CRONOLOGÍA
La palabra española “cronología” es una transliteración del griego kjro·no·lo·guí·a (de kjró·nos, “tiempo”, y lé·gueim, “decir” o “contar”), que significa “el cómputo del tiempo”. La cronología permite ubicar los acontecimientos en orden sucesivo o por su relación entre sí y asignar las fechas correspondientes a hechos determinados.
Jehová es el “Anciano de Días” y el Dios de la eternidad. (Dan. 7:9; Sal. 90:2; 93:2.) Es evidente que Él es un cronometrador exacto, lo cual se manifiesta no solo en la magnífica precisión que se observa en los movimientos de los cuerpos estelares, sino también en el registro divino de sus actos. En cumplimiento de sus promesas o profecías, Él ha hecho que los acontecimientos ocurran al tiempo exacto predicho, sea que el tiempo transcurrido haya sido un día (Éxo. 9:5, 6), un año (Gén. 17:21; 18:14; 21:1, 2; 2 Rey. 4:16, 17), décadas (Núm. 14:34; 2 Cró. 36:20-23; Dan. 9:2), siglos (Gén. 12:4, 7; 15:13-16; Éxo. 12:40, 41; Gál. 3:17) o milenios. (Luc. 21:24.) Se nos garantiza que su propósito para el futuro se efectuará invariablemente al tiempo predeterminado, en el mismísimo día y hora designados. (Hab. 2:3; Mat. 24:36.)
Dios se propuso que el hombre, hecho a su imagen y semejanza (Gén. 1:26), midiera el paso del tiempo. Desde un principio la Biblia especifica que las “lumbreras en la expansión de los cielos” servirían para hacer ‘una división entre el día y la noche, y de señales para estaciones, días y años’. (Gén. 1:14, 15; Sal. 104:19.) (Para una consideración acerca de cómo se emplearon estas divisiones desde el comienzo de la historia humana, véanse los artículos AÑO; CALENDARIO; DÍA; LUNA; SEMANA.) Desde los días de Adán el hombre ha continuado computando y registrando los períodos de tiempo hasta el momento presente. (Gén. 5:1, 3-5.)
ERAS
Para que la cronología sea exacta, es necesario fijar un punto en la corriente del tiempo desde el cual contar hacia adelante o hacia atrás en unidades de tiempo (tales como horas, días, meses, años). Ese punto de partida podría ser, sencillamente, la salida del Sol (para medir las horas del día), una luna nueva (para calcular los días de un mes) o el comienzo de la primavera (para calcular la duración de un año). Para computar períodos más extensos, el hombre ha establecido determinadas “eras”, valiéndose de un acontecimiento sobresaliente como punto de partida desde el cual medir largos períodos de años. De ese modo, en las naciones de la cristiandad, cuando una persona dice que “hoy es el 22 de diciembre de 1986 E.C. [era común]”, lo que quiere decir es que “hoy es el vigésimo segundo día del duodécimo mes del año mil novecientos ochenta y seis contando desde la fecha en la que supuestamente nació Jesús”.
En la historia seglar el uso del concepto ‘era’ es más bien de origen tardío. La era griega, supuestamente el caso más antiguo de este tipo de cómputo cronológico, parece ser que no entró en vigor sino hasta el siglo IV a. E.C. Los griegos contaban el tiempo por cuadrienios llamados “olimpiadas”, empezando con la primera que se calcula que dio comienzo en 776 a. E.C. Asimismo solían identificar años específicos por medio de referirse al mandato de algún gobernante en particular. Con el tiempo, los romanos fijaron una edad o era computando los años a partir de la fecha tradicional para la fundación de la ciudad de Roma (753 a. E.C.). También designaron años específicos al hacer referencia a los nombres de dos cónsules que estuvieran en el ejercicio de su cargo durante ese año. No fue sino hasta el siglo sexto de nuestra era común que un monje llamado Dionisio el Exiguo computó la era conocida hoy popularmente como la “era cristiana” o, más exactamente, “era común”. Entre los pueblos islámicos los años se fechan a partir de la Hégira (huida de Mahoma desde La Meca en 622 E.C.). Sin embargo, no hay evidencia de que los antiguos egipcios, asirios y babilonios usaran sistemas de eras o edades durante largos períodos de tiempo.
Respecto al registro bíblico no se establece expresamente ninguna era en particular por medio de la cual puedan fecharse todos los acontecimientos posteriores. Esto en sí no significa que no haya un “horario” por el que se pueda asignar a los acontecimientos pasados su ubicación específica y exacta en la corriente del tiempo. El que los escritores bíblicos pudieran citar cifras exactas al referirse a determinados acontecimientos que abarcaban períodos de varios siglos demuestra que el pueblo de Israel y sus antepasados se interesaban en la cronología. Por esa razón Moisés pudo escribir: “Y aconteció al cabo de los cuatrocientos treinta años [contando a partir de la entrada de Abrahán en la tierra de Canaán y del establecimiento del pacto de Dios con él], sí, aconteció en este mismo día, que todos los ejércitos de Jehová salieron de la tierra de Egipto”. (Éxo. 12:41; véase ÉXODO; compárese con Gálatas 3:16, 17.) También, en 1 Reyes 6:1 el registro bíblico dice que fue “en el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel hubieron salido de la tierra de Egipto” que el rey Salomón comenzó la construcción del templo en Jerusalén. Sin embargo, ni el establecimiento del pacto abrahámico ni el éxodo se convirtieron en el comienzo de una era para registrar otros acontecimientos.
Por lo tanto, no se debe esperar que los factores cronológicos de la Biblia se acomoden con exactitud a los sistemas modernos en los que los acontecimientos son fechados matemáticamente en relación con un punto fijo del pasado, tal como el principio de la era común. Los acontecimientos solían fijarse en la corriente del tiempo de modo parecido a como la gente instintivamente lo hace en la vida cotidiana. De la misma manera en que hoy uno pudiera señalar un acontecimiento diciendo que tuvo lugar “el año después de la sequía” o “cinco años después de la segunda guerra mundial”, así los escritores bíblicos relacionaron los sucesos que registraron con otros que eran de relativa actualidad y que sirvieron de punto de referencia.
Puesto que no siempre se sabe con certeza cuál es el punto de partida o de referencia que el escritor bíblico empleó, no se puede llegar a conclusiones definitivas sobre algunos aspectos cronológicos. Además, el escritor pudo usar más de un punto de partida para fechar acontecimientos al considerar cierto período histórico. Esta variación en el punto de partida no implica imprecisión o confusión por su parte, ya que no podemos evaluar debidamente sus métodos solo sobre la base de nuestra propia opinión, condicionada por los procedimientos de tiempos modernos. Si bien es posible que algunos de los puntos de más difícil solución pudieran deberse a errores de los copistas, no sería prudente llegar a esta conclusión sin evidencia suficiente, como lo serían las variaciones en el texto de las antiguas copias manuscritas de las Escrituras. La evidencia disponible demuestra convincentemente la extraordinaria exactitud y cuidado que distinguió la labor de los copistas de la Biblia, lo que ha resultado en la conservación de su integridad interna.
CRONOLOGÍA BÍBLICA E HISTORIA SEGLAR
Muchos han visto la necesidad de “armonizar” o “reconciliar” el relato bíblico con la cronología que se ha hallado en documentos seglares antiguos. Siendo que la ‘verdad’ es aquello que se ajusta a hechos y realidades, esa armonía sería ciertamente fundamental, pero solo si se pudiera demostrar que los documentos seglares antiguos son inequívocamente exactos y de confiable consecuencia, lo que haría de ellos una norma precisa por la cual juzgar. Ya que los críticos suelen dar menos crédito a la cronología bíblica que a la de las naciones paganas, conviene examinar algunos de los documentos antiguos de naciones y pueblos que de algún modo estuvieron relacionados con la gente y los acontecimientos registrados en la Biblia.
La Biblia es por excelencia un libro histórico entre los escritos antiguos. Los demás registros históricos, como los de los antiguos egipcios, asirios, babilonios, medos, persas y otros pueblos son, en su mayor parte, fragmentarios, y sus períodos más primitivos son oscuros o míticos a todas luces. En este sentido, el documento antiguo conocido como “La Lista Sumeria de Reyes” comienza diciendo: “Cuando la gobernación real fue bajada del cielo, la gobernación real fue (primero) en Eridu. (En) Eridu, Alulim (llegó a ser) rey y rigió por 28.800 años. Alalgar rigió por 36.000 años. Dos reyes (así) la rigieron por 64.800 años [...] (En) Badtibira, En-men-lu-Anna rigió por 43.200 años; En-men-gal-Anna rigió durante 28.800 años; el dios Dumu-zi, pastor, rigió por 36.000 años. Tres reyes (así) la rigieron por 108.000 años”.
