El dador de testimonio dentro de nosotros
“Mi conciencia da testimonio conmigo en espíritu santo.”—Rom. 9:1.
1, 2. (a) ¿Por qué debemos estar muy interesados en aprender acerca del dador de testimonio dentro de nosotros? (b) ¿Qué es este dador de testimonio, y con qué está asociado?
TODOS tenemos un dador de testimonio dentro de nosotros. Este puede ayudarnos mucho al tomar decisiones que afectan seriamente tanto nuestra felicidad presente como futura. En realidad, este dador de testimonio contribuye testimonio en juicios que envuelven nuestra mismísima vida. Y la manera en que respondemos a su voz inevitablemente afecta la vida de otros. Esto hace tanto más trágico el hecho de que puede convertirse en testigo pervertido. Puede suministrar testimonio que induzca a error o hasta dejar de hablar completamente en tiempos críticos.
2 ¿Qué es este dador de testimonio? Es nuestra conciencia. (2 Cor. 1:12) En español, un sentido de la palabra “conciencia” significa básicamente lo mismo que el término griego (synéidesis) usado por los escritores bíblicos inspirados. Este vocablo significa “coconocimiento” o “tener conocimiento de algo con [uno mismo].” Es la voz de aquello a que los escritores bíblicos se refieren como “el yo secreto,” “el hombre que somos interiormente,” “la persona secreta del corazón.” (Sal. 51:6; 2 Cor. 4:16; 1 Ped. 3:4; compare con Romanos 7:22.) ¿Ha usado usted alguna vez expresiones como: “Sentí en el corazón que era lo correcto que hacer”? O, “Me gustaría hacer lo que me pides pero algo dentro me dice que ‘no’”? Esto es la conciencia que nos habla, nuestra comprensión o sentido interior de lo correcto y lo incorrecto.
3, 4. ¿Cómo “da testimonio” nuestra conciencia? ¿Y cómo puede guiarnos moralmente?
3 ¿Cómo es “dador de testimonio”? Por cuanto testifica ya sea en contra o a favor de nuestra conducta según se eleve ésta a las normas morales, ya sea acusándonos o excusándonos. Puede ser un valioso factor de seguridad moral porque puede infligir dolor cuando condena, o causar placer cuando aprueba.
4 Por ejemplo, después que David ejecutó un acto de falta de respeto para con el rey Saúl, el registro dice que “el corazón de David siguió hiriéndolo.” (1 Sam. 24:5; compare con 2 Samuel 24:10.) Su conciencia lo condenaba. Después de otro delito serio, David sufrió los dolores de una conciencia culpable. Como él mismo relata: “Cuando me quedé callado se gastaron mis huesos debido a mi gemir todo el día. Porque día y noche tu mano [de Dios] estaba pesada sobre mí. La humedad de mi vida se ha cambiado como en el calor seco del verano.” Pero cuando finalmente confesó su error a Dios y consiguió Su perdón, David sintió alivio y gozo. Su conciencia se desahogó, quedó limpia de nuevo.—Sal. 32:1-5; compare con los Sal. 32 versículos 10, 11.
SE VE LA SABIDURÍA DE DIOS EN LA CONCIENCIA HUMANA
5-8. (a) ¿Por qué no fue necesario que Dios diera a los primeros humanos un código extenso y detallado? (b) Aunque surgieran nuevas situaciones y circunstancias, ¿cómo podrían determinar cual sería la manera correcta de proceder? (c) Dé ejemplos en cuanto a cómo la facultad de la conciencia obraría en ellos.
5 Al principio de la historia de la humanidad, Jehová Dios no rodeó a los primeros humanos con reglas para controlar todo minúsculo detalle y toda faceta de la vida.
Sus instrucciones generales y el único mandato negativo que les dio se pueden resumir en unas cuantas líneas de la Biblia.
(Gén. 1:28-30; 2:15-17) ¿Por qué no era necesario un código extenso?
