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      EJEMPLOS DE FE | JONATÁN

      Jonatán: “Para Jehová no hay estorbo en salvar”

      Imagine un puesto militar desde el que se observa un terreno árido y escarpado. Los soldados filisteos apostados allí ven algo que les llama la atención en ese paisaje monótono: dos israelitas de pie a plena vista al otro lado del desfiladero. A los soldados les divierte la escena, pues no ven ninguna amenaza. Su nación lleva mucho tiempo dominando a los israelitas, quienes incluso tienen que pedirles a sus enemigos filisteos que les afilen sus herramientas para poder trabajar en el campo. Así que los soldados israelitas apenas tienen armas con las que pelear. Además, ¡solo son dos hombres! Aunque estuvieran armados, ¿qué daño les podrían hacer? Con tono de burla, los filisteos les gritan: “¡Suban a nosotros, y les haremos saber una cosa!”, pensando que les van a dar una lección (1 Samuel 13:19-23; 14:11, 12).

      De hecho, alguien va a recibir una lección, pero van a ser los filisteos. Los dos israelitas bajan corriendo por el desfiladero, lo cruzan y empiezan a subir por el otro lado. Es tan empinado que tienen que usar pies y manos para trepar sobre las rocas, pero no se detienen. Siguen escalando directamente hacia los filisteos (1 Samuel 14:13). Ahora, los filisteos pueden ver que el hombre que va delante está armado y que lo sigue su escudero. Pero ¿en serio pretende luchar contra todo un destacamento acompañado de un solo hombre? ¿Acaso se ha vuelto loco?

      No, no está loco, sino que tiene una gran fe. Su nombre es Jonatán y su historia contiene valiosas lecciones para los cristianos de hoy. Aunque no participamos en guerras, podemos aprender mucho de Jonatán sobre el valor, la lealtad y el altruismo que necesitamos para tener auténtica fe (Isaías 2:4; Mateo 26:51, 52).

      Un hijo leal y soldado valiente

      Para entender por qué Jonatán atacó el destacamento de los filisteos, tenemos que saber quién era este hombre. Jonatán era el hijo mayor de Saúl, el primer rey de Israel. Cuando se escogió a Saúl como rey, Jonatán ya era adulto, tal vez tenía 20 años o más. Parece que Jonatán tenía una estrecha relación con su padre, pues este acostumbraba a contarle sus planes. Aunque Saúl era un hombre alto, atractivo y un guerrero valiente, para Jonatán, su padre también era un hombre de fe y humilde, algo mucho más importante. Por eso, a Jonatán no le extrañaba que Jehová hubiera elegido a su padre para ser rey. Hasta el profeta Samuel había dicho que no había nadie como Saúl en todo Israel (1 Samuel 9:1, 2, 21; 10:20-24; 20:2).

      Jonatán debió de considerar un privilegio pelear a las órdenes de su padre contra los enemigos del pueblo de Jehová. Esas guerras no eran como los conflictos nacionalistas de la actualidad. En aquellos días, Israel era la nación que Jehová había escogido para que lo representara y sufría constantes ataques de naciones que adoraban dioses falsos. Los filisteos, influenciados por la adoración de dioses como Dagón, trataban de oprimir e incluso destruir al pueblo escogido por Jehová.

      Para hombres como Jonatán, pelear era una cuestión de lealtad a Jehová, quien bendijo sus esfuerzos. Poco después de ser nombrado rey, Saúl puso a mil soldados a las órdenes de su hijo. Con aquellos hombres, Jonatán atacó a una tropa de filisteos en Gueba. Aunque tenían pocas armas, Jehová ayudó a Jonatán a conseguir la victoria. Como respuesta, los filisteos reunieron un ejército impresionante. Muchos de los hombres de Saúl tuvieron miedo. Algunos huyeron y se escondieron, y unos pocos incluso cambiaron de bando. Pero el valor de Jonatán nunca disminuyó (1 Samuel 13:2-7; 14:21).

