¿Deben unirse las religiones?
¡ÚNANSE para sobrevivir! Esa es una tendencia en la política, con las Naciones Unidas, el Pacto del Atlántico y otras alianzas. En estas alianzas hay una admisión de temor, temor del enemigo común. El unirse para sobrevivir también es una tendencia en la religión, con consolidaciones de unión de fes, semanas de fraternidad y concilios de iglesias nacionales e internacionales. Aquí está una admisión de debilidad, de la necesidad de ayuda procedente de otros, porque no sólo los caudillos políticos, sino también los religiosos, temen. Temen al comunismo, temen tendencias que no pueden detener, temen religiones más grandes, más poderosas. Esto lleva a algunos de ellos a buscar fuerza en los números, y es una razón de por qué usted oye mucho acerca de unión de fes.
A algunos les parece que todas las divisiones en las religiones de hoy día son satisfactorias, creen que todas las religiones tienen razón. Esta idea se hace prominente en las “semanas de fraternidad” anuales, la idea de que todos son hermanos religiosos sin importar cuáles sean sus creencias. Esta opinión común se expresó en el Times de Nueva York del 23 de septiembre de 1951: “Seamos cristianos, judíos, musulmanes, budistas, o lo que sea, todos somos hijos de Dios, por más diferente que podamos imaginarle.”
Pero ¿qué es más importante, convenir con su hermano o ayudarle? La idea de fraternidad es convenir, darle palmaditas en la espalda y decir: “Usted va bien, hermano, no ceje.” Pero si usted cree que eso es una mentira, ¿no estaría usted haciéndole una injusticia al estimular su proceder incorrecto? La Palabra de Dios no está de acuerdo con la idea de que todas las religiones tengan razón, de que todos los hombres sean sus hijos, de que puedan imaginárselo de cualquier manera que deseen. Ella dice que algunos son hijos de Satanás el Diablo, que las diversas ideas acerca de Dios son incitadas por él, que “el dios de este sistema de cosas ha cegado la mente de los incrédulos,” “está desviando a toda la tierra habitada.” ¿Queremos seguir su guía? ¿Desearíamos que alguien dejara de llamarlo a nuestra atención si supiera que íbamos mal? Jesús declaró manifiestamente a los que enseñaban doctrina falsa, ‘conceptos’ falsos de Dios: “Ustedes son de su padre el Diablo.” Ellos tenían un padre diferente, ¡no eran hermanos suyos!—2 Cor. 4:4; Apo. 12:9; Juan 8:44, NM.
La unión de fes puede ir aún más lejos que la fraternidad y conducir a consolidaciones verdaderas entre organizaciones religiosas que ya tienen enlace íntimo. Los concilios de iglesias nacionales e internacionales son otros ejemplos de la unidad propuesta. En los Estados Unidos el Concilio nacional de las iglesias de Cristo incluye 29 denominaciones que pretenden más de 33 millones de personas como su número total de miembros. El Concilio mundial de iglesias es aún más grande, estando compuesto de 158 denominaciones de 43 países.
Aunque estos concilios pueden suministrar una fuerte camarilla de cabilderos políticos, o ayudar en trabajo misionero, no tienen ninguna unidad de doctrina, ningún mensaje para el mundo, ninguna dirección al reino de Dios como la única esperanza de la tierra, ningún consejo para la conciencia cristiana en la crisis presente. Sólo son “Naciones Unidas” de religiones, ‘agencias de cooperación’ entre denominaciones extensamente divididas, pero no son organizaciones que pudieran hacer algo para traer sus miembros a una unidad de creencia correcta.
¿SON CORRECTOS TODOS LOS CAMINOS?
¿Es posible que todas estas religiones tengan razón? Y, si no, ¿es correcto asociarse con ellas? Un clérigo dijo que el hecho de que haya más de veinte facciones en su grupo los divide “en un hazmerreír ante el mundo y probablemente un pueblo condenado ante Dios.” Otros lo consideran diferentemente, diciendo que las diferentes iglesias agradan a diferentes “clientes,” pensando que es el hombre a quien ha de agradarse, más bien que a Dios. A menudo éstos son los que consideran a las iglesias, no como lugares para la verdad, sino como lugares para reuniones informales y tertulias en que se fuma y buenas caridades. Por supuesto, no hay nada malo en amalgamar las reuniones informales y las buenas caridades, pero si están interesados en la adoración verdadera, en la que tienen que interesarse si quieren ser cristianos, entonces no pueden contaminarla con la clase falsa. Concerniente a prácticas falsas el apóstol advirtió que sólo “un poco de levadura hace fermentar toda la masa.”—1 Cor. 5:6, NM.
