El día séptimo—un sábado de descanso
¿A quién fue dado? ¿Cómo se observaba? ¿Por qué fue significativo?
PARA el pueblo de Israel el séptimo día de la semana no era ningún día común. Desemejante a los otros días, su acercamiento se proclamaba mediante seis toques fuertes de trompeta, y entonces mientras el sol bajaba hasta ponerse fuera de vista detrás del horizonte todo el mundo comenzaba un período de descanso del trabajo seglar y servil. Desde la puesta del sol del sexto día hasta la puesta del sol del séptimo día no se permitía trabajo alguno, ni siquiera el recoger leña o encender un fuego.
Fue por ley divina que apartaron este día para que fuese un período de descanso. La ley se expresa en el cuarto de los afamados Diez Mandamientos, que le fueron dados a Moisés en el monte Sinaí. Se le mandó al pueblo que lo recordara a través de sus generaciones. “Acordándote del día de descanso para tenerlo sagrado, has de rendir servicio y debes hacer todo tu trabajo en seis días. Pero el día séptimo es un día de descanso a Jehová tu Dios. No debes hacer ningún trabajo, tú ni tu hijo ni tu hija, tu esclavo ni tu esclava ni tu animal doméstico ni tu residente temporario que está dentro de tus puertas. Porque en seis días Jehová hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos y procedió a descansar en el día séptimo. Por eso es que Jehová bendijo el día de descanso y procedió a hacerlo sagrado.”—Éxo. 20:8-11.
Aunque no se hacía ningún trabajo en el día séptimo, eso no quiere decir que fuese un día de ociosidad total. Puesto que la actividad religiosa era compatible con el día, los sacerdotes continuaban con su trabajo sacrificatorio igual que en otros días, con la excepción de que ofrecían dos corderos en vez de uno. Reemplazaban con pan fresco los doce panes de proposición que había en el Lugar Santo del templo y efectuaban circuncisiones en cualesquier infantes cuyo octavo día resultara ser el sábado. Este también era el día en el cual una nueva división de sacerdotes tomaba sus puestos en el templo para una semana de servicio. Por lo tanto, mientras que era un día de descanso del trabajo para el pueblo, era día de actividad para los sacerdotes. Su desempeño aun de servicios religiosos laboriosos armonizaba con el arreglo sabático.
En vez de que estuviese totalmente ocioso, se requería del pueblo que celebrase una asamblea sagrada por medio de juntarse para adoración e instrucción públicas. En realidad, no se observaba correctamente el día a menos que se dedicara a los deberes de adoración privada y pública. Cuando se establecieron sinagogas estas asambleas se llevaron a cabo en ellas. Cada sábado, cuando la gente se reunía, se le edificaba por medio de la lectura pública de la Palabra escrita de Dios. Refiriéndose a esta costumbre, el apóstol Pablo dijo: “Porque desde tiempos antiguos Moisés ha tenido en ciudad tras ciudad aquellos que le predican, porque es leído en voz alta en las sinagogas cada sábado.” (Hech. 15:21) Por medio de cesar de su trabajo seglar en el día séptimo el pueblo de Israel estaba libre, no solo para descansar, sino para orar, para ser instruido en las Escrituras y para meditar en el Creador y en sus obras magníficas.
MAS DE UN SÁBADO
La consideración del sábado sería incompleta si no se mencionaran los sábados que Dios mandó que su pueblo escogido observara fuera del sábado del séptimo día. El guardar el sábado semanal y no guardar los otros sería violar o pasar por alto la ley de Dios. Además del sábado semanal se requería de los israelitas que observaran la Pascua una vez al año, el 14 de nisán. El día después de la Pascua era un día sabático que daba comienzo a la fiesta de los panes ázimos que duraba una semana. El último día de esa fiesta también era día sabático. Cincuenta días a partir del día de la ofrenda de las primicias (el 16 de nisán) había de observarse otro día de descanso sabático, la fiesta de semanas o del Pentecostés.
