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  • El origen del conflicto
    ¡Despertad! 2003 |   8 de enero
    • El origen del conflicto

      STRATTON (OHIO, EE.UU.) es una pequeña población de menos de 300 habitantes enclavada cerca del río Ohio, frontera natural entre los estados de Ohio y Virginia Occidental. En 1999, esta localidad se convirtió de pronto en un foco de polémica cuando las autoridades municipales trataron de obligar a los testigos de Jehová —conocidos por difundir su mensaje bíblico—, así como a otras personas, a obtener una licencia para visitar los hogares de los vecinos.

      ¿Por qué es este un asunto importante? Conforme expongamos los hechos, irá comprendiendo que este tipo de normativas en realidad coartan la libertad de expresión no solo de los testigos de Jehová, sino de todo habitante de Estados Unidos.

      Cómo surgió el conflicto

      Hace años que Stratton recibe las visitas de los ministros religiosos de la congregación de los testigos de Jehová de Wellsville, quienes ya desde 1979 comenzaron a tener problemas con ciertos representantes de la autoridad de Stratton a consecuencia de su predicación de casa en casa. A principios de la década de 1990, un policía expulsó del pueblo a un grupo de Testigos y les dijo: “Me importan un bledo sus derechos”.

      La situación llegó a un punto crítico en 1998 cuando el alcalde en persona se enfrentó con cuatro mujeres testigos de Jehová que se marchaban del pueblo tras haber conversado con algunos vecinos que habían mostrado interés en los temas bíblicos. Según una de ellas, el alcalde les aseguró que de haber sido hombres las habría encarcelado.

      El detonante del conflicto fue la ordenanza municipal Regulating Uninvited Peddling and Solicitation Upon Private Property, según la cual, toda persona que deseara participar en una actividad de puerta en puerta debía obtener del alcalde un permiso gratuito. Los testigos de Jehová consideraron esta normativa una vulneración de la libertad de expresión, de prensa y de religión. Por consiguiente, como el Ayuntamiento se negó a modificarla, interpusieron una demanda ante un tribunal federal.

      El 27 de julio de 1999 se celebró una vista ante un juez del Tribunal Federal del Distrito Sur de Ohio, quien ratificó la constitucionalidad de la ordenanza. Más tarde, el 20 de febrero de 2001, el Tribunal de Apelaciones del Sexto Circuito concordó con tal sentencia.

      Para zanjar la cuestión, la Watchtower Bible and Tract Society of New York y la congregación de los testigos de Jehová de Wellsville solicitaron al Tribunal Supremo de Estados Unidos que revisara el caso.

      [Ilustración y mapa de la página 3]

      (Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

      Los Ángeles

      Nueva York

      OHIO

      Stratton

  • El Tribunal Supremo admite el caso a trámite
    ¡Despertad! 2003 |   8 de enero
    • El Tribunal Supremo admite el caso a trámite

      EN LOS ÚLTIMOS TIEMPOS, el Tribunal Supremo ha aceptado 80 ó 90 casos anuales de entre las más de siete mil peticiones que recibe al año, lo que supone poco más del uno por ciento.

      En mayo de 2001, los testigos de Jehová elevaron a dicho Tribunal una petición de revisión del caso (Writ of Certiorari) con la siguiente pregunta: “¿Puede afirmarse, de acuerdo con la Constitución, que los ministros religiosos que participan en la antiquísima obra de origen bíblico de difundir sus creencias religiosas de puerta en puerta son vendedores y que, por tanto, les aplica la restricción previamente expuesta de obtener una licencia municipal a fin de hablar de la Biblia u ofrecer publicaciones bíblicas gratuitas?”.

      El 15 de octubre de 2001 se notificó al Departamento Legal de la Sociedad Watchtower que el Supremo había aceptado reexaminar el caso Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc. y otros, contra Stratton y otros.

