Los sucesos del Oriente Medio... ¿cumplen profecía?
EN LOS últimos meses, el Oriente Medio ha figurado de manera prominente en las noticias. Por lo tanto, muchas personas han expresado el temor de que los problemas entre los árabes y los judíos resulten en un conflicto mundial.
Escribiendo en el número del 30 de noviembre de 1974 de Le Monde, André Fontaine declara: “Hay que tomar acción veloz para impedir que la tragedia en la cual el judío y el árabe han estado envueltos durante la última cuarta parte de siglo haga estallar el apocalipsis. ¡Qué peso de vergüenza tendrían que llevar las naciones ricas y ‘civilizadas’ del mundo si tuviesen que ser espectadoras impotentes hasta que quizás las llamas las envolvieran a ellas, también!”—Reimpreso en Atlas World Press Review, enero de 1975.
¿Pudiera ser que los acontecimientos del Oriente Medio estuvieran encaminándose a lo que la Biblia llama “Har-Magedón” o “Armagedón”? (Rev. 16:14, 16) Muchas personas pudieran sentirse impelidas a adoptar esa conclusión porque el nombre “Har-Magedón,” que significa “Montaña de Megido,” puede ser enlazado con el Oriente Medio. A unos treinta kilómetros al sudeste de la moderna Haifa del estado de Israel yacen las ruinas de la Megido de la antigüedad. Aquella ciudad ocupaba un sitio estratégico que dominaba la llanura de Esdrelón. Por un período que se ha extendido por más de tres milenios la zona alrededor de Megido ha sido escena de muchas batallas decisivas. Como se hace notar en Word Studies in the New Testament, de M. R. Vincent, ‘tanto judíos como sarracenos, cruzados, egipcios, persas, drusos, turcos y árabes han acampado en la llanura de Esdrelón.’
Sin embargo, aunque el nombre Megido está conectado tanto con una ciudad como con la llanura adyacente, ningún sitio geográfico conocido en el Oriente Medio ni en ningún otro lugar se llama “Montaña de Megido.” Observa The Interpreter’s Dictionary of the Bible: “Puesto que ni los geógrafos antiguos ni los modernos conocen ningún monte de Megido, mayor es la probabilidad de que también se entienda que en un libro [Revelación] que abunda en lenguaje simbólico este término lleva un significado simbólico.”
La guerra que según la predicción ha de pelearse en este “Har-Magedón” simbólico no es un conflicto entre naciones. Está designada en las Escrituras como la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso.” (Rev. 16:14) El apóstol Juan describió simbólicamente a qué fuerzas se encararán las naciones: “Vi el cielo abierto, y, ¡miren! un caballo blanco. Y el que iba sentado sobre él se llama Fiel y Verdadero, y juzga y lleva a cabo guerra en justicia. . . . También, los ejércitos que estaban en el cielo le seguían . . . Y de su boca sale una aguda espada larga, para que hiera con ella a las naciones, y las pastoreará con vara de hierro. Pisa también el lagar de vino de la cólera de la ira de Dios el Todopoderoso.” (Rev. 19:11-15) De modo que las naciones sufrirán derrota a manos del “Rey de reyes y Señor de señores,” Jesucristo, y poderosas fuerzas angelicales.—Rev. 19:16.
La Biblia revela que la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” es parte de una “grande tribulación” que le habrá de venir al entero sistema de cosas humano. (Rev. 7:1-3, 14) A los que pasan vivos a través de esa “grande tribulación,” por ejemplo, se les describe como una “grande muchedumbre” sin número, “de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas.” (Rev. 7:9) En armonía con ello, la “grande tribulación” que se menciona en la Biblia ha de abarcar mucho más que solo el Oriente Medio. Circundará al globo terráqueo.
¿Pero pudiera un cataclismo en el Oriente Medio suministrar la “chispa” que diera comienzo a la “grande tribulación”? La Biblia no se refiere a ningún sitio específico en el Oriente Medio ni en ninguna otra parte como el lugar en que haya de empezar ese acontecimiento. Los detalles de cómo marcharán los asuntos quedan por verse.
HAY UN CUMPLIMIENTO DE PROFECÍA ENVUELTO
¿Significa esto, entonces, que las recientes dificultades en el Oriente Medio no tienen ningún significado profético? No, pues Jesucristo sí señaló a conflictos y otras calamidades en diversas partes de la Tierra como parte de una “señal” compuesta que marca que él está por venir y ejecutar el juicio de su Padre. En respuesta a la pregunta de sus discípulos en cuanto a ‘la señal de su presencia y la conclusión del sistema de cosas,’ Jesús dijo: “Van a oír de guerras e informes de guerras; vean que no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder, mas todavía no es el fin. Porque se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro.” (Mat. 24:3, 6, 7) Note, sin embargo, que Jesucristo no dijo que aquellas guerras estarían circunscritas al Oriente Medio ni que empezarían allí. Tal como las hambres y los terremotos no han estado limitados a una sola zona geográfica, tampoco lo han estado las guerras.
