¿Se puede hallar seguridad en medio de la lóbrega situación económica?
LA SOCIEDAD humana hoy día está experimentando crecientes ansiedades; y esto a pesar de los asombrosos logros técnicos. Entre las razones principales para esto están las angustias económicas. Estas se han multiplicado rápidamente, plagando a la gente con intranquilidad, tensión y tristeza.
El tono y contenido de recientes declaraciones hechas por los economistas, voceros de los grupos de consumidores, y líderes políticos, comerciales y gremiales son alarmantes. Algunos hasta temen un completo derrumbe económico en los países occidentales.
Pero ¿por qué se ha hecho tan dificultoso el cuadro económico? ¿Qué se puede hacer para hallar seguridad en medio de la lóbrega situación económica?
El precio de la inflación
Una cosa que ha contribuido mucho a la lobreguez económica en los países occidentales es la inflación, la cual se refiere a un aumento general de precios cuando el poder adquisitivo de la gente excede la oferta de mercaderías disponibles. Por un tiempo esto puede llevar a un auge económico, produciendo más trabajos. Pero con el tiempo se desarrollan problemas graves. ¿Cómo es eso?
Hay muchos factores implicados. Pero una razón importante es que gran parte del poder adquisitivo de la gente se apoya en dinero prestado. Entonces llega el día en que las personas comprenden que están profundamente endeudadas. Los altos porcentajes de interés y la devaluación del dinero no permiten pensar en pedir más dinero prestado. Las personas reducen las compras. Una merma en la demanda de muchos artículos hace que la industria reduzca la producción, lo que puede conducir a una desocupación en masa.
Esta es la situación en la que se hallan muchos países hoy. Con respecto a las condiciones económicas, las fuentes informativas de los Estados Unidos, el Canadá, Alemania, Inglaterra y América del Sur usan expresiones como “‘catástrofe’ de la inflación,” y “lobreguez en todas partes.”
Recientemente la industria del automovilismo en los Estados Unidos recibió un golpe duro. Una prolongada baja en las ventas inició grandes despidos, dejando desocupados a cientos de miles de trabajadores del automovilismo. La cantidad de desempleados entonces en los Estados Unidos era de 7.500.000 personas, un 8,2 por ciento de toda la fuerza laboral. “Aterrador” y “sin paralelo” es como algunos describieron el súbito y rápido giro hacia abajo.
La inflación, al igual que un tumor maligno, se abre paso por dentro de la entera estructura de la sociedad. Amenaza al comercio internacional, al cambio monetario, la estabilidad de los sueldos y de los niveles de precios, los ahorros, las inversiones, la solvencia individual, comercial y nacional, el seguro social y una multitud de programas gubernamentales para los necesitados, tales como los almuerzos para escolares a precio bajo y bonos de alimento para los pobres.
¿Cómo ha afectado todo esto a Juan Público? El U.S. News & World Report señaló: “La inflación . . . ahora está devorando los ahorros familiares, poniendo a los acostumbrados placeres fuera del alcance, esparciendo inseguridad.” Una encuesta que se hizo a fines de 1974 “halló que los consumidores estaban con un ánimo más lóbrego que en cualquier otro tiempo desde . . . 1946.”
¿Por qué no han podido disipar la inflación las soluciones que proponen los expertos? Porque la inflación es meramente un síntoma de una causa más básica de las angustias económicas. ¿Qué es eso?
¿Qué es lo que promueve a la inflación?
En un artículo titulado “Inflación y deflación,” escrito para el World Book Encyclopedia, el profesor de economía Kenneth E. Boulding explica que, cuando la gente tiene dinero que gastar, “se dirige a las tiendas y comercios, buscando comprar cosas que siempre ha querido.” Si la industria no está produciendo suficientes de estos artículos deseados (como durante un tiempo de guerra), “los precios de las mercaderías forzosamente suben a medida que las personas hacen ofertas una contra la otra por la pequeña provisión que haya disponible.” Así es que la inflación brota del deseo de la gente de acumular excesivamente cosas materiales. Y muchas de estas cosas son artículos de lujo que tienen poco o ningún valor práctico.
