Preguntas de los lectores
● En el artículo “La cena del Señor”, de La Atalaya del 1 de marzo, página 136, párrafo 15, se declara: “Durante las primeras cuatro celebraciones del Memorial (33-36 d. de J.C.) los que participaron eran judíos, prosélitos y samaritanos circuncidados.” ¿Quiénes fueron los prosélitos? ¿Fueron gentiles, participando antes de que Pedro llevara el mensaje a Cornelio?—M. M., Nueva York.
Fueron gentiles o no judíos que habían sido convertidos a la religión judía, y eran llamados prosélitos. Desde el comienzo de la nación de Israel y la entrega del pacto de la Ley, se hicieron provisiones para que los no judíos se asociaran con la nación, como lo hizo la multitud mixta al tiempo del éxodo de Egipto. (Éxo. 12:38) Repetidamente las Escrituras hablan de extranjeros o transeúntes entre los hebreos, que eran circuncisos, que guardaban la Pascua, que traían ofrendas de sacrificio, que podían huir a las ciudades de refugio, a menudo estuvieron bajo las mismas regulaciones; en breve, en éstos y otros casos la regla era: “Una misma ley habrá para los de vuestra raza y para el extranjero que habita en medio de vosotros.”—Éxo. 12:48, 49; Lev. 24:17-23; Núm. 15:15, 16; 35:15.
Cuando vino Jesús, estos prosélitos en Israel y los samaritanos circuncisos, que eran parientes consanguíneos de los judíos, participaban de las esperanzas judías de un Mesías venidero. Estando estrechamente asociados con los judíos estos prosélitos no eran considerados como estando separados como los demás gentiles. Por eso, oyeron la predicación de Jesús, creyeron, y fueron aceptados en las congregaciones cristianas años antes de que el evangelio fuera al incircunciso gentil Cornelio. Eso es por qué el evangelista Felipe pudo ir a las ciudades samaritanas y predicar, y convertir al eunuco etíope, y por qué los apóstoles en Jerusalén se sintieron libres de enviar a Pedro y Juan a los samaritanos. Pedro no se detuvo en cuanto a predicar a estos no judíos. Pero, ¡cómo se contuvo al principio cuando fué instruido mediante una visión a ir a los incircuncisos no judíos! (Hech. 8:5, 14, 27-39; 10:9-48) Fué el hecho de aceptar a gentiles incircuncisos lo que precipitó disputa acalorada, y no el mero hecho de que eran gentiles. (Hech. 11:1-3; 15:1, 2) Eso era porque gentiles que eran prosélitos, y por lo tanto circuncisos, habían sido aceptados todo el tiempo, sin disputa. Tales prosélitos, siendo engendrados del espíritu y estando en la congregación cristiana, por supuesto participarían de los emblemas del Memorial, desde el principio.—Hech. 2:10, 41, 42.
● En varias ocasiones en las Escrituras griegas, hombres son llamados “buenos”. Empero cuando un joven llamó a Jesús “bueno” fué reprendido y se le dijo que nadie era bueno sino Dios. ¿Por qué?—T. C., Pensilvania.
Jesús dijo que Jehová “hace que su sol se levante sobre gente inicua y buena”. Concerniente a Bernabé el registro es, “Él era un hombre bueno.” Las jóvenes cristianas fueron instruidas a ser “buenas”. A siervos domésticos se les dijo que estuvieran en sujeción a sus dueños, “no sólo a los buenos y razonables, sino también a los difíciles de agradar.” (Mat. 5:45; Hech. 11:24; Tito 2:5; 1 Ped. 2:18, NM) Para más ejemplos vea Mateo 12:35; 20:15; 22:10; 25:21, 23; Lucas 6:45; 19:17; 23:50. En todos estos casos “bueno” traduce la misma palabra original griega, agathós. Esta misma palabra griega se usa cuando el registro habla del joven gobernante rico que le preguntó a Jesús: “‘Buen Maestro, ¿qué debo hacer para heredar vida eterna?’ Jesús le dijo: ‘¿Por qué me llama usted bueno? Nadie es bueno, salvo uno, Dios.’”—Mar. 10:17, 18; Luc. 18:18, 19, NM.
Es seguro que si hombres imperfectos podían llamarse “buenos”, Jesús con mayor razón llenaría los requisitos como tal. Tampoco se opondría al término “maestro”; él aceptaba esa designación. (Juan 13:13) Entonces ¿por qué le respondió a este joven así? Parece que los rabinos de la judería usaban este título para impresionar a la gente, lo cual explicaría la repudiación de él por Cristo. Cuando este gobernante se dirigió a él así, fué como si lo clasificara con los rabinos. Jesús no deseaba títulos rabínicos, y mediante esta reprensión Jesús mostró la impropiedad de usar tales títulos. (Job 32:21, 22; Mat. 23:7-10, NM) Cristo no puso objeciones a ser adecuadamente identificado como el maestro o señor o líder, ya que dijo que estaba bien que le llamaran así, pero cuando la designación estaba ligada a un título comúnmente usado para dirigirse a rabinos de modo adulador, él protestó. Aclaró él el punto enérgicamente tomando el aspecto extremo y más elevado del asunto, dirigiendo la atención completa a Jehová Dios como el que merece tal título. Incidentalmente, esto muestra que Jehová no es parte de la trinidad con dos más iguales con él, y los esfuerzos trinitarios para neutralizar esto refiriéndose a las palabras con que Mateo describe esta reunión no borran los dos relatos de Marcos y Lucas.—Mat. 19:16, 17, NM.
