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Por qué sigue siendo importante la modestiaLa Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2017
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Por qué sigue siendo importante la modestia
“La sabiduría está con los modestos” (PROV. 11:2).
1, 2. ¿Por qué rechazó Dios a quien había sido un hombre modesto? (Vea el dibujo del principio).
AL PRINCIPIO de su reinado, Saúl era un hombre modesto y respetado (1 Sam. 9:1, 2, 21; 10:20-24). Pero, poco después, cometió una serie de actos atrevidos y arrogantes. Como Samuel, el profeta de Dios, no se presentó en Guilgal el día que habían quedado, Saúl se impacientó. Los filisteos se estaban preparando para la batalla y los israelitas estaban abandonando el ejército. Seguramente pensó que debía hacer algo, y que debía hacerlo rápido, así que le ofreció un sacrificio a Dios. Saúl no tenía la autoridad para hacer eso, y a Jehová no le gustó (1 Sam. 13:5-9).
2 Cuando Samuel llegó a Guilgal, reprendió a Saúl. Pero este, en vez de aceptar la corrección, puso excusas, les echó la culpa a los demás y minimizó lo que había hecho (1 Sam. 13:10-14). Eso desencadenó una serie de acontecimientos que acabaron costándole el reino y, lo que es más importante, la aprobación de Jehová (1 Sam. 15:22, 23). Aunque Saúl tenía un futuro prometedor, su vida acabó en un completo desastre (1 Sam. 31:1-6).
3. a) ¿Qué piensan sobre la modestia muchas personas? b) ¿Qué preguntas responderemos?
3 En este mundo competitivo, muchos creen que hay que sobresalir por encima de los demás para triunfar, y puede que se olviden por completo de la modestia. Por ejemplo, una conocida estrella de cine que se pasó a la política dijo una vez: “La modestia no es una palabra que me pueda describir en absoluto, y espero que siempre sea así”. Pero ¿por qué sigue siendo importante esta cualidad? ¿Qué es y qué no es la modestia? ¿Y cómo podemos seguir siendo modestos en situaciones que nos ponen a prueba o cuando otros nos presionan? En este artículo, contestaremos las dos primeras preguntas y, en el siguiente, hablaremos de la tercera.
POR QUÉ ES IMPORTANTE SER MODESTOS
4. ¿Cómo podemos definir lo que la Biblia llama “actos presuntuosos”?
4 En Proverbios 11:2 (léalo), la Biblia contrasta la modestia con la presunción. En el Salmo 19:13, David le pidió sabiamente a Jehová: “Retén a tu siervo de actos presuntuosos”. ¿A qué se refería? Lo que la Biblia llama “actos presuntuosos” son actos insolentes. Significa hacer algo de forma precipitada y con atrevimiento, sin tener autoridad para ello. Debido al pecado heredado, todos actuamos así a veces. Pero el ejemplo del rey Saúl muestra que, si adoptamos la costumbre de comportarnos de esta manera, tarde o temprano nuestra amistad con Dios se verá perjudicada. Salmo 119:21 dice que Jehová reprende a los “presuntuosos”. ¿Por qué?
5. ¿Por qué son tan graves los “actos presuntuosos”?
5 Los “actos presuntuosos” o insolentes no son simples errores. ¿Por qué lo decimos? Primero, porque si no actuamos con modestia, dejamos de honrar a Jehová, nuestro legítimo Soberano. Segundo, porque si traspasamos los límites de nuestra autoridad, es probable que tengamos conflictos con otros (Prov. 13:10). Y, tercero, porque podemos sentirnos avergonzados o hasta humillados cuando se vea que hemos sido inmodestos (Luc. 14:8, 9). Actuar así no trae buenos resultados. Como indica la Biblia, demostrar modestia siempre es lo mejor.
QUÉ IMPLICA SER MODESTOS
6, 7. ¿Qué es la humildad, y qué relación tiene con la modestia?
