Respeto a la santidad de la sangre
“Carne con su alma—su sangre—no deben comer.”—Gén. 9:4.
1. (a) ¿Qué actitud de parte del mundo requiere que los cristianos demuestren fe en Dios y en su ley? (b) ¿Cuál ha sido el registro del mundo en lo que toca a la sangre?
VIVIENDO en un mundo que se hace sordo ante la Palabra de Dios, los cristianos se enfrentan diariamente a situaciones que prueban su fe en Dios y en lo justo de su ley. Dios requiere respeto a la santidad de la sangre. Pero el mundo se ha desviado tanto de sus sendas que muchos no están conscientes de que hay una ley divina que gobierna asuntos como el uso de la sangre, y los que conocen la ley a menudo la violan sin ningún sentimiento de haber hecho mal. Con la bendición del clero religioso han derramado la sangre vital de un sinnúmero de personas en el campo de batalla, y a medida que lo hacen, oran que Dios esté con ellos. Cuando escuchan que en muchas partes del mundo la sangre de animales se consume regularmente como alimento, o cuando ven que productos sanguíneos se venden en las tiendas donde compran, no ven nada malo en ello. Y cuando oyen informes del aumento tremendo en el número de transfusiones de sangre—ahora más de cinco millones al año—lo consideran cual señal de progreso médico.
2. (a) ¿Qué han dicho la prensa pública y los clérigos acerca de los que muestran respeto a la santidad de la sangre? (b) ¿Qué actitud para con la ley de Dios de parte de las personas no informadas ha resultado de esta presentación en falsos colores, pero cómo deberíamos considerar el asunto?
2 En contraste agudo con la indiferencia del mundo se halla el registro de casi un millón de personas en todas partes del mundo que obedecen, sí, la ley de Dios sobre la santidad de la sangre. Se han enfrentado a la prueba de su fe y han permanecido firmes. Pero la prensa pública se ha aprovechado de la ignorancia de la gente para presentarlos en falsos colores como fanáticos religiosos, en particular en lo que toca a su rechazamiento de las transfusiones de sangre. Y los clérigos religiosos de la cristiandad y la judería han añadido su voz, declarando que la ley de Dios no aplica en estos casos en que está envuelta la vida del individuo. El resultado es que muchas personas mal informadas han sido predispuestas en contra de Dios y de su Palabra de modo que piensan que son irrazonables y desamorosos. Pero, ¿cómo puede ser irrazonable la Fuente de toda la sabiduría? ¿Cómo puede ser desamoroso Dios, quien es amor y que dotó al hombre con la capacidad para amar? ¡No puede serlo y no lo es! Su camino es el correcto, y una consideración cuidadosa de su Palabra nos ayuda a poner las cosas en claro. Como el Dador de la vida él nos dice lo que tenemos que hacer para continuar viviendo. Mediante sus leyes él amorosamente nos protege para que no hagamos cosas en ignorancia, las cuales pudieran resultar en daño a nosotros mismos, aun en la pérdida de la vida. Los hechos muestran que esto es cierto en lo que toca a su ley sobre el asunto de la sangre.—Pro. 2:6; 1 Juan 4:16; Sal. 25:4.
LEGISLACIÓN DIVINA SOBRE LA SANGRE
3. ¿Cuándo fue declarada por primera vez la ley de Dios sobre la sangre, y qué requiere de la humanidad?
3 El punto en cuestión no es nuevo; no es algo peculiar de este siglo veinte con su investigación en el uso médico de la sangre. Fue hace más de 4,300 años, cuando Noé y su familia, los únicos sobrevivientes del diluvio global, salieron del arca, que Dios les declaró su ley sobre la sangre. Antes de esto, el hombre únicamente había comido la vegetación y los frutos sin alma, pero ahora, por primera vez, Dios le concedió permiso al hombre de agregar carne a su régimen alimenticio, diciendo: “Todo animal que se mueve que está vivo puede servir de alimento para ustedes. Como en el caso de la vegetación verde, les doy todo ello. Solo carne con su alma—su sangre—no deben comer.” (Gén. 9:3, 4) La ley es clara. La carne puede comerse, pero no con la sangre todavía en ella, porque la sangre representa el alma o vida de la criatura. El hombre debe mostrar respeto a la santidad de la sangre y, al proceder así, mostrar su respeto al Dador de vida, Jehová Dios.
