicas” (Heb 6:1, 2). Si Jesús no hubiera sido resucitado, no podría haber realizado una de sus labores más importantes como Sumo Sacerdote: la de presentar el valor de su sacrificio redentor ante Jehová, en los cielos (Heb 9:24). Su resurrección está íntimamente ligada a otras enseñanzas básicas de la Biblia, como pueden ser las relacionadas con la soberanía de Dios, su nombre, el Reino y la salvación de los seres humanos (Sl 83:18; Mt 6:9, 10; Heb 5:8, 9).
somos falsos testigos de Dios. Aquí Pablo señala otra consecuencia de negar la resurrección. Si esa enseñanza fuera falsa, entonces Pablo y los demás evangelizadores estarían diciendo mentiras, no solo acerca de la resurrección de Jesús, sino también acerca de aquel a quien ellos le atribuían ese milagro, Jehová Dios.
todavía están en sus pecados. Aquí se señala otra consecuencia de negar la resurrección. Si Cristo no había sido resucitado, esto implicaba que no se había pagado ningún rescate a Dios. Y, como resultado, los seres humanos imperfectos todavía estarían en sus pecados, sin posibilidad de ser redimidos ni salvados (Ro 3:23, 24; 1Co 15:3; Heb 9:11-14).
han muerto para siempre. Si la esperanza de la resurrección no fuera real, los cristianos que habían muerto —algunos como mártires— habrían muerto para siempre. Habrían muerto engañados por la falsa esperanza de que iban a resucitar.
somos los más dignos de lástima. El apóstol Pablo y otros cristianos habían sufrido pérdidas y persecución, habían aguantado situaciones difíciles y se habían enfrentado a la muerte. Todo porque creían en la resurrección. Pero, si no había base para la esperanza de la resurrección, los cristianos eran las personas más dignas de lástima. Estas palabras de Pablo se mencionan al final de una serie de conclusiones negativas que habrían sido ciertas si Cristo no hubiera resucitado (1Co 15:13-19). Sin embargo, está claro que Pablo no creía que esas conclusiones fueran válidas, porque justo a continuación, en el versículo 20, afirma: “Pero Cristo fue levantado de entre los muertos”.
como primicias de los que se han dormido en la muerte. Jesús resucitó el 16 de nisán del año 33 de nuestra era. Ese día el sumo sacerdote judío presentaba ante Jehová parte de las primicias, o primeros frutos, de la primera cosecha de cereales. Él mecía de acá para allá una gavilla de los primeros frutos de la cosecha de la cebada (Le 23:6-14). Esta gavilla, que podía considerarse los primeros de los primeros frutos de la tierra, prefiguró a Jesucristo resucitado: él fue el primero en ser resucitado para recibir vida eterna en el cielo. Al llamar “primicias” a Jesús, se da a entender que en una cosecha posterior otras personas serían resucitadas para vivir en el cielo (1Co 15:23).
primicias. Ver glosario.
durante su presencia. El término griego traducido como “presencia” (parousía) aparece por primera vez en Mt 24:3, cuando algunos discípulos de Jesús le preguntan sobre la señal de su presencia. Ahí se refiere a la presencia invisible de Jesucristo como Rey mesiánico, que empezó cuando se convirtió en Rey en los cielos, al comienzo de los últimos días de este sistema. Aunque el término original se traduce en muchas Biblias como “venida”, literalmente significa ‘estar junto a’. No se refiere simplemente a una llegada o venida momentánea, sino a una presencia que abarca un periodo de tiempo. Este significado de parousía se señala en Mt 24:37-39, donde se compara “la presencia del Hijo del Hombre” a “los días de Noé, [...] antes del Diluvio”. En Flp 2:12 se vuelve a usar el mismo término cuando Pablo habla de su propia “presencia” en contraste con su “ausencia” (ver la nota de estudio de 1Co 16:17). En 1Co 15:23, Pablo indica que la resurrección en el cielo de “los que le pertenecen al Cristo” (es decir, los hermanos ungidos de Cristo y herederos con él) ocurriría en algún momento después de que Jesús se convirtiera en Rey del Reino de Dios.
el fin. O “el fin consumado”, “el fin completado”, “el fin definitivo” (ver la nota de estudio de Mt 24:6). Todo indica que aquí “el fin” (en griego, télos) se refiere al final del Reinado de Mil Años (Ap 20:4), cuando Jesús humilde y lealmente “le entregue el Reino a su Dios y Padre”. Para ese entonces, este Reinado Milenario ya habrá cumplido totalmente su propósito. Ya no será necesario que haya entre Jehová y la humanidad un gobierno secundario. Tampoco será necesario que Jesús siga sirviendo de Redentor, porque el pecado y la muerte heredados de Adán habrán desaparecido por completo y toda la humanidad ya habrá sido redimida (1Co 15:26, 28).
