El fervor futbolístico... ¿vale la pena?
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en España
APENAS faltaban unos cuantos minutos para las ocho de la noche del domingo 13 de junio de 1982. Se calcula que 1.500 millones de personas habían concentrado su atención en el Rey Juan Carlos, quien pronunciaba un discurso breve. ¿De qué estaba hablando él, de modo que captara la atención de tantas personas? ¿Sería del inminente desarme mundial? ¿O de la solución a la crisis económica mundial? No, era de algo mucho más efímero... una tercera parte de la población mundial estaba viendo la ceremonia de apertura de la Copa Mundial de Fútbol de 1982.
Aunque millones de personas ya conocen los resultados finales, algunas preguntas sobre la competición por la Copa Mundial de 1982 son oportunas. Por ejemplo: ¿Cómo funciona la competición por la Copa Mundial? ¿Sirve de modelo para que el fútbol mejore y se haga más atrayente en el futuro? En cuanto a los niños y los jóvenes, ¿inculca en ellos tal competencia principios de deportividad? ¿O es eso pedir demasiado?
En realidad, la competencia del año pasado comenzó dos años antes, cuando 107 diferentes equipos nacionales fueron agrupados según su ubicación geográfica para celebrar una serie de competiciones a fin de decidir las 24 naciones que se clasificarían para disputarse la Copa Mundial. La cuestión en aquel entonces era: ¿Cuáles de los 107 equipos competirían en España?
Para la primavera de 1982 se dio respuesta a esa pregunta. Los vencedores fueron: Alemania Occidental, Argelia, Austria, Bélgica, Brasil, Camerún, Checoslovaquia, Chile, El Salvador, Escocia, Francia, Honduras, Hungría, Inglaterra, Irlanda de Norte, Italia, Kuwait, Nueva Zelanda, Perú, Polonia, Rusia, Yugoslavia. Argentina y España se habían clasificado automáticamente... Argentina por ser la ganadora de la copa anterior, y España por ser el país anfitrión.
¿Derribarían a los colosos?
De acuerdo con las nuevas reglas, la cantidad de naciones que se clasificaron aumentó de 16 a 24. Esto quiso decir que algunas naciones que tenían relativamente poca experiencia en campeonatos de esta índole estuvieron representadas... particularmente Kuwait, Camerún, Honduras, Argelia y Nueva Zelanda. Los expertos inmediatamente consideraron de poca importancia a las selecciones de tales naciones en comparación con los colosos de las naciones donde se juega un fútbol de buena fama. ¿Resultó correcto el pronóstico de ellos?
La primera fase del torneo pronto produjo resultados inesperados. El partido inaugural entre los campeones de la copa anterior, Argentina, y los aspirantes belgas produjo un resultado inesperado... Bélgica ganó. Eso pareció señalar la tendencia en todo el campeonato... una serie de sorpresas. Equipos sobresalientes, como los de Alemania Occidental, España, Checoslovaquia y Perú, no pudieron vencer a los que no eran favoritos. Antes del partido contra Argelia, se oyó al entrenador del equipo alemán decir: “Si no vencemos a Argelia, tomaré el siguiente tren rumbo a casa”. Su comentario resultó ser imprudente. ¡Alemania Occidental perdió, dos goles contra uno! Sin embargo, al igual que Argentina, Alemania Occidental pasó a la segunda fase por acumulación de puntos. Huelga decir que el entrenador alemán retrasó su viaje de vuelta a Alemania Occidental.
No obstante, para la segunda fase se habían clasificado 12 equipos... 10 de Europa y 2 de América del Sur. ¿Cuáles serían los finalistas? Muchas personas tenían esperanzas de que la final fuera entre los colosos de América del Sur, Brasil y Argentina, y suponían que así sería. ¿Resultó ser así?
¡Más sorpresas! Tanto el equipo de Brasil como el de Argentina quedaron eliminados. Las semifinales se convirtieron en una competición completamente europea, en la que Francia combatió contra Alemania Occidental, e Italia se enfrentó con Polonia. Alemania Occidental, después de estar perdiendo 3-1 en tiempo adicional, forzó el empate y luego ganó por penaltis. Italia venció a Polonia 2-0. Eso quiso decir que la final por la Copa Mundial sería entre Italia y Alemania Occidental. Aunque el torneo había resultado en una final completamente europea, aun muchos europeos se lamentaban de que los brasileños, que tienen un atrayente estilo de fútbol, quedaran eliminados. El disfrute entusiasta parecía haber desaparecido de la competición.
Sin embargo, el fervor futbolístico aumentó. Más de 90.000 personas atestaron el Estadio Santiago Bernabéu, de Madrid, para presenciar la final. ¿Ganó la copa Alemania Occidental, como muchos habían esperado? Hubo aún otra sorpresa... ‘Italia hizo añicos la gran máquina alemana’, fue lo que dijo el diario ABC, de Madrid. “Italia gana una final reñida”, fue el comentario que apareció en The Guardian. Los italianos se convirtieron en los campeones mundiales de fútbol por tercera vez en su historia. Para ellos, la Copa Mundial de 1982 había tenido éxito. Pero quizás para el fútbol en general, la competición por la Copa Mundial presentó una apariencia bastante deslustrada. ¿Por qué decimos esto?