      El Tribunal aceptó el caso limitándolo a una cuestión relativa a la libertad de expresión, en la que se planteaba si la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos garantiza el derecho a hablar de un asunto sin tener que presentarse primero a las autoridades.

      El siguiente paso sería una vista oral ante los nueve magistrados del Tribunal Supremo en la que los abogados de los Testigos y los de Stratton expondrían sus respectivos alegatos. ¿Qué ocurrió en la audiencia?

      [Recuadro de la página 5]

      ¿Qué es la Primera Enmienda?

      “ENMIENDA I (ESTABLECIMIENTO DE RELIGIÓN OFICIAL, LIBERTAD DE RELIGIÓN, EXPRESIÓN, PRENSA, REUNIÓN Y PETICIÓN). El Congreso no aprobará ley alguna que establezca una religión como la oficial del Estado o que prohíba el libre ejercicio de la misma, o que coarte la libertad de expresión o de prensa o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a requerir del gobierno la reparación de agravios.” (Constitución de Estados Unidos.)

      “La Primera Enmienda es el fundamento del proceso democrático de Estados Unidos. Prohíbe al Congreso aprobar leyes que restrinjan la libertad de expresión, de prensa, de petición o de reunirse pacíficamente. Numerosas personas consideran la libertad de expresión la más importante de las libertades y la base de las demás. La Primera Enmienda también prohíbe al Congreso aprobar una ley que establezca una religión estatal o que coarte la libertad religiosa.” (The World Book Encyclopedia.) Cabe señalar que en el caso Cantwell contra Connecticut, 310 U.S. 296 (1940) —causa también relacionada con los testigos de Jehová—, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó, en una sentencia histórica, que la Primera Enmienda no solo incapacita al “Congreso” (el gobierno federal) para aprobar leyes que violen los derechos constitucionales que en ella se garantizan, sino también a las autoridades estatales y municipales.

      [Ilustraciones de la página 5]

      Las cuestiones implicadas incidían en diversas actividades que se llevan a cabo de puerta en puerta

      [Reconocimiento de la página 4]

      Fotografía de Franz Jantzen, Collection of the Supreme Court of the United States

  • El primer obstáculo: la vista oral ante el Tribunal Supremo
    ¡Despertad! 2003 |   8 de enero
    • El primer obstáculo: la vista oral ante el Tribunal Supremo

      LA FECHA FIJADA para la vista oral ante el presidente del Tribunal Supremo, el juez William Rehnquist, y los ocho magistrados adjuntos fue el 26 de febrero de 2002. Un equipo de cuatro abogados representaban los intereses de los testigos de Jehová.

      El abogado portavoz captó toda la atención iniciando su alegato con estas palabras: “Nos hallamos en Stratton. Son las once de la mañana de un sábado cualquiera. [Entonces golpeó tres veces el atril.] ‘Buenos días, a raíz de los sucesos recientes he hecho un esfuerzo especial para visitar su hogar y conversar con usted sobre el magnífico futuro del que habló el profeta Isaías. Me refiero a las buenas nuevas que predicó Jesucristo, las buenas nuevas del Reino de Dios’”.

      Entonces prosiguió así: “En Stratton es un delito ir de casa en casa con este mensaje a menos que primero se obtenga un permiso municipal”.

      ‘¿No piden dinero?’

      El juez Stephen G. Breyer planteó esta pertinente pregunta: “¿Es cierto que sus clientes no piden dinero, ni un solo centavo, [que] no venden Biblias ni ningún otro artículo y que se limitan a decir: ‘Me gustaría hablar con usted de religión’?”.

      El abogado de los Testigos respondió: “Su señoría, los hechos no admiten confusión; los testigos de Jehová no pedían dinero en Stratton. Y lo mismo puede decirse de otros lugares, donde solo en ocasiones mencionamos la posibilidad de aportar una donación voluntaria. [...] Nosotros no recaudamos fondos; tan solo deseamos hablar de la Biblia”.

