El futuro de la religión en vista de su pasado
Parte 9: 551 a. E.C. en adelante — La búsqueda oriental de la Vía Recta
“La vía de la verdad es como un gran camino.” (Mencio, sabio chino del siglo IV a. E.C.)
MUCHAS religiones pretenden ser el camino de la verdad que conduce a la salvación. Por ejemplo: al confucianismo, al taoísmo y al budismo se les llama las “tres vías” de China. Las religiones de Japón y Corea utilizan una terminología similar. ¿En qué difieren estas diversas “vías”, si acaso se diferencian en algo?
El confucianismo: la Vía del Hombre
Aunque es poco lo que se conoce con certeza sobre Confucio, una destacada obra de referencia dice que “tiene que ser contado entre los hombres que más han influido en la historia mundial”. Además de ser maestro y filósofo, buscaba una reforma política. Vivió entre los años 551 y 479 a. E.C. Su apellido era K’ung, por lo que después se le llamó K’ung-Fu-tse, que significa “Maestro K’ung”. La transcripción latinizada de su nombre es “Confucio”.
Confucio no fundó una nueva religión, sino que, como explica The Viking Portable Library World Bible, simplemente “organizó la que desde tiempos inmemoriales había existido en su país de origen, dando forma a sus libros, dignidad a sus ceremonias y énfasis a sus preceptos morales”. Lo que más le interesaba era el comportamiento humano, no la teología. Su enseñanza consistía principalmente en una ética social. Sus intentos por lograr un cargo oficial estaban impulsados por un irresistible deseo de aliviar los sufrimientos de su pueblo. Por todo esto, la filosofía de este hombre —político frustrado más bien que aspirante a líder religioso— ha sido denominada apropiadamente la “Vía confuciana del hombre”.
Confucio no tenía en alta estima a la religión de su día, pues decía que gran parte de ella no era más que superstición. Según se cuenta, cuando en cierta ocasión se le preguntó si creía en Dios, su respuesta fue: “Prefiero no hablar”. Sin embargo, hay quienes interpretan sus muchas referencias a T’ien (que significa “Cielo”) como un indicio de que creía en algo más que solo cierta fuerza superior e impersonal.
Confucio hizo hincapié en los valores de la familia, el respeto a la autoridad y la armonía social. Llamó la atención a la necesidad de una educación que cultivase las habilidades y fortaleciese las cualidades personales necesarias para servir a otros. Destacó el jen, término que significa benevolencia hacia la humanidad en general, aunque abarca especialmente piedad filial y respeto fraternal. Animó a practicar la adoración de antepasados.
Estos rasgos típicos del confucianismo siguen siendo característicos de los asiáticos que han sido criados de acuerdo con las ideas confucianas. El sociólogo William Liu, de la universidad de Illinois (Chicago, E.U.A.), dice que “la ética confuciana impulsa a la gente a trabajar, a superarse y a devolver la deuda que tienen con sus padres”. Por esta razón, los inmigrantes que proceden de países con una fuerte influencia confuciana han llegado a distinguirse en Estados Unidos por las calificaciones académicas sumamente altas que reciben.
El confucianismo se basa en la colección de escritos conocidos como los Cinco King (“Cinco Clásicos”). A los “Cuatro Libros”, o Cuatro Shu, añadidos en el siglo XII, también se les considera fundamentales. Sin embargo, su estilo breve y conciso los hace difíciles de comprender.
Para el siglo IV E.C. ya se enseñaban los preceptos del confucianismo en el reino de Kokuryo, en la parte septentrional de Corea, y es posible que para principios del siglo V E.C. se extendiera hasta Japón. Mientras tanto, allá en China estaba surgiendo otra “vía”.
El taoísmo: la Vía de lo Natural
Tao, idea central del pensar chino durante milenios, significa “vía” o “camino”, y llegó a designar la manera correcta de hacer las cosas en armonía con el modo natural de funcionar el universo. La tradición dice que su fundador fue un contemporáneo de Confucio que poseía el título de Lao Tsé, que significa “Anciano Muchacho” o “Anciano (Venerable) Filósofo”. Hay quienes afirman que Lao Tsé se llamaba así porque cuando su madre lo dio a luz —después de una concepción milagrosa y un prolongado embarazo de varias décadas—, el cabello ya se le había vuelto blanco. Otros dicen que recibió este título como señal de respeto por sus sabias enseñanzas.
El taoísmo enseña que cuando una criatura nace, recibe cierta cantidad de “hálito primordial”, o fuerza de vida. A través de diversos medios, como la meditación, regímenes dietéticos, respiraciones y prácticas sexuales, puede evitarse una mengua innecesaria del “hálito primordial”. De modo que la longevidad es sinónimo de la santidad.
