Curación divina para vida perfecta
“Él sana todas tus enfermedades. Él rescata tu vida del sepulcro.”—Sal. 103:3,4, NC.
1 ¿Qué cosa presenta un problema para la ciencia médica, pero no para Dios?
JEHOVÁ Dios, sin la ayuda de los científicos electrónicos de este día, puede hacer un mundo saludable. Mientras más adelantos pretende hacer la ciencia médica en su lucha contra la enfermedad, más enfermedades o complicaciones encuentra o parece crear para sí misma. En las naciones que se consideran las más civilizadas las enfermedades malignas están extendiéndose y causando terribles bajas cada año. La señal del fin de este sistema de cosas también ha aparecido en cumplimiento de la profecía de Jesucristo. Vemos “en un lugar tras otro pestes” y “escasez de alimento” que resultan en desnutrición y así abren el camino para la invasión de dolencias y enfermedades. (Luc. 21:7, 11, NM; Mat. 24:3, 7) Esto presenta un problema invencible para el hombre, pero no para Jehová Dios el Todopoderoso. Sin perder ánimo él sigue adelante para llevar a cabo su promesa de crear un nuevo mundo sin enfermedad, donde la humanidad obediente gozará de vida perfecta para siempre.
2. ¿Qué dió entrada a la enfermedad y la muerte? ¿Qué manifiesta esto?
2 Fué un mundo completamente saludable que Dios estableció con Adán y Eva y su ‘querubín que cubría’ allá en el Edén. ¿Qué, entonces, produjo estas cosas que llamamos dolencias, enfermedades y mala salud, terminando con la muerte? ¡Fué la violación de la ley inflexible de Dios! Ninguna criatura puede infringir Su ley y esperar continuar saludable. Con esto damos a entender no solamente la ley física de la naturaleza sino también la ley moral, y ésta principalmente.
3, 4. ¿Cómo manifestó el tratamiento y el pacto de Jehová con Israel la conexión entre guardar la ley y guardar la salud?
3 Jehová Dios trajo terribles plagas sobre el país del opresor para librar a su pueblo escogido del poder militar del antiguo Egipto. Luego en el desierto libre, para manifestar lo que él podía hacer para la salud nacional, él curó el agua imbebible para su pueblo librado y dijo: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo que es recto a sus ojos, y prestares oídos a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, entonces no enviaré sobre ti ninguna enfermedad de las que envié sobre los Egipcios; porque yo soy Jehová tu Sanador.” (Éxo. 15:22-26) Sobre sus propias estipulaciones sabias él entró en un pacto o acuerdo con la nación de Israel, requiriendo de ellos obediencia estricta pero prometiéndoles bendiciones excepcionales. Les dió no solamente las leyes más higiénicas y saludables sino también mandamientos teniendo que ver con su conducta moral para con Dios, el hombre y las bestias.
4 Para amonestarles en contra de la idea de que podían infringir su ley sin sufrir las consecuencias ineludibles, él les dijo: “Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, y con tumores, y con sarna, y con comezón, de que no podrás ser curado. Te herirá Jehová con úlcera maligna en las rodillas y en las piernas, de que no podrás ser curado; y aun desde la planta de tu pie hasta tu mollera. Si no guardares para cumplirlas todas las palabras de esta ley, las que están escritas en este libro, para que temas este nombre glorioso y pavoroso, Jehová tu Dios, hará Jehová que sean maravillosas tus plagas y las plagas de tu linaje, plagas grandes y duraderas, y enfermedades malignas y duraderas. Y volverá a traer sobre ti todas las dolencias de Egipto, de que una vez temiste, y ellas se te pegarán. También todas las enfermedades y todas las plagas que no están escritas en este Libro de la Ley, las traerá Jehová sobre ti, hasta que seas destruído.” (Deu. 28:27, 35, 58-61) De modo que hay una conexión entre el guardar las leyes del Creador y nuestra salud y bienestar. El nuevo mundo sin enfermedad se formará de criaturas felices que guardan perfectamente las leyes de su Hacedor.
5, 6. ¿Qué hechos acerca de él y su Hijo arguyen que Jehová posee conocimiento y habilidad como Sanador?