4. ¿Cómo fue recalcada la decisión sobre la sangre a los israelitas, y qué razón por la prohibición se les dio a ellos?
4 Unos ocho siglos después, cuando los israelitas, los cuales recientemente habían sido librados de ser aniquilados en Egipto, estaban congregados al pie del monte Sinaí, Jehová otra vez recalcó la restricción sobre la sangre. “Es estatuto hasta tiempo indefinido para sus generaciones, en todos sus lugares de habitación: No deben comer grasa alguna ni sangre alguna.” (Lev. 3:17) No se hizo distinción en cuanto a la fuente de la sangre; fuese animal o humana, no había de ser introducida en el cuerpo como alimento. Ni siquiera había de almacenarse, como se muestra cuando Dios prosiguió para decir: “En cuanto a cualquier hombre de los hijos de Israel o algún residente extranjero que esté residiendo como extranjero en medio de ustedes que al cazar coja una fiera o un ave que pueda comerse, en ese caso debe derramar su sangre y cubrirla con polvo. Porque el alma de toda clase de carne es su sangre por el alma en ella.” (Lev. 17:13, 14) La razón se manifestó claramente. El alma o la vida de la carne está en la sangre, y la obediencia a la ley de Dios sobre la sangre mostraría consideración apropiada a la santidad de la vida y a la Fuente de la vida.
5. ¿Justifica una emergencia que envuelva una vida humana el poner a un lado la ley divina sobre el uso de la sangre, y por qué?
5 Aun en tiempo de emergencia se reconocía que no había justificación para echar a un lado la ley divina concerniente a la santidad de la sangre. Esto se mostró mediante un incidente cuando el ejército de Israel bajo el rey Saúl peleaba contra los filisteos. Había sido una dura batalla y los hombres estaban a punto de agotarse completamente. “Y el pueblo empezó a lanzarse vorazmente al despojo y a tomar ovejas y ganado y becerros y a degollarlos en la tierra, y el pueblo se puso a comer junto con la sangre.” Esto no fue cosa insignificante, que pudiera disculparse debido a la condición física de los hombres. Se le informó a Saúl: “¡Mire! El pueblo está pecando contra Jehová al comer junto con la sangre.” (1 Sam. 14:32, 33) No consideraron el asunto como ciertos rabinos modernos que teorizan que cualquiera de los requisitos de la Ley puede ser echado a un lado cuando está envuelto el salvar una vida específica. Lo que los hombres estaban haciendo era un pecado contra Dios, e inmediatamente se dieron pasos para ponerle fin.
OBLIGACIÓN CRISTIANA
6. ¿Por qué la ley sobre la sangre aplica a los cristianos, que no están bajo el pacto de la ley?
6 Por supuesto, los cristianos no están bajo el pacto de la ley hecho con Moisés como medianero. Ese pacto de la ley dejó de existir, habiendo cumplido su propósito, cuando se hizo el nuevo pacto sobre la sangre de Jesucristo. ¿Significa esto que han pasado también las restricciones acerca del uso de la sangre? ¡De ninguna manera! Porque lo que el pacto de la ley dijo acerca de abstenerse de comer la sangre solo recalcó el requisito que se manifiesta en la ley que Dios dio a Noé, y ése es obligatorio sobre todo el género humano. Para poner en claro este asunto en la mente de todos los cristianos, tanto judíos como gentiles, ninguno de los cuales estaba ya bajo la Ley, el cuerpo gobernante cristiano en Jerusalén dirigió la atención de ellos a las obligaciones que recaían sobre ellos en este asunto, diciendo: “Al espíritu santo y a nosotros nos pareció bien no agregarles ninguna otra carga, salvo estas cosas necesarias, que se mantengan libres de cosas sacrificadas a los ídolos y de la sangre y de cosas estranguladas y de la fornicación. Si se guardan cuidadosamente de estas cosas, prosperarán.”—Hech. 15:28, 29.
7, 8. ¿Qué argumentos exponen los comentadores teológicos en un esfuerzo por limitar el efecto de la decisión apostólica sobre la sangre, y qué muestra que estos argumentos no son sólidos?
