Vele por los intereses de su hijo
SIN IMPORTAR a cuál de los padres se le otorgue la custodia, los hijos aún necesitan el cariño y la guía de ambos. Una vez pronunciada la sentencia del juez, los padres todavía tienen por delante la tarea de ayudar a sus hijos a enfrentarse a las consecuencias de dicha sentencia. Aunque verse envueltos en un proceso judicial resulta difícil para los padres, a los hijos les produce incluso una mayor tensión emocional.
Por ejemplo: cuando Mary Ann tenía seis años de edad, los tribunales le concedieron la custodia a su padre. Pero durante los siguientes diez años, su madre luchó sin descanso por recuperar a la niña. Emocionalmente agotada después de comparecer más de cuarenta veces a juicio, Mary Ann expuso su solución. “¿Por qué no me parten por la mitad? Mi madre puede quedarse con la parte de delante y mi padre, con la de atrás.”
Es obvio que una prolongada batalla legal no siempre es lo mejor para un niño. El director de la clínica que ayudó a Mary Ann explicó: “Los litigios interminables son costosos tanto en términos económicos como humanos”.
Los hijos siguen vinculados a ambos padres
Existen cónyuges divorciados, pero no existen hijos divorciados. Un juez nunca puede deshacer los lazos consanguíneos que unen a los hijos con sus padres. Para entender el dilema al que se enfrenta un hijo, imagínese cómo se sentiría usted, como padre o madre, si se le pidiese que escogiera a uno de sus hijos. ¿A cuál escogería? ¿Cuál dejaría? Semejante decisión nunca debería ponerse ni ante unos padres ni ante unos hijos. Los niños suelen querer a ambos padres, por lo que la presión de tener que decidirse por uno provoca en ellos un doloroso conflicto de lealtades.
En un destacado libro sobre este tema, Beyond the Best Interests of the Child, los autores mostraron que tales conflictos de lealtad “pueden tener consecuencias devastadoras, pues destruyen las positivas relaciones del niño con ambos padres”. Por ejemplo: Julie, una niña que procede de un hogar roto, explicó: “Tienes a uno de los padres en casa, y le quieres mucho; pero también quieres al otro. Era tan difícil cuando papá venía a recogernos para pasar el fin de semana con él. Tenía que mirarle a él y también mirar a mamá, y sabía que él la odiaba. Temía demostrar cualquier sentimiento a ninguno de los dos”.
Reconozca los lazos emocionales que vinculan a su hijo con ustedes dos. Para que el niño pueda desarrollar bien su personalidad, tanto el padre como la madre deben respetar y honrar mutuamente su posición en la vida de este. Trate de ver campos positivos en los que ambos puedan contribuir al bienestar del niño. No llegue a la conclusión de que todo lo que hace un ex cónyuge automáticamente está mal. Es “el deber de cada padre realzar la imagen del otro progenitor en la mente del niño, o al menos evitar cualquier crítica que pudiera deteriorarla”, explicó un tribunal de Texas (E.U.A.). Esto requiere que los padres minimicen su conflicto personal a fin de hacer lugar para las necesidades del niño.
Procure llegar a un acuerdo
Antes de ir a juicio, analice todas las vías de negociación y de llegar a un posible acuerdo. Los pleitos son como la guerra; dejan profundas heridas y cicatrices emocionales que quizás nunca sanen. Solo debería recurrirse a los tribunales después de que se hayan probado todas las vías de negociación y convenio razonables y estas hayan fracasado. En su Sermón del Monte, Jesucristo pronunció una máxima que resulta muy útil: “Ocúpate en arreglar prestamente los asuntos con el que se queja contra ti en juicio”. (Mateo 5:25.)
Nunca se sabe con certeza en qué acabará un juicio. Los jueces han comprobado que en casi todos los casos de custodia que tratan —entre el 80 y el 90%—, ambos padres se interesan por sus hijos, y a ninguno de ellos se le puede calificar de no apto para criarlos. Esto a menudo resulta en que sea imposible tomar una resolución satisfactoria. “No es raro que a veces un magistrado levante las manos al cielo consternado —explica el libro The Custody Handbook [Manual de la custodia], de Persia Woolley— y pregunte a los padres por qué [...] no zanjan el asunto entre ellos.”