La información extrabíblica sobre estas naciones antiguas ha sido conseguida ensamblando laboriosamente datos hallados en monumentos y tablillas o en los escritos posteriores de los llamados historiógrafos “clásicos” del período griego y romano. Aunque los arqueólogos han recuperado decenas de miles de tablillas de arcilla con inscripciones cuneiformes asirobabilonias, así como un gran número de rollos de papiro de Egipto, en su gran mayoría se trata de textos religiosos o documentos comerciales que contienen contratos, facturas de ventas, títulos de propiedad y asuntos similares. Los escritos históricos de las naciones paganas que se han conservado en forma de tablillas, cilindros, estelas o inscripciones, además de ser comparativamente pocos, consisten en su mayor parte en relatos que glorifican a sus emperadores y narran sus campañas militares en términos grandilocuentes.
En contraste, la Biblia ofrece un contenido histórico detallado y de una coherencia extraordinaria, que abarca unos cuatro mil años. No solo registra acontecimientos con una sorprendente continuidad desde el comienzo del hombre hasta el tiempo de la gobernación de Nehemías, en el quinto siglo antes de nuestra era común, sino que además, por medio del capítulo 11 de la profecía de Daniel —historia escrita por anticipado—, puede considerarse como una fuente de información para el período comprendido entre Nehemías y el tiempo de Jesús y sus apóstoles. La Biblia presenta un relato gráfico y realista acerca de la nación de Israel desde su nacimiento en adelante, describiendo con honestidad su fortaleza y debilidad, sus éxitos y fracasos, su adoración fiel y su caída en adoración falsa, sus bendiciones y su juicio adverso con sus calamidades. Mientras que esta honradez del registro por sí sola no es garantía de exactitud cronológica, sí ofrece base sólida para confiar en la integridad e interés sincero de los escritores de la Biblia por transcribir un registro verídico.
Es un hecho manifiesto que los cronistas bíblicos dispusieron de registros pormenorizados, como en el caso de los escritores del primer y segundo libro de los Reyes y de los dos libros de las Crónicas. Esto se aprecia por las extensas genealogías que pudieron compilar con centenares de nombres, así como por la presentación objetiva y bien enlazada de los reinados de cada uno de los reyes de Judá e Israel, lo que también incluye la relación que estos tuvieron entre sí y con otras naciones. Los historiadores modernos aún manifiestan incertidumbre en cuanto a la ubicación apropiada de ciertos reyes asirios y babilonios, incluso hasta de algunos que pertenecen a las últimas dinastías. No obstante, no existe tal incertidumbre en relación con la sucesión de los reyes de Judá e Israel.
La Biblia contiene varias referencias a libros como el “libro de las Guerras de Jehová” (Núm. 21:14, 15), el “libro de los asuntos de los días de los reyes de Israel” (1 Rey. 14:19; 2 Rey. 15:31), el “libro de los asuntos de los días de los reyes de Judá” (1 Rey. 15:23; 2 Rey. 24:5), el “libro de los asuntos de Salomón” (1 Rey. 11:41), así como también unas catorce referencias a crónicas o registros oficiales que fueron citados por Esdras y Nehemías. Esto muestra que los datos registrados no se basaron en la memoria o en la tradición oral, sino que fueron cuidadosamente investigados y documentados. Los historiadores bíblicos también citan de documentos de estado de otras naciones, dado que algunas porciones de la Biblia fueron escritas fuera de Palestina, como por ejemplo en Egipto, Babilonia y Persia.
Un factor que sin duda contribuyó a que se mantuviera un registro exacto del transcurso de los años —al menos mientras los israelitas guardaron fielmente la ley mosaica— fue la observancia de años sabáticos y de Jubileo, por los que podían dividir el tiempo en períodos de siete y cincuenta años. (Lev. 25:2-5, 8-16, 25-31.)
En particular, lo que distingue al registro bíblico de los escritos contemporáneos procedentes de las naciones paganas, no es solo su sentido de pasado y presente, sino también el sentido de futuro que emana de sus páginas. (Dan. 2:28; 7:22; 8:18, 19; Mar. 1:15; Rev. 22:10.) El elemento profético, como rasgo singular, hizo de la exactitud cronológica una cuestión de mucha más importancia para los israelitas que para otras naciones paganas, debido a que las profecías a menudo implicaban períodos de tiempo específicos. Por ser el libro de Dios, la Biblia resalta su puntualidad en llevar a cabo su palabra (Eze. 12:27, 28; Gál. 4:4) y muestra que la exactitud de sus profecías prueba su divinidad. (Isa. 41:21-26; 48:3-7.)
Es cierto que hay algunos documentos extrabíblicos que son centenares de años anteriores a las copias manuscritas más antiguas de la Biblia que se han descubierto hasta la fecha. Por estar grabados en piedra o inscritos en arcilla, estos antiguos documentos paganos pueden parecer muy impresionantes; sin embargo, esto en sí no es garantía de su exactitud ni de que estén libres de error. Más que los materiales empleados, en cronología, como en otros campos, los factores importantes para poder confiar en su exactitud son: el escritor, su propósito, su respeto a la verdad y su devoción a los principios rectos. La gran antigüedad de esos documentos pierde mucho valor, al comparar la calidad enormemente inferior de su contenido con la Biblia. Debido a que los escritos bíblicos fueron hechos sobre materiales perecederos, tales como papiro y vitela, su continuo uso y el deterioro ocasionado por las condiciones atmosféricas reinantes en gran parte de Palestina (a diferencia del clima tan seco de Egipto), bien puede explicar que no hayan sobrevivido hasta hoy los manuscritos originales. Sin embargo, ya que la Biblia es el libro inspirado de Jehová, ha sido cuidadosamente copiado y conservado en su totalidad hasta nuestro día. (1 Ped. 1:24, 25.) La inspiración divina, por medio de la cual los historiadores bíblicos pudieron registrar sus escritos, garantiza la confiabilidad de la cronología bíblica. (2 Ped. 1:19-21.)
El comentario del escritor arqueológico C. W. Ceram acerca de la ciencia de las fechas históricas, muestra bien por qué no se debe supeditar la cronología bíblica a la seglar. Él escribió: “El joven que por primera vez se sumerge y entusiasma en el estudio de la historia antigua, se siente sobrecogido ante la seguridad con que los historiadores modernos sitúan los acontecimientos que se desarrollaron en el mundo hace miles de años. El respeto se transforma pronto en admiración a medida que se profundiza más en el estudio, cuando uno se familiariza con las fuentes históricas y ve cuán endebles, confusas o erróneas ya eran estas en la época en que quedaron fijadas para la historia. Y eso no es todo, sino que también esos comprobantes históricos solamente han llegado hasta nosotros en forma muy fragmentaria, medio borrados por el tiempo o aun destruidos por la mano del hombre”. Luego, Ceram describe la historia cronológica como una “estructura puramente hipotética” y la compara a un “esqueleto cronológico con bien poca cosa alrededor”. (El Misterio de los Hititas, 1957, págs. 128, 129.) Esta estimación pudiera parecer extremada, pero en lo que respecta a los registros seglares no carece de fundamento.
LA CUENTA BÍBLICA DEL TIEMPO
Al calcular períodos bíblicos de acuerdo con los métodos de fechar modernos se debe tener presente que la numeración cardinal y ordinal difieren. Los números cardinales —tales como 1, 2, 3, 10, 100, etc.— expresan un valor entero. Sin embargo, los ordinales —tales como tercero, quinto, vigésimo segundo, etc.— son los que expresan el lugar que algo ocupa en una serie. Por lo tanto, cuando se emplean números ordinales es necesario restar uno para obtener el número completo. Así, al referirnos al “año treinta y siete del destierro de Joaquín el rey de Judá”, el ‘año treinta y siete’ tiene valor ordinal (trigésimo séptimo) y representa treinta y seis años completos más el tiempo transcurrido del año trigésimo séptimo. (Jer. 52:31.)
