“Pónganse la armadura completa que proviene de Dios”
¿CRISTIANOS con armadura? ¿Por qué deben llevar tal equipo bélico? ¿No son amadores de la paz? (2 Timoteo 2:24.) Sí, lo son. Sin embargo, todo cristiano verdadero toma parte en una pelea... una en la que se esfuerzan, no por matar, sino por vencer.
Si Satanás no se hubiera rebelado, esa pelea nunca habría sido necesaria. Pero se rebeló, y extravió a Adán y Eva de modo que se unieron a su rebelión. El sistema mundial que se ha desarrollado desde entonces yace en el poder “del inicuo”, Satanás el Diablo. (1 Juan 5:19.) Los que se someten al Soberano legítimo, Jehová, tienen que resistir la influencia del mundo y su gobernante. Tienen que pelear por su vida espiritual. Con este fin, a los cristianos se les exhorta: “Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo”. (Efesios 6:11.)
La armadura
Note que necesitamos “la armadura completa que proviene de Dios” si queremos estar debidamente protegidos. Por lo tanto, examinemos cada pieza de esta armadura que el apóstol Pablo describe y evaluémonos con honradez para determinar si estamos completamente equipados para el guerrear espiritual. (Efesios 6:14-17.)
“Estén firmes, por lo tanto, teniendo los lomos ceñidos con la verdad.” (Efesios 6:14a.) En tiempos bíblicos los soldados usaban un cinturón de cuero que medía hasta 15 centímetros (6 pulgadas) de ancho. Este cinturón ayudaba a proteger los lomos. El que el soldado se ajustara el cinturón significaba que estaba listo para la batalla.
Por eso, ¡qué apropiado es que se compare la verdad divina con el cinturón del soldado! Esto ilustra bien que debemos mantener muy cerca de nosotros la Palabra de verdad de Dios, como si estuviéramos ceñidos con ella. Debemos reflexionar profundamente sobre los pensamientos que contiene la Palabra de Dios. Esto nos protege de que mentiras y engaños nos descarríen. Además, los dichos de la boca de Jehová nos apoyan y fortalecen en sentido espiritual y refuerzan nuestra integridad.
“Teniendo puesta la coraza de la justicia.” (Efesios 6:14b.) La coraza del soldado protegía un órgano físico vital: el corazón. En nuestra armadura espiritual que proviene de Dios, pues, la justicia nos protege el corazón. En las Escrituras el corazón es un símbolo apropiado de lo que somos por dentro: nuestros sentimientos, pensamientos y deseos. Puesto que la Biblia también dice que el corazón se inclina a la maldad, es vital que cultivemos la resolución de adherirnos a la norma de justicia de Jehová. (Jeremías 17:9.) El obedecer a Dios no debe ser un despliegue exterior hipócrita; tiene que venir de adentro. Esto requiere que desarrollemos amor intenso a la justicia y un odio igualmente intenso al desafuero. (Salmo 45:7.) Así protegemos nuestro corazón.
“Teniendo calzados los pies con el equipo de las buenas nuevas de la paz.” (Efesios 6:15.) ¿Tiene usted los pies calzados así? ¿Lo llevan con regularidad al ministerio del campo para declarar las buenas nuevas? ¿Se esfuerza por mejorar la calidad de su predicación y enseñanza? Es verdad que en ciertos territorios se obtienen relativamente pocos resultados buenos. Puede que las personas sean indiferentes, apáticas o antagónicas. Quizás nuestra predicación hasta nos acarree persecución. Pero al perseverar, los cristianos desarrollan aguante, una cualidad que provee protección contra los ataques de Satanás. Aunque sufrió persecución, Pablo fue un predicador celoso, y se nos anima a ‘ser imitadores de él, así como él lo fue de Cristo’. (1 Corintios 11:1.)
