Cómo hacer frente a la soledad
JOANNA era una joven atractiva de 15 años de edad que disfrutaba de gran popularidad entre los muchachos y también las muchachas. Parecía que era feliz, que gozaba de una abundancia de compañerismo. Su vida terminó bruscamente con el disparo de un arma de fuego de dos cañones... por la propia mano de ella. Dejó esta nota: “El amor es dejar de sentirse solo. El aburrimiento lastima.”
¿Por qué se sentiría sola una persona como Joanna, rodeada de tantos amigos?
El estar solo no necesariamente es sentirse solo
A muchas personas les agrada pasar algún tiempo a solas para poder reflexionar y meditar. Sin embargo, toda persona tiene la necesidad fundamental de comunicar sus sentimientos a otra persona que manifieste interés en ellos. Cuando a uno se le frustra este deseo de compartir los asuntos íntimos de su corazón, el resultado es una soledad melancólica.
Por lo tanto, se nos hace fácil entender cómo uno pudiera sentirse solo en un gentío, o hasta con una multitud de personas a quienes se conociera superficialmente. La soledad existe cuando no hay respuesta por parte de otros, cuando sentimos que no se nos desea o que tenemos que llevar nuestras cargas emocionales solos.
Hay razones legítimas para sentirse solo. Puede que muera un cónyuge o un amigo íntimo. En tal caso no cabe duda de ello... uno va a sentirse solo. El divorcio también engendra la soledad. Una señora describe en estas palabras la angustia que el divorcio ocasiona:
“Estoy en medio de un divorcio que yo no quería y jamás pensé que sucedería. Mi esposo me ha abandonado. Mi angustia es tan grande que a veces quisiera estar muerta. No me parece que llegará el día en que pueda sobreponerme a esto, especialmente a las 4 de la mañana cuando despierto y vuelvo a darme cuenta de que se me ha abandonado y estoy SOLA.”
Si uno se muda a un nuevo ambiente, posiblemente lejos de sus amigos íntimos, bien puede ser que la soledad lo siga. No hay por qué turbarse o pasar vergüenza porque uno se siente solo. Eso es normal y es de esperarse. Una autoridad dice:
“Una vez que se acepta la soledad como un sentimiento perfectamente humano, es casi seguro que los sentimientos de soledad pasen. Los reemplazarán disposiciones o sentimientos de otra clase. Es una realidad de la vida el que estos sentimientos van y vienen. El no aceptar esta realidad, el esperar que se ha de vivir en un estado de euforia constante, solo resulta en desilusión y amargura.”—Theodore I. Rubin.
No es cuestión de nunca sentirse solo, sino de no dejar que la soledad venza a uno. Sin embargo, el saber lo que causa la soledad es una cosa, el dar con la solución es otra.
El decir: “Ocúpese” al que se siente solo no es solución completa
A menudo la respuesta típica que se da a la persona que se siente sola es: “¿Qué le pasa? No hay necesidad de que se sienta solo. Salga a pasear. Afíliese a algún club. ¡Ocúpese y haga algo!” Se coloca toda la culpa por la soledad sobre la víctima.
Sin embargo, el mantenerse ocupado simplemente con el objetivo de mantenerse ocupado puede ser como un narcótico. No le hace frente a la verdadera causa de la soledad, sino que la cubre o elude. Un investigador admitió lo siguiente:
“Un sinnúmero de viudas me han dicho que han probado esta fórmula [de mantenerse ocupadas] con el único resultado de que descubren que vuelven a una casa vacía totalmente rendidas y más indefensas que nunca ante el vacío doloroso de su vida.”
No obstante, algunos han descubierto que el mantenerse ocupados en hacer cosas para otros con un motivo altruista sí previene la soledad. El ocuparse así puede crear la clase de relaciones de que carecen las personas que sufren de soledad. El ejemplo bíblico de la cristiana Dorcas ilustra esto. “Esta abundaba en buenos hechos y en dones de misericordia,” según el registro bíblico.—Hech. 9:36.
