Una columna sobre el mar
◼ ¿Ha visto alguna vez una tromba o manga marina? Se formó una en la costa de Tahití el 25 de diciembre de 2005. El enorme remolino de viento y agua, situado entre el mar y el cielo, duró unos treinta minutos. Luego, poco a poco se puso blanco y desapareció.
Por lo general, las trombas —llamadas a veces tornados marinos— son más débiles que los tornados. Aunque suelen durar unos diez minutos, algunas se han prolongado por una hora. Al formarse en el mar, es más difícil detectarlas y estudiarlas, de ahí que los meteorólogos no las conozcan a fondo. Se dice que hacen un ruido fuerte parecido al de un tren de carga en movimiento.
Al verse sumido en un torbellino de emociones, el salmista escribió: “Profundidad acuosa está llamando a profundidad acuosa ante el sonido de tus mangas (de agua)” (Salmo 42:7). Aunque no podemos asegurar que el salmista se refería a este tipo de tromba, es muy posible que dicho fenómeno representara lo que él sentía. Dijo que su alma estaba “desesperada” y “alborotada”. No obstante, su Padre celestial lo consoló. “Espera a Dios —se dijo a sí mismo—, porque todavía lo elogiaré como la magnífica salvación de mi persona y como Dios mío.” (Salmo 42:11.)
Al igual que el salmista, es posible que nosotros atravesemos dificultades semejantes a trombas marinas, pero si esperamos en Dios, él demostrará ser nuestra “magnífica salvación”.