      Regresemos al día que se menciona al principio de este artículo. Jonatán decide escabullirse solo con su escudero. Cuando se acercan al grupo de soldados filisteos en Micmash, Jonatán le revela su estrategia a su compañero. Van a dejar que los filisteos los descubran. Si estos los desafían para que suban, eso quiere decir que Jehová los ayudará. El escudero no lo piensa dos veces, quizás debido a las animadoras palabras de Jonatán: “Para Jehová no hay estorbo en salvar por muchos o por pocos” (1 Samuel 14:6-10). ¿Qué quiere decir Jonatán?

      Está claro que Jonatán conoce bien a su Dios. Sabe que Jehová ha ayudado en el pasado a su pueblo a vencer ejércitos mucho más numerosos. En ocasiones, hasta ha usado a un solo hombre para darles la victoria (Jueces 3:31; 4:1-23; 16:23-30). Por eso Jonatán sabe que lo importante no es ni el número de soldados ni su fuerza ni las armas que tengan, sino su fe. Con una fe fuerte, Jonatán deja que Jehová decida si él y su escudero deben atacar. Escoge una señal para que Jehová le muestre su decisión. Y, cuando sabe que cuenta con la aprobación divina, Jonatán sigue adelante sin temor.

      Fijémonos en dos aspectos de la fe de Jonatán. Primero, siente una profunda admiración por su Dios, Jehová. Sabe que el Todopoderoso no depende de la fortaleza humana para llevar a cabo sus propósitos. Aun así, a Jehová le gusta bendecir a las personas que le sirven fielmente (2 Crónicas 16:9). Segundo, Jonatán busca pruebas de la aprobación divina antes de actuar. Hoy día no esperamos que Dios nos indique con señales sobrenaturales que aprueba nuestras decisiones. Puesto que contamos con la Palabra de Dios al completo, tenemos todo lo que necesitamos para comprender cuál es la voluntad de Dios (2 Timoteo 3:16, 17). ¿Consultamos la Biblia antes de tomar decisiones importantes? Así demostramos que la voluntad de Dios es lo más importante para nosotros, como lo fue para Jonatán.

      Así que los dos hombres, el soldado y su escudero, trepan con rapidez hacia el grupo de filisteos. Por fin, los filisteos se dan cuenta de que están siendo atacados y envían soldados para repeler a los dos invasores. Además de ser superiores en número, los filisteos tienen la ventaja de estar en una posición más elevada. Eso les debería permitir acabar rápidamente con los dos atacantes. Pero Jonatán derriba a un soldado tras otro. Detrás de él, su escudero los remata. En apenas unos metros, los dos hombres acaban con 20 soldados enemigos. Y eso no es todo, Jehová hace algo más. El relato bíblico dice que el miedo se apodera del campamento y de todos los soldados del puesto de avanzada. Hasta las tropas de asalto están aterrorizadas. La tierra tiembla y Dios siembra el pánico entre los filisteos (1 Samuel 14:15).

      Jonatán y su escudero trepan hacia el puesto militar enemigo

      Jonatán luchó contra todo un destacamento de soldados enemigos acompañado de un solo hombre.

      Desde lejos, Saúl y sus hombres observan que el caos y el pánico invaden a los filisteos. ¡Hasta han empezado a matarse unos a otros! (1 Samuel 14:16, 20). Los israelitas cobran valor y atacan, quizás usando las armas de los filisteos que han muerto. Ese día, Jehová le da a su pueblo una gran victoria. Y él no ha cambiado desde entonces. Si ponemos nuestra fe en él, como hicieron Jonatán y su escudero, nunca nos arrepentiremos (Malaquías 3:6; Romanos 10:11).

      “Fue con Dios con quien él trabajó”

      Para Saúl, esta victoria no significa lo mismo que para Jonatán. Saúl ha cometido algunos pecados graves. Por ejemplo, ha desobedecido a Samuel, el profeta nombrado por Jehová, al ofrecer un sacrificio que debía ofrecer este profeta, que además es levita. Así que, cuando Samuel llega, le dice a Saúl que debido a su desobediencia su reinado no durará. Luego, al enviar a sus hombres a la batalla, Saúl les impone este irrazonable juramento: “¡Maldito es el hombre que coma pan antes del atardecer y hasta que me haya vengado de mis enemigos!” (1 Samuel 13:10-14; 14:24).

