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Miel... de la abeja a usted¡Despertad! 1977 | 22 de diciembre
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El próximo paso es abrir la colmena removiendo el techo y la tapa interior. Algunas abejas estarán ocupadas en los cuadros de miel. Una bocanada de humo obligará a casi todas a bajar a la cámara de cría. Si la mayoría de las celdillas han sido selladas o enclaustradas con una capa delgada de cera, es evidente que la miel está madura. Todo estará limpio y nítido... sin revoltijo, ni acumulación de excreciones ni desechos.
Ahora se quitan los cuadros de miel y se reemplazan con cuadros limpios que tengan una base de cera con el trazado de las celdillas ya delineado. Las abejas entonces construirán celdillas completas sobre este fundamento.
Después de retirar el delgado sello o capa de cera de las celdillas, los cuadros pasan al “extractor de miel.” Este es un recipiente cilíndrico de metal con hendeduras o soportes en su interior para mantener fijos los cuadros. Se hacen girar los soportes dentro del cilindro, y a medida que los cuadros giran, dejan salir la miel por acción de la fuerza centrífuga. Esta cae al fondo del cilindro, pasa a través de un filtro y sale por un grifo o puerta de miel, cayendo en los depósitos.
Confiamos en que esta visita a nuestro colmenar le haya ayudado a apreciar más cabalmente el valor de la miel y la parte importante que la abeja desempeña al prepararla para nosotros. Ciertamente maravillosa es la manera en que estas pequeñas criaturas testifican a la sabiduría del gran Diseñador y Creador de todas las cosas vivas, Jehová Dios.—Sal. 104:24.
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Otra clase de “víctima de guerra”¡Despertad! 1977 | 22 de diciembre
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Otra clase de “víctima de guerra”
● En este siglo, las guerras han costado caro en vidas humanas. Especialmente en la II Guerra Mundial, no solo murieron millones de hombres que llevaban uniforme, sino también multitudes de personas no militares en las zonas de guerra, en particular al ser sometidas las ciudades al “bombardeo por saturación,” empleado por ambos lados. Por supuesto, hay las víctimas que todas las guerras producen: las viudas y los huérfanos que quedan cuando los esposos y padres mueren.
Sin embargo, hay otra clase de víctima de guerra, una que rara vez recibe atención. Estas son las muchas mujeres que estaban comprometidas para casarse, pero cuyos novios murieron antes que se verificaran las bodas. Ningún Estado les da consideración, como, por ejemplo, las pensiones que las viudas reciben. Pero, en muchos casos, estas mujeres tienen que vivir toda su vida sin el esposo que hubiesen tenido. Y, por lo general, dado que son solteras tienen que pagar impuestos de ingresos proporcionalmente más elevados.
Además, debido a la gran cantidad de hombres muertos en las guerras, hay otros millones de mujeres que nunca podrán casarse. La cantidad de hombres es demasiado pequeña para suministrar esposos para todas las mujeres casaderas. Por ejemplo, en la segunda guerra mundial murieron 3.000.000 de soldados alemanes, y unos 7.500.000 varones de la Unión Soviética. Así, en la posguerra millones de mujeres de estos países no pudieron hallar hombres con quien casarse debido a la escasez de varones. Las frases que a menudo se usan para describir a estas mujeres como, por ejemplo, “mujeres sobrantes,” no pueden disimular como natural la angustia que estas mujeres sienten. Ese “sobrante” fue muy anormal, pues fue creado por la matanza en masa de hombres elegibles.
El hombre no puede resolver este problema tremendo. Es uno de los muchísimos problemas que Dios resolverá en su nuevo orden.
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