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  • Síntomas de la depresión
    ¡Despertad! 2009 | julio
    • Síntomas de la depresión

      “CUANDO tenía 12 años, desperté una mañana y me senté al borde de la cama preguntándome si iba a morir ese día.” James, que para ese entonces ya padecía depresión mayor, o grave, cuenta treinta años después: “He luchado con esta enfermedad emocional y mental todos los días de mi vida”.a Durante su juventud experimentó sentimientos de inutilidad tan intensos que rompió todas las fotos de su infancia. “Creía que no servía de nada guardar recuerdos míos”, confiesa.

      Como todos nos hemos sentido tristes de vez en cuando, pudiéramos pensar que sabemos lo que es estar deprimido. Pero ¿qué síntomas produce la depresión clínica?

      Un trastorno cruel

      La depresión clínica es más que un simple arrebato de tristeza melancólica, se trata de un grave trastorno que a menudo interfiere en el desempeño de las actividades cotidianas.

      Por ejemplo, Álvaro lleva más de cuarenta años sufriendo “temor, confusión mental, angustia y una profunda tristeza”. Nos cuenta: “La depresión hacía que las opiniones de los demás me afectaran mucho. Siempre me echaba la culpa de todo lo que salía mal”. Para él, la depresión es “sentir un dolor terrible sin saber dónde, un gran temor sin saber por qué y, lo peor de todo, no tener ningún deseo de hablar de ello”. En la actualidad se siente mejor, y conoce la causa de sus síntomas. Dice: “Me consuela saber que otros están pasando por lo mismo que yo”.

      María, una brasileña de 49 años, sufría de depresión con síntomas de insomnio, dolor, irritabilidad y “una infinita tristeza”. Cuando se le diagnosticó, se sintió aliviada porque al fin había descubierto el origen de su tormento. “Pero entonces me preocupé mucho —explica—, porque pocos entienden esta enfermedad y se mira mal a quienes la padecen.”

      “Sin ninguna razón aparente”

      Aunque a veces la depresión tiene una causa obvia, a menudo se infiltra en la vida de la persona sin previo aviso. “Un nubarrón de tristeza ensombrece de pronto tu existencia sin ninguna razón aparente —comenta Richard, de Sudáfrica—. No se ha muerto ningún conocido ni ha sucedido ninguna desgracia, pero el desánimo y la apatía se apoderan de uno. Y lo malo es que no hay nada que se lleve ese nubarrón. Te sumes en la desesperación y no sabes por qué.”

      La depresión no es ninguna deshonra. Pero Ana, que también vive en Brasil, se sintió abochornada cuando le diagnosticaron depresión. “La verdad es que ya han pasado ocho años y todavía me avergüenzo de mí misma”, admite. Lo que más le cuesta dominar es la angustia emocional. “A veces —explica—, es tanto el sufrimiento que me duelen todos los músculos.” En tales ocasiones le resulta casi imposible levantarse de la cama. Y luego están los ataques de llanto. Ella dice: “Sollozo con tanta intensidad y quedo tan extenuada que me parece que no me circula la sangre”.

      “Un nubarrón de tristeza ensombrece de pronto tu existencia sin ninguna razón aparente”

      La Biblia reconoce que uno puede deprimirse hasta un grado peligroso. Por ejemplo, el apóstol Pablo temió que cierto hombre pudiera ser “tragado por hallarse demasiado triste” o se hundiera “en una excesiva depresión” (2 Corintios 2:7; Comentario al Nuevo Testamento, de William Barclay). Algunas personas deprimidas se sienten tan angustiadas que preferirían dejar de existir; llegan a pensar como el profeta Jonás, que escribió: “Mejor es mi morir que mi estar vivo” (Jonás 4:3).

      Entonces, ¿qué pueden hacer los que sufren depresión para tratar y sobrellevar esta penosa enfermedad?

  • La depresión y su tratamiento
    ¡Despertad! 2009 | julio
    • La depresión y su tratamiento

      “MI ESPOSO y yo hemos buscado tratamiento médico, hemos hecho cambios en nuestro estilo de vida y nos hemos esforzado por elaborar un horario que yo pueda seguir —dice Ruth, que lleva muchos años con depresión—. Hemos encontrado un medicamento que me está ayudando. Pero durante el tiempo en que nada parecía funcionar, el cariño fiel de mi esposo y mis amistades me ayudó a no darme por vencida.”