Muchos tribunales que tramitan divorcios tienen provisiones para que la pareja resuelva por sí misma la cuestión del cuidado de los hijos. No hay duda de que los padres conocen mejor las necesidades y circunstancias de los hijos, y pueden determinar qué situación permitiría que ambos siguieran ejerciendo un grado de influencia razonable en la vida de estos. Con algo de ayuda legal, muchos padres han llegado juntos a un acuerdo aceptable tocante al problema de la custodia, incluso han optado por una custodia compartida en los casos en que esta es posible. De hecho, el 90% de los casos de custodia se zanjan antes de que los padres vayan a juicio.
Un mediador especializado puede ayudar a resolver hasta las situaciones más difíciles. Por ejemplo: una pareja enconadamente enemistada tenía planes de vivir a 5.000 kilómetros de distancia el uno del otro cuando se divorciaran. Pero ambos querían la custodia de sus dos hijos. El mediador les dijo: “Aquí tiene que haber algo de cooperación. Hubo un tiempo en que ambos se agradaban, de modo que veamos qué solución podemos encontrar para que sus hijos no pierdan por completo a uno de los dos”. Se encontró la manera de que ambos progenitores siguieran desempeñando un papel significativo en la vida de sus hijos.
Por supuesto, la mediación es solo una de las diversas maneras de zanjar las disputas sobre la custodia de los hijos sin llegar a una batalla legal. La atención debería centrarse en resolver el presente y no en remover el pasado. La meta principal de la mediación es ayudar a que la pareja llegue a un acuerdo razonable (en el que nadie se sienta ganador ni perdedor) que resulte en el beneficio de los hijos. Aunque eso no sea una panacea en todos los casos, por lo menos es un proceso que puede ahorrar el elevado coste —tanto a nivel económico como emocional— de una batalla legal. El esforzarse sinceramente por llegar a un acuerdo puede evitar amargas disputas y permitir que los hijos mantengan su apego tanto al padre como a la madre.
Cómo llegar a un acuerdo
Obviamente, cuando una familia se rompe y los cónyuges se separan, ninguno de los dos puede ejercer un control exclusivo sobre el hijo. Ambos deben ser razonables y estar dispuestos a hacer concesiones. La mediación requiere negociación. La negociación significa que ni el padre ni la madre van a conseguir todo lo que desean.
Nunca olvide que el hijo tiene el derecho de recibir la influencia de los dos padres. Por consiguiente, un padre o una madre demostraría ser muy miope si exigiese que se prohibiera la asistencia o participación de un niño en las actividades religiosas, culturales o sociales del otro progenitor cuando el niño se encuentre en su compañía. De igual manera, no sería apropiado que uno de los padres asumiera la autoridad absoluta a la hora de decidir sobre las actividades escolares y extraescolares del niño, sus compañías, forma de recreación o educación superior sin mostrar la debida consideración por la opinión del otro progenitor y por las preferencias personales del niño.
Por ejemplo: en varias disputas sobre la custodia en las que uno de los padres es testigo de Jehová y el otro no, la pareja ha llegado a un acuerdo amigable al concordar en que el progenitor no Testigo podrá pasar bastante tiempo con los hijos durante el año, incluyendo fiestas y otras ocasiones de importancia especial para el no Testigo. Los padres han concordado en permitirse mutuamente una participación activa en las cuestiones educativas, sociales y médicas que afecten a los niños. Al fin y al cabo, ambos fueron responsables de traerlos al mundo y, por consiguiente, tienen el derecho natural de expresar su opinión tocante a su crianza.
El padre o la madre Testigo debería animar al hijo a que respete el derecho del no Testigo a tener sus propias ideas religiosas y también a que exprese agradecimiento por las bondades y regalos que reciba de su parte. Si tanto el padre como la madre buscan lo mejor para los hijos, la moderación y la sensatez prevalecerán sobre las emociones y sentimientos heridos.
En la mayoría de los casos, estas negociaciones son emocionalmente agotadoras. Por eso, puede ser práctico tener un representante legal u otra persona que las dirija. De ese modo se podrán eliminar muchos malentendidos sobre los detalles del acuerdo.