5 Jehová dijo a su colaborador, a su Hijo unigénito que llegó a ser el Mesías judío: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” (Gén. 1:26) De manera que Jehová el Creador y su Hijo Jesucristo conocen todo acerca del sistema humano, una creación colectiva de ellos. Ellos supieron hacer que funcionara perfectamente al principio. Saben qué causó su descompostura aun hasta este día. Saben qué hacer para acabar con todo lo que le perjudica y restaurarlo a una condición perfecta otra vez. Ellos manifestarán este conocimiento cabalmente en el justo nuevo mundo que ahora está tan cerca. No obstante, a través de toda la historia humana, desde la caída del hombre en la enfermedad y la muerte, Jehová se ha revelado como el Sanador divino. Especialmente manifestó su poder para sanar mediante su Hijo amado cuando éste estuvo sobre la tierra como el “hombre Cristo Jesús”.
6 En los días cuando él estuvo sobre la tierra hubo mucho sufrimiento físico entre los judíos en Palestina, y leemos: “Jesús emprendió un viaje a todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas y predicando las buenas nuevas del reino y curando toda clase de enfermedad y toda clase de dolencia.” (Mat. 9:35, NM) El espíritu de Dios o su fuerza activa operando por medio de Jesús fué lo que hizo esto. El apóstol Pedro testifica a este hecho, diciendo: “Jesús que era de Nazaret, como Dios le ungió con espíritu santo y poder, y él caminó por el país haciendo bien y sanando a todos aquellos oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con él.” (Hech. 10:37, 38, NM) Ninguna aflicción física de otros pudo resistir su tratamiento, ni siquiera la muerte. El registro informa acerca de varios casos donde él hasta levantó a los muertos, de modo que él pudo decir, para sostener que él era el Mesías o Cristo: “Los muertos están siendo levantados, y a los pobres se les está declarando las buenas nuevas.”—Mat. 11:5, NM.
CURACIONES FÍSICAS SUSPENDIDAS POR SIGLOS
7. ¿Reservó Jesús el poder curativo para sí mismo? ¿Qué manifiestan los hechos?
7 Jesús pasó este poder a ciertos de sus discípulos. Leemos: “De manera que llamó a sus doce discípulos y les dió autoridad sobre espíritus inmundos, para expeler a éstos y para sanar toda clase de enfermedad y toda clase de dolencia. A estos doce Jesús envió, dándoles estas órdenes: ‘. . . Curen a la gente enferma, levanten a personas muertas, limpien a leprosos, echen fuera demonios. Recibieron gratis, den gratis.’” (Mat. 10:1, 5-8, NM) Cuando después envió a setenta seguidores más, les dio instrucciones parecidas: “Curen a los enfermos en ella, y sigan diciéndoles: ‘El reino de Dios se ha acercado a ustedes.’” (Luc. 9:1-6; 10:1-10, NM) Después que Jesús regresó al cielo, este poder sanativo continuó con sus apóstoles. De hecho, comenzando en la fiesta de Pentecostés, el glorificado Jesús derramó el espíritu santo de Dios sobre todos sus seguidores devotos, y sobre algunos de ellos él confirió el don del poder para sanar y hasta para levantar a los muertos. (Hech. 2:1-18; 5:16) La última curación física registrada en las Escrituras inspiradas es aquella donde, como por 59 d. de J.C., el apóstol Pablo en la isla de Malta oró, puso sus manos sobre un hombre y le curó de fiebre y disentería.—Hech. 28:7, 8, NM.
8. ¿Quiénes ahora insisten en la curación divina? ¿Qué preguntas surgen debido a esto?
8 Hoy, después de diecinueve siglos, hay religiosos en la cristiandad que practican lo que ellos llaman “curación divina”. Hay un número de sectas religiosas que insisten en eso. Sus miembros aparentemente rehusan tomar cualesquier medicinas y pretenden confiar solamente en oración, ayunos y concentración mental. Ciertos evangelistas se encargan de que los anuncios impresos acerca de ellos sean atractivos al público por medio de incluir en el anuncio “milagros por el poder de Dios” y “oraciones para los enfermos”. Aparentemente se efectúan curaciones milagrosas en sus reuniones públicas de curación las cuales asombran a los espectadores. ¿Son éstas “curaciones divinas”? y ¿se hacen por el don del espíritu santo? Esa es la pretensión, pero ¿será verdad? Y ¿debemos nosotros rechazar todos los beneficios de la ciencia médica moderna y buscar curaciones de Dios mediante su poder milagroso? ¿Es un rechazamiento de la fe cristiana el usar medicinas y tener operaciones?