6 La modestia y la humildad están muy relacionadas. En la Biblia, la humildad es lo contrario al orgullo o la arrogancia (Filip. 2:3). La persona humilde también suele ser modesta, no da demasiada importancia a sus habilidades y logros, reconoce sus errores y acepta sugerencias y nuevas ideas. A Jehová le agrada mucho la humildad.
7 Según la Biblia, la persona modesta tiene un concepto equilibrado de sí misma y sabe bien cuáles son sus limitaciones. La palabra griega original parece que da énfasis a que conocer nuestras limitaciones debe ayudarnos a tratar bien a los demás.
8. ¿Qué señales indicarían que estamos dejando de ser modestos?
8 ¿Qué señales indicarían que estamos dejando de ser modestos? Quizás nos estamos tomando muy en serio o damos mucha importancia a nuestros privilegios (Rom. 12:16). Tal vez dirigimos la atención a nosotros mismos de forma indebida (1 Tim. 2:9, 10). O puede que defendamos opiniones categóricas basándonos solo en nuestra posición, en nuestros contactos o en ideas personales (1 Cor. 4:6). Cuando hacemos estas cosas, muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que hemos dejado de actuar con modestia y estamos siendo “presuntuosos” o arrogantes.
9. ¿Qué llevó a algunos hombres a actuar con arrogancia? Ponga un ejemplo de la Biblia.
9 Todos podemos actuar sin modestia si nos dejamos dominar temporalmente por deseos carnales. La ambición egoísta, la envidia y la ira han llevado a muchos a cometer actos insolentes. Hombres como Absalón, Uzías y Nabucodonosor cedieron a este tipo de obras de la carne, y Jehová los humilló por su arrogancia (2 Sam. 15:1-6; 18:9-17; 2 Crón. 26:16-21; Dan. 5:18-21).
10. ¿Por qué no debemos juzgar los motivos de los demás? Ponga un ejemplo de la Biblia.
10 Sin embargo, alguien puede actuar de forma inmodesta por otras razones. Pensemos, por ejemplo, en los relatos que encontramos en Génesis 20:2-7 y Mateo 26:31-35. ¿Por qué actuaron de forma aparentemente tan atrevida Abimélec y Pedro? ¿Por algún deseo incorrecto? ¿O porque no conocían todos los hechos o estaban desprevenidos? Como no podemos ver el corazón de nadie, mostramos sensatez y amor si no sacamos conclusiones precipitadas sobre los motivos de los demás (lea Santiago 4:12).
RECONOZCAMOS CUÁL ES NUESTRO LUGAR
11. ¿Qué debemos reconocer para ser modestos?
11 Para ser modestos, tenemos que reconocer cuál es nuestro lugar en la organización de Dios. Él es un Dios de orden, y nos da a todos un lugar o papel en su pueblo. La función que cada uno tiene en la congregación es única, pero todos somos necesarios. Jehová nos ha mostrado bondad inmerecida y nos concede dones, capacidades o talentos, que podemos usar para darle gloria y ayudar a otros (Rom. 12:4-8). La tarea que Dios nos ha asignado conlleva dignidad, confianza y responsabilidad (lea 1 Pedro 4:10).
¿Cómo podemos imitar a Jesús cuando recibimos un cambio de asignación? (Vea los párrafos 12 a 14).
12, 13. ¿Por qué no sería extraño si de vez en cuando cambia nuestro lugar en la organización de Dios?
12 Ahora bien, nuestro papel en la organización de Dios puede cambiar con el tiempo. Pensemos en el caso de Jesús. Al principio, estaba a solas con Jehová (Prov. 8:22). Más tarde, ayudó a crear a los demás seres espirituales, el universo y, finalmente, a los humanos (Col. 1:16). Muchos años después, Jesús asumió un nuevo papel en la Tierra, primero como un bebé indefenso y luego como un adulto (Filip. 2:7). Cuando dio su vida en sacrificio, regresó al cielo y se convirtió en el Rey del Reino de Dios en 1914 (Heb. 2:9). Y esta no será la última asignación que reciba. Al final de su Reinado de Mil Años, entregará el Reino a Jehová para que él “sea todas las cosas para con todos” (1 Cor. 15:28).
