El Mesías... ¿qué efectuaría? ¿y cuándo?
¿QUÉ significa para usted el término “Mesías”? ¿Piensa en una figura humana política que habría de derrotar a los enemigos de Israel, restaurar a los judíos a la Tierra Prometida y reconstruir el templo de la adoración de Dios en Jerusalén?
Nunca ha aparecido un Mesías semejante. En algunos lugares de la Tierra los judíos todavía están oprimidos. Sin embargo, las Escrituras Hebreas mencionan definidamente una “descendencia” por medio de la cual toda la humanidad recibiría bendiciones un día. Esta descendencia, o Mesías (que significa “ungido”), descendería de los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob, por medio de la tribu de Judá y la familia del rey David.—Gén. 3:15; 12:1-3; 22:18; 26:3, 4; 28:13, 14; 49:10; 2 Sam. 7:12-16.
Sin embargo, para muchos, el tema del Mesías implica mucha confusión. A Dictionary of Judaism declara: “Hubo varios conceptos acerca del Mesías . . . Sin embargo, no hay una opinión autoritativa en cuanto a todos estos conceptos y el judaísmo no tiene nada definido que decir acerca de estos temas.” Pero, ¿qué hay de las Escrituras Hebreas? ¿Ha examinado usted personalmente lo que éstas dicen acerca del Mesías prometido? ¿Qué efectuaría? ¿Y cuándo?
Un logro preliminar
Solo hay un lugar en las Escrituras donde la palabra hebrea Mashíahh, o Mesías, aparece como sustantivo sola (es decir, sin palabras calificativas, tal como en ‘el ungido de Dios,’ “mi ungido”). Eso ocurre en Daniel 9:24-27, que señala a un logro excepcional del Mesías, uno que él efectuaría mucho tiempo antes que las bendiciones de su gobierno se extendieran por todo el mundo. Leemos:
“Hay setenta semanas que han sido determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para poner fin a la transgresión, y para acabar con el pecado, y para hacer expiación por el error, y para introducir la justicia para tiempos indefinidos, y para imprimir un sello sobre visión y profeta, y para ungir el Santo de los Santos. Y debes saber y tener la perspicacia de que desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén hasta Mesías el Caudillo, habrá siete semanas, también sesenta y dos semanas. Ella volverá y será realmente reedificada, con plaza pública y foso, pero en los aprietos de los tiempos.
“Y después de las sesenta y dos semanas Mesías será cortado, con nada para sí.
“Y a la ciudad y al lugar santo el pueblo de un caudillo que viene los arruinará. Y el fin de él será por la inundación. Y hasta el fin habrá guerra; lo que está decidido es desolaciones.
“Y él tiene que mantener el pacto en vigor para los muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará que cesen el sacrificio y la ofrenda de dádiva.”
¿Observó usted que la llegada del “Mesías el Caudillo” (Mashíahh Nagid, hebreo) está conectada aquí con poner fin al pecado? ¿Qué parte tiene en esto el Mesías? Consideremos algunos rasgos de una profecía que se halla en Isaías 52:13-53:12, que la antigua paráfrasis judía aramea, o Targum, aplica a “mi siervo, el Ungido [o, el Mesías].”
“Pero él fue herido debido a nuestros pecados, aplastado debido a nuestras iniquidades. Cargó el castigo que nos sanó, y por sus heridas fuimos curados.
“Pero el SEÑOR escogió aplastarlo por enfermedad, para que, si él se hacía como ofrenda por la culpa, pudiera ver prole y tener larga vida, y que por medio de él pudiera prosperar el propósito del SEÑOR.
“Con seguridad, a él le daré los muchos como su porción, él recibirá la multitud como su despojo. Porque él se expuso a la muerte y fue contado entre los pecadores, puesto que cargó con la culpa de los muchos e hizo intercesión por los pecadores.”—Isa. 53:5, 10, 12, Jewish Publication Society, 1973.
El hacer “intercesión por los pecadores” es un paso preliminar que establece la base para que las personas gocen de las futuras bendiciones mesiánicas. ¿Cómo es eso? Bueno, ¿podría alguien gozar verdaderamente de los beneficios del gobierno mesiánico al mismo tiempo que se enfrenta a los rigores de la vejez y la muerte? ¿Y qué es la causa de este proceso de la muerte?
