Los jóvenes preguntan...
¿Qué debo hacer si un amigo se mete en problemas?
Una joven de 14 años llamada Sonia dice: “Mi mejor amiga ha dejado de ser cristiana. Estoy triste. ¡Me he esforzado tanto por animarla!”.a
¿ALGÚN amigo tuyo se ha metido en problemas o ha empezado a seguir un estilo de vida cuestionable? “Chris y yo estábamos muy unidos —dice Johnny—. Éramos amigos íntimos. Un día huyó de casa. Esto me consternó tanto que me sentí en la obligación de salir tras él. Estuve buscándolo toda la noche con mi auto.”
La Biblia advirtió que durante los últimos días tanto jóvenes como mayores se verían sometidos a grandes presiones. (2 Timoteo 3:1-5.) Por tanto, no sorprende que de vez en cuando un joven cristiano tropiece. Ahora bien, si el implicado es alguien a quien quieres, quizás te embarguen toda una serie de sentimientos, desde pena y compasión hasta indignación. Seguro que deseas ayudar a tu amigo. Pero ¿cómo puedes hacerlo?
‘Yo puedo salvarlo’
La Biblia dice: “El que hace volver a un pecador del error de su camino salvará [el alma del pecador] de la muerte y cubrirá una multitud de pecados”. (Santiago 5:20.) ¿Significan estas palabras que es tu responsabilidad hacer volver a tu amigo de su error? No necesariamente. Los principales responsables de élb son sus padres. (Efesios 6:4.) La Biblia también indica en Gálatas 6:1: “Hermanos, aunque un hombre dé algún paso en falso antes que se dé cuenta de ello, ustedes los que tienen las debidas cualidades espirituales traten de reajustar a tal hombre con espíritu de apacibilidad”. Dado que los superintendentes de la congregación están particularmente capacitados para atender estos asuntos, se hallan en mejor posición que tú para ofrecer ayuda.
Tienes que admitir que por ser joven tu experiencia en la vida es limitada. (Compáralo con Hebreos 5:14.) Por lo tanto, reconoce modestamente tus limitaciones y no trates de hacer más de lo que puedes. (Proverbios 11:2.) Ten en cuenta lo que le sucedió a Rebekah, una joven que intentó ayudar a un familiar, amigo suyo, que había empezado a drogarse. Ella relata: “En vez de confiárselo a sus padres me lo confió a mí, lo que puso una carga sobre mis hombros. Traté de ayudarlo, pero los resultados fueron frustrantes. Sentí alivio cuando finalmente reconocí que yo no podía hacer nada [...]. No podía ser su salvadora”. Rebekah instó a su amigo a pedir la ayuda de adultos capacitados.
Matthew se vio en una situación parecida, solo que este joven reconoció sus limitaciones desde un principio. Contó respecto a un amigo que estaba atribulado: “Acudió a mí con sus problemas, pero le dije que hablara con sus padres. Yo sabía que no era responsabilidad mía ocuparme de esos asuntos”.
La ayuda que puedes dar
Lo anterior no significa que no puedas dar ninguna ayuda. Depende en gran parte de las circunstancias. A lo mejor tu amigo desea sincerarse contigo; naturalmente, en tal caso estarías dispuesto a escucharle. (Proverbios 18:24; 21:13.) O puede que haya adoptado un estilo de vida cuestionable. Si es así, sería conveniente que tomaras la iniciativa y le dijeras que, aunque lo quieres, no apruebas su proceder.
Otra situación que puede presentarse es que un amigo te confiese que ha cometido un mal serio. Tal vez trate incluso de hacerte prometer que no se lo dirás a nadie. Pero la Biblia dice: “Nunca [...] seas partícipe de los pecados ajenos; consérvate casto”. (1 Timoteo 5:22.) Si tu amigo estuviera enfermo de gravedad y necesitara ayuda médica, ¿no insistirías en llevarlo al doctor? Ahora bien, si hubiera cometido un mal serio, necesitaría ayuda espiritual. Mantener el asunto en secreto podría significar su muerte espiritual, además de perjudicar a la congregación. Por consiguiente, tienes la obligación de encargarte de que los ancianos sepan del asunto. (Compáralo con Levítico 5:1.)
Una joven llamada Caroline tomó valerosamente una decisión con respecto a una amiga rebelde que mentía a sus padres. Ella explica: “Le di dos semanas para hablar con los ancianos, y le dije que si no lo hacía ella, lo haría yo. No fue fácil decirle eso”. Johnny, mencionado al principio, mostró una firmeza de carácter parecida. Recuerda: “Me sorprendió descubrir que [mi amigo] estaba viviendo con una chica y ver a unos tipos bebiendo y fumando allí en su casa”. Johnny le pidió a su amigo que lo acompañara afuera y lo instó encarecidamente a que pidiera ayuda a los ancianos de la congregación.