será destruido. O “será reducido a nada”. Lit. “está siendo hecho ineficaz”, “está siendo inutilizado”. Aquí Pablo está hablando del fin del último enemigo: el fin de “la muerte” heredada de Adán y sus consecuencias. Algo fundamental para destruir la muerte es devolver la vida a los muertos mediante la resurrección (Jn 5:28). Pablo defiende con firmeza esta enseñanza en el contexto de este versículo. Ahora bien, para destruir completamente la muerte, también es necesario borrar todo rastro del pecado heredado de Adán. Por eso Pablo explica más adelante que el pecado, “el aguijón que produce muerte”, será eliminado mediante el sacrificio redentor de Jesucristo. Así que Dios acaba con la muerte (es decir, la vuelve ineficaz o la inutiliza) a través de dos medios: la resurrección y el rescate. Por eso Pablo dice luego: “La muerte es eliminada [lit. “tragada”] para siempre” (1Co 15:54-57).
también se someterá. Al final de su Reinado de Mil Años, el Hijo le cede humildemente el gobierno a su Padre, Jehová, y se somete a su soberanía suprema. Esta acción de Jesucristo es el mayor reconocimiento posible al derecho de su Padre a gobernar. También demuestra que, a pesar de haber reinado con éxito durante todo ese tiempo, Jesús sigue siendo tan humilde como cuando vivió en la tierra como ser humano (Flp 2:5-11; Heb 13:8).
para que Dios sea todas las cosas para todos. Cuando Cristo le entregue el gobierno, Jehová volverá a gobernar directamente sobre todas sus criaturas. Los seres humanos perfectos ya no necesitarán un gobierno secundario, el Reino mesiánico, que repare los daños causados por la rebelión en Edén. Ya no serán necesarios un rescate, un mediador ni un sacerdocio. Como hijos e hijas de Jehová, los seres humanos disfrutarán de gran libertad y una comunicación directa con el Padre (Ro 8:21). Por inspiración, Pablo alude aquí al tiempo en que Jesús le entregará el Reino “a su Dios y Padre, cuando haya destruido todo gobierno y toda autoridad y poder” (1Co 15:24).
se bautizan con el propósito de ser personas muertas. En el capítulo 15 de 1 Corintios, Pablo defiende que la resurrección es una esperanza segura. En este contexto, indica que los cristianos ungidos por espíritu son bautizados, o sumergidos, en una vida que los llevará a morir fieles a Dios, como Cristo. Después serán resucitados como espíritus, igual que Jesús. Este bautismo incluye pruebas parecidas a las que sufrió el propio Jesús y, en muchos casos, lleva a una muerte similar a la de él (1Co 15:30-34). Los cristianos ungidos fieles tienen la esperanza de ser resucitados para vivir en los cielos. Así que este bautismo parece estar relacionado con el que mencionan Jesús en Mr 10:38 y Pablo en Ro 6:3. Ver las notas de estudio de Mr 10:38; Ro 6:3.
con el propósito de ser personas muertas. En la frase griega original se usa la preposición hypér. Aunque literalmente significa ‘sobre’, puede tener otros significados dependiendo del contexto. Algunas Biblias traducen toda la frase como “bautizarse por los muertos” o algo parecido. Por eso hay quienes concluyen que en este versículo se alude a personas vivas que se bautizan en sustitución o a favor de personas muertas. Sin embargo, en ningún lugar de la Biblia se habla de este tipo de bautismo. Tampoco hay pruebas de que existiera esa costumbre en los días de Pablo. Es más, esta idea no concuerda con lo que dicen otros versículos donde claramente se indica que los que se bautizaban eran “discípulos” que, a nivel personal, “aceptaron de buena gana” y “creyeron” el mensaje de Dios (Mt 28:19; Hch 2:41; 8:12).
he peleado con animales salvajes en Éfeso. Los romanos solían arrojar los delincuentes a las fieras en anfiteatros o circos. Algunos expertos argumentan que ese castigo no se pudo aplicar a Pablo porque era ciudadano romano. Sin embargo, hay pruebas históricas de que a algunos ciudadanos romanos se los arrojó a las fieras o se los obligó a pelear con ellas. En 2Co 1:8-10, Pablo habla de lo que podría ser una lucha literal con animales salvajes en un anfiteatro o circo. Si fue así, probablemente logró salvarse gracias a la intervención divina (comparar con Da 6:22). Puede incluso que esa fuera una de las muchas veces que estuvo “a punto de morir” durante su ministerio (2Co 11:23). Otros especialistas creen que Pablo está hablando de animales salvajes en sentido metafórico y que en realidad se refiere a feroces enemigos a los que se enfrentó en Éfeso (Hch 19:23-41).