La primera vez que se menciona la muerte en las Escrituras es en Génesis 2:16, 17, donde se registra que Dios le dijo al primer hombre Adán: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo no debes comer de él, porque en el día que comas de él positivamente morirás.” La desobediencia a ese mandato pondría en acción inmediatamente el proceso de morir en Adán, resultando con el tiempo en su muerte.
La Biblia registra que Adán y su esposa, Eva, sí trasgredieron el mandato de Dios. (Gén. 3:6) Esto no solo los afectó a ellos, sino a toda su prole, que nos incluye a nosotros los que estamos vivos ahora. El patriarca Job exclamó: “¿Quién puede producir a alguien limpio de alguien inmundo? No hay ninguno.” (Job 14:4) El salmista David escribió: “¡Mira! Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre.” (Sal. 51:5) Según la Biblia, el hombre hereda desde la concepción misma el pecado y su consecuencia final, la muerte.
Es cierto que algunas personas se oponen a la enseñanza de que el hombre hereda el pecado. Contienden que, aunque todos los seres humanos tienen una “inclinación” hacia obrar mal, están completamente capacitados para vencerla. Por ejemplo, la literatura rabínica judía, hace referencia a ciertos individuos “perfectamente justos.” Pero, ¿ha conocido usted alguna vez a una persona ‘perfectamente justa’? ¿Han tenido buen éxito los esfuerzos combinados de aun los hombres más dedicados y más instruidos en detener la creciente marea de odio, crimen, violencia, inmoralidad sexual y otros ayes que afligen a la humanidad? Claramente, el hombre necesita ayuda divina si ha de abolir las tendencias pecaminosas.
¿Cuán alto fue el “precio”?
Pero, ¿por qué no expiaban el pecado los sacrificios animales y otros bajo la ley mosaica, que incluían los del Día de Expiación? Las Escrituras indican que la expiación por el pecado heredado requeriría algo de mucho más valor que esas víctimas animales. Leemos, en el Salmo 49:6-9:
“Los que están confiando en sus medios de mantenimiento, y que siguen jactándose acerca de la abundancia de sus riquezas, ninguno de ellos puede de manera alguna redimir siquiera a un hermano, ni dar a Dios un rescate por él; (y el precio de redención del alma de ellos es tan precioso que ha cesado hasta tiempo indefinido) para que todavía viva para siempre y no vea el hoyo.”
¿Cuán alto fue el “precio” que se tenía que pagar para rescatar a la humanidad del pecado y la muerte? La perfecta justicia de Dios estipuló ‘alma por alma.’ (Deu. 19:21) Puesto que Adán fue originalmente perfecto, sin pecado, solo otro humano perfecto podría restaurar lo que Adán perdió para su prole por medio del pecado. Como se observó anteriormente, el libro bíblico de Daniel le asigna ese papel a “Mesías el Caudillo.”
¿Cuándo debería la gente esperar ver el cumplimiento de esta actividad preliminar del Mesías? ¿Cómo podría este “ungido” tener una línea de ascendencia humana, y no obstante estar libre de pecado?
Contando las “semanas” hasta el Mesías
La profecía de las “setenta semanas” especifica que “Mesías el Caudillo” aparecería a las 69 semanas (7 + 62) “desde la salida de la palabra de restaurar y reedificar a Jerusalén.” (Dan. 9:25) ¿Cuándo salió esa “palabra”?
Las Escrituras Hebreas, en Nehemías 2:1-6, relatan que el rey persa Artajerjes Longímano expidió esa “palabra,” o decreto, para la restauración y reedificación en Jerusalén en su año vigésimo, que fue en 455 antes de la E.C. Muchos judíos y otros eruditos concuerdan en que las “semanas” que se mencionan aquí son “semanas de años,” es decir, que cada semana tiene siete años de duración. Contando hacia adelante 69 semanas de años, ó 483 años, desde 455 antes de la E.C. nos lleva al año 29 E.C. ¿Apareció alguien que afirmara ser el Mesías en ese año?a
¿Qué se puede decir de Jesús de Nazaret?
Quizás usted piense en Jesús de Nazaret, que vivió en ese tiempo. ¿Tuvo Jesús las credenciales del Mesías prometido? El registro del Evangelio de Lucas, que ha sido alabado por su exactitud histórica, declara que Juan el Bautista, precursor de Jesús, comenzó su predicación pública en la primavera del “año decimoquinto del reinado de Tiberio César,” que abarcó parte del año 29 E.C. (Luc. 3:1, 2) Jesús fue bautizado y emprendió su actividad de predicación y enseñanza públicas como el “ungido” de Dios aproximadamente seis meses más tarde, en el otoño de 29 E.C.—Luc. 3:21-23; 4:16-21.
