¿Cómo opera el espíritu de Dios hoy día?
¿Se manifiesta el espíritu de Dios actualmente por medio de curaciones físicas milagrosas? ¿cómo puede uno ser guiado por Él?
“DE REPENTE provino del cielo un ruido exactamente igual al de una brisa impetuosa y fuerte, y llenó toda la casa donde se hallaban sentados. Y lenguas como si fueran de fuego se hicieron visibles y fueron distribuídas a ellos, y una se asentó sobre cada uno de ellos, y todos fueron llenados de espíritu santo y comenzaron a hablar en diferentes lenguas, así como el espíritu les estaba concediendo hacer declaraciones.”—Hech. 2:2-4.
Este acontecimiento extraordinario sucedió en la ciudad de Jerusalén hace ya 1,927 años. Sucedió en el día del Pentecostés, que era el día quincuagésimo después de haberse ofrendado a Jehová las primicias de la cosecha de cebada por medio de agitar una gavilla de grano delante del altar. Las personas que experimentaron este derramamiento del espíritu eran discípulos de Jesucristo. El derramamiento del espíritu santo de Dios sobre ellos no sólo se manifestó visiblemente por medio de las “lenguas como si fueran de fuego,” sino también por medio de hablar ellos en lenguas que les eran desconocidas hasta ese tiempo. Constituía clara evidencia de que Dios los había escogido como siervos suyos.
Jesús predijo este acontecimiento cuando dijo a sus seguidores: “Serán bautizados en espíritu santo a no muchos días después de esto.” (Hech. 1:4,5) El hecho de que ellos fueron bautizados por espíritu santo hace patente que espíritu santo es poder invisible procedente de Dios. Es su fuerza activa por medio de la cual él hace que se lleven a cabo sus propósitos. Podría compararse con la energía eléctrica que irradia invisiblemente de una fuente tal como una radiodifusora o estación de radar. Sus efectos podrían compararse también a los de un imán. Objetos pueden ser envueltos o sumergidos en ese campo magnético. Así es en el caso de personas que son sumergidas en el espíritu o fuerza activa de Dios.
Cuando el espíritu operaba en una persona ella podía hacer cosas que otras personas no podían hacer. Le sacó agua de una peña a Moisés y dividió las aguas del mar Rojo delante de él. Le dio a Sansón fuerzas físicas sobrehumanas de modo que pudo llevarse las inmensas puertas de una ciudad a cuestas. Hizo que el fuego consumiese un altar y el sacrificio que estaba sobre éste en contestación a la oración de Elías. Por medio de Eliseo resucitó a los muertos y sanó la lepra. Dio a los escritores de la Biblia y a otros hombres piadosos la habilidad de predecir con certeza asombrosas cosas en el futuro distante del día de ellos.
Aunque obró poderosamente por medio de hombres antes de la venida de Cristo, esos hombres no fueron engendrados como hijos espirituales de Dios como lo fueron los 120 cristianos en el Pentecostés. Eso era algo nuevo. Porque fueron engendrados por el espíritu de Dios ellos tenían el destino celestial de llegar a ser criaturas espirituales y gobernar con Cristo en los cielos. Por la resurrección ellos llegarían a ser un cuerpo de cogobernantes con Cristo, del cual él sería la cabeza. “Porque en verdad por un espíritu todos nosotros fuimos bautizados en un cuerpo. . . . Ahora ustedes son el cuerpo de Cristo, y miembros individualmente.”—1 Cor. 12:13, 27.
EL ESPÍRITU DE DIOS HOY
Ya que el espíritu de Dios operaba en cristianos en el primer siglo y en personas fieles durante siglos antes de la era cristiana, ¿no es razonable esperar que opere en cristianos hoy en día? Pero no podemos esperar que el espíritu opere de idénticamente la misma manera en que lo hacía en aquellas épocas pasadas.
El espíritu no está haciendo ahora que personas muertas resuciten a vida humana, que leprosos queden físicamente limpios, que sacrificios se consuman por fuego celestial y que personas tengan fuerzas físicas sobrehumanas. A pesar de que ciertas personas religiosas afirman tener poder para efectuar milagrosos actos de curación física, el espíritu de Dios no opera de esa manera hoy en día. Si lo hiciese, las personas por medio de las cuales operara podrían sanar completamente a todos los que se les acercaran. Cuando operaba por medio de los apóstoles, personas enfermas y contrahechas quedaban completamente sanas. Pedro sanó a un hombre que nació con una deformidad de piernas que no le permitía caminar. El hombre fue sanado instantáneamente de modo que pudo saltar libremente. Pero no sucede así en el caso de los llamados “sanadores por fe” de hoy en día. Miles de personas se les acercan con esperanza y se van con desilusión.—Hech. 5:16.
El espíritu de Dios no opera por medio de los “sanadores por fe” de hoy en día así como no opera por medio del llamado “diente de Buda” en Ceilán ni por medio de imágenes idolátricas que según se supone tienen poderes para sanar.