      ¿Se necesita el permiso de las autoridades?

      El juez Antonin Scalia señaló con agudeza: “Es decir, a ustedes no les parece bien tener que conseguir el permiso del alcalde para hablar con un vecino de un tema interesante, ¿estoy en lo cierto?”. El abogado de los Testigos respondió: “No creemos que este Tribunal deba aprobar una normativa que exija a un ciudadano obtener una licencia para hablar con otro ciudadano en la casa de este”.

      Cambio de argumentos y cambio de tono

      Entonces les correspondió a los representantes de Stratton presentar sus alegatos. El letrado que ejercía de portavoz explicó la ordenanza municipal en estos términos: “Stratton está valiéndose de su autoridad para proteger la intimidad de sus habitantes y para combatir la delincuencia. La normativa, que prohíbe la venta, la captación de votos o los sondeos en propiedad privada, tan solo exige registrarse previamente y llevar una licencia mientras se efectúe la actividad a domicilio”.

      El juez Scalia fue directo al quid de la cuestión y preguntó a los demás magistrados: “¿Conocen algún otro caso [presentado al Tribunal Supremo] que esté relacionado con una ordenanza de este calibre que no tenga que ver con recaudación de fondos, ni venta de productos, sino con el deseo de conversar, digamos, sobre Jesucristo o la protección del medio ambiente? ¿Hemos tenido alguna vez un caso de este tipo?”.

      El magistrado Scalia añadió: “En más de dos siglos no he visto un caso como este”. Entonces, el juez Rehnquist apuntó: “Bueno, usted no lleva tanto tiempo en este mundo”. Este comentario jocoso desató las carcajadas de la sala. El juez Scalia siguió con su argumento: “La dimensión de todo este asunto es nueva para mí”.

      ¿Una brillante idea?

      El juez Anthony M. Kennedy planteó otra cuestión oportuna al preguntar al abogado: “¿Así que usted cree que es una idea brillante el que yo tenga que pedir permiso a las autoridades antes de ir a alguna sección de mi calle donde no conozco a todos los vecinos, [y] decirle a alguien que quiero hablar con él porque me preocupa nuestro congresista, o la recogida de basura, o cualquier otro asunto? ¿Necesito un permiso para hacer esto?”. Y añadió: “Eso es increíble”.

      La jueza Sandra Day O’Connor se sumó a esta línea argumental y preguntó: “¿Y los niños que van de casa en casa pidiendo dulces durante la fiesta de Halloween? ¿Tienen que obtener una licencia?”. Después de que los jueces O’Connor y Scalia plantearon más ejemplos parecidos, la jueza O’Connor presentó otro argumento: “¿Y si quiero pedir una taza de azúcar a un vecino? ¿También necesito una licencia?”.

      ¿Tienen sus visitas domiciliarias fines comerciales o políticos?

      El magistrado David H. Souter preguntó: “¿Qué tienen que ver los testigos de Jehová con esta normativa? ¿Acaso son encuestadores, captadores de votos, vendedores ambulantes, comerciantes o proveedores de servicios? No lo son, ¿verdad?”. Entonces, el letrado que representaba a Stratton leyó la ordenanza en detalle y mencionó que el tribunal inferior había incluido a los testigos de Jehová en algunas de las categorías mencionadas. El juez Souter contestó: “Vaya, veo que para ustedes estas categorías son bastante amplias, si en ellas están incluyendo a los testigos de Jehová”.

      Acto seguido, el juez Breyer se remitió a un diccionario para demostrar que los Testigos no encajan con ninguna de tales denominaciones y añadió: “Todavía no he leído nada en su informe que explique con qué propósito exigen a estas personas [los testigos de Jehová] registrarse en el Ayuntamiento si no les interesa el dinero, y si su fin no es vender y ni mucho menos captar los votos de nadie. ¿Qué es lo que pretenden ustedes?”.