Como se hizo notar en el artículo precedente de esta revista, el método y contenido de la enseñanza de Jesús, así como sus asombrosos milagros, hicieron que muchos concluyeran que él era el Mesías prometido. Aun las circunstancias del nacimiento y muerte de Jesús fueron cosas que las Escrituras Hebreas predijeron con relación al Mesías prometido. ¿Cómo es eso?
Ante todo, Jesús nació en Belén, concerniente a lo cual leemos en Miqueas 5:2: “Y tú, oh Belén Efrata, el demasiado pequeño para llegar a estar entre los miles de Judá, de ti me saldrá aquel que ha de llegar a ser gobernante en Israel, cuyo origen es de tiempos tempranos, desde los días de tiempo indefinido.” La paráfrasis judía aramea, o Targum, de este versículo declara: “De ti saldrá delante de mí el Mesías.”—Vea Mateo 2:1.
El modo en que nació Jesús, también, merece la atención. El relato del Evangelio dice:
“El ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea, cuyo nombre era Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un varón de nombre José de la casa de David; . . . De modo que el ángel le dijo: . . . ‘¡mira! concebirás en tu matriz y darás a luz un hijo, y has de ponerle por nombre Jesús. Éste será grande y será llamado Hijo del Altísimo; . . . ’ Pero María dijo al ángel: ‘¿Cómo será esto, puesto que no estoy teniendo coito con varón alguno?’ En respuesta el ángel le dijo: ‘Espíritu santo vendrá sobre ti, y poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso también lo que nace será llamado santo, Hijo de Dios.’”—Luc. 1:26, 27, 30-32, 34, 35.
La concepción milagrosa de Jesús y el ‘cubrimiento’ divino de su desarrollo en la matriz de María aseguraría libertad del pecado adámico, y haría de Jesús un ser humano perfecto. De este modo el Mesías estaría en posición de pagar el costoso precio del rescate para redimir a la humanidad del pecado y la muerte.—Sal. 49:7; Mat. 20:28.
Según Daniel 9:25-27, “Mesías el Caudillo” sería “cortado” “a la mitad de la [septuagésima] semana.” Con exactitud precisa Jesús murió el día de Pascua de la primavera de 33 E.C., exactamente media ‘semana de años,’ o tres años y medio, después de su bautismo.—Mat. 26:2; Juan 13:1, 2.
¿Fue Jesús el Mesías prometido? Los hechos expuestos en lo susodicho claramente señalan hacia esa conclusión. Pero puede que evidencia de esta clase no sea suficiente para convencer a muchas personas. Se necesita algo más. Y está disponible. ¿De qué modo?
Un ‘espíritu de genio’
Es importante tener en mente que la vida de Jesús fue de mucho más valor que el meramente concordar con fechas y lugares predeterminados en la profecía bíblica. Sus enseñanzas y actividades no son simplemente palabras sobre papel. Jesús fue una persona. Para determinar si es que fue el Mesías o no, hay que considerar el “espíritu,” o la actitud impulsora del corazón, que hizo de Jesús lo que fue y que motivó las cosas que dijo e hizo. Concerniente a esto, el erudito judío Claude Montefiore dice en The Synoptic Gospels:
“Hay cierto espíritu y brillo acerca de la enseñanza de Jesús que uno o percibe con aprecio o no percibe. . . . La enseñanza de Jesús, que ha tenido efectos tan colosales sobre el mundo, es más que y algo diferente de una lista de preceptos dividida en secciones. No es meramente la suma de sus partes; es un todo, un espíritu. Ese espíritu tiene las características del genio. Es grandioso, estimulante, heroico. . . .
“Aunque uno pudiera hallar estrechos paralelos separados para 970 versículos de los, digamos, 1.000 versículos en el Evangelio en los cuales Jesús es el orador, y aunque uno los reuniera e hiciera de éstos un bonito librito, no hubiera producido un sustituto del mismo valor religioso. La unidad, el aroma, el espíritu, el genio, todos hubieran huido. O, más bien, uno no pudiera infundir éstos dentro de su elegante colección de fragmentos y trozos escogidos.”