9. ¿Qué hecho sobresaliente nos ayuda a contestar estas preguntas? ¿Cómo se prueba?
9 Hay un hecho sobresaliente que nos ayuda a contestar estas preguntas, y éste: Que la curación divina física era un detalle que marcó la primera presencia de Cristo y la infancia de su congregación, pero estaba destinada a pasar con la muerte de los apóstoles y sus asociados. Autoridad para curar fué uno de los dones del espíritu que, desde el Pentecostés, fué impartido únicamente mediante los apóstoles o en su presencia. Que ninguno de nosotros deje de ver lo que vió el mago Simón de Samaria, a saber, “que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el espíritu,” y por esto Simón fué suficientemente astuto para ofrecerle a Pedro dinero para comprar ese poder apostólico pero él se lo rehusó con indignación. (Hech. 8:17, 18, NM) En otra ocasión cuando el apóstol estaba presente, predicando al centurión Cornelio y a su familia, sucedió que, sin imponer Pedro las manos sobre esos gentiles, “el espíritu santo cayó sobre los que escuchaban la palabra” y ellos comenzaron a “hablar con lenguas y glorificar a Dios”. (Hech. 10:44-46, NM) De la misma manera fué por primera vez cuando los doce hombres en Éfeso escucharon al apóstol Pablo y fueron bautizados de nuevo, esta vez en el nombre del Señor Jesús, y “Pablo impuso las manos sobre ellos”, que “el espíritu santo vino sobre ellos, y comenzaron a hablar con lenguas y a profetizar”.—Hech. 19:1-7, NM.
10. ¿Por qué es por demás orar ahora por curaciones o por poder curativo?
10 Los hombres que recibieron el don de curar milagrosamente por medio de los apóstoles o en su presencia no podían impartir el espíritu a otros. De modo que no podían ellos pasar a otros el don de poder curativo. Por consecuencia cuando murieron los apóstoles y también los que estaban asociados con ellos, entonces el don espiritual para curar milagrosamente a la gente de una manera física cesó de ser impartido o practicado. Hoy vivimos diecinueve siglos después de los apóstoles. Eso constituye un espacio de tiempo considerable que tendría que saltarse entre nosotros y los apóstoles mediante quienes se impartían los dones de curación. Entonces, debido a la ausencia física de Jesús y sus apóstoles, es por demás que ore un cristiano por el don espiritual para curar a otros y para ser curado él mismo milagrosamente.
11 ¿Fué predicho el fin del don de curaciones? ¿Dónde? ¿Cómo?
11 No, no estamos arguyendo que el espíritu santo de Dios no fué derramado sobre el resto de la fiel congregación de Cristo en éstos últimos días. Solamente sostenemos que este don milagroso especial no fué concedido junto con él. Pero el “fruto del espíritu”, que es el amor, no ha dejado de manifestarse. Abunda en la verdadera congregación cristiana de este día. Pablo aclaró que el amor permanecería después que los dones milagrosos del espíritu pasaran. El escribió: “El amor nunca se acaba. Pero aunque haya dones de profecía, serán quitados; aunque haya lenguas, cesarán; aunque haya conocimiento, será quitado.” El don de curaciones milagrosas marcó la niñez de la congregación cristiana para edificar su fe y para identificarla como el pueblo escogido de Dios de allí en adelante. Pero ahora que ha llegado a la virilidad o madurez después de estos diecinueve siglos de experiencia cristiana, el verdadero resto de los seguidores de Cristo ya no ejerce ese don. “Cuando yo era niño, yo hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero ahora que he llegado a ser hombre, he dejado las cosas características de niño.” (1 Cor. 13:8-11, NM) Ahora nosotros los cristianos tenemos algo mayor y más grandioso que las curaciones físicas, lo cual explicaremos luego.
12, 13. (a) ¿Por qué no puede argüirse que la curación divina es un requisito necesario? (b) ¿Qué prueba que los curadores ahora son fraudulentos?
