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Notas de estudio de Romanos. Capítulo 9La Biblia. Traducción del Nuevo Mundo (edición de estudio)
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cierto pasaje de las Escrituras le dice al faraón. A continuación, Pablo cita de Éx 9:16. Lo que dice es parte de un mensaje que Jehová le dio a Moisés para el faraón de Egipto (Éx 9:13-19). Pero Pablo usa una figura del lenguaje llamada personificación: presenta el “pasaje de las Escrituras” como si fuera este el que le estuviera hablando directamente al faraón. En Ro 3:19 Pablo usa otra personificación al decir: “Todas las cosas que dice la Ley son para los que están bajo la Ley”. Pablo puede usar esta figura en estos contextos porque las Escrituras Hebreas, que incluían la Ley, eran reconocidas como palabras de Dios, así que en la práctica era Dios el que hablaba. De forma parecida, Jesús personificó al espíritu santo cuando dijo que este enseñaría y daría testimonio (Jn 14:26; 15:26).
Te he dejado vivir. Muchas versiones bíblicas traducen esta expresión como “te he levantado”. Esta opción pudiera dar a entender que Dios puso al faraón en su trono. Sin embargo, Pablo aquí cita de Éx 9:16, y el contexto de ese versículo ayuda a entender el sentido del texto original. Al anunciar la séptima plaga, Dios le dijo al faraón: “Yo ya habría podido extender mi mano para castigarte a ti [...], y tú ya habrías desaparecido de la tierra” (Éx 9:15). Pero Dios no castigó al faraón, sino que le dijo: “Te he dejado vivir [o “Te he dejado permanecer”; lit. “Te he mantenido en pie”]” (Éx 9:16). También es interesante que la Septuaginta traduce las palabras de Jehová al faraón como “has sido mantenido”. Así que tanto el contexto de las Escrituras Hebreas como la traducción de la Septuaginta apoyan la idea de que las palabras originales de Ro 9:17 significan que Dios dejó vivir al faraón para mostrarle su poder.
para que se proclame mi nombre por toda la tierra. Aquí Pablo está citando de Éx 9:16. Estas palabras son parte del mensaje que Jehová le mandó a Moisés transmitir al faraón después de la sexta plaga (Éx 9:8-15). En la Biblia, el término nombre a veces alude a la persona misma, su reputación y todo lo que ella dice ser (Éx 34:5, 6; ver las notas de estudio de Mt 6:9; Jn 17:6, 26). La Biblia destaca constantemente la santificación y vindicación del nombre de Dios. Por ejemplo, uno de los escritores de los Salmos dijo en una oración: “Que la gente sepa que tu nombre es Jehová, que solo tú eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Sl 83:18). En el libro de Ezequiel, Dios repite más de 50 veces: “Tendrán que saber que yo soy Jehová” (Eze 6:7; 38:23). Jesús les enseñó a sus discípulos a pedir que el nombre de Dios fuera santificado (Mt 6:9). El apóstol Pablo animó a los cristianos a declarar públicamente el nombre de Dios (Heb 13:15). Y en Ap 15:4 se plantea la pregunta: “Jehová, ¿quién no te temerá? ¿Quién no glorificará tu nombre?”.
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