¿Se ha esforzado usted personalmente por captar el “espíritu” de las enseñanzas de Jesús mediante un cuidadoso estudio de los cuatro relatos del Evangelio de Mateo, Marcos, Lucas y Juan a la luz de las Escrituras Hebreas? El hacerlo le ayudará a discernir el papel preliminar del Mesías y por qué Jesús de Nazaret no cumplió en su día mucho de lo que popularmente se esperaba del “ungido” de Dios. Sin embargo, lo que él sí efectuó, puso el fundamento para que toda la humanidad obtenga maravillosas bendiciones en el futuro cercano. ¿Qué clase de bendiciones serán éstas? ¿Vivirá usted para verlas realizadas?
Los cumplimientos finales comienzan en nuestro día
Las Escrituras Hebreas también contienen profecías concernientes al “hijo del hombre,” o Mesías, como un glorioso rey celestial que recibiría de Dios “gobernación y dignidad y reino, para que los pueblos, grupos nacionales y lenguajes todos le sirvieran aun a él.” (Dan. 7:13, 14) Bajo la gobernación de ese Reino celestial, la humanidad disfrutará de vida eterna en salud perfecta en un paraíso restaurado sobre toda la Tierra. (Sal. 133:3; compare con Isaías 33:24; 35:5, 6.) Aun los muertos volverán a la vida en una resurrección. (Job 14:13-15; Dan. 12:13; Juan 5:28, 29) El sacrificio voluntario que el Mesías hizo de su perfecta vida humana hace posible todo esto. Pero, ¿cuándo vendrán esas bendiciones?
Contrario a las esperanzas populares de los judíos de su día, Jesús explicó: “El reino de Dios no viene de modo que sea llamativamente observable.” (Luc. 17:20) ¿Cómo, pues, podemos determinar cuándo el Reino esté a la mano?
Como una “señal . . . de la conclusión del sistema de cosas,” Jesús predijo entre otras cosas guerra en gran escala, sobresalientes escaseces de alimentos, terremotos, aumento del desafuero y otros “dolores de aflicción.” (Mat. 24:3, 6-8, 12; compare con Revelación 6:1-8.) ¿No han plagado a la humanidad esas cosas en una escala sin precedentes desde el año trascendental de 1914? Según la profecía de Jesús, la generación que experimentara esto vería las bendiciones del gobierno del Mesías comenzar a extenderse por toda la Tierra. (Mat. 24:34; Zac. 9:10) ¿No son ésas las mejores noticias para la gente que vive actualmente?
Las Escrituras Hebreas bosquejan un papel expiatorio preliminar para “Mesías el Caudillo” y señalan con precisión a 29 E.C. como el año para que apareciera. (Dan. 9:25) Su muerte de sacrificio habría de acontecer media ‘semana de años,’ o tres años y medio, más tarde. (Dan. 9:26, 27; Isa. 52:13-53:12) La vida de Jesús de Nazaret corresponde exactamente con estas profecías y todas las otras acerca de las actividades preliminares del Mesías. En vista de esto, ¿no merecen los relatos de los Evangelios el más serio y cuidadoso estudio? ¿Está usted dispuesto a hacer ese estudio? El que usted desee participar en las bendiciones mundiales del gobierno del Mesías hace imperativo que usted lo haga.
[Nota]
a Algunos dicen que esta profecía se refiere a dos ‘ungidos.’ Uno, sugieren ellos, aparecería después de 7 semanas (49 años), el otro después de 62 semanas adicionales (434 años). Pero esto ni es lo que dice el texto ni como lo consideraron los judíos del primer siglo de la E.C. La traducción griega de los Setenta, por ejemplo, enlaza los dos períodos que tiene el texto hebreo como “siete” y “sesenta y dos” “semanas de años.” Considerando al hebreo de este modo, solo se habría de presentar un Mesías después de 69 semanas (483 años).
En cuanto al punto de vista que sostenían los judíos a comienzos de la era común acerca de esta profecía, un rabino del siglo diecisiete Menasseh ben Israel, escribió en su obra De Termino Vitae [“Concerniente al fin de la vida”]: “Algunos aceptarían esas 70 semanas como queriendo significar que después de su fin vendría el Mesías que los constituiría gobernantes de todo el mundo. Ciertamente, todos los que empuñaban las armas en contra de los romanos en ese tiempo sostenían esa opinión.”