Estimuladoramente caliente, refrescantemente frío
CARECEN de sentimiento, son apáticos e indiferentes. Parece que a algunas personas simplemente no se las puede conmover. La congregación cristiana primitiva de Laodicea sufría de tal problema, lo cual resultó en que el glorificado Jesucristo pronunciara las siguientes palabras de censura: “Conozco tus hechos, que no eres ni frío ni caliente. Quisiera que fueras frío o si no caliente. Así, por cuanto eres tibio y ni caliente ni frío, voy a vomitarte de mi boca” (Revelación 3:15, 16). ¿Por qué estaba la congregación en dicho estado espiritual deplorable?
La ciudad frigia de Laodicea estaba situada al interior de Asia Menor a cierta distancia de Éfeso. A través de Laodicea pasaba una importante ruta comercial que luego se dividía en dos. Un brazo del camino conducía a Éfeso; el otro atravesaba las montañas hasta Filadelfia, Sardis, Tiatira y finalmente Pérgamo. La rica ciudad de Laodicea se hizo famosa por sus transacciones financieras. Entre sus artículos de exportación figuraba la excelente lana suave de color negro que se obtenía de las ovejas domésticas. Se estableció una escuela de medicina en las cercanías y en la misma zona se producía un polvo frigio para los ojos, el cual, según se afirmaba, era excepcionalmente curativo. Laodicea adquirió fama por sus alfombras frigias. Se cree que el arte del bordado empezó allí, y la palabra latina para “bordador” (phrygio) parece apoyar dicha opinión. Laodicea también llegó a ser un centro para la música y el notable estilo de arte frigio caracterizado por diseños geométricos... svásticas, meandros y losanges.
Dado que Laodicea era una ciudad próspera, ¿habrían permitido algunos de los cristianos de ésta que las actividades comerciales ocuparan su atención a tal grado que les quedara poco tiempo para compartir las buenas nuevas con otras personas? ¿Habrían empezado algunos de ellos a hacer de una carrera mundana la cosa de primera importancia en su vida porque querían estar ocupados con ‘algo más interesante’ que los principios sólidos del cristianismo?
No cabe duda de que tales actitudes podrían haber resultado en que se enfriara el amor de los laodicenses para con Jehová, para con el Amo Jesucristo y para con su prójimo (Mateo 24:12; 22:37-39). De igual manera, si nosotros hoy dejamos que el materialismo nos robe el tiempo y si el ir en pos de una carrera llega a ser la cosa de primera importancia en nuestra vida, estaríamos en peligro de volvernos “tibios” en lo que tiene que ver con nuestra devoción, y al ser así estaríamos haciendo mecánicamente lo que tenemos que hacer para “asegurar” nuestra salvación, ‘simplemente en caso de que “la grande tribulación” sí llegue durante nuestra vida’. (Revelación 7:14.)
¡Cuánto mejor es el ser estimulador por medio de ser caluroso para con las personas a quienes les parece que el mundo es un lugar “frío” debido a que otros no muestran interés genuino en los problemas de los demás! ¡Cuánto mejor es el mostrarse refrescante como un vaso de agua fría para con los que sienten el “calor” de la injusticia!
Nuestros compañeros cristianos pueden sentirse estimulados también por el celo ejemplar de los que ponen en primer lugar los intereses del Reino (Mateo 6:33). Pueden sentirse refrescados por las palabras consoladoras y las obras amorosas de otros cuando estén enfermos o se enfrenten a circunstancias difíciles. Especialmente es bueno que los cristianos jóvenes mediten sobre cómo pueden hacer el mejor uso de su tiempo y sus energías.
Cómo evitar el ser tibio
¿Por qué usó tales palabras el resucitado Jesús al dirigirse a la congregación de Laodicea? Bien puede ser que estuvo refiriéndose al abastecimiento de agua de la ciudad. A diferencia de las ciudades cercanas de Hierápolis y Colosas, Laodicea no tenía su propia fuente de agua. Hierápolis era famosa por sus manantiales de agua caliente, los cuales en el invierno eran muy estimulantes para los viajeros cansados. El agua de Colosas era fría, de modo que era muy refrescante en el verano, cuando hacía calor. Pero el agua de Laodicea tenía que transportarse desde cierta distancia hasta la ciudad, primero en un acueducto abierto y luego a través de bloques de piedra cúbicos que tenían agujeros y estaban unidos con cemento. Es muy probable que el agua llegara tibia a los habitantes de la ciudad.
Jesucristo se refirió también a otros asuntos con los cuales habrían estado familiarizados los cristianos de Laodicea (Revelación 3:17, 18). En vez de ropas negras hechas de la lana suave y lustrosa que se estimaba altamente en la región, los laodicenses necesitaban conseguirse prendas exteriores blancas, que los identificarían como siervos cristianos de Jehová (Revelación 16:15). Se les aconsejó que, en lugar de ir en pos del “oro” que se utilizaba en las transacciones monetarias de Laodicea, manifestaran cualidades como la fe y el aguante, las cuales podían fortalecer mediante las pruebas y que eran mucho más valiosas y duraderas que cualesquier riquezas materiales (1 Corintios 3:10-15; 1 Pedro 1:6, 7). El “bálsamo para los ojos” en sentido espiritual resultaría mucho más eficaz que el polvo frigio para los ojos. Los laodicenses necesitaban discernir la esperanza de vida eterna y tener ésta presente al planificar las actividades de su vida. (Romanos 12:12; 1 Timoteo 4:7; Filipenses 3:13, 14.)
