Preguntas de los lectores
● ¿Por qué era que, según Levítico 27:28, 29, ninguna cosa dedicada, fuera hombre o bestia, podía redimirse, sino que tenía que ser muerta?—G. B., España.
Levítico 27:28, 29 dice: “Esto empero también, ninguna cosa dedicada, que alguno apartare irrevocablemente para Jehová, de todo lo que fuere suyo propio, ora sea hombre, ora bestia o campo de su posesión, no podrá venderse ni redimirse: toda cosa apartada irrevocablemente es sacratísima a Jehová. Cualquier ser humano que fuere apartado irrevocablemente, no podrá ser redimido; será muerto irremisiblemente.” La palabra hebrea, hérem, que se traduce “dedicada” y “apartada irrevocablemente” en este texto, significa una cosa o persona dedicada a la destrucción o a uso sagrado y por lo tanto apartada de cualquier uso profano.
Por ejemplo, un campo podría ser santificado y más tarde redimido, pero bajo ciertas circunstancias venía a ser “un campo apartado irrevocablemente” y ya no era redimible. Llegaba a ser posesión del sacerdote y era dedicado a uso sagrado. (Lev. 27:20, 21) Animales y hombres que llegaban a ser dedicados en este sentido eran dedicados a la destrucción y por esa razón no eran redimibles. El rey Saúl fué enviado a “dedicar” o ‘destruir completamente’ a los amalecitas, pero en violación de esta “dedicación” perdonó al rey Agag, con lo cual despertó la ira de Samuel e hizo que Samuel cumpliera la dedicación de Agag matándolo. (1 Sam. 15:18, 33) En 1 Reyes 20:42 se habla de un hombre a quien “yo había señalado para total destrucción”, y la versión Valera dice “hombre de mi anatema”, pero se usa la misma palabra hebrea que en otras partes se traduce “dedicado” o “dedicada”. Un caso semejante se presenta en Isaías 34:5, donde se habla del pueblo “de mi anatema”. A veces ciudades enteras habían de ser dedicadas a la destrucción, como se delinea en Deuteronomio 13:12-17. Los destructores no habían de tomar de la ciudad ninguna cosa “del anatema”, o, según el margen (de la VA), ninguna cosa “dedicada”. Jericó había de ser una tal ciudad “del anatema” (“dedicada,” margen de la VA), sólo Rahab y los de su casa habiendo de ser perdonados. Cuando Acán violó este mandato quedándose con algunos artículos que estaban dedicados a la destrucción todo Israel sufrió, hasta que Acán fué destruído. (Jos. 6:17; 7:13) Traducciones más literales, como las de Rótherham y Young, usan la palabra “dedicada” en la mayor parte de los casos susodichos.
Hay muchos otros casos en que la misma palabra hebrea se usa para querer decir dedicada a la destrucción, pero las ilustraciones susodichas bastan para mostrar por qué dichas cosas dedicadas, animales o personas, no eran redimibles.
● Juan 9:1-3 (NM) dice: “Ahora mientras él iba pasando, vió a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: ‘Rabí, ¿quién pecó, este hombre o sus padres, para que naciera ciego?’ Jesús respondió: ‘Ni este hombre pecó ni sus padres, sino que fué para que las obras de Dios fueran manifestadas en su caso.’” ¿Pueden estos versículos usarse correctamente para indicar existencia prehumana o predestinación?—L. A., Alberta, Canadá.
Los mormones usan este texto en un esfuerzo por probar la existencia prehumana, diciendo que el mero hecho de que los discípulos de Cristo hicieran la pregunta muestra que ellos creían que era posible que el hombre hubiera pecado antes de nacer, de manera que hubiera sido castigado por aquellos pecados naciendo ciego. Estos discípulos no habían estado siguiendo a Jesús por mucho tiempo, y sin duda no habían sido limpiados completamente de todas las doctrinas religiosas falsas mediante las aguas de la verdad. En este caso, su pregunta sin duda reflejó que estaban contaminados con la enseñanza pagana de la transmigración de las almas, con su idea de que los pecados cometidos en vidas anteriores determinaban la clase o la condición de los cuerpos de las reencarnaciones futuras que tendría un alma transmigradora, inmortal.
Esta enseñanza pagana del filósofo griego Pitágoras pudo muy fácilmente haber contaminado a estos discípulos judíos de Jesús, porque los fariseos judíos enseñaban algo parecido a ella. Sobre este punto Josefo dice: “Ellos también creen que las almas tienen un vigor inmortal en ellas, y que bajo la tierra habrá recompensas o castigos, de acuerdo como hayan vivido virtuosa o viciosamente en esta vida; y estos últimos han de ser detenidos en una cárcel eterna, pero los primeros tendrán poder para revivir y vivir de nuevo.” También, “Ellos dicen que todas las almas son incorruptibles, pero que las almas de los hombres buenos son las únicas que son mudadas a otros cuerpos, pero que las almas de los hombres malos son objeto de castigo eterno.”—Antigüedades judaicas, Libro XVIII, capítulo I, §3; Guerras de los judíos, Libro II, capítulo VIII, §14.