      Las palabras de Saúl muestran que está cambiando, y no para mejor. ¿Se está transformando en alguien ambicioso y egoísta este hombre que antes era humilde y espiritual? Después de todo, Jehová no ha impuesto estas restricciones tan irrazonables a soldados valientes y dedicados. Además, Saúl dice: “Hasta que me haya vengado de mis enemigos”. ¿Piensa acaso que esta guerra es un asunto personal? ¿Se ha olvidado de que la justicia de Jehová es lo más importante y no su sed de venganza, gloria y conquista?

      Jonatán no sabe que su padre ha impuesto este juramento. Agotado tras la intensa batalla, hunde su vara en un panal y come un poco de miel. Al instante recupera las fuerzas. Uno de sus hombres le informa que Saúl les ha prohibido comer. Jonatán les dice que su padre ha hecho mucho daño al pueblo y añade: “Vean, por favor, cómo han brillado mis ojos porque probé este poquito de miel. ¡Cuánto más si el pueblo sólo hubiera comido hoy del despojo de sus enemigos que halló! Pues ahora la matanza sobre los filisteos no ha sido grande” (1 Samuel 14:25-30). Jonatán tiene razón. Es un hijo leal, pero su lealtad no es ciega. No siempre está de acuerdo con todo lo que su padre dice o hace, y gracias a esa actitud equilibrada se gana el respeto de los demás.

      Cuando Saúl se entera de que Jonatán ha desobedecido la prohibición, sigue sin reconocer lo irrazonable de ese juramento. Cree que su propio hijo debe ser ejecutado. Jonatán no lo contradice ni le pide clemencia. Sin pensar en su bienestar, dice estas impactantes palabras: “¡Aquí estoy! ¡Que muera!”. Sin embargo, el pueblo le dice a Saúl: “¿Ha de morir Jonatán, que ha ejecutado esta gran salvación en Israel? ¡Es inconcebible! Tan ciertamente como que Jehová vive, ni siquiera un cabello de su cabeza caerá en tierra; porque fue con Dios con quien él trabajó este día”. ¿Cómo responde el rey? Saúl entra en razón. El relato sigue diciendo: “Con eso, el pueblo redimió a Jonatán, y él no murió” (1 Samuel 14:43-45).

      Jonatán le dice a su padre, el rey Saúl, que está dispuesto a morir

      Jonatán dijo: “¡Aquí estoy! ¡Que muera!”.

      Jonatán consiguió una buena reputación gracias a su valor, esfuerzo y altruismo. Cuando estuvo en peligro, esa reputación le salvó la vida. Nosotros hacemos bien en pensar en el nombre o reputación que nos estamos ganando día tras día. La Biblia dice que un buen nombre es algo muy valioso (Eclesiastés 7:1). Si nos esforzamos por tener un buen nombre delante de Jehová, al igual que Jonatán, tendremos también una buena reputación ante los demás.

      Dominado por la oscuridad

      Pese a los errores de Saúl, Jonatán sigue luchando con lealtad junto a él durante años. Nos podemos imaginar la decepción que siente a medida que su padre se hace cada vez más orgulloso y desobediente. A Saúl lo domina una oscuridad cada vez mayor, y Jonatán no puede hacer nada para impedirlo.

      Lo peor llega cuando Jehová le dice a Saúl que ataque a los amalequitas. Este pueblo es tan malvado que en los días de Moisés Jehová profetizó que sería destruido (Éxodo 17:14). Saúl recibe la orden de matar a todo el ganado y al rey Agag. Finalmente, Saúl gana la batalla, y seguro que Jonatán pelea con valor bajo sus órdenes como en otras ocasiones. Pero Saúl desobedece descaradamente a Jehová al dejar vivo a Agag y conservar las cosas valiosas y el ganado. Entonces, el profeta Samuel anuncia la sentencia definitiva de Jehová contra Saúl: “Puesto que tú has rechazado la palabra de Jehová, él [...] te rechaza de ser rey” (1 Samuel 15:2, 3, 9, 10, 23).