Al calcular los años que han pasado desde una fecha “a. E.C.” a una de la “E.C.” se debe tener presente que desde el 1 de octubre del año 1 a. E.C. al 1 de octubre del año 1 E.C. hay solo un año, y no dos, como puede verse en el siguiente diagrama:
B.C.E. | C.E
2, 1 | 1, 2
___________________
Oct.1 |———| Oct.1
Esto se debe a que los años de las fechas tienen un valor ordinal. Por consiguiente, desde el 1 de octubre del año 2 a. E.C. (la fecha aproximada del nacimiento de Jesús) hasta el 1 de octubre de 29 E.C. (la fecha aproximada del bautismo de Jesús) hay un total de treinta años, es decir: un año y tres meses, tiempo que corresponde al período anterior a la era común, más veintiocho años y nueve meses, espacio de tiempo que pertenece al período de la era común. (Luc. 3:21-23.)
CONTANDO DESDE LA CREACIÓN DEL HOMBRE HASTA EL PRESENTE
Los historiadores modernos son incapaces de determinar una fecha fija para el comienzo del “período histórico” de la humanidad. Sea que investiguen en la historia de Asiria, Babilonia o Egipto, a medida que se adentran en el segundo milenio antes de la era común la cronología se hace cada vez más incierta e inestable, y ya en el tercer milenio se encuentran con un panorama confuso y oscuro. En contraste, la Biblia suministra una historia coherente que permite contar metódicamente el tiempo hacia atrás hasta llegar al comienzo de la historia humana. Este cómputo puede realizarse gracias a las referencias bíblicas a determinadas eras o extensos períodos de tiempo, tales como los 479 años completos que transcurren desde el éxodo hasta el comienzo de la construcción del templo durante el reinado de Salomón. (1 Rey. 6:1.)
Para ello, debemos emplear un punto fijo o fecha absoluta como punto de partida, es decir, una fecha en la historia que sea aceptada por su firme respaldo, y que corresponda con un acontecimiento específico registrado en la Biblia. Desde esta fecha absoluta podemos calcular hacia atrás o hacia adelante y fechar según el calendario actual los muchos acontecimientos referidos en la Biblia.
Una de estas fechas de convergencia entre la Biblia y la historia seglar es el año 29 E.C., el cual coincide en parte con el decimoquinto año de Tiberio César, cuyo mandato comenzó después de la muerte de Augusto, el 17 de agosto de 14 E.C. (calendario gregoriano). En el año 29, Juan el Bautista comenzó su predicación y seis meses más tarde bautizó a Jesús. (Luc. 3:1-3, 21, 23; 1:36.)
Otra fecha que puede considerarse como absoluta es el año 539 a. E.C., apoyado por varias fuentes históricas como el año de la caída de Babilonia ante Ciro el persa. (Entre estas fuentes históricas sobre el reinado de Ciro están Diodoro, Africano, Eusebio y Tolomeo, así como también las tablillas babilonias.) El decreto para la liberación de los judíos se dio durante el primer año del reinado de Ciro. Y, como se consideró en el artículo sobre Ciro, es muy probable que este decreto fuera expedido en el invierno de 538 o hacia la primavera de 537 a. E.C. Esto permitiría que los judíos hicieran los preparativos necesarios, efectuaran el viaje de regreso a Jerusalén en cuatro meses y tuvieran tiempo de llegar para el séptimo mes (Tisri, aproximadamente el 1 de octubre) de 537 a. E.C. (Esd. 1:1-11; 2:64-70; 3:1.)
Usando estas fechas absolutas podemos relacionar una gran cantidad de acontecimientos bíblicos con fechas específicas del calendario. A continuación se ofrece el esquema de fechas principales que sirve de base para dicha cronología:
SUCESOS
FECHA DEL CALENDARIO
PERÍODO ENTRE SUCESOS
Desde la creación de Adán
4026 a. E.C.
—
Hasta el comienzo del Diluvio
2370 a. E.C.
1.656 años
Hasta el establecimento del pacto abrahámico
1943 a. E.C.
427 años
Hasta el éxodo de Egipto
1513 a. E.C.
430 años
Hasta el comienzo de la construcción del templo
1034 a. E.C.
479 años
Hasta la división del reino
997 a. E.C.
37 años
Hasta la desolación de Judá
607 a. E.C.
390 años
Hasta el regreso de los judíos del cautiverio
537 a. E.C.
70 años
Hasta la reconstrucción de los muros de Jerusalén
455 a. E.C.
82 años
Hasta el bautismo de Jesús
29 E.C.
483 años
Hasta el tiempo de preparar este cuadro
1987 E.C.
1.958 años
Total de años transcurridos desde la creación de Adán hasta 1987
—
6.012 años
¿Cómo se ha elaborado esta cronología partiendo de los datos bíblicos y, en algunos casos, de la historia extrabíblica? A continuación ofrecemos la información en cuanto a cómo se ha calculado cada uno de los períodos de tiempo indicados.
Desde la creación de Adán hasta el Diluvio
Los 1.656 años de este período se recogen en Génesis 5:1-29 y 7:6, y pueden bosquejarse así:
Desde la creación de Adán hasta el nacimiento de Set
130 años
Luego, hasta el nacimiento de Enós
105 años
Hasta el nacimiento de Quenán
90 años
Hasta el nacimiento de Mahalalel
70 años
Hasta el nacimiento de Jared
65 años
Hasta el nacimiento de Enoc
162 años
Hasta el nacimiento de Matusalén
65 años
Hasta el nacimiento de Lamec
187 años
Hasta el nacimiento de Noé
182 años
Hasta el Diluvio
600 años
Total
1.656 años
Las cantidades que se han indicado para el período prediluviano se encuentran en el texto masorético, texto en el que se basan las traducciones modernas de las Escrituras Hebreas.
Aunque algunos historiadores modernos extenderían el período de la existencia humana sobre la tierra mucho más allá de 4026 a. E.C., los hechos están decididamente en contra de tal postura. Los miles de años de “prehistoria” que ellos aducen se basan en la especulación, como puede verse por la siguiente declaración hecha por el prominente científico Dr. P. E. Klopsteg, quien dijo: “Acompáñeme, si lo desea, a una excursión especulativa por la prehistoria. Supóngase la era cuando la especie ‘sapiens’ surgió del género ‘homo’ [...], salte varios milenios desde el tiempo en que la información de que disponemos depende en su mayor parte de la conjetura y la interpretación hasta la era de las primeras inscripciones, de las cuales se pueden extraer algunos datos” (cursivas nuestras). (Science, 30 de diciembre de 1960, pág. 1914.)
El período posdiluviano comienza en el año 2369 a. E.C. Aunque algunos piensan que ciertos escritos pictográficos pertenecen al período que va de 3300 a 2800 a. E.C. (New Discoveries in Babylonia About Genesis, P. J. Wiseman, 1949, pág. 36), en realidad estos documentos no están fechados; la edad que se les atribuye se basa únicamente en conjeturas arqueológicas.
Aunque en ocasiones se ha recurrido a la técnica de fechar con radiocarbono (C14), la poca fiabilidad de esa técnica queda ilustrada por la siguiente declaración aparecida en la revista Science del 11 de diciembre de 1959: “Lo que parece que llegará a convertirse en un ejemplo clásico de ‘irresponsabilidad del C14’ es el de la aldea prehistórica de Jarmo, en el nordeste de Iraq. Se han atribuido once diferentes fechas a esta aldea con una diferencia máxima entre ellas de seis mil años, mientras que, sobre la base de toda la evidencia arqueológica, no fue ocupada por más de quinientos años consecutivos”. En realidad, no existe evidencia sólida y demostrable que favorezca una fecha anterior a 2369 a. E.C. para el comienzo de la sociedad humana posdiluviana.
Desde el Diluvio hasta el establecimiento del pacto abrahámico (2370 a 1943 a. E.C.)