El séptimo mes era un mes sobresaliente en Israel. Su primer día era día sabático, y luego en su día décimo, el día de propiciación, había otro sábado. Este era seguido por todavía otro día de descanso el decimoquinto día del mes, cuando comenzaba la fiesta de las enramadas. El día después de esta fiesta que duraba una semana era otro sábado en que no se hacía trabajo alguno. Pero eso no era todo. Cada séptimo año y cada quincuagésimo año eran sábados de un año de duración para la tierra, en los cuales se dejaba que ésta descansara. Estos muchos sábados eran todos parte de la observancia del sábado que la ley de Dios requería de la nación de Israel. “Especialmente mis sábados los habéis de guardar.”—Éxo. 31:13.
CUÁNDO FUE DADO
Instrucciones respecto a la observancia del sábado fueron dadas a los israelitas en Egipto inmediatamente antes de ser librados de la esclavitud egipcia. Cuando Dios les dio instrucciones respecto a la primera Pascua él dijo: “En el primer día [quince de nisán] ha de efectuarse para ustedes una asamblea sagrada, y en el séptimo día [nisán 21] una asamblea sagrada. No ha de hacerse ningún trabajo en ellos. Solamente lo que cada alma necesite para comer, solamente eso puede hacerse para ustedes.”—Éxo. 12:16.
No fue sino hasta que los israelitas se hallaban fuera de Egipto y en camino al monte Sinaí que Dios indicó que habían de observar un día de cada semana como descanso sabático. Esto aconteció cuando él comenzó a proveer alimento diario para ellos en la forma de maná milagroso. “Jehová le dijo a Moisés: ‘Aquí estoy haciendo llover pan para ustedes desde los cielos; y la gente debe salir y recoger cada cual su cantidad día por día. . .Y tiene que suceder en el sexto día que deben preparar lo que traerán, y debe resultar ser el doble de lo que siguen recogiendo día por día.’” Al pueblo, Moisés dijo en esa ocasión: “Tomen nota del hecho de que Jehová les ha dado el sábado. Es por eso que él está dándoles en el sexto día el pan de dos días.”—Éxo. 16:4, 5, 29.
Las instrucciones de Dios aquí acerca de la observancia del sábado y lo que él dijo en Egipto en conexión con la Pascua sirvió para introducir a la nación de Israel la observancia del sábado. Más tarde cuando se dio la ley del sábado en el monte Sinaí, recibieron instrucciones más detalladas acerca de la observancia de estos días de descanso.
EL DÍA DE DESCANSO DE DIOS
Debido a que el cuarto de los Diez Mandamientos, el cual habla acerca del sábado del séptimo día, menciona que Dios descansó en el séptimo día creativo, algunas personas concluyen que la observancia del sábado semanal existió desde el tiempo del primer hombre. Basan su argumento en el hecho de que Dios descansó, bendijo e hizo sagrado el séptimo día creativo, el cual según creen ellos fue un día literal de veinticuatro horas. El texto bíblico en que ellos se apoyan muchísimo para sostener lo que afirman es Génesis 2:3, que dice: “Dios procedió a bendecir el séptimo día y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con el propósito de hacer.” Respecto a este texto, Roberto Jamieson, en su Critical and Experimental Commentary, dijo: “Este pasaje lo consideramos como la carta magna del Sábado y como estableciendo claramente el hecho de que su institución fue coeva con la creación del hombre.”
Pero, ¿dónde en este texto se halla mandato alguno al género humano para que observe el séptimo día de la semana como día de descanso? ¿Dónde hay siquiera una sugerencia de que el hombre esté implicado en lo que se dice aquí? Lo que hallamos es una declaración de lo que Dios hizo cuando llegó al séptimo día creativo, no una declaración de ley alguna para el hombre. Ni este texto ni ningún otro texto bíblico dice, ni aun sugiere, que la observancia del sábado fuese impuesta sobre Adán o que él jamás guardara el séptimo día de la semana como un día de descanso.
