¿Tiene Dios progenitora?
MIENTRAS la ambulancia lo llevaba rápidamente al hospital Gemelli, de Roma, “Juan Pablo, sangrando profusamente, murmuró en voz baja en polaco: ‘Madona, madona’”. Esas palabras aparecieron en un reportaje sobre el atentado de un pistolero turco contra la vida del papa Juan Pablo II en mayo de 1981.
Al recurrir a María cuando se hallaba en una crisis terrible, el papa hizo resaltar la veneración que se rinde a la mujer muy privilegiada a quien se escogió divinamente para que diera a luz a Jesús, y a quien a menudo se la llama Madre de Dios. El venerar así a María es algo muy difundido, y se expresa de muchas maneras diferentes, lo cual hace que muchas personas se pregunten: ‘¿Cómo se desarrolló esa veneración?’.
Hace casi 2.000 años, María, una joven virgen que vivía en Nazaret de Galilea, tuvo una experiencia sublime: un mensajero celestial le dijo que ella iba a tener un hijo a quien había de llamar Jesús. María preguntó cómo podía ser eso si ella era virgen. “‘El Espíritu Santo descenderá sobre ti —contestó el ángel— y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y se lo llamará Hijo de Dios.’” (Lucas 1:26-36, Levoratti-Trusso.)
Treinta años más tarde ese “Hijo de Dios” dirigió una dinámica campaña de predicar y formó la congregación cristiana. Durante los siguientes pocos siglos el cristianismo pasó por grandes tribulaciones, además de transformaciones. Con el tiempo llegó a ser la religión oficial del Imperio Romano. También se desarrollaron diferencias de opinión, incluso una relacionada con Cristo: ¿Era él Dios el Hijo, o el Hijo de Dios?
Constantino, emperador romano que afirmaba ser cristiano pero que no había sido bautizado como tal, convocó en el año 325 un concilio especial de obispos de la Iglesia en Nicea para considerar la cuestión. Como consecuencia, la doctrina de la Trinidad se convirtió en el dogma oficial que definía a Jesús como coigual, coeterno y “de la misma sustancia” que Dios. No obstante, en el Credo original de Nicea, que se formuló en aquel Concilio, no se hizo mención de la virgen María.
Puesto que a Jesús se le había proclamado oficialmente “Dios”, era lógico que el siguiente paso, desde el punto de vista de la Iglesia, fuera proclamar a María “Madre de Dios”. Eso se hizo en 431 en el Concilio de Éfeso, donde se la definió como “Theotokos”, que significa “la que da a luz a Dios”, o “madre de Dios”. Sin embargo, pasaron varios siglos antes de que el culto a Maríaa se difundiera ampliamente. El Dr. F. Van Der Meer, en su libro Augustine the Bishop, muestra que en los días de Agustín (siglo quinto), y en la zona del norte de África, “María [...] no tenía cabida en la devoción popular”. Sin embargo, cerca del año 1000 el culto a María era popular por toda Europa, y a muchas iglesias se les puso el nombre de ella, como a la famosa Notre Dame (Nuestra Señora) de París.
En 1854 la doctrina de la “Inmaculada Concepción” se convirtió en dogma, el cual estableció que María estuvo libre de pecado desde el momento de la concepción. En 1950 la creencia de que a María se la llevó en cuerpo físico al cielo (la Asunción Corporal) fue definida por el papa Pío XII. Todo eso fue muy grato al movimiento mariano o los que son particularmente devotos del culto a María.
Zsolt Aradi, autor católico, escribió en su libro Shrines to Our Lady Around the World: “María cuida las naciones [...] desde catedrales magníficas y santuarios al lado de caminitos; desde la cima de las montañas y la orilla del océano [...] La veneración de María [...] ha llegado a formar parte del paisaje. Hay miles de iglesias, principalmente católicas y ortodoxas, pero también protestantes, de María o de Santa María”.
En Zaragoza, España, hay una famosa imagen de María conocida como La Virgen del Pilar. Una leyenda de la localidad dice que María fue transportada por ángeles desde Jerusalén hasta Zaragoza, se encontró allí con el apóstol Santiago y dejó tras sí “una pequeña columna de jaspe sobre la cual se colocó una hermosa estatuilla de ella”. El libro Shrines to Our Lady Around the World dice: “El sentimiento de los zaragozanos hacia su amada Virgen del Pilar [...] está entretejido con su patriotismo, con su nacionalidad, [...] la aclaman como la líder de su nación”.
En América del Sur, en 1930, Argentina, Uruguay y Paraguay reconocieron como su protectora a una imagen de la localidad, nuestra Señora de Luján. Aradi añade: “No hace mucho el Ejército argentino escogió como su patrona a la Virgen de Luján. Y según una vieja costumbre, se dedicó un regimiento del ejército al servicio de ella. Ese regimiento se convierte en ‘propiedad’ de ella, y los miembros del regimiento la llaman: ‘La generala del Luján’”.
