Preguntas de los lectores
● ¿Por qué mandó Jesús a sus seguidores, como se registra en Hechos 1:8, que predicaran en Samaria, puesto que antes (Mat. 10:5, 6) les había dicho que no predicaran a los samaritanos?—D. R., Nueva Zelanda.
Cuando envió a sus doce apóstoles a efectuar una gira de predicación limitada, Jesús les dijo: “No se vayan por el camino de las naciones, y no entren en ciudad samaritana; sino, más bien, vayan continuamente a las ovejas perdidas de la casa de Israel.” (Mat. 10:5, 6) Puede verse que Jesús no prohibió toda predicación a los samaritanos juzgando por sus propias palabras y acciones. En una de sus parábolas mostró que los judíos deberían considerar a los samaritanos como su prójimo. (Luc. 10:29-37) En cierta ocasión Cristo sanó a diez hombres, uno de los cuales era samaritano, y Jesús dio encomio a ese hombre por ser el único de los diez que expresó gratitud. (Luc. 17:11-19) También, Jesús predicó a una samaritana junto al pozo de Sicar y más tarde también a otros en aquella ciudad samaritana.—Juan 4:4-43.
Por lo tanto, la orden de Jesús de Mateo 10:5, 6 debe entenderse como una restricción que aplicó a aquel tiempo y ocasión en particular. Por lo que Cristo dijo acerca de “las ovejas perdidas de la casa de Israel,” parece evidente que estaba enfatizando la importancia de llevar el mensaje primero a los judíos, dándoles la primera oportunidad. Por eso, en su gira de predicación los apóstoles habrían de concentrarse en los judíos, no esforzándose en esta ocasión por predicar a todos los pueblos y naciones. Ciertamente los seis pares de hombres tendrían más que suficiente que hacer durante su gira relativamente breve aunque se restringiera su territorio a las ciudades y aldeas de los judíos.—Mar. 6:7.
La situación fue bastante diferente cuando Jesús dijo lo que está registrado en Hechos 1:8. De hecho, estaba dando a sus seguidores unas instrucciones de despedida que indicaban la obra de predicación mundial que habría de efectuarse. Precisamente antes de ascender al cielo dijo: “Serán testigos de mí tanto en Jerusalén como en toda Judea y en Samaria y hasta la parte más lejana de la tierra.” Y así es como resultó. Debido a persecución los discípulos cristianos fueron esparcidos, y como resultado predicaron su mensaje en Samaria.—Hech. 8:1-17.
Pudiera hacerse mención de que esta predicación a los samaritanos, que resultó en que muchos samaritanos fueran bautizados y recibieran espíritu santo, se efectuó antes de 36 E.C., cuando los gentiles incircuncisos (no judíos) fueron aceptados por primera vez como creyentes. (Hech. 10:34-48) Evidentemente esto se debió a que los samaritanos tenían mucho más en común religiosamente con los judíos que los gentiles. Los samaritanos aceptaban los primeros cinco libros de la Biblia (según el “Pentateuco Samaritano”) de modo que esperaban la venida de un profeta mayor que Moisés. (Deu. 18:18, 19; Juan 4:25) Y aunque su forma de adoración difería del judaísmo de muchas maneras, no obstante sostenían que adoraban al Dios de Abrahán, Isaac y Jacob y que observaban la Ley de Moisés, incluso el requisito de la circuncisión. Por consiguiente, estaban en una categoría muy diferente de aquella en la que estaban los gentiles incircuncisos.