7 Sin embargo, varios comentaristas teológicos dicen sobre este texto que esto no es algo que nos interese. ‘Solo fue una cosa temporaria,’ dicen ellos, ‘hecha con el propósito de evitar el ofender a los conversos judíos. Y habiendo pasado la necesidad de tal prohibición, se sobreentiende la derogación aunque no se declara.’ Pero preguntamos: ¿Qué necesidad ha pasado? Todavía hay judíos naturales asociados con la congregación cristiana, por eso no puede decirse que la ausencia de ellos ha quitado la necesidad. Las Escrituras aclaran que el hombre había de abstenerse de la sangre debido a que la vida está en la sangre. ¿Es menos cierto ahora de lo que fue entonces que la vida está en la sangre? Y si se presenta el argumento de que ya no es obligatorio el respeto al uso sacrificatorio de la sangre porque a los cristianos no se les pide que ofrezcan sacrificios animales, entonces nótese que tal uso de sacrificios animales entre los seguidores de Cristo había terminado dieciséis años antes de haberse expedido el decreto apostólico. Además, los que afirman que la enseñanza de Jesús, de que ‘no lo que entra en la boca corrompe al hombre, sino lo que procede de su boca,’ ha hecho anticuada la decisión sobre el abstenerse de la sangre están, en realidad, arguyendo que la decisión de que los cristianos se abstengan de la sangre, el cual decreto fue entregado bajo dirección del espíritu santo de Dios, se derogó antes de haberse dado; porque Jesús hizo su declaración mencionada aquí diecisiete años antes de que la decisión sobre la sangre fuese enviada por el concilio en Jerusalén.—Mat. 15:11.
8 El cuerpo gobernante que envió la decisión sobre la sangre no tuvo en mientes que solo era conveniente en vista de la situación entonces y que más tarde podría ser descartada. Si la prohibición de la sangre fue temporaria, entonces el resto de la decisión tiene que estar dentro de la misma categoría, lo cual significaría que el abstenerse de la idolatría y de la fornicación también era cosa temporaria y hecha para evitar el lastimar los sentimientos de los nuevos conversos. Pero, ¿ha pasado la necesidad de estas prohibiciones, de modo que ahora se les permitan a los cristianos la fornicación y la idolatría? ¡Definitivamente no! La terminología del decreto no indica limitación de tiempo; las restricciones son “cosas necesarias” ahora así como lo fueron entonces. Como observa bien el Clarke’s Commentary, al discutir Génesis 9:4: “El hecho de que la prohibición ha sido renovada bajo la administración cristiana puede admitir poca duda por cualquier hombre que lea desapasionadamente Hechos xv. 20, 29; xxi. 25, donde aun a los conversos gentiles se les impone que se abstengan de ello por la autoridad, no solo de los apóstoles, sino del Espíritu Santo,. . .no por temor de hacer tropezar a los judíos conversos, lo cual es el comentario de los teólogos, sino debido a que era uno. . .de los puntos necesarios, de la carga. . .de la obediencia a los cuales no podrían ser eximidos.”
9, 10. (a) ¿Qué hechos de la historia muestran que los cristianos primitivos reconocían que el abstenerse de la sangre es un asunto serio? (b) ¿Qué dijeron acerca de ello los escritores cristianos en el siglo tercero? (c) Tan tarde como en el año 692 ¿cuál se muestra que era la actitud de la iglesia oriental sobre el asunto de la sangre?
9 Los hechos de la historia confirman este entendimiento del asunto. Los cristianos primitivos no consideraban la prohibición sobre la sangre como de importancia solo para evitar el ofender a los conversos judíos. No creían que podría ser echada a un lado si ponía en peligro la vida de ellos al insistir en ella. Era bien conocido, aun entre sus perseguidores, que los cristianos se negaban a comer sangre, y ellos probaban a una persona para ver si verdaderamente era cristiana, no solo instándola a ofrecer incienso a los dioses paganos de Roma, sino en ciertas ocasiones instándola a comer morcilla. Tan crítico era el asunto que el comer sangre se consideraba como el renunciar a la fe cristiana. Tertuliano, quien vivió al comienzo del tercer siglo, se refirió a esto cuando dirigió su escrito al mundo romano. Él dijo: “Sonrójese vuestro error ante los cristianos, porque nosotros no incluimos siquiera la sangre de animales en nuestra dieta natural. Nos abstenemos a causa de eso de cosas estranguladas o que mueren de sí mismas, para que de ninguna manera seamos corrompidos por sangre, aun si está enterrada en la carne. Finalmente, cuando ustedes prueban a los cristianos, les ofrecen salchichas llenas de sangre; bien saben ustedes, por supuesto, que entre ellos está prohibido; pero ustedes quieren que ellos cometan transgresión.”a Orígenes, también, otro escritor cristiano, en su defensa de las enseñanzas cristianas, declaró: “En cuanto a las cosas estranguladas, las Escrituras nos prohíben el participar de ellas, porque la sangre todavía está en ellas.”b
10 Aun tan tarde como en el año 692, un concilio religioso en Constantinopla (el Sínodo de Troullos), en su canon 67, declaró: “Apropiadamente reprendemos a los que de alguna manera preparan una comida usando la sangre de algún animal y así la comen para satisfacer el vientre glotón. Por lo tanto, si alguien de ahora en adelante intenta comer sangre de cualquier animal no importa de qué manera, será, si es sacerdote, depuesto y si es laico excomulgado.”c La creencia en la importancia del decreto apostólico sobre la sangre todavía continúa en la Iglesia Ortodoxa Oriental.