Con demasiada frecuencia este deseo de cosas materiales es tan abrumador que las personas se llenan de deudas. Una actitud de ‘vivir ahora, conseguirlo ahora y pagar más tarde’ tiende a hacerlas comprar a crédito y comprometerse más allá de lo que permiten sus ingresos. Un artículo acerca de consejos sobre el crédito que apareció en el Herald-Examiner de Los Ángeles informó que la deuda nacional de las familias y de las personas solteras en los Estados Unidos alcanzó “una marca de todos los tiempos de 820 mil millones de dólares.” El artículo agregó que los residentes de la zona de Los Ángeles se “apresuran a cargarse con más créditos, algunos metiéndose en más y más dificultades.”
Por supuesto, no es probable que la mayoría de las personas disminuyan su deseo de adquirir posesiones materiales. Pero uno no tiene por qué imitar su derrotero egoísta. El obtener un punto de vista equilibrado de las cosas materiales puede ayudar a uno a hallar seguridad en medio de la creciente confusión económica.
Un modo equilibrado de ver las cosas materiales
Las personas por todo el mundo, sea que afirmen ser cristianas o no, reconocen que Jesucristo poseyó una sabiduría y percepción sobresalientes. Jesús advirtió con respecto a un deseo desordenado por las cosas materiales: “Guárdense de toda suerte de codicia, porque aun cuando uno tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”—Luc. 12:15.
Esto no significa que las posesiones en sí mismas sean malas, o que haya algo incorrecto en vivir cómodamente. La cosa que debe evitarse es la “codicia,” lo cual significa estar “desordenadamente deseoso” de cosas materiales.
Le ayudará a uno a lograr equilibrio si reflexiona sobre lo superficial que puede ser el cifrar su confianza en las posesiones materiales. ¿No es verdad que muchos individuos por años “han apartado un poco” en una cuenta de ahorros, solo para hallar que los precios ascendentes y el dinero inflado y devaluado han diezmado lo poco que tenían? Si el lector vive de ingresos fijos, conoce demasiado bien las desilusiones que acompañan el cifrar la confianza en el valor del dinero.
Pero ¿qué hay si uno tiene un buen trabajo y su sueldo continúa aumentando para hacer frente al alza de precios? Aquí, también, hay necesidad de equilibrio. ¿Ha considerado, por ejemplo, cuán rápidamente pueden cambiar las cosas? El Bulletin dominical de Filadelfia explicó: “Por todas partes la gente comienza a preocuparse acerca de su trabajo. Y debería. Tanto porque la seguridad de los trabajos no es de ningún modo inexpugnable como porque un poco de previsión ahora puede pagar dividendos más tarde. Suficientemente malo es que a uno lo despidan de su trabajo en estos días. Aun peor es el que le suceda completamente de sorpresa.”
Esto ciertamente es un problema crítico. Los reducidos volúmenes de ventas y las escaseces graves están obligando a miles de comerciantes cada año a cerrar sus puertas. El director de una empresa consultora internacional de administración hizo notar: “En tiempos como éstos, demasiadas personas entierran su cabeza en la arena, pensando que esto no me puede suceder a mí, y esto es particularmente cierto de personas que han estado con la misma organización por años y años.” Cuando una de las fábricas de Chrysler en Detroit fue amenazada con un cierre total, un empleado exclamó: “Esto me asusta un poco. Tengo seis hijos y acabo de comprar un nuevo automóvil. Si pierdo mi trabajo, ¿qué voy a hacer?”
Los bienes raíces, también, parecen ofrecer poco a modo de seguridad. Los propietarios de los bienes están expuestos a fuertes impuestos, altos costos de mantenimiento, vandalismo y la imposibilidad de los locatarios de pagar sus alquileres.