Pero algunos dicen: ‘Esta unidad es entre denominaciones cristianas, no con la doctrina falsa.’ El sólo tener el nombre “cristiano” no las hace correctas. Si fueran verdaderamente cristianas, no estarían tan divididas en doctrina. Los apóstoles no lo estuvieron. La organización cristiana es una de fuerte unidad interna, no de división. El sólo decir: “Creo en Cristo,” mientras se llevan por diversas enseñanzas particulares, aceptando la “levadura” de ideas humanas Y tradiciones paganas, no santifica sus antagónicas doctrinas hechas por el hombre. Los tales llaman a Jesús su Señor, pero Jesús amonestó: “No todo el que me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos.” Además, los Proverbios dicen: “Camino hay que al hombre le parece recto, cuyo fin son caminos de la muerte.” Y Dios amonesta contra los que se le han acercado “con su boca, y con sus labios me honran, pero alejan de mí su corazón, y su temor de mí es solo un mandamiento de hombres.”—Mat. 7:21, NM; Pro. 16:25; Isa. 29:13.
Así como la “cristiandad” alega descendencia de Cristo, los judíos del día de Jesús alegaban descendencia de Abrahán, y por lo tanto pensaban que tenían razón. Pero semejantes a la cristiandad hoy, ya no tenían la fe de sus antepasados; se habían dividido en sectas y habían añadido sus propias ideas, sus propios preceptos, a lo que Jehová había revelado. ¿Se unió Cristo con dichas creencias diversas para conseguir multitudes? No, él no aprobó la doctrina falsa. Él apoyó la verdad a pesar de la opinión popular. Lejos de proponer la unidad con otras religiones, él mostró que la verdad sería una fuerza divisiva, que separaría a los que la aceptaran de los que no la aceptaran: “Vine a causar división, con el hombre contra su padre, y la hija contra su madre, y la esposa joven contra su suegra.”—Mat. 10:35, NM.
Los que quisieran aceptar la verdad podían hacerlo, pero él no tenía ninguna intención de suavizarla para agradar a la multitud o satisfacer a los que enseñaban de manera diferente. Raramente ha sido arrojada una acusación a caudillos religiosos tal como la acusación de él registrada en Mateo 23: Seis veces llamó hipócritas a los diseminadores de falsedad, cinco veces dijo que eran ciegos, una vez los llamó insensatos; dijo que eran “serpientes, descendientes de víboras” y que se asemejaban a “sepulcros blanqueados . . . llenos de hipocresía y todo lo que es contrario a ley.”
La unión de fes con el judaísmo hubiera ahorrado mucha dificultad a los apóstoles, pero no habría conseguido el favor de Dios. Hubiera salvado a Esteban de ser apedreado y a Pablo de cautiverio en la cárcel. Pero estos cristianos rehusaron ser “aventados como por olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza por medio de la trampería de los hombres, por medio de astucia en tramar el error.” (Efe. 4:14, NM) Sabían lo que creían y por qué; tenían un conocimiento firme y acertado. Nadie podía desalentarlos de él, persuadirlos a contaminarlo, o convencerlos de que debían asociarse con los que conducían a hombres inocentes por el camino incorrecto o prestarles apoyo. Su asimiento de la verdad era inquebrantable y semejante al de un tornillo de banco. Ellos no querían estar entre los que tenían “un celo por Dios; pero no conforme a un conocimiento acertado,” quienes “a causa de . . . establecer la suya propia, . . . no se sujetaron a la justicia de Dios.”—Rom.10:2, 3, NM.
UNA SEÑAL DE PELIGRO
Muchos del clero de hoy no tienen tal determinación. No están seguros de lo que es correcto. Aun los funcionarios de una misma denominación permiten que los eruditos y maestros del grupo estén tan divididos que algunos son liberales, otros conservadores; algunos modernistas, otros fundamentalistas. Si uno de ellos tiene razón, el otro debe estar equivocado, pero no están seguros de cuál es cuál. A veces esto se justifica como “investigación,” un derecho que tiene el individuo para decidir sobre doctrina, o se arguye que la revelación divina accesible al individuo permite doctrinas que difieran. Seguramente cada individuo tiene el derecho, aun la obligación, de investigar. Pero cuando su investigación muestra que aun los eruditos de su denominación no pueden convenir, o que ellos piensan que el individuo que no ha estudiado la Palabra de Dios puede saber más que el que la ha estudiado, o piensan que la revelación divina al individuo puede diferir de lo que la organización recibe, ¡entonces tienen poca confianza en que su organización tenga la verdad, y sienten que algo seguramente no marcha bien! Las Escrituras no alaban esta falta de visión clara, sino que dicen: “Si, pues, un ciego guía a un ciego, ambos caerán en un hoyo.”—Mat. 15:14, NM.