13 Así que nosotros también podemos esperar cambios de asignación de vez en cuando, a menudo por las decisiones que tomamos. Por ejemplo, quizás decidimos casarnos o tener hijos, o en los últimos años hemos simplificado nuestra vida para servir de tiempo completo. Cada una de estas decisiones nos trae privilegios y responsabilidades. Además, otras circunstancias —si somos jóvenes o estamos entrados en años, si tenemos buena salud o no— también pueden aumentar o reducir lo que podemos hacer. Pero Jehová siempre tiene en cuenta cuál es la mejor manera de usarnos en su servicio. Solo espera de nosotros lo que es razonable y valora mucho todo lo que hacemos (Heb. 6:10).
14. ¿Por qué nos ayuda la modestia a sentirnos realizados en cualquier asignación?
14 Todas las asignaciones que recibió Jesús lo hicieron feliz, y lo mismo puede ocurrirnos a nosotros (Prov. 8:30, 31). La persona modesta no se siente insatisfecha con las responsabilidades o el papel que tiene en la congregación. No está preocupada por conseguir más privilegios ni por los logros de los demás. Más bien, dedica todas sus energías a sentirse realizado en su asignación actual, pues entiende que la ha recibido de Jehová. Y respeta de corazón el papel o lugar que Dios les ha dado a otros. La modestia nos ayudará a mostrar honra y a apoyar a los demás (Rom. 12:10).
QUÉ NO SIGNIFICA SER MODESTO
15. ¿Qué aprendemos de la modestia de Gedeón?
15 Gedeón es un excelente ejemplo de lo que significa actuar con modestia. La primera vez que el ángel de Jehová se le apareció, no dudó en reconocer que sus antecedentes eran humildes (Juec. 6:15). Después de aceptar la asignación que Jehová le dio, se aseguró de haber entendido bien lo que se esperaba de él y buscó la guía de Dios (Juec. 6:36-40). Gedeón fue valiente, pero también actuó con prudencia (Juec. 6:11, 27). No se aprovechó de esa asignación para destacar sobre los demás. Al contrario, tan pronto como pudo, regresó con gusto a su casa (Juec. 8:22, 23, 29).
16, 17. Cuando piensa en su progreso espiritual, ¿qué cosas tiene en cuenta la persona modesta?
16 Ser modesto no significa que no debemos aceptar privilegios o esforzarnos por conseguirlos. Las Escrituras nos animan a todos a progresar (1 Tim. 4:13-15). Pero ¿hace falta recibir un cambio de asignación para ello? No necesariamente. Con la ayuda de Jehová, podemos progresar espiritualmente sea cual sea la asignación que tengamos ahora. Y es posible seguir desarrollando las capacidades que Dios nos ha dado y hacer más por otras personas.
17 Antes de aceptar una nueva asignación, la persona modesta averiguará qué se espera de ella. Así podrá analizar con honradez su situación. Por ejemplo, pensará en si es capaz de asumir más trabajo o responsabilidades sin descuidar otras cosas importantes, o en si le es posible delegar algunas de sus tareas para dedicar tiempo a la nueva asignación. Si ve que no puede hacerlo, quizás haya alguien que esté en mejor posición para asumir esa tarea. Orar sobre la situación y analizarla con realismo nos ayudará a no hacer más de lo que nos permiten nuestras capacidades y circunstancias. Tal vez la modestia haga que rechacemos la asignación.
18. a) ¿Qué haremos cuando recibamos una nueva asignación si somos modestos? b) ¿Cómo nos ayuda lo que dice Romanos 12:3 a ser modestos?
