Miércoles 20 de septiembre
Jehová continuó con José. Siguió mostrándole amor leal (Gén. 39:21).
¿Alguna vez nos ha hecho mucho daño alguien, tal vez incluso dentro de la congregación? Pensemos en José. Sus hermanos cometieron injusticias contra él, pero siguió centrado en servir a Jehová, y Dios lo bendijo por su paciencia y aguante. Con el tiempo, José pudo perdonar a sus hermanos y ver cómo Jehová lo había bendecido (Gén. 45:5). Al igual que José, nosotros sentimos consuelo cuando nos acercamos a Jehová y dejamos que sea él quien haga justicia (Sal. 7:17; 73:28). Si estamos aguantando una injusticia o algún otro problema que nos causa dolor, recordemos que Jehová se acerca a “los que tienen el corazón destrozado” (Sal. 34:18). Él nos ama porque somos pacientes y arrojamos nuestra carga sobre él (Sal. 55:22). Es el Juez de toda la Tierra y sus ojos lo ven todo (1 Ped. 3:12). Por eso, si pasamos por problemas difíciles que no podemos resolver, recordemos que debemos estar dispuestos a esperar a que Jehová actúe. w21.08 12 párrs. 14, 16
Jueves 21 de septiembre
Comprendan cuál es la voluntad de Jehová (Efes. 5:17).
Lo más sabio es que usemos nuestra vida de una manera que haga feliz a Jehová. Debemos establecer bien las prioridades. Para aprovechar el tiempo de la mejor manera, a veces hay que elegir entre dos actividades, aunque ninguna de ellas sea mala. Eso fue lo que pasó cuando Jesús fue a visitar a María y a Marta. Como Marta era tan hospitalaria y se sentía tan feliz de tener a Jesús en su casa, se puso a cocinar una gran comida. Pero su hermana, María, aprovechó para sentarse junto a Jesús y escuchar lo que les quería enseñar. Marta no hizo nada malo, pero Jesús dijo que “María eligió la mejor parte” (Luc. 10:38-42). Es probable que con el tiempo María olvidara lo que comió en aquella ocasión, pero seguro que nunca olvidó lo que aprendió de Jesús. Está claro que María valoró mucho el tiempo que pasó con Jesús, y nosotros también valoramos el tiempo que pasamos con Jehová. w22.01 27 párrs. 5, 6
Viernes 22 de septiembre
¿Has visto cómo se ha humillado Acab por mí? (1 Rey. 21:29).
Aunque Acab se humilló ante Jehová, lo que después hizo demostró que no estaba arrepentido de verdad. No intentó acabar con la adoración a Baal en Israel ni animó al pueblo a adorar a Jehová. Después de su muerte, Jehová dejó claro lo que pensaba de él. Jehú, un profeta de Dios, dijo que Acab había sido uno de “los malos” (2 Crón. 19:1, 2). Pensemos en esto: si Acab se hubiera arrepentido de verdad, seguro que el profeta no lo habría incluido entre “los malos” y “los que odian a Jehová”. Así que está claro que, aunque Acab lamentó hasta cierto grado lo que había hecho, nunca se arrepintió del todo. ¿Qué aprendemos de su ejemplo? Cuando Elías le anunció el castigo que iba a sufrir su familia, Acab al principio se humilló. Ese fue un buen primer paso. Pero los pasos que dio después demostraron que no estaba arrepentido de corazón. Esto nos enseña que el verdadero arrepentimiento implica más que simplemente decir que nos sentimos mal por lo que hemos hecho. w21.10 3 párrs. 4, 5, 7, 8