12 Los que insisten en curaciones físicas divinas para estos “últimos días” arguyen que si no poseemos y usamos ese poder milagroso, es una prueba de que no somos la verdadera organización de Dios. Pero preguntarnos, ¿Había de concederse el don milagroso de curaciones a todos los cristianos que recibieran el espíritu santo? ¿O lenguas milagrosas? ¿O traducciones milagrosas de lenguas? No; así como no había de esperarse que todos los cristianos fueran apóstoles, o pronosticadores de eventos futuros, u obradores de milagros. “No todos son apóstoles, ¿verdad? No todos son profetas, ¿verdad? No todos son maestros, ¿verdad? No todos desempeñan obras poderosas, ¿verdad? No todos tienen dones de curaciones, ¿verdad? No todos hablan en lenguas, ¿verdad? No todos son traductores, ¿verdad? Pero sigan luchando por los dones mayores. Y todavía les muestro un camino sobrepujante. Si hablo en las lenguas de los hombres y de los ángeles pero no tengo amor, he llegado a ser un pedazo de bronce que resuena o un címbalo que retiñe.” (1 Cor. 12:29 a 13:1, NM) Hay muchos tales llamados “curadores” entre los paganos y también en la cristiandad. No obstante ¡qué bien demuestran todos ellos la falta de amor porque codician recompensas monetarias, renombre, publicidad, prominencia y poder egoísta sobre la gente! De modo que son nada a la vista de Dios, a pesar de sus obras milagrosas.
13 Estos curadores hacen sus obras, no para apoyar la verdad divina, sino para perpetuar mentiras religiosas. Aparentemente curan de una manera física, pero no imparten la curación que es más vital y que es espiritual, la cual conduce a la vida en el nuevo mundo. Libran a personas del poder de una dolencia corporal, pero no las libran del poder del Diablo y de su organización, este mundo. Cuando se mide por estos hechos, sus obras de curación no son manifestaciones del espíritu de Dios.
14. ¿Qué manifiesta que las curaciones no eran la principal manifestación del espíritu?
14 En vez de dar mucho énfasis a las curaciones milagrosas, note dónde las coloca la Palabra de Dios en la lista: no en primer lugar, sino en quinto. Cuente: “Dios ha colocado a los miembros respectivos en la congregación, primero, apóstoles; segundo, profetas; tercero, maestros; luego obras poderosas; luego dones de curaciones.” (1 Cor. 12:28-30, NM) Además, cuando Jehová Dios predijo que derramaría su espíritu sobre todas clases de carne, él no dió prominencia al don de curar como si eso fuera prueba de que el espíritu estaba sobre su pueblo. Él dijo: “Derramaré algo de mi espíritu sobre toda clase de carne, y sus hijos y sus hijas profetizarán y sus jóvenes verán visiones y sus viejos soñarán sueños; y hasta sobre mis esclavos y sobre mis esclavas derramaré algo de mi espíritu en aquellos días, y ellos profetizarán. . . . Y luego cualquiera que invoque el nombre de Jehová será salvado.” (Hech. 2:16-21, NM; Joel 2:28-32) ¡El hecho de profetizar o de predicar la Palabra profética de Jehová! Eso es lo que recibe prominencia para probar el derramamiento de Su espíritu sobre toda la carne que está dedicada a él como sus testigos y esclavos. La predicación de la verdad divina logra mucho más que la curación física.
15. ¿Cómo sostiene esto la comisión de partida de Jesús? ¿Por qué no lo contradice Marcos 16:9-20?