Líder nacional, comandante militar, corredentora de la humanidad, madre de todos los hombres, medianera de todas las gracias, reina de toda la creación, madre de Dios, reina de los cielos... todos estos títulos y honores se atribuyen a María. Como resultado, muchos católicos pensadores se preguntan seriamente si todo eso no es pasarse de la raya. Un profesor adjunto de teología del Seminario de Princeton escribió: “Cometemos un sinnúmero de violaciones con relación a María. [...] La hemos hecho la Reina de los Cielos”.
Pero ¿qué dice la Biblia?
Los estudiantes sinceros de la Biblia tienen gran respeto y tierno cariño a María como sierva fiel de Dios, escogida por él para desempeñar un papel vital como madre del Mesías. Aprecian profundamente el ejemplo de ella como humilde y devota seguidora de Jesucristo. Pero no la consideran la madre de Dios. ¿Por qué no? Dicho sencillamente, porque la Palabra de Dios nunca se refiere a María como “madre de Dios”.
Note el ejemplo que Jesús mismo dio al dirigirse a su madre en el banquete de bodas de Caná. El registro dice: “Y llegando a faltar vino, la madre de Jesús le dijo: ‘No tienen vino.’ Jesús le dijo: ‘¿Qué (nos va en esto) a Mí y a ti, mujer?’” (Juan 2:3, 4, Straubinger). En cierta ocasión en que él hablaba en público, cierta mujer de la muchedumbre le dijo: “Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron”... obviamente una excelente oportunidad para rendir honores especiales a su madre. Pero, en vez de eso, Jesús dijo: “Antes bien, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan” (Lucas 11:27, 28, Franquesa-Solé). Poco antes de morir, Jesús habló a su madre y a su amado discípulo Juan y dijo: “‘Mujer, aquí tienes a tu hijo’. Luego dijo al discípulo: ‘Aquí tienes a tu madre’”. (Juan 19:26, 27, LT.)
Esas referencias a María que aparecen en la Biblia enseñan claramente a los cristianos sinceros que Jesús se guardó muchísimo de honrar de modo especial a su madre o permitir que el parentesco entre ellos influyera en él. Los apóstoles siguieron Su ejemplo. Examinemos ahora la cuestión crucial...
¿Es Jesús Dios?
Permitamos nuevamente que la Palabra de Dios aclare el asunto. Cuando el ángel anunció a María el nacimiento de Jesús, dijo: “El Santo de ti engendrado se llamará Hijo de Dios” (Lucas 1:35, FS). Jesús nunca alegó ser Dios. Sin embargo, los judíos lo acusaron de hacerse Dios, pero él los corrigió y dijo: “Hijo soy de Dios”. (Juan 10:33-36, FS.)
Poco antes de morir, Jesús clamó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46, FS). Después de su resurrección dijo: “Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17, FS). En otra ocasión dijo: “El Padre es mayor que yo” (Juan 14:28, FS). Es obvio que Dios, Jehová (o Yahweh), no tiene que orar a nadie. Pero Jesús oró a menudo a su Padre en los cielos, a veces “con fuertes gritos y lágrimas [...] Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer” (Hebreos 5:7, 8, LT). El Dios Todopoderoso, el Padre, no podría morir jamás. Pero nuestra esperanza de salvación se basa en el hecho de que Jesús sí murió.
Por esas razones muy poderosas, y por muchas otras, los cristianos verdaderos sostienen que Jesús no es Dios, sino, más bien, su Hijo, y por lo tanto, que María no es la “Madre de Dios”. Además, Jesús dijo una vez: “Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad” (Juan 4:24, LT). Por otra parte, el culto a María ha desviado del Creador hacia una criatura la devoción y adoración de millones de personas sinceras. Eso es trágico, en vista de la condenación bíblica de los “que han sustituido la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a las criaturas en lugar del Creador”. (Romanos 1:25, LT.)
Se informa que Lech Walesa, popular líder polaco, dijo en cierta ocasión, mientras se hallaba sometido a mucha presión: “No. No tengo miedo. Siempre tengo el apoyo de Madre María”. Pero ¿recurre él a la verdadera fuente de protección? Cuando los estudiantes de la Biblia están bajo tensión, siguen este consejo inspirado: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo por oración y ruego junto con acción de gracias dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales por medio de Cristo Jesús”. (Filipenses 4:6, 7.)
[Nota a pie de página]
a ”En el uso corriente, ‘devoción a María’ es sinónimo de ‘culto a María’.” (New Catholic Encyclopedia, Tomo 9, página 364, párrafo 4.)
[Ilustración en la página 23]
Virgen del Pilar