HADES
Transliteración común en español de la palabra griega hái·des, que literalmente significa “el lugar no visto”. Esta palabra aparece un total de diez veces en los manuscritos más antiguos de las Escrituras Griegas Cristianas. (Mat. 11:23; 16:18; Luc. 10:15; 16:23; Hech. 2:27, 31; Rev. 1:18; 6:8; 20:13, 14.)
Los traductores de la Versión de los Setenta griega de las Escrituras Hebreas usaron la palabra “Hades” setenta y tres veces, sesenta de las cuales fue para traducir la palabra hebrea Sche’óhl, que comúnmente se vierte “Seol”. Lucas, el escritor divinamente inspirado del libro de Hechos, mostró definitivamente que Hades era el equivalente griego de Seol cuando tradujo la cita que hizo Pedro del Salmo 16:10. (Hech. 2:27.) Por su parte, nueve traducciones hebreas modernas de las Escrituras Griegas Cristianas usan la palabra “Seol” para traducir el término Hades en Revelación 20:13, 14, mientras que la versión siríaca usa una palabra afín: Schiul.
A excepción hecha de dos casos que se mencionan en el siguiente párrafo, en todos los demás textos en los que aparece la palabra Hades en las Escrituras Griegas Cristianas, está relacionada con la muerte, bien en el mismo versículo o en el contexto inmediato. El término Hades no se refiere a un solo sepulcro (gr. tá·fos) ni a una sola tumba (gr. mné·ma), ni tampoco a una sola tumba conmemorativa (gr. mne·méi·on), sino a la sepultura común de toda la humanidad, donde los muertos son enterrados y están fuera de la vista. Por consiguiente, tiene el mismo significado que su palabra correspondiente Seol, conclusión a la que se llega al hacer un examen del uso que se da a este término cada una de las diez veces que aparece.
En el primero de estos pasajes, en Mateo 11:23, Jesús, al reprender a Capernaum por su incredulidad, usa la palabra Hades para significar la profundidad de la degradación a la cual descendería esta ciudad, en contraste con la altura del cielo, donde ella presumía ensalzarse. En Lucas 10:15 se halla un pasaje paralelo. Además, se puede apreciar el uso similar que se hace del término Seol en Job 11:7, 8.
JESÚS Y SU CONGREGACIÓN LIBERADOS DEL HADES
En Mateo 16:18 Jesús dijo lo siguiente concerniente a la congregación cristiana: “Las puertas del Hades [“poder de la muerte”, VP] no la subyugarán”. De manera similar, el rey Ezequías, cuando estaba al borde de la muerte, dijo: “En medio de mis días ciertamente entraré por las puertas del Seol”. (Isa. 38:10.) Así, es evidente que la promesa de Jesús de vencer al Hades significa que sus “puertas” se abrirán para dejar salir a los que allí estén por medio de una resurrección, como ocurrió en el caso del propio Jesucristo.
Puesto que el Hades se refiere a la sepultura común de toda la humanidad—es decir, un lugar más bien que una condición—, Jesús traspasó las “puertas del Hades” cuando fue enterrado por José de Arimatea. En el Pentecostés del año 33 E.C., Pedro dijo acerca de Jesucristo: “Ni fue abandonado en el Hades ni su carne vio corrupción. A este Jesús lo resucitó Dios, del cual hecho todos nosotros somos testigos”. (Hech. 2:25-27, 29-32; Sal. 16:10.) Aunque las “puertas del Hades” (Mat. 16:18) aún retenían a David dentro de su dominio en los días de Pedro (Hech. 2:29), estas se habían abierto de par en par para Cristo Jesús cuando su Padre lo resucitó del Hades. A partir de entonces, al recibir poder para resucitar a los muertos (Juan 5:21-30), Jesús es aquel que posee “las llaves de la muerte y del Hades”. (Rev. 1:17, 18.)
USO FIGURATIVO
En Revelación 6:8, al Hades se le describe simbólicamente siguiendo de cerca al jinete del caballo pálido—quien personifica a la muerte—con el fin de recibir a las víctimas de la guerra, el hambre, las plagas y las bestias salvajes.
Además del Hades, la sepultura común terrestre, se hace mención del mar (que a veces sirve también de tumba). De esta manera se recalca que el pasaje de Revelación 20:13, 14—donde se dice que el mar, la muerte y el Hades tienen que entregar a los muertos que hay en ellos—incluye a todos los muertos. Después, la muerte y el Hades (pero no el mar) son arrojados en “el lago de fuego”: “la muerte segunda”. Por lo tanto, de manera simbólica, ambos desaparecen de la existencia, lo que significa el fin del Hades (Seol), la sepultura común de la humanidad, y de la muerte heredada de Adán.
Por último, la palabra Hades aparece en Lucas 16:22-26, en el relato del “rico” y “Lázaro”. Claramente se advierte que el lenguaje a través de todo el relato es simbólico y, en vista de los pasajes precedentes, no puede interpretarse de forma literal. Nótese, sin embargo, que el “rico” de la parábola fue “sepultado” en el Hades, lo cual viene a subrayar el hecho de que el Hades es la sepultura común de la humanidad.