15 De acuerdo con esto cuando Jesús, que ya estaba para ascender otra vez al cielo, dió su comisión de partida a sus seguidores, él no dió prominencia al don de quinto grado, o sea el de curar. Dió énfasis a la obra de predicar, de dar testimonio y de instruir. Lea sus palabras acerca de esto en Mateo 28:19, 20; Lucas 24:6-48; Hechos 1:6-9. Este hecho no se contradice por las palabras que aparecen en la Versión Valera, Torres Amat y otras versiones antiguas de la Biblia, en Marcos 16:17, 18, a saber: “Y estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.” Esas palabras, de hecho, todos los versículos desde Marcos 16:9-20, no aparecen en los manuscritos griegos más antiguos y auténticos. De modo que se han marcado como espurios. Las mejores traducciones de la Biblia los marcan como tal o los omiten completamente. Hasta la traducción del jesuita Lattey, la Versión Westminster de 1948, se ve obligada a admitir en una nota al pie de la página acerca de Marcos 16:9-20, “Estos versículos no tienen el mismo apoyo textual que el resto del evangelio.” (Vean la nota marginal de la Versión Moderna.) Por esto las palabras innegablemente inspiradas del apóstol Pablo en 1 Corintios 12:28 al 13:11, citadas más arriba, establecen un límite en cuanto a la extensión y el tiempo de aplicación de esas palabras añadidas al evangelio de Marcos. No podían aplicar después de la muerte de los apóstoles y sus asociados personales.
NO SE PROHÍBEN LOS METODOS CURATIVOS NATURALES
16. ¿Es en semejanza a Cristo el que uno recurra a curaciones divinas para provecho propio?
16 En este día de grandes adelantos médicos los que contienden a favor de curaciones divinas físicas insisten en acudir a eso, por beneficio egoísta, más bien que acudir a todos los métodos curativos ordinarios que están disponibles hoy en día. Pretenden que esto constituye una evidencia de su fe en Dios y de su confianza en él. Pero esa aplicación egoísta de la curación divina no recibe el apoyo de Jesucristo y sus apóstoles. No hay duda de que estos hombres verdaderamente ejercieron el don de curaciones milagrosas por el espíritu de Dios. ¿Ejercieron ese poder milagroso para su propio beneficio físico? ¡Nunca! Después de ayunar por 40 días Jesús no satisfizo su hambre extremada por medio de convertir las piedras en pan. La sugestión de que él usara su poder de tal manera egoísta vino de Satanás el Diablo, no de Dios. Cuando Jesús se cansó de viajar, se sentó para descansar, como hizo cerca del pozo en Samaria. Cuando tuvo sueño, durmió para recuperarse, como hizo sobre el cojín en la popa de la barca que cruzaba el mar de Galilea. Cuando sus apóstoles regresaron de un viaje misionero fatigante y le relataron lo que habían hecho, él tomó en cuenta su estructura física y nerviosa y los invitó para que se alejaran con él a un lugar solitario para “descansar un poco”. (Juan 4:6; Mar. 4:38; Luc. 8:23; Mar. 6:30-32, NM) De manera que Jesús no recurrió a cosas milagrosas para beneficio de sí mismo y de sus discípulos.
17, 18. ¿Por qué no siguió Jesús el proverbio nazareno, “Médico, cúrese a sí mismo”?
17 En este respecto Jesús no siguió el dicho, “Médico, cúrese a sí mismo.” En su propia ciudad de Nazaret, cuando estaba predicando a sus viejos asociados en su sinagoga, él dijo: “Sin duda me aplicarán esta ilustración, ‘Médico, cúrese a sí mismo’; las cosas que oímos que han sucedido en Cafarnaum haga también aquí en su territorio nativo.” Por este medio sus anteriores vecinos del pueblo daban a entender que él debería practicar sus poderes milagrosos para bien de esos vecinos, la gente de la aldea donde él se había criado, diciendo en efecto, Curaciones deben principiar en casa, para beneficio de los suyos primeramente. “Pero él dijo: ‘Ciertamente yo les digo que ningún profeta es aceptado en su territorio nativo. Por ejemplo, yo les digo en verdad, Había muchas viudas en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, de manera que vino una gran hambre sobre todo el país, no obstante Elías no fué enviado a ninguna de esas mujeres, sino únicamente a Sarepta en la tierra de Sidón a una viuda. También había muchos leprosos en Israel en el tiempo de Elíseo el profeta, no obstante ninguno de ellos fué limpiado, sino únicamente Naamán el hombre de Siria.’” Jesús trató de interesar a los vecinos de su propio pueblo por medio de su predicación más bien que por medio de aliviar milagrosamente las enfermedades. Si él hubiera hecho como sugirieron ellos, “Médico, cúrese a sí mismo,” no lo hubieran echado fuera del pueblo con la amenaza de apedrearlo.—Luc. 4:16-30, NM.