No cabe duda de que Dios estableció un modelo para la ley del sábado semanal que fue dada a Moisés, pero ¿cómo podía esperarse de persona alguna que obedeciera semejante ley antes de que se diera? No es sorprendente, por lo tanto, no hallar registro de que persona alguna guardara un sábado o día de descanso antes de los días de Moisés.
Es un error asumir que Dios bendijo e hizo sagrado a un día literal de veinticuatro horas al tiempo de descansar él. Al hablar acerca de entrar en el descanso de Dios miles de años después del comienzo de éste, el apóstol Pablo indicó que el día de descanso de Dios todavía continuaba en su día y que por lo tanto es un período grande de tiempo. “Porque en un lugar él ha dicho del séptimo día como sigue: ‘Y descansó Dios en el séptimo día de todas sus obras,’ y otra vez en este lugar: ‘No entrarán en mi descanso.’ Hagamos por lo tanto todo cuanto podamos para entrar en ese descanso.”—Heb. 4:4, 5, 11.
El número siete se usa frecuentemente en la Biblia y encierra en él la idea de la calidad de completo. The Popular and Critical Bible Encyclopedia señala que la raíz de la palabra hebrea para siete sugiere “la idea de suficiencia, satisfacción, plenitud, calidad de completo, perfección, abundancia.” De modo que el que hubiera siete días en la semana creativa indicaba calidad de completo o perfección. Puesto que el séptimo día creativo ha resultado ser de miles de años de largo, habiendo transcurrido casi 6,000 años desde la creación de Adán, y puesto que la profecía bíblica prueba que estamos viviendo en el tiempo del fin de este inicuo sistema de cosas inmediatamente antes del reposado dominio milenario del Reino de Cristo, es razonable concluir que este gran día de descanso se completará con 7,000 años. El reinado de 1,000 años de Cristo sería incluido lógicamente en este día de descanso de Dios de 7,000 años. Esto significa que el séptimo día creativo es en sí mismo una semana de días de 1,000 años. Debido a que el nombre de Jehová será vindicado durante este tiempo y que sus propósitos hacia la Tierra y para con el hombre serán cumplidos cabalmente, el día es sagrado. El hecho de que él lo ha bendecido se manifestará en el reinado de 1,000 años del Mesías.
El que el día de descanso de Dios consta de siete días de 1,000 años también fue mencionado por algunos rabinos judíos hace varios centenares de años. En 1626 Enrique Ainsworth citó a uno de ellos en su Annotations upon the First Booke of Moses Called Genesis como habiendo dicho: “Si nosotros explicamos el séptimo día, del séptimo millar de años, el cual es el mundo venidero, la exposición es, y él bendijo, porque en el séptimo millar, todas las almas serán atadas en el mazo de la vida . . . de modo que nuestros rabinos de bendito recuerdo, han dicho en sus comentarios; Dios bendijo el séptimo día, el santo Dios bendijo el mundo venidero, que comienza en el séptimo millar (de años).” El mundo venidero es el reinado de 1,000 años del Mesías, culminación apropiada para la simbólica semana de 7,000 años que constituyen la existencia del hombre sobre la Tierra durante el día de descanso de Dios. Traerá al género humano descanso del trabajo esclavizado y de la esclavitud al pecado.
Así vemos el uso que Dios da al número perfecto siete. La semana creativa constaba de siete días que estaban compuestos, no meramente de horas, sino de 7,000 años cada uno. Esto significa que cada día creativo fue, dentro de sí mismo, una semana de días de 1,000 años. Siguiendo este modelo maestro, a la nación de Israel se le dio una semana simbólica de días de un año, pues cada séptimo año era un sábado de descanso para la tierra. Esto nos trae hasta la semana literal de siete días, el séptimo día de la cual era un sábado o día de descanso en la nación de Israel. Era lógico, por lo tanto, que el cuarto mandamiento hiciera referencia a la gran semana creativa de la cual la semana literal es una pequeña réplica.