El esquema cronológico para este período puede resumirse así:
Desde el comienzo del Diluvio hasta el nacimiento de Arpaksad
2 años
Luego, hasta el nacimiento de Selah
35 años
Hasta el nacimiento de Éber
30 años
Hasta el nacimiento de Péleg
34 años
Hasta el nacimiento de Reú
30 años
Hasta el nacimiento de Serug
32 años
Hasta el nacimiento de Nacor
30 años
Hasta el nacimiento de Taré
29 años
Hasta la muerte de Taré, cuando Abrahán tenía setenta y cinco años de edad
205 años
Total
427 años
Estos datos se hallan en Génesis 11:10 a 12:4. La expresión “después del diluvio” (Gén. 11:10), que se emplea con relación al nacimiento de Arpaksad, lógicamente se refiere a la caída de las aguas, suceso que marcó el comienzo del Diluvio, y no simplemente al período posterior durante el cual las aguas permanecieron sobre la superficie de la tierra por algún tiempo. La palabra hebrea para “diluvio” también indica esta idea. (Compárese con Génesis 6:17; 7:4-6, 10-12, 17; 9:11.)
En el registro bíblico no se indica la fecha en la que se intentó construir la Torre de Babel. Génesis 10:25 señala que la división que resultó de la confusión de lenguas ocurrió durante ‘los días de Péleg’. De esto no se infiere necesariamente que este acontecimiento ocurriera al tiempo del nacimiento de Péleg. La expresión “en sus días” indicaría que, de hecho, la división tuvo lugar, no al tiempo del nacimiento de Péleg o inmediatamente después, sino durante el transcurso de su vida, desde 2269 a 2030 a. E.C. Si cada varón posdiluviano hubiera empezado a tener hijos a los 30 años de edad a un promedio de uno cada 3 años (lo que daría un hijo varón cada 6 años) hasta los 90 años de edad, la población pudiera haber crecido hasta un total de 4.000 varones adultos en un período de 180 años desde el fin del Diluvio (es decir, en 2189 a. E.C.). Un cálculo conservador como el mencionado sería suficiente para explicar la construcción de la torre y la dispersión de la gente.
Después de cruzar el Éufrates camino de la tierra de Canaán, Abrahán, por su obediencia a las instrucciones divinas, recibió una promesa de Dios, y también Dios hizo un pacto con él, conocido como el pacto abrahámico. Ya que su salida de Harán y su entrada en Canaán siguieron a la muerte de Taré, la fecha para la instauración de este pacto se fija en 1943 a. E.C. (Gén. 11:32; 12:1-7.)
Desde el establecimiento del pacto abrahámico hasta el éxodo (1943 a 1513 a. E.C.)
En Éxodo 12:40, 41 se registra lo siguiente: “La morada de los hijos de Israel, que habían morado en Egipto, fue de cuatrocientos treinta años. Y aconteció al cabo de los cuatrocientos treinta años, sí, aconteció en este mismo día que todos los ejércitos de Jehová salieron de la tierra de Egipto”. Mientras que la mayoría de las traducciones vierten el versículo 40 de modo que diga que los 430 años aplican enteramente a su estancia en Egipto, el hebreo original da lugar a la traducción aquí indicada. Además, la declaración de Pablo en Gálatas 3:17 muestra que el período de 430 años abarca desde el tiempo en el que el pacto abrahámico fue instaurado —al entrar Abrahán en Canaán— hasta el éxodo de Egipto y el establecimiento del pacto de la Ley en ese mismo año. Una prueba de que así se entendió desde tiempos antiguos es la traducción que aparece en la Versión de los Setenta, a saber: “Pero la morada de los hijos de Israel, la que moraron en la tierra de Egipto y en la tierra de Canaán [duró] cuatrocientos treinta años”.
El período comprendido desde la entrada de Abrahán en la tierra de Canaán hasta que Jacob se trasladó a Egipto fue de 215 años. Este cálculo se deriva de los siguientes hechos: 25 años transcurrieron desde la salida de Abrahán de Harán hasta el nacimiento de Isaac (Gén. 12:4; 21:5); 60 años desde el nacimiento de Isaac al nacimiento de Jacob (25:26); y Jacob tenía 130 años al tiempo de su entrada en Egipto (47:9). Esto da un total de 215 años (desde 1943 a 1728 a. E.C.), lo que significa que, desde la llegada de Jacob, los israelitas estuvieron en Egipto otros 215 años (desde 1728 a 1513 a. E.C.).
Jehová le dijo a Abrán (Abrahán): “Puedes saber con seguridad que tu descendencia llegará a ser residente forastera en tierra ajena, y tendrá que servirles, y estos ciertamente la afligirán por cuatrocientos años”. (Gén. 15:13; véase, además, Hechos 7:6, 7.) Esta declaración fue hecha con anterioridad al nacimiento de la “descendencia” prometida, Isaac. Para el año 1932 a. E.C. —y por medio de su esclava egipcia Agar— a Abrán le nació su hijo Ismael, y en 1918 a. E.C. nació Isaac. (Gén. 16:16; 21:5.) Contando 400 años hacia atrás desde el éxodo —acontecimiento que señaló el fin de los años de ‘aflicción’ (Gén. 15:14)—, llegaríamos a 1913 a. E.C., cuando Isaac tendría unos 5 años de edad y fue destetado. En ese momento, siendo ‘residente forastero’ en una tierra que no era suya, experimentó el inicio de la aflicción predicha cuando Ismael, que para ese tiempo contaba 19 años de edad, comenzó a ‘burlarse’ de él. (Gén. 21:8, 9.) Aunque hoy pudiera parecer intrascendente el que Ismael se burlara del heredero de Abrahán, en la época patriarcal no se consideraba así, lo cual se hace evidente por la reacción de Sara y el que Dios aprobara su súplica de que Agar y su hijo Ismael fueran despedidos. (Gén. 21:10-13.) El mero hecho de que este incidente haya sido recogido en detalle en el registro divino también es un indicio de que debe marcar el comienzo del predicho período de 400 años de aflicción que terminaría en el éxodo. (Gál. 4:29.)
Desde el éxodo hasta la división del reino (1513 a 997 a. E.C.)
Fue en “el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel hubieron salido de la tierra de Egipto”, durante el cuarto año del reinado de Salomón, que dio comienzo la construcción del templo en Jerusalén. (1 Rey. 6:1.) El número “480” tiene valor ordinal: representa 479 años completos y, en este caso concreto, un mes más. Si contamos 479 años desde el éxodo (en Nisán de 1513 a. E.C.), nos lleva al 1034 a. E.C., cuando empezó la construcción del templo, en el segundo mes, es decir, Ziv (este mes corresponde a parte de abril y de mayo). Siendo que esto aconteció en el cuarto año (otro número ordinal) del gobierno de Salomón, su reinado comenzó tres años completos antes, es decir, en 1037 a. E.C. Sus 40 años de reinado transcurrieron desde 1037 a. E.C., probablemente en el mes de Nisán, hasta el mismo mes de 997 a. E.C., fecha en la que se produjo la división del reino. Por lo tanto, el esquema cronológico para este período sería:
SUCESOS
FECHA DEL CALENDARIO
PERÍODO ENTRE SUCESOS
Desde el éxodo
1513 a. E.C.
—
hasta la entrada de Israel en Canaán
1473 a. E.C.
40 años
hasta el fin del período de los jueces y el comienzo del reinado de Saúl
1117 a. E.C.
356 años
hasta el comienzo del reinado de David
1077 a. E.C.
40 años
hasta el comienzo del reinado de Salomón
1037 a. E.C.
40 años
hasta la división del reino
997 a. E.C.
40 años
Total de años desde el éxodo hasta la división del reino (1513 a 997 a. E.C.)
—
516 años
Estos cálculos se fundamentan en textos como Deuteronomio 2:7; 29:5; Hechos 13:21; 2 Samuel 5:4; 1 Reyes 11:42, 43; 12:1-20.
No se hace mención específica de la duración del período abarcado desde la entrada en Canaán hasta el fin de la época de los jueces, de modo que ha de calcularse por deducción. Si restamos a los 470 años que median entre el éxodo y el cuarto año de Salomón, los 40 años de vagar por el desierto, los 40 del reinado de Saúl, los 40 del reinado de David y los tres primeros de Salomón (123 años en total), nos quedan 356 años para el período en cuestión.