18 Si aceptamos una asignación, el ejemplo de Gedeón nos recuerda que no la realizaremos bien sin la dirección y la ayuda de Jehová. Al fin y al cabo, se nos invita a ser modestos al andar con Dios (Miq. 6:8). Así que, siempre que asumimos una nueva responsabilidad, tenemos que meditar en todo lo que Jehová nos enseña mediante su Palabra y su organización y orar sobre ello. Como nuestros pasos suelen ser vacilantes, debemos aprender a seguir la firme guía de Dios. Recordemos que lo que nos hace grandes es la humildad de Jehová, no nuestras capacidades (Sal. 18:35). Por eso, si somos modestos al servir a Dios, no nos daremos ni demasiada importancia ni muy poca (lea Romanos 12:3).
19. ¿Qué motivos tenemos para ser modestos?
19 La persona modesta le da a Jehová la honra que merece, pues es nuestro Creador y el Soberano del universo (Rev. 4:11). La modestia nos ayuda a sentirnos realizados y útiles en el lugar que Dios nos ha dado en su organización. Impide que les faltemos el respeto a los demás y promueve la unidad de los siervos de Dios. Nos impulsa a poner a otras personas delante de nosotros y nos hace ser prudentes, de manera que evitamos errores graves. Por esos motivos, la modestia sigue siendo importante para todos los cristianos, y Jehová valora a los que la cultivan. Pero ¿cómo podemos ser modestos cuando no es fácil? El próximo artículo explica cómo conseguirlo.
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Podemos ser modestos cuando se nos pone a pruebaLa Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2017
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Podemos ser modestos cuando se nos pone a prueba
“¿Y qué es lo que Jehová está pidiendo de vuelta de ti sino [...] ser modesto al andar con tu Dios?” (MIQ. 6:8).
1-3. a) ¿Qué error cometió el profeta de Judá? b) ¿Cuál fue el resultado? (Vea el dibujo del principio).
UN DÍA, Jehová envió a un profeta de Judá a Jeroboán, un rey apóstata de Israel, para entregarle un duro mensaje. El humilde profeta cumplió fielmente con su comisión, y Jehová lo protegió de la violenta reacción de Jeroboán (1 Rey. 13:1-10).
2 De regreso a casa, el profeta se topó con un hombre mayor que él y que vivía en la cercana Betel. Este hombre, que se presentó como un profeta de Jehová, lo engañó para que desobedeciera las estrictas instrucciones que Dios le había dado de no comer pan ni beber agua en Israel y de no volver por donde había ido. A Dios no le gustó que su profeta no le hiciera caso. Más tarde, un león lo encontró por el camino y lo mató (1 Rey. 13:11-24).
3 ¿Por qué dejó de actuar con modestia este profeta y se atrevió a irse con aquel hombre que lo estaba engañando? La Biblia no lo dice. Tal vez se olvidó totalmente de que debía ser modesto al andar con Dios (lea Miqueas 6:8). En las Escrituras, andar con Jehová significa confiar en él, apoyar su soberanía y seguir sus instrucciones. La persona modesta sabe muy bien que puede y debe comunicarse constantemente con Dios, su Padre cariñoso y todopoderoso. El profeta podía haberle pedido a Jehová que le aclarara sus instrucciones, pero la Biblia no dice que lo hiciera. En ocasiones, nosotros también tenemos que tomar decisiones difíciles, y puede que no sepamos muy bien lo que debemos hacer. Ser modestos y pedirle a Dios que nos dirija nos ayudará a no cometer errores graves.
4. ¿Qué analizaremos en este artículo?
4 En el artículo anterior, aprendimos por qué sigue siendo importante la modestia para los cristianos y qué implica ser modestos. Pero ¿qué situaciones podrían poner a prueba nuestra modestia? ¿Cómo podemos desarrollar esta deseable cualidad, de manera que seamos modestos incluso cuando es difícil? Para contestar estas preguntas, hablaremos de tres situaciones comunes que pueden poner a prueba la modestia y veremos cómo actuar en cada caso (Prov. 11:2).
