Concluyendo el informe sobre el Japón
Este artículo continúa la serie que está siguiendo los viajes del presidente de la Sociedad, N. H. Knorr, y su secretario, M. G. Hénschel, al sur del Pacífico y Asia
DESPUÉS de discutir los asuntos coreanos con los hermanos, consideramos la expansión futura de la obra en Nagoya, Japón. La compañía en Nagoya es muy nueva, habiendo sido formada hace tres meses, pero abril presenció un nuevo máximo de 37 publicadores. Todos esperaron con ansiedad la reunión de la noche. Muchos no pudieron concurrir a la asamblea de Tokio. El Salón del Reino se forma quitando las puertas de corredera que se hallan entre tres cuartos. Todos se sentaron en el piso sobre los pies como es la costumbre japonesa en casa.
La reunión se principió con una canción del Reino cantada en japonés. Los hermanos japoneses leyeron las palabras escritas en hiragana, una de las varias formas de escritura japonesa en uso moderno, de un tablero grande que pendía al frente del salón. Luego el hermano Hénschel dió un discurso muy interesante sobre el uso correcto del tiempo, que especialmente fué adecuado para los publicadores nuevos. Yo lo seguí, explicando la importancia de que todos los siervos de Jehová lleguen a ser maestros, no sólo estudiantes, y les hablé acerca de la nueva Atalaya en japonés como un instrumento que se usará en la obra de enseñanza. Todos los publicadores de Nagoya se regocijaron por esta nueva provisión de Jehová. Dió gozo ver a tantas personas nuevas aceptando: la verdad en este extenso campo de Nagoya, y sentí que había grandes posibilidades para expansión. Esta reunión grandemente agradó a los misioneros y a los publicadores de compañía por igual. Habían concurrido 128 personas, el mayor número que había venido al Salón del Reino.
Al día siguiente, miércoles, todos salieron a la obra publicitaria por la mañana usando los pocos volantes que quedaban de los 40,000 que empezaron a ser distribuídos el lunes, 22 de abril. Después que todos los volantes se habían distribuído, los trabajadores con carteles continuaron su trabajo. Esa tarde los ocho graduados de Galaad en Nagoya y yo tuvimos una reunión donde se discutieron problemas relacionados con la casa misionera y la actividad de predicación general. Les aconsejé a los misioneros que trabajaran muy estrechamente con los nuevos publicadores japoneses, enseñándoles a desarrollarse en siervos maduros de Jehová. Estos serían los que con el tiempo darían mucho fruto.
Esa noche en el salón recién edificado del Trade School Hall, situado cerca de la principal estación de ferrocarril de Nagoya, el discurso público se dió. Al tiempo de principiar una buena muchedumbre ya se había reunido y durante la primera media hora del discurso una 57 corriente de gente casi continua llegó hasta que la luneta se llenó y los acomodadores empezaron a dirigir la gente al anfiteatro. La concurrencia llegó a 396.
Aunque los japoneses tienen la costumbre de salir en seguida del fin de un discurso, casi pasó una hora antes de que los misioneros y los visitantes hubieran terminado de contestar todas las preguntas de algunos que concurrieron a la reunión y que estaban oyendo el mensaje por primera vez. Se hicieron arreglos para estudios, se dieron direcciones para el Salón del Reino y se dió información concerniente a la obra.
Varios publicadores nuevos están hablando de ingresar en el servicio de precursor luego que sean elegibles. Otros desean aumentar su servicio, mientras que todavía otros desean comenzar. Los discursos de servicio del martes por la noche ayudaron mucho en este respecto.
OSAKA
A la mañana siguiente todos nos levantamos temprano para desayunarnos y siete nos acompañaron a la estación de donde salimos para Osaka, la siguiente parada. Osaka está. situada unas cuatrocientas millas al sudoeste de Tokio y es una ciudad muy industrial. La compañía de testigos de Jehová de Osaka se formó en noviembre de 1949 por unas personas interesadas. Sin embargo, tiempo después algunas de estas personas fueron desviadas de la organización de Dios por el siervo de compañía, que pretendía tener poderes de curación divina. A fin de ayudar a los que desearon permanecer con la organización, la sucursal arregló que un misionero de la casa misionera de Kobe los visitara todos los domingos. Desde ese tiempo la compañía de Osaka se ha reunido en la casa consistorial y ha conducido actividades regulares de estudio y de servicio en el campo del mismo modo que lo hacen los testigos de Jehová por todo el mundo. La bendición del Señor ha estado sobre la obra y la compañía ha crecido ahora a un máximo de 38.