En el capítulo 13 de Hechos el apóstol Pablo repasa los tratos de Dios con Israel desde que ‘escoge a los antepasados’ —pasando por su estancia en Egipto, el éxodo, el vagar por el desierto, la conquista de Canaán y la distribución de la tierra— hasta llegar al versículo 20, donde dice: “Todo eso durante unos cuatrocientos cincuenta años. Y después de estas cosas les dio jueces hasta Samuel el profeta”. (Hech. 13:20.) La traducción que se hace de este versículo, tal y como se vierte en la Versión Valera (rev. 1960), ha ocasionado muchos equívocos, pues dice: “Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel”. Sin embargo, los manuscritos más antiguos (incluyendo el Sinaítico, el Vaticano 1209 y el Alejandrino), así como la mayoría de las traducciones modernas de la Biblia (tales como NBE, NC, BC, BJ, VP y otras), todas concuerdan con la primera traducción citada, la cual muestra que el período de los jueces vino después de los 450 años. Siendo que el período de “unos cuatrocientos cincuenta años” tuvo su principio cuando Dios ‘escogió a los antepasados’ de Israel, este debió haber comenzado en el año 1918 a. E.C. con el nacimiento de Isaac, la “descendencia” original que le fue prometida a Abrahán. Y, por lo tanto, debió terminar hacia 1467 a. E.C., cuando llegó a su fin la primera conquista que se hizo de Canaán y se procedió a la distribución de la tierra. Puesto que la cifra de 450 años se da como aproximada, una diferencia de uno o dos años no tendría importancia.
(El esquema cronológico de acontecimientos hasta el 997 a. E.C. se construye, básicamente, sobre la misma línea de evidencia que se expone en el libro “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa”, publicado en español en 1968.)
Desde la división del reino hasta la desolación de Jerusalén y Judá (997 a 607 a. E.C.)
Una guía útil para conocer la extensión del período de los reyes se encuentra en Ezequiel 4:1-7, donde el profeta hace una representación mímica por instrucción divina del asedio de Jerusalén. Ezequiel tuvo que echarse sobre su costado izquierdo por 390 días para “llevar el error de la casa de Israel”, y luego sobre el derecho por 40 días para “llevar el error de la casa de Judá”. Según se le mostró, por cada día se habría de contar un año. Representados así, los dos períodos (390 años y 40 años) debieron corresponder a la duración de la paciencia de Jehová para con ambos reinos a pesar de su curso idolátrico. Los judíos entienden esta profecía, según se expone en The Soncino Books of the Bible (Comentario sobre Ezequiel, págs. 20 y 21), de la siguiente manera: “La culpa del reino septentrional se extendió por un período de 390 años ([según] Seder Olam [la crónica postexílica más antigua en lengua hebrea], [y los rabinos] Rashi e Ibn Ezra). Abarbanel, según una cita de Malbim, calcula el período de culpa de Samaria a partir del cisma que se produjo bajo Rehoboam [...] hasta la caída de Jerusalén. [...] El derecho [costado sobre el que Ezequiel se echó] indica el sur, es decir, el reino de Judá al sur o a la derecha [...]. Comenzando poco después de la caída de Samaria, la corrupción de Judá se extendió por 40 años. Según Malbim, el tiempo se computa a partir del año decimotercero del reinado de Josías [...], cuando Jeremías dio comienzo a su ministerio (Jer. i.2)”.
Desde la división del reino en 997 a. E.C. hasta la caída de Jerusalén en 607 a. E.C. transcurrieron 390 años. Si bien es cierto que en 740 a. E.C. —durante el sexto año del reinado de Ezequías (2 Rey. 18:9, 10)— Samaria, la capital del reino septentrional, ya había caído a manos de Asiria, también es probable que parte de la población huyera al reino meridional antes del avance asirio. (Véase, además, la situación que existía en Judá después de la división del reino, según se describe en 2 Crónicas 10:16, 17.) Pero el que Jehová continuara teniendo presente a los israelitas del reino septentrional exiliado y los incluyera en los mensajes de sus profetas mucho tiempo después de la caída de Samaria, es aún más importante, pues muestra que los intereses de esos israelitas todavía estaban representados en la ciudad capital de Jerusalén y que la caída de esta, en 607 a. E.C., no solo fue una expresión del juicio de Jehová contra Judá, sino contra la entera nación de Israel. (Jer. 3:11-22; 11:10-12, 17; Eze. 9:9, 10.) Cuando la ciudad cayó, a excepción de los pocos que mantuvieron la fe verdadera, las esperanzas de la entera nación se desplomaron. (Eze. 37:11-14, 21, 22.)
Desde la desolación de Jerusalén y Judá al regreso de los judíos del exilio (607 a 537 a. E.C.)
La duración de este período viene fijada por el propio decreto divino con relación a Judá, que dice: “Toda esta tierra tiene que llegar a ser un lugar devastado, un objeto de pasmo, y estas naciones tendrán que servir al rey de Babilonia setenta años”. (Jer. 25:8-11.)
La profecía bíblica no permite otra aplicación de estos 70 años que no sea al período comprendido entre la desolación de Judá, que vino con la destrucción de Jerusalén, y el regreso de los judíos exiliados a su tierra como resultado del decreto de Ciro. La profecía especifica con toda claridad que los 70 años serían años de devastación de la tierra de Judá. Daniel el profeta entendió de esta manera la profecía, pues él dijo: “Yo mismo, Daniel, discerní por los libros el número de los años acerca de los cuales la palabra de Jehová había ocurrido a Jeremías el profeta, para cumplir las devastaciones de Jerusalén, a saber, setenta años”. (Dan. 9:2.) Después de describir la conquista de Jerusalén por Nabucodonosor, en 2 Crónicas 36:20, 21 se dice: “Además, a los que quedaron de la espada se los llevó cautivos a Babilonia, y llegaron a ser siervos para él y sus hijos hasta que la realeza de Persia empezó a reinar; para cumplir la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo pagado sus sábados. Todos los días de yacer desolada guardó sábado, para cumplir setenta años”.
Jerusalén fue sitiada definitivamente en el noveno año de Sedequías (609 a. E.C.) y cayó en su undécimo año (607), correspondiendo con el decimonoveno año de reinado de Nabucodonosor (contando desde 625, su año de ascenso al trono; 2 Reyes 25:1-8). En el quinto mes de 607 (el mes de Ab, que correspondía con parte de julio y agosto) la ciudad fue incendiada, los muros demolidos y la mayor parte de sus habitantes llevados al destierro. Sin embargo, se permitió que quedaran “algunos de condición humilde de la gente”, los cuales finalmente huyeron a Egipto cuando Guedalías, el gobernador nombrado por Nabucodonosor, fue asesinado, dejando de ese modo a la tierra de Judá completamente desolada. (2 Rey. 25:9-12, 22-26.) Esto ocurrió en el séptimo mes, Etanim (o Tisri, que correspondía con parte de septiembre y octubre). Por consiguiente, la cuenta de los 70 años de desolación debió haber comenzado hacia el 1 de octubre de 607 a. E.C., para finalizar en 537 a. E.C. Fue en el séptimo mes de este último año cuando los primeros judíos repatriados llegaron a Judá, exactamente 70 años después del comienzo de la desolación completa de la tierra. (2 Cró. 36:21-23; Esd. 3:1.)
Desde el regreso de los judíos del exilio hasta la conversión de Cornelio (537 a. E.C. a 36 E.C.)
Al segundo año del regreso de los judíos del exilio (536 a. E.C.) se colocó el fundamento del templo en Jerusalén para su reconstrucción, pero dicha reconstrucción no se completó sino hasta el 3 de Adar del sexto año del reinado de Darío. (Esd. 3:8-10; 6:14, 15.) El año 522 a. E.C. puede ser considerado como el año en que el rey persa Darío I ascendió al trono, ya que él no se estableció en Babilonia antes del mes de diciembre de 522 a. E.C., cuando derrotó al rebelde Nabucodonosor III, capturándolo y dándole muerte en Babilonia poco después. De modo que su primer año reinante dio comienzo en la primavera de 521 a. E.C. (Babylonian Chronology 626 B.C.—A.D. 75, de Parker y Dubberstein, pág. 30; véase AÑO [Método de contar la gobernación de los reyes].) Por consiguiente, el sexto año de Darío comenzó el 11/12 de abril (1 de Nisán) de 516 a. E.C., y continuó hasta finales de marzo de 515 a. E.C. De todo ello, puede afirmarse que Zorobabel completó la reconstrucción del templo entre el 5/6 de marzo (3 de Adar) de 515 a. E.C.