18 Por esto Mateo 13:58 nos dice: “No hizo muchas obras poderosas allí debido a la falta de fe de ellos.” (NM) Él hizo sus milagros de curación en los de afuera, así como había hecho el antiguo profeta Elías. Él sabía que los poderes curativos no eran para beneficio personal, sino para una señal a los de afuera, así como el don de lenguas: “Lenguas son para una señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos, entre tanto que la profecía [predicación] es, no para los incrédulos, sino para los creyentes.” (1 Cor. 14:22, NM) El que tenía el don de curación divina no había de curarse a sí mismo.
19, 20. ¿Qué manifiesta el curso de Eliseo en cuanto a la curación de uno mismo y el recibir pago por milagros de curación?
19 Si una persona con ese don usara su poder egoístamente, para mantenerse siempre saludable, entonces, sin tomar en cuenta accidentes o persecución, ¿cuándo determinaría él morir o se dejaría morir? El profeta Eliseo sucedió a Elías, y Eliseo fué usado para dar vida a un muchacho muerto y para recobrar al extranjero, Naamán, de su lepra, y para hacer otros milagros. Pero ¿se curó a sí mismo u oró por curación divina? El Registro fiel nos informa: “Mas estando Eliseo enfermo de aquella enfermedad suya de la cual había de morir, le fué a ver Joás rey de Israel; y lloró sobre su rostro.” En su lecho de muerte Elíseo usó su poder profético en beneficio del rey Joás pero no buscó un recobro milagroso para sí mismo. “Murió pues Eliseo, y le sepultaron.” ¿Qué sucedió entonces? “Y aconteció que mientras algunas personas estaban enterrando a un hombre, he aquí que vieron una guerrilla; con lo cual echaron al hombre dentro del sepulcro de Eliseo; y el hombre fué rodando hasta tocar con los huesos de Eliseo, cuando revivió y se levantó sobre sus pies.”—2 Rey. 13:14-21.
20 Estos hechos corroboran que el poder curativo había de usarse para otros, no para bien personal del curador. Ni tampoco había de enriquecerse el curador mediante esa práctica y aceptar pago monetario o recompensa material en cambio por sus milagros. Eliseo rehusó aceptar una recompensa de Naamán por haberle limpiado de su plaga sino que dió la gloria a Dios. De modo que cuando su criado Giezi trató fraudulentamente de cobrar la recompensa que se había ofrecido y usó malamente el nombre de Eliseo, fué herido con la enfermedad de la cual había sido limpiado Naamán. (2 Rey. 5:1-27) Los que pretenden practicar curaciones divinas y que aceptan pago o recompensas o hacen una colecta de dinero se hacen inmundos a la vista de Dios. Jesús instruyó a sus apóstoles que habían recibido dones: “Recibieron gratis, den gratis.”
21, 22. ¿Qué manifiestan los casos de Eutico, Epafrodito y Trófimo?
21 Tomemos ahora al apóstol Pablo como una ilustración adicional. Una vez predicó hasta la media noche y Eutico que estaba sentado en la ventana desmayó con sueño y cayó del tercer piso y fué levantado muerto. Pablo se libró de toda culpa mediante el restaurar a Eutico a la vida. Este fué un milagro de emergencia practicado en beneficio de un hombre de la congregación que había sufrido un accidente.—Hech. 20:7-12.
22 Pero ¿qué hay acerca de curar a otros miembros de la congregación? Tomemos a Epafrodito de Filipos, acerca de quien escribió Pablo: “Cayó enfermo casi a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, de hecho, no sólo de él, sino también de mí, para que no tuviera pesar sobre pesar. . . . a causa de la obra del Señor él estuvo cerca de la muerte, exponiendo su alma al peligro, para compensar cabalmente el no estar usted aquí para rendirme servicio personal.” (Fili. 2:25-30, NM) Pero no se encuentra aquí ni rastro de una sugestión de que Pablo haya practicado curación divina para salvar a Epafrodito de la muerte. Tampoco impidió que llegara a las puertas de la muerte, aunque este colaborador era una gran ayuda para Pablo. Pero Dios bendijo los medios que se usaron para volverlo a la salud y Dios tuvo misericordia del hermano enfermo. Incidentalmente, si Epafrodito no había de dormir en la muerte sino irse inmediatamente al cielo al morir, ¿hubiese sido una misericordia el librarlo para que siguiera viviendo por más tiempo sobre la tierra? Además de él, tenemos a Trófimo. En la última carta de Pablo antes de su muerte en Roma él escribe para decirle a Timoteo: “Dejé a Trófimo enfermo en Mileto.” (2 Tim. 4:20, NM) ¿Por qué, pues, dejó Pablo a Trófimo enfermo siendo que tenía el don de curación, y por qué no había pedido Trófimo que Pablo usara su don del espíritu para curarlo? Porque el poder milagroso no debe usarse para nuestra conveniencia personal ni para el alivio de los cristianos devotos en la congregación.