      El “privilegio” de la comunicación

      Los letrados de Stratton arguyeron que “el propósito es evitar que se moleste a los habitantes en su propiedad”. También aclararon que se pretendía proteger del fraude y del delito a los residentes de la localidad. El juez Scalia citó la parte de la ordenanza que indica que el alcalde puede exigir al solicitante información personal y de la actividad que pretende realizar a fin de “describir con precisión la naturaleza del privilegio deseado”. Y añadió acertadamente: “El privilegio de persuadir a los conciudadanos sobre un asunto cualquiera... ¿hay alguien que me pueda explicar esto?”.

      El juez Scalia volvió a insistir: “¿Hemos de obligar, entonces, a todo el que quiera llamar a un timbre a ir al Ayuntamiento para que le tomen las huellas digitales? ¿Es el pequeño riesgo de que se cometa un delito razón suficiente para exigir a todo el que desee llamar a una puerta que se inscriba en el Ayuntamiento? Claro que no”.

      ¿Se protege a los ciudadanos?

      Una vez concluidos sus veinte minutos, el equipo de abogados de Stratton pasó la palabra al procurador general del estado de Ohio, quien señaló que la ordenanza municipal protegía a los ciudadanos de las visitas de un extraño, de “alguien que no ha sido invitado y [que] está en propiedad ajena [...]. Las autoridades locales tienen el derecho de decir: ‘Nos preocupa este tipo de actividad’”.

      El juez Scalia hizo esta observación: “O sea, están diciendo que los testigos de Jehová deben registrarse ante el alcalde para que se les conceda el privilegio de llamar al timbre incluso de aquellos vecinos que aceptan sus visitas, que se sienten solos y que conversarían gustosamente con alguien de cualquier tema”.

      “Una restricción insignificante”

      Durante la intervención del procurador general, el juez Scalia presentó un razonamiento muy convincente al decir: “Todos concordamos en que las sociedades con la mayor seguridad ciudadana del mundo son las dictaduras totalitarias. Por lo general, en ellas apenas hay delincuencia. Pero la libertad tiene un precio, y este es, en parte, un mayor índice de delitos. Pues bien, nos preguntamos si esta ordenanza logrará reducir tanto la criminalidad que compense la pérdida que implica regular el privilegio de visitar el hogar de un vecino”. El procurador respondió que “se trata de una restricción insignificante”, pero el magistrado Scalia replicó que era tan insignificante que “no hallamos ni un solo municipio que haya elaborado una ordenanza de ese tipo, y eso no es insignificante”.

      Finalmente, ante la presión de uno de los jueces, el procurador tuvo que admitir: “No me atrevo a afirmar que pueda prohibirse por completo llamar a una puerta o tocar un timbre”. Con este comentario, terminó su argumento.

      Durante el turno de refutación, el abogado de los Testigos señaló que la ordenanza no contaba con ningún sistema de comprobación. “Puedo ir al Ayuntamiento y decir: ‘Soy [fulano de tal]’ y entonces obtener un permiso para ir de puerta en puerta.” También mencionó que el alcalde puede denegar el permiso a alguien que no pertenezca a cierta organización. “Creemos que se trata de un claro ejemplo de arbitrariedad”, dijo, y añadió: “Con el debido respeto debo decir que nuestras actividades [las de los testigos de Jehová] tienen que ver con la mismísima esencia de la Primera Enmienda”.

      Momentos después, el presidente del Tribunal, el juez Rehnquist, dio por finalizada la vista oral. La audiencia había durado poco más de una hora, y la importancia de esa hora se comprobaría en la sentencia que emitiría el Tribunal en junio.