La próxima fecha de importancia fundamental es la que corresponde a la comisión que recibió Nehemías en el vigésimo año de Artajerjes I. (Neh. 2:1, 5-8.) Las razones por las que se asigna la fecha de 455 a. E.C. para este acontecimiento, con preferencia a la de 445 a. E.C. —que es más aceptada—, han sido consideradas en el artículo ARTAJERJES, NÚM. 3. La comisión que recibió Nehemías, de la que resultó la reconstrucción de Jerusalén y sus muros, constituye el punto de partida para la profecía concerniente a las “setenta semanas” de Daniel 9:24-27. Las semanas son, a todas luces, “semanas de años”, que totalizan 490 años. (Dan. 9:24, compárese BR; TA, nota marginal: “Todos los expositores antiguos y modernos y muchos rabinos convienen en que son semanas de años”; LT, nota marginal: “Estos versículos resumen los principales acontecimientos sucedidos en las ‘setenta semanas’ de años”.) Como se demostró en el artículo SETENTA SEMANAS, la profecía señaló la llegada del Mesías en el año 29 E.C., su muerte a “la mitad de la semana” —o mitad de la última semana de años, es decir, en 33 E.C.— y el fin —en 36 E.C.— del período de favor especial concedido por Dios a los judíos. Por consiguiente, las setenta semanas de años terminaron con la conversión de Cornelio, habiendo transcurrido 490 años desde 455 a. E.C. (Hech. 10:30-33, 44-48; 11:1.)
La aparición de Jesús como el Mesías se produjo precisamente en el año que se había predicho: seis meses después que Juan el Bautista comenzara su predicación en “el año decimoquinto del reinado de Tiberio César”. (Luc. 1:36; 3:1, 2, 21-23.) Ya que Tiberio comenzó a gobernar el 17 de agosto de 14 E.C. (calendario gregoriano), su decimoquinto año empezó el 17 de agosto de 28 E.C. y terminó el 16 de agosto de 29 E.C. La evidencia muestra, pues, que el bautismo y el ungimiento de Jesús acontecieron en el otoño del año 29 E.C.
Puesto que Jesús tenía treinta años de edad al tiempo de su bautismo en 29 E.C. (Luc. 3:23), su nacimiento tuvo lugar hacia el otoño del año 2 a. E.C., treinta años antes. Él nació durante el reinado de César Augusto, mientras Quirinio era gobernador de Siria. (Luc. 2:1, 2.) El gobierno de Augusto se extendió desde 27 a. E.C. a 14 E.C. Publio Sulpicio Quirinio, senador romano, fue gobernador de Siria por dos veces, habiendo ejercido su primer mandato después de Publio Quintilio Varo, cuyo mandato como legado en Siria terminó en el año 4 a. E.C. Algunos eruditos ubican el primer mandato de Quirinio entre el tercer y segundo año antes de la era común. (Véase INSCRIPCIÓN.) Herodes el Grande era a la sazón rey de Judea, y la evidencia señala al año 1 a. E.C. como el tiempo probable de su muerte. (Véase HERODES NÚM. 1 [Fecha de su muerte].) De modo que toda la evidencia disponible, y particularmente las referencias bíblicas, apuntan que el nacimiento humano del Hijo de Dios tuvo lugar en otoño del año 2 a. E.C.
El período apostólico posterior (36 E.C. a c. 100 E.C.)
Para algunos de los acontecimientos ocurridos durante este período de tiempo es posible fijar fechas aproximadas. La profecía sobre una gran hambre, pronunciada por el profeta cristiano Ágabo, así como la persecución posterior instigada por Herodes Agripa I, la cual trajo como resultado la muerte de Santiago y el encarcelamiento de Pedro, debieron ocurrir en 44 E.C. (Hech. 11:27-30; 12:1-4.) En ese año murió Herodes Agripa, y hay evidencia de que la predicha gran hambre se produjo en el año 46 E.C. Probablemente, esta última fecha —o poco después— también corresponda a la “ministración de socorro” que fue llevada por Pablo y Bernabé. (Hech. 12:25.)
El primer viaje de Pablo a Corinto puede calcularse por el proconsulado de Galión. (Hech. 18:1, 11-18.) Como se explicó en el artículo GALIÓN, su proconsulado se extendió desde el verano del año 51 al verano de 52 E.C. Por consiguiente, los dieciocho meses que Pablo permaneció en Corinto probablemente empezaron en el otoño de 50 E.C. y terminaron en la primavera de 52 E.C. Esto lo confirma, además, el hecho de que dos de los compañeros de Pablo en Corinto, Áquila y Priscila, habían llegado recientemente de Italia debido al edicto del emperador Claudio que ordenaba que todos los judíos se fueran de Roma. (Hech. 18:2.) Paulo Orosio, historiador del quinto siglo, afirma que este edicto fue dado en el noveno año de Claudio, a principios de 50 E.C.
Pablo pasó en prisión en Cesarea los últimos dos años de la gobernación de Félix, siendo enviado posteriormente a Roma por el sucesor de Félix, Porcio Festo. (Hech. 21:33; 23:23-35; 24:27.) La fecha de ascenso de Festo es algo incierta, pues la evidencia histórica no concuerda completamente. Sin embargo, la más probable parece oscilar entre los años 57 y 60 E.C., y actualmente algunos cronólogos se inclinan por los años 59 ó 60 E.C. En cualquier caso, la subsiguiente llegada de Pablo a Roma puede emplazarse entre los años 59 y 61 E.C.
El gran incendio que asoló la ciudad de Roma ocurrió en el mes de julio de 64 E.C. y fue seguido por una feroz persecución contra los cristianos instigada por Nerón. Es probable que el segundo encarcelamiento de Pablo y su posterior ejecución tuvieran lugar poco después de estos hechos. (2 Tim. 1:16; 4:6, 7.) Por lo general se cree que la deportación de Juan a la isla de Patmos debió ocurrir durante el mandato del emperador Domiciano. (Rev. 1:9.) La persecución de los cristianos llegó a un punto culminante durante su gobernación (81-96 E.C.), en particular durante sus últimos tres años. La opinión tradicional es que Juan fue liberado de su exilio después de la muerte de Domiciano y murió en Éfeso hacia el fin del primer siglo de la era común. Las epístolas que Juan escribió sobre ese tiempo completaron el canon bíblico y el período apostólico llegó a su fin.
[Tabla de las páginas 376 y 377]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
PERÍODO DESDE EL COMIENZO DE LA CONQUISTA DE CANAÁN HASTA EL REINADO DE SAÚL
Este gráfico muestra una de las diversas maneras de ajustar los períodos cronológicos que aparecen en el libro de Jueces para que correspondan con el espacio de tiempo global indicado en otras partes del registro bíblico.
1473 a.E.C.
CONQUISTA de Canaána (6)
Período intermediob (35[?])
SIRIA bajo Cusán-risataim oprime a Israel (8)
OTNIEL vence a Siria
“La tierra no tuvo disturbio” (40)
MOAB bajo Eglón oprime a Israel (18)
EHÚD vence a Moab
“La tierra no tuvo más disturbio”c (80)
CANAÁN bajo Jabín de Hazor oprime a Israel (20)
SAMGAR ‘salva a Israel’ de los filisteos. Período no precisado.
BARAC vence a Canaán
“La tierra no tuvo más disturbio” (40)
MADIÁN oprime a Israel (7)
GEDEÓN vence a Madián
“La tierra no tuvo más disturbio […] en los días de Gedeón” (40)
ABIMÉLEC reina (3)
TOLÁ (de Isacar) juzga a Israel (23)
JAÍR (de Galaad) juzga a Israel (22)
AMMÓN oprime a Israel (18)
ELÍd Sumo sacerdote (40)
SAMUELe Sacerdote, profeta, juez
300 años desde el comienzo de la conquista israelita. (Jue. 11:26-33)
JEFTÉ vence a Ammón; juzga (6)
IBZÁN (de Belén) juzga (7)
FILISTEA oprime a Israel (40)
ELÓN (de Zabulón) juzga (10)
ABDÓN (de Efraín) juzga (8)
SANSÓNf (de Dan) juzga (20)
Filistea derrota a Israel
Arca del pacto en Quiryat-jearim durante 20 años.
Período intermedio (5 [?])
Samuel lleva a Israel a la victoria sobre Filistea (1 Sam. 7:7-14)
1117 a.E.C.