Puesto que el día de descanso de Dios era, como debería ser, mucho mayor que el día de descanso de veinticuatro horas para el cual sirvió de modelo, es un error concluir que el que Dios bendijera su gran día de descanso quería decir que todo el género humano estaba obligado a observar un descanso sabático cada séptimo día.
PARA QUIÉN
Hay absoluto silencio en las Escrituras acerca de observancia sabática por cualquiera de los patriarcas de antes de los días de Moisés. Quizás algunas personas señalen al hecho de que ellos usaban semanas de siete días como evidencia de que ellos guardaban un sábado, pero ¿cómo puede aceptarse eso como argumento sólido cuando no existe el indicio más mínimo de que los patriarcas consideraran el séptimo día como diferente de los otros seis? Acerca de este punto considere lo que se dice en The Popular and Critical Bible Encyclopedia: “Por otra parte se vuelve a negar que la cuenta del tiempo por semanas implique referencia alguna a un día de descanso. La división del tiempo por semanas, así como es una de las más antiguas y universales, es de igual modo una de las invenciones más obvias.”
Cuando Dios le dio a Noé mandatos específicos después del Diluvio, implicaban tales detalles como el respeto por la vida, el comer carne y la abstención de sangre. Pero no se hizo mención alguna de observancia sabática. La conclusión obvia que tiene que sustraerse del silencio absoluto en cuanto al tema durante los dos milenios y medio antes de Moisés es que Dios no requirió la observancia del sábado durante ese tiempo. No fue para los patriarcas.
La observancia del sábado fue dada solamente a la nación de Israel como señal entre ellos y su Gobernante celestial, con quien ellos habían entrado en la relación de un pacto. Tenemos la declaración de Dios mismo mostrando esto: “Seis días puede hacerse trabajo, pero en el séptimo día es un sábado de descanso completo. . . .Entre mí Y los hijos de Israel es una señal hasta tiempo indefinido.” (Éxo. 31:15, 17) Ninguna otra nación de personas antes de los días de Moisés fue santificada o apartada para un propósito santo como lo fueron los israelitas. Dios requirió cosas de ellos que no requirió de otras gentes. “No fue con nuestros antepasados que Jehová concluyó este pacto, sino con nosotros, todos los de nosotros que estamos vivos aquí hoy día.” (Deu. 5:3) El sábado fue una señal especial de su relación para con Jehová y un recordatorio de que él los había libertado de la esclavitud egipcia. “El Señor tu Dios te sacó de allí mediante mano fuerte y brazo extendido; por eso el Señor tu Dios te ha mandado que observes el día sábado.”—Deu. 5:15, UTA.
Para la nación de Israel el séptimo día de la semana era un sábado dado divinamente que había de ser observado por un período indefinido de tiempo. Cada semana al anunciar los toques de trompeta el acercamiento del séptimo día era una ocasión gozosa, porque el sábado significaba refrigerio para sus cuerpos y para su espíritu. La instrucción saludable y el aliento que recibían de las lecturas bíblicas, asambleas sagradas y la oración en ese día les edificaba espiritualmente. Mientras servía como recordatorio continuo de su liberación milagrosa de Egipto y de su relación extraordinaria para con Dios como su pueblo escogido, el sábado también atraía atención al gran día de descanso de Dios, al fin del cual se habrá llevado a cabo cabalmente su propósito original para con el hombre. Así como señaló el apóstol Pablo, el sábado fue una sombra de cosas venideras. Señalaba al reinado de 1,000 años de Cristo, el cual traerá al género humano obediente la bendición prometida por Dios de vida eterna y paz en un reposado nuevo mundo.—Col. 2:16, 17.