Preguntas de los lectores
• El nuevo libro What Has Religion Done for Mankind? muestra que sólo hay una clase de ángeles desobedientes, no dos clases. ¿Se rebelaron primero en el Edén o en el día de Noé? También, ¿quiénes fueron los espíritus encarcelados a quienes predicó el Jesús resucitado? ¿Pueden éstos arrepentirse y ser salvados, y si no por qué predicarles?—G. G., Nueva York.
No hay ningún texto bíblico para probar que algunos ángeles se rebelaron con el querubín ungido en el Edén. Uno que en otro tiempo fué usado así es Ezequiel 28:18, donde dice que Satanás profanó sus santuarios por la multitud de sus crímenes o iniquidades. A lo más, pudiera entenderse que esto significa que tenía una fuerza espiritual bajo él y que la profanó, pero no indica que tal profanación se efectuó en el Edén. Pudo haber sido en el día de Noé, tiempo en que Satanás habría amontonado una ‘multitud de iniquidades’ para usarlas como argumentos, mientras que en el Edén difícilmente habría tenido tiempo de amontonar tal multitud de iniquidades. Sin embargo, el texto podría significar mucho menos que esto, según algunas traducciones modernas de la Biblia. La Traducción Americana no usa “santuarios” como si se refiriera a habitaciones para asociados, sino que dice, “Tú profanaste tu santidad.” Móffatt dice, “Usted ha profanado su posición sagrada.” Fenton dice que él ‘profundamente hirió sus virtudes’.
La primera evidencia bíblica que tenemos de una rebelión angelical, aparte del querubín que cubría, es el registro en el Génesis 6:1-4 respecto al día de Noé. En la versión moderna el versículo 4 lee como si los gigantes Nefilim estaban en la tierra antes de que los hijos de Dios cohabitaran con mujeres, y por consiguiente algunos pueden argüir que éstos eran demonios materializados que anteriormente se habían rebelado con Satanás. Sin embargo, traducciones más exactas en lenguaje moderno muestran que estos gigantes eran la prole de los hijos de Dios materializados y las mujeres: “En aquellos días, así como también después, babia gigantes en la tierra, que les nacieron a los hijos de [Dios] siempre que tuvieron coito con las hijas de los hombres; éstos fueron los héroes que fueron hombres notables en los días antiguos.” (UTA; Mo) Por eso los hijos de Dios fueron los primeros rebeldes angélicos en la escena.
Esto es confirmado por 1 Pedro 3:19, 20, NM: “En esta condición también se fué y predicó a los espíritus en prisión, que en mi tiempo habían sido desobedientes cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé.” Esto parece indicar que el primer acto de desobediencia por parte de los ángeles fué en el día de Noé. Si se hubieran rebelado antes de ese tiempo, ese anterior acto de rebelión hubiera sido el punto decisivo digno de mención. Judas 6, NM, declara: “Los ángeles que no guardaron su posición original sino que abandonaron su respectivo lugar de habitación los ha reservado con cuerdas eternas bajo densas tinieblas para el juicio del gran día.” La posición original de los ángeles era su lugar en la organización de Jehová, posición en que habían sido colocados por él y sin duda tenían deberes asignados, dado que Dios no los creó para holgazanear. Al rebelarse abandonarían su posición original. Al materializarse para vivir permanentemente con mujeres abandonarían su debido lugar de habitación en los cielos como criaturas espirituales. Puesto que Judas 6 une estos dos males tan estrechamente, parece que ambos fueron cometidos al mismo tiempo, el cual sería en los días de Noé cuando los “hijos de Dios” se materializaron. Cuando el Diluvio los obligó a desmaterializarse, regresaron a lugares celestiales como criaturas espirituales, pero no a su posición original en la organización de Jehová. Llegaron a ser los demonios de Satanás.
El considerar que la rebelión de los ángeles aconteció en los días de Noé en vez de en el Edén es más razonable. En el Edén Satanás apenas había comenzado su curso rebelde. Dios había aceptado el desafío, y dado la promesa de la Simiente. El punto en cuestión era nuevo. No era tan probable que ángeles se unieran precipitadamente al rebelde Satanás aun no probado. Esperarían para observar los desarrollos. En los días de Noé quince siglos habían pasado, y Satanás había desviado a todos los hombres menos a tres, Abel, Enoc y Noé. Si él pudo hacer esto por sí mismo, ¡qué completamente triunfal sería con un ejército de ángeles que le ayudaran! Y ¿dónde estaba la Simiente prometida? ¿No habían pasado quince siglos, sin ninguna señal de ella? Así pudo argüir Satanás, argumentos que no tuvo al principio en el Edén. Pudo argüir que si los hijos de Dios se unieran a él, materializándose por un tiempo o permanentemente, una raza superior de gigantes podría ser producida para dominar y gobernar sobre el hombre, y bajo ellos los últimos que persistieran en mantenerse firmes de parte de Jehová podrían ser doblados o destruídos.