SAÚL Rey (40) Su reinado empieza 356 años después del comienzo de la conquista de Canaán. (1 Rey. 6:1; Deu. 2:7; Hech. 13:21; 2 Sam. 5:4)
[Notas]
a Compárese con Números 10:11; 13:2, 6; 14:34-38; Josué 14:6-10.
b Período entre la conquista de Canaán y la primera opresión de Israel. Durante este período murieron Josué y otros “ancianos”, y empezó a levantarse otra generación. (Jue. 2:7-11.) La duración de este período no se precisa en la Biblia. La cifra que se da en el gráfico es solo un cálculo aproximado.
c Esta expresión posiblemente se refiera solo a la “tierra” que había sido liberada de opresión. Compárese con el uso limitado que se le da a la palabra “tierra” en Jueces 1:27, 31-33. O puede que la expresión signifique que ‘de esa parte de la tierra’ —Moab— ya no hubo más disturbio. El registro bíblico no dice que Ehúd juzgara durante 80 años. En cuanto a la opresión por parte de Jabín, que al parecer afectaba principalmente a las tribus norteñas de Israel, el registro dice que empezó después de la muerte de Ehúd, no después de los 80 años. (Jue. 3:30: 4:1, 2) Sin embargo, aunque parece seguro que algunos de los períodos mencionados en el libro de Jueces no se sucedieron sino que se traslaparon, el ejemplo dado en este gráfico simplemente propone una posibilidad y no pretende que se considere como algo definitivo.
d El sacerdocio de Elí tuvo que haber empezado más de 60 años antes del reinado de Saúl, pues Elí ‘juzgó a Israel por cuarenta años’ (1 Sam. 4:18), y después de su muerte el arca del pacto estuvo en Quiryat-jearim por 20 años, hasta la victoria israelita sobre Filistea, conseguida antes del reinado de Saúl. (1 Sam. 6:1; 7:1, 2.) El que Elí juzgase como sacerdote no impedía que hubiese otros jueces durante ese tiempo, tal como Samuel nombró a sus propios hijos para que sirvieran como jueces en Beer-seba. (1 Sam. 8:1, 2.)
e Samuel empezó a servir en el templo siendo un niñito de quizás no más de cinco años de edad. (1 Sam. 1:24, 25) Probablemente murió poco antes que Saúl. (Compárese con 1 Samuel 19:18-20; 28:3-5; 31:1-5.) Según se indica en el gráfico, es posible que tuviera unos 35 años para el tiempo de la muerte de Elí (1 Sam. 3:19-21; 4:15-18) y unos 60 cuando Saúl llegó a ser rey. (1 Sam. 8:1-5.)
f Parece que la judicatura de Sansón consistió principalmente en sus campañas personales cuerpo a cuerpo contra los filisteos. De modo que pudo traslaparse con otras judicaturas, incluso con la de Samuel. Aunque no se dice que su actividad puso fin a la opresión filistea, no obstante se predijo que él llevaría “la delantera en salvar a Israel de la mano de los filisteos”. (Jue. 13 5.) Por consiguiente, parece probable que muriera poco antes de la decisiva victoria israelita contra los filisteos lograda bajo la dirección de Samuel.
[Tabla de las páginas 378 a 385]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
Profetas y reyes de Judá e Israel.
REINO DE JUDÁ a.E.C. REINO DE ISRAEL
REY REHOBOAM (17) 997 REY JEROBOÁN (22)
1 Rey. 14:21; 1 Rey. 12:20; 14:20;
Profetas: Profetas: AHÍYA
SEMAYA 1 Rey. 11:29-31;
1 Rey. 12:22, 23; 1 Rey. 14:1-6
2 Cró. 11:2, 3 HOMBRE DE DIOS
IDÓ 1 Rey. 13:1, 2
993g
REY ABIYAM (ABÍAS) (3) 980h
Profeta: IDÓ
REY ASÁ (41) 978i
976j REY NADAB (2)
975k REY BAASÁ (24)
Profeta: JEHÚ (hijo de
Hananí)
968l
967a
Profeta: AZARÍAS 966
963b
Profeta: HANANÍ 962c
952d REY ELAH (2)
951e REY ZIMRÍ (7 días)
951 REY TIBNÍ
951 REY OMRÍ (12)
951
947f
945g
940h REY ACAB (22)
Profetas: ELÍAS
REY JEHOSAFAT (25) 937i
934j
920k REY OCOZÍAS (2)
REY JEHORAM (8) 919l REY JEHORAM (12)
2 Cró. 21:1, 5, 18-20 Profetas: MICAYA
Profetas: JEHÚ (hijo de Hananí) 1 Rey. 22:8;
2 Cró. 18:34; 19:1, 2 2 Cró. 18:7-28
ELIEZER ELÍAS
2 Cró. 20:35-37 2 Rey. 1:2, 3, 17
918a
JAHAZIEL 917 ELISEO
2 Cró. 20:14-17 2 Rey. 3:1, 11-14
913b
Profeta: ELÍAS 911
907c
REY OCOZÍAS (1) 906d
REINA ATALÍA (6) 905e REY JEHÚ (28)
2 Rey. 11:1-4; 12:1; 2 Rey. 10:36
904 Profeta: ELISEO
REY JEHOÁS (40) 898f
876g REY JEHOACAZ (17)
862h REY JEHOÁS (16)
Profeta: ZACARÍAS 860i
859 Profeta: ELISEO
REY AMASÍAS (29) 858j
Profeta: HOMBRE DE DIOS
844k REY JEROBOÁN II(41)
Profetas: JONÁS(?)
OSEAS
AMÓS
REY UZÍAS (AZARÍAS) (52) 829
Profetas: AMÓS
OSEAS
JOEL(?)
818l
803a REY ZACARÍAS (6 meses)
792b
791c REY SALUM (1 mes)
REY MENAHEM (10)
Profetas:
780d REY PEQAHÍAS (2)
Profeta: ISAÍAS 778e REY PÉQAH (20)
Isa. 1:1; 6:1; 2 Rey. 15:27, 30;
REY JOTÁN (16) 777f Profetas: MIQUEAS
Profetas: MIQUEAS
OSEAS
ISAÍAS
REY ACAZ (16) 762g
Profetas: MIQUEAS 761 Profeta: ODED
OSEAS 2 Cró. 28:6-11
ISAÍAS
758h REY HOSEA (9)
748i
REY EZEQUÍAS (29) 746j
Profetas: MIQUEAS; OSEAS; 745
ISAÍAS
742k
740l (Fin del reino de
Israel)
732a
REY MANASÉS (55) 716
Profetas:
REY AMÓN (2) 661
REY JOSÍAS (31) 659
Profetas: NAHÚM (?)
SOFONÍAS
652b
648c
Profeta: JEREMÍAS 647d
Profetas: HULDÁ 642
REY JEHOACAZ (3 meses) 628
REY JEHOIAQUIM (11)
Profetas: HABACUC (?)
JEREMÍAS
625e
621f
REY JOAQUÍN (3 meses, 619
10 días)
Profeta: DANIEL 618g
REY SEDEQUÍAS (11) 617
Profetas: DANIEL;
JEREMÍAS
Profeta: EZEQUIEL 613
609h
Profeta: ABDÍAS 607i
[Notas]
g Año 5.º de Rehoboam; Sisaq de Egipto sube contra Jerusalén. (1 Rey. 14:25; 2 Cró. 12:2.)
h Año 18.º de Jeroboán; Abiyam de Judá llega a ser rey.
i Año 20.º de Jeroboán; durante ese año posiblemente muere Abiyam y Asá empieza a gobernar, aunque los años reinantes no empiezan a contarse hasta el mes de Nisán del siguiente año.
j Año 2.º de Asá; quizás muere Jeroboán y Nadab llega a ser rey de Israel.
k Año 3.º de Asá; durante ese año (su segundo año) probablemente matan a Nadab y Baasá empieza a reinar.
l Año 10.º de Asá; hasta aquí hay paz (2 Cró. 14:1.)
a Después de diez años de paz, Zérah el etíope viene contra Judá. (2 Cró. 14:1, 9.)
b Año 35.º desde la división del reino. (2 Cró. 15:19.)
c Año 36.º desde la división; año 16.º de Asá; Baasá sube para edificar Ramá. (2 Cró. 16:1.)
d Año 26.º de Asá; Baasá posiblemente muere y Elah empieza a reinar.
e Año 27.º de Asá; Zimri mata a Elah y después se suicida; Omrí reina durante este año pero Tibní se le opone.