Al cuerpo humano se le considera un universo en miniatura que debe mantenerse en la debida armonía con la naturaleza. Esto guarda relación con lo que los chinos llaman yin y yang, términos que significan literalmente la ladera umbría y la soleada de una colina. Los conceptos del yin y el yang forman una parte fundamental de todas las filosofías chinas, pues son los elementos opuestos y, sin embargo, complementarios, que componen todo lo que hay en la naturaleza. The Encyclopedia of Religion detalla: “El yin predomina en todo lo que es oscuro, umbrío, frío, mojado, menguante, encorvado, terrestre, femenino, mientras que el yang es luminoso, caliente, seco, creciente, obstinado y agresivo, celestial, masculino”. Una aplicación de este principio se encuentra en una forma de adivinación china conocida como feng-shui (en español, geomancia), cuyo fin es encontrar ubicaciones propicias para ciudades y casas, pero especialmente para sepulturas. Si se compaginan las fuerzas yin-yang de una posible ubicación con las de sus habitantes, se garantiza, según afirman, el bienestar de estos últimos. Helen Hardacre, de la universidad de Princeton, explica que según se cree, la apropiada “combinación de fuerzas cósmicas [...] beneficia a los muertos y facilita su viaje hacia el otro mundo”.
No obstante, mientras se intenta mantener en equilibrio las fuerzas yin-yang, no se debe tratar de obligarlas a cambiar su estado natural. Se cree que esto sería contraproducente, una creencia que fomenta la pasividad. En 1986 un anciano monje lo explicó de la siguiente manera: “El taoísmo enseña que hay que estar callado y no hacer nada. El hacerlo todo estriba en no hacer nada”. Por eso, la fuerza del taoísmo ha sido asemejada al agua, la cual, a pesar de su suavidad, beneficia a todas las criaturas.
Anteriormente se solía hacer una diferencia entre el taoísmo filosófico (siglos IV y III a. E.C.) y el taoísmo religioso (siglos II y III E.C.). Esta distinción ya no está tan bien definida, pues es evidente que el taoísmo religioso evolucionó de las filosofías taoístas que le precedieron. El catedrático de Religión Hans-Joachim Schoeps dice que el taoísmo como religión “no es más que la continuación de la antigua religión popular china. Es, en esencia, un simple ritual de espiritismo [...], [con espíritus que] anidan en todas partes, siempre poniendo en peligro la vida y la salud humanas. [...] En la China actual, el taoísmo se ha deteriorado hasta convertirse en un ritual de supersticiones religiosas para las masas”.
El sintoísmo: la Vía de los “kami”
Una de las cosas que caracterizan a Japón es una antigua religión popular, una mezcla de “naturaleza politeísta y adoración de antepasados”, como la describe cierto autor. En un principio, esta religión étnica no tenía nombre, pero cuando se introdujo en Japón el budismo, durante el siglo VI E.C., uno de los nombres que recibió fue Butsudō, “la Vía del Buda”. Así que a fin de poder diferenciar el budismo de la religión nativa, esta pronto llegó a ser conocida por el nombre de sintoísmo, “la Vía de los kami”.
En realidad, los kami (las diversas divinidades) son el concepto central del sintoísmo. Este término llegó a aplicarse a cualquier fuerza sobrenatural o dios, como los dioses de la naturaleza, hombres sobresalientes, antepasados deificados o hasta “deidades que representan ciertos ideales o simbolizan un poder abstracto”. (The Encyclopedia of Religion.) Aunque el término Yaoyorozu-no-kami significa literalmente “ocho millones de dioses”, se utiliza para referirse a “muchos dioses”, pues la cantidad de deidades de la religión sintoísta aumenta constantemente. Los seres humanos, como hijos de los kami, tienen ante todo una naturaleza divina. Por consiguiente, de lo que se trata es de vivir en armonía con los kami, y así uno podrá disfrutar de su protección y aprobación.
Aunque el sintoísmo no se basa en muchos dogmas ni en una teología muy compleja, a los japoneses les ha dado un código de valores, ha moldeado su comportamiento y determinado su forma de pensar. Existen templos donde pueden adorar cuando sienten la necesidad de hacerlo.
Los principales tipos de sintoísmo guardan cierta relación entre sí. El sintoísmo de los templos y el sintoísmo popular tienen pocas diferencias significativas. Por otro lado, el sintoísmo de las sectas consta de trece sectas fundadas durante el siglo XIX, las cuales, en diferentes grados, contienen elementos del confucianismo, el budismo y el taoísmo.