11. ¿Qué acontecimientos mostraron falta de respeto creciente a las restricciones en cuanto a la sangre en la iglesia de Roma?
11 En Occidente, sin embargo, el hacer caso omiso de la ley divina sobre la sangre aumentó más notablemente desde el cuarto siglo en adelante. Agustín, por medio de quien la enseñanza de Platón de la inmortalidad inherente del alma se popularizó también, presentó el argumento de que el decreto había perdido su importancia puesto que su propósito se había logrado.d Finalmente, en el siglo quince la iglesia de Roma se había alejado tanto del punto de vista de los cristianos primitivos que se apropió de la sangre, no de animales, sino de tres muchachos en un esfuerzo sin éxito por restablecer al enfermizo papa de Roma, Inocencio VIII, y eso a costa de la vida de los tres donantes de sangre. Por eso es evidente que la indiferencia de la cristiandad del día moderno para con la santidad de la sangre no es un reflejo de la fe cristiana, sino que es el resultado de una apostasía de la fe.—1 Tim. 4:1.
ABUSO DE LA SANGRE COMO ALIMENTO
12. ¿Cuáles son algunas de las prácticas del día moderno que violan la santidad de la vida y que los cristianos evitan?
12 Esto hace vital el que los cristianos verdaderos en este tiempo del fin estén alerta si van a mostrar el respeto apropiado a la santidad de la sangre. Tienen que evitar el abuso de la sangre que comete el mundo. Por ejemplo, en África hay algunos nativos que complementan su dieta bebiendo sangre de la vena yugular de su ganado. En muchos lugares hombres se ponen en fila en los rastros para beber la sangre de ganado recién muerto, con la creencia de que es un remedio para ciertos padecimientos. En el Lejano Oriente hay muchos países donde la sangre se usa como ingrediente básico de ciertas sopas y salsas. En la América del Sur un platillo que es bastante común consta de sangre de cerdo mezclada con arroz o papas y condimentos, y la sangre hasta se vende y se come como dulces. La morcilla, bajo varios nombres, está disponible casi en todas partes. Todas estas prácticas muestran completa falta de consideración a la santidad de la vida porque violan la ley del Dador de la vida sobre el asunto de la sangre.
13. ¿Por qué tiene que ejercerse cuidado en matar apropiadamente a los animales que se usan para comer, por eso qué pudiera requerirse que hiciera un cristiano?
13 La ley sobre la sangre también excluye el comer cualquier animal que haya muerto de estrangulación, debido a que la sangre no se habría escurrido. Por eso cualquier animal hallado sofocado o muerto en una trampa y animales a los que se les ha disparado pero que no han sido desangrados inmediatamente no son adecuados para alimento. La práctica que existe en muchos países de matar pollos por estrangulación, quebrándoles el cuello pero no cortándolo, también los descalifica de ser consumidos por los cristianos. Algunos carniceros, sin considerar la ley divina sobre estos asuntos, no dejan sangrar debidamente a los animales que preparan para alimento; en realidad, quizás ellos deliberadamente menoscaben el desangramiento para agregar peso a la carne. Si un cristiano llega a saber que su carnicero no da atención al desangramiento, entonces buscará otro lugar donde comprar o aun se abstendrá de comer carne si no hay nada más disponible. Igualmente, una persona que vela por su conciencia no comerá carne en un restaurante si sabe que la costumbre local es el no dar atención al dejar sangrar los animales debidamente. En tales circunstancias, el cristiano que quiere comer carne tal vez tenga que comprar un animal o ave vivo y arreglar matarlo él mismo.