No es seguro que tu amigo agradezca tu interés. La Biblia nos dice que cuando los hermanos del joven José actuaron mal, este “llevó un mal informe acerca de ellos a su padre”. Con esta acción, no se ganó las simpatías de sus hermanos, ni mucho menos; de hecho, “empezaron a odiarlo”. (Génesis 37:2-4.)
¿Debes actuar como de costumbre?
Por otro lado, si sigues relacionándote con tu amigo como si nada hubiera ocurrido, minarás tus esfuerzos por ayudarlo. En 1 Corintios 15:33, el apóstol Pablo advirtió a los cristianos que no se juntaran con los transgresores. Si te relacionas estrechamente con tales personas, terminarás imitando su proceder.
Mollie aprendió eso por las malas cuando su amiga Sally empezó a salir a escondidas con chicos. Aparte de que Sally no tenía la edad para casarse, los muchachos con quienes salía no eran cristianos. Mollie cerró los ojos ante esa situación y siguió relacionándose con su amiga. ¿Cuál fue el resultado? Mollie dice: “Con el tiempo, Sally me concertó una cita con un muchacho mundano, y salí con él”. Afortunadamente, Mollie recibió ayuda de los ancianos de la congregación antes de que la situación empeorara.
Lynn también hizo concesiones peligrosas con objeto de conservar su amistad con una joven llamada Beth. “Yo creía que podía rescatarla —recuerda—, pero no fue así. Empecé a acompañarla a clubes nocturnos. Sabía que eso no estaba bien, pero no quería herirla. Sus problemas comenzaron a agobiarme. Me mantuve callada pensando que el problema de alguna manera se resolvería, pero empeoró.” Lynn se aterrorizó al recibir la trágica noticia de que su amiga Beth había muerto a manos del joven con quien salía.
Pudiera parecer muy noble no apartarse de un amigo. Pero si estuviera ahogándose en un fuerte remolino, ¿saltarías al agua para salvarlo? Lo único que conseguirías sería morir junto con él. Lo más sensato sería lanzarle un salvavidas. De igual manera, si un amigo se ha metido en problemas, debes ayudarlo mientras guardas las distancias. (Judas 22, 23.)
Si tu amigo ha sido expulsado de la congregación, es imprescindible que guardes las distancias. La Biblia manda ‘cesar de mezclarse en la compañía’ de tales personas. (1 Corintios 5:11.) Aunque todavía le tengas cariño, la mejor manera de ayudarlo no es imitando su mal proceder, sino manteniéndote leal a Jehová. (Salmo 18:25.) Tu postura firme podría moverlo a reconsiderar sus acciones. Y lo más importante es que tu lealtad complacerá a Jehová. (Proverbios 27:11.)
No te sobrecargues
Con cierta frecuencia, todos los desvelos por ayudar a otra persona resultan inútiles. Rebekah recuerda lo siguiente con respecto a su amiga: “Intenté llegar a su corazón y ayudarla. Incluso le escribí una carta, pero nunca me contestó”. Caroline se dio cuenta de que “empezaba a sentir cierta tensión” después de varios meses de procurar dar ayuda a una amiga que estaba buscándose problemas.
Es importante reconocer que “cada uno de nosotros rendirá cuenta de sí mismo a Dios”. (Romanos 14:12.) Y aunque es bueno ayudar de forma práctica a otra persona a llevar sus cargas o problemas personales, no puedes llevar por ella su “carga” de responsabilidad ante Dios. La Biblia dice que “cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”. (Gálatas 6:5.) Tú no eres responsable de las decisiones que tomen tus amistades.
Aun así, duele ver a un amigo destrozar su vida. Un joven de nombre Mike dice referente a la pérdida de un amigo suyo: “Fue un golpe duro porque estaba muy apegado a Mark y a sus padres. Estuve deprimido por un tiempo”.
Es natural que llores tal pérdida. No obstante, hablar de tus sentimientos con alguien en quien confíes puede reconfortarte. (Proverbios 12:25.) “Con la ayuda de mis padres —dice Rebekah— superé el dolor.” También puedes abrir tu corazón a Jehová Dios mediante la oración. (Salmo 62:8.) Caroline resumió así la situación: “Orar a Jehová y predicar a otras personas me ayudó mucho. También hice amistad con otros miembros de la congregación, sobre todo con mujeres mayores que yo. Por fin entendí que cada persona tiene que dar cuenta de sus actos y que yo tenía que seguir adelante con mi vida”. Si haces todo esto, sin duda te ayudarás a ti mismo, y quizás ayudes también a tu amigo descarriado.
[Notas]
a Se han cambiado algunos nombres.
b Con el fin de simplificar la redacción, utilizaremos el género masculino para referirnos al amigo descarriado.
[Ilustración de la página 17]
Insta a tu amigo a pedir ayuda