El Centro para la Mediación de Divorcios de Charlotte (Carolina del Norte, E.U.A.) comparó las parejas que decidieron negociar sus casos con las que acudieron como contendientes a los tribunales. Al menos el 93% de los que negociaron dijeron sentirse satisfechos con los resultados; en contraste, de los que lucharon en los tribunales, ¡solo el 56% quedaron satisfechos con los resultados!
Pero, ¿qué puede hacer usted si su ex cónyuge rehúsa negociar de buena fe o exige restricciones religiosas que no son negociables? Entonces puede que sea necesario prepararse para ir a juicio.
Cuando hay que ir a juicio
En la mayoría de los casos, es esencial tener un abogado competente especializado en casos de custodia para que todo salga bien.a Si se busca asesoramiento legal desde el mismo principio, muchas veces se pueden evitar errores costosos. Además, un abogado competente puede influir en que se llegue a un acuerdo antes del juicio. E incluso es posible que durante el juicio el cónyuge se sienta motivado a negociar un acuerdo. Sin importar cuán adelantado esté el procedimiento judicial, es mejor llegar a un acuerdo equitativo que seguir con una larga y agotadora batalla legal.
También sirve de ayuda el conocer lo que la mayoría de los jueces busca a la hora de tomar su decisión. De acuerdo con una encuesta efectuada en el año 1982 entre 80 magistrados, los factores que encabezaban la lista eran: 1) estabilidad mental de cada uno de los padres y 2) un sentido de responsabilidad por parte de cada uno hacia el niño. A fin de ayudar a los tribunales a determinar los hechos, puede que se pida a un profesional en el campo de la salud mental que entreviste a los padres y a los hijos. Su dictamen psicológico suele influir en la decisión del tribunal.
No hay por qué temer esas investigaciones. Aunque las creencias de un cristiano estén siendo sometidas a escrutinio, no hay razón para ponerse a la defensiva o negarse a cooperar. “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”, recomienda la Biblia. (Filipenses 4:5.)
Recuerde que durante esas investigaciones, no es el momento de pronunciar un sermón bíblico. Es el momento de describir con todo detalle las actividades en las que usted participa con su hijo, lo que incluye la recreación, la educación seglar, el tiempo de vacaciones, lo que se ha dispuesto para que el hijo se mantenga en contacto con el otro progenitor y sus actividades sociales con amigos y parientes. Responda a las preguntas con sinceridad y claridad. Medite cuidadosamente en todo esto para que pueda explicar en términos positivos y sencillos cómo cuida del bienestar emocional y físico de su hijo.
Los mismos principios aplican cuando se le interrogue en el juicio. Si se prepara bien, podrá describir, sin tratar de predicar o de pronunciar un sermón, las muchas maneras en que “la enseñanza saludable” de la Palabra de Dios le capacita para ser un padre o una madre responsable. (2 Timoteo 4:3.)
Cómo afrontar la situación lo mejor posible
Es posible que a pesar de todos sus esfuerzos, el juez dicte el fallo contra usted. A los cristianos se les insta a que “sean obedientes a los gobiernos y a las autoridades como gobernantes” y a que “no sean belicosos, [sino] que sean razonables”. (Tito 3:1, 2.) Por consiguiente, un cristiano nunca desobedecerá las órdenes de un tribunal.
Si no está satisfecho con la decisión del tribunal, puede repasar con un asesor legal las opciones que le quedan. Quizás desee apelar a un tribunal superior. En algunos casos, si las circunstancias cambian, después de un período de tiempo se puede pedir que se modifique la sentencia del tribunal. Pero mientras esté en vigor, tendrá que aceptarla.
Aunque el juicio haya sido adverso, eso no significa que todo esté perdido. La vida de todos cambia, tanto la de los padres como la de los hijos. Pueden surgir circunstancias inesperadas que resulten favorables. Su paciencia puede verse altamente recompensada.
Aun cuando el tiempo que se le permita pasar con su hijo sea limitado, si es que solo le han concedido derechos de visita, usted todavía puede ser una valiosa influencia en la vida de su hijo. Los niños que continúan manteniendo un contacto estrecho y regular con ambos padres no solo sufren menos la realidad del divorcio, sino que también es más probable que se conviertan en adultos maduros y equilibrados. De modo que esfuércese por fomentar una buena relación con su hijo.