23. ¿Usó o recomendó Pablo curación divina para Timoteo?
23 Había otro compañero y colaborador de Pablo que sufría de una enfermedad crónica, Timoteo. Él sufría de un desorden del estómago y frecuentemente pasaba períodos de enfermedad. ¿Usó Pablo su don para curarlo y librarlo milagrosamente de sus dolencias de un modo permanente? ¿O dijo más bien: “Timoteo, ejerce fe y ora a Dios para que intervenga y mejore tu condición física para el ministerio de las buenas nuevas”? Escuche usted la receta de Pablo a Timoteo: “Ya no tomes agua, sino usa un poco de vino a causa de tu estómago y tus frecuentes casos de enfermedad.” (1 Tim. 5:23, NM) Timoteo puede haber sido uno que se abstenía enteramente de bebidas alcohólicas; no lo sabemos de seguro. Pero el agua para beber quizás haya sido mala y por eso contribuyente a la enfermedad de Timoteo. Pablo le dijo lo que debería hacer razonablemente; no, no ir a una botica para conseguir un vino especial de boticario para los desórdenes constitucionales (como arguyen los prohibicionistas), sino simplemente “usa un poco de vino”, sin especificar qué clase.
24. ¿Qué arguye el hecho de que Lucas acompañó a Pablo?
24 En cuanto a Pablo mismo, él no era un hombre completamente sano de acuerdo con lo que parecen indicar muchos textos. Lucas describe cómo él acompañó a Pablo en sus viajes misioneros, desde Troas, en Asia Menor, en adelante. Y ¿cuál era la profesión de Lucas? Pablo nos dice en estas palabras: “Lucas el médico amado les envía sus saludos.” (Col. 4:14, NM) No en sentido espiritual, sino en sentido físico era Lucas un médico. La deducción lógica es que Pablo lo llevó consigo debido a los servicios médicos que él podía desempeñar tanto para provecho de Pablo como para sus compañeros misioneros. Si los cristianos verdaderos hubiesen estado obligados a restringirse a las curaciones por fe y a las curaciones divinas hubiera sido inconsistente que Lucas como cristiano ejerciera su profesión, especialmente sobre sus compañeros en el servicio.
25. De acuerdo con los hechos arriba citados, ¿a qué conclusión llegamos en cuanto a lo que podemos y no podemos hacer?
25 De estos hechos bíblicos podemos concluir correctamente que, cuando nos enfermamos o cuando sufrimos ciertos padecimientos a causa de la vejez, podemos dirigirnos a métodos naturales de curación, o a remedios medicinales. Podemos emplear los doctores del ramo que mejor nos parezca. Podemos ir al sanatorio o a hospitales o someternos a operaciones quirúrgicas. Estos métodos curativos no se le prohiben al cristiano que tiene fe. No debemos demorar el tratamiento o cuidado que sea apropiado pata nosotros orando y esperando una milagrosa curación divina. Sería incorrecto orar y luego esperar una contestación a dicha oración. ¿Por qué? Primeramente, porque esas curaciones no son para los mismos creyentes y, segundo, porque ha pasado el don de curar por el espíritu santo. El recurrir a los que curan por fe nos haría daño espiritual, porque éstos ejercen su profesión, no por el poder del espíritu de Dios, sino por el poder del Engañador. Sus enseñanzas y sus obras son prueba de esto. Si ellos entendieran las Escrituras no estarían en ese negocio.