      [Ilustración de la página 6]

      Juez Rehnquist, presidente del Tribunal Supremo

      Juez Breyer

      Juez Scalia

      [Reconocimientos]

      Rehnquist: Collection, The Supreme Court Historical Society/Dane Penland; Breyer: Collection, The Supreme Court Historical Society/Richard Strauss; Scalia: Collection, The Supreme Court Historical Society/Joseph Lavenburg

      [Ilustraciones de la página 7]

      Juez Souter

      Juez Kennedy

      Jueza O’Connor

      [Reconocimientos]

      Kennedy: Collection, The Supreme Court Historical Society/Robin Reid; O’Connor: Collection, The Supreme Court Historical Society/Richard Strauss; Souter: Collection, The Supreme Court Historical Society/Joseph Bailey

      [Ilustración de la página 8]

      Interior de la sala

      [Reconocimiento]

      Fotografía de Franz Jantzen, Collection of the Supreme Court of the United States

  • El Tribunal Supremo falla a favor de la libertad de expresión
    ¡Despertad! 2003 |   8 de enero
    • El Tribunal Supremo falla a favor de la libertad de expresión

      EL 17 DE JUNIO DE 2002 fue el día clave, pues se hizo pública la sentencia del Tribunal Supremo. ¿A qué decisión se llegó? Veamos los titulares de algunos periódicos. The New York Times dijo: “El Tribunal Supremo anula la restricción impuesta a las visitas de los testigos de Jehová”. The Columbus Dispatch, de Ohio, informó: “El máximo tribunal del país invalida la obligatoriedad de una licencia”. The Plain Dealer, de Cleveland (Ohio), se limitó a decir: “Los vendedores no necesitan el visto bueno del Ayuntamiento”. Y un artículo de opinión del USA Today señaló: “Triunfa la libertad de expresión”.

      Las sentencias de los tribunales inferiores contra los testigos de Jehová fueron revocadas por ocho votos a uno. El juez John Paul Stevens redactó las dieciocho páginas de la sentencia oficial, la cual supuso una enorme ratificación del amparo que concede la Primera Enmienda al ministerio público de los testigos de Jehová. En la sentencia, el Tribunal explicó que los Testigos no solicitaron licencias porque, para ellos, “la autorización de predicar la otorgan las Escrituras”. Y citó del expediente que estos le habían hecho llegar: “Para nosotros, solicitar permiso al municipio para predicar sería casi un insulto a Dios”.

      El Supremo señaló: “Este Tribunal lleva más de cincuenta años anulando restricciones sobre la evangelización a domicilio o el reparto de folletos informativos. No es casualidad que la mayoría de estos casos tuvieran que ver con cuestiones relativas a la Primera Enmienda planteadas por los testigos de Jehová, pues evangelizar de puerta en puerta es un requisito que su religión les exige. Como observamos en el caso Murdock contra Pennsylvania [...] (1943), los testigos de Jehová ‘afirman imitar el ejemplo de Pablo al enseñar “públicamente y de casa en casa” (Hechos 20:20). Ellos interpretan literalmente este mandato de las Escrituras: “Id por todo el mundo a predicar el Evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). De ese modo creen obedecer un mandato de Dios’”.

      La sentencia volvió a aludir al caso de 1943: “Este tipo de actividad religiosa merece, según la Primera Enmienda, la misma consideración que el culto en las iglesias y la predicación desde el púlpito. Tiene el mismo derecho de protección que tienen las prácticas más ortodoxas o convencionales”. Entonces, el Tribunal citó de un caso de 1939: “Imponer una censura mediante una licencia que haga imposible distribuir folletos libremente y sin trabas va en contra de las mismísimas garantías constitucionales” (cursivas suyas).

      El Tribunal hizo una observación significativa: “Estos casos demuestran que la resistencia de los testigos de Jehová a la regulación de la libertad de expresión no ha sido una batalla únicamente en pro de sus derechos”. Según el Tribunal, los Testigos “no son el único ‘grupo minoritario’ en peligro de ser silenciado por normativas como la de Stratton”.