14. ¿De qué otra manera se abusa de la sangre en los productos alimenticios, y por eso qué cuidado deberían ejercer los cristianos?
14 La falta de respeto a la ley de Dios es tan general que sangre íntegra, plasma de sangre y componentes de sangre se usan libremente en numerosos productos que se venden para comer. Por ejemplo, se informa que algunos empacadores de carne incluyen sangre como parte de su receta regular para salchichas, embutidos y otras preparaciones de carne molida. Quizás no todos lo llamen sangre; pero, sin importar lo que lo llamen, si es sangre o parte de la sangre es incorrecto. No todos los empacadores de carne hacen esto, por supuesto, pero algunos sí. Se sabe también que en ciertas localidades la “hamburguesa” se hace en gran parte de grasa con sangre añadida. Hace años se pusieron en funcionamiento en Rusia panaderías de sangre en que siete partes de harina de centeno se mezclan con tres partes de sangre de buey desfibrinada en el pan. En otros países algunos pasteleros usan polvo de plasma seco como sustituto de clara de huevos en la pastelería. Y varios tónicos y tabletas que los boticarios venden muestran en sus etiquetas que contienen componentes de sangre tales como hemoglobina. Por lo tanto es necesario que uno se mantenga alerta, que esté familiarizado con las prácticas de su comunidad, que investigue razonablemente en los lugares en que compra carne y que lea y entienda las etiquetas de los artículos empaquetados. A medida que el viejo mundo se hace más descuidado en su actitud hacia la ley de Dios sobre la sangre es importante que los cristianos ejerzan más cuidado si han de mantenerse “sin mancha del mundo.”—Sant. 1:27.
TRANSFUSIÓN DE SANGRE
15. ¿Cuáles han sido los desenvolvimientos en el uso de sangre en el tratamiento médico?
15 A través de los siglos los abusos de la sangre por el hombre han asumido diferentes formas. Antiguos príncipes egipcios usaron sangre humana para rejuvenecer; otros bebían la sangre de sus enemigos. Pero no fue sino hasta después que Guillermo Harvey hizo su investigación de la circulación de la sangre, en el siglo diecisiete, que se hicieron esfuerzos difundidos por transfundir sangre en el sistema circulatorio de otra criatura. Después de haber sufrido severos retrocesos debido a muertes, la transfusión de sangre finalmente vino a ser considerada con más favor al comienzo de este siglo veinte, cuando la investigación hizo posible el identificar ciertos tipos de sangre. Las dos guerras mundiales y la guerra de Corea proporcionaron amplia oportunidad a los doctores para experimentar con el uso terapéutico de la sangre, y ahora el proceso se ha desarrollado hasta el grado en que los doctores no solo usan sangre íntegra y plasma sanguíneo, el cual es el líquido casi incoloro en que se transportan los glóbulos de la sangre, sino también glóbulos rojos separados del plasma, y las varias proteínas del plasma según lo creen necesario.
16. ¿Es una violación de la ley de Dios el uso de la sangre en el tratamiento médico para sostener la vida?
16 ¿Viola la ley de Dios tal uso médico de la sangre? ¿Es incorrecto el sostener la vida por medio de infusiones de sangre o plasma o glóbulos rojos o los varios componentes de la sangre? ¡Sí! La ley que Dios le dio a Noé y que aplica a todos sus descendientes hace incorrecto el que cualquier persona coma sangre, es decir, que use la sangre de otra criatura para alimentar o para sostener la vida de alguno. Así como Tertuliano mostró en su Apologético cómo los cristianos primitivos razonaban sobre el asunto, así hoy se reconoce que si esta prohibición aplica a la sangre de animales, aplica con aun más fuerza a la sangre humana. Incluye “sangre alguna.”—Lev. 3:17.
17. ¿Cómo prueban los hechos de la historia que se abusaba de la sangre humana en tiempos antiguos y que por eso se incluyó en la prohibición manifestada por el cuerpo gobernante cristiano primitivo?
