¿Sigue viva el alma después de la muerte?
“ALMA: La parte espiritual del hombre que supuestamente sigue viva después de la muerte y que puede sentir felicidad o angustia en un estado futuro” (The Compact Edition of the Oxford English Dictionary). La mayoría de las religiones concuerdan hasta cierto grado con esa definición. La New Catholic Encyclopedia dice: “La doctrina de que el alma humana es inmortal y sigue existiendo después de la muerte del hombre [...] es una de las piedras angulares de la filosofía y la teología cristianas”.
Pero quizás le sorprenda saber que esta creencia fundamental proviene de la filosofía pagana. Mucho antes del nacimiento de Jesús se creía que el alma era algo intangible que podía existir aparte del cuerpo. Por eso podía seguir viviendo tras la muerte del cuerpo, en la forma de un fantasma o espíritu.
Los griegos explicaban esta creencia en términos filosóficos. Se dice que Sócrates, famoso filósofo griego, dijo: “El alma [...], si sale pura y no lleva consigo nada que pertenezca al cuerpo [...], se va a lo que se asemeja a ella, a lo invisible, divino, inmortal y sabio, y al llegar allá es feliz, queda libre del error, la insensatez y el temor [...] y de todo otro padecimiento humano, y [...] vive en verdad para siempre con los dioses” (Phaedo, 80, D, E; 81, A).
No es enseñanza bíblica
Entonces, ¿cómo sucedió que ahora enseñan esa creencia pagana de la inmortalidad del alma el cristianismo y el judaísmo?
La New Catholic Encyclopedia expone incompletamente este asunto así: “La noción de que el alma sobreviva después de la muerte no se percibe fácilmente de la Biblia”. ¡Sería más exacto decir que la doctrina de la inmortalidad del alma no se halla en absoluto en la Biblia! Esa enciclopedia reconoce: “El mismísimo concepto del alma humana en el A[ntiguo] T[estamento] difiere del concepto de la filosofía griega y la moderna”.
En el llamado Antiguo Testamento la palabra hebrea né·fesch, que por lo general se traduce “alma”, aparece 754 veces. En el llamado Nuevo Testamento la palabra griega psy·kjé, que también se traduce comúnmente “alma”, aparece 102 veces. Al examinar cómo se usan estas palabras en la Biblia, surge un cuadro sorprendente.
En Génesis 2:7 leemos que Dios sopló en las narices de Adán el aliento de vida, y Adán “vino a ser alma viviente [né·fesch, en hebreo]”. Note lo siguiente: A Adán no se le dio un alma viviente; él llegó a ser alma viviente. En otras palabras, ¡el recién creado Adán era un alma! Con razón la New Catholic Encyclopedia llega a esta conclusión: “Según el A[ntiguo] T[estamento] el alma no se refiere a una parte del hombre, sino al hombre completo... al hombre como ser viviente”.
Otros textos bíblicos confirman esto. Por ejemplo, Levítico 7:20 hace referencia al “alma que coma la carne del sacrificio de comunión”. Levítico 23:30 dice: “En cuanto a cualquier alma que haga trabajo de clase alguna”. Proverbios 25:25 dice: “Como agua fría a un alma cansada, así es un buen informe procedente de un país distante”. Y Salmo 105:18 nos dice: “Con grilletes afligieron sus pies, en hierros entró su alma”. Ahora bien, ¿qué es lo que puede comer carne, hacer trabajo, refrescarse con agua y ser puesto en hierros? ¿Es alguna parte espiritual separada del hombre, o es el hombre mismo? La contestación es obvia.
Es interesante notar que no solo el hombre es un alma. Génesis 1:20 nos dice que en un período de creación Dios dijo: “Enjambren las aguas un enjambre de almas vivientes”. Sí, ¡hasta los peces son almas! En otro período de creación, ¡Dios indicó que el ‘animal doméstico y el animal moviente y la bestia salvaje’ son almas! (Génesis 1:24; compárese con Levítico 11:10, 46; 24:18; Números 31:28; Job 41:21; Ezequiel 47:9.)
Por lo tanto, en la Biblia “alma” no se refiere a ninguna sombra espiritual que abandone al cuerpo después de la muerte. Significa una persona o un animal, o la vida de que disfruta la persona o el animal.
¿Qué sucede después de la muerte?
Es patente, pues, que no hay conformidad entre la Biblia y el concepto pagano de que el hombre posee un alma inmortal. ¿Quiénes cree usted que enseñaron la verdad con relación a este asunto?: ¿los filósofos griegos paganos, o el pueblo que estaba en pacto con Dios? No hay duda de que fue el pueblo de Dios, a quien él dio su Palabra inspirada.
Todavía queda la pregunta: ¿Qué le sucede al alma cuando alguien muere? Puesto que el alma es la persona, está claro que el alma muere cuando la persona muere. En otras palabras, una persona muerta es un alma muerta. Muchos textos bíblicos confirman esto. “El alma que peca... ella misma morirá”, dice Ezequiel 18:4. En Jueces 16:30 leemos: “Y Sansón procedió a decir: ‘Muera mi alma con los filisteos’”. Otros textos muestran que las almas pueden ser cortadas de la existencia (Génesis 17:14), heridas a filo de espada (Josué 10:37), sofocarse (Job 7:15) y ahogarse (Jonás 2:5). Un alma difunta, o un alma muerta, es una persona muerta. (Levítico 19:28; 21:1, 11.)
