La llave a la felicidad familiar
ALCANZAR felicidad es un deseo común de todos nosotros, ¿no es cierto? No importa cuál sea nuestra edad, o qué antecedentes nacionales tengamos o qué posición en la vida, queremos ser felices. Y puesto que la felicidad se intensifica cuando se comparte, nuestro corazón se alegra al ver que otras personas también se sienten gozosas y contentas. Esto es cierto particularmente con relación a nuestros allegados y seres queridos. Y cuando este bendito estado de bienestar, conocido como felicidad, existe entre miembros de una misma familia, ¿no es cierto que se les hace más fácil, más soportable, el enfrentarse a las inevitables adversidades de la vida? Por lo tanto, ¿quién negaría lo deseable que es disfrutar de felicidad en la vida familiar?
De hecho, aun en este mundo caótico la vida de familia puede ser muy deleitable. Es cierto que esto representa una gran cantidad de arduo trabajo, ansiedad y sacrificio. Pero ¿qué familia no estará de acuerdo con el hecho de que los gozos que se reciben como recompensa hacen que todo ello valga la pena?
Sin embargo, agradable como pueda ser la vida familiar, una familia verdaderamente feliz es la excepción hoy día. Desde luego, cualquier familia tiene sus ‘altos y bajos’; ninguna está inmune a los problemas. Por ejemplo, los malos entendidos echan a perder la felicidad de cualquier hogar si se les permite persistir. O muchas cosas, tales como enfermedades o presiones del trabajo, pueden contribuir a nerviosismo o irritabilidad, y esto, a su vez, puede dar paso a palabras y acciones lamentables. Estas cosas, a su vez, pueden resultar en sentimientos heridos y, consecuentemente, en relaciones tirantes. Como se ve, los problemas, sean grandes o pequeños, son la cosa común dentro del círculo familiar en este mundo de imperfección en que vivimos.
LAS FAMILIAS EN CRISIS
Los estilos de vida de este siglo veinte han acentuado tanto los problemas familiares que algunas personas expresan preocupación en cuanto a la mismísima continuación de la institución familiar como la unidad básica de la sociedad humana. Algunos de los factores que promueven tal preocupación son una proporción de divorcios cada vez mayor, las separaciones matrimoniales y las relaciones consensuales y homosexuales.
Al observar que hay tantas familias por todo el mundo en estado de crisis, es solo lógico que nos preguntemos: ¿A qué se debe esta situación? Aunque quizás el hombre haya tenido éxito en otros campos en los cuales se ha empeñado, ¿por qué es que tantas personas fracasan en cuanto a lograr éxito dentro del hogar? A pesar de que buscan la ayuda de consejeros familiares, siquiatras y otras fuentes, ¿por qué no han descubierto la llave a la felicidad familiar?
Aunque este asunto no es para bromas, la clave para la solución está en una frase que con frecuencia se dice con tal espíritu: “Cuando todo lo demás fracasa, siga las instrucciones.” Cuando se siguen las instrucciones, como cuando se está manejando una máquina, generalmente se pueden evitar malos funcionamientos o averías. Eso indica, naturalmente, que lo primero que se debe hacer es consultar las instrucciones. Sin embargo, debido a la condición de la naturaleza humana, lo que frecuentemente sucede es que se les consulta solo como medida de último recurso, “cuando todo lo demás fracasa.” Pero, ¿cuáles son las “instrucciones”? ¿Dónde se encuentran?
EL FUNDADOR DE LA FAMILIA
El arreglo familiar es mucho más complejo que cualquier máquina que haya inventado el hombre. Por lo tanto, es extremadamente anticientífico suponer que llegó a existir por casualidad o accidente, sin la intervención de un diseñador y hacedor. Para cada efecto tiene que haber una causa correspondiente. Por lo tanto, el escritor del primer siglo estaba en lo correcto desde el punto de vista científico cuando dijo: “Toda casa es construida por alguien, mas el que construyó todas las cosas es Dios.”—Heb. 3:4.
Así que la vida familiar no es un asunto que simplemente ocurrió. Tuvo su causa. Algún tiempo después de crear al primer hombre, el Mismísimo que fue causa de la vida familiar dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él.” Entonces, por medio de unir a nuestros padres originales en matrimonio, y en completo acuerdo con el hecho de que los había creado macho y hembra, “los bendijo Dios y les dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla.’” (Gén. 2:18; 1:27, 28) Así, en cumplimiento del propósito declarado de Dios, llegó a existir el arreglo de la familia.