      Poco después, Jehová le retira a Saúl su espíritu santo. Sin la influencia positiva de Jehová, ahora sufre cambios bruscos de humor, ataques de ira y temores incontrolables. Parece que un espíritu malo de Dios ha sustituido al bueno (1 Samuel 16:14; 18:10-12). ¡Cómo debe angustiar a Jonatán ver en lo que se ha convertido su padre, quien en un tiempo había sido una buena persona! A pesar de todo, Jonatán no deja de ser leal a Jehová. Apoya a su padre lo mejor que puede y en ocasiones incluso lo aconseja con franqueza. Pero lo más importante para él es servir a su Dios y Padre, Jehová, que nunca cambia (1 Samuel 19:4, 5).

      Es muy doloroso ver que un amigo o un familiar cambia drásticamente para mal. ¿Ha experimentado usted ese dolor alguna vez? Lo que le ocurrió a Jonatán nos recuerda las palabras que tiempo después escribió el salmista: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Jehová es leal. Si otros humanos imperfectos lo decepcionan o lo hacen sentir mal, recuerde que Jehová lo acogerá y será el mejor padre que pueda imaginar.

      Probablemente, Jonatán sabía que Jehová le quitaría el reino a su padre. ¿Qué pensaría Jonatán? ¿Se preguntaría qué clase de gobernante sería él? ¿Tendría la esperanza de llegar a ser un rey leal y obediente y de corregir algunos de los errores de su padre? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que nada de eso se hizo realidad. ¿Significa que Jehová abandonó a este hombre fiel? Todo lo contrario, pues Jehová usó a Jonatán para poner uno de los mejores ejemplos de amistad leal que hay en la Biblia. En otro artículo hablaremos de este ejemplo de amistad.

  • Unidos por una gran amistad
    Ejemplos de fe
    • Jonatán

      EJEMPLOS DE FE | JONATÁN

      Unidos por una gran amistad

      La batalla ha acabado y el silencio se adueña del valle de Elah. El viento suave de la tarde agita las telas de las tiendas del campamento militar, y el rey Saúl reúne a algunos de sus hombres, incluido su hijo mayor, Jonatán. Un joven pastor les está contando emocionado su historia. El joven es David, y habla con gran celo y entusiasmo. Saúl escucha con mucha atención cada palabra que sale de la boca de David. Pero ¿qué piensa Jonatán? En su extensa carrera en el ejército de Jehová ha conseguido muchas victorias, pero la de hoy no ha sido suya, sino de este joven. David ha matado al gigante Goliat. ¿Envidia Jonatán toda la fama que David está ganando?

      La reacción de Jonatán tal vez nos sorprenda. El relato dice que, en cuanto David terminó de hablar, surgió una gran amistad entre ellos, y Jonatán empezó a quererlo como a sí mismo. Le dio a David su ropa de combate. También le dio su arco, y ese era un gran regalo, pues Jonatán era conocido por ser un buen arquero. Es más, Jonatán y David hicieron un pacto, es decir, un acuerdo solemne, que los unía como amigos que se apoyarían el uno al otro (1 Samuel 18:1-5).

      Así comenzó una de las mejores amistades de las que habla la Biblia. La amistad es importante para las personas que tienen fe en Dios. Si escogemos bien a nuestros amigos y somos amigos leales que saben dar apoyo, podemos fortalecer nuestra fe en estos tiempos en los que hay tan poco amor (Proverbios 27:17). Así que veamos qué nos enseña el ejemplo de Jonatán sobre la amistad.

      El fundamento de la amistad

      ¿Cómo es posible que David y Jonatán se hicieran amigos tan rápido? La respuesta está relacionada con el fundamento de su amistad. Pensemos en el contexto. Jonatán estaba pasando por una época difícil. A lo largo de los años, su padre, el rey Saúl, había cambiado, y no para mejor. Antes había sido un hombre humilde, obediente y fiel, y ahora era un rey arrogante y desobediente (1 Samuel 15:17-19, 26).