      La sentencia señaló respecto a la ordenanza que “resulta ofensivo (no solo para los valores que defiende la Primera Enmienda, sino para el mismísimo concepto de una sociedad libre) que a un ciudadano se le obligue a informar a las autoridades que desea mantener una conversación cotidiana con sus vecinos y a obtener un permiso con tal fin. [...] Una ley que exija una licencia para mantener este tipo de conversaciones constituye una grave desviación de nuestro patrimonio nacional y tradición constitucional”. El Tribunal entonces expuso “los efectos nocivos de tal normativa”.

      El peligro que representa la delincuencia

      ¿Qué puede decirse del argumento de que la licencia es una protección contra los ladrones y otros delincuentes? El Tribunal alegó lo siguiente: “Pese a que consideramos legítimas estas preocupaciones, los precedentes de que disponemos muestran con claridad que debe existir un equilibrio entre tales inquietudes y el efecto que las normativas tengan en los derechos que garantiza la Primera Enmienda”.

      La sentencia siguió así: “No parece probable que el no poseer una licencia fuera a disuadir a los delincuentes de llamar a una puerta o de entablar conversaciones no estipuladas en la ordenanza. Ellos podrían, por ejemplo, preguntar por una dirección, solicitar el uso del teléfono, [...] o registrarse impunemente bajo un nombre falso”.

      Recordando la década de 1940, el Tribunal añadió: “El lenguaje empleado en las sentencias de la época de la segunda guerra mundial, las cuales libraron repetidamente a los correligionarios de los demandantes [Watch Tower Society] de pequeñas acusaciones, reflejaba la valoración del Tribunal de las libertades de la Primera Enmienda implicadas en este caso”.

      ¿Cuál fue el fallo del Tribunal? “Hemos decidido revocar la sentencia del Tribunal de Apelaciones, y el caso se remite de nuevo a dicha corte para proceder a las diligencias oportunas de acuerdo con la presente sentencia.”

      De modo que el resultado final del caso fue, citando de un titular del Chicago Sun-Times: “El Tribunal respalda a los testigos de Jehová”, y por una mayoría de ocho votos contra uno.

      ¿Qué depara el futuro?

      ¿Qué opinan los testigos de Jehová de la vecina congregación de Wellsville sobre la victoria en el Tribunal Supremo? Está claro que no es motivo para alardear a costa de los habitantes de Stratton. Los Testigos no abrigan resentimiento hacia la buena gente del pueblo. Gregory Kuhar, un Testigo local, dijo: “No deseábamos tener que llegar a los tribunales, pero la ordenanza era injusta. Lo que hicimos no fue solo por nosotros, sino por todo el mundo”.

      Los hechos revelan que los Testigos han hecho lo posible para no provocar a los habitantes de Stratton. Gene Koontz, otro Testigo, explicó lo siguiente: “La última vez que predicamos en Stratton fue el 7 de marzo de 1998, hace más de cuatro años”. Y añadió: “Me dijeron que me iban a arrestar. Durante todo este tiempo, la policía nos ha amenazado muchísimas veces con detenernos. Cuando pedíamos que nos mostraran la normativa escrita, nunca recibíamos respuesta”.

      Koontz añadió: “Preferimos tener una buena relación con nuestros vecinos. Si alguien no desea que lo visitemos, respetamos su decisión, pero hay personas amables que quieren hablar sobre la Biblia”.

      Gregory Kuhar explicó: “No iniciamos el proceso judicial para molestar a la gente de Stratton. Simplemente queríamos establecer legalmente nuestra libertad de expresión de acuerdo con la Constitución”.

      Y añadió: “Con el tiempo, esperamos regresar a Stratton. Me encantaría ser el primero en llamar a una puerta. Pero volver, hemos de volver, pues es un mandato de Cristo”.

      El caso Watchtower contra Stratton ha tenido una gran repercusión. Tras el fallo del Tribunal Supremo, varios municipios de Estados Unidos se dieron cuenta que debían anular las ordenanzas municipales que restringían la evangelización de los testigos de Jehová. Hasta la fecha se han superado los obstáculos que entorpecían la predicación en unas noventa comunidades del país.