Entonces, ¿en qué condición están las almas muertas? Dicho de manera sencilla, la muerte es lo contrario de la vida. Todos nuestros sentidos están enlazados con nuestro cuerpo físico. Nuestras facultades de ver, oír y pensar dependen del funcionamiento apropiado de nuestros ojos, oídos y cerebro. Sin ojos no podemos ver. Sin oídos no podemos oír. Sin cerebro no podemos hacer nada. Cuando la persona muere, todos estos órganos físicos cesan de funcionar. Cesamos de existir.
Por eso Eclesiastés 9:5, 10 dice: “En cuanto a los muertos, ellos no tienen conciencia de nada en absoluto [...] No hay trabajo ni formación de proyectos ni conocimiento ni sabiduría en el Seol [el sepulcro], el lugar adonde vas”. De manera similar, Salmo 146:3, 4 declara: “No cifren su confianza en nobles, ni en el hijo del hombre terrestre, a quien no pertenece salvación alguna. Sale su espíritu [fuerza de vida], él vuelve a su suelo; en ese día de veras perecen sus pensamientos”. Así, cuando la persona (el alma) muere, sencillamente deja de existir.
De enseñanza pagana a doctrina eclesiástica
‘Pero ¿no enseña el Nuevo Testamento que el alma es inmortal?’, quizás pregunten algunos. En absoluto. La New Catholic Encyclopedia admite: “El N[uevo] T[estamento] es fiel al entendimiento que sobre la muerte presenta el A[ntiguo] T[estamento]”. Es decir, el “Nuevo Testamento” enseña que el alma muere. Jesucristo no creía que el alma fuera inmortal. Preguntó: “¿Es lícito en sábado hacer un hecho bueno, o hacer un hecho malo?, ¿salvar un alma, o matarla?”. (Marcos 3:4.) El apóstol cristiano Pablo también apoyó el punto de vista del “Antiguo Testamento” acerca del alma cuando citó de Génesis 2:7: “Así también está escrito: ‘El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente’”. (1 Corintios 15:45.)
Entonces, ¿cómo se convirtió en doctrina eclesiástica ese concepto platónico? La Encyclopædia of Religion and Ethics, por James Hastings, explica: “Cuando el evangelio cristiano salió por la puerta de la sinagoga judía y entró en la arena del Imperio Romano, una idea del alma fundamentalmente hebrea fue transferida a un entorno de pensamiento griego, y las consecuencias del proceso de adaptación no fueron mínimas”. Los maestros de la iglesia se esforzaron por hacer su mensaje “inteligible a un mundo de pensamiento griego” usando “los términos y conceptos ya fijos de la sicología griega”. Hubo teólogos judíos que también empezaron a manifestar “vigorosas influencias del platonismo” en sus escritos (Encyclopædia Judaica).
De modo que la enseñanza bíblica sobre el alma fue descartada y sustituida por una doctrina que sin lugar a dudas era pagana. De ningún modo se puede justificar esto sobre la base de que al hacerlo el cristianismo sería más atractivo para las masas. Al predicar en Atenas, el mismísimo corazón de la cultura griega, el apóstol Pablo no enseñó la doctrina platónica del alma. Al contrario, predicó la doctrina cristiana de la resurrección aunque a muchos de sus oyentes griegos se les hizo difícil aceptar lo que dijo. (Hechos 17:22-32.)
De hecho, el apóstol Pablo advirtió contra el mezclar la verdad bíblica con el paganismo, así: “¿Qué participación tiene la luz con la oscuridad? Además, ¿qué armonía hay entre Cristo y Belial?”. (2 Corintios 6:14, 15.) ¡No hay duda de que la cristiandad ha deshonrado a Dios al permitir que una enseñanza pagana se haya convertido en piedra angular de su filosofía y teología!
Esperanza para los muertos
La gente puede creer lo que quiera, con toda libertad. No obstante, no se puede negar que la doctrina de la inmortalidad del alma no tiene base bíblica. Entonces, ¿significa esto que para los humanos no hay esperanza de sobrevivir a la muerte?
Después que Job hizo la pregunta: “¿Puede [el hombre] volver a vivir?”, pasó a dar la respuesta bajo inspiración. Dijo: “Tú [Jehová] llamarás, y yo mismo te responderé. Por la obra de tus manos sentirás anhelo”. (Job 14:14, 15.) Sí; la Biblia habla de la esperanza de una resurrección para todos los que están en la memoria de Dios. ¡El deseo intenso de él es hacer que vuelvan a la vida sus siervos fieles, como Job! Cristo Jesús confirmó así que esta esperanza se realizará: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio”. (Juan 5:28, 29.)
Cuando llegue el tiempo de cumplirse esa profecía, según la promesa de Isaías 25:8, Dios “realmente se tragará a la muerte para siempre”. Eso significará un mundo en que, como dice Revelación 21:4, “la muerte no será más”. ¿Quisiera usted vivir en un mundo donde ya no haya servicios funerales, ni funerarias, ni lápidas sepulcrales, ni cementerios, ni lágrimas que se deban al dolor, sino donde solo haya lágrimas de gozo?
Quizás a usted se le haya inculcado en la mente desde la infancia la doctrina de la inmortalidad del alma. Sin embargo, un estudio de la Biblia le ayudará a desarrollar fe en las promesas libertadoras de la Bibliaa. También puede aprender qué hacer para heredar la promesa bíblica, no de sobrevivir como alma inmortal, ¡sino de alcanzar la “vida eterna” en un Paraíso en la Tierra! (Juan 17:3; Lucas 23:43.)
[Nota a pie de página]
a Si usted desea estudiar la Biblia, sírvase escribir a los publicadores de esta revista o póngase en comunicación con los Testigos en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová de su localidad.