Los publicadores de Osaka se regocijaron mucho cuando cinco misioneras nuevas llegaron de la Escuela de Galaad cerca de seis semanas antes de que llegara yo. Una casa japonesa muy bonita situada en el centro del área residencial más grande de Osaka ha sido alquilada para el uso de las misioneras, y luego que las misioneras aprendan algo del idioma la compañía, sin duda, aumentará grandemente y su presencia se hará sentir. La llegada de estas cinco hermanas produjo una grande sensación; pues esto es lo que pasó.
Fueron entrevistadas por un reportero a su llegada y posteriormente se publicó una fotografía de ellas en un diario japonés junto con un relato acerca de sus dificultades en obtener alojamiento, no poder hablar el idioma, y la obra que intentaban hacer. En dos o tres días fueron inundadas por un diluvio de cartas escritas en japonés viniendo de toda parte del Japón, simpatizando con ellas o expresando interés en su obra y pidiendo información. Las cartas fueron traducidas y contestadas y muchos estudios se comenzaron. Una carta era de un testigo de Jehová que había estado encarcelado en el Japón durante la guerra y que no sabía que la obra se había comenzado de nuevo aquí hasta que vió el reportaje. Se puso en contacto con la sucursal. Más de cien cartas se recibieron y las hermanas han tenido un buen principio con una buena compañía.
El 3 de mayo por la noche hablé a los publicadores de compañía (45 estando presentes) sobre el asunto de curación divina, y lo apreciaron. La siguiente noche hablé a 180 personas en un salón atestado en la casa consistorial de Osaka. Muchas personas obtuvieron literatura después de la reunión y sin duda la obra continuará aumentando. Muchas personas que vinieron a oír el discurso lo hicieron como resultado de un artículo interesante en el principal diario en el idioma japonés. Al llegar a la casa misionera fuí entrevistado por un reportero del diario Asahi, se tomaron algunas fotografías y un excelente artículo corto se publicó concerniente a la obra de los testigos de Jehová. Los diarios y las estaciones de radio han dado mucha publicidad favorable a los testigos de Jehová. Yo también recibí cartas de japoneses interesados en nuestra obra.
Debido a esta publicidad muchas personas asociadas con la organización antes de 1938 ahora están asociándose con ella de nuevo. En 1938 la obra de la Sociedad fué prohibida por el gobierno japonés y la mayoría de los hermanos fueron arrojados en campos de concentración. Fueron esparcidos y muchos creyeron que la organización había cesado de existir y por eso no pudieron trabajar activamente en armonía con el pueblo organizado de Jehová. Su gozo es ilimitado ahora que al fin han hallado a la organización y pueden trabajar bajo la dirección de la Sociedad.
Todos los testigos de Jehová están gozando de muchas experiencias conmovedoras. Aquí está una como la contó un hermano precursor. Al testificar de casa en casa halló a un anciano japonés. Él explicó su propósito en visitarle y el hombre dijo que estaba muy interesado en la Biblia. De hecho, por más de veinte años había sido un clérigo protestante. Este señor es un erudito, que lee griego, inglés y japonés. Además de sus deberes clericales había sido profe sor del idioma inglés en una grande universidad japonesa. Los dos arreglaron estudiar la Biblia en la casa del señor. Después de varias semanas de estudio la persona interesada empezó a ir regularmente a las reuniones de los testigos de Jehová. Poco después expresó su deseo de predicar con los testigos de Jehová del modo en que Jesús y los cristianos primitivos lo hicieron, a saber, de casa en casa. Este hermano ha dejado las organizaciones religiosas falsas y está viviendo la vida de un cristiano verdadero.
La obra en Osaka ya está correctamente organizada, los publicadores aprecian la provisión amorosa de Jehová de enviar misioneros para ayudarles y están determinados a usar su tiempo y talentos para predicar el evangelio entre los dos millones de Osaka.