Que el rico gobernante estaba usando “Buen Maestro” como título formalista en vez de expresión de su honrada convicción concerniente a Jesús se muestra por el rechazamiento del consejo de Jesús. Evidentemente él no consideró a Jesús tan buen maestro en realidad, porque él se fué sin seguir el consejo de Cristo. Él mereció reprensión.
● Al establecer la duración de los siete tiempos de los gentiles, se usa un tiempo o año de 360 días, para dar un total de 2,520 días, que vienen a ser 2,520 años cuando se aplica Ezequiel 4:6. Empero cuando calculamos de 607 a. de J.C. a 1914 d. de J.C., los 2,520 años son años solares de 365 1/4 días cada uno, y no años lunares de 360 días cada uno. ¿Es esto correcto?—N. N., Nueva Zelandia.
Los registros de la Biblia pasan por alto el año solar de 365 1/4 días en lo que toca a medir el tiempo natural y profético. La luna se usó para fijar los meses, y luego la estación creciente de la primavera para determinar el comienzo del año en relación con la luna, haciéndolo necesario 7 veces cada 19 años añadir un mes intercalar o mes Ve-Adar, o sea, un mes decimotercero. Por eso, puesto que la duración del año judío no estaba estabilizada a 365 días además de un año bisiesto de 366 días, la profecía fijó un sistema de medida de sus períodos de tiempo a 360 días por un año o un tiempo, calculando 30 días completos a un mes en vez de los verdaderos 29 1/2 días a una lunación. Génesis 7:11, 24; 8:3, 4 muestra que Noé calculó 30 días como aproximadamente un mes. Confirmación adicional de esta unidad como norma profética de tiempo se nos da en Apocalipsis 11:2, 3, donde 42 meses van al paralelo con 1,260 días, haciendo que un año de 12 meses sea igual a 360 días. Note también que cuando Apocalipsis 12:6, 14 pone en paralelo 3 1/2 años o tiempos con 1,260 días, toma cada tiempo o año simbólico como igual a 360 días, y no a 365 1/4 días diciendo que los 31⁄2 tiempos son igual a 1,278 días y fracción. En 3 1/2 años o tiempos habría por lo menos uno y posiblemente dos meses intercalares, como se explicó por The Watchtower del 15 de marzo de 1948, páginas 91, 92; no obstante Apocalipsis pasó por alto tales meses intercalares al dar los días de 3 1/2 tiempos. Por eso nosotros calculamos de acuerdo con el modo bíblico de Dios y está sobre fundamento firme el decir que los simbólicos siete tiempos son igual a 2,520 años. Y estos 2,520 años deben contarse como años solares, porque los años lunares judíos de 360 días, sobre largos períodos de tiempo, iban a la par con los años solares debido a los meses intercalares que fueron añadidos a intervalos fijos, con lo cual siempre se mantuvo la necesaria armonía entre el comienzo del año y sus estaciones.
Que este método de calcular se usa correctamente para traernos hasta 1914 d. de J.C. desde 607 a. de J.C. se confirma para nosotros por los hechos físicos que han venido a ser manifiestos desde ese año de 1914 en adelante, en cumplimiento de Mateo 24 y 25, Marcos 13, Lucas 21, y otras profecías concernientes a la segunda presencia de Cristo al tiempo del fin.
● ¿Cuántas resurrecciones hay? Algunos dicen que hay tres, la primera, la mejor y una general. Otros dicen que sólo dos, la de los justos y la de los injustos. O, una resurrección de vida y una resurrección de juicio. ¿Quiénes tienen razón?—B. C. Míchigan
En realidad, sólo hay dos clases o tipos de resurrecciones: una espiritual o celestial, y una física o terrenal. La manada pequeña de “ovejas” ungidas es levantada a la vida espiritual en el rebaño celestial para reinar con Cristo, como Pablo lo muestra: “Se siembra cuerpo físico, se levanta cuerpo espiritual.” (1 Cor. 15:44, NM) Todas las demás personas que reciban vida mediante una resurrección serán del rebaño terrenal de las “ovejas” de Jehová. El clasificar las resurrecciones de acuerdo con el tiempo o condición, como se trata de hacer en la pregunta, no es conclusivo en sí mismo. Por ejemplo, la primera resurrección aplica a los miembros del cuerpo de Cristo y es primera en tiempo e importancia. Sin embargo, antes de que los últimos participantes de esta “primera” resurrección tengan su cambio instantáneo de carne a espíritu puede ser que algunos de los hombres fieles de la antigüedad sean resucitados. La resurrección de tales hombres a veces se menciona como una resurrección “mejor”; pero ésa no es una designación terminante, puesto que sólo significa una resurrección mejor que las mencionadas en las Escrituras hebreas, donde algunos fueron resucitados sólo para morir de nuevo en unos cuantos años. Pero todas las resurrecciones ahora y en el nuevo mundo serán mejores que las antiguas. No sólo la celestial sino también algunas de las resurrecciones terrenales serán resurrecciones a la vida, de modo que ese término no está limitado a un solo grupo. Entonces, bíblicamente consideradas, las divisiones adecuadas de la resurrección son celestial y terrenal, y estas dos clases son divisiones sanas e inafectadas por cualesquier condiciones calificativas de tiempo y posición.—Hech. 24:15; Juan 5:28, 29; 1 Cor. 15:51, 52; Heb. 11:35; Apo. 20:4-6, NM.