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Los ‘pueblos tienen que afluir’ a la adoración dadora de vidaLa Atalaya 1982 | 15 de junio
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solo tú eres leal? Porque todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus justos decretos han sido manifestados.”—Revelación 15:3, 4.
18. ¿Por qué son apropiadas con respecto a Jehová la pregunta final y la respuesta de Miqueas?
18 Jehová cumplirá lealmente todas sus promesas que tienen que ver con nosotros, como aquella que le hizo al patriarca Abrahán y a su nieto, Jacob, o Israel, hasta el mismísimo grado de bendecir a todas las familias y naciones de la Tierra mediante Su Hijo, Jesucristo. Al hacerlo, Jehová mismo actuará como el Abrahán antitípico, como el Abrahán Mayor. En vista de su lealtad inquebrantable para con nosotros hasta ahora, podemos repetir las palabras finales de Miqueas y decir:
“¿Quién es un Dios como tú, uno que perdona el error y pasa por alto la transgresión del resto de su herencia? Ciertamente no tendrá asida su cólera para siempre, porque se deleita en la bondad amorosa. Volverá a mostrarnos misericordia; sujetará nuestros errores. Y arrojarás en las profundidades del mar todos sus pecados. Darás el apego a la verdad dado a Jacob, la bondad amorosa dada a Abrahán, que juraste a nuestros antepasados desde los días de mucho tiempo atrás.”—Miqueas 7:18-20.
19. ¿Quién es el Dios incomparable, y la adoración de quién ensalzaremos a través de la mismísima “parte final de los días”?
19 No hay Dios como el Señor Soberano Jehová, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Ensalcemos su adoración pura, ahora, “en la parte final de los días,” y aun para siempre.
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Jehová... una torre fuerteLa Atalaya 1982 | 15 de junio
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Jehová... una torre fuerte
LA SALVACIÓN viene de confiar en Jehová, según lo muestra la experiencia que tuvieron dos hermanas carnales del sureste de Francia. Una de ellas relata lo siguiente:
“Eran las 12:30 de la madrugada, y las dos estábamos durmiendo tranquilamente. De repente nos despertó un ruido poco usual procedente de la cocina, y luego se presentó un hombre a la entrada. Sobrecogida de terror, mi hermana gritó: ‘¡Jehová, Jehová, por favor, ayúdanos!’ Ante estas palabras, el hombre nos mandó callar a la vez que nos amenazaba con un cuchillo y una escofina. Gracias a Jehová, recobramos la calma y nos vestimos.
“El intruso había trepado hasta llegar a nuestro balcón en el sexto piso y se había cortado la mano al quebrar la ventana de la cocina para entrar. De modo que atendí a su cortadura y preparé algo de comer e hice café para ayudarle a vencer los efectos que le quedaban del alcohol. Además, le hablé de Jehová y le mostré que tenemos que confiar en Él. Él contestó que no conocía a Jehová, y hasta insultó el nombre de Jehová. Mientras él miraba, mi hermana leía la Biblia y yo oraba en silencio. Parece que tal demostración de calma lo irritó, de modo que tomó un pedazo de cristal roto de la ventana, lo sostuvo contra el cuello de mi hermana a la vez que mantenía el cuchillo en la nuca de ella, y declaró: ‘¡Solo un poco de presión y la sangre correrá!’ Yo me levanté de un salto y dije con voz clara: ‘Usted no nos puede asustar, porque tenemos a Jehová que puede sostenernos y librarnos. Aunque usted nos mate, tenemos la esperanza de la resurrección.’ Turbado por estas palabras, desistió.
“Era alrededor de las 2:45 de la mañana cuando dijo que iba a irse, y yo lo acompañé a la puerta. Al salir, dijo: ‘Está bien. Ya comprendo. Jehová es más fuerte que yo.’ Después de cerrar la contraventana de la cocina, hicimos una oración de gratitud a Jehová nuestro Dios, que no nos había abandonado.”—Proverbios 18:10.
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