Capítulo 30
‘Defendiendo y estableciendo legalmente las buenas nuevas’
LA INTENSA persecución de que han sido objeto los testigos de Jehová ha resultado en que por toda la Tierra se les haya llevado ante funcionarios de la policía, jueces y gobernantes. Los litigios o casos judiciales en los que los Testigos se han visto implicados han ascendido a muchos millares, y en centenares de ellos se ha apelado ante los tribunales superiores. Estas acciones han tenido un profundo efecto en la administración de la justicia en sí, y a menudo han reforzado la garantía legal de las libertades fundamentales de la gente en general. Pero esa no ha sido la meta primordial de los testigos de Jehová.
Su principal deseo es proclamar las buenas nuevas del Reino de Dios. No proceden por vía judicial porque sean agitadores sociales o reformadores de leyes. Su objetivo es ‘defender las buenas nuevas y establecerlas legalmente’, como lo hizo el apóstol Pablo. (Fili. 1:7.) Las audiencias ante funcionarios gubernamentales, sea que hayan tenido lugar a petición de los Testigos o porque se les haya arrestado a causa de su actividad cristiana, se ven también como oportunidades de dar testimonio. Jesucristo dijo a sus seguidores: “Los llevarán ante gobernadores y reyes por mi causa, para un testimonio a ellos y a las naciones”. (Mat. 10:18.)
Avalancha internacional de demandas
Mucho antes de la I Guerra Mundial, el clero había presionado a las autoridades de diversos lugares para impedir que los Estudiantes de la Biblia distribuyeran publicaciones entre sus feligreses. Sin embargo, después de la guerra la oposición aumentó. En un país tras otro se puso toda suerte de obstáculos jurídicos concebibles a los que trataban de obedecer el mandato profético de Cristo de predicar las buenas nuevas del Reino de Dios como testimonio. (Mat. 24:14.)
Animados por las pruebas del cumplimiento de la profecía bíblica, en 1922 los Estudiantes de la Biblia salieron de la asamblea de Cedar Point (Ohio) resueltos a hacer saber al mundo que los Tiempos de los Gentiles habían expirado y que el Señor había asumido su gran poder y ahora gobernaba como Rey desde los cielos. “Anuncien, anuncien, anuncien al Rey y su reino”, fue su consigna. El mismo año, el clero de Alemania incitó a la policía a arrestar a algunos Estudiantes de la Biblia que estaban distribuyendo publicaciones bíblicas. No se trató de un incidente aislado. Para 1926 había 897 casos pendientes en los tribunales alemanes. Era tal la cantidad de litigios, que ese año la Sociedad Watch Tower vio la necesidad de crear un departamento jurídico en la sucursal de Magdeburgo. Durante 1928, tan solo en Alemania se presentaron 1.660 demandas contra los Estudiantes de la Biblia, y la presión siguió aumentando de año en año. Los clérigos estaban decididos a acabar con su obra, y se alegraban cuando el fallo de un tribunal indicaba que hasta cierto grado estaban teniendo éxito.
Los primeros arrestos de Estudiantes de la Biblia en Estados Unidos por predicar de casa en casa ocurrieron en South Amboy (Nueva Jersey) en 1928. En menos de una década, la cifra anual de arrestos relacionados con su ministerio sobrepasaba los quinientos en ese país. Durante 1936 la cifra ascendió rápidamente hasta llegar a 1.149. A fin de brindar el asesoramiento necesario fue preciso crear también un departamento jurídico en la sede de la Sociedad.
También las autoridades de Rumania opusieron gran resistencia a la intensa predicación que se efectuaba allí. Con frecuencia se arrestaba a los testigos de Jehová que distribuían publicaciones bíblicas y se les golpeaba brutalmente. Entre 1933 y 1939 los Testigos rumanos tuvieron que hacer frente a 530 demandas. No obstante, puesto que la ley garantizaba la libertad, las apelaciones ante el Tribunal Supremo rumano resultaron en muchas sentencias favorables. Cuando la policía empezó a darse cuenta de esto, confiscaba las publicaciones e insultaba a los Testigos, pero evitaba recurrir a las vías judiciales. Cuando finalmente se le permitió a la Sociedad inscribirse como corporación en Rumania, sus adversarios trataron de frustrar el propósito de tal acción mediante una orden del tribunal que prohibía la distribución de las publicaciones de la Watch Tower. La decisión fue anulada por un tribunal superior, pero luego el clero persuadió al ministro de Cultos a tomar medidas que contrarrestaban el fallo del tribunal.
En Italia y Hungría, al igual que en Rumania, la policía confiscó por orden de los gobiernos vigentes la literatura bíblica usada por los Testigos. Lo mismo sucedió en Japón, Corea y Costa de Oro (actualmente Ghana). En Francia se obligó a los testigos de Jehová extranjeros a marcharse del país. Durante muchos años se negó la entrada a los testigos de Jehová en la Unión Soviética para predicar el Reino de Dios.
A medida que la fiebre del nacionalismo se extendía por todo el mundo desde 1933 hasta entrados los años cuarenta, los gobiernos proscribían a los testigos de Jehová en un país tras otro. Miles de Testigos fueron llevados ante los tribunales durante este período por negarse a saludar la bandera según los dictados de su conciencia y por insistir en la neutralidad cristiana. En 1950 se informó que en los quince años anteriores, se habían producido más de diez mil arrestos de testigos de Jehová tan solo en Estados Unidos.
El que en un breve plazo se llevara a más de cuatrocientos Testigos ante los tribunales de Grecia en 1946, no dio principio a las acciones judiciales contra ellos. Ya por años se les había enjuiciado. Además de las condenas a prisión, se les imponían grandes multas que agotaban los recursos económicos de los hermanos. Sin embargo, al examinar su situación dijeron: “El Señor abrió el camino para que la obra de dar testimonio llegara hasta los funcionarios de Grecia, que oyeron del establecimiento del reino de justicia; también los jueces de los tribunales tuvieron la misma oportunidad”. Los testigos de Jehová veían con claridad la cuestión, tal como Jesús dijo que sus seguidores deberían verla. (Luc. 21:12, 13.)
Una batalla aparentemente imposible de ganar
Durante los años cuarenta y cincuenta, la provincia canadiense de Quebec se convirtió en un verdadero campo de batalla. Los arrestos por predicar las buenas nuevas habían comenzado en 1924. Para el invierno de 1931 la policía detenía diariamente a algunos Testigos, en ocasiones hasta dos veces al día. Los gastos incurridos en los juicios de los Testigos del Canadá fueron cuantiosos. Luego, a principios de 1947, el total de casos de Testigos que estaban pendientes en los tribunales de la provincia de Quebec se elevó a 1.300, aunque allí solo había un pequeño grupo de testigos de Jehová.
Esta era una época en que la Iglesia Católica ejercía gran influencia y todo político y juez tenía que contar con ella. En Quebec, el clero por lo general gozaba de alta estima, y la gente estaba presta a obedecer las órdenes de su sacerdote. El libro State and Salvation (El Estado y la salvación), publicado en 1989, describió la situación como sigue: “El cardenal de Quebec contaba con un trono en el salón de sesiones de la Asamblea Legislativa junto a la silla que se reservaba para el vicegobernador. De una manera u otra, gran parte de Quebec estaba bajo el control directo de la Iglesia. [...] En efecto, la misión de la Iglesia era conciliar la vida política con el concepto católico romano de que el catolicismo es la verdad, de que todo lo que no es católico está equivocado y de que la libertad significa libertad para hablar y vivir la verdad católica”.
Desde el punto de vista humano parecía imposible que los Testigos pudieran ganar la batalla, no solo en Quebec, sino en el mundo entero.
Acusaciones de toda índole imaginable
Los adversarios de los Testigos buscaron minuciosamente en los libros de Derecho algún posible pretexto para terminar con la actividad de estos. Frecuentemente los acusaban de vender de puerta en puerta sin licencia, afirmando así que la obra era de carácter comercial. En otros lugares, en cambio, se acusó a algunos precursores de vagancia, alegando que no ejercían una actividad lucrativa.
Por décadas, las autoridades de algunos cantones suizos persistieron en catalogar la distribución de las publicaciones bíblicas de los testigos de Jehová como venta ambulante. El fiscal del cantón francófono de Vaud, en particular, estaba resuelto a no dejar en pie las sentencias que emitieran los tribunales inferiores en favor de los Testigos.
En un lugar tras otro se les dijo que precisaban de una licencia para distribuir su literatura o para celebrar sus reuniones bíblicas. Pero ¿en realidad la necesitaban? Los Testigos respondieron: “¡No!”. ¿Sobre qué base?
Su explicación fue la siguiente: ‘Jehová Dios ordena a sus Testigos que prediquen el Evangelio de su Reino, y las órdenes de Dios son supremas y tienen que ser obedecidas por sus Testigos. Ningún organismo legislativo o ejecutivo de la Tierra puede correctamente interferir en la ley de Jehová. Puesto que ningún poder gobernante del mundo puede apropiadamente prohibir la predicación del Evangelio, tampoco puede tal autoridad o poder mundano dar permiso para predicarlo. Los poderes mundanos no tienen ninguna potestad en este asunto. Pedir permiso a los hombres para hacer lo que Dios manda sería un insulto a Dios’.