TARUMI (KOBE)
Después de la reunión pública en Osaka fuimos directamente a la estación de ferrocarril de Osaka, usando el moderno sistema de tren subterráneo. El tren subterráneo no estaba atestado a las diez de la noche, pero cuando llegamos a la estación de ferrocarril, ésa estaba atestada de gente que salía de la ciudad. Había una puerta que decía “Extranjeros”, por la cual entramos, y estuvimos agradecidos por esto; de otro modo habríamos estado en una fila larga. Algunos de los misioneros de Kobe habían venido a Osaka esa noche y nos acompañaron hasta Tarumi. Este viaje fué una experiencia. El subirse a un tren interurbano en el Japón junto con una muchedumbre, significa cada uno para sí mismo. Toda la amabilidad y cortesía que el pueblo japonés muestra en su casa se olvida cuando trata de subirse a un tren para ir a alguna parte. Por eso tuvimos que amontonarnos con los demás y nos mantuvimos empujando, lo cual fué un problema grande para nosotros que llevábamos maletas. Nos tomó cerca de hora y media para ir a Tarumi, un suburbio de Kobe.
Nos quedamos en la casa misionera y tuvimos una visita encantadora con los doce misioneros. Diez de ellos habían estado ahí por 18 meses y su japonés era bastante bueno. Están progresando espléndidamente con su compañía. Se nos dijo que después de seis meses de trabajar en territorio japonés se sintieron como en su casa conduciendo estudios bíblicos con la gente japonesa. No era natural para ellos usar el idioma, pero su anuencia para perseverar y su servicio provechoso fueron apreciados por la gente japonesa, y éstos tuvieron gusto en aprender acerca de la verdad.
Estos hermanos también informaron que los mejores resultados se obtuvieron entre los que en un tiempo fueron budistas. Esto puede parecer raro debido a que los budistas tienen que abandonar muchas supersticiones cuando llegan a ser cristianos. El budista está anuente para investigar. Después de año y medio de estudio con una mujer budista ha venido a ser una publicadora excelente y goza yendo de casa en casa. Cuando alguien le dice “Soy budista” le da placer el decir “Yo también fuí budista”, y en seguida empieza a explicar. Esta hermana japonesa ahora tiene cinco estudios bíblicos suyos y en uno de estos estudios doce diferentes familias están representadas. Esto muestra qué poderosa fuerza serán los testigos de Jehová en el Japón cuando cientos, y nosotros esperamos que sean miles, comiencen a predicar el evangelio del Reino. Sin embargo, tomará tiempo para que la gente japonesa abandone sus tradiciones religiosas y se establezca en la verdad.
En las reuniones de servicio de la compañía de Tarumi todos los misioneros, hermanos y hermanas, toman parte en demostraciones en japonés y los hermanos dan discursos sobre los artículos del Informador. Todos los que han sido enviados a esta casa en el Japón declararon que no quieren trabajar en ningún otro territorio porque les gusta mucho.
Nuestra visita a Tarumi se culminó con la asamblea de un día el domingo, 6 de mayo. La casa misionera en Tarumies del estilo occidental, con todos los pisos de madera, de dos pisos y sótano, y alrededor de la casa hay un prado grande y una hermosa arboleda de pinos. Tuvimos buena suerte al poder alquilar esta casa del ejército y esperamos que tendremos su uso por un largo período de tiempo. En la mañana a las nueve en punto los hermanos se reunieron para servicio del campo. Esto se siguió por un discurso bautismal por un misionero, en japonés. Trece hermanos y hermanas japoneses luego fueron conducidos a un baño público y fueron sumergidos.
Después de eso todos salimos al servicio del campo. Tuvimos el gusto de anunciar la reunión pública. Fuí de puerta en puerta con uno de los hermanos que acababa de ser bautizado y pude ver directamente lo que se nos había dicho ya concerniente a entrar en las casas, y observé la cortesía de la gente. El hermano Hénschel estuvo trabajando con el hermano Háslett en la estación de ferrocarril, distribuyendo volantes, y observó cuántas personas leían la parte trasera del volante que anunciaba el folleto El gozo de todos los pueblos y lo pedían. El hermano Háslett colocó muchos folletos aunque no los tenía en exhibición.
La reunión pública de la tarde iba a comenzar a las catorce horas, y poco antes de esa hora cientos de personas estaban llegando al patio de la casa misionera en la colina. Bancas se habían colocado alrededor, esteras de popote y frazadas se colocaron sobre el prado para que muchas de las personas se sentaran. La concurrencia fué de 454. El patio estaba lleno de gente y el gozo de los misioneros en Tarumi fué ilimitado. Esto fué una respuesta a sus 18 meses de servicio y mostró que el Señor los estaba bendiciendo ricamente.
El doctor que vive enfrente de la casa es muy amigable y bondadoso con los hermanos. Él llama la casa “el faro de Kobe”; y verdaderamente mucha gente vino a esta casa para ver la luz de la Palabra del Señor.