El mantenernos ocupados en la actividad de predicar el Reino fortalece nuestra confianza en las buenas nuevas. Además, permite que el espíritu de Jehová obre mediante nosotros en el cumplimiento de su voluntad. De hecho, tal actividad nos hace colaboradores de los ángeles... y hasta de Jehová Dios mismo. (1 Corintios 3:9; Revelación 14:6.) Y el tener “mucho que hacer en la obra del Señor” nos hace “constantes, inmovibles”. (1 Corintios 15:58.) ¡Qué magnífica protección para nosotros!
“Tomen el escudo grande de la fe.” (Efesios 6:16.) Con un escudo grande, el soldado de tiempos antiguos se protegía de las lanzas y las flechas. Si no usaba un escudo, podía ser herido gravemente o hasta perder la vida. Los cristianos afrontan armas aún más mortíferas: “los proyectiles encendidos del inicuo”. Entre estos están todos los recursos que Satanás tiene a su disposición para debilitar nuestra fe y matarnos en sentido espiritual. Abarcan la persecución, mentiras, filosofías mundanas engañosas, atracciones materialistas y la tentación de cometer inmoralidad. Para protegernos de todas ellas, necesitamos un escudo grande. No podemos dejar que ninguna parte de nosotros quede expuesta al peligro.
Abrahán y su esposa, Sara, tuvieron fe firme. Cuando habían pasado la edad para tener hijos, cifraron su fe en la promesa de Dios de que les nacería descendencia. Después Abrahán mostró una fe extraordinaria cuando obedeció el llamado de sacrificar a Isaac, su único hijo mediante su amada Sara. Jehová detuvo la mano de Abrahán y proveyó un sacrificio sustitutivo. Pero Abrahán estaba dispuesto a obedecer. ¿Por qué? Porque tenía fe absoluta en que Jehová podía resucitar a su hijo y cumplir las promesas relacionadas con él. (Romanos 4:16-21; Hebreos 11:11, 12, 17-19.)
Moisés también tuvo la clase de fe que necesitamos. Rechazó las riquezas de Egipto y, en vez de eso, prefirió ser oprimido con el pueblo de Dios. ¿Por qué? Porque tenía fe en que Jehová existía y que salvaría a los israelitas. Tan firme era la fe de Moisés que “continuó constante como si viera a Aquel que es invisible”. (Hebreos 11:6, 24-27.)
¿Es nuestra fe en Jehová como la de Moisés? ¿Tenemos una relación tan estrecha con Jehová que es como si pudiéramos verlo? ¿Estamos dispuestos a hacer cualquier sacrificio o a aguantar cualquier penalidad a fin de conservar nuestra buena relación con Dios? ¿Tenemos plena fe en Jehová? (Hebreos 11:1.) Si así es, los proyectiles encendidos de Satanás no podrán atravesar nuestro escudo de la fe.
“Acepten el yelmo de la salvación.” (Efesios 6:17a.) El yelmo protegía la cabeza del soldado y, por lo tanto, el cerebro... el órgano de la coordinación neural y del pensamiento. La esperanza cristiana de la salvación se compara con un yelmo porque protege la mente. La mente del cristiano se ha hecho nueva mediante el conocimiento exacto, pero todavía pertenece a una persona débil e imperfecta. (Romanos 7:18; 12:2.) Si alimentamos la mente con pensamientos inmundos que destruyen la fe, producidos por el espíritu de este mundo, nuestra confianza en la salvación se debilitará y tal vez finalmente se desvanezca. Por otro lado, si alimentamos de continuo la mente con las palabras fortalecedoras de Dios, nuestra esperanza se conservará brillante y clara. ¿Mantiene usted firmemente ajustado su yelmo de la salvación?
“La espada del espíritu, es decir, la palabra de Dios.” (Efesios 6:17b.) El dicho de que la mejor defensa es una buena ofensiva aplica al guerrear cristiano. A medida que los pies —calzados con las buenas nuevas de la paz— nos llevan entre los incrédulos, no estamos desarmados. La Palabra de Dios, la Biblia, obra como una poderosa espada para cortar mentiras espirituales y conceptos falsos y ayudar a las personas de corazón recto a hallar la libertad espiritual. (Juan 8:31, 32.)