      [Recuadro de la página 9]

      “Los testigos de Jehová lo han logrado de nuevo”

      Charles C. Haynes, doctor en Teología y director de programas educativos del First Amendment Center (Centro de la Primera Enmienda), escribió las palabras supracitadas en la página que el Freedom Forum tiene en Internet, bajo el titular “La libertad de creencias”. Haynes señaló: “La semana pasada [los Testigos] se anotaron su victoria número 48 en el Tribunal Supremo, [lo que cierra] una extraordinaria colección de casos que han expandido de forma significativa las garantías de la Primera Enmienda para todos los estadounidenses”. Y advirtió lo siguiente: “Recuerden: si el gobierno tiene poder para restringir la libertad de una religión, entonces lo puede hacer con cualquier otra o con todas. [...] Huelga decir que los ciudadanos tienen el derecho de no escuchar y de cerrar la puerta, pero el gobierno no debe decidir quién puede llamar a la puerta. Un aplauso para el Tribunal Supremo”.

      Haynes concluye así: “Todos estamos en deuda con los testigos de Jehová. No importa cuántas veces se les haya insultado, se les haya echado de los pueblos o incluso se les haya agredido; ellos siguen luchando por su libertad religiosa (y por extensión, por la nuestra). Cuando ellos ganan, todos ganamos”.

      [Ilustraciones y recuadro de las páginas 10 y 11]

      La prensa informa sobre la sentencia del Tribunal Supremo

      ◼ “El Tribunal respalda a los testigos de Jehová. No se necesita una licencia para predicar de casa en casa

      ”Los testigos de Jehová siempre han creído que Dios los respalda cuando visitan a los vecinos en sus hogares. Ahora también cuentan con el apoyo del Tribunal Supremo de Estados Unidos.” (Chicago Sun-Times, 18 de junio de 2002.)

      ◼ “Triunfa la libertad de expresión

      ”La próxima vez que los testigos de Jehová le interrumpan la cena, tal vez debería darles las gracias. Al aferrarse con valor a sus principios religiosos, esta confesión tan poco convencional de apenas un millón de miembros [en Estados Unidos] probablemente haya hecho más que cualquier otra organización para garantizar la libertad de expresión de todo estadounidense. [...]

      ”Los Testigos ya están acostumbrados a acudir al máximo tribunal de la nación. Mediante más de dos docenas de casos en más de sesenta y cinco años, han combatido con eficacia la tiranía de la mayoría.” (USA TODAY, 18 de junio de 2002.)

      ◼ “Se dictamina que solicitar algo de casa en casa es un derecho constitucional. La sentencia supone una victoria para los testigos de Jehová

      ”Según el fallo que emitió el Tribunal Supremo de Estados Unidos el pasado lunes, los políticos, los grupos religiosos y las girl scouts, entre otros, tienen el derecho constitucional de ir de casa en casa promoviendo sus causas sin necesidad de obtener una licencia de las autoridades locales.” (San Francisco Chronicle, 18 de junio de 2002.)

      ◼ “Tribunal Supremo: nadie puede impedir que los testigos de Jehová y las girl scouts llamen a su puerta

      ”WASHINGTON. Según una sentencia del Tribunal Supremo con fecha de hoy, la Constitución garantiza el derecho de los misioneros, políticos y otras personas a llamar a las puertas sin necesitar un permiso de las autoridades. [...]

      ”Por ocho votos a favor y uno en contra, el Tribunal decidió que el derecho a la libertad de expresión expuesto en la Primera Enmienda incluye llevar un mensaje directamente al hogar de alguien.” (Star Tribune [Minneapolis], 18 de junio de 2002.)

      [Ilustraciones de la página 9]

      Juez Stevens

      [Reconocimiento]

      Stevens: Collection, The Supreme Court Historical Society/Joseph Bailey

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