CUANDO CAMBIAN LAS CIRCUNSTANCIAS
5, 6. ¿Cómo demostró Barzilai que era modesto?
5 Los cambios de circunstancias o de asignación pueden poner a prueba la modestia. Veamos un ejemplo. Barzilai, un hombre de 80 años, debió sentirse muy honrado cuando David lo invitó a vivir en el palacio. Aceptar la oferta le habría permitido seguir disfrutando de la compañía del rey. Sin embargo, Barzilai la rechazó. Le dijo a David que, como era muy mayor, no quería ser una carga. Recomendó que en su lugar fuera Kimham, probablemente uno de sus hijos (2 Sam. 19:31-37).
6 La modestia ayudó a Barzilai a tomar una decisión razonable. No rechazó la invitación de David porque no se sintiera capaz de asumir más responsabilidades o porque quisiera vivir tranquilamente en su vejez. Solo reconoció que su situación había cambiado y que tenía limitaciones. No quería aceptar más de lo que era razonable para su edad (lea Gálatas 6:4, 5). Si nos centramos en la posición, en destacar o en recibir reconocimiento, estamos preparando el terreno para el egoísmo, la competencia y, al final, la decepción (Gál. 5:26). Por el contrario, la modestia hace que unamos esfuerzos y habilidades para darle gloria a Jehová y ayudar a los demás (1 Cor. 10:31).
7, 8. ¿Por qué nos ayuda la modestia a no confiar demasiado en nosotros mismos?
7 Una mayor responsabilidad suele venir acompañada de mayor autoridad, y eso puede poner a prueba la modestia. Cuando Nehemías se enteró de las súplicas que hacían los habitantes de Jerusalén, le hizo ruegos a Dios (Neh. 1:4, 11). La respuesta favorable de Jehová llegó cuando el rey Artajerjes lo nombró gobernador de la región. A pesar de tener una posición importante, riquezas y mucha autoridad, Nehemías nunca se apoyó en su experiencia o aptitudes. Continuó andando con Dios. No dejó de buscar su guía en la Ley (Neh. 8:1, 8, 9). No fue un tirano. Al contrario, utilizó sus propios recursos para servir al pueblo (Neh. 5:14-19).
8 El ejemplo de Nehemías nos enseña que, cuando recibimos una nueva asignación o más responsabilidades, la modestia impedirá que creamos que no necesitamos la ayuda de nadie. Un anciano podría confiar en su experiencia y empezar a atender asuntos de la congregación sin orar antes. Otros tal vez tomen una decisión y después le pidan a Jehová que la bendiga. ¿Sería eso modestia? La persona modesta siempre está al tanto de cuál es su posición ante Dios y en su organización. Lo importante no son nuestras capacidades. Debemos tener cuidado de no confiar demasiado en nosotros mismos, especialmente cuando estamos ante una situación o un problema que conocemos bien (lea Proverbios 3:5, 6). Los que pertenecemos a “la casa de Dios” aprendemos a preocuparnos por cumplir con nuestro papel en la familia y en la congregación, no por conseguir prestigio o ir escalando posiciones (1 Tim. 3:15).
CUANDO NOS CRITICAN O NOS ALABAN
9, 10. ¿Cómo nos ayuda la modestia a enfrentarnos a la crítica injusta?
9 Cuando se nos critica injustamente, puede ser difícil controlar los sentimientos. Ana era estéril y, aunque su esposo la amaba, lloraba mucho porque su rival, Peniná, se burlaba de ella sin piedad. Además, en una ocasión en que Ana oraba en el tabernáculo, el sumo sacerdote, Elí, la acusó de estar borracha. ¿Puede creerlo? A pesar de todo, Ana fue modesta, mantuvo la calma y le respondió con respeto. Tiempo después, hizo una oración conmovedora que encontramos en la Biblia, llena de expresiones de fe, alabanzas a Jehová y agradecimiento (1 Sam. 1:5-7, 12-16; 2:1-10).
