Esforzándose por mejorar el matrimonio
DE TODAS las relaciones entre adultos humanos, el matrimonio es la más estrecha. Cuando un esposo y una esposa se maltratan el uno al otro, a menudo la herida es profunda y duradera. Pudiera parecer que el divorcio es la única solución.
Pero, seguramente usted convendrá en que el romper un matrimonio es asunto serio. ¿Realmente producirá el divorcio mayor felicidad? ¿O no sería mejor esforzarse por mejorar su matrimonio?
Se necesita un punto de vista equilibrado
Puede que el divorcio parezca ser un modo fácil de escapar de la molestia de los problemas maritales. Pero se necesita un punto de vista equilibrado, porque en muchos casos el divorcio solo ha empeorado los asuntos para los implicados. Psychology Today, para mayo de 1975, contenía los siguientes comentarios: “A pesar de todos los animados libros acerca del divorcio creativo, del divorcio sin culpa, de una mejor vida por medio del divorcio, las personas cuyos matrimonios fracasan son desdichadas.” La soledad es especialmente difícil para las personas divorciadas.
‘Pero, ¿por qué debería sentirse solitaria una persona divorciada?’ quizás pregunte uno. ‘¿No son populares en la actualidad las relaciones informales de parejas que viven juntas sin un compromiso formal del uno al otro?’ Pero, hay muchos individuos cuyas conciencias no los permiten entrar en esas relaciones promiscuas. Y aun si uno escogiera vivir de ese modo, ¿podría alguien que se enorgullece de ‘no implicarse’ satisfacer su necesidad de pertenecer a alguien? “El matrimonio llena una profunda necesidad de alimento y compromiso emocional,” señala un consejero matrimonial de Nueva York. “Eso no se halla en una relación informal.” ¿Hay la posibilidad de que el divorcio intensifique, más bien que solucione, sus problemas?
Pero, ¿qué hay si una persona casada participara en relaciones sexuales con una persona que no fuera su cónyuge, quizás aun con un homosexual? Esto trae a colación una interesante consideración del divorcio que se halla en la Biblia.
“¿Por toda suerte de motivo?”
En el primer siglo de la E.C. hubo una controversia entre eruditos judíos en cuanto a cuáles eran las causas aceptables para el divorcio. El código de la ley judía conocido como la Mishnah conserva la siguiente tradición de aquel tiempo: “La Escuela de Shammai dice: Un hombre no puede divorciarse de su esposa a menos que haya hallado falta de castidad en ella . . . Y la Escuela de Hillel dice: [Él puede divorciarse de ella] aun si ella le echó a perder un plato . . . El R[abí] Akiba dice: Aun si él halló otra mejor parecida que ella.”
En vista de estas opiniones diferentes, que se parecen a las opiniones que se sostienen en tiempos modernos, ciertos fariseos le preguntaron a Jesucristo: “¿Es lícito que un hombre se divorcie de su esposa por toda suerte de motivo?” (Mat. 19:3) Jesús contestó:
“¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne’? . . . Por lo tanto, lo que Dios ha unido bajo un yugo, no lo separe ningún hombre. Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su esposa, a no ser por motivo de fornicación, y se case con otra comete adulterio.”—Mat. 19:4-6, 9.
La palabra griega porneía, que aquí se traduce “fornicación,” incluye adulterio, homosexualidad y actos sexuales contranaturales. Por lo tanto, cuando esas cosas están envueltas, las Escrituras permiten que una persona se libre del cónyuge infiel y vuelva a casarse. Pero no hay una obligación bíblica de procurar un divorcio.
Pero, ¿qué hay de una situación en la que alguien somete a su cónyuge a abuso físico, aunque no comete “fornicación”? Aquí es apropiado el consejo que se halla en 1 de Corintios 7:10, 11: “La esposa no debe irse de su esposo; pero si de hecho se fuera, que permanezca sin casarse o si no que se reconcilie con su esposo; y el esposo no debe dejar a su esposa.”
Por eso, aunque la Palabra de Dios permite el divorcio por motivo de la “fornicación” y permite la separación, no anima a los matrimonios a separarse. Más bien, la admonición es la de esforzarse por mejorar el matrimonio, de ‘reconciliarse.’ Y la Biblia contiene principios sencillos que han ayudado a millares de esposos y esposas a mejorar sus matrimonios. Consideremos algunos de estos principios.
Llegando a ser “una sola carne”
Recordará que Jesús dijo de los esposos y esposas. “Ya no son dos, sino una sola carne.” (Mat. 19:6) Los cónyuges que funcionan como “uno” saben cómo piensa el otro y están de acuerdo sobre los asuntos. En otras palabras, se comunican. ¿Cómo puede usted hacer esto?