Muchas veces, las acusaciones que se lanzaban contra los Testigos daban clara evidencia de animosidad religiosa hacia ellos. Para ilustrarlo: cuando en 1939 se hicieron circular los folletos Enfréntense a los hechos y Cura, el superintendente de la sucursal de la Sociedad en los Países Bajos fue citado para comparecer ante el Tribunal de Haarlem y responder a la acusación de haber insultado a un grupo de holandeses. El fiscal alegaba, por ejemplo, que las publicaciones de la Watch Tower afirmaban que la jerarquía católica sonsacaba dinero a la gente por medios fraudulentos al sostener que podía librar a los muertos de un lugar donde no estaban: el purgatorio, cuya existencia, según tales publicaciones, no podía probar la Iglesia.
El testigo principal de la jerarquía, el “padre” Henri de Greeve, se lamentó así desde el estrado: “Mi principal motivo de queja es que los no católicos pueden llevarse la impresión de que los sacerdotes solo somos un puñado de maleantes y estafadores”. Cuando se llamó a declarar al superintendente de la sucursal de la Sociedad, abrió la Biblia católica y le mostró al tribunal que lo que el folleto decía sobre las enseñanzas católicas concordaba con la propia Biblia de ellos. Luego, cuando el abogado de la Sociedad preguntó a de Greeve si podía probar las doctrinas del infierno de fuego y el purgatorio, este respondió: “No puedo probarlo; sencillamente lo creo”. El juez comprendió de inmediato que esto era precisamente lo que el folleto afirmaba. El acusado fue absuelto, y el sacerdote salió del tribunal enfurecido.
El aumento de la actividad de los testigos de Jehová en la parte oriental de la antigua Checoslovaquia perturbó al clero, que acusó a los Testigos de espionaje. La situación fue semejante a la del apóstol Pablo, cuando el clero judío del siglo I le acusó de sedición. (Hech. 24:5.) Centenares de casos llegaron a los tribunales en 1933 y 1934, hasta que el gobierno se convenció de que las acusaciones carecían de validez. Durante los años treinta y cuarenta también se llevó a los Testigos a los tribunales de la provincia canadiense de Quebec acusados de conspiración sediciosa. Los mismos clérigos —católicos y protestantes, pero especialmente los católicos— hasta comparecían ante los tribunales para declarar en contra de ellos. ¿Qué habían hecho los testigos de Jehová? El clero alegaba que habían puesto en peligro la unidad nacional al publicar artículos que podían hacer que la gente estuviera descontenta con la Iglesia Católica. No obstante, los Testigos respondieron que, en realidad, habían distribuido publicaciones que consolaban a la gente con la Palabra de Dios, pero que esto había enfurecido al clero porque las publicaciones denunciaban las enseñanzas y prácticas antibíblicas.
¿Cómo pudieron los testigos de Jehová seguir adelante a pesar de tan persistente oposición? Por su fe en Dios y en su Palabra inspirada, por su devoción abnegada a Jehová y a su Reino y por la fuerza que resulta del funcionamiento del espíritu de Dios. Como dicen las Escrituras, “el poder que es más allá de lo normal [es el] de Dios y no el que procede de nosotros”. (2 Cor. 4:7.)
Los testigos de Jehová toman la ofensiva en la arena legal
Por varias décadas antes de la I Guerra Mundial, los Estudiantes de la Biblia habían efectuado una inmensa obra de distribución gratuita de publicaciones bíblicas en las calles cerca de las iglesias y de casa en casa. Pero luego, muchos pueblos y ciudades de Estados Unidos dictaron ordenanzas que obstaculizaban esta “obra de los voluntarios”. ¿Qué se podía hacer?
The Watch Tower del 15 de diciembre de 1919 explicó: “Convencidos de que es nuestro deber realizar todo esfuerzo posible por testificar acerca del reino del Señor y no aflojar el paso porque veamos que la puerta se cierra, y en vista de todo el esfuerzo sistemático que se ha hecho por acabar con la obra de los voluntarios, hemos dispuesto lo necesario para usar una revista, [...] THE GOLDEN AGE”.a
No obstante, conforme se intensificaba la testificación de casa en casa, aumentaban los esfuerzos por aplicar leyes que la redujeran o la prohibieran. No todos los países cuentan con disposiciones legales que aseguren las libertades de las minorías frente a la oposición oficial. Pero los testigos de Jehová sabían que la Constitución estadounidense garantizaba la libertad religiosa, de expresión y de prensa. Por eso, cuando los jueces interpretaban las ordenanzas locales de cierta manera con el fin de obstaculizar la predicación de la Palabra de Dios, los Testigos apelaban de sus fallos ante los tribunales superiores.b
Al repasar lo sucedido, Hayden C. Covington, que desempeñó un papel importante en los asuntos jurídicos de la Sociedad Watch Tower, explicó posteriormente: “De no haber apelado de los miles de fallos que dictaron los magistrados, los tribunales policíacos y otros tribunales inferiores, se habría levantado una montaña de jurisprudencia como un obstáculo gigantesco en el campo de la adoración. Por haber apelado evitamos que aquello sucediera. Nuestro modo de adoración se ha inscrito en las leyes de Estados Unidos y de otros países porque insistimos en apelar de los fallos adversos”. En Estados Unidos, veintenas de casos recorrieron todo el camino hasta llegar al Tribunal Supremo.
Se consolidan las garantías de libertad
Uno de los primeros casos vinculados al ministerio de los testigos de Jehová que llegó al Tribunal Supremo de Estados Unidos provino de Georgia, y se debatió ante el tribunal el 4 de febrero de 1938. El Tribunal Superior Municipal de Griffin (Georgia) había declarado a Alma Lovell culpable de violar una ordenanza que prohibía la distribución de cualquier publicación sin una licencia del administrador municipal. Entre otras cosas, Alma había ofrecido a la gente la revista The Golden Age. El 28 de marzo de 1938 el Tribunal Supremo de Estados Unidos anuló la ordenanza debido a que subordinaba la libertad de prensa a la obtención de una licencia y a la censura.c
Al año siguiente, J. F. Rutherford, en calidad de abogado de la parte demandante, presentó las alegaciones ante el Tribunal Supremo en el proceso Clara Schneider contra el Estado de Nueva Jersey.d En 1940 le siguió Cantwell contra el Estado de Connecticut,e cuyo alegato preparó el hermano Rutherford y presentó el hermano Hayden Covington ante el tribunal. El buen resultado de estos casos reforzó las garantías constitucionales de la libertad de cultos, de expresión y de prensa. No obstante, hubo reveses.
Los tribunales asestan duros golpes
La cuestión del saludo a la bandera, que afectaba a los hijos de los testigos de Jehová en edad escolar, se llevó ante los tribunales estadounidenses por primera vez en 1935 en el proceso Carlton B. Nicholls contra el Alcalde y la Comisión de Educación de Lynn (Massachusetts).f Este caso fue remitido al Tribunal Judicial Supremo de Massachusetts. El tribunal se pronunció en 1937 diciendo que, independientemente de lo que creyeran Carleton Nichols, hijo, y sus padres, no se debería tener en cuenta el credo religioso porque, como dijo, “el saludo y el juramento a la bandera de que trata este juicio no tienen ninguna relación justificada con la religión. [...] No se meten con las opiniones de nadie en cuanto a su Creador. No tocan sus relaciones con su Hacedor”. Cuando se apeló ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos en 1937 en el proceso Leoles contra Landers,g que trataba sobre el saludo obligatorio a la bandera, y nuevamente en 1938, en Hering contra la Junta Estatal de Educación,h el tribunal rechazó las solicitudes porque, en su opinión, no envolvían cuestiones de importancia federal. En 1939 el tribunal volvió a desestimar una apelación por la misma razón en el proceso Gabrielli contra Knickerbocker.i El mismo día, sin oír los argumentos de la defensa, se ratificó la sentencia adversa del tribunal inferior en el pleito Johnson contra la ciudad de Deerfield.j
Finalmente, en 1940, el tribunal vio por completo el proceso denominado Distrito Escolar de Minersville contra Gobitis.k Un grupo selecto de eminentes abogados presentaron los alegatos de ambas partes. J. F. Rutherford asumió la defensa oral de Walter Gobitas y sus hijos. Un miembro del Departamento Jurídico de la Universidad de Harvard representó al Colegio de Abogados de Estados Unidos y a la Unión pro Libertades Civiles al argüir en contra del saludo obligatorio a la bandera. No obstante, sus argumentos fueron rechazados, y con solo un voto en contra, el Tribunal Supremo decidió, el 3 de junio, que los niños que no saludaran la bandera podían ser expulsados de las escuelas públicas.