El budismo ha ejercido bastante influencia en el sintoísmo, lo que explica por qué muchos japoneses son budistas y sintoístas a la vez. En una casa japonesa tradicional suele haber dos altares: uno sintoísta para honrar a los kami, y otro budista para honrar a los antepasados de la familia. Keiko, una muchacha japonesa, explica: “Debo respeto a mis antepasados, y lo demuestro mediante el budismo [...]. Soy japonesa, por lo que cumplo con todos los pequeños ritos del sintoísmo”. Y luego añade: “Y pensaba que casarme a la manera cristiana sería muy hermoso. Es una contradicción, pero ¿qué más da?”.
Chondokio: la religión coreana de la Vía Celestial
Tanto el budismo, reforzado por el taoísmo, como el confucianismo, están entre las principales religiones no cristianas de Corea. Una vez introducidas en el país desde China, recibieron la influencia de la religión popular de Corea, el chamanismo, y según The Encyclopedia of Religion, fueron “seleccionadas, transformadas y adaptadas en diferentes grados a las condiciones sociales e intelectuales que prevalecían en la península de Corea”.a
Otra religión es el chondokio, “Religión de la Vía Celestial”, como se la viene llamando desde 1905. La fundó Ch’oe Suun (Che-u) en 1860, y originalmente se llamaba Tonghak, “Instrucción oriental”, en contraste con Sohak, “Instrucción occidental”, término que denomina al cristianismo. En parte, el chondokio surgió precisamente con el fin de contrarrestar el cristianismo. Según el autor alemán Gerhard Bellinger, el chondokio trata de mezclar “los ideales de bondad y justicia humanas del confucianismo, la pasividad del taoísmo y la compasión del budismo”, y eso es lo que se proponía su fundador. El chondokio también contiene elementos del chamanismo y del catolicismo romano. Aunque afirma promover la unidad religiosa, para 1935 se habían derivado de ella por lo menos diecisiete diferentes sectas.
La doctrina central de la “Religión de la Vía Celestial” es la creencia de que el hombre es de esencia divina, parte de Dios. De modo que uno de los principios éticos fundamentales es el de Sain yŏch’ŏn (“Trata al hombre como a Dios”), el cual requiere que se trate al prójimo con “sumo interés, respeto, sinceridad, dignidad, igualdad y justicia”, explica Yong-choon Kim, de la universidad de Rhode Island.
Sus esfuerzos por cambiar el orden social con el fin de alcanzar estos elevados principios colocaron a Suun, su fundador, en conflicto con el gobierno. Esta intervención en la política no solo fue la causa de su ejecución y la de su sucesor, sino que también contribuyó a que estallase la guerra chino-japonesa de 1894. De hecho, en Corea, la actividad política es una característica de los movimientos religiosos más recientes, de los que el Tonghak solo fue el primero. Suelen dar mucha importancia al nacionalismo, pues asignan a Corea un lugar de prominencia mundial en el futuro.
¿Cuál es la “Vía” que conduce a la vida?
Es evidente que muchos asiáticos creen que realmente no importa cuál sea la “vía” o camino religioso que uno siga. Sin embargo, Jesucristo, cuya religión fue llamada en el primer siglo ‘el Camino’, rechazó la opinión de que todos los “caminos” religiosos son aceptables a Dios. Él advirtió: “Ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, [...] mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan”. (Hechos 9:2; 19:9; Mateo 7:13, 14; compárese con Proverbios 16:25.)
No obstante, la mayoría de los judíos del primer siglo pasaron por alto sus palabras. No creyeron haber encontrado en Jesús a su verdadero Mesías, ni en la religión que este enseñó, la “vía” o camino recto. Hoy día, diecinueve siglos más tarde, los descendientes de aquellos judíos todavía esperan a su Mesías. En nuestro próximo número se explicará por qué.
[Nota a pie de página]
a El chamanismo se centra en el chamán, figura religiosa que, según se supone, lleva a cabo actos mágicos de curación y se comunica con el mundo de los espíritus.
[Fotografías en la página 21]
El general Kuan Yu, dios de la guerra en la religión popular china y patrón de los militares y los comerciantes
De izquierda a derecha: Han Xiangzi, Lu Dongbin y Li Tieguai —tres de los ocho inmortales taoístas— y Shoulao, el dios estelar de la longevidad
[Reconocimiento]
Cortesía del Museo Británico
[Fotografías en la página 23]
En el recinto de un templo sintoísta hay diversas estatuas; existe la creencia de que el perro guardián de la izquierda ahuyenta los demonios
En el templo sintoísta Yushima Tenjin, de Tokio, los estudiantes oran con sus padres por el éxito en los exámenes