¿Son sus labios “vasos preciosos”?
● “Existe oro, también una abundancia de corales; pero los labios del conocimiento son vasos preciosos”, escribió el rey Salomón (Proverbios 20:15). El oro ha sido siempre muy valorado y, en tiempos de Salomón, los corales también lo eran; no obstante, nuestros labios pueden ser aún más valiosos. ¿En qué sentido? No por su apariencia, sino por los pensamientos que expresan.
Los labios que son preciosos destilan bondad, amabilidad y amor. Y se los llama “labios del conocimiento” porque dicen la verdad acerca de Dios tal como está registrada en la Biblia. Este antiguo libro está lleno de sabiduría y verdad sobre nuestro Creador, así como de excelentes consejos para la vida (Juan 17:17).
Lamentablemente, hay muchas personas que usan mal sus labios diciendo de Dios cosas que no son ciertas. Por ejemplo, algunas le echan la culpa del sufrimiento y las injusticias que se ven en el mundo, cuando en realidad, gran parte de la culpa la tienen los seres humanos. A este respecto, Proverbios 19:3 afirma: “Hay gente insensata que arruina su vida ella misma, pero luego le echa la culpa a Dios” (La Palabra de Dios para Todos).
Otros rebajan el valor de sus labios al hablar con falta de sinceridad, chismorrear o incluso calumniar. En Proverbios 26:23 se ofrece esta gráfica imagen: “Como vidriado de plata que recubre un fragmento de vasija de barro son los labios fervientes junto con un corazón malo”. Es decir, del mismo modo que el baño de plata de una vasija oculta el barro del que está hecha, los sentimientos intensos y la sinceridad que se expresan con “labios fervientes”, o melosos, pueden ocultar un corazón malo si son fingidos (Proverbios 26:24-26).
Por supuesto, tal maldad no queda escondida de Dios. Él ve lo que realmente somos. Por esa razón, Jesús dijo: “Limpia primero el interior de la copa y del plato, para que su exterior también quede limpio” (Mateo 23:26). ¡Qué gran verdad! Además, la pureza, o limpieza interior, junto con un corazón lleno de verdades espirituales, se reflejará en nuestra forma de hablar. ¿Con qué resultado? Nuestros labios serán “vasos preciosos”, en especial a la vista de Dios.
[Ilustración de la página 19]
Los labios del sabio son “vasos preciosos”