Pero el Diluvio trastornó el plan y obligó a los ángeles materializados a desmaterializarse. Estos ex hijos de Dios no podían regresar al servicio de Jehová aunque hubieran querido; permanecieron con su amo escogido, Satanás, y vinieron a ser sus hordas demoníacas. Ahora estaban encarcelados en densas tinieblas, alejados de Dios, en las tinieblas en cuanto a sus propósitos, con un fin oscuro esperándoles, todo lo cual es bien ilustrado por el Tártaro. (Vea 2 Pedro 2:4, NM, y la nota en el apéndice.) Fué a estos espíritus encarcelados en el Tártaro que Jesús predicó.
¿Por qué? ¿Para dar a los demonios una oportunidad para arrepentirse? Difícilmente. Ningún ángel murió como su rescate, aun si estuvieran en circunstancias de permitírseles rescate. Además, no sería muy consistente decir que los perfectos Adán y Eva no tendrán una segunda oportunidad, y luego decir que ángeles desobedientes, que eran perfectos y mucho más elevados y más inteligentes y más poderosos que el hombre, y que hasta habían visto a Jehová Dios y se habían asociado con él, podían abandonar sus asignaciones dadas por Dios y unirse a Satanás y a pesar de eso tener más tarde una oportunidad de arrepentirse para salvación. ¿Por qué, entonces, predicar a los demonios?
La predicación no siempre se hace para propósitos de arrepentimiento y salvación. Llevamos la copa del vino de la ira de Jehová a las naciones, no para su conversión sino como una amonestación de muerte que les aguarda. Es un anuncio de ruina y del triunfo final de Jehová. Continuaremos predicando después que el Armagedón empiece, no porque más se arrepentirán y serán salvados sino para que todos conozcan que los propósitos de venganza de Jehová están siendo efectuados. (Vea La Atalaya del 1 de octubre de 1951, página 607, segunda pregunta y su respuesta.) Asimismo Jesús predicó a los demonios. Por eso la parte invisible del mundo de Satanás, así como también la visible, recibe un testimonio contra ella, no sólo mediante el ser los cristianos un espectáculo a los hombres y a los ángeles (incluyendo a los caídos, los demonios), sino mediante Jesús mismo predicándoles acerca de su fin final.
Sírvase también ver las páginas 69-73, 76, 81, 152, 153 en What Has Religion Done for Mankind?
• Los versículos 4 y 5 de Proverbios 26 parecen expresar pensamientos contradictorios. ¿Cuál es la explicación?—T. L., Carolina del Norte.
Según la versión de Móffatt estos versículos leen: “Nunca contestes a un insensato según su insensatez, para que no llegues a ser como él: contesta a un insensato según su insensatez, para que él no se imagine que es sabio.” O, según la traducción de Fenton: “No le contestes a ningún tonto, como su tontería, para que no te hagas como él. Contéstale a un tonto como su tontería lo requiere, para que no parezca ser sabio a sus propios ojos.” La clave para relacionar correctamente estas instrucciones que aparentemente se contradicen se halla en la amonestación dada en cada caso. Es la diferencia en las amonestaciones la que fija los significados que deben atribuirse a las instrucciones que se dan en el proverbio relativas al contestar a los necios.
Si usted le contesta a un insensato de acuerdo con su insensatez, en el sentido de contestar en armonía con su tontería o de acuerdo con ella, usted se coloca en acuerdo con el insensato. Los razonamientos y deducciones del insensato son erróneas, y la respuesta de usted no debe estar de acuerdo con las opiniones del insensato. El insensato puede mostrar insensatez en la manera indecorosa o contenciosa en la que arguye, mostrando deseo sólo para riñas de palabras infructuosas, cosa que a los cristianos se les manda evitar. Por eso usted no contestaría según la tontería del tonto mediante el apoyar sus opiniones insensatas o mediante el adoptar sus métodos de argumento insensatos y degradantes. ¿Por qué no? “para que no llegues a ser como él.” Pero usted puede contestarle al tonto sin hacerse como él, y esto es lo que el versículo 5 aconseja, “para que él no se imagine que es sabio.” Si usted no le contestara la tontería del tonto y la dejara pasar sin contradecirla y refutarla, el tonto por seguro se haría sabio según su propio punto de vista vanidoso. Para impedir esto usted contestaría según su insensatez en el sentido de contestar sobre la base de sus argumentos insensatos, analizándolos, exponiendo cuán ridículos y absurdos e indignos de aceptación son cuando se consideran razonablemente. De este modo usted podría mostrar que los propios argumentos y principios falsos del insensato conducen a conclusiones muy diferentes de lo que él disputa. Su propia insensatez puede ser usada contra él al volverle la pelota, si usted sabiamente se vale de su tontería y la analiza y la usa contra la posición falsa del insensato. Al hacerlo así, usted ‘contesta a un tonto como su tontería lo requiere’ e impide que llegue a ser “sabio a sus propios ojos”.