      Seguro que los cambios en la personalidad de Saúl preocuparon mucho a Jonatán, pues estaba muy unido a su padre (1 Samuel 20:2). Es probable que pensara en el daño que Saúl podría causarle a la nación escogida por Jehová. ¿Podría la desobediencia del rey llevar al pueblo de Israel por el mal camino y hacer que perdiera la aprobación de Jehová? Sin duda, aquellos fueron tiempos muy difíciles para Jonatán, un hombre de fe.

      Esta información nos ayuda a entender por qué Jonatán quiso ser amigo del joven David. Jonatán vio la gran fe de David. Recordemos que, a diferencia de los soldados de Saúl, David no se dejó intimidar por el tamaño colosal de Goliat. Pensó que ir a la batalla en el nombre de Jehová lo hacía más fuerte que Goliat con todas sus armas (1 Samuel 17:45-47).

      Unos años antes, Jonatán había pensado de modo parecido. Estaba convencido de que dos hombres, él y su escudero, podrían atacar y vencer a todo un destacamento de soldados armados. ¿Por qué? Jonatán dijo: “Para Jehová no hay estorbo en salvar” (1 Samuel 14:6). Así que Jonatán y David tenían mucho en común: una fe fuerte en Jehová y un intenso amor por él. Ese era el mejor fundamento que podía tener su amistad. Aunque Jonatán era un príncipe poderoso que tenía casi 50 años y David era un humilde pastor que probablemente no tenía ni 20 años, esas diferencias no impidieron que se hicieran amigos.a

      El pacto que hicieron protegió su amistad. ¿De qué manera? Recordemos que David sabía lo que Jehová quería para él: iba a ser el siguiente rey de Israel. ¿Le ocultó esa información a Jonatán? No. Una amistad tan fuerte como la que ellos tenían se basa en la buena comunicación, y no en secretos y mentiras. ¿Cómo le podría haber afectado a Jonatán enterarse de que David sería el próximo rey? ¿Y si Jonatán tenía la esperanza de ser rey y corregir los errores de su padre? La Biblia no dice si Jonatán tenía una lucha interna o no, solo nos habla de lo que es realmente importante: la lealtad y la fe de Jonatán. Él se daba cuenta de que David tenía el espíritu de Jehová (1 Samuel 16:1, 11-13). Así que Jonatán cumplió su promesa y siguió viendo a David como su amigo, no como su rival. Jonatán quería que se hiciera la voluntad de Jehová.

      Jonatán y David tenían en común una fe fuerte en Jehová y un intenso amor por él

      Esa amistad resultó ser una gran bendición. ¿Qué podemos aprender del ejemplo de fe de Jonatán? Todos los siervos de Dios debemos valorar la amistad. No hace falta que nuestros amigos tengan nuestra misma edad o nuestros mismos antecedentes, lo que sí nos conviene es que tengan una fe auténtica. Jonatán y David se fortalecieron y se animaron el uno al otro muchas veces. Y los dos necesitarían esa ayuda, pues su amistad iba a pasar por pruebas más difíciles.

      Un conflicto de lealtades

      Al principio, Saúl le tenía mucho afecto a David y lo puso a cargo de su ejército. Pero, poco después, Saúl se dejó vencer por un enemigo que no había logrado dominar a Jonatán: la envidia. David obtuvo una victoria tras otra contra los enemigos de Israel, los filisteos. Por eso se ganó la alabanza y la admiración de la gente. Algunas mujeres israelitas incluso cantaron: “Saúl ha derribado sus miles, y David sus decenas de miles”. A Saúl no le gustó nada esa canción. El relato dice que Saúl miró a David con desconfianza desde ese día (1 Samuel 18:7, 9). Tenía miedo de que David intentara arrebatarle el trono. Pero eso no tenía ningún sentido. Es cierto que David sabía que iba a ser el siguiente rey, pero nunca pensó en quitarle el lugar a Saúl, el rey escogido por Jehová.

