La búsqueda de la igualdad
A NADIE le gusta sentirse inferior. “Todos somos hijos de Adán”, es un dicho común. ¿No nos resulta desagradable el que alguien tenga un aire de superioridad? Fundamentalmente, contribuye a un sentido de seguridad el sentirse igual a los demás. Sin embargo, es más fácil reflexionar sobre la igualdad y hablar de ella que conseguirla, como lo han experimentado muchas personas. Considere el siguiente ejemplo.
En 1776 las colonias inglesas en América del Norte hicieron valer su demanda de tener autonomía. En su famosa Declaración de Independencia proclamaron entre las “verdades que son evidentes” que “todos los hombres son creados iguales”. Declararon también que todo ciudadano tenía el derecho de disfrutar de la “vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
La población de las 13 colonias, cuando se separaron de Gran Bretaña, era de unos tres millones de personas. De estas, más de medio millón eran esclavos. Tomó casi cien años abolir la esclavitud en los Estados Unidos de América. Tomás Jefferson, uno de los principales promotores de la Declaración, siguió siendo dueño de esclavos toda su vida. Los objetivos de esa Declaración eran nobles; sin embargo, se requería tiempo para que se realizara siquiera parte de aquellos principios fundamentales de la igualdad.
Por toda la Tierra todavía hay muchas personas que no tienen mucha libertad o que son víctimas de discriminación. Hay quienes, al darse cuenta de esto, dedican su vida a esforzarse por eliminar toda clase de injusticia y desigualdad. En una de las publicaciones más recientes de las Naciones Unidas sobre el tema de la libertad se hace referencia más de una docena de veces al hecho de ser iguales y a la necesidad de la igualdad. Esta evidentemente sigue siendo una meta difícil de alcanzar. ¿Por qué?
El problema es que la igualdad tiene muchas facetas y no es fácil definirla. La gente busca la igualdad de diferentes maneras, dependiendo de sus circunstancias. ¿Hasta qué grado, pues, puede decirse que los hombres son iguales? ¿Qué podemos esperar dentro de los límites razonables, tanto ahora como en el futuro, en cuanto a la igualdad con nuestro semejante?
La igualdad... ¿hasta qué grado existe hoy?
Un príncipe y un mendigo pueden nacer el mismo día en la misma ciudad, pero es probable que el uno sea favorecido con riquezas y privilegios mientras que al otro le afecte la pobreza. Este es solo un aspecto que muestra por qué no se puede decir que hoy día todas las personas nacen iguales.
Mucho depende de la comunidad en la cual vivamos y los grados de igualdad que se hayan desarrollado en esta a través de los años. La Encyclopædia Britannica resume muy bien el asunto:
“Todas las sociedades necesariamente hacen arreglos para compartir la riqueza, el poder y otros valores. Entre las personas y los grupos estos arreglos exhiben todo grado de igualdad y desigualdad”.
En cualquier comunidad, cada persona tiene algo que aportar que es únicamente suyo. Por lo tanto, hay quienes han procurado hacer uso de los talentos y habilidades individuales de todos y distribuir equitativamente la riqueza y los medios de producción. De aquí la máxima comunista: “De cada cual de acuerdo con su habilidad, a cada cual de acuerdo con su necesidad”. También: “De cada cual de acuerdo con su capacidad, a cada cual de acuerdo con su trabajo”. Pero, a pesar del aparente atractivo de tales filosofías, las desigualdades persisten bajo todos los sistemas humanos de gobierno.
El hecho es que, en vez de promover la igualdad, algunos sistemas políticos han procurado aprovecharse de supuestas desigualdades raciales. Recuerde el énfasis que dio el nazismo a la idea de una “raza superior”. Sin embargo, ya hace mucho tiempo que se ha desacreditado la idea de una raza superior. Aparte de las diferencias evidentes en las características físicas, “se hace difícil establecer verdaderas diferencias raciales en el comportamiento y la inteligencia”, dice la Encyclopædia Britannica. Dicha igualdad racial es básica.
La educación y la habilidad
La educación podría contribuir grandemente a la igualdad si se pudiera disponer fácilmente de los servicios educativos, pero no siempre resulta ser así. En muchos países se tiene que trabajar duro para sufragar los gastos hasta de la educación más rudimentaria.
Por ejemplo, en cierto país del hemisferio sur solo el 20 por 100 de la población sabe leer y escribir. Y no es extraño hallar en ese lugar familias en las que los dos hijos mayores han recibido una educación razonablemente buena mientras que los demás no han recibido ninguna educación en absoluto, simplemente porque el presupuesto de la familia no lo permite. Otros países en vías de desarrollo se enfrentan a problemas similares.
Esta situación tiende a perpetuar la desigualdad porque, en nuestra sociedad moderna, las personas educadas tienen mayor posibilidad de hacer progresos debido a que el sistema económico las favorece. Aun así, los diplomas de ciertas universidades son más cotizados que los de otras por tener las primeras mayor prestigio. De modo que la educación no es de ningún modo la respuesta final al problema actual de la desigualdad.
Derechos fundamentales
Puede que los factores genéticos determinen que los humanos no pueden ser idénticos en todo sentido; sin embargo, ¿no concuerda usted en que debería existir la igualdad con relación a ciertos factores fundamentales? ¿No estaría mucho mejor la humanidad si se pudiera hacer progresos en los siguientes campos?:
IGUALDAD RACIAL: ¿Cómo podemos sobreponernos al estigma o mala fama que con mucha frecuencia una raza o clase atribuye a otra? Son profundos los sentimientos de resentimiento y causan muchos problemas. ¿Qué se puede hacer para asegurar que a todos se les trate como iguales y se les conceda la dignidad que merecen?
ALIMENTO: ¿Cómo responde usted cuando ve fotografías de niños que se están muriendo de hambre y lee de los millones de personas que anualmente mueren de desnutrición o de enfermedades relacionadas a esta? Es bien sabido que podría haber suficiente alimento para la población del mundo. ¿Por qué, pues, no se distribuye este de manera más equitativa para aliviar tal sufrimiento?
TRABAJO: El desempleo puede causar angustia y frustración... hasta llevar al suicidio. ¿No se puede lograr que todos tengan un empleo con salario? ¿No pueden todos tener la misma oportunidad de conseguir empleo?
EDUCACIÓN: ¿No deberían todos tener a su alcance por lo menos una educación básica, de modo que se pueda eliminar el analfabetismo? En vez de tender a aumentar las diferencias entre las clases (de modo que ‘los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres’), ¿no podría la educación ayudar a mejorar la condición de todos? Esto resultaría ser especialmente cierto si la educación no se limitara a los asuntos técnicos, sino que abarcara también normas morales y principios que contribuyeran a las buenas relaciones humanas.
¡De seguro usted concordará en que todavía queda un largo trecho por recorrer en la búsqueda de la igualdad!