10 La modestia también nos ayuda a seguir “venciendo el mal con el bien” (Rom. 12:21). El mundo de Satanás está lleno de injusticias, y debemos luchar por no indignarnos en exceso debido a la conducta de la gente mala (Sal. 37:1). Por otra parte, los problemas entre hermanos espirituales pueden provocar un dolor más fuerte. Pero la persona modesta imita a Jesús. La Biblia dice: “Cuando lo estaban injuriando, no se puso a injuriar en cambio [...], sino que siguió encomendándose al que juzga con justicia” (1 Ped. 2:23). Sabía que la venganza le pertenece a Jehová (Rom. 12:19). A los cristianos se nos manda a ser humildes como él, a no pagar “injuria por injuria” (1 Ped. 3:8, 9).
11, 12. a) ¿Cómo nos ayuda la modestia cuando recibimos muchos halagos? b) ¿Qué efecto debe tener la modestia en la manera de vestirnos, arreglarnos y comportarnos?
11 Recibir muchos halagos o felicitaciones también puede poner a prueba nuestra modestia. Pensemos en la excelente reacción de Ester cuando su vida cambió de repente. Era de una belleza extraordinaria, y durante un año la trataron con toda clase de lujos y atenciones. Estaba rodeada de muchas mujeres jóvenes de todo el Imperio persa que competían por conseguir la atención del rey. Pero no perdió la compostura y siguió siendo respetuosa. No se hizo presumida o inmodesta ni siquiera cuando el rey la escogió como reina (Est. 2:9, 12, 15, 17).
¿Qué dice nuestra forma de arreglarnos? ¿Que respetamos a Jehová y al prójimo, o que nos falta modestia? (Vea el párrafo 12).
12 La modestia nos ayuda a vestirnos, arreglarnos y comportarnos siempre de manera decente y respetable. También nos hace ver que, para ganarnos a la gente, no es necesario llamar su atención indebidamente sobre nosotros, sino mostrar un “espíritu quieto y apacible” (lea 1 Pedro 3:3, 4; Jer. 9:23, 24). Tarde o temprano, nuestras acciones sacarán a la superficie el orgullo o la vanidad que tengamos en el corazón. Por ejemplo, podríamos dar a entender que tenemos privilegios especiales, acceso a información que no es de dominio público o una amistad cercana con hermanos prominentes. O quizás explicar las cosas de tal forma que solo nosotros nos llevemos el mérito por alguna idea o logro al que también contribuyeron otras personas. Una vez más, Jesús nos puso un magnífico ejemplo de modestia. Solía citar de las Escrituras Hebreas o aludir a ellas. Lo hacía para que sus oyentes se dieran cuenta de que sus enseñanzas venían de Jehová y no eran fruto de su inteligencia o sabiduría (Juan 8:28).
CUANDO EL FUTURO ES INCIERTO
13, 14. ¿Cómo nos ayuda la modestia a tomar buenas decisiones?
13 También se puede poner a prueba la modestia cuando se toman decisiones. Mientras el apóstol Pablo estaba en Cesarea, Ágabo le profetizó que, si llegaba a Jerusalén, sería arrestado. Incluso podrían matarlo. Temiendo lo peor, los hermanos le suplicaron que no fuera, pero no lo convencieron. Pablo no confiaba demasiado en sí mismo ni dejó que lo paralizara el miedo. Se apoyó totalmente en Dios y estaba preparado para cumplir con su asignación y aceptar todo lo que Jehová permitiera. Al ver su determinación, los hermanos respondieron con modestia y dejaron de tratar de hacerle cambiar de opinión (Hech. 21:10-14).