SE PROVEEN PAUTAS PARA LA VIDA FAMILIAR FELIZ
Ahora bien, ¿esperaría el Fundador de la familia que sus hijos terrestres aprendieran acerca del desempeño de sus papeles en la vida por medio del doloroso proceso de tanteo, o nos dio pautas en cuanto cómo debe funcionar la familia como unidad? Tal como es de esperarse de un Padre amoroso, él nos dio reglas para actuar o “instrucciones” para guiarnos. La llave o clave para la felicidad familiar está en que ‘sigamos las instrucciones’ en cuanto a la vida familiar y en que cultivemos una excelente relación con el Autor de éstas, Aquel que nos hizo.—Sal. 100:3; 119:1, 2; 128:1, 2.
Para nuestro beneficio, hace unos 3.500 años nuestro Creador amoroso hizo que se comenzara a hacer un registro de las pautas en cuanto a la vida familiar en un volumen, compuesto de libritos, que trata comprensivamente el tema de la familia. Este volumen está disponible hoy día, completo o en parte, en más de 1.600 idiomas, accesible a virtualmente todas las familias de la Tierra. En vista del incomparable valor de su contenido, es de hecho providencial que sea el libro de más amplia circulación en toda la historia. Desde luego, ese libro es la Santa Biblia.—2 Tim. 3:16, 17.
Al referirnos a la Santa Biblia como libro que es fuente de información en cuanto a la vida familiar, ¿no podría concluir el lector que nos referimos a las enseñanzas de las iglesias nominales sobre este asunto? No. Hasta un examen superficial demostraría que las iglesias mundanas de la cristiandad han representado fraudulentamente a Jehová, el Dios de la Biblia, y han invalidado Su Palabra por causa de sus filosofías y tradiciones humanas. (Sal. 83:18; Mat. 15:6) No es por coincidencia, pues, que la desintegración de la vida familiar sea tan evidente en los lugares donde ellas ejercen influencia. Sin embargo, el registro censurable de las iglesias de ninguna manera hace desmerecer a la Biblia como la guía veraz, confiable y práctica que tanto necesitamos para hallar la clave a la felicidad familiar.
La Biblia es, sobresalientemente, un libro acerca de la vida familiar. Al hablarnos del primer matrimonio, explica por qué Dios hizo los sexos y, por lo tanto, el propósito de las relaciones sexuales y su lugar apropiado en la vida de familia honorable.
En la Palabra de Dios, también, leemos acerca de las tribulaciones y gozos de literalmente veintenas de familias. Estos relatos acerca de familias pueden ser de gran beneficio para todos nosotros, seamos menores o adultos. ¿Está usted buscando un cónyuge que haya de resultarle compañero o compañera leal? Entonces querrá consultar el consejo bíblico en cuanto a hacer una buena selección y en cuanto a prepararse para asumir las responsabilidades matrimoniales. ¿Es usted esposo y cabeza de familia? Si así es, asegúrese de obtener el beneficio de los muchos excelentes ejemplos bíblicos de hombres que tuvieron éxito en el desempeño de estos papeles. ¿Es usted esposa y madre? Damos por sentado que sus obligaciones son muchas, ¿no es cierto? Sin embargo, la Biblia le mostrará cómo hallar gozo al hacerles frente y cómo ganarse la alabanza de su familia, que apreciará sus esfuerzos. O quizás el lector es el maravilloso producto de la unión marital, un hijo o hija. ¿Qué puedes hacer para contribuir a que exista un ambiente de afecto y amor en tu hogar? ¿Te gustaría saber? La Palabra inspirada de Dios te informará.
Es en la Palabra de Dios donde usted hallará la solución a muchos problemas de la vida, incluso problemas de familia. Puesto que su Creador es el “Dios feliz,” desea que la familia de usted también sea feliz. (1 Tim. 1:11; Pro. 2:6; 3:13, 18) Como lo muestra el próximo relato, los testigos de Jehová siempre están dispuestos a ayudar a otras personas a encontrar esa felicidad, junto con amor, gozo y paz.