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    Anuario de los testigos de Jehová 2010
    • UNA ASIGNACIÓN INESPERADA

      Michael y Linda DiGregorio servían de misioneros en la República Dominicana. Michael se defendía bastante bien en albanés, pues sus abuelos maternos habían estado entre los albaneses bautizados en Boston en los años veinte. Por eso, cuando los DiGregorio decidieron hacer una visita de tres días a sus parientes de Albania en 1992, preguntaron al Cuerpo Gobernante si sería aconsejable reunirse con los hermanos. Para su sorpresa, el Cuerpo Gobernante les pidió que se quedaran allí tres meses para ayudar a organizar la obra de predicar.

      En la sucursal de Roma, hermanos de Grecia y de Italia explicaron brevemente a los DiGregorio la situación de Albania y les mostraron fotografías de algunos Testigos albaneses, entre ellos Vasil Gjoka. Cuando los DiGregorio volaron a Tirana en abril de 1992, notaron que los albaneses que venían del extranjero eran bien recibidos en el país, pero que seguía habiendo mucho malestar social y la gente estaba muy preocupada por el futuro.

      Cuando Michael y Linda salían del aeropuerto, la familia de él corrió a su encuentro. Al mismo tiempo, Michael vio que estaba por allí Vasil Gjoka, a quien también se le había avisado que los DiGregorio llegaban ese día.

      Michael le dijo a Linda: “Quédate con la familia, que yo vuelvo enseguida”.

      Tras abrazar a Linda, los familiares recogieron el equipaje y se dirigieron rápidamente hacia sus automóviles, mientras que Michael fue a encontrarse con Vasil.

      “Estaré de vuelta en Tirana el domingo —le dijo Michael apresuradamente a Vasil—, y entonces te buscaré.”

      Koço, un pariente de Michael que vivía en Albania y que no sabía que Linda y él eran testigos de Jehová, corrió hacia él y le dijo: “¿Qué haces? Aquí nunca hablamos con extraños”.

      Mientras se dirigían a Korçë, los DiGregorio comprobaron lo diferente que era Albania del Caribe. “Todo era viejo, de color pardo o grisáceo, y estaba cubierto de polvo —recuerda Michael—. Había alambre de púas por todas partes, y la gente parecía abatida. Apenas se veían automóviles. Las ventanas estaban rotas. Los agricultores trabajaban la tierra a mano. Las cosas habían cambiado muy poco desde la época de mis abuelos. Parecía como si hubiéramos retrocedido en el tiempo”.

      “DIOS LOS HABÍA ENVIADO”

      Koço quería mostrarle a Michael un documento que había mantenido oculto durante años. Cuando la abuela de Michael murió, la familia en Boston escribió una larga carta a la familia en Albania. Las primeras diez páginas trataban principalmente de asuntos familiares, pero hacia el final, la familia había incluido una explicación sobre la resurrección.

      Koço le contó a Michael: “La policía revisó la carta y, tras leer las primeras páginas, se aburrieron y dijeron que podíamos quedárnosla porque solo trataba cosas de familia. Pero cuando leí la última parte, me alegré muchísimo de que dijera algo sobre Dios”.

      Entonces, Michael le explicó a Koço que él y Linda eran testigos de Jehová y le dio un buen testimonio.

      Tal como la gente de tiempos bíblicos, los albaneses consideran una obligación atender y proteger a sus invitados, así que Koço insistió en acompañar a Michael y a Linda hasta Tirana.

      “En Tirana no pudimos encontrar la casa de Vasil porque no había letreros con los nombres de las calles —recuerda Michael—. Así que Koço sugirió que preguntáramos en la oficina de correos.”

      Linda sigue el relato: “Cuando Koço volvió de la oficina de correos, parecía desconcertado. Entonces fuimos directamente al apartamento de Vasil”.

      Posteriormente, Koço les explicó: “Cuando fui a la oficina de correos y pregunté por Vasil, me dijeron: ‘Ese hombre es un santo. ¿Sabe usted todo lo que ha sufrido? No hay un hombre más noble en toda Tirana’. Cuando escuché aquello, supe que Dios los había enviado a ustedes. Yo no puedo interponerme”.

      SE ORGANIZA LA OBRA EN TIRANA

      Vasil se alegró muchísimo de ver a los DiGregorio, y los tres hablaron durante horas. No fue sino hasta el final de la tarde cuando Vasil les reveló que Jani Komino —que había estado en prisión con Nasho Dori— había muerto aquella misma mañana. ¿Por qué se había quedado Vasil en casa en vez de ir al funeral de su querido hermano y amigo? Porque, según explicó, “estaba esperando a alguien enviado por el Cuerpo Gobernante”.

      Michael y Linda necesitaban quedarse en Tirana, pero en aquel entonces el gobierno no permitía que vivieran extranjeros en la ciudad. ¿Qué podrían hacer?

      “Pusimos el asunto en manos de Jehová —dijo Michael—, y con el tiempo encontramos un pequeño apartamento al que nos mudamos.”

      “Los propietarios tenían la llave —recuerda Linda—, así que entraban y salían a voluntad. Además, para llegar a nuestro apartamento, había que atravesar el de otra persona. Pero al menos estaba en un lugar discreto, pues preferíamos pasar desapercibidos.”

      Los DiGregorio escucharon durante horas mientras Testigos de edad avanzada de Tirana les contaban las pruebas que habían soportado. Sin embargo, uno de los problemas era que algunos de los mayores sospechaban unos de otros.

      Michael recuerda: “Cada uno de ellos era leal, pero tenía dudas de que los demás lo hubieran sido. No obstante, a pesar de que algunos guardaban las distancias entre sí, con nosotros no lo hacían. Después de analizar tranquilamente el asunto, comprendieron que lo más importante era dar a conocer el nombre de Jehová. Los unían el amor por Jehová y la ilusión respecto al futuro”.

  • Albania
    Anuario de los testigos de Jehová 2010
    • [Ilustración de la página 167]

      Michael y Linda DiGregorio

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