      Saúl planeó que David muriera en batalla, pero fracasó. David siguió obteniendo victorias y ganándose el aprecio de la gente. Después Saúl intentó que los miembros de su casa —todos sus siervos y su hijo mayor— participaran en un complot para matar a David. Imaginemos lo decepcionado que debió sentirse Jonatán al ver cómo actuaba su padre (1 Samuel 18:25-30; 19:1). Jonatán era un hijo leal, pero también era un amigo leal. ¿Qué haría ante ese conflicto de lealtades?

      Jonatán le dijo con valor a su padre: “No peque el rey contra su siervo David, pues él no ha pecado para contigo, y sus obras han sido muy buenas para contigo. Y procedió a poner su alma en la palma de su mano y a derribar al filisteo, de modo que Jehová ejecutó una gran salvación para todo Israel. Tú lo viste, y te entregaste al regocijo. ¿Por qué, pues, debes pecar contra sangre inocente, haciendo que se dé muerte a David sin causa?”. En un momento de sensatez, Saúl escuchó a su hijo e incluso juró que no le haría daño a David. Pero Saúl no era un hombre de palabra. Al ver que David lograba más triunfos, Saúl sintió tanta ira y envidia que le arrojó una lanza (1 Samuel 19:4-6, 9, 10). Pero David la esquivó y huyó de la corte de Saúl.

      ¿Ha tenido usted algún conflicto de lealtades? Puede ser una situación muy dolorosa. En esos casos, hay quien le dirá que la familia es lo más importante. Pero Jonatán sabía que eso no era lo correcto. ¿Cómo iba a ponerse del lado de su padre cuando David era un siervo de Jehová leal y obediente? Así que Jonatán dejó que su lealtad a Jehová guiara su decisión. Por eso defendió públicamente a David. Aunque para Jonatán la lealtad a Dios era lo más importante, también fue leal a su padre, pues lo aconsejó con franqueza en vez de decirle lo que él quería oír. Todos hacemos bien en imitar la manera en que Jonatán fue leal.

      El precio de la lealtad

      Jonatán volvió a intentar que su padre hiciera las paces con David, pero esta vez Saúl ni siquiera lo escuchó. David fue a ver a Jonatán a escondidas y le confesó que temía por su vida. Le dijo a su amigo: “Solo hay como un paso entre yo y la muerte”. Jonatán accedió a averiguar las intenciones de su padre y contarle a David si Saúl estaba dispuesto a arreglar la situación. Mientras David permanecía escondido, Jonatán le enviaría una señal con el arco y las flechas para indicarle la postura de Saúl. Jonatán solo le pidió a David que jurara cumplir la siguiente promesa: “No cortarás tu propia bondad amorosa de estar con mi casa hasta tiempo indefinido. Tampoco, cuando Jehová corte a los enemigos de David”. David prometió que siempre cuidaría y protegería a la familia de Jonatán (1 Samuel 20:3, 13-27).

      Jonatán trató de hablarle bien de David a Saúl, pero el rey se puso furioso. Llamó a Jonatán “hijo de criada rebelde” y le dijo que su lealtad a David era una vergüenza para la familia. A continuación, intentó despertar la ambición de su hijo: “Por el total de los días que el hijo de Jesé esté vivo sobre el suelo, tú y tu gobernación real no estarán firmemente establecidos”. Sin dejar que esas palabras lo afectaran, Jonatán volvió a preguntarle a su padre: “¿Por qué debe dársele muerte? ¿Qué ha hecho?”. Saúl estalló de rabia. A pesar de su edad, seguía siendo un guerrero fuerte. Le arrojó una lanza a su hijo y, por mucha habilidad que tuviera, falló. Jonatán se sintió ofendido y humillado, y se fue muy enojado (1 Samuel 20:24-34).

      Jonatán no cayó en la trampa de la ambición

      A la mañana siguiente, Jonatán salió al campo, cerca del lugar donde se escondía David. Entonces disparó una flecha de la manera que habían acordado para que David supiera que Saúl todavía quería matarlo. Después Jonatán mandó a su sirviente que regresara a la ciudad. Él y David se quedaron solos y pudieron hablar brevemente. Los dos lloraron, y Jonatán se despidió con tristeza de su joven amigo, que empezó una nueva vida como fugitivo (1 Samuel 20:35-42).