De modo similar, el clima de temor e inquietud que existe hoy en el mundo no se puede atribuir del todo a los desenvolvimientos del Oriente Medio. Han resultado ciertas las palabras de Jesucristo de que las cosas que sucederían, no solo en el Oriente Medio, sino por toda la Tierra, harían surgir gran temor. Dijo: “Sobre la tierra [habrá] angustia de naciones, no conociendo la salida . . . mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.”—Luc. 21:25, 26.
Por consiguiente, los sucesos recientes en el Oriente Medio son simplemente una porción de una montaña de evidencia en el sentido de que las palabras de Jesús acerca de las condiciones que señalan los “últimos días” del sistema actual se están cumpliendo. Pero nadie entre la humanidad sabe en realidad qué papel pudieran desempeñar los asuntos del Oriente Medio en desenvolvimientos que conduzcan a la “grande tribulación.”
PERMANEZCA ALERTO A LA PROFECÍA
Por supuesto, correctamente los siervos devotos de Dios se interesan en lo que está sucediendo en cumplimiento de la profecía bíblica. Son como los profetas hebreos de tiempos antiguos que se interesaban vivamente en el cumplimiento de las expresiones que habían hecho por inspiración del espíritu acerca del Mesías o Cristo. En 1 Pedro 1:10, 11, leemos: “Los profetas que profetizaron acerca de la bondad inmerecida propuesta para ustedes hicieron una indagación diligente y una búsqueda cuidadosa. Siguieron investigando qué época en particular o qué suerte de época indicaba respecto de Cristo el espíritu que había en ellos cuando de antemano daba testimonio acerca de los sufrimientos para Cristo y acerca de las glorias que habían de seguir a éstos.”
Sin embargo, no debemos ir más allá de lo que en realidad diga una profecía en particular. Las profecías de la Biblia no se pueden comprender en detalle completo hasta que se realizan los acontecimientos a los cuales señalan. Por eso hacemos bien en no conjeturar en cuanto a lo que ciertos sucesos del Oriente Medio o de otro lugar puedan significar o no.
Un conjeturar de esa índole puede llevar a uno a perder el equilibrio y envolverse profundamente en asuntos que en realidad tienen poco o nada que ver con la edificación de la fe. Uno pudiera también gastar mucho tiempo que de otra manera podría usarse mucho más provechosamente en obtener fuerza espiritual.
Además, si un individuo no viera suceder las cosas como se hubiese imaginado que deberían suceder, podría perder de vista la importancia de mantenerse en excelente relación con Dios por medio de andar en un camino de aprobación divina. Pudiera empezar a pensar que el día en que Dios va a ejecutar el juicio está muy lejano. Esto podría resultar en que se viera tentado a ‘sacar cuanto pudiera’ del mundo. El individuo pudiera engañarse y pensar que podrá discernir por el giro que tomen los acontecimientos mundiales precisamente cuándo debe efectuar los cambios necesarios para conseguir la aprobación de Dios y pasar con vida a través de la ejecución de su juicio. Ese razonamiento podría costarle la vida a una persona al estallar la “grande tribulación,” a una hora inesperada, y sorprenderla en condición de desaprobación delante de Dios.
Ciertamente es mucho más prudente vivir diariamente en expectativa del gran día de Dios. Este es el único derrotero que resultará en supervivencia. Jesucristo dio a sus seguidores la amonestación de que permanecieran alertos al cumplimiento seguro de sus palabras proféticas. Instó: “Presten atención a ustedes mismos para que sus corazones nunca lleguen a estar cargados debido a comer con exceso y beber con exceso y por las inquietudes de la vida, y de repente esté aquel día sobre ustedes instantáneamente como un lazo. Porque vendrá sobre todos los que moran sobre la haz de toda la tierra [no solo el Oriente Medio]. Manténganse despiertos, pues, en todo tiempo haciendo ruego para que logren escapar de todas estas cosas que están destinadas a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre.”—Luc. 21:34-36.
Si usted se interesa en estar en pie delante del Hijo del hombre, Jesucristo, como siervo aprobado de Dios, tome tiempo para considerar lo que la Biblia en realidad dice. Ejerza cuidado para no sacar conclusiones injustificables de los giros variables de los asuntos mundiales, sea que se relacionen con el Oriente Medio o no. Concéntrese en las cosas verdaderamente importantes... vivir en armonía con la palabra profética, aplicando el consejo de la Biblia en su vida. Si hace esto, descubrirá que vivirá una vida más enriquecida aun ahora y podrá mirar con confianza al porvenir.
[Ilustración de la página 676]
La zona alrededor de Megido no es el Har-Magedón simbólico donde se peleará la gran guerra de Dios
[Mapa de la página 675]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
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