      Como indica la experiencia de Ruth, quienes padecen depresión clínica necesitan todo el apoyo posible, además de tratamiento profesional. No dar importancia a la depresión tiene sus riesgos, pues si no se trata, en algunos casos la vida de la persona puede correr peligro. Hace unos dos mil años, Jesucristo dijo que los enfermos necesitan ver al médico, reconociendo con ello que los expertos en el campo de la salud pueden ayudar (Marcos 2:17). Y así es, los médicos están capacitados para aliviar el sufrimiento de las personas deprimidas.a

      Opciones útiles

      Existen varios tratamientos para la depresión, según la gravedad y los síntomas de cada caso (véase el recuadro “Tipos de depresión”, ). El médico de cabecera puede ser de gran ayuda, aunque a veces hará falta acudir a un especialista. Es posible que se recete un antidepresivo u otro tipo de tratamiento. Hay quienes han obtenido buenos resultados con la fitoterapia (medicina herbaria), siguiendo cierta dieta o realizando un programa de ejercicios supervisado.

      Situaciones comunes

      1. Amigos bienintencionados con poca o ninguna preparación médica pudieran decirle al enfermo qué tratamiento debería aceptar o rechazar. Es posible que tengan opiniones muy definidas a favor de la fitoterapia, de ciertos medicamentos o que se opongan a todo tipo de tratamiento.

      Sugerencia: No acepte cualquier consejo. Recurra a fuentes confiables para informarse bien y tome una decisión razonada.

      2. El desánimo lleva a algunos pacientes a descontinuar el tratamiento por los efectos secundarios que produce o porque les parece que no se recuperan.

      Sugerencia: “Resultan frustrados los planes donde no hay habla confidencial, pero en la multitud de consejeros hay logro” (Proverbios 15:22). De este consejo se desprende que si usted mantiene una buena comunicación con su médico, es más probable que obtenga resultados favorables. Por tanto, cuéntele con franqueza lo que le preocupa y los síntomas que tiene, y pregúntele si necesita modificar el tratamiento o simplemente seguirlo un poco más de tiempo.

      3. El exceso de confianza hace que algunos pacientes interrumpan su tratamiento a las pocas semanas de empezarlo porque se sienten mejor. Olvidan lo mal que se encontraban antes de medicarse.

      Sugerencia: No deje la medicación de golpe, pues podría sufrir consecuencias graves e incluso mortales. Siempre consulte a su médico.

      Aunque la Biblia no es un libro de medicina, su Autor, Jehová Dios, es nuestro Creador, y como tal, puede ofrecer consuelo y guía a los que sufren depresión y a quienes los atienden. Veamos en el próximo artículo cómo brinda dicho consuelo.

      a ¡Despertad! no recomienda ningún tratamiento en particular. Cada quien debe evaluar con cuidado sus opciones antes de decidir cuál seguirá.

      TIPOS DE DEPRESIÓN

      Para que un tratamiento médico sea eficaz, se ha de tener presente el tipo de depresión.

      • La depresión mayor, o grave, tiene síntomas agudos que pueden durar seis meses o más si no se tratan e interferir en casi todos los aspectos de la vida del paciente.

      • El trastorno bipolar se conoce también como depresión maníaca. Quienes lo padecen experimentan emociones extremas que oscilan entre períodos prolongados de intensa hiperactividad (manía) y abrumadores bajones (depresión) (véase el artículo “Vivir con un trastorno del ánimo”, en el número del 8 de enero de 2004 de esta revista).

      • La distimia es un tipo de depresión más leve; con todo, sus síntomas interfieren en la vida normal del paciente. Hay quienes también experimentan períodos intermitentes de depresión grave.

      • La depresión posparto es un estado emocional debilitante que afecta a muchas madres después de dar a luz (véase el artículo “¿Qué es la depresión posparto?”, en el número del 8 de junio de 2003 de esta revista).

      • El trastorno afectivo estacional se presenta como resultado de la falta de luz solar durante el otoño y el invierno. Suele desaparecer en la primavera y el verano.

  • Ayuda del “Dios de todo consuelo”
    ¡Despertad! 2009 | julio
    • Ayuda del “Dios de todo consuelo”

      EL REY David fue un hombre que atravesó numerosas situaciones angustiosas y tuvo muchos “pensamientos inquietantes”. Pero jamás dudó de que el Creador lo entendiera a la perfección. Él escribió: “Oh Jehová, tú me has escudriñado completamente, y me conoces. Tú mismo has llegado a conocer mi sentarme y mi levantarme. Has considerado mi pensamiento desde lejos. Pues no hay una sola palabra en mi lengua, cuando, ¡mira!, oh Jehová, tú ya lo sabes todo” (Salmo 139:1, 2, 4, 23).

      Nosotros también podemos estar seguros de que el Creador nos entiende y que comprende el efecto debilitante que tiene la depresión en nuestros cuerpos y mentes imperfectos. Él conoce las causas de la depresión y sabe cuál es la mejor manera de afrontarla. Además, nos ha revelado que curará la depresión de una vez por todas. No podemos pensar en nadie mejor para ayudarnos que nuestro compasivo “Dios, que consuela a los deprimidos” (2 Corintios 7:6, La Biblia de las Américas). O, según otras versiones, que los “conforta”, los “anima” y les “da aliento” (La Biblia de Nuestro Pueblo; Versión Popular; Nueva Biblia Española).