comamos y bebamos, porque mañana moriremos. Pablo aquí está citando de Is 22:13. Ahí se describe bien la actitud de los desobedientes habitantes de Jerusalén. En vez de arrepentirse ante la amenaza de ser destruidos, se entregaban a los placeres. Es posible que Pablo citara estas palabras porque reflejaban la forma de pensar de los que negaban la esperanza de la resurrección. Algunos grupos, como por ejemplo los epicúreos, no creían en la resurrección y se centraban en vivir únicamente el presente. Sin embargo, como Pablo indica, la resurrección es una realidad, y les da motivos de sobra a los cristianos para seguir llevando una vida de sacrificio (1Co 15:58).
Las malas compañías echan a perder las buenas costumbres. O “Las malas compañías corrompen los principios morales”. Estas palabras parecen ser un proverbio o una expresión de los días de Pablo que transmite la misma idea básica que otros versículos bíblicos (Pr 13:20; 14:7; 22:24, 25). Pablo cita este dicho para animar a sus hermanos cristianos a evitar la relación innecesaria con gente que no cree en la doctrina bíblica de la resurrección (1Co 15:3-8; ver la nota de estudio de 1Co 15:12). Él sabía que relacionarse con los que rechazaban esta y otras enseñanzas cristianas bien fundadas podía perjudicar la fe y “echar a perder” (en griego, fthéirō, que significa ‘corromper’ o ‘arruinar’) las buenas costumbres y actitudes de otros (Hch 20:30; 1Ti 4:1; 2Pe 2:1). La congregación de Corinto tenía muchos problemas graves y es posible que, en parte, se debieran a que algunos habían elegido mal sus compañías (1Co 1:11; 5:1; 6:1; 11:20-22).
Entren en razón. Aquí Pablo usa un verbo griego que literalmente significa ‘volver a estar sobrio’ o ‘recuperarse de una borrachera’. Algunos cristianos corintios habían prestado atención a enseñanzas apóstatas, como la idea de que no había una resurrección. Y ahora estaban en una especie de adormecimiento espiritual, confusos y desorientados como los borrachos. Por eso Pablo los anima a despertar, despejar su mente y aclarar sus ideas esforzándose por entender bien la enseñanza de la resurrección. Y tenían que hacerlo con urgencia, antes de que ese profundo adormecimiento les causara una enfermedad, o incluso la muerte, espiritual (1Co 11:30).
a menos que primero muera. Al hablar del cristiano ungido que resucita con un cuerpo espiritual, Pablo compara enterrar el cuerpo físico a sembrar una semilla. Una vez plantada, la semilla “muere” en el sentido de que se desintegra. Luego se convierte en una planta totalmente distinta en forma y aspecto (comparar con Jn 12:24). Del mismo modo, el cristiano elegido por Dios para ser heredero con su Hijo tiene que morir primero para poder recibir la incorrupción y la inmortalidad en el cielo. En 1Co 15:42-44, Pablo usa cuatro veces en sentido metafórico el concepto de ser sembrado. Así describe cómo un cristiano ungido por espíritu entrega su cuerpo físico para poder recibir un cuerpo espiritual cuando resucite. Ver la nota de estudio de 1Co 15:38.
Dios le da el cuerpo. Aquí Pablo continúa comparando la resurrección de un cristiano ungido por espíritu a la germinación de una semilla (ver la nota de estudio de 1Co 15:36). Pone como ejemplo un pequeño grano de trigo. Cuando se siembra, “muere” como semilla y luego brota una planta que no se le parece en nada (1Co 15:36, 37). Igualmente, los cristianos ungidos primero mueren como seres humanos. Y luego, a su debido tiempo, vuelven a la vida con cuerpos totalmente nuevos (2Co 5:1, 2; Flp 3:20, 21). Al resucitarlos, Dios les da cuerpos espirituales a fin de que puedan vivir en el mundo espiritual (1Co 15:44; 1Jn 3:2).
la gloria de cada estrella es diferente. A algunos corintios les resultaba difícil de creer que un ser humano de carne y hueso muriera y después pudiera ser resucitado con un cuerpo diferente, un cuerpo espiritual. Por eso Pablo les da una serie de llamativos ejemplos. Entre otras cosas, habla de las estrellas. Los que observaban el cielo en el siglo primero podían comprobar fácilmente que había estrellas de distinto brillo y color. Pablo quería dejar claro que, si Dios podía crear estrellas tan diferentes, también podía resucitar a los seres humanos y crearles un cuerpo diferente, un cuerpo espiritual.