Durante los tres años siguientes, el Tribunal Supremo falló en contra de los testigos de Jehová en diecinueve pleitos. Muy significativa fue la sentencia adversa en Jones contra la ciudad de Opelika,l dictada en 1942. Rosco Jones había sido declarado culpable de distribuir publicaciones en las calles de Opelika (Alabama) sin haber pagado el impuesto de una licencia. El Tribunal Supremo ratificó la sentencia y dijo que era prerrogativa de los gobiernos cobrar derechos módicos por ir de puerta en puerta, y que tales leyes no podían impugnarse aunque las autoridades locales arbitrariamente suspendieran la licencia. Esta decisión supuso un duro golpe, porque a partir de entonces cualquier comunidad, incitada por el clero o por cualquiera que se opusiera a los Testigos, podría excluirlos legalmente y, de ese modo, como quizás razonaran sus adversarios, detener la obra de predicar de los testigos de Jehová. Sin embargo, algo extraño sucedió.
Cambia el curso de los acontecimientos
En Jones contra Opelika, el fallo que supuso un duro golpe para el ministerio público de los testigos de Jehová, tres de los jueces dijeron que no solo discrepaban de la mayoría de los miembros del tribunal sobre este caso, sino que también creían que habían contribuido a poner las bases para este fallo en el proceso Gobitis. “Puesto que entonces compartimos la opinión del tribunal en el proceso Gobitis —añadieron—, creemos que este es el momento oportuno para decir que ahora nos parece que en él también se dictó un fallo equivocado.” Esto sirvió para indicar a los testigos de Jehová que debían presentar de nuevo los asuntos ante el tribunal.
Se solicitó una revisión del proceso Jones contra Opelika. En la moción para ello se expusieron argumentos legales convincentes. La solicitud también decía categóricamente: “El tribunal debe tomar en consideración, ante todo, el hecho de que está tratando judicialmente con siervos del Dios Todopoderoso”. Se analizaron los precedentes bíblicos que mostraban lo que este hecho implicaba. Se llamó la atención al consejo que dio Gamaliel, maestro de la Ley, al tribunal supremo judío del siglo I, a saber: “No se metan con estos hombres, sino déjenlos; [...] de otro modo, quizás se les halle a ustedes luchadores realmente contra Dios”. (Hech. 5:34-39.)
Por fin, el 3 de mayo de 1943, en el decisivo proceso Murdock contra el Estado de Pensilvania,a el Tribunal Supremo declaró nula la sentencia que había dictado en Jones contra Opelika. Dictaminó que era anticonstitucional el pago de cualquier impuesto por una licencia como condición previa para ejercer la libertad de cultos distribuyendo publicaciones religiosas. Con este pronunciamiento se reabrieron las puertas de Estados Unidos a los testigos de Jehová, y desde entonces se le ha citado como autoridad en centenares de casos. El 3 de mayo de 1943 fue indudablemente un día memorable para los testigos de Jehová en lo que respecta a casos llevados al Tribunal Supremo de Estados Unidos. Ese mismo día, el tribunal falló en su favor en doce de las trece causas presentadas (todas las cuales se fusionaron en cuatro para los efectos de audiencia y fallo).b
Como un mes después —el 14 de junio, día de la Bandera—, el Tribunal Supremo dio marcha atrás nuevamente, esta vez en lo tocante al fallo que había dictado en el asunto Gobitis, al pronunciarse sobre el caso denominado Consejo de Enseñanza de West Virginia contra Barnette.c Dictaminó que “ningún funcionario, de mayor o menor rango, puede prescribir lo que es ortodoxo en la política, el nacionalismo, la religión u otros asuntos de opinión, ni obligar a los ciudadanos a confesar por acción o palabra su fe en ello”. Gran parte del razonamiento que se expuso en esta decisión fue adoptado después en Canadá por el Tribunal de Apelaciones de Ontario en el proceso Donald contra la Junta de Educación de Hamilton, sentencia que el Tribunal Supremo de Canadá rehusó revocar.
De acuerdo con la sentencia dictada en el caso Barnette, el mismo día el Tribunal Supremo de Estados Unidos sostuvo en Taylor contra el Estado de Mississippid que no se podía acusar válidamente de sedición a los testigos de Jehová por explicar sus razones para no saludar la bandera y por enseñar que todas las naciones están del lado perdedor al oponerse al Reino de Dios. Estas decisiones también prepararon el terreno para que, posteriormente, otros tribunales dictaran fallos favorables en los procesos de padres Testigos cuyos hijos habían rehusado saludar la bandera en la escuela, así como en los relacionados con el empleo y la custodia de los hijos. Estaba claro que el curso de los acontecimientos había cambiado.e
Nace una nueva era de libertad en Quebec
Los testigos de Jehová también insistieron en la cuestión de la libertad de cultos en Canadá. Entre 1944 y 1946 se arrestó a cientos de Testigos que participaban en su ministerio público en Quebec. La Constitución canadiense aseguraba la libertad de cultos, pero las chusmas disolvían las reuniones en que se estudiaba la Biblia. La policía obedecía las exigencias del clero católico de detener la obra de los testigos de Jehová. Los jueces de los tribunales municipales insultaban a los Testigos, pero no tomaban ninguna medida contra los que los atacaban. ¿Qué se podía hacer?
La Sociedad programó una asamblea especial en Montreal para los días 2 y 3 de noviembre de 1946. Los oradores examinaron la postura de los testigos de Jehová tanto a la luz de las Escrituras como de la legislación del país. Luego se anunció una campaña de dieciséis días para distribuir de costa a costa el tratado Quebec’s Burning Hate for God and Christ and Freedom Is the Shame of All Canada (El odio ardiente de Quebec a Dios y Cristo y la libertad es la vergüenza de todo Canadá), en inglés, francés y ucraniano. Informaba detalladamente sobre los actos de violencia perpetrados por las chusmas y otras atrocidades cometidas contra los testigos de Jehová en Quebec. A este le siguió un segundo tratado titulado Quebec, You Have Failed Your People! (¡Quebec, le has fallado a tu pueblo!).
El número de arrestos en Quebec se elevó súbitamente. Para hacer frente a la situación, la sucursal de la Sociedad Watch Tower en Canadá estableció un departamento jurídico con representantes en Toronto y Montreal. Cuando la prensa se enteró de que Maurice Duplessis, el primer ministro de Quebec, había arruinado deliberadamente el negocio de restaurantes de Frank Roncarelli, que era testigo de Jehová, por el simple hecho de que había salido fiador por sus compañeros Testigos, el público canadiense protestó vigorosamente. Luego, el 2 de marzo de 1947, los testigos de Jehová lanzaron una campaña nacional para invitar al pueblo canadiense a pedir al gobierno que elaborara una Carta de Derechos. Se obtuvieron más de quinientas mil firmas, la petición más grande jamás presentada ante el Parlamento canadiense. Al año siguiente se presentó otra petición aún más extensa para reforzar la primera.
Entre tanto, la Sociedad seleccionó dos procesos de prueba para presentarlos en apelación ante el Tribunal Supremo de Canadá. Uno de estos, Aimé Boucher contra Su Majestad el Rey, tenía que ver con el cargo de sedición que se había levantado repetidas veces contra los Testigos.
El caso Boucher se fundaba en el hecho de que Aimé Boucher, un granjero de carácter apacible, había colaborado en la distribución del tratado Quebec’s Burning Hate. ¿Se había hecho él culpable de sedición por dar a conocer los actos violentos de las chusmas contra los Testigos en Quebec, el desacato a la ley por parte de los funcionarios que trataron con ellos y las pruebas de que el obispo y otros clérigos católicos habían instigado tal comportamiento?
Al analizar el tratado que se había distribuido, uno de los magistrados del Tribunal Supremo dijo: “El documento tenía el título de ‘El odio ardiente de Quebec a Dios y Cristo y la libertad es una vergüenza para todo Canadá’; comenzaba apelando a la calma y a la razón antes de evaluar los asuntos de que trataría para demostrar la realidad de su título; luego hacía alusión general a la persecución de carácter vengativo que se lanzó en Quebec contra los Testigos como hermanos en Cristo; narraba en detalle algunos incidentes específicos de la persecución y concluía con un llamamiento a la gente de la provincia, en protesta por el dominio de las turbas y sus tácticas que recordaban a las de la Gestapo, para que mediante el estudio de la Palabra de Dios y la obediencia a sus mandatos se produjera una ‘abundante cosecha de buenos frutos de amor a Él, a Cristo y a la libertad humana’”.
La sentencia del tribunal anuló la condena de Aimé Boucher, pero tres de los cinco magistrados ordenaron un nuevo juicio. ¿Conduciría tal medida a que los tribunales inferiores dictaran un fallo imparcial? La defensa de los testigos de Jehová solicitó que la causa fuera vista por el Tribunal Supremo mismo. Sorprendentemente, esta petición fue aprobada. Mientras se efectuaban los trámites de la petición, el número de jueces del tribunal aumentó y uno de los jueces originales cambió de parecer. El resultado fue que, en diciembre de 1950, se absolvió completamente al hermano Boucher con cinco votos a favor y cuatro en contra.