      Jonatán no cayó en la trampa de la ambición, sino que se mantuvo leal. A Satanás, el enemigo de todos los siervos de Dios, le habría encantado que Jonatán siguiera los pasos de Saúl y pusiera en primer lugar sus deseos de poder y gloria. Recordemos que Satanás intenta que los seres humanos se dejen llevar por sus inclinaciones egoístas. Esta táctica le funcionó con Adán y Eva, nuestros primeros padres (Génesis 3:1-6). Sin embargo, con Jonatán no le funcionó. Seguro que Satanás se sintió muy frustrado. ¿Evitará usted caer en esa misma trampa? El mundo en que vivimos está dominado por el egoísmo (2 Timoteo 3:1-5). ¿Imitaremos a Jonatán siendo leales y rechazando el egoísmo?

      Jonatán a punto de lanzar una flecha para advertir a David

      Jonatán fue un amigo leal y le envió una señal a David para protegerlo.

      “Muy agradable me fuiste”

      Con el tiempo, el odio que Saúl sentía por David se convirtió en una obsesión. El rey se comportaba como si estuviera loco, pues llegó a reunir a su ejército para que persiguiera a un hombre inocente por todo el país para matarlo, y Jonatán no podía hacer nada para evitarlo (1 Samuel 24:1, 2, 12-15; 26:20). ¿Participó Jonatán en aquella persecución? La Biblia no dice que Jonatán tomara parte en ninguna de estas campañas. Eso era algo impensable para él, ya que era leal a Jehová, a David y a su juramento de amistad.

      Lo que sentía por su joven amigo nunca cambió. Más tarde, halló la manera de ver de nuevo a David. Esta vez se reunieron en Hores, que significa “Lugar arbolado”. Hores estaba en una región montañosa y desértica, probablemente situada a unos kilómetros al sureste de Hebrón. ¿Por qué se arriesgó Jonatán a ir a ver a este fugitivo? La Biblia explica que su intención era “fortalecerle la mano respecto a Dios”, es decir, ayudar a David a fortalecer su confianza en Jehová (1 Samuel 23:16). ¿Qué hizo Jonatán para lograrlo?

      Le dijo a su joven amigo: “No tengas miedo”. Y le aseguró: “No te hallará la mano de Saúl mi padre”. ¿Por qué estaba tan convencido Jonatán? Porque tenía una profunda fe en que Jehová cumpliría sus promesas. Además, le dijo: “Serás rey sobre Israel”. Jehová le había hecho esa promesa mediante el profeta Samuel unos años antes, y Jonatán ahora le recordaba a David que lo que dice Jehová siempre se cumple. ¿Y qué pasaría con Jonatán? Él dijo: “Yo mismo llegaré a ser segundo a ti”. ¡Qué extraordinaria humildad! Jonatán estaría contento de estar a las órdenes de este hombre 30 años menor que él, de ser su mano derecha. Por último, Jonatán dijo: “Saúl mi padre también tiene conocimiento de que así es” (1 Samuel 23:17, 18). En el fondo, Saúl sabía que sus esfuerzos estaban condenados al fracaso, pues luchaba contra el hombre que Jehová había escogido para ser el próximo rey.

      Jonatán habla con David

      Jonatán animó a David cuando más lo necesitaba.

      Durante los años siguientes, seguro que David recordó con cariño aquel encuentro en más de una ocasión. Fue la última vez que se vieron. Por desgracia, el deseo de Jonatán de llegar a ser la mano derecha de David nunca se hizo realidad.

      Jonatán peleó junto a su padre contra los filisteos, enemigos declarados de Israel. Lo hizo con una buena conciencia, pues no dejó que los errores de su padre estorbaran su servicio a Jehová. Peleó con valor y lealtad como había hecho siempre, pero esta vez la victoria no iba a ser para los israelitas. Saúl se había apartado tanto de Jehová que incluso había ido a ver a una médium para consultar a los muertos, lo que era un pecado muy grave según la Ley. Así que el rey ya no contaba con la bendición de Jehová. Como resultado, tres hijos de Saúl, incluido Jonatán, murieron en la batalla. Saúl resultó herido y él mismo se quitó la vida (1 Samuel 28:6-14; 31:2-6).