Puede mencionarse también que el espíritu de Dios no opera sobre nadie para hacer que masculle en un galimatías, se revuelque en el suelo y se porte como si estuviese poseído del demonio. Al contrario, opera de una manera calmada y sensata. Las Escrituras declaran: “La sabiduría que es de arriba ante todo es casta, después pacífica, razonable, lista para obedecer, llena de misericordia y buenos frutos.” (Sant. 3:17) El espíritu, o fuerza activa, de Dios actúa de la misma manera porque opera de acuerdo con la sabiduría divina.
DONES DEL ESPÍRITU
Les era posible a los apóstoles efectuar actos de curación milagrosa y hablar en lenguas desconocidas porque el espíritu les impartió dones extraordinarios para ayudar a establecer la congregación cristiana. “Ahora hay variedades de dones, pero hay el mismo espíritu.”—1 Cor. 12:4.
Después de la muerte del último apóstol estos dones milagrosos que hicieron que la presencia del espíritu de Dios fuera tan patente en el primer siglo desaparecieron. Ahora que la congregación cristiana está en su edad adulta ya no necesita de estos dones que ayudaron a establecerla en su infancia. Ahora el espíritu está efectuando obras mayores de curación espiritual.
BAUTISMO DEL ESPÍRITU HOY
Sin el bautismo del espíritu no es posible que el cristiano llegue a ser hijo espiritual de Dios y miembro del cuerpo de cogobernantes de Cristo. “A menos que uno nazca del agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” (Juan 3:5) Por lo tanto, el bautismo del espíritu es un requisito necesario hoy en día para los que disfrutarán del privilegio de tener una resurrección a la vida de espíritus. Hoy todavía hay en la tierra sólo un número relativamente pequeño de estas personas que son redimidas de sobre la tierra para gobernar con Cristo. Las que hay son sólo un resto del número total de 144,000. “Yo vi, y ¡he aquí! el Cordero de pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil teniendo su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes. . . . Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero.”—Apo. 14:1, 4.
El bautismo del espíritu es algo de que participan en común todos los que componen este grupo selecto. “Un cuerpo hay, y un espíritu, así como ustedes fueron llamados en la sola esperanza a la cual fueron llamados; un Señor, una fe, un bautismo.” (Efe. 4:4, 5) El espíritu no se manifiesta sobre estas personas hoy en día de la sobresaliente manera en que se manifestó en el Pentecostés. No obstante, da testimonio junto con el espíritu, o disposición mental, de estos individuos, de que son engendrados por el espíritu y destinados a vida en los cielos con Cristo. “El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios.”—Rom. 8:16.
Los de este resto engendrado por el espíritu han sido comisionados por el espíritu para predicar las verdades cristianas que han aprendido de la Palabra de Dios. “El espíritu del Señor Jehová está sobre mí, por motivo de que Jehová me ha ungido para decir buenas nuevas a los mansos.” (Isa. 61:1) Las buenas nuevas tienen que ver con el reino de Dios y el cambio que éste efectuará sobre la tierra. No pueden quedarse callados, porque su salvación depende de que prediquen como lo hizo Cristo. “Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:10.
Es por medio de estos ungidos por el espíritu que el espíritu de Dios opera hoy día para suministrar alimento espiritual para gentes de todas las naciones. Tal como operaba en el primer siglo por medio de personas como éstas que estaban unidas en una sola organización de proclamadores del reino de Dios, así lo hace hoy. Los del resto, junto con una grande muchedumbre de compañeros, forman la organización cristiana del día moderno por medio de la cual el espíritu de Dios opera y hace que se cumpla la siguiente profecía: “Estas buenas nuevas del reino se predicaran en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin cabal.”—Mat. 24:14.
El espíritu de Dios opera sobre cristianos hoy en día, no sólo por medio de bautizar a ciertos de ellos para que sean miembros de la manada pequeña de herederos del Reino de Cristo, sino por medio de guiarlos en el camino en que deben ir para recibir la aprobación de Jehová. Está haciendo que se lleve a cabo una campaña mundial de educación tocante a dar a conocer el nombre de Dios, Jehová sus verdades y sus propósitos. Cuando la integridad de estos cristianos se pone a prueba por persecuciones mundanas y aflicciones, el espíritu de Dios los fortalece. Debido a la protección que éste da el mundo de Satanás no ha podido destruirlos como organización ni suprimir el testimonio que dan al nombre y reino de Jehová.
FRUTOS DEL ESPÍRITU
Aunque el espíritu de Dios no unge a las “otras ovejas” para que sean coherederos en el reino celestial con Cristo, opera sobre ellas para producir buenos frutos. Por medio del espíritu de Dios estas personas mansas que a los ojos del mundo parecen débiles se hacen fuertes y llevan a cabo una tremenda obra mundial de predicación a pesar de gran oposición. “Para todas las cosas tengo la fuerza en virtud de aquel que me imparte poder.”—Fili. 4:13.