6 Jehová Dios creó a sus criaturas humanas con mentes inteligentes y con corazones poseídos de sentido moral. La cooperación de la mente y el corazón da por resultado la facultad de conciencia. La conciencia del hombre tiene su fuente en el hecho de que el hombre fue hecho a la propia ‘imagen y semejanza’ de Dios, no en sentido físico, obviamente, sino en semejanza moral. (Gén. 1:26, 27; compare con 2 Corintios 3:18.) Por lo tanto, la facultad de la conciencia ha estado implantada en los humanos desde la creación en adelante.
7 En vez de dar leyes que indicaran y definieran todo detalle de lo correcto y lo incorrecto, Dios podía fortalecer el sentido moral del hombre revelando Su personalidad, caminos y normas al hombre. Así Dios suministraría principios para guiar a sus hijos humanos. A medida que aumentaran en conocimiento, entendimiento y aprecio de él, su conciencia o sentido moral haría posible que aplicaran estos principios a cualquier circunstancia que surgiera.
8 Dios, por ejemplo, no tenía necesidad de dar a Adán una ley formal diciéndole que no golpeara a su esposa o no le arrojara piedras, o prohibiendo la matanza de animales y pájaros solo por “deporte.” Pues, a su alrededor la pareja humana podía ver evidencia del amor de su Creador, su generosidad, consideración y bondad. Podían ver eso en los cuerpos maravillosos y versátiles que les dio, en la belleza y abundante variedad de su ambiente, en los deleites que él había provisto para todos sus sentidos... olfato, gusto, tacto, vista y oído. (Sal. 139:14; 104:10-24; Ecl. 3:11) ¡Cuánto más potente llamamiento a la justicia y a la bondad debe ejercer esto en los corazones humanos que un mero decreto! El amor de Dios a ellos estableció el modelo para los tratos mutuos de la pareja humana. Suministró la base para que su conciencia hablara contra la crueldad o falta de consideración de cualquier clase.
EL PECADO INTRODUCE CONFLICTO INTERNO
9. ¿Qué efecto tendría la desobediencia en el hombre perfecto, y por qué?
9 Puesto que Adán fue creado a la semejanza de Dios, el que reflejara las cualidades de su Padre, el que ‘espejara’ a su Creador por conducta correcta, sería la cosa normal, natural, que Adán hiciera. Sin embargo, tenía libertad como persona de libre albedrío, para hacer su propia selección. Si se le daba la oportunidad de escoger entre obrar en armonía con la personalidad y caminos de Dios y obrar de manera contraria a ellos, Adán podría proceder de la una o la otra manera. Pero solo escogiendo el proceder armonioso podría el hombre “sentirse bien” en cuanto al asunto. El proceder de manera contraria “iría a contrapelo,” produciendo perturbación interna en el hombre.
10. ¿Cómo muestra el relato de Génesis 3:6-11 que Adán tenía un dador de testimonio dentro de él?
10 Los registros históricos confirman esto. Cuando Adán y su esposa violaron el único mandato negativo que Dios les dio, sufrieron trastorno interno. Empezaron a tener sentimientos de culpa, inquietud, vergüenza e inseguridad. Cuando el Creador de Adán le habló, Adán admitió un intento de esconderse, por temor. Era como si un detector de mentiras intraconstruido estuviera funcionando en él, suministrando causa justa para que Dios preguntara inmediatamente: “¿Del árbol del que te mandé que no comieras has comido?” De veras, un dador de testimonio dentro del hombre estaba testificando de esa mismísima conclusión.—Gén. 3:6-11.
11, 12. ¿Qué otra fuerza entonces llegó a ser parte de la naturaleza humana, y qué efecto tiene en la naturaleza moral y conciencia del hombre?