      Jonatán dijo: “Serás rey sobre Israel, y yo mismo llegaré a ser segundo a ti” (1 Samuel 23:17).

      Al enterarse de la noticia, David quedó desconsolado. Este hombre bueno y compasivo incluso se lamentó por la muerte de Saúl, quien le había causado tanto sufrimiento. David escribió una canción de duelo por Saúl y Jonatán. Quizás las palabras más emotivas son las que dedicó a su querido consejero y amigo: “Estoy angustiado por ti, hermano mío, Jonatán, muy agradable me fuiste. Más maravilloso me fue tu amor que el amor procedente de mujeres” (2 Samuel 1:26).

      David nunca olvidó la promesa que le había hecho a Jonatán. Años después buscó al hijo discapacitado de Jonatán, Mefibóset, y se hizo cargo de él (2 Samuel 9:1-13). Está claro que David había aprendido mucho de la lealtad y el honor de Jonatán, quien no abandonó a su amigo ni siquiera en momentos muy difíciles. ¿Y nosotros? ¿Buscaremos amigos que sean como Jonatán? ¿Seremos esa clase de amigos? Si queremos conseguirlo, debemos ayudar a nuestros amigos a fortalecer su fe en Jehová, poner en primer lugar nuestra lealtad a Dios y seguir siendo leales en vez de pensar solo en lo que nos conviene. Así imitaremos el ejemplo de fe de Jonatán.

      ¿Se trató de una relación de carácter sexual?

      Algunos investigadores han llegado a la conclusión de que Jonatán y David tenían una relación homosexual. ¿Apoya la Biblia esa idea? Pensemos en lo siguiente:

      • Los textos bíblicos que se usan para defender esa opinión en realidad no hablan de una relación de carácter sexual. Muchas veces se citan estas palabras que David dedicó a Jonatán: “Más maravilloso me fue tu amor que el amor procedente de mujeres” (2 Samuel 1:26). Otras personas también mencionan los versículos que dicen que los dos hombres se besaron (1 Samuel 20:41). Sin embargo, en tiempos bíblicos y en la cultura del antiguo Oriente Medio, esas palabras y expresiones de cariño entre dos hombres eran bastante comunes y no tenían ninguna connotación sexual (1 Samuel 10:1; 2 Samuel 19:39).

      • Los dos se casaron con mujeres y tuvieron hijos. David tuvo varias esposas y muchos hijos (2 Samuel 5:13-16). La Biblia no menciona el nombre de la esposa de Jonatán, pero sí dice que tuvo un hijo llamado Mefibóset o Merib-baal (2 Samuel 4:4; 1 Crónicas 8:34).

      • Los dos obedecían la Ley de Dios. Jonatán y David tenían en común su fe y amor por Dios, e hicieron su juramento de amistad “en el nombre de Jehová” (1 Samuel 20:41, 42). De modo que la obediencia a Jehová era lo más importante para los dos, y la Ley de Dios prohibía de manera clara todos los tipos de inmoralidad sexual, incluidos los actos homosexuales (Levítico 18:22; 20:13). Por lo tanto, decir que David y Jonatán tenían relaciones homosexuales va en contra del fundamento de su amistad.

      No hay nada en la Biblia que dé a entender que Jonatán o David tuvieran inclinaciones homosexuales ni que su relación fuera de carácter sexual. Quienes dicen lo contrario están viendo en el relato algo que sencillamente no existe.

      a La primera vez que la Biblia menciona a Jonatán es al principio del reinado de Saúl y dice que era jefe del ejército, de modo que tendría 20 años de edad como mínimo (Números 1:3; 1 Samuel 13:2). Saúl fue rey 40 años. Por lo tanto, cuando Saúl murió, Jonatán tenía unos 60. Para entonces, David tenía 30 años (1 Samuel 31:2; 2 Samuel 5:4). Así que Jonatán debía de ser unos 30 años mayor que David.

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