Debido a que estos celosos proclamadores del nombre y reino de Dios tienen sobre ellos su espíritu producen los frutos del espíritu que se mencionan en las Escrituras: “El fruto del espíritu es amor, gozo, paz, gran paciencia, benignidad, bondad, fe, apacibilidad, gobierno de uno mismo.” (Gál. 5:22, 23) Las barreras políticas y las de raza e idioma no impiden el que ellos ejerzan amor los unos a los otros, y ese amor no se vuelve odio cuando líderes políticos se deciden a tener una guerra. Esta profecía se cumple en ellos: “Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no levantará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra.” (Miq. 4:3, Mod) Debido a que el espíritu de Dios está sobre ellos pueden vivir en paz mientras están en medio de un mundo inicuo y de inclinación bélica.
Para mantener los frutos del espíritu ellos se mantienen separados del mundo y no se enredan en las actividades antibíblicas de éste. Transforman su modo de pensar, dejando el modo equivocado de pensar del mundo, para poder conformarse con la Palabra de Dios. “Dejen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos la buena y la aceptable y la completa voluntad de Dios.” (Rom. 12:2) La operación del espíritu de Dios hace factible este cambio. Lo que Cristo dijo respecto a sus apóstoles, lo puede decir respecto al resto de los ungidos por el espíritu y sus compañeros, a saber: “Ellos no son parte del mundo así como yo no soy parte del mundo.”—Juan 17:16.
OPERA SOBRE ORGANIZACIÓN
En el primer siglo se necesitaban los apóstoles y el espíritu de Dios para explicar las cosas profundas de la Palabra de Dios. Tal como operaba mediante la organización cristiana en ese tiempo, también lo hace hoy. “Pues es a nosotros que Dios las ha revelado por medio de su espíritu, porque el espíritu escudriña todas las cosas, hasta las cosas profundas de Dios.” (1 Cor. 2:10) Estas cosas profundas están dándose a conocer por el espíritu santo mediante la organización teocrática de los testigos de Jehová. A medida que los que tienen la responsabilidad de suministrar alimento espiritual para el pueblo de Dios escudriñan diligentemente las Escrituras en busca de conocimiento acertado, el espíritu ensancha el entendimiento de ellos poco a poco. Así, de una manera gradual, la luz del entendimiento de la Palabra de Dios se hace más y más brillante a medida que nos acercamos más a la fecha fijada divinamente para el Armagedón.
Esto podría compararse con lo que dijo el apóstol Pablo: “Porque al tiempo presente vemos en contornos nebulosos por medio de un espejo de metal, pero entonces será cara a cara. Al tiempo presente conozco parcialmente, pero entonces conoceré con exactitud.” (1 Cor. 13:12) El conocimiento acertado no viene todo de una vez. Debido a que es gradual, el cristiano tiene que ajustar su entendimiento a medida que la luz aumenta. Esta es la manera en que el espíritu opera hoy. No inspira a nadie para que haga interpretaciones infalibles de las Escrituras, sino en lugar de eso ejerce una influencia sobre los siervos de Dios al estar ellos estudiando la Biblia de modo que ciertas verdades les llamen la atención.
El espíritu de Dios actúa de una manera parecida en lo que concierne a la operación de la organización mundial de los testigos de Dios del día moderno. No inspira a los que están en puestos de responsabilidad, sino más bien permite que los superintendentes y siervos ministeriales planeen la actividad de la organización. Les concede libertad de movimiento personal. Siempre que sus planes estén en armonía con las Escrituras y los propósitos de Dios los hace medrar y los respalda. Así ellos se empeñan en la obra de predicar que la Palabra inspirada de Dios dice que ha de hacerse ahora, y siguen el modelo puesto por Jesús y los apóstoles. Basan sus decisiones en los principios que se hallan en la Biblia. A todo tiempo se muestran dispuestos a someterse a la guía del espíritu.
Uno no puede esperar que lo guíe el espíritu de Dios si rehúsa asociarse con la organización teocrática por medio de la cual dicho espíritu opera. En el primer siglo operaba por medio de la organización encabezada por los apóstoles. En este siglo veinte opera por medio de la organización encabezada por el resto de los que son engendrados por el espíritu y pertenecen a Cristo. Esta es la organización que está avanzando los intereses del reino de Dios por medio de proclamar por todas partes las buenas nuevas acerca de él. Esta es la organización que permanece sin mancha del mundo y como resultado es odiada por éste, tal como lo predijo la profecía. Esta es la organización que está reuniendo en una sociedad del nuevo mundo a personas mansas que en todas partes de la tierra aman la justicia, y les está enseñando a servir a Dios. Los que están reunidos así sacan provecho de la influencia del espíritu a medida que éste opera sobre la organización.
Aunque el espíritu de Dios no opera hoy en día de la manera espectacular en que operó en el Pentecostés, sin embargo, está haciendo que se efectúe una inmensa obra docente en honor del nombre de Jehová. Los que siguen la dirección de este espíritu, a una con la sociedad del nuevo mundo, son guiados por la vía estrecha que conduce a la vida eterna bajo el justo dominio del reino de Dios.