¿Sabía usted que frecuentemente las Escrituras presentan a Dios como “escuchando” y “prestando atención” a la gente, aun a sus quejas? (Gén. 21:17; Éxo. 2:23-25; Deu. 9:19; Sal. 69:33; Mal. 3:16) ¿Es usted un buen oyente? ¿Repite usted lo que dice su cónyuge, inquiriendo para asegurarse de que entiende lo que dice? El que uno verdaderamente escuche es muy diferente de solo inclinar la cabeza como atento a lo que se está diciendo e introducir un “oh” o “ah” a intervalos en la “conversación,” mientras que se concentra en otra cosa.
Además hay la necesidad de comunicarse aprecio y amor el uno al otro. La Biblia habla favorablemente del intercambio de “expresiones de cariño” entre un pastor y su amada doncella sulamita. (Cant. de Cant. 1:2, 4; 4:10; 7:12) Una sonrisa amistosa de vez en cuando, un guiño afectuoso, una expresión de aprecio genuina como “qué bien luces hoy, querida,” pueden hacer mucho para mantener a un matrimonio sobre una base sólida.
El principio de la jefatura amorosa
Otro asunto que conduce a muchos matrimonios al tribunal de divorcio es la idea equivocada de lo que son los papeles respectivos del esposo y la esposa. Piense en cuántas disputas y peleas se podrían evitar si se aplicara el siguiente principio bíblico: “Que las esposas estén en sujeción a sus esposos como al Señor, porque el esposo es cabeza de su esposa.”—Efe. 5:22, 23.
¿Suena eso como un arreglo riguroso? Antes de contestar, considere lo que declaran las Escrituras a continuación: “Esposos, continúen amando a sus esposas . . . Los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa a sí mismo se ama, porque nadie jamás odió a su propia carne; antes bien la alimenta y la acaricia . . . Que cada uno de ustedes individualmente ame a su esposa así como se ama a sí mismo.”—Efe. 5:25, 28, 29, 33.
El cabeza de familia amoroso le presta atención a la opinión de su esposa sobre los asuntos, comprendiendo que ella puede tener mayor habilidad que él en algunos asuntos. También le ‘asigna honra como a un vaso más débil’ físicamente, no esperando de su esposa más de lo que ella puede dar razonablemente. (1 Ped. 3:7) Esposa, si su esposo asumiera su responsabilidad como cabeza de familia y usted lo apoyara, ¿no mejoraría su matrimonio?
Sin embargo, para que mejore el matrimonio, es preciso que el esposo y la esposa eviten una actitud que hoy se ha hecho popular. ¿Qué es?
Probablemente usted habrá observado el énfasis que se pone hoy en la satisfacción personal. La publicación Physician’s World recalca: “Hoy día se nota un nivel de expectación mucho más elevado de parte de ambos cónyuges. Saben por los medios de comunicación que deben esperar retener su juventud, disfrutar de una posición de vida más elevada, y mantener sus apetitos sexuales. Es una crisis que a menudo termina en el divorcio.”
La Biblia, en 1 de Corintios 10:24, insta a una disposición mental completamente opuesta: “Que cada uno siga buscando, no su propia ventaja, sino la de la otra persona.” Por ejemplo, con respecto a las relaciones sexuales las Escrituras aconsejan:
“Que el esposo rinda a su esposa lo que le es debido; pero que la esposa haga lo mismo también a su esposo. La esposa no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposo; así mismo, también, el esposo no ejerce autoridad sobre su propio cuerpo, sino su esposa No estén privándose de ello el uno al otro, a no ser de común acuerdo.”—1 Cor. 7:3-5.
Si cada uno considerara la satisfacción de su cónyuge como más importante que la suya, ¿no mejoraría su matrimonio?
Necesariamente reconocemos que muchas personas han luchado por años para hacer un éxito de su matrimonio, pero no han recibido cooperación de su cónyuge. ¿Es ésa la situación en que se halla?
Si lo es, no se descorazone. Tome en serio la admonición de Gálatas 6:9: “No desistamos de hacer lo que es excelente, porque al debido tiempo segaremos si no nos rendimos.” A menudo un esposo o una esposa obstinado ha cambiado de actitud debido a la buena conducta de su cónyuge.—1 Ped. 3:1, 2.
Pero aunque eso no suceda en su caso, no hay por qué pensar que sus buenos esfuerzos son en vano. El apóstol Pedro escribió: “Si alguno, por motivo de conciencia para con Dios, soporta cosas penosas y sufre injustamente, esto es algo que agrada.” (1 Ped. 2:19) El apegarse a los principios bíblicos bajo presión trae el favor de Dios, que es la cosa más importante que los cristianos pueden ‘segar.’
¿Quisiera usted esforzarse por mejorar su matrimonio? Los testigos de Jehová se alegrarán de conducir un estudio bíblico gratis con usted. Gustosamente le señalarán los principios inspirados por Dios que pueden hacer un éxito de su matrimonio.
[Ilustración de la página 7]
El realmente prestar atención cuando su cónyuge habla puede ayudar a mejorar la relación matrimonial