Al principio, tanto el procurador general como el primer ministro de la provincia de Quebec (que también era ministro de Justicia) se opusieron al fallo, pero este se impuso gradualmente a través de los tribunales. Así pues, el cargo de sedición que tantas veces se levantó contra los testigos de Jehová de Canadá fue, en efecto, sepultado.
Todavía quedaba otro proceso de prueba por llevar ante el Tribunal Supremo de Canadá, a saber, el de Laurier Saumur contra la ciudad de Quebec. Este tenía que ver con las ordenanzas sobre licencias implicadas en muchas sentencias adversas de los tribunales inferiores. La Sociedad se proponía obtener con este litigio un entredicho contra la ciudad de Quebec que prohibiera permanentemente a sus autoridades interferir en la distribución de las publicaciones religiosas de los testigos de Jehová. El 6 de octubre de 1953 el Tribunal Supremo se pronunció al respecto. La respuesta fue “Sí” a los testigos de Jehová, “No” a la provincia de Quebec. Este fallo significó también el triunfo de un millar de pleitos en los que el mismo principio de libertad religiosa era el factor determinante. Así nació una nueva era para la obra de los testigos de Jehová en Quebec.
Educación sobre derechos y procedimientos legales
Conforme aumentaba el número de juicios a finales de los años veinte y a partir de entonces, fue menester que los testigos de Jehová aprendieran lo relativo a los procedimientos legales. Puesto que J. F. Rutherford era abogado y en ocasiones había ejercido como juez, comprendía la necesidad de que los Testigos recibieran dirección en estos asuntos. Desde 1926 en particular, los Testigos habían estado haciendo hincapié en predicar de casa en casa los domingos, utilizando para ello libros que explicaban la Biblia. La oposición a que se distribuyeran publicaciones bíblicas los domingos movió al hermano Rutherford a preparar el folleto Liberty to Preach (Libertad para predicar) a fin de ayudar a los Testigos estadounidenses a conocer sus derechos legales. Sin embargo, como no podía encargarse personalmente de todo el trabajo legal, dispuso que algunos abogados formaran parte del personal de las oficinas centrales de la Sociedad. Estos contaban, además, con la estrecha cooperación de otros abogados dispersados por todo el país.
Aunque no podían comparecer ante los tribunales en todos los miles de litigios relacionados con la actividad de predicar de los testigos de Jehová, sí podían dar consejo valioso. Con ese fin se hicieron preparativos para que se instruyera a todos los testigos de Jehová en los procedimientos legales básicos. Esta instrucción se impartió en asambleas especiales celebradas en Estados Unidos en 1932 y, posteriormente, en los programas regulares de la Reunión de Servicio de las congregaciones. En el Anuario de los testigos de Jehová para 1933 (y después por separado) se publicó una hoja detallada de “Procedimientos de juicio”. Estas instrucciones se fueron ajustando según lo requerían las circunstancias. La revista Consolation del 3 de noviembre de 1937 dio más consejo legal sobre determinadas situaciones específicas que surgían.
Con la ayuda de esta información, los Testigos generalmente asumían su propia defensa en los tribunales locales en vez de contratar los servicios de un abogado. Hallaron que, a menudo, esto les permitía dar testimonio al tribunal y presentar los asuntos con exactitud ante el juez, en vez de dejar que los casos se decidieran simplemente a base de tecnicismos jurídicos. Cuando la sentencia era adversa, por lo general interponían recurso de apelación, aunque algunos Testigos iban a prisión en vez de recurrir a un abogado, de cuyos servicios precisarían ante el Tribunal de Apelación.
A medida que surgían nuevas situaciones y que los fallos de los tribunales establecían precedentes, los Testigos recibían información adicional para mantenerse al día. Por ejemplo, en 1939 se imprimió el folleto Advice for Kingdom Publishers (Consejo para publicadores del Reino), con el fin de ayudar a los hermanos que libraban batallas en los tribunales. Dos años más tarde se trató el asunto más a fondo en el folleto Jehovah’s Servants Defended (Defensa de los siervos de Jehová), que citaba de, o examinaba, cincuenta diferentes sentencias de tribunales estadounidenses relacionadas con los testigos de Jehová, así como muchos otros casos, y explicaba cómo valerse de aquellos precedentes judiciales. Luego, en 1943, se puso a disposición de cada Testigo un ejemplar de Freedom of Worship (Libertad de adoración), que se estudió diligentemente en las Reuniones de Servicio de las congregaciones. Además de suministrar un valioso resumen de algunos casos, explicaba en detalle las razones bíblicas por las que se habían tratado los asuntos de cierta manera. A esta publicación siguió, en 1950, el folleto actualizado Defending and Legally Establishing the Good News (Defendiendo y estableciendo legalmente las buenas nuevas).
Todo ello constituyó un programa de educación progresiva sobre asuntos jurídicos. No obstante, el objetivo no era convertir a los Testigos en abogados, sino mantener abierto el camino para predicar las buenas nuevas del Reino de Dios públicamente y de casa en casa.
Como enjambre de langostas
En los lugares donde las autoridades se consideraban por encima de la ley, el tratamiento que se daba a los Testigos era a veces rudo. No obstante, prescindiendo de los métodos que emplearan sus adversarios, los testigos de Jehová sabían que la Palabra de Dios aconseja lo siguiente: “No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová’”. (Rom. 12:19.) Sin embargo, se sentían profundamente obligados a dar testimonio. ¿Cómo lo hicieron al encararse con la oposición de las autoridades?
A pesar de que en los años treinta las congregaciones de los testigos de Jehová normalmente eran pequeñas, las unía un fuerte vínculo. Cuando surgían problemas serios en algún sitio, los Testigos de los alrededores manifestaban su deseo de ayudar. Por ejemplo, en 1933 se organizó a los 12.600 Testigos estadounidenses en 78 divisiones. Si en una zona se producían arrestos constantes, o si los opositores presionaban a las estaciones de radio para que cancelaran los contratos que habían firmado para transmitir los programas preparados por los testigos de Jehová, se comunicaba a la oficina de la Sociedad en Brooklyn. En menos de una semana se enviaban refuerzos a la zona para dar un testimonio concentrado.
Dependiendo de la necesidad, entre cincuenta y mil Testigos se encontraban a una hora señalada, generalmente en un campo cerca del lugar donde trabajarían. Todos eran voluntarios; algunos venían de lugares que distaban hasta 320 kilómetros. A cada grupo se le asignaba un territorio que podía abarcarse en media hora o, si fuera necesario, tal vez en dos horas. A medida que cada grupo de automóviles empezaba a trabajar en su sección asignada, un comité de hermanos iba a ver a la policía para informarle sobre la obra que se estaba haciendo y darle una lista de todos los Testigos que estaban trabajando en la comunidad esa mañana. Cuando veían que la cantidad de Testigos superaba la de sus propias fuerzas, los funcionarios de la mayoría de los lugares permitían que la obra continuara sin impedimento. En algunas localidades llenaban la cárcel de Testigos, pero no podían hacer nada más. Los Testigos ya contaban con abogados para conseguir la libertad bajo fianza de cualquiera que arrestaran. El efecto que esto producía era como el del simbólico enjambre de langostas mencionado en las Escrituras en Joel 2:7-11 y Revelación 9:1-11. De esta manera los Testigos podían seguir predicando las buenas nuevas frente a intensa oposición.
Se denuncia el uso arbitrario de la autoridad
Se juzgó provechoso informar a la gente de algunas regiones lo que sus propios funcionarios estaban haciendo. Cuando los tribunales de Quebec sometieron a los Testigos a procedimientos que recordaban los tribunales de la Inquisición, se envió a todos los miembros del cuerpo legislativo de Quebec una carta en la que se exponían los hechos. Como aquella gestión fue infructífera, la Sociedad envió copia de la carta a 14.000 empresarios de toda la provincia. Después llevó la información a los directores de periódicos para que la publicaran.
En el este de Estados Unidos se informó al público a través de la radio. Un grupo de actores experimentados del Betel de Brooklyn, hábiles en el arte de imitar otras voces, formaron lo que se llamó el Teatro del Rey. Cuando funcionarios arbitrarios sometían a juicio a los testigos de Jehová, se hacía una relación taquigráfica completa de todo el proceso. Los actores asistían al tribunal para familiarizarse bien con el tono de voz y la manera de hablar de la policía, el fiscal y el juez. Después de dar amplia publicidad a fin de asegurarse de que hubiera un gran número de radioyentes, el Teatro del Rey representaba con extraordinario realismo las escenas ocurridas en el tribunal para que el público se enterara con exactitud de lo que sus funcionarios hacían. Con el tiempo, debido a la extensa publicidad de que eran objeto, algunos de estos funcionarios tuvieron más cuidado al tratar los casos de los Testigos.