f Año 31.º de Asá; Omrí vence la oposición de Tibní y se convierte en único rey. (1 Rey. 16:23.)
g Omrí reina desde Samaria. (1 Rey. 16:23, 24.)
h Año 38.º de Asá; durante ese año probablemente muere Omrí y Acab llega a ser rey.
i Año 4.º del reinado de Acab; Asá muere en el año 41.º de su reinado (2 Cró. 16:13) y Jehosafat llega a ser rey.
j Año 3.º de Jehosafat; los sacerdotes empiezan a enseñar en Judá. (2 Cró. 17:7-9.)
k Año 17.º de Jehosafat; Ocozías llega a ser rey en Israel mientras Acab por lo visto todavía vive.
l Año 18.º de Jehosafat: quizás muere Acab. de1ando a Ocozías como único rey. De Jehoram de Israel se dice que llego a ser rey en este año; es posible que el breve reinado de su hermano Ocozías, quien murió sin hijos, se atribuya aquí a Jehoram y por lo tanto se cuente el reinado de Jehoram desde la muerte de Acab en el año 18.° de Jehosafat. (Compárese con las referencias a los años 35.º y 36.º del reinado de Asá que se hacen en 2 Crónicas 15:19; 16:1 y que probablemente deben referirse a los años 35.º y 36.º desde el comienzo del reino dividido.) También parece ser que en este año 18.º de Jehosafat, Jehoram de Judá de alguna manera se asoció con su padre en el reino, pues se dice que Jehoram de Israel llegó a ser rey en “el año segundo de Jehoram hijo de Jehosafat”. (2 Rey. 1:17.)
a Año 2.º de la cogobernación de Jehoram y Jehosafat en Judá.
b Año 5.º del israelita Jehoram; Jehoram de Judá llega a ser rey “mientras Jehosafat era rey de Judá”. (2 Rey. 8:16.) Las palabras “mientras Jehosafat era rey de Judá” aparecen en el texto masorético así como en los manuscritos Vaticano Núm. 1209 y Alejandrino. Faltan en la versión siríaca y se omiten en algunas traducciones modernas (BC, BJ, VP).
c Año 11.º de Jehoram de Israel; Ocozías de Judá quizás es ungido para ser rey.
d Año 12.º de Jehoram de Israel; Jehoram de Judá quizás muere y Ocozías de Judá llega a ser único rey.
e Probablemente durante este año, atribuido a Ocozías, Jehú mara a Jehoram de Israel y a Ocozías de Judá. Atalía llega a ser reina de Judá.
f Año 7.º de Jehú; probablemente también el año 7.º de Atalía, año en el que es ejecutada; este se cuenta como el año 1.º de Jehoás.
g Año 23.º de Jehoás; repara el templo de Jerusalén (2 Rey. 12:6); Jehoacaz de Israel llega a ser rey.
h Año 37.º del judaíta Jehoás; durante ese año Jehoás posiblemente se asocia con su padre Jehoacaz en el reino, aunque sus dieciséis años de gobernación parece que no empiezan a contarse hasta después del reinado de diecisiete años de su padre.
i Quizás a finales de ese año termina el reinado de diecisiete años de Jehoacaz de Israel y Jehoás de Israel llega a ser rey de Judá.
j Año 2.º del israelita Jehoás como único rey; Amasías llega a ser rey de Judá.
k Año 15.º de Amasías; Jehoás probablemente muere y Jeroboán II llega a ser rey. Por consiguiente, Amasías sobrevive a Jehoás de Israel unos quince años. (2 Rey. 14:17.)
l Aproximadamente el año 27.º de Jeroboán II (2 Rey. 15:1); este año Uzías ‘llega a ser rey’ en un sentido especial, posiblemente porque ahora está libre de la dominación de Jeroboán II, dominación que quizás empezó durante el reinado de Jehoás de Israel. (2 Cró. 25:23, 24.)
a Año 27.º de Uzías; al parecer muere Jeroboán II y, según 2 Reyes 14:29, es reemplazado por su hijo Zacarías. Sin embargo, según 2 Reyes 15:8, es posible que debido a que fuese muy joven, o por alguna otra razón que no se declara, Zacarías no fuera totalmente establecido o confirmado en el reino hasta el año 38.º de Uzías.
b Año 38.º de Uzías.
c Año 39.º de Uzías; Salum mata a Zacarías y reina por un mes, entonces Menahem lo mata y usurpa el reino de Israel.
d Año 50.º de Uzías; Peqahías llega a ser rey de Israel.
e Año 52.º de Uzías; Péqah llega a ser rey de Israel.
f Año 2.º de Péqah; Jotán llega a ser rey de Judá. Aunque administró los asuntos de “la casa del rey” desde que Uzías enfermó (2 Cró. 26:21), los dieciséis años de gobernación de Jotán probablemente empiezan a contar después de la muerte de Uzías, en el año 52.º de su reinado.
g Año 17.º de Péqah; durante ese año muere Jotán y Acaz llega a ser rey, reinado que empieza a contar oficialmente a partir del siguiente mes de Nisán.
h Año 4.º de Acaz, al que por lo visto se alude como el “año veinte de Jotán”, siendo el vigésimo año desde el comienzo del reinado de Jotán. (2 Rey. 15:30.) Hosea mata a Péqah y usurpa el trono.
i Se vuelve a decir que Hosea ‘llega a ser rey’ en el año 12.º de Acaz. (2 Rey. 17:1.) El año indicado con la letra “m” es el año 14.º del verdadero reino de Acaz. Sin embargo, puede representar el año 12.º de su gobernación como rey tributario a Tiglat-piléser III, como se describe en el capítulo anterior. (2 Rey. 16:7-18; compárese con Daniel 1:1, donde probablemente se hace referencia al tercer año de Jehoiaquim como rey vasallo, siendo ese año el undécimo de su verdadero reinado.) En este “año doce” de Acaz, Hosea quizás estableció plenamente su control sobre Israel, o puede que entonces el monarca asirio Tiglat-piléser III respaldase a Hosea, ya que las inscripciones de dicho monarca alegan que él colocó a Hosea en el trono.
j Año 3.º de Hosea en el sentido que se acaba de describir; durante ese año probablemente muere Acaz y Ezequías llega a ser rey, empezándose a contar oficialmente su reinado a partir del siguiente mes de Nisán.
k Año 4.º del reinado oficial de Ezequías y 7.º de Hosea. Empieza el sitio de Samaria.
l Año 6.º del reinado oficial de Ezequías y 9.º de Hosea. Durante este año Samaria cae y el reino norteño de Israel llega a su fin.
a Año 14.º de Ezequías; Senaquerib invade Judá. (2 Rey. 18:13.)
b Año 8.º de Josías; empieza a buscar a Jehová. (2 Cró. 34:3.)
c Año 12.º de Josías; limpia la región de los lugares altos. (2 Cró. 34:3.)
d Año 13.º de Josías; comienzan los cuarenta años de Ezequiel 4:6; faltan veintitrés para el año 4.º de Jehoiaquim. (Jer. 25:3.)
e Nabucodonosor derrota a Egipto en la batalla de Carquemis durante el año 4.º de Jehoiaquim; llega a ser rey de Babilonia pero no empieza a contarse su primer año reinante hasta el siguiente mes de Nisán, (Jer. 46:2.)
f Jehoiaquim empieza su vasallaje a Babilonia. (2 Rey. 24:1.)
g Año 3.º de vasallaje de Jehoiaquim (año undécimo de reinado); se rebela contra Babilonia. (2 Rey. 24:1; compárese con Daniel 1:1.) Año 7.º de reinado de Nabucodonosor; lleva a Joaquín y a otros al exilio (Jer. 52:28); hace rey de Judá a Matanías (Sedequías).
h Año 9.º de Sedequías desde que llegó a ser rey; Jerusalén bajo sitio. (2 Rey. 25:1, 2.)
i Día 9 de Tamuz, se abre brecha en los muros de Jerusalén (2 Rey. 25:2-4); día 10 de Ab, la ciudad es quemada (2 Rey. 25:8, 9); en el mes séptimo (Etanim), aproximadamente para el 1 de octubre, del año 19.º desde que Nabucodonosor empezó a reinar en Babilonia, pero en su 18.º año reinante, la tierra de Judá es abandonada y queda desolada. (2 Rey. 25:22-26; Jer. 41:1-3; 43:1-7; 52:29.)