¿Se puede ganar la lucha contra las drogas?
GANAR la lucha contra las drogas es una meta loable pero difícil de alcanzar. Dos fuerzas poderosas mantienen el narcotráfico: la oferta y la demanda. Por casi un siglo, los gobiernos y la policía se han centrado en reducir la oferta, suponiendo sencillamente que sin drogas, no hay drogadictos.
Se combate la oferta
A fin de disminuir la oferta, las brigadas antidroga han confiscado cargamentos cuantiosos de estupefacientes; por otro lado, la colaboración internacional ha propiciado la detención de importantes traficantes. No obstante, la dura realidad es que, aunque la actuación policial obliga a algunos narcotraficantes a mudarse, a buscar nuevos mercados o a agudizar su ingenio, no logra detenerlos. “No podremos vencer a los traficantes mientras ellos cuenten con fondos ilimitados y nosotros tengamos que luchar para que se nos aumente el presupuesto”, admitió un experto en narcóticos.
Joe de la Rosa, agente de prevención del delito de la policía de Gibraltar, habló a ¡Despertad! sobre la dificultad de controlar el tráfico de drogas entre África y la península ibérica. “En 1997 incautamos casi cuatrocientos kilogramos de hachís —relató—. La mayoría de este en realidad no se lo confiscamos a los narcotraficantes; lo encontramos en las playas o flotando en el mar. Eso nos da una idea de la enorme cantidad de droga que cruza el estrecho de Gibraltar todos los años. Lo que incautamos es tan solo la punta del iceberg. Las lanchas motoras de los transportistas que realizan el trayecto de África a España dan mil vueltas a nuestras lanchas aduaneras. Cuando los traficantes intuyen que los vamos a atrapar, simplemente arrojan las drogas por la borda para que así no tengamos pruebas con las que incriminarlos.”
La policía se enfrenta a problemas similares en otras partes del mundo. Viajeros aparentemente normales, aeroplanos ligeros, buques portacontenedores e incluso submarinos pasan ilegalmente droga de un país a otro por mar o por fronteras poco vigiladas. Un informe de las Naciones Unidas calculó que “habría que interceptar al menos el setenta y cinco por ciento de los envíos internacionales de droga con tal de reducir de manera considerable la rentabilidad del narcotráfico”. En estos momentos, probablemente se intercepte poco más del treinta por ciento de la cocaína, y bastante menos en el caso de otras drogas.
Entonces, ¿por qué no atacan los gobiernos la raíz del problema destruyendo las plantaciones de cannabis, las adormideras y los arbustos de coca? Las Naciones Unidas recomendaron recientemente esta medida, pero no resulta fácil ponerla en práctica. Se puede cultivar cannabis en casi cualquier jardín. Una de las principales zonas de cultivo de coca de los Andes se halla “fuera del control del Estado”. Lo mismo ocurre con zonas remotas de Afganistán y Birmania, de donde proviene una gran parte del opio y de la heroína.
Para complicar más las cosas, los traficantes pueden cambiarse fácilmente a las drogas de diseño, de las que hay una creciente demanda. Los laboratorios clandestinos pueden manufacturar estas drogas sintéticas prácticamente en cualquier lugar del mundo.
¿Podrían una actuación policial más eficiente y condenas de prisión más severas reducir el narcotráfico? Hay demasiados vendedores de droga, demasiados toxicómanos y muy pocos policías para que tales medidas funcionen. Por ejemplo, Estados Unidos tiene cerca de dos millones de personas entre rejas, muchas de ellas por delitos relacionados con las drogas, y, sin embargo, la amenaza de prisión no ha disuadido a la gente de tomar estupefacientes. En muchos países en desarrollo donde la venta de narcóticos está en alza, las escasas y mal pagadas fuerzas policiales son incapaces de contener la oleada.
¿Se puede reducir la demanda?
Si los intentos de controlar la oferta han sido vanos, ¿qué puede decirse en cuanto a la reducción de la demanda? “En la guerra contra las drogas en realidad deben intervenir el corazón y la mente, y no simplemente la policía, los tribunales y las prisiones”, dice la revista Time.
Joe de la Rosa, antes citado, también cree que la educación es el único modo de combatir la droga. “La drogadicción es un problema social creado por la sociedad, por lo que hay que cambiar la sociedad o, al menos, cambiar la mentalidad de la gente —afirma—. Estamos intentando concienciar a las escuelas, los padres y los profesores de que el peligro está ahí, de que las drogas están al alcance de todos y de que sus hijos pueden sucumbir a ellas.”
Lo que han hecho los testigos de Jehová
Durante muchos años, los testigos de Jehová se han esforzado por enseñar a las personas a evitar las drogas. Han publicado información con el fin de ayudar a los padres a enseñar a sus hijos los peligros que estas entrañan.a Es más, su ministerio ha contribuido a la rehabilitación de un buen número de drogadictos y traficantes.
Ana, mencionada en el artículo anterior, conoció a los testigos de Jehová porque su hermana había escuchado que estos obtenían buenos resultados con los drogadictos. Ana no estaba especialmente interesada en la Biblia, pero acudió, con ciertas reservas, a una asamblea de Testigos. Allí encontró a un hombre que había sido un importante vendedor de droga pero que había cambiado completamente tanto su apariencia como su estilo de vida. “Pensé que si él había podido cambiar, yo también podría —dice Ana—. Su transformación me convenció de que debía aceptar la oferta de estudiar la Biblia.
