‘La reina de las carreteras’
¿LE GUSTA la historia? Si es así, quizás se haya dado cuenta de que no siempre es fácil hallar una fuente histórica confiable. Por ejemplo, los historiadores antiguos a menudo exageraban las cosas o relataban lo que obviamente eran mitos y leyendas increíbles como si fueran la verdad.
Muchas personas no se dan cuenta del hecho sobresaliente de que la Biblia es una excepción en cuanto a eso. A pesar de que es un libro de historia antigua, vez tras vez ha probado que es confiable y exacta respecto a los detalles que da sobre acontecimientos y lugares de interés. Sirve como ejemplo de esto una carretera antigua que conduce a Roma viniendo desde el sur. Se le llama la vía Apia.
Esta carretera fue construida cerca del año 300 a. de la E.C. y ya se había usado mucho cuando, en el año 59 de la E.C., el apóstol Pablo anduvo sobre sus resistentes piedras de lava. Pablo viajó una buena parte de esta carretera, a la cual los poetas romanos llamaban longarum regina viarum, o “reina de las carreteras de larga distancia.” ¿Le gustaría seguir las huellas del viaje de Pablo?
La llegada a Puteoli
Después de dejar Malta, donde habían naufragado, Pablo y sus compañeros continuaron su viaje con un oficial del ejército, ya que Pablo era un prisionero que había apelado a Nerón César. Llegaron a Italia por Puteoli (hoy conocido como Pozzuoli, que está cerca de Nápoles). El relato dice: “Aquí hallamos hermanos y se nos suplicó que permaneciéramos con ellos siete días.”—Hechos 28:14.
Evidentemente el oficial del ejército no puso objeción a esta invitación. ¿Debería sorprendernos? No, porque la antigua Puteoli era “uno de los balnearios favoritos de los romanos, ya que se estimaba que sus numerosas fuentes de aguas termales eran eficaces para la cura de diversas enfermedades.”—La Cyclopaedia de M’Clintock y Strong.
Mientras Pablo estuvo con los cristianos en Puteoli, probablemente éstos le explicaron que la carretera a Roma, a pesar de ser famosa, no era una por la cual era cómodo viajar. Si usted mira un mapa de Italia, (vea la ilustración) pudiera pensar que Pablo viajaría directo hacia el norte, yendo por la costa hasta llegar a Roma. Pero esto no era posible. Aunque habría de construirse una carretera por la costa una generación después, bajo el emperador Domiciano, en los días de Pablo era preciso desviarse hacia el interior del país. Después de llegar a Capua en el interior del país, Pablo tomaría la ‘reina de las carreteras’ hasta Roma, que estaba a 212 kilómetros de allí.
De Capua a Terracina
Cuando Pablo llegó a Capua, estaba en el punto donde originalmente terminaba la via Apia. Sin embargo, mucho antes de los días de Pablo, se había continuado la construcción de la carretera hacia el este hasta Beneventum, donde una carretera moderna que está en uso hoy fue construida sobre la antigua. Desde Beneventum (conocida hoy por Benevento) la vía Apia continuaba hacia el sureste a través de Venusia (Venosa), directo hasta el puerto de Tarentum (Tarento) y el de Brundisium (Brindisi), en el “talón” de la “bota” de Italia, una distancia de 370 kilómetros.
Por cierto, se debió a estos puertos marítimos que la vía Apia fuera tan importante para los romanos. La vía Apia llegó a ser la primera etapa de todo viaje de Roma a Grecia. A medida que el Imperio Romano se extendió hacia el este, hubo muchísimo tránsito por la ‘reina de las carreteras.’
Por supuesto, Pablo no estaba viajando hacia el este hasta Beneventum para luego continuar a Brundisium y después a Grecia. El iba hacia el norte y oeste a Roma. ¿Cómo fue su viaje?
Quizás el hermoso paisaje haya compensado por lo accidentado de la carretera a medida que Pablo dejaba atrás a Capua e iba pasando por las colinas de Campania en dirección a la costa. La carretera era desigual porque estaba pavimentada con bloques poligonales de resistentes piedras de lava. Pero las piedras no lo era todo. Antes de colocar éstas, los romanos habían removido la capa superior del suelo hasta llegar a lo que pudiera servir de fundamento sólido. Entonces, sobre éste, se colocaron varias capas... piedras grandes, piedras trituradas y grava mezclada con argamasa. Por último, se pavimentó la superficie de la carretera y se le dio una forma ligeramente convexa para que el agua corriera. ¡Las carreteras romanas estaban hechas para durar!
Mientras Pablo se iba acercando a Tarracina (conocida hoy como Terracina) la carretera comenzó a ir a lo largo de la costa, y se podía apreciar un panorama estupendo, pues se podían ver los peñascos precipitándose hasta el mar en medio de una hermosa vegetación. Sin duda, tomaba varios días recorrer el trayecto de 109 kilómetros que había desde Capua hasta Tarracina, pero había alojamiento disponible. En las carreteras romanas principales habían estaciones de posta a las que llamaban mansiones, y éstas se hallaban más o menos a cada 24 kilómetros. En éstas el viajero fatigado podía obtener una comida o pasar la noche, incluso cambiar de caballos o reparar su carro.
También se podían hallar en la carretera tabernas públicas, a las que se conocía como tabernae, pero éstas tenían mala reputación a causa de los parroquianos pendencieros que las frecuentaban. Las tabernae “estaban llenas de rateros, no tenían comodidades y la clientela la componía la escoria del Imperio,” dice el libro Great Roman Roads of the World.