Cuando Dorcas murió, evidentemente no estaba casada. ¿Había formado relaciones estrechas con otras personas? La Biblia dice que “todas las viudas” lloraron debido a la muerte de Dorcas y ‘exhibieron muchas prendas de vestir’ que ella les había hecho. (Hech. 9:39) Ella había hecho el esfuerzo de ejecutar obras de bondad para el bien de personas que también estaban solas. Esto hizo que éstas le tuvieran verdadero aprecio. Esto también ayudó a Dorcas a alejar de sí la soledad. El ser generoso de modo parecido puede ayudar a uno hoy a hacer frente a los sentimientos de soledad.
Pero, ¿por qué logran algunos solteros y solteras hallar felicidad en medio de sus circunstancias, mientras que otros no?
Muchas veces depende del modo de ver las cosas
Naturalmente, uno puede desear tener su propia familia amable y lamentar ser soltero o soltera. Sin embargo, en una encuesta reciente se preguntó a varias personas si estarían dispuestas a cambiar su vida por la de otra persona, si pudieran hacerlo, y, en tal caso, con la de quién. El hecho asombroso fue que tanto los casados como los solteros se miraban con envidia unos a otros. Una esposa que deseaba cambiar su vida por la de una amiga soltera escribió:
“Su tiempo es de ella. Puede viajar e ir adonde quiera cuando quiera. Cuando una está casada y tiene hijos la vida nunca es de una. Una siempre tiene a su esposo e hijos a quienes responder y satisfacer . . . No comprenda mal lo que digo. Amo mucho a mi familia y es el centro de mi vida. Pero si tuviera la oportunidad de escoger de nuevo, no me casaría.”—Psychology Today, agosto de 1976.
Aunque el lector o la lectora este soltero o soltera por fuerza de las circunstancias más bien que por gusto, considere, de todos modos, las ventajas. El ver su situación así le ayudará a evitar la actitud debilitante de compadecerse de sí mismo o sí misma. Una soltera advirtió: “Hay peores cosas en la vida que el no hallar un hombre,” y entonces agregó: “Está el no hallarse a una misma.” Pero esto último no se logra dedicando la persona todo su tiempo a pensar en sí misma.
Haga el esfuerzo de relacionarse con otras personas
La Biblia sugiere que uno “no [esté] vigilando con interés personal solo sus propios asuntos, sino también con interés personal los de los demás.” (Fili. 2:4) Muestre interés bondadoso en otros. Esté dispuesto a pagar el precio emocional de relacionarse con otras personas. Esfuércese por formar relaciones que sean más que superficiales.
“¡No es tan fácil como suena!” contestan miles de personas que viven en soledad. Cierto. Esto requiere que seamos compasivos, que cultivemos lo que la Biblia llama “sentimientos como compañeros.” (1 Ped. 3:8) La palabra griega original de este texto literalmente significa “sufrir con.” Está envuelta en ella la idea de compartir las experiencias de otros. Por eso, cuando usted esté teniendo una conversación, en vez de estar pensando en qué va a decir después, escuche con verdadero interés. Concentre su atención en lo que el que le habla le está diciendo. Trate de sentir las emociones que esa persona esta sintiendo. Vea las cosas desde el punto de vista de ella.
Nada estimula una buena conversación a mayor grado que unas cuantas preguntas significativas, pero consideradas, como: “¿De dónde es usted?” “¿Qué piensa usted de ese lugar?” “¿Qué diversiones le gustan?” “¿Tiene usted algún pasatiempo?” Si la persona es un compañero cristiano, una pregunta que generalmente logra empezar la conversación es: “¿Cómo se interesó usted en llegar a ser cristiano?” Por supuesto, evite el curiosear o persistir en un asunto más allá de lo que le sea cómodo a su compañero.