”Desde mi primer estudio bíblico decidí permanecer en casa, puesto que estaba segura de que si salía, me encontraría con otros adictos y volvería a tomar drogas. Ya sabía que drogarse estaba mal y que Dios desaprobaba ese vicio. También había visto el efecto que las drogas tenían en la gente y el daño que yo había ocasionado a mi propia familia. Pero necesitaba fortaleza espiritual para librarme de la esclavitud a los narcóticos. La desintoxicación fue dura. Por algún tiempo, lo único que hice fue dormir todo el día, mientras los efectos de las drogas iban desapareciendo. Pero mereció la pena.”
Una esperanza real y significativa
Al esposo de Ana, Pedro, del que se habló también en el artículo anterior, le sucedió algo parecido. Él recuerda: “Un día, mientras fumaba hachís en casa de mi hermano, descubrí un libro con un título que me intrigó: La verdad que lleva a vida eterna. Me lo llevé a casa, lo leí y busqué los textos bíblicos. Estaba seguro de que había encontrado la verdad.
”Leer la Biblia y hablar de lo que estaba aprendiendo a otras personas hizo que me sintiera mejor y disminuyó mi ansia de droga. Decidí no llevar a cabo el atraco a mano armada de una gasolinera que tenía planeado. Un amigo estaba estudiando la Biblia con los testigos de Jehová y poco después seguí su ejemplo. En nueve meses cambié mi estilo de vida y me bauticé. Durante ese tiempo, muchos antiguos amigos me ofrecieron droga, pero yo empezaba inmediatamente a hablarles de la Biblia. Algunos respondieron favorablemente e incluso uno venció su adicción.
”Para vencer el vicio de la droga es necesario tener esperanza, y la Biblia me la dio. También dio sentido a mi vida y me mostró claramente el punto de vista de Dios sobre las drogas y la violencia. Noté que cuando aprendía del Todopoderoso me sentía mejor, y sin sufrir por ello efectos secundarios. Más tarde, el relacionarme en las reuniones de los testigos de Jehová con personas que llevaban un estilo de vida limpio me ayudó a seguir en este derrotero.”
De traficante a albañil
El traficante de drogas del que se habló en el artículo anterior, José, es de nuevo albañil. No le resultó fácil abandonar su lucrativo negocio. “Las drogas mueven mucho dinero —admite—, pero no es un buen modo de ganarlo. Veo a jóvenes con automóviles llamativos y pistolas. Las familias se desmoronan; el delito es endémico en las calles. Numerosos toxicómanos roban de los autos o de las tiendas o asaltan a la gente con tal de conseguir dinero para drogas. Muchos de ellos empiezan con el hachís, pasan al éxtasis o a otras pastillas y entonces prueban la cocaína o incluso la heroína. Sé que contribuí a que muchos comenzaran este ciclo.
”Al ir estudiando la Biblia con los testigos de Jehová, me fui convenciendo más y más de lo incorrecto de mis acciones. Quería tener la conciencia tranquila, y mi mujer, que también estaba estudiando, deseaba lo mismo. Por supuesto, es difícil dejar de traficar con drogas. Les expliqué a mis clientes y a los traficantes a mi cargo que estaba estudiando la Biblia y que había abandonado el negocio. Al principio no se lo creían, y algunos siguen sin creérselo. Sin embargo, lo dejé hace casi dos años y no me he arrepentido ni por un instante.
”El año pasado estuve trabajando de albañil, que es mi oficio. Ahora gano en un mes un cuarto de lo que ganaba en un solo día como narcotraficante. Pero este es un mejor modo de vivir y soy más feliz.”
La solución definitiva a escala mundial
Unos cuantos traficantes valerosos han abandonado su negocio, y diversas formas de rehabilitación han ayudado a miles de toxicómanos a superar la adicción. No obstante, como reconoce el World Drug Report, “para las personas que han abusado de las drogas en extremo y por largo tiempo, la abstinencia prolongada es la excepción, no la regla”. Lamentablemente, por cada drogadicto rehabilitado, varias nuevas víctimas caen en esta trampa. La oferta y la demanda siguen aumentando.
Para ganar la lucha contra la droga, se necesita una solución a escala mundial, ya que el problema afecta a toda la Tierra. La Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas dice a este respecto: “Aunque el uso indebido de drogas, el tráfico de drogas y la delincuencia relacionada con el problema de las drogas se percibían en la mayor parte de los países como una de las principales amenazas para la seguridad, el público tenía menos conciencia del hecho de que las drogas ilícitas representaban un problema mundial que ya no se podía resolver recurriendo únicamente a esfuerzos en el plano nacional”.
Pero ¿se unirán todos los gobiernos de la Tierra para erradicar este azote mundial? Hasta el momento, los resultados no han sido alentadores. Sin embargo, la Biblia dice que la solución definitiva es un gobierno celestial que trascenderá las fronteras nacionales. La Biblia nos asegura que el Reino de Dios, en manos de Jesucristo, durará “para siempre jamás” (Revelación [Apocalipsis] 11:15). La educación divina bajo el Reino de Dios se encargará de que la demanda de droga desaparezca (Isaías 54:13). Además, los problemas sociales y emocionales que ahora abonan el terreno para la drogadicción habrán desaparecido para siempre (Salmo 55:22; 72:12; Miqueas 4:4).
¿Necesita ayuda?
Incluso ahora, la esperanza del Reino de Dios en manos de Cristo está motivando a las personas a decir no a las drogas. Para más información póngase en contacto con los testigos de Jehová de su localidad.
[Nota]
a Véase el cap. 34 (“¿Por qué decir no a las drogas?”) del libro Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Ilustración de la página 11]
La policía lleva a cabo un arresto
[Reconocimiento]
K. Sklute/SuperStock
[Ilustración de la página 12]
Pedro y su esposa, Ana, estudiando la Biblia con sus hijos
[Ilustración de la página 13]
Pedro instalando dispositivos de seguridad