El buscar la seguridad en las posesiones materiales equivale a apoyarse sobre una caña rota que no ofrece apoyo. Pero hay una manera de tener seguridad verdadera. ¿Cuál es?
Manera de tener seguridad verdadera
El apóstol Pablo, en 1 Timoteo 6:7, 8, comenta de modo práctico al decir: “Porque nada hemos traído al mundo, y tampoco podemos llevarnos cosa alguna. Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” ¿No aliviaría la ansiedad económica para uno el contentarse con lo que ya tiene? Probablemente uno posea una cantidad de cosas que nunca usa. ¿Lastimaría, en realidad, el restringir más compras innecesarias?
La opinión que una persona tenga de sí misma puede ser otro factor que contribuya a los problemas económicos. ¿No es verdad que en gran número de casos la desocupación resulta porque muchas personas no están dispuestas a hacer trabajos serviles o a trabajar por un sueldo inferior al que recibían en un trabajo anterior? Si se necesita un trabajo, ¡qué necia es esa actitud! ¿No tiene más sentido el bajar ligeramente la norma de vida de uno que permanecer tozuda e innecesariamente desocupado? El apóstol Pablo, un hombre que aprendió de la experiencia personal “tanto de estar saciado como de tener hambre, tanto de tener abundancia como de padecer necesidad,” dio este sano consejo: “Digo a cada uno que está allí entre ustedes que no piense más de sí mismo de lo que es necesario pensar.”—Rom. 12:3; Fili. 4:12.
Otra declaración de Jesús que puede ayudarnos a hallar seguridad en un aprieto económico se encuentra en Mateo 6:25, 32, 33: “Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuanto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán. . . . Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y Su justicia, y todas estas otras cosas les serán añadidas.” Cientos de miles de personas, tanto en tiempos antiguos como en los tiempos modernos, pueden testificar de la capacidad de Dios para suministrar las necesidades de la vida y su disposición de hacerlo para los que hacen su voluntad.
El buscar primero el reino de Dios y Su justicia puede contribuir a la seguridad hasta de un modo indirecto. ¿Cómo? Debido a que la persona que aplica los principios bíblicos en su vida se hace más diligente en su trabajo. En vez de holgazanear en el trabajo, robándole tiempo a su empleador, obedece este consejo que se da en Efesios 4:28: “Que el que hurta ya no hurte más, sino más bien que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que es buen trabajo.” Los patronos a menudo vacilarán en despedir o deshacerse de un trabajador de esta clase.
La Biblia suministra más base para la seguridad puesto que predijo los actuales “tiempos críticos, difíciles de manejar,” que incluyen graves angustias económicas, como una señal de “los últimos días” del actual sistema de cosas. (2 Tim. 3:1; Mat. 24:7, 8; Rev. 6:5, 6) Pronto, así como lo prometen las Sagradas Escrituras inspiradas, un sistema nuevo prevalecerá en toda la Tierra y habrán desaparecido para siempre las angustias económicas.—2 Ped. 3:13; Rev. 21:1-4.
¿Le gustaría disfrutar de la seguridad de ese sistema nuevo en el cual jamás habrá una lóbrega situación económica? Los testigos de Jehová tendrán mucho gusto en ayudarle a satisfacer los requisitos de Dios para ello por medio de conducir gratis con usted un estudio bíblico de hogar.
[Ilustración de la página 3]
[The Wall Street Journal, 12 de diciembre de 1974]
[El Times de Nueva York, 13 de febrero de 1975]
[The Detroit News, 5 de diciembre de 1974]
[The Jerusalem Post, 12 de diciembre de 1974]
Los titulares dicen: “Desastre económico se extiende sobre Europa; desempleo de millones causa gran preocupación”; “Pobres oprimidos en garras de la inflación”; “Se teme recesión global en 1975”; “No se ve alivio para la debilitada economía mundial.”