17 Los argumentos en el sentido de que la prohibición sobre el uso de la sangre expedida por el cuerpo gobernante cristiano primitivo no tenía que ver con sangre humana, sino solo con sangre animal, revelan ignorancia de los hechos de la historia. En la antigua Roma, que dominaba al mundo del Mediterráneo en el primer siglo, los espectadores de los torneos gladiatorios corrían a la arena después de la lucha y chupaban la sangre que fluía del cuello del gladiador vencido. Se informa que algunos de entre los escitas se comían a sus parientes muertos. Entre algunos pueblos se hacían tratados por medio de beber mutuamente una porción de la sangre de unos y otros; y sangre humana cogida con la mano y comida se usaba para sellar la iniciación en los ritos de la diosa pagana Belona. Por eso cuando los apóstoles dijeron, bajo dirección del espíritu santo, que los cristianos habían de abstenerse de sangre, tenían presente también sangre humana.
18. ¿Qué muestra que el transfundir sangre es “alimentarse” de sangre?
18 No importa que la sangre se introduzca al cuerpo por medio de las venas en vez de por la boca. Tampoco tiene valor la afirmación de algunos de que no es lo mismo que alimentación intravenosa. El hecho es que alimenta o sostiene la vida del cuerpo. En armonía con esto se halla una declaración en el libro Hemorrhage and Transfusion, por Jorge W. Crile, A.M., M.D., quien cita una carta procedente de Denys, médico francés e investigador primitivo en el campo de las transfusiones. Dice: “Al ejecutar transfusión no es otra cosa sino nutrir por camino más corto que el usual—es decir, colocar en las venas sangre que está toda hecha en vez de ingerir alimento que solo se convierte en sangre después de varios cambios.”
19, 20. (a) En vista de los desarrollos constantes de la terapia médica, ¿cómo puede uno determinar sí el tratamiento que envuelve el uso de la sangre ha de aceptarse o rechazarse? (b) ¿Qué excelente ejemplo puso David en este respecto, mostrando respeto a la santidad de la sangre?
19 En vista del énfasis puesto sobre el uso de la sangre en el mundo médico, constantemente están siendo recomendados nuevos tratamientos en que está envuelto su uso. Pero prescindiendo de que sea sangre íntegra o un componente de la sangre, de que sea sangre tomada del propio cuerpo de uno o tomada de alguna otra persona, de que se administre como una transfusión o como una inyección, aplica la ley divina. Dios no ha dado al hombre la sangre para que la use como pudiera usar otras sustancias; él requiere respeto a la santidad de la sangre.
20 ¡Cuán excelente ejemplo de respeto a esta ley fue puesto por el rey David que temía a Dios! Antes de que los enemigos del pueblo de Dios hubiesen sido arrojados del país, los filisteos tenían un baluarte en Belén cerca de Jerusalén, y en una ocasión “David mostró su deseo intenso y dijo: ‘¡Ay si yo tuviera un trago del agua de la cisterna de Belén, que está a la puerta!’ ” Sí, deseaba que los filisteos se hubieran ido y que él pudiera estar libre para ir a esa cisterna y refrescarse con su agua. Pero al oírlo expresarse así, “tres [hombres valientes] se abrieron paso a fuerza dentro del campamento de los filisteos y sacaron agua de la cisterna de Belén, que está a la puerta, y vinieron cargándola y llevándosela a David.” Lo que trajeron no fue otra cosa que agua, pero hicieron esto arriesgando su vida, y David lo sabía. “Y David no consintió en beberla, sino que la derramó a Jehová. Y pasó a decir: ‘¡Ni se piense, de parte mía, con relación a mi Dios, el que yo haga esto! ¿Es la sangre de estos hombres lo que debería beber a riesgo de sus almas? Porque fue a riesgo de sus almas que la trajeron.’ Y no consintió en beberla.” (1 Cró. 11:16-19; 2 Sam. 23:15-17) David respetaba la ley de Dios. No solo se abstuvo de sangre de animales; evitó el agravio mucho más craso de consumir sangre humana. Sí, él evitó hacer cosa alguna que aun pareciera ser una violación de esa ley. Era un hombre conforme al corazón de Dios. Es un derrotero semejante de obediencia desde el corazón lo que hoy impele a los cristianos maduros a abstenerse absolutamente de cualquier práctica en que esté envuelto el abuso de la sangre. Por amor a Dios ellos respetan la santidad de la sangre.
[Notas]
a Apology, traducida por T. R. Glover (1931).
b Origen—Contra Celsum, Biblioteca. Cristiana Antenicena, vol. 23 (1872).
c Great Greek Encyclopedia, de Pablo Drandakis, págs. 708, 709.
d A History of the Councils of the Church, From the Original Documents (1896).