La Palabra de Dios es viva
De ramera a persona amada por Dios
MUCHA gente hace lo que es malo sin darse cuenta de que lo que están haciendo desagrada a Dios. Por ejemplo, hay personas que tienen relaciones sexuales con personas con quienes no están casadas, algo que está en contra de la ley de Dios (Éxodo 20:14; Hebreos 13:4). Considere el caso de Rahab, cananea que vivió en Jericó.
Ésa es Rahab recibiendo en su casa a un cananeo. Él es un visitante que viene de otra ciudad. Puede que ella le dé de comer, lo haga ponerse cómodo para que pase la noche y le otorgue favores sexuales. Rahab es una ramera. Es una profesión aceptable entre las cananeas el recibir dinero de un hombre por proporcionarle placer sexual.
Algún tiempo después estos dos israelitas llegan a la casa de Rahab, y ella los aloja. Son espías de un campamento israelita que está localizado al otro lado del río Jordán, al lado opuesto de Jericó. No han venido a ver a Rahab para darle dinero a cambio de favores sexuales. Más bien, se dan cuenta de que la casa de Rahab puede ser un buen lugar donde quedarse sin despertar demasiadas sospechas.
No obstante, los espías son reconocidos cuando entran en la casa de Rahab. El rey de Jericó recibe un informe de esto. Inmediatamente envía a la casa de Rahab a estos hombres que se ven en la ilustración. Éstos ordenan: ‘Saca a los hombres que vinieron a tu casa’. Pero Rahab dice: ‘Sí, unos hombres vinieron aquí, pero justamente cuando estaba oscureciendo salieron. Corran tras ellos’. En realidad, Rahab estaba ocultando en el techo de su casa a los espías.
¿Qué hará Rahab ahora? Ella expresa fe en Jehová Dios y hace que los espías le prometan que a ella y a su familia se les perdonará la vida cuando Jehová dé a Jericó en manos de los israelitas. Cuando los espías le hacen esa promesa, Rahab los ayuda a escapar al hacerlos descender por una soga que cuelga por encima del muro.
Poco después el ejército israelita viene y marcha alrededor de Jericó. Al séptimo día marchan siete veces alrededor de la ciudad, y, milagrosamente, los muros de Jericó se desploman. Pero, como habían prometido los espías, Rahab y su familia son conservados con vida. Más tarde, Rahab se casa con un israelita llamado Salmón. Con el tiempo tienen un hijo llamado Booz, quien llega a ser el bisabuelo del rey David. Rahab es ciertamente un excelente ejemplo de una persona que hizo cosas malas, pero cambió de modo de vida y llegó a ser persona amada por Jehová Dios. (Josué 2:1-24; 6:1-25; Rut 4:21, 22; Mateo 1:5; Hebreos 11:31.)