Si las religiones de hoy no están más firmemente convencidas de que sus doctrinas son correctas que lo que se indica por su anuencia a unirse con religiones que tienen doctrinas diferentes, entonces están ondeando una señal roja de peligro ante sus miembros, una señal rotulada: “¡MUCHO OJO!” Si sus doctrinas son idénticas a las del grupo con el que planean unirse, entonces los clérigos admiten que sus anteriores divisiones no han estado fundadas en doctrina, sino que eran personales, sectarias. Pero si sus doctrinas difieren y se trata simplemente de que los clérigos no están convencidos suficientemente de que tienen razón, o si su deseo de tener una organización grande alcanza tal grado que para conseguirla aceptarían doctrinas que ellos consideran falsas, ¡entonces es hora de que sus miembros examinen si están siendo conducidos por el camino que quieren ir o no!
Lo que la unión de fes generalmente propone es una unidad de matrices u oficinas centrales, mientras que la fe verdadera exigiría una unidad de doctrina. Las matrices suministran fuerza seglar; la doctrina fuerza espiritual. ¿Cuál es más importante?
UNIDAD VERDADERA
¿Hay disponible una manera de alcanzar la unidad de doctrina? Sí. Se encuentra regresando a través del túmulo de ideas humanas y enseñanzas paganas que han dividido a la cristiandad, regresando a la manera sencilla de adorar que tenían los cristianos del primer siglo. Eso se hace volviendo al Libro que muestra lo que la fe verdadera fué originalmente. Aun los que se mofan de la inspiración de la Biblia tienen que admitir que es el registro de lo que el cristianismo fué antes de que las ideas humanas y la unión de fes con el paganismo hubieran descarriado a la cristiandad, unos cuantos siglos después de Cristo.
El propósito de la Sociedad Watch Tówer Bible and Tract desde su principio ha sido el investigar no sólo los “textos de prueba” que cada religión tiene, sino todo texto referente a cada doctrina de la cristiandad. La tarea es tremenda, y ha necesitado décadas. Podría hacerse sólo con la bendición del espíritu santo, y es la única manera de volver a la unidad de la adoración verdadera, la fe de los apóstoles, y el favor de Dios. Si la Biblia realmente enseña una doctrina, entonces y sólo entonces debe aceptarse. Si es especulación, teoría humana, idea de algún hombre, debe ser rechazada. El resultado pasmoso ha sido que se ha descubierto que un número asombro de doctrinas enseñadas en la cristiandad son falsas, no están respaldadas por las Escrituras. Y cuando la propia creencia de uno está en pugna con las Escrituras, el proceder del salmista es el prudente: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz a mi camino.” Confíe en esa Palabra.—Sal. 119:105.
Aunque las casas de la religión del siglo veinte se vean semejantes desde afuera, la Biblia, la heliografía, muestra construcción mal ajustada, frentes falsos y ventanas vistosas ajenas al diseño. La necesidad de apoyarse unos a otros sosteniéndose a sí mismos en unión de fes viene de grandes debilidades estructurales. El cristianismo verdadero jamás necesita comprometer la doctrina o principio para conseguir fuerza. No tiene ninguna fraternidad con enseñanzas falsas, y no necesita ningún apoyo de otras doctrinas. No necesita grandes números para tener fuerza, porque su estructura es la estructura firme de la cual el salmista habló: “En Dios he confiado.”—Sal. 56:11.
Preste atención a la amonestación: “No lleguen a estar unidos en yugo desigual con los incrédulos. Porque ¿qué consorcio tienen la justicia y lo que es contrario a ley? O ¿qué compañerismo tiene la luz con las tinieblas? Más aún, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial? O ¿qué parte tiene una persona fiel con un incrédulo? Y ¿qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? . . . ‘Por tanto salgan de entre ellos, y sepárense,’ dice Jehová, ‘y ya no toquen la cosa inmunda,’ ‘y yo los recibiré.’” (2 Cor. 6:14-18, NM) Dios manda el separarse de doctrinas que difieren, en vez de unirse con ellas. La unidad de la adoración verdadera es interna, entre su fraternidad; más bien que externa, con otras denominaciones. La verdadera organización cristiana se adherirá firmemente a la verdad, tan firmemente como se adhirieron a ella los apóstoles. El asociarse con la doctrina falsa está prohibido, y el principio cristiano se reduce al resumen de seis palabras: ¡FE VERDADERA, NO UNIÓN DE FES!