La premisa en que se basa la pregunta, de que el hombre pudiera haber pecado antes de nacer, no es bíblica. La Biblia descarta cualquier posibilidad de que pueda pecarse antes de nacer cuando dice concerniente a Esaú y Jacob: “Cuando ellos todavía no habían nacido ni practicado cosa buena o mala.” (Rom. 9:11, NM) Jesús corroboró esta mira en su respuesta, al decir que el hombre no había pecado de ningún modo antes de nacer. Y aun más, Jesús también manifestó que los padres no habían pecado en el sentido de hacer algo malo que resultara en que su bebé hubiera nacido ciego. Todas las imperfecciones físicas, y seguramente la ceguera de nacimiento es una de ellas, se deben a la condenación heredada debido al pecado de Adán. Criaturas imperfectas podrían producir únicamente prole imperfecta. (Sal. 51:5; Mat. 7:16-20; Rom. 5:12; 1 Cor. 15:22) No todas las calamidades que les sobrevienen a las personas se deben a algún pecado que hayan cometido. (Ecl. 9:11; Luc. 13:1-5) No obstante los judíos del día de Jesús a menudo creyeron que tal era el caso. Job fué blanco especial de Satanás, pero sus críticos alegaban que sus dificultades no se debían a su integridad sino a sus pecados: “¡Haz memoria! ¿Quién siendo inocente pereció? y ¿dónde fueron los justos extirpados? Como tengo visto, quienes labran iniquidad y siembran desventura la cosechan.”—Job 1:8-12; 2:3-9; 4:7, 8, BC.
Hay algunos creyentes de la predestinación que usan este texto para argüir que la ceguera del hombre fué ordenada por Dios, para que por causa de ella se pusiera en contacto con Jesús, supiera de él, le siguiera, y así fuera traído a la salvación predestinada para él antes de la fundación del mundo. Arguyen así en vista de la respuesta de Jesús: “Fué para que las obras de Dios fueran manifestadas en su caso.” Por estas palabras Jesús no estaba queriendo decir que se dieran de mano o anularan los textos bíblicos que se hallan citados en el párrafo anterior que manifiestan que la causa de tales imperfecciones es el pecado heredado desde el tiempo de Adán. Este caso de ceguera debido a la imperfección servía como una oportunidad para poner de manifiesto las obras de Dios, ponerlas de manifiesto tanto a los que observaban la curación milagrosa como también al hombre curado. Resultó en que él se hiciera un seguidor de Cristo. (Juan 9:38) No obstante, en lo que toca a poner de manifiesto las obras de Dios, este caso no fué diferente a los otros en que los ciegos vieron, los cojos anduvieron, los leprosos fueron limpiados, los sordos oyeron y los muertos fueron levantados. Todos esos casos manifestaron las obras de Dios, cumplieron profecías, y fueron señales que confirmaron a Jesús como el Cristo o Mesías. (Isa. 53:4; Mat. 8:16, 17; 11:2-6) Pero ¿de qué verdadera alabanza sería para Dios hacer a un hombre ciego para poder sanarle más tarde? En vez de ser algo digno de alabanza, eso sólo sería la corrección retardada de un mal cometido previamente. Sería algo tan hipócrita como el poner derecho un muñeco de paja y luego, en exhibición vana, derribarlo. No, Jehová Dios, cuya obra es perfecta, no intervendría para hacer algo tan imperfecto como un bebé ciego.—Deu. 32:4.
Aun si él lo hiciera, eso no sería un caso de predestinación, como definen esa doctrina sus principales proponentes, los presbiterianos. El que el hombre pudiera ver o no no tendría nada que ver con la predestinación. La predestinación estrictamente se refiere al destino final, no a algunos sucesos o condiciones durante la vida terrestre. Tampoco valdrá decir que la ceguera fué predestinada para traer al hombre en contacto con Jesús, para que pudiera ser sanado por él y después aprender acerca de Cristo y seguirle y finalmente obtener la salvación. No puede decirse que la ceguera fué el medio de poner en movimiento la cadena de sucesos que conduciría al hombre a su salvación predestinada. Esto denotaría que Jehová tenía presciencia de la cadena de sucesos y arregló el escenario para que se produjera, determinando el nacimiento del hombre como bebé ciego, todo con el fin de hacer que la predestinación divina llevara los debidos resultados. Pero tal manera de considerar el asunto no concuerda con la definición de la doctrina, porque sus apoyadores sostienen definitivamente que la predestinación es completamente independiente de cualesquier obras o circunstancias o condiciones o causas impulsadoras que se prevén o arreglan de antemano. Por eso la ceguera no podría ser una condición o causa que impulsara al hombre hacia su destino, ya que ellos dicen que viene “sin presciencia alguna de fe o buenas obras, o perseverancia en una u otra de ellas, o cualquiera otra cosa en la criatura, como condiciones, o causas que la impulsen a eso”.—“Confesión de fe,” capítulo III, sección 5, como se encuentra en la página 16 de La Constitución de la Iglesia presbiteriana en los Estados Unidos de Norteamérica.
Por consiguiente no se puede usar Juan 9:1-3 para probar satisfactoriamente ni la existencia prehumana ni predestinación.