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HospitalidadPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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En tiempos antiguos. Aunque en la época patriarcal los egipcios y otros pueblos también practicaban la hospitalidad, esta era una característica sobresaliente de los semitas. Cuidar de los que estaban de viaje se consideraba una parte integrante de la vida, y se trataba al visitante con mucha gentileza, sin importar que fuera un extraño, un amigo, un pariente o un invitado.
De los relatos de la Biblia aprendemos que era costumbre extender hospitalidad al viajero. Se le saludaba con un beso, en especial si se trataba de un pariente. (Gé 29:13, 14.) Un miembro de la casa, por lo general un sirviente, le lavaba los pies (Gé 18:4), y se alimentaba y atendía a sus animales. (Gé 24:15-25, 29-33.) Solía pedirse al visitante que se quedase a pasar la noche o a veces incluso varios días (Gé 24:54; 19:2, 3), y durante su estancia se consideraba que estaba bajo la protección del amo de la casa. (Gé 19:6-8; Jue 19:22-24.) Cuando marchaba, a veces se le acompañaba parte del camino. (Gé 18:16.)
La importancia que tenía la hospitalidad se ve en las palabras de Reuel cuando sus hijas le hablaron del viajero “egipcio” (en realidad, Moisés) que las había ayudado a abrevar el rebaño. Reuel exclamó: “¿Pero dónde está? ¿Por qué han dejado allá al hombre? Llámenlo, para que coma pan”. (Éx 2:16-20.)
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HospitalidadPerspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
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A los siervos de Dios. Aunque por lo general la gente era hospitalaria, el que la hospitalidad bíblica fuese tan sobresaliente sin duda se debe a que en la mayoría de las ocasiones la mostraban siervos de Jehová. Se destaca en particular la hospitalidad y el respeto a los profetas o siervos especiales de Dios. Abrahán se quedó de pie junto a los tres ángeles a los que había servido una comida mientras ellos la tomaban. Esta acción parece ser una señal de respeto a los hombres a quienes Abrahán reconocía como representantes angélicos de Jehová. (Gé 18:3, 7, 8.)
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