Pronto se le harán a usted preguntas similares y tendrá la oportunidad de hablar. Además de simplemente estar hablando, estará dando el primer paso en establecer afinidad con otra persona. La próxima vez que se encuentren, tendrán algo en común. Esta persona ya no será para usted otra cara más en la muchedumbre. Tampoco lo será usted para ella. Han empezado a compartir ideas y experiencias.
Hay que esperar que surjan algunos momentos difíciles. La Biblia misma dice: “Todos cometemos muchos errores; ahora bien, si alguien no comete ningún error en lo que dice, es un hombre perfecto.” (Sant. 3:2, Versión Popular) Por lo tanto, no espere la perfección de usted mismo ni de otros. Muchas veces hay una timidez natural. Requiere tiempo y compartimiento mutuo el edificar una amistad verdadera. Por eso, no se imagine que es posible formarla después de unas cuantas conversaciones ligeras. El punto es éste: Muestre interés amable en otros y hallará que, poco a poco, la soledad crónica desaparecerá. Sin embargo, ¿resultarán ser buenos amigos todos sus conocidos?
Cuidado con su modo de escoger amigos
Son muchísimos los relatos acerca de personas que se han hallado solas, especialmente mujeres, a quienes otras personas ofrecen amistad para aprovecharse de ellas egoístamente. “Por su soledad, ella ha perdido todo buen juicio. Todavía cree que hizo lo correcto,” se lamentó un oficial de la ley canadiense acerca de una viuda sola de quien un hombre en quien ella había confiado quitó por extorsión 100.000 dólares.
El dinero no es la única cosa, ni la más valiosa, que pueden perder las personas solitarias al no tener cuidado al escoger compañía. Las normas morales de la persona, su dignidad, el respeto que se tiene a sí misma, una buena conciencia son solo unas cuantas de las cosas “valiosas” que los llamados amigos consoladores han quitado a personas en soledad. Por eso, el cristiano verdadero debe buscar amistades entre personas que se rijan por principios bíblicos. Contienen sabiduría práctica los siguientes proverbios de la Biblia:
“El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal.”—Pro. 13:20.
“No tengas compañerismo con nadie dado a la cólera . . . para que no te familiarices con sus sendas y ciertamente tomes un lazo para tu alma.”—Pro. 22:24, 25.
“El que está teniendo compañerismo con las prostitutas [o mujeres y hombres inmorales] destruye cosas valiosas.”—Pro. 29:3.
Es especialmente peligroso el que los casados que no pueden comunicarse bien con sus cónyuges busquen una respuesta emocional de otra fuente. ¡Cuánto mejor es que se esfuercen por tener una relación más estrecha con su cónyuge! Aprenda a compartir, no simplemente el hogar, sino sus sentimientos.
El sentido común y el respeto al matrimonio deben informarnos que no deberíamos esperar que una persona del sexo opuesto con quien no tenemos el derecho de estar envueltos en sentido emocional satisfaga ciertas necesidades de compañerismo que tengamos. Por supuesto, cuando un cristiano que se halla en soledad está experimentando una situación muy difícil, solo es natural que otras personas de la congregación, especialmente los ancianos, muestren interés en ella. (1 Tes. 5:14) Una cristiana que sufrió un terrible trastorno emocional debido a su divorcio dijo: “Durante ese tiempo me sirvió de gran ayuda un anciano que, junto con su esposa, mostró interés sincero en mí. Pasaban a diferentes horas simplemente para decirme unas cuantas palabras animadoras.” ¿Qué impidió el desarrollo de emociones indebidas? Ella dijo: “Siempre venía acompañado de su esposa, de modo que los sentimientos incorrectos jamás entraron en mi mente.”
Sin embargo, el simplemente tener asociación agradable con buenos amigos no es la solución completa para la soledad. No se puede pasar todo el tiempo en conversación amigable. Para que la persona tenga dignidad y amor propio, cosas que son tan necesarias para vencer la soledad, es preciso que su vida tenga propósito y un sentido genuino de logro. ¿Qué se necesita para proveer esto?
