“Quitémonos nosotros también todo peso”
“Estoy muy triste y desanimada —se lamentaba Mary. Refiriéndose a la carga de responsabilidades cristianas, añadió—: Veo a hermanos que están muy fatigados. Yo también estoy cansada y tensa. Por favor, explíquenme a qué se debe esto.”
¿SE SIENTE usted también bajo tensión, demasiado cansado para atender del modo debido sus responsabilidades teocráticas? ¿Le parece a veces que el ministerio cristiano es una carga pesada e insoportable? Muchos cristianos fieles experimentan períodos de desánimo, pues estamos rodeados constantemente de fuerzas hostiles que nos roban el gozo. El ser cristiano genuino hoy es un verdadero desafío. Por eso, puede que a veces algunos piensen que el ministerio cristiano es una carga pesada.
¿A qué se debe esto?
Las Escrituras muestran claramente que Jehová no es irrazonable en cuanto a lo que exige de nosotros. El apóstol Juan dijo que los “mandamientos [de Dios] no son gravosos”. (1 Juan 5:3.) Jesús dijo algo parecido a sus seguidores: “Tomen sobre sí mi yugo y aprendan de mí, porque soy de genio apacible y humilde de corazón, y hallarán refrigerio para sus almas. Porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. (Mateo 11:29, 30.) Es obvio que Jehová no desea que nos sintamos agobiados ni cargados mientras le servimos.
Entonces, ¿cómo es posible que un cristiano fiel llegue a ver sus responsabilidades cristianas como una carga pesada? Varios factores pudieran contribuir a esto. Note estas palabras del apóstol Pablo: “Quitémonos nosotros también todo peso [...], y corramos con aguante la carrera que está puesta delante de nosotros”. (Hebreos 12:1.) Esas palabras de Pablo indican que habrá ocasiones en que el cristiano tal vez ponga cargas innecesarias sobre sí mismo. Esto no necesariamente se refiere a pecados graves. Pero puede que el cristiano cometa errores de juicio que compliquen muchísimo su vida y le hagan muy difícil correr la carrera que ha sido puesta delante de nosotros.
Un punto de vista equilibrado sobre las cosas materiales
Por ejemplo, consideremos el asunto del trabajo seglar. En muchos países las condiciones económicas pudieran obligar a un cristiano a trabajar muchas horas. No obstante, muchas veces la gente efectúa más trabajo con el único fin de adelantarse a otros o de acumular riquezas. Algunos cristianos que han reexaminado sus verdaderas necesidades han hallado prudente hacer ajustes con relación a su trabajo seglar. Así sucedió en el caso de Debbie y su esposo, quienes son testigos de Jehová. Ella dice: “Puesto que nuestra situación económica había cambiado, ya no era necesario que yo tuviera un empleo seglar. Pero se me hacía difícil dejar el empleo”. Pronto empezó a sentirse presionada por lo mucho que tenía que hacer. Explica: “El sábado era el único día que me quedaba para las tareas domésticas. Muchas veces no tenía deseos de salir al servicio del campo. Aquello me hacía sentir mal, y la conciencia me molestaba, ¡pero mi trabajo me encantaba! Finalmente tuve que enfrentarme con la realidad. Había una sola solución. Abandoné mi empleo”. Es cierto que algunos quizás no puedan hacer un ajuste tan radical. Con todo, puede que un examen cuidadoso del horario de trabajo suyo le revele que tiene que hacer algunos cambios.
Pudiera haber otras maneras de librarnos de cargas innecesarias. ¿Qué hay de reducir la cantidad de veces que hacemos viajes de placer, o participamos en actividades deportivas o en otra clase de entretenimiento... incluso el tiempo que pasamos viendo la televisión? Y aun después de lograr un buen equilibrio en estas actividades, tal vez tengamos que hacer reajustes constantes para mantener ese equilibrio.
Es vital ser razonable
El ser razonable en estos asuntos nos ayudará a adaptarnos a nuevas circunstancias que surjan. Así podemos mantener un punto de vista positivo sobre nuestro ministerio. (Efesios 5:15-17; Filipenses 4:5.)
¿Se siente bajo la presión de mantenerse al paso con lo que otros hacen en su servicio a Dios? Esto también puede añadir inquietud y frustración a su vida. Aunque el buen ejemplo de otros ciertamente puede animarlo a hacer más, el ser razonable le ayudará a fijarse metas realistas con arreglo a sus propias circunstancias y capacidades. Las Escrituras nos dicen: “Que cada uno pruebe lo que su propia obra es, y entonces tendrá causa para alborozarse respecto de sí mismo solo, y no en comparación con la otra persona. Porque cada uno llevará su propia carga de responsabilidad”. (Gálatas 6:4, 5.)
Costumbres y tradiciones locales también pudieran aumentar nuestras cargas. En los días de Jesús el tratar de cumplir con las muchas reglas y tradiciones religiosas que los hombres habían impuesto agotaba a la gente. Hoy día el pueblo de Jehová ha sido librado de las falsas tradiciones religiosas. (Compárese con Juan 8:32.) Con todo, pudiera ser que un cristiano llegara a estar excesivamente preocupado por seguir las costumbres locales. Por ejemplo, a veces en ciertas ocasiones, como en las bodas, se siguen costumbres cargadas de detalles. Quizás esas costumbres no sean incorrectas, y tal vez hasta sean agradables e interesantes. Sin embargo, puede ser que los cristianos no tengan ni el tiempo ni los medios económicos que les permitan observar todas esas costumbres, y el tratar de hacerlo pudiera añadir cargas innecesarias.