11 Desde ese punto en adelante el hombre ha tenido dos fuerzas contrarias funcionando dentro de él. Aunque originalmente fue hecho a la imagen de Dios, él entonces se hizo pecaminoso, imperfecto. El pecado desfiguró el reflejo de los humanos de la “semejanza” de su Creador, produjo un defecto que han heredado todos los descendientes de Adán, sin que ninguno pudiera librarse de él por sus propios esfuerzos. Entonces la tendencia a la maldad llegó a ser parte de la naturaleza humana. Pero ¿borró o reemplazó el sentido interior de lo correcto y lo incorrecto que se llama conciencia? No, esto continuó también como parte de la naturaleza humana. Por eso —particularmente cuando se enfrentan a cuestiones y decisiones morales— los humanos experimentan un conflicto interno debido a estas fuerzas contrarias dentro de ellos.
12 Pero dado que el pecado obraba en ellos, ¿podría la conciencia humana todavía funcionar satisfactoriamente sin un código detallado para controlarla? Sí, como muestra el registro histórico.
LA CONCIENCIA SIGUE FUNCIONANDO SIN CÓDIGO
13, 14. Aun con el pecado en el cuadro, ¿qué muestra que la conciencia humana podría funcionar apropiadamente sin un código?
13 No es sino hasta después del Diluvio que hallamos una ley declarada en cuanto al asesinato. (Gén. 9:5, 6) De modo que, ¿se sentía la gente antes de eso libre para matar sin ningún sentido de culpa? De ninguna manera.
14 En Edén, Dios reveló que la muerte humana era para los violadores de su voluntad. (Gén. 2:16, 17) Lógicamente, entonces, la muerte debía venir solo como castigo por el pecado, y Dios, por ser el conocido Dador de Vida, debía ser aquel que designara a los que merecieran la muerte. Por lo tanto, ¿qué sucedió cuando Caín permitió que el pecado lo hiciera matar a su hermano en ira acalorada? Ninguna ley declarada condenaba el asesinato; sin embargo la conciencia de Caín testificó contra él, como se ve por su evasiva cuando Dios lo interrogó. (Gén. 4:3-9) Más tarde, la conciencia del descendiente de Caín, Lamec, evidentemente lo excusó por haber matado a un joven que lo hirió. Lamec adujo como razón la defensa propia, evidentemente reclamando inmunidad contra cualquier vengador de la muerte del hombre. ¿Por qué? Porque sabía de la promesa de Dios de acción contra cualquiera que intentara ser vengador en el caso de Caín y le parecía que su propio caso estaba más justificado que el de Caín. (Gén. 4:17, 18, 23, 24) De modo que los humanos jamás estuvieron sin principios y precedentes para guiar sus conciencias.
15. ¿Cómo podrían las conciencias de la gente testificar contra la rebelión respecto a la jefatura, contra la indolencia, inmoralidad sexual y males similares, solo con la historia de Génesis 1:26 a 4:16 como base?
15 La gente conocía el principio de la jefatura, pues Dios había dado a conocer su propia jefatura en Edén y había designado la jefatura del hombre sobre la mujer. Sin leyes que condenaran la pereza, sabían que el hombre debía trabajar para cuidar de las provisiones terrestres de Dios. Esto, también, se reveló en Edén. Antes que el pacto de la Ley con Israel condenara específicamente la homosexualidad, el adulterio y la violación, se dieron cuenta de que las uniones sexuales habrían de ser entre hombre y mujer y que estas uniones no habrían de ser temporales (como en la fornicación o el adulterio) sino duraderas, en una relación de familia con los unidos ‘dejando a padre y madre’ para entrar en esta relación duradera, como “una sola carne.” (Gén. 2:24; note también el proceder de José; Gén. 39:7-9) Sin que hubiese leyes contra el meterse en propiedad ajena o el hurtar, podían apreciar el principio de los derechos de tenencia, en vista del mandato de Dios en cuanto a los árboles en Edén. Sin estatutos contra el fraude, trampería, calumnia, acusación falsa, podían ver los malos resultados que vinieron de la primera mentira.—Gén. 1:26-4:16.
16. ¿Cambiarían esto las diferentes circunstancias o las nuevas situaciones?