Esa noche los que habíamos venido de Tokio tomamos el tren de regreso. Salimos de Kobe a las 8:55 y llegamos a Tokio a las 9:15 de la mañana siguiente. Dormimos algo esa noche en nuestros asientos reclinables y nos alegramos de haber obtenido asientos, porque la muchedumbre era grande. Todavía había mucho que hacer en Tokio en los últimos dos días de nuestra estancia en el Japón. Después de oír el informe del hermano Hénschel sobre Formosa se hicieron arreglos para tratar de enviar a los hermanos Steele y Tohára a Taipeh, la capital, por aproximadamente un mes para continuar la obra de poner el servicio del Reino en una base mejor. Si todos los planes para el viaje se logran, después de más o menos un mes en Formosa van a detenerse una semana o dos en Okinawa y visitarán a la compañía que se encuentra allí compuesta de trabajadores de contrato filipinos. Hay algún interés entre los que hablan japonés, también; por eso se darán discursos públicos. El hermano que concurrió a la convención de Tokio dió mucha información útil sobre la posición en Okinawa antes de regresar.
Fué bueno saber que durante nuestra ausencia de una semana de Tokio muchas cosas habían pasado. Cuatro de los hermanos que habían estado en el Japón por sólo dos semanas habían obtenido 30 suscripciones para La Atalaya en japonés durante los pasados seis días. Ciertamente se deleitaron, y esto muestra que si uno se esfuerza las cosas pueden lograrse. Estos hermanos ya habían comenzado estudios bíblicos con algunas personas en su propia casa o invitaron a la gente para que viniera a la casa misionera. Todo el día hay alguien en el Salón del Reino estudiando con uno de los misioneros.
YOKOHAMA
El martes fuimos a Yokohama para ver la quinta casa misionera. Esta había sido abierta hacía sólo una semana. Está situada en la cima de una loma dominando la ciudad de Yokohama. Los hermanos ya habían salido al servicio del campo y ese día encontramos a algunos de ellos no muy lejos de la casa; lloviera o no, se mantenían ocupados. Nos dijeron que habían tenido algunas experiencias muy interesantes. Apenas se estaban instalando, pero tenían mucho gusto con la asignación y se hicieron los arreglos para que una de las hermanas pasara dos semanas con ellos dándoles lecciones en el idioma por una hora en la mañana y una hora en la noche. Después de eso él siervo de circuito visitará a Yokohama y será parte de su trabajo enseñar a los nuevos misioneros algo del idioma. Con un mes de estudio concienzudo, dedicando los misioneros de dos a cuatro horas diarias, deben aprender suficiente del idioma para llevar a cabo su obra de predicación sin demasiada dificultad. Pero. el estudio del idioma japonés va a ser un trabajo de toda la vida. Quise que tuvieran un buen comienzo, de modo que todos los nuevos misioneros recibieron ayuda especial, permitiéndoseles dedicar ciertas horas al estudio y se les dieron maestros.
La estancia de dos semanas en el Japón fué un período interesantísimo. Había muchas cosas que hacer y se logró muchísimo. Los 47 misioneros de cierto están ansiosos por adelantar la obra. Están satisfechos con sus casas, están contentos con su asignación y aman a la gente. Saben que hay grandes perspectivas y que la obra en el Japón apenas está principiando. En las cuatro reuniones públicas que se celebraron 1,731 personas concurrieron. Cientos de nombres se entregaron y muchos estudios nuevos se principiaron. Al salir del Japón algunos informes para el mes de abril se habían compilado. Ya habían entregado informes 250 publicadores, incluyendo a los 47 misioneros. Esto significa que hay ahora más de 200 publicadores japoneses en el país. Todo esto se logró en poco más de dos años. A medida que transportamos el equipaje del Salón del Reino a los jeeps que nos iban a conducir al aeropuerto en Haheda, nos despedirnos de tres grupos que simultáneamente estaban estudiando la Biblia en diferentes partes del salón. Un grupo tenía siete personas, otro tres, y otro dos. No dudamos que estas personas ciertamente estaban interesadas en la verdad, porque afuera estaba cayendo un chubasco de agua y sin embargo este tiempo malo no había desanimado a estos recién interesados. Sí, la gente del Japón está buscando buenas nuevas, están ansiosos de aprender, y debido a que los testigos de Jehová están ansiosos para enseñarles, un testimonio maravilloso se dará en los meses y años venideros.