Considere lo que sucedió cuando Jesús visitó a una mujer llamada Marta. En vez de beneficiarse plenamente de la sabiduría divina de Jesús, “Marta [...] estaba distraída atendiendo a muchos quehaceres”. Estaba cargada atendiendo muchos detalles. (Lucas 10:40.) Pero Jesús le sugirió bondadosamente que simplificara los preparativos para la comida de modo que se beneficiara de lo que él enseñaba. (Lucas 10:41, 42.) Este ejemplo ilustra bien que el buen juicio y el ser razonable le ayudará a alcanzar el equilibrio apropiado en su ministerio cristiano. (Santiago 3:17.)
También requiere buen juicio el seleccionar su compañía. Proverbios 27:3 advierte: “Lo pesada que es una piedra y una carga de arena... pero la irritación por alguien tonto es más pesada que ambas”. Sus compañeros íntimos siempre van a ejercer gran influencia en su modo de pensar. El asociarse con personas que están prestas a hallar faltas en otros miembros de la congregación y a criticarlos pudiera sembrar en usted semillas de desánimo y un modo de pensar negativo. (1 Corintios 15:33.) Si usted discierne que tiene este problema, unos cambios prudentes con relación a su compañía pudieran aligerar su carga.
Sea modesto al andar con Dios
En Miqueas 6:8 hallamos esta pregunta interesante: “¿Qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino [...] ser modesto al andar con tu Dios?”. La modestia se define como una virtud del que no adopta ni muestra una elevada opinión de sí mismo. Los que no reconocen sus limitaciones pueden agobiarse con demasiados compromisos. Eso les ha sucedido a cristianos maduros, hasta a superintendentes, y ha producido desánimo, frustración y pérdida de gozo. Kenneth, un anciano cristiano, confesó: “Noté que me estaba deprimiendo, y dije: ‘No voy a permitir que esto me suceda’. Así que dejé de aceptar tantos compromisos y me concentré en lo que podía lograr”.
Hasta al humilde profeta Moisés se le hizo difícil reconocer sus propias limitaciones. Por eso Jetró, su suegro, tuvo que razonar con Moisés respecto a la cantidad excesiva de trabajo que estaba tratando de efectuar por sí mismo. “¿Qué clase de negocio es este que haces por el pueblo?”, preguntó Jetró. “La manera como lo estás haciendo no es buena. De seguro te agotarás [...] porque este negocio es una carga demasiado grande para ti. No puedes hacerlo tú solo. [...] Pero tú mismo debes seleccionar de entre todo el pueblo hombres capaces, [...] y tiene que suceder que toda causa grande te la traerán a ti, pero toda causa pequeña ellos mismos la manejarán como jueces. Así hazlo más ligero para ti, y ellos tienen que llevar la carga contigo.” Enseguida Moisés empezó a delegar parte de su trabajo a otros, y así halló alivio de lo que se estaba convirtiendo en una carga insoportable. (Éxodo 18:13-26.)
En otra ocasión Moisés dijo a Jehová: “No puedo, por mí solo, llevar a todo este pueblo, porque es demasiado pesado para mí”. De nuevo, la solución fue delegar trabajo. Puede que esta también sea la solución a su problema si se siente agobiado por demasiados compromisos. (Números 11:14-17.)
Jehová nos ayuda a llevar la carga
Jesús dijo que su yugo era suave y su carga era ligera, pero no dijo que era sin peso en absoluto. El yugo que Jesús nos invitó a tomar sobre nosotros no es uno de ociosidad. Es un yugo de dedicación completa a Dios como discípulo de Jesucristo. Por lo tanto, el ser cristiano genuino implica algún peso o presión sobre nosotros. (Mateo 16:24-26; 19:16-29; Lucas 13:24.) A medida que empeoren las condiciones mundiales, las presiones van a aumentar. Sin embargo, tenemos razón para optimismo, pues la invitación de Jesús da a entender que otros podían ponerse debajo de Su yugo con él y que él los ayudaríaa. Como se ve, mientras sigamos la dirección de Cristo podremos llevar nuestra carga, porque él nos ayuda.
Dios se interesa en los que lo aman, y guarda el corazón y las facultades mentales de los que le oran y arrojan su carga sobre él. (Salmo 55:22; Filipenses 4:6, 7; 1 Pedro 5:6, 7.) “Bendito sea Jehová, que diariamente nos lleva la carga, el Dios verdadero de nuestra salvación”, dijo el salmista. (Salmo 68:19.) Sí, puede estar seguro de que Dios llevará diariamente la carga de usted también si se quita todo peso y corre con aguante la carrera que está puesta delante de usted.
[Nota a pie de página]
a La nota al pie de la página dice: “Pónganse debajo de mi yugo conmigo”.
[Fotografía en la página 24]
Los ancianos sabios están dispuestos a delegar algunas tareas y compartir su carga