16 Por lo tanto, aunque no se dio ningún código con decretos y reglas específicos, la gente tenía principios y precedentes para guiarlos y para equipar sus conciencias a fin de que éstas obraran como verdaderos dadores de testimonio. Las situaciones podrían diferir de persona en persona, podrían surgir variaciones de circunstancias, sin embargo podrían basarse en esos principios para llegar a conclusiones correctas, para tomar decisiones sabias. En los siguientes siglos, y aun antes de dar el pacto de la Ley a Israel, los tratos de Dios con los hombres y sus expresiones suministraron revelación adicional para los que todavía se esforzaban por reflejar Su semejanza.
17. Muestre como Jesús y sus apóstoles demostraron el valor de estos principios y precedentes como guías a la justicia.
17 En el primer siglo de la era común, Jesús y sus apóstoles recurrieron a estos principios y precedentes tempranos al abogar por el modo justo de ver tales asuntos como el divorcio, persecución y calumnia, sumisión de esposa a esposo, homicidio.—Mat. 19:3-9; Juan 8:43-47; 1 Tim. 2:11-14; 1 Juan 3:11, 12.
18. (a) ¿Qué clase de personas hace necesario que haya leyes formales, específicas, que sirvan de elementos disuasivos? (b) Contraste éstas con la persona que genuinamente ama la justicia.
18 Todo esto nos ayuda a reconocer lo correcto de la declaración del apóstol Pablo de que “no se promulga la ley para el justo, sino para los desaforados e ingobernables, impíos y pecadores, faltos de bondad amorosa, y profanos, parricidas y matricidas, homicidas, fornicadores, hombres que se acuestan con varones, secuestradores, mentirosos, perjuros y cualquier otra cosa que esté en oposición a la enseñanza sana.” (1 Tim. 1:9, 10) El hombre que tiene amor genuino a la justicia en su corazón no necesita leyes específicas que condenen cosas como ésas para hacer que se abstenga de ellas. Si sinceramente está esforzándose por manifestar la “semejanza” de Dios y ‘andar con Él’ repudiará todas esas prácticas. Por otra parte, si alguna persona carece de ese deseo justo, leyes específicas con castigos acompañantes para el violador pueden servir de elemento disuasivo... pero nunca tendrán pleno éxito en impedir que participe en obras malas. La historia humana suministra abundante evidencia de esto.
EL PACTO DE LA LEY Y LA CONCIENCIA CRISTIANA
19. ¿Qué diferentes propósitos sirvió el pacto de la Ley que se dio a Israel?
19 Con el tiempo Jehová Dios dio un conjunto pleno de leyes y reglamentos a la nación de Israel. Aunque esto sirvió para disuadirlos de cometer males y también proveía valiosa percepción de la naturaleza interior de las normas y cualidades de Dios, Jehová tenía un propósito mayor, más perspicaz al dar este código. Dios se lo dio a Israel “para poner de manifiesto las transgresiones,” para que ellos, aunque eran su pueblo escogido, no pudieran reclamar justicia sobre la base de su propio mérito y sus propias obras. El hecho de que no podían guardar perfectamente aquella ley dejó expuesta a plena vista su pecaminosidad y demostró poderosamente su necesidad de la provisión del rescate que Dios haría por medio de Cristo Jesús. Simultáneamente, la Ley contenía ‘sombras’ o vistazos anticipados de los propósitos futuros de Dios y el medio para llevar a cabo éstos.—Gál. 3:19; Rom. 3:19, 20, 24.
20. (a) ¿Cómo difiere el nuevo pacto del pacto de la Ley? (b) ¿Por qué no da lugar a normas inferiores entre los cristianos la ausencia de un código detallado?