14 La modestia también nos puede ayudar a tomar buenas decisiones incluso cuando no sabemos o no podemos controlar todo lo que va a ocurrir. Por ejemplo, si empezamos a servir de tiempo completo, ¿qué pasará si enfermamos? ¿Y si necesitan ayuda nuestros padres mayores? ¿Quién cuidará de nosotros cuando hayamos envejecido? Por mucho que oremos o investiguemos, no lograremos encontrar la respuesta a este tipo de preguntas (Ecl. 8:16, 17). La confianza en Jehová nos ayudará a reconocer y a aceptar nuestras limitaciones. Después de investigar, pedir consejo y buscar la guía de Jehová en oración, debemos ir por donde nos dirija el espíritu de Dios (lea Eclesiastés 11:4-6). De ese modo, Jehová puede bendecir nuestra decisión o encaminarnos con cariño hacia otras metas (Prov. 16:3, 9).
CÓMO DESARROLLAR LA MODESTIA
15. ¿Por qué nos ayuda a ser humildes reflexionar en cómo es Jehová?
15 Son muchas las ventajas de la modestia. Por ello, debemos preguntarnos: ¿cómo puedo desarrollarla todavía más? Veamos cuatro maneras. Primero, debemos meditar en la posición y en las cualidades de Jehová, inmensamente superiores a las nuestras (Is. 8:13). Recordemos que andamos con el Dios Todopoderoso, no con un ángel o con otro ser humano. Tener esto presente nos impulsará a humillarnos “bajo la poderosa mano de Dios” (1 Ped. 5:6).
16. ¿Por qué nos impulsa a ser modestos meditar en el amor de Dios?
16 En segundo lugar, meditar en el amor de Dios nos ayudará a ser más modestos. El apóstol Pablo escribió que Jehová dio “más abundante honra” a las partes menos honorables del cuerpo (1 Cor. 12:23, 24). De igual modo, se preocupa por cada uno de nosotros a pesar de nuestras limitaciones. No nos compara con otros ni deja de querernos cuando cometemos errores. Gracias a su amor, nos sentimos seguros sea cual sea nuestro lugar en su organización.
17. ¿Qué efecto tendrá en nosotros fijarnos en las cosas buenas de los demás?
17 En tercer lugar, si nos fijamos en las cosas buenas de los demás, igual que hace Jehová, valoraremos más nuestro papel en su organización. En vez de buscar ser el centro de atención o el que siempre dice lo que hay que hacer, procuraremos ser modestos y pedir y aceptar sugerencias (Prov. 13:10). Nos alegraremos cuando otros reciban privilegios y alabaremos a Jehová por bendecir a “toda la asociación de [...] hermanos en el mundo” (1 Ped. 5:9).
18. ¿Qué tenemos que hacer para que la conciencia nos ayude a reconocer lo que es decente?
18 Y cuarto, usar los principios bíblicos para educar nuestra conciencia hará que reconozcamos mejor lo que es decente y respetable. Aprender a ver las cosas como las ve Jehová nos ayudará a tener buen juicio. Si estudiamos regularmente, oramos y ponemos en práctica lo que Dios nos enseña, fortaleceremos poco a poco la conciencia y aprenderemos a poner a los demás en primer lugar (1 Tim. 1:5). Si hacemos nuestra parte, Jehová nos promete que terminará nuestro entrenamiento, es decir, nos ayudará a desarrollar modestia y otras cualidades cristianas (1 Ped. 5:10).
19. ¿Qué nos ayudará a ser modestos ahora y para siempre?
19 El profeta de Judá que mencionamos al principio perdió la vida y la aprobación de Dios por una sola acción inmodesta. Sin embargo, es posible ser modestos cuando se nos pone a prueba. Así lo han demostrado hombres fieles del pasado y del presente. Cuanto más tiempo llevemos andando con Jehová, más modestos deberíamos ser (Prov. 8:13). Sin importar qué lugar ocupemos en la organización, andar con Dios es un honor maravilloso e incomparable. Valoremos ese privilegio y sigamos haciendo todo lo posible por ser modestos al andar con Jehová para siempre.
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