incorrupción. Aquí se emplea un término griego (aftharsía) que se refiere al estado de algo que no puede descomponerse, corromperse ni perecer. Después de vivir y servir a Dios fielmente y de morir en un cuerpo humano corruptible y mortal, los ungidos resucitados reciben un cuerpo espiritual incorruptible (1Co 15:44). Este cuerpo, que “resucita en incorrupción”, será por naturaleza incapaz de descomponerse o destruirse y, al parecer, también será autosuficiente. Comparar con la nota de estudio de 1Co 15:53.
físico. Aquí se emplea el término griego psykhikós. Este término viene de la palabra psykhḗ, que tradicionalmente se traduce como “alma”. En este versículo se usa para describir el cuerpo de las criaturas terrestres en contraste con el cuerpo de los seres espirituales. Se refiere a algo que es material, tangible, visible y mortal. Ver glosario, alma.
El primer hombre, Adán [...]. El último Adán. En la primera parte del versículo, Pablo cita de Gé 2:7 (“el hombre se convirtió en un ser vivo”), pero añade “primer” y “Adán”. En la segunda parte llama a Jesús “el último Adán”. Y luego, en 1Co 15:47, llama a Adán “el primer hombre [o “ser humano”]” y a Jesús “el segundo hombre [o “ser humano”]”. El primer Adán desobedeció a su Padre, que le había dado la vida, mientras que el último Adán le demostró obediencia absoluta. El primer Adán les pasó el pecado a sus descendientes. En cambio, el último Adán sacrificó su vida humana para expiar los pecados de la humanidad (Ro 5:12, 18, 19). Y Jehová le devolvió después la vida como espíritu (1Pe 3:18). Jesús era un hombre perfecto igual que Adán. Así que, sin violar sus propias normas de justicia, Jehová podía aceptar el sacrificio de Jesús como “rescate correspondiente” para redimir a los descendientes de Adán. Este sacrificio permitiría que los seres humanos recuperaran la posibilidad de disfrutar de la vida que el primer Adán había perdido (1Ti 2:5, 6). Con toda la razón se puede llamar a Jesús “el último Adán”. Esta expresión indica que, después de él, ya no será necesario otro Adán. Comparar con las notas de estudio de Lu 3:38; Ro 5:14.
un ser vivo. O “un alma viva”, “una persona viva”. Pablo cita aquí de Gé 2:7, donde el término hebreo néfesh se traduce como “ser” o, según la nota, “alma” o “persona”. Este término hebreo literalmente significa ‘criatura que respira’. Ver glosario, alma.
del que es celestial. Aquí se refiere a Jesucristo, “el último Adán” (1Co 15:45).
en un abrir y cerrar de ojos. La palabra griega que aquí se traduce como “abrir y cerrar” (rhipḗ) indica un movimiento rápido. En este contexto parece referirse a un parpadeo de los ojos, un vistazo o un golpe de vista. Esto indica que, cuando suene la última trompeta, los cristianos ungidos serán resucitados instantáneamente y recibirán vida inmortal en los cielos (1Te 4:17; Ap 14:12, 13).
inmortalidad. El término griego que aquí se traduce como “inmortalidad” (athanasía) aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas: en 1Co 15:53, 54 y en 1Ti 6:16. Básicamente significa ‘imposibilidad de morir’. Se refiere a la cualidad de la vida que no tiene fin y es indestructible. Los discípulos ungidos de Cristo, que durante su vida “mortal” sirven fielmente a Dios, resucitan como criaturas espirituales y reciben algo más que una vida eterna. Jehová les da “una vida indestructible”. Esto demuestra lo mucho que confía en ellos (Heb 7:16). Comparar con la nota de estudio de 1Co 15:42.
La muerte es eliminada para siempre. O “La muerte es tragada para siempre”. Pablo cita aquí lo que Isaías escribió en el siglo octavo antes de nuestra era para demostrar que Dios había prometido hacía mucho tiempo que acabaría con la muerte heredada de Adán. El texto hebreo de Is 25:8 dice acerca de Dios: “Él eliminará la muerte para siempre”. Cuando Pablo cita estas palabras, usa una expresión griega (traducida aquí como “para siempre”) que literalmente significa ‘hacia dentro de la victoria’. Algunas Biblias reflejan este significado literal y dicen: “La muerte ha sido tragada en la victoria” o “¡Qué victoria tan grande! La muerte ha sido tragada”. Sin embargo, en algunos contextos, la expresión griega también puede significar ‘definitivamente’ o ‘para siempre’. De hecho, en la Septuaginta se emplea en versículos como Is 25:8 y Lam 5:20 para traducir el término hebreo que significa ‘para siempre’. Así que hay base firme para traducir esta expresión griega como “para siempre” en 1Co 15:54, sobre todo si se tiene en cuenta el sentido original del texto hebreo que se está citando.