Acción unida frente a la opresión nazi
Cuando el gobierno de la Alemania nazi inició una campaña para detener la actividad de los testigos de Jehová en ese país, se hicieron repetidos esfuerzos para lograr una audiencia con las autoridades alemanas. Pero no se consiguió remediar la situación. Para el verano de 1933 la obra estaba proscrita en la mayor parte de los estados alemanes. Por lo tanto, el 25 de junio de 1933 en una asamblea en Berlín los testigos de Jehová adoptaron una resolución en cuanto a su ministerio y los objetivos de este. Se envió un ejemplar impreso a todos los altos funcionarios del gobierno y se repartieron millones más entre el público. No obstante, en julio de 1933 los tribunales rehusaron conceder una audiencia para obtener remedio judicial. A principios del año siguiente, J. F. Rutherford escribió una carta personal a Adolf Hitler tocante a la situación y se la envió por medio de un mensajero especial. Luego, toda la hermandad mundial entró en acción.
El domingo 7 de octubre de 1934, a las nueve de la mañana, se reunieron todos los grupos de Testigos de Alemania. Después de orar por la bendición y la guía de Jehová, cada grupo envió a los funcionarios del gobierno alemán una carta en la que expresaban su firme resolución de seguir sirviendo a Jehová. Antes de marcharse, examinaron juntos las palabras de su Señor, Jesucristo, que aparecen en Mateo 10:16-24. Luego salieron para dar testimonio a sus vecinos acerca de Jehová y su Reino bajo Cristo.
Ese mismo día, los testigos de Jehová de todo el mundo se reunieron y, tras orar unidamente a Jehová, enviaron el siguiente cablegrama de advertencia al gobierno de Hitler: “El maltrato a los testigos de Jehová por parte de usted escandaliza a toda la gente buena de la Tierra y deshonra el nombre de Dios. Absténgase de perseguir más a los testigos de Jehová; de otro modo Dios lo destruirá a usted y a su partido nacional”. Pero el asunto no terminó ahí.
La Gestapo intensificó sus esfuerzos por aplastar la actividad de los testigos de Jehová. Después de los arrestos masivos ocurridos en 1936, pensaron que tal vez lo habían conseguido. Pero luego, el 12 de diciembre de 1936, en una acción relámpago, unos 3.450 Testigos que todavía estaban libres en Alemania repartieron por todo el país una resolución en la que explicaban claramente el propósito de Jehová y manifestaban su determinación de obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres. Los opositores no entendían cómo pudo haberse efectuado aquella distribución. Unos cuantos meses más tarde, ante el menosprecio de la Gestapo por las acusaciones contenidas en la resolución, los testigos de Jehová prepararon una carta abierta en la que nombraban sin reparos a los funcionarios nazis que habían abusado cruelmente de ellos. La carta se distribuyó ampliamente en Alemania en 1937. Así se pusieron al descubierto las acciones de hombres perversos, y todos se enteraron de ellas. Aquello permitió, además, que el público decidiera qué proceder adoptaría con respecto a estos siervos del Dios Altísimo. (Compárese con Mateo 25:31-46.)
La publicidad mundial trae cierto alivio
Otros gobiernos también han tratado con severidad a los testigos de Jehová y les han prohibido reunirse y predicar públicamente. En ocasiones han hecho que se les despida de sus empleos y se excluya a sus hijos de las escuelas. Algunos gobiernos también han recurrido a la violencia física. Sin embargo, estas mismas naciones normalmente cuentan con constituciones que garantizan la libertad religiosa. Con miras a aliviar a sus hermanos perseguidos, la Sociedad Watch Tower frecuentemente ha dado publicidad mundial a detalles concernientes a esta clase de trato. Para ello se ha valido de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, y algunas veces la prensa pública ha divulgado tales informes. Luego los funcionarios del gobierno reciben de todas partes del mundo una avalancha de cartas en las que se intercede por los Testigos.
Como consecuencia de una campaña semejante realizada en 1937 en el Estado de Georgia (E.U.A.), el gobernador recibió unas siete mil cartas de cuatro países en un espacio de dos días; también el alcalde de La Grange (Georgia) recibió miles de cartas. Campañas similares se realizaron igualmente en Argentina en 1978 y 1979, Benín en 1976, Burundi en 1989, Camerún en 1970, España en 1961 y 1962, Etiopía en 1957, Gabón en 1971, Grecia en 1963 y 1966, Jordania en 1959, Malaui en 1968, 1972, 1975 y 1976, Malaya en 1952, Mozambique en 1976, Portugal en 1964 y 1966, República Dominicana en 1950 y 1957, Singapur en 1972 y también en Suazilandia en 1983.
Como ejemplo reciente de lo que han hecho los testigos de Jehová de todo el mundo para aliviar a sus hermanos oprimidos, analice lo ocurrido en Grecia. En 1986, debido a la intensa persecución emprendida contra los testigos de Jehová por instigación del clero ortodoxo griego, las revistas La Atalaya y ¡Despertad! (con una tirada internacional combinada de más de veintidós millones de ejemplares) dieron a conocer detalles de lo que allí ocurría. Se invitó a los Testigos de otros países a escribir a los funcionarios del gobierno griego en favor de sus hermanos. Lo hicieron y, como informó el diario Vradyni, el ministro de Justicia recibió una avalancha de más de doscientas mil cartas procedentes de más de doscientos países en 106 idiomas.
Al año siguiente, cuando el Tribunal de Apelaciones de Hania (Creta) vio una causa relacionada con los Testigos, acudieron representantes de los testigos de Jehová de otros siete países (Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y Japón) para actuar como litigantes y apoyar a sus hermanos cristianos. Luego, tras el fallo adverso del Tribunal Supremo de Grecia en 1988 en otro asunto relacionado con los Testigos, se apeló ante la Comisión Europea de los Derechos Humanos. Allí, el 7 de diciembre de 1990, a dieciséis juristas de casi toda Europa se les presentó la documentación de 2.000 arrestos y centenares de causas judiciales en las que los testigos de Jehová de Grecia habían sido sentenciados por hablar de la Biblia. (De hecho, hubo 19.147 arrestos en Grecia entre 1938 y 1992.) La comisión decidió unánimemente que aquel asunto debería ser tratado por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos.
En algunos casos, exponer la violación de los derechos humanos produce cierto alivio. Con todo, sin importar la acción que tomen jueces o gobernantes, los testigos de Jehová siguen obedeciendo a Dios como Gobernante Supremo.
Obtención de reconocimiento legal
La autorización para el ejercicio de la adoración verdadera no se origina del hombre ni de ningún gobierno humano. Procede de Jehová Dios mismo. Sin embargo, con el fin de conseguir el amparo de la ley seglar, en muchos países ha sido ventajoso que los testigos de Jehová se inscriban ante el gobierno como una asociación religiosa. La formación de corporaciones legales puede facilitar los planes de adquisición de terrenos para la construcción de una sucursal o los planes para imprimir a gran escala publicaciones bíblicas. En armonía con el precedente fijado por el apóstol Pablo en la antigua Filipos al ‘establecer legalmente las buenas nuevas’, los testigos de Jehová toman las medidas apropiadas para alcanzar dicha meta. (Fili. 1:7.)
Algunas veces ha sido muy difícil lograr esto. Por ejemplo, en Austria, donde la Iglesia Católica tiene asegurado el apoyo económico del gobierno en virtud del concordato suscrito con el Vaticano, los funcionarios públicos rechazaron al principio los esfuerzos de los testigos de Jehová, y dijeron: ‘Su intención es formar una organización religiosa, y no es posible instituir una organización de esa índole bajo la legislación austriaca’. Sin embargo, en 1930 se pudo inscribir una asociación para distribuir Biblias y publicaciones relacionadas.
En España, la actividad de los testigos de Jehová en el siglo XX se remonta al tiempo de la I Guerra Mundial. Pero desde los primeros años de la Inquisición en el siglo XV, y con muy pocas excepciones, la Iglesia Católica y el Estado español han sido como uña y carne. A raíz de los cambios ocurridos en los campos político y religioso, fue posible que la gente pudiera practicar otra religión, aunque no se permitía manifestar públicamente tal fe. Pese a estas circunstancias, los testigos de Jehová procuraron conseguir el reconocimiento legal en 1956 y, nuevamente, en 1965. No obstante, el verdadero progreso no llegó hasta que el Parlamento español aprobó la Ley de Libertad Religiosa de 1967. Finalmente, el 10 de julio de 1970, cuando en España la cifra de Testigos ascendía a más de once mil, se les otorgó reconocimiento legal.
En 1948 se solicitó la inscripción legal de la Sociedad Watch Tower al gobernador de la colonia francesa de Dahomey (conocida ahora como Benín), pero no se les permitió registrarse legalmente hasta 1966, seis años después de que el país se constituyera en república independiente. No obstante, en 1976 se les privó de dicho reconocimiento, que luego se les devolvió en 1990 como consecuencia de los cambios ocurridos en el clima político y en la postura del gobierno en relación con la libertad religiosa.