Una relación que exige compromiso
“La palabra ‘compromiso’ fue siempre para mí un término indeseable,” dijo una soltera de 24 años de edad. Pero su vida no tenía significado, como ella dijo: “No era más que un día tras otro de depresión y soledad. . . . Pasé muchos años esperando... esperando que el mundo me entregara un sobre con información en él sobre lo que debería hacer con mi vida. Me imaginaba que entonces todo estaría bien. No me sentiría sola ni insegura.” Aquello nunca sucedió.
La experiencia de esta joven es típica de muchos jóvenes, pues un investigador dijo esto acerca de muchos adolescentes que se sienten solos: “No desarrollaron profundidad, no aprendieron a usar los instrumentos de supervivencia, no descubrieron la importancia de fijarse proyectos en la vida.” No se puede exagerar la importancia de los “proyectos en la vida” ni del compromiso si uno quiere vencer la soledad. Pero, ¿comprometerse a qué? Hoy tenemos disponibles muchas actividades, ocupaciones, trabajos. ¿Cuál de éstos debe escogerse como el ‘proyecto de uno en la vida’?
Hace varios milenios un rey sabio tuvo los medios que le permitieron seguir una meta tras otra... las riquezas, la horticultura, la jardinería ornamental, la construcción, los intereses músicos, una dama, y muchas otras cosas. Después de meditar en todos los diferentes derroteros a los cuales había dedicado esfuerzo, el rey Salomón dijo: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque esto es el deber todo del hombre.” Él había considerado todo lo que entonces estaba disponible. Su experiencia en la vida contribuyó a que llegara a la conclusión de que el hacer girar uno su vida alrededor de Dios y Su adoración era la única actividad que traía satisfacción duradera. Muchos han descubierto que la “conclusión” a la que llegó Salomón es igualmente cierta en el mundo actual.—Ecl. 2:3-11; 12:13.
¿Se quiere decir con esto simplemente ir a reuniones religiosas y envolverse intensamente en asuntos sociales? Posiblemente el lector haya probado eso. La Biblia indica que el compromiso tiene que ser respecto a algo más profundo que simplemente las funciones sociales o hasta alguna obra noble.
Jesucristo mostró que se precisa una relación con Dios, una relación personal, íntima. Previendo que sus discípulos iban a abandonarlo, dijo: “No estoy solo, porque el Padre está conmigo.” (Juan 16:32) Él percibía el profundo interés que su Padre tenía en él. Dios no estaba remoto o lejano. Jesús conocía a su Padre. Esta cercanía de relación con el Padre fue lo que fortaleció a Jesús durante los momentos en que ninguna criatura humana estuvo cerca para darle ayuda.
Aunque usted esté envuelto en actividades religiosas, ¿ha desarrollado usted realmente una relación personal con Dios? ¿Percibe usted el interés profundo que él tiene en su vida? ¿Se siente usted como se sintió Jesús cuando dijo: ‘El Padre está conmigo’? ¿O le parece a usted que Dios está distante, no interesado?
Realmente, para llegar a conocer a Dios, primero hay que aprender acerca de él, acerca de su personalidad. Se puede hallar esa información en la Biblia. Los testigos de Jehová tendrán gusto en ayudarle individualmente, y sin costo alguno, a conseguir conocimiento exacto acerca de Dios.—Juan 17:3.
A medida que usted crezca en este conocimiento, irá acercándose más a nuestro Padre celestial. Verá como él le provee la fuerza que necesita para enfrentarse a las preocupaciones y aprensiones de cada día. Todo esto le ayudará a edificar una fuerte relación personal con Dios, que es la solución óptima para la soledad.
[Comentario en la página 10]
Al adelantar en edad, ¿basta con las relaciones humanas?