Esto encierra una lección para los cristianos de hoy. En vez de procurar satisfacer sus deseos de tener ropa de la última moda y la mejor clase de alimento, casa y transporte, el cristiano sabiamente procura “comprar” de Jesús “prendas exteriores”, “oro” y “bálsamo para los ojos” en sentido espiritual. Sí, Jesús dijo que estas cosas se tenían que “comprar”. Cuestan algo... el tiempo para asociarse con el pueblo de Dios; tiempo para estudiar la Palabra de Dios y las ayudas bíblicas; tiempo para meditar en lo que aprendemos y relacionar nuevos puntos con lo que ya sabemos a fin de ajustar nuestro modo de pensar; tiempo y esfuerzo para compartir con otras personas lo que aprendemos. Quizás esto signifique que tengamos que conformarnos con tener menos en sentido material para poder dedicar más tiempo al estudio de las Escrituras y a la obra de ayudar espiritualmente a otras personas. Tal proceder ciertamente mantendrá viva la esperanza cristiana.
Trampas del entretenimiento y la inmoralidad
Otras trampas amenazaban a los cristianos de Laodicea y quizás contribuyeron a que se volvieran “tibios”. Las excavaciones arqueológicas han revelado ruinas de un estadio, de teatros y de gimnasios. ¿Habrían permitido algunos cristianos que el amor al placer se infiltrara en su vida? Los siervos de Dios de hoy tienen que guardarse del deseo de divertirse incorrecta o excesivamente. Puede que a los cristianos jóvenes en particular les parezca que algo ande mal con ellos si no salen a ver una película o una representación teatral o si no tienen una fiesta cada semana, especialmente los sábados por la noche, cuando otros aparentemente están divirtiéndose. Dichos jóvenes cristianos quizás se sientan avergonzados si, el lunes por la mañana, no pueden participar en conversaciones sobre entretenimiento mundano con sus compañeros de escuela o de trabajo. Pero ¿por qué no hacer arreglos para divertirse con otros jóvenes que sean espiritualmente fuertes y con personas de mayor edad también? ¡Cuánto mejor es el refrescarse por medio de estar con “los que de corazón limpio invocan al Señor”! (2 Timoteo 2:22.)
La inmoralidad y la diversión excesiva amenazaban el bienestar espiritual de los cristianos de Laodicea también. El pueblo adoraba a Dionisio, dios griego del vino. Los adoradores de éste procuraban hacerse parte de él por asimilación mediante participar en bailes desenfrenados. El falo ocupaba una posición prominente en los ritos de este dios.
Hoy estamos rodeados de un mundo cuyas normas morales van decayendo cada vez más. Son numerosos los lugares donde la inmoralidad es la norma. Muchos de los bailes de tipo disco del día moderno se parecen al “furor” orgiástico que se desplegaba en honor de Dionisio o Baco. El pueblo de Jehová tiene que resistir la presión de participar en tales actividades si no quiere que se le ‘vomite de la boca de Jesús’. Ciertamente es vital que nuestra vida esté en armonía con la santidad y la pureza de Jehová. (1 Pedro 1:16.)
Manteniéndonos “calientes” o “fríos” hoy
Jesucristo recordó a los laodicenses que el que él los censurara y disciplinara era prueba de que los amaba. (Revelación 3:19). Les instó a que continuaran adquiriendo fuerza espiritual. Al observar el modo en que Jesús se presentó como “el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación por Dios”, los cristianos primitivos podían sentirse seguros de que el Hijo de Dios era digno de confianza y de que era seguro lo que él les había prometido (Revelación 3:14). Al igual que Jesús es el “principio” de la creación inteligente, él también es el “principio” de la creación de “nuevos cielos y una nueva tierra”, que los cristianos esperaban (2 Pedro 3:13). En el caso de ellos, el que ganaran el galardón era simplemente cuestión de tiempo.
Igualmente hoy, es tan solo cuestión de tiempo, y las pruebas indican que el tiempo en cuestión es corto (Revelación 12:12). Por lo tanto, no permita que la influencia del mundo haga que usted se vuelva “tibio”. Tenga cuidado de no verse envuelto en intereses materialistas. Considere cuidadosamente si es sabio centrar su vida en una carrera mundana. Vigile la cantidad y el tipo de diversión en la que usted participa, como también sus asociaciones. Manténgase espiritualmente fuerte y alerta por medio de invertir con sabiduría su tiempo en estudiar la Biblia, asistir a las reuniones con el pueblo de Jehová y participar celosamente en el servicio de su Dios. (1 Corintios 15:58.)
Para los que amaban a Jehová, el modo de ser y la personalidad de Jesucristo eran estimuladores por su calor, pero también eran refrescantes como un vaso de agua fría, pues calmaban a los que estaban agobiados por el pecado y las cargas de la vida (Mateo 11:28, 29; Juan 2:17). Los cristianos de hoy pueden seguir el ejemplo de Cristo por medio de obrar en armonía con el significado del mensaje que transmitió a la congregación de Laodicea.
[Ilustración en la página 28]
Un acueducto romano llevaba agua a Laodicea