Aunque los testigos de Jehová habían disfrutado de reconocimiento legal en Canadá durante muchos años, la II Guerra Mundial proporcionó a sus adversarios una excusa que persuadiera al nuevo gobernador general para que declarara ilegales a los Testigos, lo cual ocurrió el 4 de julio de 1940. Dos años más tarde, cuando se dio a los Testigos la oportunidad de presentar una petición ante un comité seleccionado de la Cámara de los Comunes, el comité recomendó enérgicamente que se levantara la prohibición impuesta a los testigos de Jehová y a sus corporaciones legales. Sin embargo, se necesitaron repetidos y extensos debates en la Cámara de los Comunes y hubo que hacer mucho trabajo a fin de conseguir las firmas de personas de todo el país en favor de dos peticiones para que el ministro de Justicia, que era católico romano, se sintiera impulsado a quitar por completo la proscripción.
Para que los testigos de Jehová de Europa oriental consiguieran el reconocimiento legal, fue preciso que se produjeran cambios drásticos en el panorama político. Finalmente, tras décadas de llamamientos en favor de la libertad religiosa, se otorgó a los Testigos el reconocimiento legal en Polonia y Hungría en 1989; en Rumania y Alemania oriental (antes de su reunificación con la República Federal Alemana), en 1990; en Bulgaria y la antigua Unión Soviética, en 1991, y en Albania, en 1992.
Los testigos de Jehová se esfuerzan por trabajar en consonancia con las leyes de cada país. Basándose en la Biblia, apoyan firmemente el respeto a los funcionarios gubernamentales. Pero cuando las leyes de los hombres entran en conflicto con los mandamientos de Dios claramente expresados, entonces contestan: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hech. 5:29.)
Cuando el temor hace que la gente olvide las libertades fundamentales
A causa del aumento del consumo de drogas y de la inflación —la cual a menudo obliga a ambos cónyuges a tener trabajo seglar—, los testigos de Jehová estadounidenses han tenido que enfrentarse con nuevas situaciones en su ministerio. Muchos vecindarios permanecen casi desiertos de día, y el robo en las casas abunda. La gente tiene miedo. A finales de los años setenta y principios de los ochenta, con el objetivo de no perder de vista a los extraños que entraban en una comunidad, se promulgó una nueva oleada de ordenanzas que exigían la consecución de licencias. Algunos pueblos amenazaron a los testigos de Jehová con arrestarlos si no obtenían los permisos. Pero ya se había puesto un buen fundamento legal, así que se podían tratar de solucionar los problemas sin acudir a los tribunales.
En los lugares donde surgen dificultades los ancianos se reúnen con los funcionarios municipales para tratar de hallar una solución. Los testigos de Jehová rehúsan con firmeza pedir permiso para realizar la obra que Dios les ha mandado, y la Constitución estadounidense, reforzada por los fallos del Tribunal Supremo, garantiza la libertad de cultos y la libertad de prensa, que no están sujetas a ningún pago de permisos como requisito previo para ejercerlas. Sin embargo, los testigos de Jehová comprenden los temores que siente la gente y, de ser necesario, puede que decidan avisar a la policía antes de empezar a testificar en alguna zona. No obstante, si no se logra llegar a un acuerdo satisfactorio, un abogado de la oficina central de la Sociedad se pone en comunicación con los funcionarios locales para explicarles en qué consiste la obra de los testigos de Jehová, qué normas constitucionales garantizan su derecho a predicar y cómo pueden hacer valer tal derecho mediante demandas federales contra el municipio y sus funcionarios por violación de los derechos civiles.f
En algunos países hasta ha sido menester acudir a los tribunales para reafirmar derechos fundamentales que se han dado por sentados durante mucho tiempo. Eso sucedió en Finlandia en 1976 y luego en 1983. Supuestamente con el fin de preservar la tranquilidad de los amos de casa, se promulgaron varias ordenanzas locales que prohibían las actividades religiosas que implicaran ir de casa en casa. No obstante, en los tribunales de Loviisa y Rauma se indicó que la predicación de casa en casa forma parte de la religión de los testigos de Jehová y que el Estado había aprobado este método de evangelizar al conceder carta constitucional a la asociación religiosa de los testigos de Jehová. También se mostró que muchas personas reciben con gusto las visitas de los Testigos y que prohibirlas tan solo porque no todos las agradecen estaría contra la libertad. Como consecuencia del fallo favorable obtenido en estos casos, muchos pueblos y ciudades revocaron sus ordenanzas.
Se configura el Derecho Constitucional
La actividad de los testigos de Jehová ha sido un factor de peso en la configuración de las leyes de algunos países. Todo estudiante de Derecho estadounidense conoce muy bien la aportación de los testigos de Jehová a la defensa de los derechos civiles en Estados Unidos. Artículos como los que se mencionan a continuación reflejan hasta qué grado han contribuido: “La deuda del Derecho Constitucional con los testigos de Jehová”, publicado en Minnesota Law Review de marzo de 1944, y “Los testigos de Jehová en el Tribunal Supremo, un catalizador de la evolución del Derecho Constitucional”, publicado en 1987 en University of Cincinnati Law Review.
Sus litigios constituyen una parte significativa de la legislación estadounidense relativa a la libertad de cultos, de expresión y de prensa. Estos casos han contribuido en gran manera a la preservación de las libertades, no solo de los testigos de Jehová, sino también de toda la población. En un discurso pronunciado en la Universidad de Drake, Irving Dilliard, reconocido escritor y director de publicaciones, dijo: “Gústele o no, los testigos de Jehová han hecho más para ayudar a preservar nuestras libertades que cualquier otro grupo religioso”.
Y refiriéndose a la situación de Canadá, el libro State and Salvation—The Jehovah’s Witnesses and Their Fight for Civil Rights (El Estado y la salvación. Los Testigos de Jehová y su lucha por los derechos civiles) dice en su prólogo: “Los testigos de Jehová enseñaron al estado, y al pueblo canadiense, lo que debe ser la aplicación práctica de la protección legal a los grupos disidentes. Además, la [...] persecución [de los Testigos de la provincia de Quebec] desembocó en una serie de pleitos que, en los años cuarenta y cincuenta, llegaron hasta el Tribunal Supremo de Canadá. Estos también hicieron una importante contribución a las posturas canadienses respecto a los derechos civiles y constituyen la base de la jurisprudencia de las libertades civiles de Canadá hoy día”. “Uno de los resultados” de la batalla legal de los Testigos en favor de la libertad de cultos —explica el libro— “fue el largo proceso de estudios y debates que llevó a la elaboración de la Carta de Derechos”, que hoy es parte de la ley fundamental de Canadá.
Supremacía de la ley divina
No obstante, ante todo la historia jurídica de los testigos de Jehová da testimonio de su convicción de que la ley divina es suprema. Su postura está fundamentada en su comprensión de la cuestión de la soberanía universal. Reconocen a Jehová como el único Dios verdadero y el justo Soberano del universo. Por lo tanto, asumen firmemente la postura de que cualquier ley o fallo judicial que prohíba hacer lo que Jehová manda carece de validez y de que la agencia humana que imponga tales restricciones comete un abuso de autoridad. Su actitud es como la de los apóstoles de Jesucristo, que dijeron: “Debemos obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres”. (Hech. 5:29.)
Con la ayuda de Dios, los testigos de Jehová están resueltos a predicar estas buenas nuevas del Reino de Dios en toda la Tierra habitada para testimonio a todas las naciones antes de que venga el fin. (Mat. 24:14.)
[Notas a pie de página]
a El primer número tenía fecha del 1 de octubre de 1919. La distribución de aquella revista y sus sucesoras, Consolation y Awake! (Consolación y ¡Despertad!), ha sido extraordinaria. En 1992 la tirada regular de ¡Despertad! era de 13.110.000 ejemplares en 67 idiomas.
b Como regla general, cuando se llevaba a los testigos de Jehová a los tribunales por predicar, interponían recurso de apelación en lugar de pagar las multas. Si perdían el caso, entonces, en vez de pagar la multa, iban a la cárcel si la ley así lo permitía. El que los Testigos se negaran constantemente a pagar las multas contribuyó a que algunos funcionarios dejaran de interferir en su predicación. Aunque esta estrategia todavía puede emplearse en algunas circunstancias, La Atalaya del 1 de septiembre de 1975 señaló que en muchos casos la multa podía considerarse apropiadamente como una pena judicial y que, por lo tanto, pagarla no equivaldría a declararse culpable, tal como ir a prisión no probaba la culpabilidad del acusado.
c Lovell contra la ciudad de Griffin, 303 U.S. 444 (1938).
d Schneider contra el Estado de Nueva Jersey (Ciudad de Irvington), 308 U.S. 147 (1939).
e 310 U.S. 296 (1940).
f 297 Mass. 65 (1935). El pleito implicaba a un estudiante de 8 años, cuyo nombre correcto es Carleton Nichols.
g 302 U.S. 656 (1937) (de Georgia).