Mediante poner un buen ejemplo, podrá influir en los valores religiosos y morales de su hijo. “El justo anda en su integridad. Felices son sus hijos después de él.” (Proverbios 20:7.) Incluso sin palabras, usted puede hacer mucho para moldear el corazón y la mente de su hijo. Él observará su manera de tratar a otras personas, cuáles son sus metas principales en la vida y sus sentimientos para con Dios.
Efectivamente, el velar por los intereses de su hijo requiere que sienta verdadero amor por él. El amor “no busca sus propios intereses [...] —dice la Biblia—. No lleva cuenta del daño. [...] Todas las cosas [...] las espera, todas las aguanta. El amor nunca falla”. (1 Corintios 13:4-8.) Tal amor altruista puede ser muy recompensado. Una niña de once años de edad cuyos padres divorciados habían aprendido a poner los intereses de ella por encima de sus desacuerdos personales dijo: “¡Menos mal que mis padres me quieren lo suficiente como para dejar que yo les quiera a los dos!”.
[Nota a pie de página]
a Si no tiene experiencia en escoger un abogado, vea el artículo “¡Necesito un abogado!”, que apareció en la revista ¡Despertad! del 8 de agosto de 1979. Cuando está en juego la libertad religiosa, muchas de las oficinas sucursales de la Sociedad Watch Tower pueden proporcionar asesoramiento. Las personas que se enfrenten a los trámites de divorcio y que vivan en Estados Unidos o en otros países donde rija el Common Law pueden obtener información adicional de las oficinas sucursales de los testigos de Jehová de Estados Unidos y Canadá.
[Fotografías en la página 10]
Una niña dijo: “Tienes a uno de los padres en casa, y le quieres mucho; pero también quieres al otro”
[Recuadro en la página 13]
Ventajas de que sean los padres y no los tribunales quienes zanjen la cuestión
◼ Nadie puede saber lo que los hijos necesitan mejor que los padres; por eso, ellos son los que están mejor capacitados para decidir lo que será mejor para sus hijos.
◼ Los niños se sienten menos inclinados a pensar que deben “ponerse de un lado o del otro” y, por lo tanto, verse obligados a escoger entre el padre y la madre.
◼ La mediación suele proporcionar mejores oportunidades de comunicación, y permite que se oigan a cabalidad las preocupaciones y necesidades tanto de los hijos como de los padres.
◼ El llegar a un acuerdo mutuo evita mucho del resentimiento que puede producirse cuando el tribunal impone una decisión arbitraria con la que el padre y la madre tienen que vivir.
◼ Los gastos legales son muy inferiores.
[Recuadro en la página 14]
Los hijos sí se benefician
Como indican las dos siguientes experiencias, cuando los padres divorciados dejan a un lado sus propias diferencias y buscan lo mejor para sus hijos, estos realmente se benefician.
“Siempre me lo pasaba bien cuando estaba con mi padre —dijo una joven de poco más de veinte años—. No era tanto por lo que hacíamos, como por el simple hecho de salir para estar con él. [...] Esperaba con anhelo los fines de semana que venía, porque sabía que sin importar lo que me hubiese ido mal en la escuela, podíamos hablar de ello y él me ayudaría. Me resultaba más fácil que con mamá, aunque, por supuesto, quiero mucho a mamá. Algunas cosas eran más fáciles de tratar con ella, supongo que pueden imaginarse a lo que me refiero; pero había otras cosas que quería tratar con él. Por ejemplo: la cuestión del segundo marido de mamá. No nos llevamos bien. Papá me dio algunos buenos consejos sobre cómo mostrar tacto, y eso era lo que yo necesitaba. [...] Le debo mucho, pues gracias a él, siempre tuve un padre y una madre, aunque estaban divorciados.”
Un joven llamado Donald explicó: “Creo que el que solo pudiera ver a papá una vez a la semana hizo crecer en mí un intenso deseo de estar con él. De modo que cuando lo veía, me esmeraba por escuchar y prestar atención. Siempre quise imitar a mi padre. Veía que él amaba a Jehová Dios, y siempre deseé hacer lo mismo que él hacía. Pero también me beneficié de las buenas cualidades de mi madre. Ella es sumamente amigable, y se desvive por ser sociable, por conversar con la gente. Es una persona afable y abierta. Esto me ha ayudado a superar mi timidez”.