      Pero los deprimidos tal vez se pregunten qué ayuda pueden recibir de Dios cuando experimentan sentimientos inquietantes.

      ¿Es Dios accesible?

      Dios está tan cerca de sus siervos deprimidos que es como si residiera con ellos, con “el aplastado y de espíritu humilde”. Y lo hace “para revivificar el espíritu de los de condición humilde y [...] el corazón de los que están siendo aplastados” (Isaías 57:15). ¡Qué animador! “Jehová está cerca de los que están quebrantados de corazón; y salva a los que están aplastados en espíritu.” (Salmo 34:18.)

      ¿Cómo recibir consuelo de Dios?

      Los siervos de Dios podemos hablarle al “Oidor de la oración” a cualquier hora, y él puede ayudarnos a manejar los sentimientos y las circunstancias que nos perturban (Salmo 65:2). La Biblia nos anima a abrirle nuestro corazón, pues dice: “No se inquieten por cosa alguna, sino que en todo, por oración y ruego junto con acción de gracias, dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).

      ¿Y si los sentimientos de inutilidad me hacen pensar que Dios no escucha mis oraciones?

      La depresión puede llevarnos a creer que no somos capaces de complacer a Dios. Pero nuestro Padre celestial tiene presentes nuestros frágiles sentimientos, pues “se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103:14). Y aunque “nos condene nuestro corazón”, podemos ‘persuadirlo’ de que “Dios es mayor que nuestro corazón y conoce todas las cosas” (1 Juan 3:19, 20, nota). Además, en nuestras oraciones podemos usar expresiones tomadas de pasajes bíblicos como Salmo 9:9, 10; 10:12, 14, 17 y 25:17.

      ¿Y si estoy demasiado angustiado para expresar lo que siento?

      Cuando se encuentre tan abrumado que no sepa qué pedir, no se dé por vencido. Continúe dirigiéndose al “Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo” con la seguridad de que él comprende sus sentimientos y sabe lo que necesita (2 Corintios 1:3). María, mencionada antes en estos artículos, dice: “A veces, cuando me siento muy confundida, no sé qué pedirle a Dios, pero estoy convencida de que me comprende y me ayuda”.

      ¿Cómo responde Dios nuestras oraciones?

      La Biblia no dice que Dios vaya a eliminar todas nuestras dificultades en el presente. No obstante, Dios sí nos da fuerzas para aguantar “todas las cosas”, entre ellas la depresión (Filipenses 4:13). “Cuando empecé a sufrir depresión —admite Martina—, le rogaba a Jehová que me curara enseguida, pues creía que no iba a soportarlo mucho más tiempo. Pero ahora me contento con pedirle que me dé fuerzas para el día.”

      Los enfermos de depresión pueden recurrir a una fuente inagotable de energía espiritual: las Escrituras. Sarah, que lleva treinta y cinco años luchando con la depresión, ha comprobado el valor práctico de la lectura diaria de la Biblia. “Agradezco mucho lo que la profesión médica ha hecho por mí. Pero, por encima de todo, reconozco el valor espiritual y práctico de la lectura de la Palabra de Dios. He adoptado la costumbre de leerla regularmente”, dice ella.

      No más depresión

      Cuando estuvo en la Tierra, Jesucristo empleó el poder que había recibido de Dios para curar enfermedades dolorosas. Deseaba aliviar a la gente que padecía dolencias graves. Además, experimentó sentimientos muy angustiosos. La noche antes de morir de una forma terrible, “Cristo ofreció ruegos y también peticiones a Aquel que podía salvarlo de la muerte, con fuertes clamores y lágrimas” (Hebreos 5:7). Gracias a que Jesús pasó por aquellos momentos tan amargos, ahora “puede ir en socorro de los que están siendo puestos a prueba” (Hebreos 2:18; 1 Juan 2:1, 2).

      La Biblia revela que Dios se propone eliminar todas las situaciones penosas que contribuyen a la depresión. Él promete: “Voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón. Pero alborócense y estén gozosos para siempre en lo que voy a crear” (Isaías 65:17, 18). Los “nuevos cielos” —el Reino de Dios— restablecerán a un estado perfecto de salud física, emocional y espiritual a la “nueva tierra”, o sociedad humana justa. Todas las enfermedades habrán sido erradicadas para siempre.

      “He clamado tu nombre, oh Jehová, desde un hoyo de la clase más baja. Tienes que oír mi voz. No escondas tu oído de mi alivio, de mi clamor por ayuda. Te has acercado en el día que seguí llamándote. Dijiste: ‘No tengas miedo’.” (Lamentaciones 3:55-57)

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