h 303 U.S. 624 (1938) (de Nueva Jersey).
i 306 U.S. 621 (1939) (de California).
j 306 U.S. 621 (1939) (de Massachusetts).
k 310 U.S. 586 (1940). Walter Gobitas (como se escribe su nombre correctamente) y sus hijos, Lillian y William, habían acudido a los tribunales para evitar que la junta de educación negara el permiso a los dos jóvenes para asistir a la escuela pública de Minersville por negarse a saludar la bandera del país. El Tribunal Federal de Primera Instancia y el Tribunal Federal de Apelación fallaron en favor de los testigos de Jehová. Después, la junta apeló del fallo ante el Tribunal Supremo.
l 316 U.S. 584 (1942).
a 319 U.S. 105 (1943).
b Durante el año civil de 1943 se presentaron peticiones y apelaciones ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos en veinticuatro procesos relacionados con los testigos de Jehová.
c 319 U.S. 624 (1943).
d 319 U.S. 583 (1943).
e De 1919 a 1988 se presentaron peticiones y apelaciones ante el Tribunal Supremo estadounidense en un total de 138 casos relacionados con los testigos de Jehová. De estos, 130 fueron presentados por los testigos de Jehová y ocho por sus demandantes. El Tribunal Supremo rehusó revisar 67 de ellos porque, desde su punto de vista en aquel momento, no implicaban asuntos importantes referentes a la Constitución o los Estatutos Federales. En 47 de los casos que sí se trataron, los fallos favorecieron a los testigos de Jehová.
f Jane Monell contra el Departamento de Servicios Sociales de la Ciudad de Nueva York, 436 U.S. 658 (1978).
[Comentario en la página 680]
Los gobiernos proscribieron a los testigos de Jehová en un país tras otro
[Comentario en la página 682]
El acusado fue absuelto, y el sacerdote salió del tribunal enfurecido
[Comentario en la página 693]
Algunos funcionarios tuvieron más cuidado al tratar los casos que implicaban a los Testigos
[Recuadro en la página 684]
Testimonio al Tribunal Supremo estadounidense
Al comparecer ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos como abogado defensor en el proceso “Gobitis”, Joseph F. Rutherford, miembro del Colegio de Abogados de Nueva York y presidente de la Sociedad Watch Tower, enfocó claramente la atención en la importancia de someterse a la soberanía de Jehová Dios. Dijo:
“Son testigos de Jehová aquellos que dan testimonio del nombre del Dios Altísimo, el único cuyo nombre es JEHOVÁ. [...]
”Llamo la atención al hecho de que, hace más de seis mil años, Jehová Dios prometió establecer un gobierno de justicia por medio del Mesías. A su tiempo cumplirá esa promesa. Los hechos de la actualidad, examinados a la luz de la profecía, indican que ese tiempo está próximo. [...]
”Dios, Jehová, es la única Fuente de la vida. No hay nadie más que pueda darla. El Estado de Pensilvania no puede dar la vida. Tampoco puede darla el gobierno estadounidense. Dios hizo esta ley [que prohíbe la adoración de imágenes], como dijo Pablo, para salvaguardar a su pueblo de la idolatría. Ustedes dicen que es una trivialidad. También lo fue el acto de Adán de comer del fruto prohibido. No fue la manzana que Adán comió, sino el acto de desobedecer a Dios. La cuestión es si el hombre va a obedecer a Dios o si va a obedecer a alguna institución humana. [...]
”Le recuerdo a este tribunal (está de más que lo haga) que en el proceso ‘La Iglesia contra Estados Unidos’ este tribunal sostuvo que Estados Unidos es una nación cristiana; y eso significa que debe ser obediente a la ley Divina. También significa que este tribunal toma conciencia, jurídicamente, de que la ley de Dios es suprema. Y si un hombre cree a conciencia que la ley de Dios es suprema y a conciencia se comporta como corresponde, ninguna autoridad humana puede controlar su conciencia o interferir en ella. [...]
”Permítaseme señalar este hecho: que al iniciarse las sesiones de este tribunal el pregonero anuncia las palabras: ‘Dios salve a Estados Unidos y a este honorable Tribunal’. Ahora yo digo: que Dios salve a este honorable tribunal de cometer un error que llevaría al pueblo de Estados Unidos a convertirse en una clase totalitaria y destruir todas las libertades garantizadas por la Constitución. Este es un asunto sagrado para todo estadounidense que ame a Dios y Su Palabra.”
[Recuadro en la página 687]
Se prepara el escenario para un cambio radical de postura
Cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó en 1940, en el caso “Distrito Escolar de Minersville contra Gobitis”, que a los niños de edad escolar se les podía exigir que saludaran la bandera, ocho de los nueve magistrados estuvieron de acuerdo. Solo el magistrado Stone disintió. Pero dos años después, otros tres magistrados (Black, Douglas y Murphy) aprovecharon la ocasión en que expresaban su disconformidad en el proceso “Jones contra Opelika” para decir que creían que el fallo dictado en el proceso “Gobitis” estaba equivocado porque había puesto la libertad religiosa en una posición subordinada. Esto quiso decir que cuatro de los nueve magistrados eran partidarios de revocar aquel fallo. Dos de los otros cinco que le habían restado importancia a la libertad religiosa se habían jubilado. Había dos magistrados nuevos (Rutledge y Jackson) cuando se presentó el siguiente caso tocante al saludo de la bandera ante el Tribunal Supremo. En 1943, en el proceso “Consejo de Enseñanza de West Virginia contra Barnette”, estos dos votaron en favor de la libertad religiosa y en contra del saludo obligatorio a la bandera. Así pues, con seis votos a favor y tres en contra, el tribunal cambió la postura que había adoptado en cinco pleitos anteriores (“Gobitis”, “Leoles”, “Hering”, “Gabrielli” y “Johnson”), de cuyas sentencias se había apelado a este tribunal.
Es de interés notar lo que el magistrado Frankfurter dijo al disentir del fallo del proceso “Barnette”: “Como ha sucedido en el pasado, el tribunal cambiará de vez en cuando su postura. Pero creo que nunca antes de estos litigios de los testigos de Jehová (salvo en desviaciones menores corregidas posteriormente) el tribunal ha desautorizado fallos con el fin de restringir las facultades del gobierno democrático”.
[Recuadro en la página 688]
“Una forma antiquísima de evangelización misional”
En 1943, en el proceso “Murdock contra Pensilvania”, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dijo, entre otras cosas, lo siguiente:
“La distribución personal de tratados religiosos es una forma antiquísima de evangelización misional, tan antigua como la historia de la imprenta. Ha sido una fuerza potente en diversos movimientos religiosos a lo largo de los años. Hoy usan extensamente esta forma de evangelización diferentes sectas religiosas cuyos repartidores llevan el Evangelio a miles y miles de hogares, intentando ganar adeptos a su fe mediante visitas personales. Es más que predicar; es más que distribuir publicaciones religiosas. Es una combinación de las dos cosas. Su propósito es tan evangélico como el de las reuniones para el despertar religioso. Esta forma de actividad religiosa ocupa, según la Primera Enmienda, la misma posición elevada que ocupa el culto en las iglesias y la predicación desde el púlpito. Tiene el mismo derecho de protección que tienen las prácticas religiosas más ortodoxas o convencionales. Tiene también, como las demás formas de culto, el mismo derecho a las garantías de libertad de expresión y de prensa.”
[Recuadro en la página 690]
“Igualdad de derechos para todos”
Con ese título una conocida columnista canadiense escribió lo siguiente en 1953: “El fallo dictado por el Tribunal Supremo de Canadá en el pleito Saumur [llevado ante el tribunal por los testigos de Jehová] debería celebrarse con una gran fogata en Parliament Hill; una fogata digna de una gran ocasión. Pocos fallos en la historia de la Justicia canadiense revisten mayor importancia. Pocos tribunales han podido ser de mayor utilidad a Canadá que este. Con ningún otro han quedado más endeudados los canadienses que aprecian su herencia de libertad. [...] No hay fogatas suficientemente grandes como para celebrar el veredicto”.
[Recuadro en la página 694]
Firme declaración dirigida al estado nazi
El 7 de octubre de 1934 todas las congregaciones de los testigos de Jehová de Alemania enviaron la siguiente carta al gobierno alemán:
“A LOS FUNCIONARIOS DEL GOBIERNO:
”La Palabra de Jehová Dios, como se presenta en la Santa Biblia, es la ley suprema, y para nosotros es la única guía porque nos hemos dedicado a Dios y somos seguidores verdaderos y sinceros de Cristo Jesús.