Peleas y simulaciones... ¿eran necesarias?
David Lacey, corresponsal deportivo del periódico The Guardian, escribió que, a pesar de la victoria de Italia sobre Alemania Occidental 3-1, “era patente que el buen nombre del fútbol se había convertido en una insignificancia en comparación con el asunto importantísimo de ganar”. Entonces hizo surgir la pregunta: “¿Era realmente necesario exponer a todo el mundo a un mes de lo que a menudo fue un fútbol mediocre, a fin de producir una final reñida que no contribuyó mucho a aliviar las perspectivas pesimistas en cuanto al futuro del juego como deporte que atrae al público?”. Continuó diciendo: “Uno perdía la cuenta de las veces que aquellos contra quienes se había cargado yacían en el suelo, aparentemente a punto de morir, y en el siguiente instante se les veía corriendo tras el balón”. Esta simulación se trama para engañar al árbitro, y así lograr que él aplique al equipo adversario un castigo más severo. En sí, eso equivale a fingimiento e hipocresía. Quizás sea “profesional”, pero no es ni ético ni noble.
¿Por qué existe esa tendencia a la violencia y la simulación, incluso en las más altas esferas de este deporte profesional? Precisamente porque es un deporte profesional muy bien pagado, y el ganar significa muchísimo. Los peligros de esta tendencia van mucho más allá de tal esfera de acción. Los niños y los jóvenes tienden a imitar a los profesionales, y así la violencia y la hipocresía penetran en los deportes escolares. Este hecho lo reconoció un muy conocido jugador australiano de críquet, Dennis Lillee, que fue suspendido temporalmente de partidos internacionales por dar una patada al capitán paquistaní. Él más tarde se disculpó y dijo que el incidente “fue un mal ejemplo para los niños, y por ello en particular realmente lo siento mucho”. ¡Si más deportistas tuvieran presente el efecto que tiene en los niños el ejemplo que les dan!
Sin duda, los deportistas profesionales se esfuerzan vigorosamente por alcanzar el pináculo de su realización deportiva. Pero en el fondo los deportes deben servir solo de esparcimiento, de pasatiempo. No son el factor más importante de la vida, ni la ocupación o necesidad más vital de la humanidad. Por eso es muy apropiada esta declaración bíblica: “Yo mismo he visto todo el duro trabajo y toda la pericia sobresaliente en el trabajo [lo cual también aplica a los deportes que se convierten en trabajo], que significa la rivalidad de uno para con otro; esto también es vanidad y un esforzarse tras el viento” (Eclesiastés 4:4). La violencia y la simulación de hoy día, además del gamberrismo de los espectadores, son los frutos de la “rivalidad” y el espíritu de competencia.
Por lo tanto, es apropiado que preguntemos: ¿Ejerce el fútbol profesional una influencia edificante hoy día? ¿Une a las personas, o tiende a intensificar viejas rivalidades? ¿Contribuye a que haya más paz genuina entre las naciones?
¿Una fuerza a favor de la paz y la unidad?
Un momento conmovedor de la ceremonia inaugural, que se celebró en el campo de fútbol Nou Camp, de Barcelona, fue cuando un niño, vestido de futbolista, avanzaba a través del campo para colocar el balón en el centro del campo. Todo el mundo lo miraba fijamente mientras ponía el balón sobre el césped. ¡Para sorpresa de todos, el balón se abrió y salió volando una paloma, el símbolo de la paz!
Tal idealismo pronto quedó sin efecto en el campo de juego. La Gaceta Ilustrada, de Madrid, comentó que el partido entre Italia y Argentina fue el juego más agitado. Para cuando habían transcurrido treinta y ocho minutos de la primera mitad, se habían cometido treinta y ocho faltas. Una por minuto. Si usted participa en algún deporte, ¿quiere imitar ese tipo de ejemplo? Como espectador, ¿disfruta de observar esa clase de juego sucio?
La siguiente competición por la Copa Mundial se ha fijado para 1986. Se espera que el mes de fervor futbolístico de tal torneo resulte en enorme publicidad gratuita para la nación anfitriona, así como en ganancias económicas para algunas personas. Pero ¿qué hay del fútbol mismo? ¿En qué dirección está yendo? ¿Habrá un retorno al fútbol limpio y franco, atrayente para el público? ¿O estarán aun más vacíos los estadios cada vez más grandes? ¿Disminuirá el fervor futbolístico, o florecerá? El tiempo dirá.
[Ilustración en la página 19]
La paloma estaba dentro del balón. ¿Trajo ésta paz?