20 Sin embargo, mientras todavía estaba en vigencia ese código de la Ley, Jehová predijo que haría un nuevo pacto con personas que tendrían su ley puesta “dentro de ellos,” no por medio de algún código esculpido o impreso, sino ‘escrita en sus corazones.’ (Jer. 31:33) Ese nuevo pacto fue hecho con el Israel espiritual, la congregación cristiana. Ellos no están bajo el código de la Ley que se dio a Israel. (Gál. 4:4, 5; Heb. 8:7-13) ¿Da lugar a una norma inferior de moralidad entre los cristianos esta ausencia de un código tan detallado? No, al contrario, el cristianismo requiere normas aun superiores, como lo mostraron las propias enseñanzas de Jesús. (Mat. 5:21, 22, 27, 28, 31-48) Y claramente requiere mayor ejercicio de conciencia. Como cristianos somos probados en cuanto a si tenemos ‘escritos en nuestro corazón’ los caminos de Dios o no. El no estar colocados bajo un código detallado nos pone a prueba en cuanto a lo que hay realmente en nuestro corazón.
21. Como cristianos, ¿qué conocimiento debe formar la base del testimonio que nos da nuestra conciencia? ¿Tienen que estar los textos en forma de mandato directo, prohibición o ley específica para que tengan un efecto modelador en nuestra conciencia?
21 Por supuesto, como cristianos tenemos tanto las inspiradas Escrituras Hebreas como las Griegas dándonos discernimiento espléndido de la personalidad de Dios, de sus caminos y normas, propósitos y voluntad. En ellas tenemos los registros de las palabras y hechos del Hijo de Dios que vino a la Tierra y reveló o ‘explicó’ a su Padre a los hombres, para que por medio de él podamos ‘conocer plenamente al Padre.’ (Juan 1:18; Mat. 11:27) Por lo tanto, aunque las leyes y mandamientos específicos que se nos dan como cristianos sean pocos en comparación con el pacto de la Ley y sus centenares de estatutos y reglamentos, estamos mucho mejor equipados para saber cómo obrar a la ‘semejanza e imagen de Dios.’ En realidad, somos responsables de TODO lo que sabemos acerca de Dios, y TODO ese conocimiento debe tener su efecto en nuestra conciencia, sea que se declare como mandato, ley o prohibición directos para los cristianos o no.
¿DEBEN REEMPLAZAR LAS REGLAS A LA CONCIENCIA INDIVIDUAL?
22. ¿Qué les gustaría a algunos que hiciera el cuerpo gobernante de la congregación cristiana, y por qué no se accede a esto?
22 Pero muchas personas no están satisfechas con esto. Todavía quieren que se hagan reglas explícitas, que se señalen límites exactos, más allá de lo que manifiesta la Palabra de Dios. Por eso, ¿debe el cuerpo gobernante de la congregación cristiana hoy día asumir la responsabilidad de suministrar un conjunto cabal de reglas para abarcar toda situación concebible? No, porque esto sería acceder a un punto de vista incorrecto, un punto de vista similar al que prevalecía entre los judíos durante el ministerio terrestre de Jesús, aunque no principió ni terminó en aquel entonces.
23, 24. ¿Quiénes tuvieron un interés similar en reglas específicas? Dé ejemplos.
23 Los fariseos y otros líderes religiosos fueron los que fomentaron esa actitud. Por encima y más allá del pacto de la Ley edificaron un código suplementario de tradiciones y reglas, tratando de abarcar todo aspecto secundario de la aplicación del pacto de la Ley. Cada restricción que contenía la Ley fue dividida así en una multitud de restricciones menores.
24 Por ejemplo, la ley del sábado prohibía hacer trabajo en el séptimo día. Pero, ¿qué se incluye en “trabajo”? Estos líderes religiosos trataban de definir con exactitud extremada lo que abarcaba dicho “trabajo.” El arrancar grano para comer (como lo hicieron los apóstoles un día de sábado) se dispuso que era una forma de segar, por consiguiente “trabajo” prohibido en sábado. (Mar. 2:23, 24) Una tradición disponía que hasta el coger una pulga el sábado era incorrecto porque era una forma de cazar. Abundaban los tecnicismos. Una regla sustentaba que ‘si un hombre desgarraba prendas de vestir y prendía fuego a objetos con la única intención de destruirlos, no era culpable de violar el sábado. Pero si los destruía con la mira de mejoramiento posterior (como al destruir un edificio a fin de reedificarlo) habría de ser castigado.’—The Jewish Encyclopedia, 1909, tomo X, pág. 599; compare con Mateo 15:4-6; 23:16-19.