“Muerte, ¿dónde está tu victoria? Muerte, ¿dónde está tu aguijón?”. Aquí Pablo cita de Os 13:14. Oseas no estaba profetizando que los israelitas desobedientes fueran a resucitar en aquel tiempo. Más bien, la aplicación que hace Pablo muestra que esa profecía se refiere al tiempo futuro en que los muertos resucitarán y la Tumba (Seol o Hades) perderá todo su poder. Pablo cita en parte de la Septuaginta, donde dice: “¿Dónde está, muerte, tu sentencia [o “castigo”]? ¿Dónde, Hades, tu aguijón?”. Al dirigir estas preguntas retóricas a la muerte, el último enemigo (1Co 15:25, 26), es como si Pablo estuviera diciendo: “Muerte, ¡no volverás a tener la victoria! Muerte, ¡tu aguijón ya no puede hacer daño!”.
aguijón. El término griego kéntron puede referirse al aguijón de animales como el escorpión. Aparece en Ap 9:10, donde se habla de langostas simbólicas y se dice que “tienen colas con aguijones, como los escorpiones”. En 1Co 15:55, se usa metafóricamente para referirse al dolor y el sufrimiento que les ha causado la muerte, el último enemigo, a millones de seres humanos (1Co 15:26). Tal como un escorpión sin aguijón no puede picar, la muerte no podrá hacerles daño a los ungidos después de que resuciten para heredar el Reino de Dios y reciban la inmortalidad (1Co 15:57; Ap 20:6). Durante el Reinado de Mil Años de Cristo, Dios eliminará por completo el aguijón de la muerte heredada de Adán cuando millones de seres humanos sean resucitados y la muerte sea arrojada en sentido figurado “al lago de fuego” (Ap 20:12-14; 21:4; Jn 5:28, 29).
y el poder del pecado es la Ley. O “y la Ley le da poder al pecado”. Aquí Pablo está hablando de la Ley mosaica. Esta ley explicaba claramente qué era el pecado y mencionaba entre los pecados muchas acciones e incluso actitudes (Ro 3:19, 20; Gál 3:19). En ese sentido, la Ley le daba poder al pecado. Como resultado, los israelitas estaban conscientes de que eran pecadores, de que eran culpables ante Dios y de que necesitaban al Mesías (Ro 6:23).
Por lo tanto, [...] manténganse firmes, inamovibles. El término griego que aquí se traduce como “firmes” tiene el sentido de estar estables y bien asentados, y tener una base firme. Este mismo término se traduce igual en Col 1:23, donde se relaciona con la expresión “bien establecidos en el fundamento”. Implica mantenerse firmes en una posición gracias a la fe absoluta en Dios y en sus promesas (1Pe 5:9). El término original para “inamovibles” transmite una idea similar y se refiere a algo que no se puede sacudir ni mover de su lugar. Cuando un cristiano se enfrenta a una prueba o a un ataque contra su fe, la esperanza actúa como “un ancla” que impide que el barco se mueva de donde está (Heb 6:19). Pablo usa juntos estos dos términos, “firmes” e “inamovibles”, para expresar su deseo de que los cristianos corintios estén totalmente decididos a mantenerse firmes en su esperanza y su fe, seguros de que sus esfuerzos “en la obra del Señor” nunca son en vano.
la obra del Señor, [...] su trabajo relacionado con el Señor. En este contexto, el término griego Kýrios (“Señor”) puede referirse tanto a Jehová Dios como a Jesucristo. Podría referirse a Jehová porque Pablo dice que “somos colaboradores de Dios” en el ministerio cristiano y llama a este ministerio “la obra de Jehová” (1Co 3:9; 16:10; Is 61:1, 2; Lu 4:18, 19; Jn 5:17; Ro 12:11). Además, cuando Jesús habló de la cosecha espiritual, llamó a Jehová “Dueño [o “Señor” (en griego, Kýrios)] de la cosecha” (Mt 9:38). Pero también es posible que Pablo estuviera pensando en la obra o el ministerio que Jesús encabezó cuando estuvo en la tierra (Mt 28:19, 20). En cualquier caso, los ministros cristianos tienen el gran privilegio de colaborar en declarar las buenas noticias tanto con el Señor Soberano Jehová como con el Señor Jesucristo.