Jesús mostró el poder que tiene esta arma cuando, en efecto, trabó un combate con Satanás el Diablo. Cuando fue tentado en el desierto, Jesús se defendió de tres ataques satánicos por medio de usar eficazmente la Palabra de Dios y decir: “Está escrito”. (Mateo 4:1-11.) Si aprendemos a usar esta espada con destreza, podemos ayudar a los mansos a librarse del dominio de Satanás. Así también los ancianos de congregación usan la Palabra de Dios para proteger al rebaño de personas que tratan de socavar la fe de los más débiles. (Hechos 20:28-30.)
El soldado no desarrolla fácilmente la habilidad de manejar la espada. Tiene que entrenarse y practicar con dedicación por largo tiempo para manejarla con destreza. De igual manera, en el guerrear espiritual se requiere mucho estudio y práctica regular en el ministerio para hacerse uno diestro en el uso de la Palabra de Dios. Por lo tanto, esforcémonos debidamente por ser espadachines espirituales diestros, capacitados para ‘manejar la palabra de la verdad correctamente’. (2 Timoteo 2:15.)
Ocúpense en orar, estén firmes
Todas las piezas de nuestra armadura espiritual son vitales para mantener integridad a Dios. Pero ¿cómo podemos mantener esta armadura puesta? El estudiar con regularidad la Biblia, prepararnos de antemano para las reuniones cristianas y entonces escuchar con atención y participar activamente en ellas nos ayuda a mantener puesta la armadura. (2 Timoteo 3:16; Hebreos 10:24, 25.) El participar celosa y regularmente en el ministerio y buscar excelente compañía cristiana también contribuye a conservar nuestra armadura espiritual en buenas condiciones para defendernos y estar a la ofensiva. (Proverbios 13:20; Romanos 15:15, 16; 1 Corintios 15:33.)
También es importante desarrollar la actitud mental correcta. No podemos permitir que las cosas atrayentes de este mundo nos distraigan. Más bien, cultivemos un ‘ojo sencillo’. (Mateo 6:19-24.) A imitación de Jesucristo, también tenemos que aprender a amar la justicia y odiar el desafuero. (Hebreos 1:9.) Todo esto nos ayuda a mantener puesta nuestra armadura espiritual que proviene de Dios.
Después de considerar cada pieza de la armadura espiritual, Pablo concluye diciendo: “Con toda forma de oración y ruego, [ocúpense] en orar en toda ocasión en espíritu. Y, con ese fin, manténganse despiertos con toda constancia y con ruego a favor de todos los santos”. (Efesios 6:18.) Los soldados leales se mantienen en comunicación con el cuartel general y obedecen las órdenes. Como soldados cristianos, tenemos que mantenernos en constante comunicación con nuestro Soberano, Jehová Dios, mediante su gran “comandante a los grupos nacionales”, Jesucristo. (Isaías 55:4.) Podemos hacer esto, no mediante oraciones superficiales, sino por medio de súplicas sinceras que reflejen apego a Jehová y devoción profunda. Al comunicarnos regularmente con Jehová, cada día recibimos fuerzas para seguir luchando.
Jesús dijo: “Yo he vencido al mundo”. (Juan 16:33.) Jehová quiere que nosotros también salgamos victoriosos. Cerca del tiempo de su muerte, el apóstol Pablo pudo decir: “He peleado la excelente pelea, he corrido la carrera hasta terminarla, he observado la fe”. (2 Timoteo 4:7.) Que nosotros podamos expresarnos de la misma manera respecto a nuestra participación en el conflicto. Si de veras deseamos hacer eso, ‘estemos firmes contra las maquinaciones del Diablo’ mediante mantener puesta la armadura completa que proviene de Dios. (Efesios 6:11.)