”El año pasado, contrario a la ley de Dios y violando nuestros derechos, ustedes nos prohibieron reunirnos para estudiar la Palabra de Dios, adorarle y servirle como testigos de Jehová. En su Palabra él nos manda que no dejemos de reunirnos. (Hebreos 10:25.) A nosotros Jehová nos ordena: ‘Vosotros sois mis testigos, y yo soy Dios. Id y dad a la gente mi mensaje’. (Isaías 43:10, 12; Isaías 6:9; Mateo 24:14.) Hay un conflicto directo entre la ley de ustedes y la ley de Dios, y, siguiendo el ejemplo de los fieles apóstoles, ‘tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres’, y eso es precisamente lo que haremos. (Hechos 5:29.) Por lo tanto, la presente tiene como fin hacerles saber que obedeceremos los mandamientos de Dios a toda costa, que nos reuniremos para el estudio de su Palabra y que le adoraremos y serviremos como él manda. Si su gobierno o sus funcionarios actúan violentamente contra nosotros porque obedecemos a Dios, entonces nuestra sangre recaerá sobre ustedes y ustedes tendrán que responderle al Dios Todopoderoso.
”No estamos interesados en los asuntos políticos, sino completamente dedicados al Reino de Dios bajo Cristo, su Rey. No le haremos daño a nadie. Nos gustaría mucho poder vivir en paz y hacer el bien a todos los hombres según se presente la oportunidad; pero, puesto que su gobierno y sus funcionarios siguen intentando obligarnos a desobedecer la máxima ley del universo, nos vemos en la obligación de comunicarles ahora que, por la gracia divina, obedeceremos a Jehová Dios y confiaremos enteramente en que él nos librará de toda la opresión y de los opresores.”
[Recuadro en la página 697]
Testigos proscritos manifiestan claramente su postura
La organización de los testigos de Jehová fue proscrita oficialmente en Canadá en 1940. Después, se entablaron más de quinientas acciones judiciales. ¿Qué defensa podían presentar los Testigos? Con respeto y firmeza a la vez, solían hacer ante el tribunal una declaración que más o menos expresaba lo siguiente:
‘No tengo que disculparme por ofrecer estos libros. Enseñan el camino a la vida eterna. Creo con sinceridad que explican el propósito del Dios Todopoderoso de establecer un Reino de justicia en la Tierra. Para mí, han sido la mayor bendición de mi vida. En mi opinión, destruir estos libros y el mensaje de Dios que contienen sería un pecado contra el Todopoderoso, tal como sería un pecado quemar la propia Biblia. Toda persona tiene que escoger si se expondrá a la desaprobación de los hombres o a la del Dios Todopoderoso. Por lo que a mí respecta, ya me he puesto del lado del Señor y de Su Reino, y procuro honrar el nombre del Altísimo, que es Jehová, y si por ello he de ser castigado, entonces los que impongan el castigo asumirán su responsabilidad delante de Dios.’
[Recuadro en la página 698]
Lo que opinaban miembros del gobierno canadiense
He aquí unas declaraciones hechas por varios miembros de la Cámara de los Comunes de Canadá en 1943 al instar al ministro de Justicia a eliminar la proscripción de los testigos de Jehová y sus corporaciones legales:
“El Ministerio de Justicia no aportó ante el comité ninguna prueba que indicara que en cualquier momento debería haberse declarado ilegal la organización de los testigos de Jehová. [...] Es una deshonra para el Dominio del Canadá que se enjuicie a las personas por sus convicciones religiosas como se ha enjuiciado a esta pobre gente.” “En mi opinión lo que mantiene la proscripción es el puro prejuicio religioso.”—Sr. Angus MacInnis.
“La mayoría de nosotros sabemos por experiencia que estas personas son inofensivas, que no tienen intenciones de perjudicar al Estado. [...] ¿Por qué no se ha levantado la proscripción? No puede ser por temor a que esta organización cause daño a los intereses del Estado, o que sus acciones socaven el esfuerzo bélico. Nunca ha existido la más mínima prueba que demuestre tal cosa.”—Sr. John G. Diefenbaker.
“Se pregunta uno si las medidas tomadas contra los testigos de Jehová se deben mayormente a su postura respecto a los católicos más bien que a una postura de naturaleza subversiva.” —Sr. Victor Quelch.
[Recuadro en la página 699]
“Contribución [...] a la causa de la libertad religiosa”
“No sería justo concluir este breve informe sobre las dificultades de los testigos de Jehová con el Estado sin referirnos a la contribución que han hecho a la causa de la libertad religiosa de nuestra Constitución como resultado de su persistencia. En los últimos años han pasado más tiempo en los tribunales que cualquier otra confesión religiosa, y aunque al público le parezca que son de miras estrechas, han sido fieles a sus convicciones, y el resultado ha sido que los tribunales federales han dictado una serie de fallos que han consolidado y ampliado las garantías de libertad religiosa de los ciudadanos estadounidenses y han protegido y extendido sus libertades civiles. Unos treintaiún litigios que los implicaban llegaron al Tribunal Supremo en el quinquenio comprendido entre 1938 y 1943, y las sentencias que se dictaron en dichos procesos, así como en procesos posteriores, han dado gran adelanto a la causa de las libertades prescritas en la Carta de Derechos en general y a la protección de la libertad religiosa en particular.”—“Church and State in the United States”, de Anson Phelps Stokes, tomo 3, 1950, página 546.
[Fotografías en las páginas 700 y 701]
Gozan de libertad para adorar libremente a Dios
En muchos países donde antes los testigos de Jehová no gozaban de completa libertad religiosa, ahora pueden reunirse públicamente para adorar a Dios y expresar con libertad a otras personas las buenas nuevas del Reino de Dios.
Quebec (Canadá)
Los pocos Testigos que había en Châteauguay fueron atacados por una chusma en los años cuarenta. En 1992, más de veintiún mil Testigos de la provincia de Quebec se reunían libremente en sus Salones del Reino
San Petersburgo (Rusia)
En 1992, un total de 3.256 personas se presentaron para ser bautizadas en la primera asamblea international de los testigos de Jehová celebrada en Rusia
Palma (España)
La alegría de los testigos de Jehová al poder reunirse públicamente después de su reconocimiento legal en 1970, se reflejaba en los grandes letreros que colocaban en sus lugares de reunión
Tartu (Estonia)
Los Testigos de Estonia agradecen haber recibido publicaciones bíblicas sin dificultad desde 1990
Maputo (Mozambique)
Menos de un año después de que se diera reconocimiento legal a los testigos de Jehová en 1991, más de cincuenta congregaciones de entusiastas Testigos llevaban a cabo su ministerio en la capital y sus alrededores
Cotonou (Benín)
Al asistir a una reunión en 1990, a muchos les sorprendió ver una pancarta que daba la bienvenida en público a los testigos de Jehová. Allí se enteraron de que se había levantado la proscripción impuesta a su adoración
Praga (Checoslovaquia)
Abajo se ve a algunos Testigos que sirvieron a Jehová bajo proscripción gubernamental durante cuarenta años. En 1991 se regocijaron de poder reunirse en una asamblea internacional de los testigos de Jehová en Praga
Luanda (Angola)
Al levantarse la proscripción en 1992, más de cincuenta mil personas y familias agradecieron el que los Testigos estudiaran la Biblia con ellos
Kiev (Ucrania)
Las reuniones en este país (por lo general en salones alquilados) son muy concurridas, sobre todo desde 1991 cuando se concedió reconocimiento legal a los testigos de Jehová
[Fotografías en la página 679]
Se han presentado apelaciones y peticiones ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos en 138 casos relacionados con los testigos de Jehová. La defensa de 111 de ellos, entre 1939 y 1963, estuvo a cargo de Hayden Covington (que aparece abajo)
[Fotografía en la página 681]
Maurice Duplessis, primer ministro de Quebec, se arrodilla públicamente ante el cardenal Villeneuve a fines de los años treinta y le pone un anillo en el dedo como prueba de los vínculos estrechos entre la Iglesia y el Estado. En Quebec, la persecución de que fueron objeto los testigos de Jehová fue especialmente intensa
[Fotografía en la página 683]
W. K. Jackson, que formó parte del personal jurídico de la sede de la Sociedad, fue miembro del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová durante diez años
[Fotografía en la página 685]
Rosco Jones, cuyo litigio relativo al ministerio de los testigos de Jehová fue llevado dos veces al Tribunal Supremo estadounidense
[Fotografías en la página 686]
Magistrados del Tribunal Supremo de Estados Unidos que, con seis votos a favor y tres en contra en el proceso “Barnette”, rechazaron el saludo obligatorio a la bandera en favor de la libertad de cultos. Este fallo revocó el fallo que el tribunal había dictado anteriormente en el proceso “Gobitis”
Niños implicados en los litigios
Lillian y William Gobitas
Marie y Gathie Barnette
[Fotografía en la página 689]
Aimé Boucher, absuelto por el Tribunal Supremo de Canadá de cargos de sedición contra los testigos de Jehová
[Fotografías en la página 691]
Este tratado, publicado en tres idiomas, informó a todo Canadá de las atrocidades cometidas contra los testigos de Jehová de Quebec
[Fotografías en la página 692]
Fue necesario enseñar a los testigos de Jehová los procedimientos legales para que pudieran encararse con la oposición a su ministerio; estas son algunas publicaciones jurídicas que utilizaron