En los días de Pablo, Tarracina, al igual que Puteoli, era un lugar donde las personas pasaban temporadas. Quizás alguien hizo que Pablo notara la lujosa villa que se le había construido allí al emperador Tiberio. Hoy todavía se pueden ver allí las ruinas de la villa, al igual que las ruinas de lo que una vez fueron templos, baños y teatros suntuosos. Difícilmente pudiera Pablo haber dejado de ver el gran templo de Júpiter Anxuro, que dominaba la ciudad.
De Tarracina a las Tres Tabernas
La vía Apia serpenteaba un poco en las colinas que estaban entre Capua y Tarracina, pero de Tarracina a Roma la carretera era recta como una regla. Por supuesto, las carreteras rectas en terreno montañoso a menudo son empinadas, y cerca de Tarracina la vía Apia era en verdad muy empinada, especialmente en los días de Pablo. Tiempo después, en los días del emperador Trajano, se cortó un acantilado a una profundidad de 37 metros para evitar el tener que subir la empinada montaña en la cual estaba asentada Tarracina.
El descenso brusco que Pablo tuvo que hacer desde Tarracina lo llevó a las tierras bajas y pantanosas conocidas como las marismas Pontinas, que fue una porción muy desagradable de su viaje. El poeta romano Horacio, que hizo este viaje alrededor de un siglo antes que Pablo, se quejó elocuentemente tanto “del hedor del agua” como de las ‘ranas y los furiosos mosquitos.’
Quizás los hermanos cristianos de Pablo que se hallaban en Roma comprendieron que probablemente él estaría fatigado e incómodo después de esta desagradable etapa de su viaje como prisionero a Roma. Por eso, el registro bíblico nos dice que, en vez de quedarse esperando a Pablo en la comodidad de sus hogares, los hermanos salieron a su encuentro en la carretera. El registro dice: “Y de [Roma] los hermanos, al oír las noticias acerca de nosotros, vinieron a nuestro encuentro hasta la plaza de mercado de Apio y las Tres Tabernas y, alcanzando a verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimo.”—Hechos 28:15.
La Plaza de mercado de Apio estaba justamente a la entrada que daba a las marismas de Pontinas, a unas 43 millas romanas (63 kilómetros) de Roma. Las Tres Tabernas estaba a unas 10 millas romanas (15 kilómetros) de allí en dirección a Roma. En verdad, estos cristianos primitivos tuvieron que esforzarse para viajar todo ese trayecto para animar a su hermano Pablo.
¡Adelante a Roma!
Pablo no necesitó que los hermanos de Roma le dijeran exactamente cuán lejos se hallaba de la ciudad, porque la vía Apia tenía enormes piedras colocadas en cada milla romana (aproximadamente 1.480 metros). En éstas se proveía información sobre las distancias a las ciudades principales, sobre orientación con relación a los puntos cardinales y otra información. Por cierto, todavía existe el hito o la piedra miliaria de la Plaza de mercado de Apio. Desde los desagradables pantanos, la carretera sube por las colinas Albano en dirección a Roma, y vuelve a descender al acercarse a la ciudad. Esta parte final de la antigua vía Apia ha sido preservada como parque público.
En esta sección de la carretera, de vez en cuando se pueden ver trechos con piedras del pavimento original, ¡gastadas, pero enteras, después de 2.000 años! Algunos cipreses y muchos pinos bordean la carretera, dando a todo una atmósfera de solemne serenidad. Se pueden observar ruinas de murallas de ladrillo rojo, con losas de mármol en las que todavía se pueden distinguir algunas palabras en latín. Un poco más cerca de la ciudad se encuentran dos de las famosas catacumbas, donde los cristianos primitivos se escondían en tiempos de persecución. Estas están fuera de las murallas de la ciudad, como lo requería la ley romana, pero ya nos hallamos muy cerca de Roma.
Quizás los hermanos cristianos de Pablo hayan llamado a su atención algunas de las vistas y monumentos, ¡aunque difícilmente venía a Roma como turista! Por supuesto, muchos de los monumentos que vemos en ruinas hoy fueron construidos algún tiempo después de los días de Pablo. Pero la gran tumba circular de Cecilia Metela, suficientemente grande como para servir de fortaleza (como de hecho lo hizo durante la edad media), sin duda captó la atención de Pablo como capta la nuestra.
Pronto Pablo y sus acompañantes pasaron a través de la Porta Campena y entraron en la ciudad misma. Allí, exactamente adelante hacia la izquierda estaba el enorme circo Máximo, un gigantesco estadio donde se celebraban carreras y que tenía capacidad para 250.000 espectadores. Aquí terminaba (o comenzaba) la vía Apia, a unos 583 kilómetros del puerto de Brundisium. Si usted visita Roma y desea hacer el recorrido que Pablo hizo, asegúrese de hallar la antigua vía Apia, ya que la nueva vía Apia es una concurrida ruta de automóviles.
Estos detalles son interesantes no solo desde el punto de vista histórico. Nos proveen buena razón para confiar en la Biblia. Sin embargo, la Biblia es un libro tanto del futuro como del pasado. Si se ha despertado su interés en la Biblia, ¿por qué no considera las promesas de ésta para el futuro? Lo que ésta dice no solo es digno de confianza, sino que también es confortador y alentador.
[Mapa en la página 21]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
ROMA
Tres Tabernas
Plaza de mercado de Apio
Terracina
Puteoli
Nápoles
CAPUA
BENEVENTO
Venosa
TARENTO
BRINDISI