25. (a) ¿Qué había de peligroso en establecer tan complejo conjunto de reglas? (b) ¿Qué dijo Jesús acerca de este proceder?
25 ¿Cuál era el efecto peligroso, perjudicial, de tratar de deletrear con tan fina exactitud la aplicación de cada ley? La Cyclopædia de M’Clintock y Strong reconoce la verdadera amenaza que presentaba este proceder de los líderes religiosos, diciendo que “trataban de observar dolorosamente la letra de la ley, y confiar tan poco como fuese posible en el juicio y conciencia de los individuos.” (Tomo IX, pág. 191; la letra cursiva la hemos puesto nosotros.) Lo que hicieron los líderes religiosos fue, de hecho, sobreponer su propia conciencia, escrúpulos y preferencias y prejuicios personales a todo el resto de la gente. Jesús asemejó esta adición de tradiciones a la ley mosaica a colocar “cargas pesadas” sobre los hombros de los hombres y advirtió que esta elevación de las tradiciones humanas al nivel de las Escrituras resultaba en invalidar la Palabra de Dios. (Mat. 15:1-9; 23:1-4) Jesús dijo a los líderes religiosos que condenaron a sus discípulos por arrancar grano en el sábado: “Si hubieran entendido qué significa esto: ‘Quiero misericordia, y no sacrificio,’ no habrían condenado a los inculpables.”—Mat. 12:1-7.
26. ¿Qué ejemplo muestra cómo las reglas tradicionales impedían que los judíos ejercitaran correctamente sus conciencias? ¿Y qué efecto tuvo en sus corazones?
26 Más tarde, en una sinagoga, Jesús hizo un llamamiento a sus conciencias al aplicar la ley de Dios. El pacto de la Ley no decía nada en cuanto a esfuerzos que se hicieran por cuidar de los enfermos en el sábado, pero la tradición judía permitía esto solo cuando la vida de la persona estaba en peligro. Ante un hombre que tenía una mano seca y ante la pregunta que los líderes religiosos le habían planteado en cuanto a si era ‘lícito curar en sábado’ o no, Jesús preguntó: ‘¿Qué hombre entre ustedes que tenga una sola oveja no la sacaría de un hoyo si cayera en él en sábado? En realidad, ¡de cuánto más valor es un hombre que una oveja! ¿Es lícito hacer una buena obra, una obra excelente, en sábado?’ Pero ellos rehusaron ejercitar sus conciencias; se quedaron callados. Entonces Jesús se indignó, “estando cabalmente contristado por la insensibilidad de sus corazones,” y procedió a sanar al hombre.—Mat. 12:9-13; Mar. 3:1-5.
27. (a) ¿Por qué es incorrecto querer que otra persona tome nuestras decisiones personales por nosotros en asuntos morales? (b) ¿Qué preguntas surgen ahora, que se considerarán en el siguiente artículo?
27 El querer que alguien, un anciano o cuerpo de ancianos en una congregación, o el cuerpo gobernante de la congregación cristiana exponga un código más allá de lo que contiene la Biblia, por lo tanto revela una actitud incorrecta. En asuntos en que la Palabra de Dios requiere que ejerzamos la facultad de la conciencia —de juicio, perspicacia, discernimiento y sabiduría— no debemos tratar de echar la responsabilidad a otra persona haciendo que expida una ‘regla.’ Sabiamente podemos buscar consejo y guía... sin embargo lo que se diga no puede ir más allá de eso ni debemos desear que lo haga. Pero, ¿cómo podemos tener la seguridad de que este “dador de testimonio” dentro de nosotros está dando testimonio correcto? ¿Cómo podemos mantener fuerte y clara su voz? Lea el siguiente artículo para las respuestas a estas preguntas.
[Ilustración de la página 77]
LA CONCIENCIA resulta de la cooperación de una mente inteligente con un corazón que tiene capacidad moral